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Tradición impensable por 1827kratSN

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La vergüenza no lo dejaba en paz desde el mismo instante en que confesó sus sentimientos, mucho peor era recordar cada cinco segundos el cómo salió corriendo en cuanto pudo tener las suficientes fuerzas en sus piernas. Lo que hizo no correspondía al accionar de un adulto maduro

Apenas si despertaba y ya se había envuelto con las mantas de forma que se convirtió en un capullo impedido de fijarse en la hora y en su mismísima vida. Estaba empezando a creer que fue muy mala idea confesar sus sentimientos. Rodó en la cama por unos instantes antes de detenerse y sacar la cabeza de su escondite para apreciar que en realidad ya era tarde y debía levantarse o retrasaría sin remedio todo su itinerario del día. Pero, ¿Cómo? Si había hecho algo tan vergonzoso el día anterior y sinceramente no tenía cara para salir de su cuarto

Tal vez empezaría por asearse, bañarse, vestirse y peinarse… sí, era buena idea

Tsuna tardó un largo rato en alistarse, incluso se quedó mirando el espejo empañado y dibujando formas espirales que le recordaban a las patillas de Reborn… oh sí, fantaseaba con cosas que tal vez no pasarían, pero quién podía negarle, aunque sea esa dicha. Tenía que tener valor y bajar a enfrentar el rechazo silente de Reborn, quien seguramente actuaría como si nada. Buen inicio –nótese la ironía-.

 

 

—Buenos días — saludó mientras tomaba asiento en la cabecera de la mesa

—Juudaime… se ve un poco decaído, ¿no durmió bien?

—Tuve algo de insomnio — Tsuna sonrió forzosamente mientras de refilón observaba a Reborn, el cual bebía su café y leía un libro de pasta negra. Ni una mirada furtiva… tenía razón… era un rechazo silente

—Ayer fue un día atareado, seguramente es el estrés de lidiar con todos esos regalos — sonrió Yamamoto sin percibir más de lo que Hayato notó

—Puede ser — Tsuna se sirvió jugo de naranja y suspiró quedito. Debía reponerse rápido porque la vida seguía y sus obligaciones no esperarían

—Por cierto, ¿qué flores te gustaría tener en la entrada, Tsuna-nii? — Fuuta miró al castaño quien pareció no entender sus palabras

—El castigo — mencionó Reborn quien parecía acabar con su café — que no se te olvide, Tsuna

—Cierto — dijo sin mirar al mayor — hoy empezarán su castigo. Buena suerte chicos y pueden elegir las cosas que crean más convenientes. Confío en su buen gusto — en realidad no quería lidiar con algo extra en su vida, así que se haría de la vista gorda si el gusto de sus guardianes difería y su mansión se volvía una extraña combinación de “arte”

—Sí — fue el coro desganado de casi todos, otros simplemente bufaron insatisfechos por el trabajo venidero

—Pero al menos espero que lo hayan pasado bien ayer — el castaño les sonrió con dulzura antes de morder una tostada con mermelada, casi instantáneamente escuchaba los pasos de Reborn quien procedía a abandonar el lugar mientras jugaba con la fedora en una de sus manos

—Por cierto, Tsuna — voz grave, rostro serio, calmadamente ocultaba sus verdaderas emociones

—¿Sí? — le pareció raro que su antiguo tutor no usara el apodo “dame” antes de su nombre, aun así, se giró hacia aquella voz tan… cercana

 

 

Todos se quedaron estáticos cuando el hitman se inclinó hasta estar a centímetros del rostro de Tsuna quien de inmediato quedó en shock. El azabache sonrió cínicamente grabando en su memoria la expresión de los presentes que él miraba de refilón, ese sería el inicio de una declaratoria irrevocable. Con extrema lentitud se acercó al rostro de Tsuna para lamer una pequeña mancha de mermelada posada en la comisura de esos rosados labios, para después darle un beso en la mejilla.

Tsuna soltó la tostada y entreabrió los labios que por poco dejan escapar un suspiro de sorpresa.

Lambo escupió su juguito.

Las chicas casi se atoran con su pan.

Mukuro rió burlonamente porque el Vongola triunfó.

Hibari gruñó en amenaza contra el nuevo pretendiente de su cielo.

Alguien gritó un “¡extremo!” que denotaba su sorpresa.

