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Tradición impensable por 1827kratSN

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Un sueño reparador genera belleza, energías, sonrisas y calma. Tsuna lo comprobó esa noche cuando ya explicado el problema y cedidos los castigos correspondientes, pudo dormir sin interrupciones en esa linda noche de febrero. Tal vez por sentirse libre de presiones y obligaciones descansó lo suficiente, de modo que sus ojos se abrieron antes de que el sol saliera, pero no sentía ni un mínimo de agotamiento.

En tan poco tiempo todo había cambiado en su vida, desde la forma en que realizaba sus tareas hasta el círculo social al que pertenecía. De perdedor a jefe mafioso. De solitario a dichosos en medio de una familia enorme. De un terrícola cualquiera al cielo más grande. De ilusionado con un platónico a enamorado de un casi imposible, ¡y era lo que mataba su buen despertar!

Se centró en aquel asunto mientras se sentaba en su cama para revisar el reloj que marcaba las cinco y media de la mañana. Tenía un amor casi imposible, por no decirlo totalmente, y es que tenía una mínima esperanza de que tal vez… y sólo tal vez, le correspondieran. Aunque sinceramente se conformaría tan sólo por ser considerado un platónico o un amor diferente al que él intentaba profesar

 

 

—Deja de pensar en eso — susurró en esa mañana mientras deslizaba sus dedos por sus cabellos despeinados e intentaba darles, aunque sea, algo de forma —. Hoy lo intentarás y si sale mal — Tsuna cerró los ojos al imaginarlo — te resignarás, disculparás y… volverás a la normalidad

 

 

Sonaba tan simple.

Para aliviar un poco su mente, se levantó y encaminó a la ventana más cercana para admirar los primeros rayos de sol, pero no fue suficiente, por eso se colocó un abrigo encima y salió al balcón que le daría una mejor vista y la posibilidad de respirar la brisa fría de la madrugada. Tenía planeado su accionar en ese día, pero eso no quitaba la ansiedad y nerviosismo que su futura confesión le provocaba, porque le dolería el ser rechazado. Mas, no debía ser cobarde, no más… Si Enma pudo quitarse el miedo y los prejuicios internos, él también

 

 

—Reborn — susurró cuando sin premeditarlo giró su cabeza y vio al mencionado salir a otro de los balcones cercanos

 

 

Tal vez fue su voz o tal vez fue la habilidad del hitman por detectar a todos los que lo rodeaban, lo que causó que Reborn girara en dirección de Tsuna. Pero se quedaron mirando unos segundos antes de que el menor de ellos elevara su mano y la ondeara como un saludo acompañado de una sonrisa espléndida, la primera del día en proceso. El azabache sólo hizo un gesto con su cabeza en respuesta a Tsuna, ocultando una sonrisa sutil que se le escapó. Ambos estaban en pijama todavía, con los cabellos desordenados, pero siendo que sus hebras tenían vida propia no se denotaba la falta de manejo o cuidado en estas.

 

 

—¿Estabas esperándome, dame-Tsuna? — el azabache elevó un poco su voz para que el otro lo escuchara

—Claro que no — respondió de inmediato, abrumado por la coincidencia en esa mañana especial — sólo quería tomar un poco de aire

—Yo creí que estabas comprobando la leyenda

—¿Qué leyenda? — ladeó su cabeza un poco, intentando recordar algo relacionado con las palabras de Reborn, pero fue en vano

—En ninguna — negó sutilmente e internamente se reía de tanta inocencia en un cuerpo ya maduro

—Reborn, ¿puedo preguntarte algo? — Tsuna apretó la barandilla de su balcón esperando una afirmativa

—Primero dime por qué te ves tan desesperado — elevó elegantemente una de sus cejas

—Bueno — rió nerviosamente mientras se daba cuenta de la situación… debería ponerse ropa decente primero, lo que desencadenaba en que no era buena ocasión para una confesión, mucho menos si tenía que elevar su voz para comunicarse — es porque hoy tengo muchos pendientes que hacer

—Y muchos regalos que ver — dijo apuntando a la entrada en donde un camión se estacionaba — al parecer eres popular, dame-Tsuna

—Oh no — Tsuna olvidó ese pequeño detalle. Era día de San Valentín y su infierno achocolatado personal — al menos no todos son para mí — intentó sonreír, pero no estaba de humor, desde ya sentía el estrés que el contenido de ese camión le ocasionaría

—Creo que será un día divertido — Reborn sonrió de lado antes de encaminarse dentro de su habitación pues ya su dicha era demasiado grande tan sólo con aquel pequeño encuentro

—¡Reborn! — pero era inútil, no lograría ir en contra de las acciones de aquel azabache — tenía que decirte algo… y darte una cosa también — pero el balcón contiguo se hallaba vacío y sus palabras se perdieron en el viento

 

 

El camión no era más que el de entrega, el que llevaba todos los presentes que Tsuna recibía en esa fecha especial por parte de aliados, familiares, otros mafiosos que querían frecuentarlo, mujeres que querían aprovecharse del estatus que el décimo Vongola tenía. Pero tal y como lo mencionó Tsuna, los regalos no sólo eran para él, sino para sus demás guardianes también, en especial Lambo… él tenía una fama envidiable, su propio club de fans conformado por las muchachas de algunas secundarias y preparatorias de la ciudad.

