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PERDONA POR DECIR QUE TE AMO por Tamina Bennet Stark

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Notas del capitulo:

Hola! Al fin estoy de vuelta con un nuevo capítulo! Espero me disculpen pero anduve bajo presión debido a un acontecimiento importante que requería toda mi atención, pero bueno ya pasó así que ya estoy lista para seguir con este fic :3 

Por cierto quería comentarles que ya tengo otra cuenta aquí en AY con el pseudónimo Simbelmyne en el cual ya tengo posteado un One-shot inucest que se llama "Noche de epifanía", si no lo han visto espero que corran a leerlo porque pretendo hacerlo un fic más largo tan pronto acabe de escribir este. También dejaré de usar esta cuenta para emplear la otra porque ya no me gustó este pseudónimo xD.

Sin más que decir nos vemos al final!

Capítulo 7. Verdad absoluta.

Sesshomaru se quedó parado mirando a la puerta, de alguna forma la situación le pareció graciosa. Salió de la tina y comenzó a secar su cuerpo. “Si la situación hubiera sido al revés definitivamente me sentiría feliz” se dijo a sí mismo. Pero enseguida, otros pensamientos invadieron su mente, ¿y si esa situación resultaba incómoda para Inuyasha?, es decir, acaba de declararse gay frente a él y ahora resulta que lo vio desnudo de pies a cabeza. No quería pensar que eso pudiera significar un alejamiento de parte de su hermanito así que decidió esperar a que él saliera de su habitación para interceptarlo y aclarar la situación como algo estúpido.  

Por su parte Inuyasha estaba casi atónito mirando su entrepierna. Se encontraba completamente duro y ya había comenzado a dolerle. No quería pensar en las reacciones que había causado en su cuerpo la imagen de su hermano desnudo y pensó en meterse debajo de la regadera con el agua fría, pero ya se le estaba haciendo tarde… corrió a su baño, y casi sin pensar se bajó el pantalón y los boxers.

“Piensa en Kagome, piensa en Kagome” se repetía a sí mismo con desesperación, pero cada vez que pensaba en su novia, la imagen de Sesshomaru irrumpía en su mente. Tomó aquella dura extensión con su mano y trató de calmar sus pensamientos.

– Vamos estúpido, piensa en Kagome, no es la primera vez que lo harás… piensa en los enormes pechos de Kagome… en su boca… – decía mientras subía y bajaba su mano alrededor de su hinchado miembro.

Tenía que convencer a sus propios pensamientos que no se había excitado por ver a un hombre desnudo, un hombre que encima era su hermano. Pero no importaba cuanto tratara de pensar en su sensual novia, la imagen de Sesshomaru completamente desnudo, con corrientes y gotas de agua jabonosa y un poco de espuma bajando por todo su perfecto cuerpo irrumpía en su mente sin cesar una y otra vez. Se ponía muy duro a cada momento que pasaba. De pronto un recuerdo se apoderó de él, era el de aquel dulce beso que su hermano le había dado. La forma en que se aferraba a su rostro, sus labios húmedos, su suave lengua… no pudo evitarlo.

– ¡¡¡Aaaghhh!!!... maldición… – Inuyasha llegó a su propio clímax.

Rápidamente tomó unas toallas para asearse. Cuando terminó cayó en la cuenta de lo que había pasado, una terrible sensación de incertidumbre se apoderó de él. No podía ser posible, ¿qué clase de enfermo hacía algo así?… masturbarse con la imagen de su hermano… se sintió miserable consigo mismo. Fue al lavabo, se lavó la cara y estuvo dispuesto a irse de su casa de inmediato. Trató de no hacer ruido para que a Sesshomaru no se le ocurriera salir a hablarle, abrió la puerta con delicadeza y sin ver a su hermano salió de ahí casi corriendo.

Al escuchar pasos en el pasillo, el hermano mayor salió de su habitación, pero al asomarse Inuyasha ya no estaba y lo observó correr por las escaleras.

– Maldición – se dijo a sí mismo Sesshomaru.