Yamamoto se quedó con la boca abierta y el queso a medio camino.

Gokudera se erizó cual gato impactado.

El hitman sólo sonrió antes de colocarse su fedora y salir pacientemente del lugar.

Estaba dicho.

 

 

El shock duró unos cuantos minutos, en los que el décimo Vongola pareció no reaccionar y los demás parecían haber estado soñando y se pellizcaban entre sí o a ellos mismos. Pero luego estalló un griterío incrédulo, negando lo que acababan de ver, mas, el sonrojo intenso que Tsuna adquirió al reaccionar, les dio la confirmación de aquella “tragedia”.

Estaban perdidos, más o menos, porque mejor protector para Tsuna no habría, pero también estarían las ultra-sobre-protecciones con el heredero de Vongola y quién sabe qué cosas raras serían realizadas, prohibidas o siquiera mencionadas. Peor que eso era que… proteger la inocencia de su cielo sería tarea casi imposible

Sin embargo… el castaño parecía muy feliz.

El corazón de Tsuna le pertenecía a Reborn… el corazón de Reborn le pertenecía a Tsuna.

Pero…

Ahora todos tenían miedo por sus vidas. Después de todo… ellos hicieron llorar a su cielo.

¿Cuál fue la venganza de Reborn ante tantas estupideces que afectaron el ánimo de su antiguo alumno-actual culpable de sus sueños por un futuro feliz? Fue el silencio, el más oscuro y horrendo silencio.

Reborn quiso simplemente ver cómo todos en esa mansión se auto-torturarían mentalmente, así que se quedó callado y quieto, apenas si les mandaba miradas amenazantes en ocasiones. Fue perfecto. Todos en esa casa permanecían en constante alerta por cualquier movimiento sospechoso. Los culpables estaban tan tensos que incluso sufrieron de insomnio durante días y las ojeras no se podían ocultar. Los que intentaron ayudar al décimo, pero que no pudieron, siempre cargaban consigo sus armas favoritas. Algunos simplemente ignoraron todo porque estaban listos para una divertida batalla. Pero Reborn no hizo absolutamente nada en dos semanas y todos concluyeron en que el hitman estaba tan feliz de ser el dueño de los sentimientos de Tsuna que se olvidó de sus fallos.

Pésimo error.

En el día número quince, Reborn despertó tarde, o eso pareció. Tsuna tuvo que partir ese día a una reunión y Enma lo recogió para irse juntos en conjunto con cuatro de sus guardianes, de modo que Tsuna no llevó a ningún miembro de su familia. Todos los guardianes de Vongola se quedaron en casa, coincidentemente ninguno tenía misión en ese bendito día y… sucedió. Hubo silencio durante toda la mañana, todos ocupados con sus tareas diarias, nadie se dio cuenta del momento en que Reborn deambulaba por los pasillos colocando numerosas trampas bien camufladas en sitios estratégicos mientras sonreía de lado.

Entonces sólo fue cuestión de acomodarse en un sillón de la sala y esperar.

El primer grito del día fue emitido por Lambo, un estallido se escuchó poco después. El segundo fue dado por cierta chinita que se encontraba en la terraza, el sonido que le precedió fue un silbido agudo, como si algo de gran masa fuera arrojado con potencia. A estos le siguieron muchos más y Reborn sólo sonreía malévolamente mientras leía su periódico. A veces escuchaba sonidos raros ocasionados por sus trampas, en otras sentía movimientos un tanto ligeros que hacían vibrar a la mansión, incluso llegó a sacudir el poco polvo que se desprendió del techo y ensució su traje.

Aquello duraría alrededor de cinco horas, pero sólo fue el inicio.

La casa estaba aún en reparación en ciertas zonas bastantes dañadas por el caos causado previo a San Valentín y Reborn lo aprovechó para camuflar un poco las travesuras que disfrutó en realizar. Pero no era suficiente ya que cada lágrima de Tsuna debía ser cobrada sin excepción. El hitman no les dio oportunidad de huir porque él mismo puso vigías en la salida de la mansión, fueran estos: un lacayo amenazado para que no fallara en su tarea y una avara que cobró un precio justo por mantener todo en aparente calma mientras él seguía con su tutoría especial.

Ellos aprenderían que desde ese punto jugar con Tsuna estaba terminantemente prohibido y que si el cielo derramaba una sola lágrima sus vidas serían tomadas como pago. Nadie volvería siquiera a pensar en una treta más.