Era increíble que un camión se abasteciera apenas para transportar todos los chocolates que empalagarían la mansión, y les daría la tediosa tarea de revisarlos durante el siguiente mes. Pero a Tsuna poco le interesaba ese hecho por el momento, él tenía algo más en qué pensar

En la mansión había un ligero caos asociado a esa fecha, siempre lo había puesto que algunos apreciaban los regalos, otro no tanto, y algunos sólo querían tomar todo y quemarlo, seguramente algunos optarían por esa opción. Sin embargo, Tsuna sí se daba el trabajo de guardar los presentes que le eran entregados en su oficina para su posterior análisis. Mas, aprovechó el trabajo de transportar las cosas para también ofrecer sus presentes a la familia. A uno por uno les cedió las pequeñas bolsitas que, junto con Enma, fabricó, asegurándoles que ahora, en serio, tenían un buen sabor. No era mentira, la cocinera de los Simon se lo aseguró y confiaba en aquella mujer

 

 

—Tsuna-nii déjame ayudarte con todo esto — sonrisa cómplice entre Lambo e I-pin quienes corearon la propuesta antes de acercarse al castaño que cargaba una pequeña caja llena de otras cajitas más pequeñas de chocolates y una bolsa apartada

—No es necesario

—Insistimos — sonrió la muchacha mientras Lambo tomaba la caja y ella velozmente tomaba la bolsa — los llevaremos a tu oficina

—¡Espera! Esa bolsa no… — pero los dos jovenzuelos emprendieron caminata sin tomar en cuenta su pedido — ah… ya qué — se resignó

 

 

Los dos adolescentes sonrieron triunfales cuando llegaron a la oficina del décimo, festejaron la adquisición de su botín. Claramente los chocolates en la caja grande eran los regalos de desconocidos para la familia, pero el de la bolsita no, esa seguramente tenía el presente que Tsuna le daría a “ese alguien” que ninguno en la casa aceptaba todavía. Con rapidez esculcaron el contenido, pero se hallaron conque esta tenía solamente cartas, muchas, a decir verdad, una más perfumada que la anterior

Fallaron completamente en su misión.

 

 

—¿A dónde va ahora, juudaime? — interrogó Gokudera al ver a su jefe alistarse para salir

—A casa de Dino — sonrió en respuesta mientras tomaba algunos documentos y una cajita de tamaño medio

—¿Lo acompaño?

—Te iba a pedir que lo hicieras, Hayato. Gracias

—Entonces lo ayudo con esas cosas — el de cabellos platas cargó la cajita y trató de percibir si el aroma a chocolate salía de ésta, pero era difícil saberlo porque, en sí, la casa entera olía a chocolate

 

 

Una posibilidad bastante aceptable era que la persona destinada a recibir el chocolate especial de su amado juudaime era Dino, ¡pues no lo permitiría! Ese rubio sin gracia era muy poca cosa para su jefe, por eso tenía que impedir que esa cajita fuera entregada, tenía que hacerlo de manera sutil. Así que tiró la cajita por error antes de ingresar al auto, y por segundo error también cerró la puerta de modo que el chofer creyó que tanto él como el décimo subieron y arrancó. Obviamente la llanta pasó por encima de la caja y… ¡PUM, CARBÓN! Estaba hecho. Su misión…

 

 

—¡Lo lamento, juudaime!

—Oh — el castaño sacó la cabeza por la ventana cuando el chofer se detuvo abruptamente y se dio cuenta del desastre — es una lástima

—¡Perdóneme, juudaime! Yo… ¿qué es eso? — mencionó al ver una manchita roja que empezaba a brotar de la cajita — eso es… ¡sangre! — de pronto mil ideas se le vinieron a la mente. ¿Qué podía contener esa caja que acababa de ser aplastada? ¿Un perrito acaso? ¿Un gatito tal vez? ¿Y esa sangre era de…?

—Se rompieron — suspiró el castaño — las botellas especiales de vino y la jaleas

—¿Qué cosa? — de pronto su alma que lo abandonaba debido a la culpa, regresó

—A Dino le encantan — explicó con calma mientras hacía una mueca indescifrable — yo logré conseguirle esas botellas especiales e iba a ser mi regalo el día de hoy. Pero se arruinó

—Era eso — Hayato suspiró aliviado. No era un asesino de animalitos — pero si era eso, tal vez podamos conseguirlas de nuevo

—Sí… tal vez podamos contactar nuevamente con los distribuidores

—Yo personalmente me encargaré de eso, juudaime

—Gracias, Hayato… Ahora sube, debemos ir a la reunión con Dino

 

 