Inuyasha corrió con todas sus fuerzas escaleras abajo, subió al auto y pidió al chófer que lo llevara a casa de Kagome. En el camino podía sentir sus mejillas ardiendo aún por lo que acababa de hacer, no podía creerlo. Estaba confundido y acongojado, pero cuando llegó a su destino trató de calmarse. Llamó a la puerta de la casa y lo recibió Kagome que estaba vestida de manera muy sensual con un camisón de satín color negro y una bata de tela roja muy sencilla encima.

– Bienvenido – dijo ella.

– Hola – contestó Inuyasha casi en un susurro inaudible pues estaba algo pasmado.

– ¿Qué te ocurre? – preguntó Kagome algo divertida.

– ¿Por qué estás vestida de esa forma?  – dijo él un poco incrédulo y agitado.

– Bueno, no te preocupes mis padres no están, se fueron con Sota a unas aguas termales, yo no fui porque les dije que tenía muchos deberes de la universidad, así podemos aprovechar el tiempo juntos – dijo mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba al sillón.

– ¿Ya… ya no estás molesta? – preguntó sorprendido.

– Pues si lo estaba, pero creo que exageré un poco, si tú dices que es mejor mantener distancia con tu hermano por mí está bien, no estás pasando por un buen momento y no está bien presionarte… – dijo mientras se acercaba más a él – ahora solo quiero estar contigo Inuyasha – le aseguraba muy sugerente.

Mientras Kagome acercaba su rostro a Inuyasha, él observaba sus labios, pero cuando menos lo esperaba la imagen de los labios de Sesshomaru invadieron sus pensamientos de nuevo.

– ¡Ah, espera! – gritó deteniendo a la chica.

– ¿Pero ¿qué ocurre contigo?, ¡¿no quieres que estemos juntos?! – gritó Kagome algo ofendida pues se sintió rechazada.

– N…no es eso Kagome yo solo… – las imágenes de Sesshomaru desnudo seguían golpeando sus pensamientos una y mil veces – es que, tengo muchas cosas en la cabeza yo… no me siento bien, yo… –

– ¿Estás jugando conmigo? ¡porque nunca me habías rechazado! No lo hemos hecho desde el accidente y yo… – se había alterado y enseguida recapacitó – discúlpame Inu… yo no quise decir eso es sólo que hace mucho que no estamos juntos, casi no nos hemos visto y ahora que no vas a la universidad nos vemos mucho menos, solo quería animarte y estar contigo… – dijo algo agobiada.

– Yo... Kagome en serio discúlpame, hoy estuvimos vaciando la habitación de mi padre y no sé, digamos que no me siento con ánimos de nada, solo vine para arreglar las cosas contigo, de verdad discúlpame – le dijo algo avergonzado de si mismo.

Se sintió terrible al recurrir a ese pretexto para explicar su falta de deseo hacia su novia, pero no podía hacer otra cosa. Y es que ¿cómo decir que no podía corresponderle a Kagome por estar pensando en su hermano? En el desnudo, perfecto y jabonoso cuerpo de su hermano… no, eso era algo que Inuyasha nunca podría decir y también era algo que le estaba poniendo los nervios de punta.

– No, no te preocupes Inu… te entiendo lo juro – dijo mientras sonreía y le acariciaba el rostro – al menos podrías quedarte a dormir –.

– Sucede que prefiero regresar a mi casa, espero que no te moleste, pero mañana seguiremos empacando cosas de mi padre – le dijo a ella.

“Odio mentir así, pero la verdad es que lo único que quiero ahora es un trago” pensó.

– Bueno… si eso es lo que quieres está bien, las cosas ya están mejor entre nosotros así que puedo estar tranquila – dijo Kagome.

– En verdad discúlpame Kagome – sonaba agobiado.

– No te disculpes, te entiendo –.

Luego de decir eso, ella intentó acercarse para besarlo, pero él la evadió besándola en la frente. No podía acercarse a su novia sin que la imagen de su hermano lo dejara tranquilo y antes de pensar en que decir para excusarse su teléfono sonó para salvarlo.

– ¡Hola Miroku! ¿Qué sucede? – contestó mientras veía la mirada molesta de su novia.

– Solo quería comprobar que estabas vivo, ya sabes por lo ebrio que quedaste anoche –.

