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PERDONA POR DECIR QUE TE AMO por Tamina Bennet Stark

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Notas del capitulo:

Hola!!!!!!!!!! habemus nuevo capítulo :v otra vez de madrugada, son las 2:04 am jajaja he tratado de actualizar un capítulo a la semana pero si se me complican las cosas jajaaja como sea les dejo con el capítulo y nos vemos al final! :)

 

Capítulo 5. Tus besos me dan la idea.

El menor se había levantado un poco como pudo mientras se acercaba al rostro de su hermano y clocaba una mano en su hombro ayudándose a mantener su propio equilibrio. Sesshomaru observaba los carnosos labios rosas de su hermanito, que apetecible se veía Inuyasha esa noche pues a pesar de estar un poco ebrio y destilar alcohol del cuerpo lucía tan estúpidamente sensual que poco le faltaba a él para perder la cabeza por completo en esa cama.  Aquel aroma a alcohol proveniente del cálido aliento del menor no hacía más que aumentar su excitación y las palabras “yo quiero que lo hagas otra vez” fueron su sentencia a cometer una imprudencia.

Parecía como si el tiempo se hubiera detenido mientras continuaba observando la hermosa carita de su hermano, el mayor de los Taisho notó como Inuyasha ya tenía los ojos cerrados por completo y ya había dejado de morder su labio inferior. Sesshomaru se perdió por completo en esos labios, tomó el rostro de su hermanito con ambas manos y cerrando los ojos se acercó poco a poco mientras dejaba de pensar. De pronto tuvo una sensación extraña, la mano de Inuyasha que sostenía su hombro izquierdo había resbalado para caer en la cama y tan pronto el mayor abrió los ojos sintió como el rostro de su hermanito se le escurrió de las manos. Pudo observar como el menor se había quedado dormido de repente.

Sin saber si maldecir o agradecer a su suerte, Sesshomaru se tiró de golpe a la cama junto a su cachorrito y suspiró mirando al techo. “Es mejor así a cometer una imprudencia de nuevo” pensó el peliplata y se levantó del lecho de su dulce hermanito. Estando parado frente a él lo observó un poco más pensando en lo que pudo haber hecho si el otro no se hubiera quedado dormido “él me pidió otro beso” pensó, es que ¿acaso su hermano sentía lo mismo que él? ¿Inuyasha lo deseaba en sus labios? Por un momento esos pensamientos lo hicieron sentir muy reconfortado, pero pronto los expulsó de su mente. “Fue un momento de confusión, seguramente lo sintió como un gesto de cariño y como se siente de la misma manera en esta ocasión solo quiere sentirse reconfortado… si, eso debe ser” pensó para dar explicación a ese deseo de Inuyasha por ser besado nuevamente.    

Una media sonrisa se dibujó en su rostro “mi niño siempre ha sido caprichoso” pensó y acto seguido se acercó para quitarle los zapatos a su hermano y envolverlo en las cobijas. Le acarició la frente dando un suspiro y salió de ahí mientras aún era capaz de tener autocontrol. Una vez en su habitación Sesshomaru cerró su puerta y recargando su espalda en ella se dejó caer al suelo, pasó las manos sobre su cabeza entrelazando los dedos en sus cabellos plata pensando nuevamente en lo que hubiera pasado si Inuyasha no se dormía. ¿Hubiera sido solo un beso y ya? ¿ese beso hubiera terminado en sexo incestuoso con su hermanito? ¿y si hubiera ocurrido significaba que se había aprovechado de él por estar vulnerable? Esa última pregunta hizo que Sesshomaru se sintiera aterrado.

Lo que menos quería era dejarse llevar por el deseo y terminar haciendo algo de lo que se arrepentiría por el resto de su vida. No, él no podía hacerle eso a su hermanito primero muerto antes que arruinarle la existencia y menos si eso significaba ganarse por completo el odio del menor porque ya era suficiente con el resentimiento que le tenía como para que lo terminara de odiar por una razón tan horrible como su deseo incestuoso.

– ¿Y si él me hubiera correspondido? – se preguntó a sí mismo como si fuera otra posibilidad – … pero qué estupideces digo – recapacitó de inmediato con una sonrisa irónica – además el hubiera no existe – se dijo al tiempo que se levantaba del suelo.