Esos fueron sólo un par de intentos por impedir que su amado décimo cediera el chocolate sagrado a un ajeno. Los siguientes fueron más coincidencias que otra cosa. Unos se comieron los chocolates destinados a alguien más, otros arrojaron sus presentes en conjunto con algunos del décimo y con ello los paquetitos de chocolates que Tsuna quiso darles. De cierta forma se castigaron-aliviaron ellos mismos. Sin embargo, uno más hizo todo su plan en silencio, sin decirle a nadie, pero en esa tarde lo sabrían todos

 

 

—¿Qué tienes, Tsunayoshi? — Mukuro caminaba junto al castaño que volvía de su segunda reunión del día y la más larga siendo que ya era entrada la noche cuando retornó a la mansión, pero al hacerlo sólo fue para enterarse de que sus chocolates –muchos de ellos-, estaban desaparecidos

—Nada

—Eres pésimo mintiendo — insistió con un poco de delicadeza

—… — Dudó un poco en hablar, pero necesitaba desahogarse — Aún no he podido dar el chocolate que…

—Oh, sí. A esa persona especial que ha robado tu corazón — sonrió con malicia — ¿y podría saber el nombre de esa persona para poder ayudarte kufufu?

—No caeré, Mukuro — su rostro permanecía sereno, cansado tal vez

—¿No confías en tu amigo para guardar un secreto?

—No

—kufufuf… me dolió — dijo dramáticamente sosteniendo su pecho mientras el castaño reía divertido

—Por cierto, Mukuro — Tsuna miró al más alto y sonrió — ¿por qué no le das un chocolate a Kyoya?

—Kufufu… quieres que te torture, ¿verdad? — el de cabellos azulados sintió la sangre de sus venas arder en furia cuando el castaño empezó a reírse entre dientes

—No. — respiró profundo para recomponerse — Sólo digo que ustedes son un par de testarudos. Si uno no cede, el otro no lo hará

—Touché

—Aprovecha la fecha, Mukuro

—Me lo dice quien ha intentado entregar un chocolate que no encuentra — oh sí, no dejaría de darle contra a alguien que acababa de burlarse de él

—¿Cómo lo…?

—Tu mirada viaja de un lugar a otro como si buscaras a alguien, pero también a algo — ladeó su sonrisa — y no llevas nada en tus manos o bolsillos

—Lo encontraré seguro — pero ni siquiera él mismo estaba seguro de eso

—Como digas. Suerte, Vongola

 

 

Era verdad que no encontraba su chocolate, Tsuna supuso que lo dejó en su habitación en el segundo cajón de su velador, pero cuando lo buscó esa tarde y quiso aprovechar que el movimiento de la casa disminuyó para buscar al destinatario de sus sentimientos, no hubo nada.

Para su mala suerte dos cosas pasaron. La primera era que su obsequio se extravió y la segunda… que el destinatario no estaba en casa, aunque tenía una idea de donde podría estar y por eso llamó al chofer para le alistara el auto que él mismo conduciría nuevamente… pero sin presente, no podía ir. Mas, en su cabeza algo le impulsaba a encaminarse a la salida y buscar a ese alguien, aún si no tuviere el preciado dulce que hizo con sus manos… Así que lo hizo. Se arriesgó

Todos en la mansión vieron como Tsunayoshi Sawada tomaba el auto y salía de los límites de la mansión sin que nadie pudiera detenerlo. Según los guardias de seguridad, el destino que Tsuna informó era la mansión de los Simon y muchos dedujeron que el destinatario de los sentimientos del décimo era el pelirrojo, después de todo, esos dos eran amigos de hace años. Tal vez su amistad escondía algo más… y, ¿qué hacer entonces?

 

 

—¿Se resignaron ya? — Ryohei en esa ocasión se había limitado a ayudar, mas no a ejecutar los hechos, y en ese momento esperaba a todos con los resultados de esa noche

—Fue duro, pero ahora, ya que fue a la mansión de los Simon él solo… — suspiró Kyoko

—Pero no llevó nada consigo — sonrió Yamamoto — sus manos estaban vacías y no cargó nada en el auto

—Entonces tal vez no sea el Simon — acotó Fuuta

—Yare, yare. Deben agradecerme entonces — sonrió quien recién entraba a la sala y veía los pocos reunidos

—No digas tonterías, vaca estúpida — gruñó Gokudera quien se mentalizaba la imagen de su jefe con el idiota de Enma… no le gustaba nada y por eso estaba furioso

—Pues díselo al chocolate especial — Lambo mostró entonces un chocolate de tamaño medio, lo suficiente para caber en su mano y que estaba claramente adornada en alusión a la fecha, incluso tenía una forma acorazonada que destacaba por sobre el papel de la envoltura

—Ese es…

—¿Dónde lo hallaste? — emoción en algunos, duda en otros

—Me colé al cuarto de Tsuna-nii esta mañana — elevó sus hombros para restarle importancia

—Entonces… todo salió bien… Sin chocolate, no hay declaración — murmuró Kyoko

 

 

Al menos así pensaron ellos

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Me encantaría leer sus comentarios~

Besitos~


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