– Sí, estoy bien, escucha te devuelvo la llamada en un momento, estoy con Kagome – dijo y colgó – disculpa, ya debo irme quedé en pasar a casa de Miroku antes de regresar, nos vemos después – le dio un rápido beso en los labios y salió corriendo de ahí antes de que la chica pudiera protestar.

Subió de nuevo al auto y le marcó a su amigo.

– Miroku ¿puedes encontrarte conmigo ahora? Necesito un trago – dijo algo agitado.

– Pues si puedo, pero ¿irás a beber de nuevo?, ¿no fue suficiente con lo de anoche? – preguntó el chico algo preocupado.

– ¿Vienes o no? – dijo Inuyasha molesto.

– Está bien si, dime a dónde –.

– Al bar de siempre, en quince minutos –.

– De acuerdo te veo ahí en un momento –.

Luego de unos minutos Inuyasha llegó al bar que frecuentaba de vez en cuando con sus amigos, el cual por supuesto era un lugar exclusivo donde a nadie le preguntaban su edad.

– Whisky en las rocas por favor – pidió Inuyasha al barman luego de sentarse en una mesa.

“Que mierda pasa conmigo” pensaba al encontrarse sentado en soledad. Sus sentimientos estaban hechos un verdadero desastre, casi que se desconocía a sí mismo ¿cierto? Estaba tan confundido, era diferente a la ocasión en que su hermano le había besado debido al simple hecho de que al sufrir la pérdida de su madre no tuvo tiempo de sentirse tan confundido. “¿Qué significa esto? Sesshomaru idiota…” pensaba cuando lo interrumpieron. 

– Ya estoy aquí – Miroku lo sacó de sus cavilaciones – ¿me dirás si ocurre algo malo? Sonabas bastante ansioso al teléfono – preguntó.

– Yo… no, no realmente, solo estuve en una situación algo… extraña – contestó el pelinegro mientras el mesero le llevaba su bebida, la cual se tomó de un solo golpe.

– ¿Con que no te sucede nada eh? – dijo Miroku con sarcasmo.

– ¿Algo de tomar caballero? – le preguntó el mesero al castaño.

– Agua, hoy soy conductor designado – le dijo al mesero con una sonrisa.

– Yo quiero otro de éstos – indicó Inuyasha.

– Oye, ¿no te parece que vas muy rápido? – preguntó Miroku, pero su amigo solo lo miró con molestia – bueno ya, me dirás por qué me pediste venir tan de repente? Se supone que estarías con tu novia y yo también, pero sonabas algo desesperado y a juzgar por lo de anoche supuse que algo malo pasó, ¿te peleaste otra vez con Kagome? –.

– ¿Qué? No, no es eso – “ojalá fuera tan sencillo como una discusión” pensó el pelinegro – más bien tengo un problema…  verás…  ¿alguna vez mientras estabas con Sango o con cualquiera de tus “novias” has pensado en alguien más? – preguntó Inuyasha con cierto titubeo.

– Mierda… ¡no me digas que tienes a alguien más en la cabeza!, ¡y yo que te pensaba perdidamente enamorado de Kagome!, ¡eres todo un pillo! Y tanto que me criticabas, esto tienes que contármelo al pie de la letra ¿quién es? – contestó Miroku entre sorprendido y emocionado.

– ¡¿Pero qué mierda dices?!, ¡No es nada de eso!, ¡no digas estupideces! – respondió el ojidorado algo alterado.

– ¿Entonces qué rayos? –.

De nuevo el mesero se acercó para dejar las bebidas e Inuyasha de inmediato se tomó la suya hasta el fondo.

– ¡Oye! ¿quieres terminar como anoche? – dijo Miroku con tono de regaño.

– Uno más de estos por favor – pidió al mesero.

– Inu el tiempo pasa y aun no me explicas nada –.

– Bien, escucha… digamos que hace algún tiempo hubo una situación a la cual no di importancia cuando sucedió, pero… de alguna manera… digamos que últimamente me ha estado molestando un poco, es decir algo sucedió hace poco que me ha dejado pensamientos extraños en la cabeza –.