Pensando en lo absurda que era la sola idea de que Inuyasha correspondiera a sus sentimientos, Sesshomaru se cambió de ropa y se metió a la cama para al fin intentar dormir después de tantas emociones vividas para una sola noche.

– Sessh… Sesshomaru –

Comenzó a abrir los ojos lentamente con aquel murmullo que interrumpió su sueño.

– Sesshomaru, despierta –

Nuevamente lo escuchó al tiempo que sentía como su colchón se hundía de su lado izquierdo de la cama y enseguida terminó de abrir los ojos. Lo primero que pudo observar fue el reloj electrónico que tenía en su mesita de noche el cual marcaba las cuatro de la mañana en punto, habían pasado dos horas desde que vio el reloj por última vez.

– Sessh… – dijo Inuyasha una vez más.

Se incorporó de inmediato cuando sintió la mano de su hermanito en su hombro.

– ¿Qué sucede Inuyasha? ¿qué haces aquí? – preguntó mientras con una mano se tallaba los ojos.

– ¿No debía entrar? Tu no pusiste el seguro a la puerta… –

– Sabes que nunca lo hago ¿pasa algo? – contestó el mayor.

– De pronto no pude seguir durmiendo… ¿puedo quedarme contigo? – preguntó el menor con cierto tono ingenuo el cual casi le ocasiona un ataque al corazón a Sesshomaru.

De pronto el mayor cayó en cuenta en qué condiciones se encontraba su hermanito: tenía la camisa roja abierta de todos los botones, el cabello negro ligeramente revuelto y ya no traía cinturón… definitivamente lo encontró por demás delicioso, como pidiendo a gritos ser tomado con fuerza para que se lo cojan toda la noche. Podía ver el pecho firme y bien torneado de Inuyasha, a tal grado que de pronto no fue capaz de escuchar nada más que su propia respiración.  

– ¿Sessh? – preguntó el menor como por tercera ocasión.

– ¿Qué? Es decir… si, puedes quedarte… iré al sillón – contestó saliendo de sus cavilaciones e intentó levantarse de la cama, pero fue jalado de la muñeca enseguida.  

– No, no te vayas por favor quédate conmigo me siento algo solo – pidió Inuyasha con ojos suplicantes.

Si no fuera por las cobijas que Sesshomaru tenía encima de sí, se hubiera notado la enorme erección que tenía entre sus piernas y dio gracias en su mente por eso.

– Inu yo no… –

– Vamos no hagas como si no te gustara estar conmigo – dijo el menor mientras se mordía el labio inferior.

– ¿Qué? ¿de que rayos hablas? – preguntó Sesshomaru ya algo alterado, pero tratando de mantener la calma.

– Todo lo que pasó en el club, pude ver que estabas celoso de verme con Kagome y aquel beso que me diste hace años, la forma en que me miras siempre… –

– ¿Es una broma? – preguntó Sesshomaru divertido tratando de salirse del contexto de esa extraña plática.

– No lo es, sé que me deseas y yo… yo también me puse celoso en el club y hace un rato te pedí que me besaras… – dijo Inuyasha un poco titubeante y con las mejillas rojas.

El mayor no daba crédito a lo que escuchaba y miraba incrédulo a su hermano.

– ¿Creíste que estaba tan ebrio que no sería capaz de recordarlo? – preguntó el menor – ¿cómo podría olvidar algo que en verdad deseo? – dijo mientras se acercaba más a Sesshomaru.

– Inuyasha esto ya no es gracioso – dijo Sesshomaru algo molesto.

– ¡No estoy jugando y ya no estoy ebrio! – gritó Inuyasha – estoy hablando en serio idiota, yo… ¡yo te amo! por eso me dolió tanto que te hayas ido, ¡porque yo te he amado desde siempre! Y no me importa que seas mi hermano, estoy enamorado de ti – dijo eso con más confianza.

– Esto no puede ser real – decía un Sesshomaru aun incrédulo.

– Como siempre eres un idiota – susurró Inuyasha mientras se hincaba en la cama.

De inmediato tomó la mano del mayor y la puso sobre su pecho. Sesshomaru sintió la calidez de la piel de su hermanito mientras miraba embobado su rostro.

– ¿Te parece que no es real? – le preguntó el menor de forma sugerente para después acercar sus labios al oído de su hermano – yo te deseo Sesshomaru… por favor correspóndeme… por favor házmelo –.