Y eso no fue todo… porque Tsuna no era tan despistado como todos supusieron.

 

 

—Volví, chicos — sonreía al entrar a la mansión. La reunión había sido en otro país y tardó tres días en volver, aunque el último lo tomó para pasear un rato en compañía de su mejor amigo

—Bienvenido, juudaime — saludó Hayato, tratando de ocultar el enorme cansancio que afectaba su cuerpo después de ese castigo sin igual y de lo rápido que él y los demás tuvieron que reparar las evidencias mientras un arma les apuntaba directamente a la cabeza. Fueron días horrendos

—Todo se ve muy bien — reconoció mientras caminaba hacia la sala y revisaba rápidamente cada pasillo, habitación y adorno — ¿y los demás?

—Están en sus habitaciones

—¿Puedes llamarlos al comedor?

—Como diga, juudaime

 

 

Fueron reunidos todos los que se hallaban en casa, la mayoría de los cuales evidentemente estaban traumatizados, otros, por su parte, estaban felices de la vida porque disfrutaron en extremo de la pelea personal que tuvieron con el antiguo arcobaleno del sol. Cada uno tomó su castigo como quiso, de buena o mala forma.

Cada quien intentó verse natural, ocultando las heridas dejadas por el hitman quien ya estaba sentado al lado izquierdo de Tsuna de tal forma que obligó a Yamamoto a sentarse junto a Gokudera que seguía manteniendo el puesto a la derecha de su líder. Todos entendieron rápidamente que Reborn quería imponer su lugar como pareja –aún no oficial, pero suponían era cuestión de tiempo–, en todos los sentidos posibles

Tsuna les sonrió, charló, contó cómo le fue, los escrutó con la mirada y después se fijó en Reborn quien en esa ocasión no lo intimidó, sino que lo dejó seguir.

 

 

—¿Aprendieron la lección? — habló cuando todos parecían calmados

—¿Qué?

—Así que lo sabías, Vongola

—La verdad no lo sabía, lo presentía — dictó mientras entrecruzaba sus manos y dedos para posarlos sobre la mesa — pero al llegar obviamente noté las ilusiones en sitios que se suponía ya estaban reparados

—Juudaime, nosotros… bueno… es que…

—Digamos que inicialmente no creí que ustedes me hicieran aquello — su sonrisa se borró y su rostro serio asustó a la mayoría — no quería aceptar que volvieron a incurrir en algo tan… — suspiró al recordar su frustración antes y durante San Valentín — No propio de ustedes

—Es que era…

—Por favor — Tsuna interrumpió a Lambo — olvidaré lo que pasó porque supongo que estos días fueron terribles para ustedes

—No deberías hacer eso, Tsuna

—No debería, pero lo hago — refutó sin inmutarse por el pánico en todos ya que era una de las pocas veces en donde le daba contra a Reborn — después de todo no estoy enfadado ya

—Lo sentimos

—Sus disculpas ya perdieron sentido para mí — un golpe duro para la mayoría — y será muy difícil recuperar la total confianza que yo les tenía. Espero entiendan las consecuencias de sus actos

—¿Nos castigaras más?

—No — Tsuna les sonrió sutilmente antes de tomar una de las copas que las sirvientas habían colocado y llenado con agua — pero… — encendió sus llamas de la última voluntad de modo que su mirada se tornó naranja, fría, calculadora y con un toque de superioridad — la siguiente vez… no seré tan considerado — de poco en poco cristalizó el líquido en la copa y siguió con el vidrio hasta que dejó caer el objeto y este se rompió en pedazos

—Hum — la mayoría tragó duro y otros simplemente rieron bajito porque su cielo había aprendido bastante bien el cómo infundir miedo con pocas palabras

—Bien — Tsunayoshi se relajó de nuevo antes de suspirar y sacudir su mano — ustedes me han obligado a esto… espero lo entiendan 

 

 

La sonrisa del hitman era de puro orgullo y satisfacción, la de Tsuna expresaba calma nuevamente, y el pánico de los demás significaba que jamás volverían a jugar con su cielo.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Bueno, no me fijé que este capítulo era más largo, así que tuve que dividirlo en dos. Así que siguen faltando dos capítulos más~

Muchos besos~

Los ama: Krat~


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