– ¿A qué te refieres con extraños? – preguntó Miroku con curiosidad.

– B…bueno, verás yo… maldición – dijo Inuyasha mientras se tomaba la mitad del contenido de su vaso una vez que vino el mesero – es mejor que deje la botella por favor – indicó – esto es una completa estupidez, yo… yo no puedo estar pasando por algo así ¡maldición! –.

– Vamos, solo cálmate y explica –.

– Lo siento, es que es muy absurdo, pero… hoy que fui con Kagome ella prácticamente se abalanzó sobre mí y debido a mis pensamientos estúpidos todo lo que hice fue pensar en  otra persona, cada vez que ella se me acercaba esa otra persona llenaba mi cabeza, ¡ni siquiera pude darle un beso!, estuve evitándola todo el rato que estuvimos juntos y se podría decir que casi salí corriendo de su casa, creo que me estoy volviendo loco – dijo Inuyasha para nuevamente vaciar su vaso.

– Pues por lo que describes creo que lo que está sucediendo aquí es que esa otra persona ya te gusta, incluso creo que estás enamorado – dijo el castaño muy seguro de sus palabras.

– ¡¿Gustarme?!, ¡¿Amor?!, ¡Pero que reverenda estupidez estás diciendo! Esto tiene que ser una maldita broma, eso es simplemente imposible ¡yo no estoy enamorado de esa otra persona, eso no es una posibilidad! – Inuyasha ya estaba visiblemente alterado.

– ¿Y por qué reaccionas así?, ¿acaso tiene algo de malo que te enamores de alguien más? Uno no manda en el corazón ¿lo sabías? –.

– ¡¡No es eso Miroku, es una tontería por otras cuestiones!! –.

– ¿Entonces cuáles son esas cuestiones? Si no me lo explicas no puedo entenderte –.

Inuyasha no podía decirle a su amigo que se trataba de su hermano, no podía decirle que aquella persona que le nublaba el pensamiento para arrancarle la ropa a su novia era Sesshomaru, Sesshomaru su hermano que casualmente es un hombre igual que él. El ojidorado rio con sobrada ironía.

– No podría decírtelo aunque quisiera, por el simple hecho de que me niego a creerlo y porque al decirlo frente a alguien más se volverá real y es una maldita locura – dijo Inuyasha mirando al suelo.

A pesar de lo confusas que sonaban las palabras de su amigo, Miroku fue capaz de leer entre líneas y entender casi a la perfección cual era realmente el problema en cuestión.

– Maldita sea al fin está ocurriendo – susurró Miroku más para sí mismo que para Inuyasha.

– ¿Qué dijiste? –.

– Digo… que no te puedo ayudar si te pones tan evasivo –logró evadir la pregunta – lo único que puedo recomendarte es que te tranquilices, perderte en alcohol no soluciona nada, sino que empeora las cosas –.

– Es fácil para ti decirlo cuando no lo entiendes – dijo el pelinegro mientras servía más alcohol en su vaso y se lo bebía de un solo trago.

Y es que ¿cómo le pedía Miroku que no bebiera? Con tantas cosas que traía en la cabeza lo único que él deseaba era olvidar todo y vaciar los pensamientos indebidos de su mente. ¿Acaso estaba sintiéndose atraído por su hermano?, ¿Cómo fue capaz de ponerse duro solo con verlo desnudo? Y peor aún ¿cómo fue capaz de manosearse pensando en Sesshomaru y rechazar a Kagome por lo mismo? No podía ser posible que ahora resultara que después de una vida sintiéndose atraído por mujeres de la nada ya fuera era homosexual. Definitivamente todas esas cuestiones eran con lo que Inuyasha no quería lidiar, más aun teniendo tan reciente el fallecimiento de su padre.

– Sé que quieres ayudarme Miroku y créeme que yo también lo quiero, pero hoy solo necesito que me acompañes a beber – dijo Inuyasha con su tono más sincero a su amigo.

Miroku lo observó bien. Definitivamente ese chico se veía acongojado y asumiendo que era por lo que él mismo imaginaba, pensó que lo mejor era no presionarlo y dejar que las cosas tomarán su propio rumbo.