Con esas palabras el mayor sintió un frio recorrerle la espina dorsal, cada poro de su piel se erizó y sin ser dueño de sus propias acciones tumbó a su hermanito en la cama mientras le sujetaba las muñecas por arriba de la cabeza, se subía encima de él y lo miraba con una lujuria indescriptible.

– Sabía que tu también me deseabas – dijo Inuyasha.

– No tienes idea de todo lo que te quiero hacer – dijo Sesshomaru con aquella voz gruesa y profunda que le helaba la piel a cualquiera.

– Adelante – contestó su hermanito muy sugerente.

Sesshomaru se fue acercando poco a poco a los hermosos labios de su hermanito, dando un leve mordisco al labio superior para luego introducir su lengua muy despacio al tiempo que movía su cadera para hacer notar más su erección si es que eso era posible. Masajeaba la lengua de Inuyasha suavemente aumentando el ritmo a la vez que se sentía correspondido intercalando con mordiscos en los labios. Su hermanito besaba muy bien, tanto que no pudo esperar más y comenzó a bajar por su torso, ni siquiera se detuvo en sus pezones rosados, estuvo esperando eso aguantándose las ganas y el deseo por tanto tiempo que ya quería el premio mayor de una vez.

Iba dejando besos y mordidas en su camino mientras escuchaba los suspiros y pequeños gemidos del menor, hasta llegar al cierre del pantalón de Inuyasha quien tenía una erección ya muy notable.

– Creo que debo encargarme de esto – dijo Sesshomaru.

– Por favor – dijo el menor mordiéndose los labios.

Sesshomaru esbozó una sonrisa perversa y le quitó los pantalones y los boxers a Inuyasha con tal rapidez que se sorprendió él mismo de sus acciones.

– Es hermoso, me muero por probarlo – dijo el mayor de forma provocativa al ver la extensión hinchada de su hermanito.

– Ya deja de hablar y apresúrate – contestó Inuyasha a manera de reproche.

– Como ordenes –.

Sesshomaru primero tomó aquel miembro con su mano y comenzó a masajearla lentamente mientras observaba el rostro de Inuyasha.

– Ahhh… más – pidió el menor.

Acercó su cara a la entrepierna de Inuyasha y dio una pequeña lamida al glande hinchado.

– Ahhh… Sessh hazlo ya – suplicó el pelinegro.

El mayor sonrió lleno de lujuria una vez más para tomar aquel pene rosado y meterlo por completo a su boca mientras lo bombeaba despacio de arriba abajo.

– Aghhh… más rápido –.

Sesshomaru subía y bajaba por la extensión con mayor rapidez al tiempo que acariciaba los testículos haciendo que su pequeño hermano se derritiera de placer mientras él se masturbaba.

– Ahhhh… así así Sessh… Seshh… Sesshomaru… –

– ¡Sesshomaru! ¡Sesshomaru! –

Era una voz de mujer y entonces abrió los ojos de inmediato.

– ¿Kagura? – fue lo primero que alcanzó a decir al ver a su amiga parada frente a él.

– ¡Vaya sí que estabas profundamente dormido! Era la quinta vez que te llamaba, casi me acerco a sacudirte para que despertaras – dijo la mujer – ¿acaso estabas teniendo un sueño erótico? – preguntó divertida.

– No digas estupideces… – contestó Sesshomaru al fin a la par que acercaba las cobijas a su entrepierna para disimular la erección causada por aquel sueño – ¿qué rayos haces aquí? ¿y por qué traes un delantal? –.

– Claro, yo también te extrañaba y me da mucho gusto verte – contestó ella de forma sarcástica.

– Sabes que las mañanas no son mi momento preferido del día – contestó él.

– Ni las tardes, ni las noches, ni las madrugadas – Sesshomaru le dedicó una mirada asesina – ay bueno ya, cuando hablamos por teléfono ayer ya me encontraba en el aeropuerto para venir a Japón a darte apoyo moral – contestó con una sonrisa – y traigo el delantal porque estoy preparando el desayuno así que toma una ducha y baja rápido, ya te llené la tina – dijo guiñándole el ojo mientras se dirigía a la puerta.

– Espera ¿A dónde vas? – preguntó Sesshomaru haciendo que ella se detuviera.

– ¿A dónde más? A despertar a Inu así que apresúrate –  contesto ella para seguir su camino.

–  Kagura… –

– ¿Sí? –  ella se detuvo nuevamente.

–  Gracias –  contestó él de forma sincera.

La mujer sonrió y continuó su camino cerrando la puerta detrás de ella. Sesshomaru retiró las cobijas que lo tapaban y se levantó de la cama.

– ¡¿Pero qué demonios!? ¡Maldita loca! – .

El peliplata pudo escuchar los gritos de su hermano en la otra habitación y sonrió divertido.

Kagura había entrado a la habitación de Inuyasha y le había arrebatado las cobijas de encima al tiempo que le gritaba su nombre.

– ¡¡¡Inuyasha!!! ¡Sorpresa! – gritaba divertida la mujer.

– ¡¿Estás loca?! – preguntaba él un poco histérico aferrándose a las cobijas – ¡estoy desnudo! –.

– Vamos no seas exagerado, traes boxers además ya te he visto desnudo antes – contestó ella.

– ¡Cuando tenía cinco años! – gritó Inuyasha ofendido con las mejillas sonrojadas.

– JAJAJA ¡mírate estás sonrojado! ¡eres tan lindo –.

– ¡Cierra la boca! ¡largo de aquí! – decía mientras le tiraba una almohada a Kagura, la cual ella logró esquivar.

– ¡Vamos no seas pesado! ¿no seguirás molesto conmigo cierto? – preguntó, pero él simplemente volteó el rostro hacia el otro lado – y yo que vine a hacerte el desayuno ¿aun te gustan los hotcakes no? –.

– No es como si te importara, pero sí… – contestó el menor a regañadientes.

– ¡Genial! Date un baño y baja a desayunar que hueles a destilería – dijo ella para retirarse.

– ¡Tonta! –.

– ¡Apresúrate cachorrito! –.

– ¡Cállate! – gritó él lanzando una almohada nuevamente dándole a la puerta que se cerraba detrás de la joven.

Inuyasha hundió la cara en otra almohada con algo de pesar.

– Genial – dijo para sí mismo.

No era que no se alegrara de ver a Kagura, él la quería mucho pues se conocían de toda su vida al igual que con Miroku, era solo que aún se sentía un poco resentido con ella porque después de todo aun pensaba que por su causa Sesshomaru se fue a Inglaterra. Pronto el chico dejó a un lado aquellas cavilaciones y se apresuró a tomar un baño porque era cierto que olía a alcohol. Mientras tomaba su baño trató de recordar como había llegado hasta a su habitación, pues no lograba acordarse, pero suponía que de una u otra manera su hermano lo habría llevado hasta ahí. Recordaba con claridad aquel espectáculo de baile con Kagome y de Sesshomaru con Jakotsu.

– Maldito Sesshomaru ¿desde cuándo le gusta bailar? – se preguntaba mientras entraba a la tina.

Se recargó en la bañera y comenzó a mirar al techo. También recordó que su hermano se disculpó con él, así como la discusión que tuvieron después y que Kagome se fue de ahí molesta.

– ¡Maldición! Kagome… – dijo cuando recordó aquel pequeño detalle de su novia y dejó escapar un suspiro – como aun debe estar molesta será mejor dejarlo para mañana –.

Volvió a mirar al techo para seguir recordando, pero después de aquello apenas y lograba dilucidar algunas imágenes de él mismo bebiendo y peleando con Koga para que lo llevara a su casa y también recordó haberse quedado dormido en el auto de Sesshomaru. Definitivamente se había perdido en el alcohol, y demasiado para variar. No era como que nunca se hubiera emborrachado, pero esa era la primera vez que perdía la conciencia a tal grado. “Que más da, no pudo haber pasado nada grave” pensó y se levantó de la tina para terminar su baño.

Luego de vestirse Inuyasha bajó al comedor de su casa donde ya estaba todo listo para el desayuno.

– Bueno siéntate, ya todo está listo, Sesshomaru seguramente tardará un poco, pero tú y yo podemos comenzar – dijo Kagura mientras asentaba algunas cosas en la mesa.

– Claro – contestó el chico un tanto hostil.

– ¡Oh, vamos! ¿no seguirás enojado conmigo cierto? – preguntó ella.

Inuyasha solamente la observó con molestia.

– ¡Por Kami! Inu, te he dicho varias veces que Sesshomaru no fue a Inglaterra conmigo porque yo se lo haya pedido o peor aún porque yo lo haya obligado – explicaba la mujer un tanto exasperada.