– Está bien, te acompaño y te llevaré a casa cuando estés listo – contestó el castaño.

El resto de la noche Miroku estuvo sentado observando a su amigo mientras este bebía copa tras copa hasta que luego de un rato con trabajo podía hablar adecuadamente.  

– M… Miroku – Inuyasha trataba a duras penas de llamar a su amigo – e… estoy muy confundido… hip… – balbuceaba apenas.

– Ya vamos, te sentirás mejor cuando lleguemos a tu casa – decía el castaño con especial paciencia mientras pasaba el brazo derecho de Inuyasha alrededor de su cuello para casi arrastrarlo afuera del bar.

– ¡No! T… tú no entiendes…  yo… yo no soy gay! – gritó de la nada el pelinegro.

– ¿Qué?, ¿qué rayos dices Inu? – contestó Miroku con una risa nerviosa.

Definitivamente él sabía a la perfección lo que ocurría. Llevaba toda una vida conociendo a ambos hermanos y se daba cuenta mejor que ellos lo que ocurría con sus sentimientos. Pero el hecho de escuchar a Inuyasha decir lo que sentía mientras estaba ebrio no era la mejor resolución que esperaba para él.

– Q… que no soy gay… pero él, estaba d… desnudo frente a mí…  jajaja – balbuceaba Inuyasha en su borrachera – nunca lo había… no… Notado antes, pero… Sesshomaru tiene un lindo pene… pffff – bufó y de inmediato se soltó a reír.

– Maldición, no quería saberlo, pero gracias por la imagen mental del pene de tu hermano – dijo Miroku negando con la cabeza y luchando para poder caminar.

– E… el me besó… –

– ¿Qué?, ¿Hoy? –.

– N… no… después del funeral de mamá…  la extraño mucho…  – dijo Inuyasha lamentándose – también a papá… maldición todos se mueren… – se quejaba mientras su amigo batallaba para guiarlo a su auto.

– Vamos, todos los extrañamos Inu, pero sabes que aun nos tienes a nosotros y a tu hermano – cuando dijo eso, Inuyasha se paró en seco, aunque tambaleante.

– E… eres muy amable Miroku – dijo.

El menor de los Taisho tomó a su amigo por el borde del cuello de su camisa y de un jalón lo acercó para prenderse de sus labios y darle un casi beso, pues Miroku no fue capaz de abrir la boca, forzando sus labios para mantenerlos cerrados.

– N… no besas igual q… que él – dijo Inuyasha con un leve dejo de enfado – Sesshomaru besa de… delicioso –.

– Suerte para mí – contestó Miroku.

“Espero que Sesshomaru nunca se entere de esto o me asesinara” pensaba el castaño con preocupación.

– Bien señor besucón, con suerte no recordarás esto, pero por desgracia yo sí – dijo Miroku mientras metía a su amigo en el asiento trasero de su auto – ahora te llevaré a casa –.

 

.

 

Era casi la una de la madrugada y Sesshomaru se encontraba recostado dando vueltas en su cama a la espera de su hermanito. Había intentado dormir y esperar hasta el día siguiente para hablar con Inuyasha, pero simplemente le resultó imposible. Desde las once de la noche comenzó a marcarle a Inuyasha en repetidas ocasiones, pero éste no respondió ni una sola vez. Se le revolvía el estómago cuando pensaba en lo que podía estar haciendo su hermano con la tal Kagome, después de todo a Inuyasha siempre le habían gustado las mujeres ¿qué probabilidad había de que no se encontraba teniendo sexo en eso momentos? Sesshomaru estaba pensando en todo eso cuando su celular lo sacó de sus pensamientos; rápidamente tomó su teléfono y vio que era una llamada de Miroku.

– ¿Qué ocurre Miroku? Estas no son horas de hablar para… –

– Tengo algo importante para ti y será mejor que bajes a recibirlo, estoy en la entrada de tu casa – contestó Miroku interrumpiendo a su amigo.

– ¿De qué se trata? – preguntó Sesshomaru.

– Solo apúrate porque de nuevo está alcoholizado y te toca lidiar con él – contestó Miroku y colgó.