– ¡Ah claro! Como no, eso explica perfectamente el que se haya ido de aquí como si nada abandonando a su familia – contestó el chico con un sarcasmo notable.

– ¿Cuántas veces debo decírtelo para que me creas? Cuando le dije a tu hermano que me iría a Inglaterra aún éramos novios, pero yo pensaba irme sin él, fue él quien decidió seguirme y aun después de eso solo continuamos siendo novios por cuatro meses más y con todo y eso él no regresó a Japón ¿o sí? – explicaba Kagura con tono cansado.

– ¡Jha! – fue lo único que dijo Inuyasha.

– No es conmigo con quien debes estar ofendido y bien lo sabes –.

– ¿Entonces por qué se fue? Aun así, tienes culpa en todo esto porque lo sabes perfectamente y no me lo dices – dijo el chico en tono de reproche.

– ¡Porque no es a mí a quien le debes preguntar! Tu y tu tonto hermano deben sentarse a tener una conversación sincera y lo digo en serio – contestó ella con convicción.

– ¡Pues díselo tú porque en lo que a mí respecta no quiere decirme nada! – contestó él muy molesto.

Kagura bufó cansada del tema.

– Definitivamente ustedes dos fueron cortados con la misma tijera, te conozco bien y puedo apostar que tampoco se lo preguntaste de la forma más agradable posible – dijo ella.

– ¡Aja! De cualquier forma, su respuesta hubiera sido la misma – contestó él con ironía.

– Es por eso que estoy aquí, ustedes deben arreglarse, no es correcto que se comporten de manera hostil y menos en estas circunstancias –.

– Bueno, no fui yo quien abandonó a su familia por ir detrás de una novia –.

– Eres imposible ¿lo sabías? Estoy muy segura de que esa no es la razón de su partida – contestó Kagura ya un poco exasperada.

– ¡Pues yo…! –

– ¿De qué hablan? – preguntó entonces el mayor de los Taisho interrumpiendo a su hermanito –.

Sesshomaru se había tomado su tiempo para bajar a enfrentar a Inuyasha. Se preguntaba si es que el menor recordaría lo que le había pedido justo antes de caer dormido presa del alcohol y tenía cierto grado de nerviosismo e incertidumbre de lo que pudiera suceder cuando bajara al comedor. Si su hermanito se acordaba de que le había pedido un beso definitivamente sería un momento incómodo.

Kagura e Inuyasha lo observaron sorprendidos pues no se dieron cuenta en qué momento había aparecido de la nada frente a ambos.

– ¿Y bien? – preguntó el peliplata de nuevo.

– Nada, solo le decía a tu cachorrito aquí presente que ambos deben sentarse a platicar seriamente – dijo Kagura.

– ¡Un momento! ¡¿Cómo que cachorrito?! – preguntó el menor algo ofendido – ¡deja de decirme así tonta! ¡ya no tengo siete años! – .

– No hay nada que platicar excepto por la ebriedad de Inuyasha anoche – dijo Sesshomaru.

– No, no hay nada de qué hablar ni siquiera de eso – contestó el menor mientras partía sus hotcakes.

– Claro como digan, entonces solo siéntate a desayunar quieres – dijo Kagura dirigiéndose al mayor de los hermanos.

Sesshomaru tomó asiento en la punta de la mesa mientras Inuyasha y Kagura ya estaban sentados a ambos lados de ese lugar y comenzaron a comer. Luego de unos momentos había un silencio muy incómodo y la mujer decidió romper el hielo.

– ¿Saben algo? Kaede me dijo que aún no son capaces de entrar a desocupar el cuarto de su padre pensé que podría ayudarles con eso hoy, los tres podemos empacar las cosas –.

– Inuyasha puede ayudarte, yo debo ir a la oficina – contestó Sesshomaru.

– ¿A la oficina? ¿En sábado? – preguntó la mujer.

– Tengo asuntos pendientes – dijo el hermano mayor.

En parte era cierto que tenía cosas que arreglar con respecto a la empresa que dejó su padre, pero también por otra parte estaba el pequeño detalle de que no quería enfrentar ese proceso del duelo. Porque era verdad que Sesshomaru aún no lloraba de manera adecuada la perdida de su padre, tenía el corazón roto a causa de esa situación, pero se encontraba incapaz de ceder ante el dolor al menos un poco ya que no era solo eso, sino también todo el asunto con respecto a su querido hermanito. Todas esas emociones Sesshomaru se las estaba guardando para sí mismo y se creaba una muralla a su alrededor que le impedía pensar un poco en que ya nunca más vería a su querido padre. Así que si podía evitar cualquier tipo de situación que le recordase ese hecho lo haría sin pensar.

– Está bien yo puedo hacerlo – dijo el menor dirigiéndose a Kagura.

Por su parte Inuyasha sabía lo que su hermano trataba de evitar y por primera vez pensando un poco en el bienestar y actuar del otro y por lo que había pasado la noche anterior quiso dejar las cosas de esa manera. El desayuno continuó de forma normal con algunos silencios incómodos y finalmente Sesshomaru se levantó para irse.

– Es hora de irme – dijo el mayor y se acercó a Inuyasha para darle un beso en la frente.

Con ese pequeño gesto de cariño la cara del menor quedó completamente roja y más aún cuando los recuerdos de la noche golpearon su mente sin parar una y otra vez. Inuyasha lo recordó, recordó haberle pedido un beso a su hermano y en ese preciso instante sentía que quería desaparecer de ese maldito lugar.

Sesshomaru esbozó una sonrisa complacido.

– Estás rojo ¿te sientes mal? – preguntó el mayor.

Inuyasha no fue capaz de mirar a los ojos a su hermano, simplemente miraba hacia otro lado y se limitó a negar con la cabeza. Sesshomaru le dio una palmadita en la mejilla.

– Bien, aunque con lo ebrio que estabas anoche no me sorprendería – respondió el peliplata con un tono muy suspicaz.

El menor simplemente fijó la mirada al suelo, su hermano le acarició la cabeza revolviéndole un poco el cabello aun húmedo.

– Nos veremos por la tarde – dijo Sesshomaru para despedirse y salir de ahí.

Apenas dio un paso afuera de su hogar, el mayor de los hermanos se tomó un minuto para pensar en lo que había hecho. “Pero que grandísimo idiota” pensó. ¿Qué demonios lo había hecho pensar que era correcto recordarle a Inuyasha lo que había sucedido la noche anterior cuando era obvio que sería mejor olvidarlo? Sin duda ese fue un acto impulsivo y estúpido de su parte, habían pasado algunos días desde que llegó y ya estaba cometiendo imprudencias por aquí y por allá. Sesshomaru dio un respiro para dirigirse al auto y tratar de aclarar su mente en el camino.

Inuyasha continuaba mirando hacia el piso recordando aquel bochornoso incidente donde le pedía un beso a su hermano.

– ¿Inu estás bien? Pareces avergonzado… –

– ¡Cierra la boca! ¡estoy bien! – contestó el gritando molesto y alzando la mirada enseguida.

– ¡Eres un bipolar! Y yo que me preocupo por ti – dijo ella con tono de reproche – entonces ahógate tu solo – dijo para levantarse de la mesa y levantar todo – te veré en la habitación de tu padre en un momento – terminó de decir para dirigirse a la cocina.

Inuysha se levantó de la mesa y corrió hacia su habitación. Cerró la puerta detrás de él y se quedó parado de frente a su cama tratando de recordar. ¿Por qué había pedido algo así? Y más importante aún ¿qué rayos pasó después de que le pidiera a Sesshomaru un beso? ¿lo había besado como él pidió? La cabeza le daba vueltas con demasiadas preguntas mezcladas entre sí, la preocupación e incertidumbre lo embargaron por completo ¿qué era esa sensación? ¿acaso se encontraba… nervioso? La interrogante de haber sido besado por su hermano mayor le causaba un cosquilleo extraño en la espina dorsal y eso le resultó bastante incómodo.

Como pudo Inuyasha trató de recuperar la compostura y después de entrar al baño a lavarse la cara y los dientes salió para ir al cuarto de su padre. Cuando estuvo cerca de la puerta le costó un poco de trabajo cruzar aquel umbral, desde el accidente no se había atrevido a entrar a esa habitación pues le resultaba por demás doloroso. Pudo observar que la puerta estaba abierta pues seguramente Kagura ya estaba ahí. Se acercó lentamente y observó adentro con nostalgia, Kaede y Akitoki estaban ayudando a Kagura llevando algunas cajas para comenzar a empacar todo. Inuyasha se agarró de la pared y comenzó a tratar de respirar lentamente.