Rápidamente el mayor de los Taisho salió de la cama y casi que corrió a la entrada para encontrarse con su amigo quien estaba fuera del auto.

– ¿Qué sucedió? – preguntó mientras se asomaba al asiento de atrás del auto para ver a su hermano completamente inconsciente.

– Pues tu lindo hermanito decidió embriagarse de nuevo y me pidió que lo acompañara en su hazaña y como soy una buena persona me quedé con él y te lo traje sano y salvo, pero ahora a ti te toca hacerte cargo – dijo Miroku mientras abría la puerta de su auto.

– Gracias, escucha… ¿él te dijo por qué decidió embriagarse?, ¿algo en particular que le preocupe? –.

– Pues… no, en realidad no dijo nada en especial, solamente que no estaba de humor para quedarse con Kagome y algo de que desocuparon la habitación de tu padre, es todo –.

Miroku sabía que interferir en esa situación no era lo correcto. Por mucho que quisiera que las barreras entre sus amigos se solucionaran, era consciente de que ellos debían resolverlo por su cuenta y cuando estuvieran listos sin alcohol de por medio, pues la situación de por sí ya era bastante difícil.

– Bueno, gracias de nuevo – dijo Sesshomaru y se incorporó como pudo dentro del auto para despertar a su hermanito – Inu… Inuyasha necesito que te levantes – decía mientras le movía las piernas para despertarlo.

Pero todo lo que Sesshomaru obtuvo como respuesta fueron quejidos.

– Inu… vamos que no eres tan ligero – insistía el hermano mayor.

– Sessh… d… déjame dormir… –.

Al ver que no hubo mayor respuesta, Sesshomaru jaló delicadamente a su hermanito por los brazos para hacerlo sentarse, le pidió a su amigo que lo sostuviera, se agachó de espaldas a Inuyasha y con ayuda de Miroku lo subió a su espalda.

– Cierra la puerta Miroku por favor y de nuevo muchas gracias – dijo mientras entraba a la casa con Inuyasha a cuestas.

– No te preocupes que para eso están los amigos, nos vemos – contestó Miroku cerrando la puerta.

Con algo de pesar y poco después, Sesshomaru depositó a su hermanito en su cama, le quitó los zapatos y para cuándo se pensaba retirar escuchó que lo llamara.

– Sessh… – susurró Inuyasha.

– ¿Sí? –.

– Q… quédate –.

Al mayor de los Taisho se le incrementó el ritmo cardíaco con esa sola palabra. Y entonces algo le vino a la mente. Inuyasha estaba ebrio y al parecer hablaba dormido, ¿y si le preguntaba por aquella situación que ocurrió en el baño? Quería saber lo que Inuyasha pensaba y así estar preparado para enfrentarlo al día siguiente. Se acercó a él, se sentó a su lado en la cama y comenzó a acariciarle la cabeza.

– Inu… por qué te embriagaste de nuevo? – preguntó Sesshomaru con tranquilidad.

– Tu… tu culpa… –.

– ¿Qué dices? –.

– E… es tu… culpa y tu lin…do pene rosa… – dijo Inuyasha muy bajito y casi esbozando una sonrisa.

Los ojos de Sesshomaru se abrieron al instante, ¿había escuchado bien? Definitivamente se estaba volviendo loco.

– ¿Qué dijiste? Inuyasha… – no hubo respuesta.

Su lindo hermanito había perdido la conciencia… de nuevo. Sesshomaru se maldijo a sí mismo por no estar cien por ciento seguro de lo que había sucedido. Y de nuevo lo observaba junto a él, su objeto de deseo, lo que más amaba y lo único que le era imposible tener. Estar junto a él era una completa tentación, tan cerca de su dulce boca y ese aliento a alcohol que increíblemente lo excitaba más. “Si yo te hubiera visto desnudo, probablemente no me hubiera contenido” pensó el hermano mayor.

Se acercó peligrosamente a su hermano, aspiró el embriagante aroma del cuello de Inuyasha, llenó sus pulmones de él, observó su lindo rostro y se acercó aún más a su boca. Le dio un beso apenas en los labios rosas y sintió todo su cuerpo vibrar por completo. Comenzó a separarse de él y entonces notó que Inuyasha tenía los ojos entreabiertos y lo observaba.