– ¿Te encuentras bien? – preguntó la castaña preocupada.

El menor solo asintió con la cabeza.

– Bueno Kaede, nosotros nos encargaremos del resto, si necesitamos más cajas yo los llamo – dijo la mujer amablemente para que los dejaran solos.

– Claro señorita, vamos Akitoki – dijo Kaede y mientras salían tomó del hombro a Inuyasha como signo de solidaridad pues se notaba afligido.

– ¿No habías entrado a esta habitación cierto? – preguntó Kagura.

– No… yo no lo había hecho… aún se siente su aroma por toda la habitación – dijo él con cierta aflicción y terminó de entrar para cerrar la puerta tras de sí

Inuyasha de pronto sintió un vacío muy profundo en su pecho al darse cuenta de que cerraba la puerta con la esperanza de que al hacerlo el aroma de su padre tardara más en perderse de la habitación.

– Vamos, comencemos con la ropa – dijo Kagura.

– Bien… – contestó Inuyasha en un intento desesperado por no llorar.

La mujer sabía que era doloroso para el chico, pero era algo inevitable y retrasar aquel duelo solo empeoraría las cosas sobre todo para el hermano mayor. Todo el tiempo supo que los dos hermanos seguramente tardarían en afrontar lo ocurrido y se centrarían en temas diferentes que sus propias emociones ante la pérdida lo cual podría resultar en empeorar las cosas. Comenzaron a empacar todo lo del enorme armario y luego de un rato de profundo silencio Kagura decidió romper el hielo.

– Y entonces ¿no me dirás por qué estabas tan sonrojado en el desayuno? – preguntó ella.

A Inuyasha casi se le cae la caja que tenía en las manos cuando escuchó eso. Por un momento se le había olvidado aquello.

– ¿Tan nervioso te pones por eso? – dijo Kagura algo divertida.

– ¡No digas tonterías! – gritó el menor ya sonrojado – y no es como si fuera a contarte las cosas de la nada –.

– ¿Y por qué no? Siempre lo has hecho aun cuando preces enojarte conmigo todo el tiempo… –

Inuyasha bufó molesto.

– No es nada importante – dijo él.

– Claro como tu digas cachorrito – dijo ella divertida.

– ¡Deja de llamarme así! – gritó el chico.

– Sesshomaru te llamaba así todo el tiempo… –

– ¡Pero ya no tengo cinco años tonta! – .

– Pues en ocasiones te comportas como si los tuvieras – Inuyasha le regaló una mirada asesina – vamos, entonces sea lo que sea ¿debo suponer que Sesshomaru y tú ya están en buenos términos? Ya sabes porque fue muy tierno al despedirse de ti… –

– ¡No digas tonterías! – contestó él apretando lo puños y comenzando a arrepentirse por lo que estaba a punto de decir.

Estúpida Kagura, siempre se salía con la suya, siempre lograba que le dijera las cosas que no se atrevía a decirle a su padre o a su hermano.

– ¿Me lo dirás o no? – preguntó ella.

Inuyasha se sentó en la cama y dejó que se le escapara un suspiro. Kagura se paró frente a él.

– No quiero que te atrevas a decirle a Sesshomaru ¿entendiste? Y tampoco quiero que me juzgues – dijo él.

– No seas tonto ¿cuándo he hecho algo así? ¡Nunca lo haría! – contestó ella.

– Bueno… yo… ayer en la noche me embriagué y cuando Sesshomaru me trajo a mi habitación yo… –

– ¿Tu qué? – preguntó ella al ver que el chico tardaba en explicarlo.

– Yo le pedí… le pedí un beso a Sesshomaru – dijo él con las mejillas completamente rojas y mirando hacia el suelo.

Pudo sentir la mirada de Kagura sobre él en medio de un notable silencio.

– ¿Y bien eso es todo? – preguntó ella dejando escapar una risita.

– ¡¿Cómo que si es todo?! – gritó levantándose de la cama algo alterado.

– Bueno cuando eras pequeño querías que Sesshomaru te besara todo el tiempo – dijo ella recordando.

– ¿Q-qué dijiste? – preguntó Inuyasha un poco incrédulo.

– Pues, así como lo oyes, cuando eras un niño como de 4 años le pedías a Sesshomaru que te besara en los labios siempre que podías –.

Ella hizo una pausa para mirar el rostro del chico quien tenía las mejillas completamente rojas y después de soltar una risita continúo hablando.

– Te lo juro, no recuerdo de donde salió ese entusiasmo por besar a tu hermano, pero si recuerdo que no dejabas a nadie más besarte solo a él y a tu madre, siempre tratamos de convencerte de que no lo hicieras pero ante tus constantes negativas supimos que era mejor dejarlo pasar y Sesshomaru siempre te besaba cuando estaban aquí y créeme que cuando creciste fue muy difícil convencerte de que dejaras de hacerlo – terminó de decir mientras guardaba más ropa en una de las cajas.

Inuyasha quedó completamente paralizado. En verdad no recordaba mucho de eso, él suponía que se debía a que era muy pequeño cuando todo eso pasó.

– ¿Qué sucede? – preguntó ella – ¿estás avergonzado? – .

– ¡Ay noooo! ¡¿tú qué crees?! – contestó él con sarcasmo.

– ¡Oh vamos! No es para tanto, eras un niño y Sessh siempre te consentía en todo, nunca pudo decirte que no, además eran besos inocentes apenas en los labios, aunque… si lo ves de otra manera tu tenías cuatro años y él diez es bastante la diferencia, tal vez Sesshomaru siempre ha sido un pervertido – dijo la mujer algo seria.

Cuando terminó de decir aquello, Kagura miró a Inuyasha que tenía una cara como de haber visto un fantasma y una mueca de dolor debido al último comentario. Al verlo así ella se echó a reír escandalosamente.

– AJAJAJJAA ¡¡Por favor no seas exagerado!! Lo dije en broma, tu hermano te adora y tú siempre has tenido un cariño muy especial por él y eso no tiene nada de malo, en realidad es al contrario siempre se me ha hecho tierno, eras un niño tierno y encantador no sé qué pasó contigo al crecer – dijo ella con tristeza.

– ¡Eres una tonta! El problema es precisamente que ya no soy un niño y después de pedirle eso no recuerdo que más pasó – contestó Inuyasha muy indignado.

– ¿Es que no se puede bromear contigo? Estabas ebrio, probablemente pensaste que Sesshomaru era tu novia o simplemente se te cruzaron los cables de cuando eras pequeño… O es que ¿acaso hay algo más que no estás diciéndome? –.

Por supuesto que había algo que no le estaba diciendo, el hecho de que Sessomaru lo besó cuando tenía quince años y la sensación no le había desagradado del todo, pero eso no era algo que se pudiera contar simplemente así.

– No, no hay nada más – dijo Inuyasha finalmente.

– Entonces no tienes de qué preocuparte puedes preguntarle qué sucedió no es como que estés dudando de tu sexualidad con tu hermano o algo así ¿cierto? – preguntó ella.

– ¡¿Cómo puedes decir algo tan estúpido como eso?! – preguntó Inuyasha algo indignado.

Pero lo cierto era que aquel cosquilleo en su espalda de solo pensar en algo así cada vez le agradaba menos y le confundía más.

 

CONTINUARÁ…

********************

 

 

 

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero que no me odien por lo del sueño de Sessh pero es que me pareció un detalle perfecto, me gusta ver el mundo arder jeje se están poniendo tensas las cosas con Inu jajaja ¿será que se está dando cuenta de algo que siempre ha estado ahí? Y Sesshomaru y sus deseos de cogerse a Inu a toda costa xD en una de esas va a perder la razón y ¡se va a violar a Inu! Jajaja ok no esto es una comedia romántica con toques dramáticos, pero no es para tanto… creo xD ¿si lo están considerando comedia romántica? Porque sinceramente yo ya no sé jiji en fin, en el siguiente capítulo llegará un nuevo personaje así que prepárense para que las cosas se compliquen un poco más muajaja y ya veremos un poco más de lo que sucedió cuando Sessh estuvo en Inglaterra y su homosexualidad como secreto a voces xD Espero que más lectores silenciosos me dejen sus comentarios los quiero mucho y ¡muchísimas gracias por leer!

PD. Como dato curioso el nombre de este capítulo lo saqué de una canción que se llama "tus besos" de un grupo que se llama OV7 si son de México como yo seguro los ubican xD me pareció que le quedaba perfecta al capítulo por los besos de Sessh a Inu <3 .

ATT. TAMINA BENNET STARK


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