– Inu, yo… –

No le dio tiempo de decir nada más, Inuyasha lo tomó del borde de la playera para pegarlo a sus labios y besarle. Su hermanito le estaba besando, se había apoderado de sus labios y Sesshomaru se dejó llevar, estando encima de él, le devolvía el beso casi con desesperación recargando su propio peso en sus manos.

El tacto de sus lenguas, la humedad de sus bocas, las manos de Inuyasha aferradas a su playera, el aliento a whisky, la sensación de por fin tener lo que hacía años anhelaba tener de nuevo, todo, todo eso lo embargo en una explosión de satisfacción indescriptible y de pronto solo pensaba en tener más de él, mas de Inuyasha, más de su hermanito.

Lo tenía postrado debajo de él, estaba completamente a su disposición y de pronto la mano derecha de Sesshomaru bajaba lentamente hacia aquel abdomen. Sintió la tibia y suave piel de Inuyasha, tocó los músculos firmes bajo su mano y mientras continuaba besándolo, de pronto se despegó de él y con ambas manos le abrió la camisa rompiendo con eso todos los botones.

Ahí estaba su hermanito con el dorso expuesto y a Sesshomaru se le hacía agua la boca al ver tal bocadillo tan delicioso puesto solo para él, para su placer. La respiración se le aceleró al escuchar los quejiditos de su hermano.

– Sessh… – decía casi en suspiros suplicantes y seductores a los oídos de Sesshomaru.

Si hubo algún momento de cordura en esa situación, nunca supo cuando se le escapó de las manos. El hermano mayor comenzó a besar el abdomen expuesto, Inuyasha olía tan endemoniadamente bien que inundaba todos los sentidos de Sesshomaru quien ya se encontraba completamente duro. Podía escuchar los suspiros de Inuyasha mientras pasaba su lengua con tal devoción haciéndose un camino de saliva hasta el ombligo. Cuando estuvo a punto de desabrochar el pantalón algo lo detuvo.

Su hermanito en un movimiento brusco se movió hacia su costado izquierdo, envolviéndose con las cobijas y dejando al mayor completamente pasmado. Sesshomaru se encontraba agitado, un poco más y las circunstancias lo hubieran rebasado por completo. Se levantó como pudo de la cama y salió corriendo hacia su habitación. Se llevó las manos a la cabeza agarrando sus cabellos.

– Mierda – dijo para sí mismo.

Trataba de recuperar el aliento y la cordura que le quedaba y cayó en cuenta de que aún tenía una erección demasiado evidente entre sus pantalones. Decidió terminar con ella y pensando en su situación recién vivida, comenzó a masturbarse. Esa noche y debido a su excitación Sesshomaru Taisho se masturbo más de una vez pensando en su hermano.

 

.

 

 

Cuando Inuyasha despertó por la mañana, se quería morir. Le dolía la cabeza horriblemente, sentía palpitaciones en las sienes, su boca estaba completamente seca y la luz del sol le causaba un terrible malestar.

– Qué esperabas idiota? Eso sucede cuando te embriagas dos noches seguidas – dijo para sí mismo.

Se levantó como pudo y entró al baño de prisa. Sin pensar demasiado en lo que le había ocurrido, dedicó su tiempo en ducharse un largo rato y meticulosamente. Cuando por fin salió, con una toalla alrededor de la cintura y con el cabello aún chorreando gotas de agua, tomó asiento en su cama. Cerró los ojos y ya que la cabeza no le daba vueltas, trató de recordar.

Recordaba perfectamente haber estado con Miroku en el bar, también recordaba que él lo guió como pudo hasta el auto y en el camino…

– ¡Maldición! – recordó el beso que le dio a su amigo en los labios.

Aunque las cosas estaban algo confusas entre lo que pasó o dijo, recordaba bien haberse acercado a los labios de Miroku y darle un beso “de piquito” sólo en los labios.

– ¿Por qué mierda habré hecho eso? – se preguntaba siendo interrumpido por el sonido de su celular.

Tomó su teléfono de entre sus ropas y vio que precisamente era Miroku.

– ¿Sí? – contestó.

– Veo que ya despertó el señor besucón – dijo el castaño con cierto tono de burla.

Inuyasha quiso morir en ese instante.

– Escucha yo lo siento, no quería… –

– Descuida, estabas ebrio, además no metiste tu lengua a mi boca, aunque era obvio que querías probar el dulce néctar que es mi saliva, pero… –

– ¡No seas idiota! – interrumpió el ojidorado molesto.

– Vamos cálmate, me caes mejor cuando estás ebrio, no te preocupes no le diré a nadie, en especial a Sesshomaru y espero que tú tampoco le digas o me mataría – dijo Miroku con seriedad.

– ¿Qué tendría que ver Sesshomaru con eso? –.

– Nada, sólo no le digas, y bueno ahora que comprobé que estas vivo puedo continuar con mi día entonces… –

– Espera Miroku… –

– ¿Sí? –.

– Quería preguntarte algo… –

– Dime –.

– Anoche… cuando estaba ebrio… yo ¿te dije algo extraño? – preguntó Inuyasha algo titubeante.

Miroku en ese momento pensó que su amigo no se acordaría y que sería mejor que así siguiera o de lo contrario por su forma de ser se cohibiría más y las cosas podrían resultar peor de como estaban.

– No, no me dijiste nada raro, excepto lo que ocurrió en casa de Kagome –respondió con convicción después de todo era mejor así.

Inuyasha por su parte, al escuchar esa respuesta dio un hondo suspiro y agradeció al cielo por no haber dicho algo indebido en presencia de su amigo.

– De acuerdo, y gracias por acompañarme y traerme a casa –.

– Oh, de nada, pero deberías agradecer más a tu hermano, después de todo el te llevo en su espalda hasta tu habitación –.

Un sonrojo apareció en las mejillas de Inuyasha involuntariamente.

– Cla… claro, nos vemos – dijo y colgó.

Se tiró de espaldas al colchón y dio un hondo suspiro. Con una de sus manos tocó su abdomen, recordando el paso de los labios y la lengua de su hermano por sobre esa parte de su anatomía y se estremeció mordiéndose los labios al recordar tan deliciosa sensación. Porque por supuesto que se acordaba, claro que se acordaba, se acordaba a la perfección. Recordaba el momento en que Sesshomaru lo despertó en el auto para llevarlo a cuestas a su habitación. Recordaba haberle pedido que se quedara con él, la pregunta que le hizo, y la respuesta que le dio.

– Tu lindo pene rosa – dijo aún con una mano recorriendo suavemente su abdomen y la otra tocando sus labios con su dedo índice.

Toda la situación que se había dado desde que Sesshomaru lo acostara en la cama, se había dado porque Inuyasha así lo quiso. Le pidió a su hermano que se quedara porque quería estar cerca de él, sentir sus mimos y tratar de descubrir qué era lo que en realidad quería de él, quiso saber el por qué de aquel beso en el funeral, el por qué de sus acciones hacia él. Inuyasha quería respuestas y también aclarar sus propios sentimientos.

Luego de ese bochornoso momento en el baño, luego de no poder pensar en Kagome por tener la imagen de Sesshomaru desnudo en sus pensamientos, luego de que una cantidad considerable de alcohol le nublara el juicio ya no había cabida para más dudas. Deseaba a su hermano, amaba a su hermano, lo quería sólo para él y no era algo nuevo. Ya no le importaba si él mismo era gay o no, lo único que quería era a Sesshomaru, pero aceptarlo en voz alta le daba terror.

Sabía que no le era indiferente a él, sabía que ese beso después del funeral y ese repentino abandono no habían llegado de la nada. Tenía que ser eso, Inuyasha necesitaba saber que su hermano lo amaba con la misma intensidad para poder aceptar su amor y enfrentar cualquier problema sabiéndose correspondido.

– ¡Inuyasha! – llamaron a la puerta.

Aquel sonido enérgico de la puerta y esa voz que podía sacar de quicio a cualquiera, interrumpieron los pensamientos de Inuyasha.

– ¿Qué mierda haces aquí tan temprano? – preguntó él.

– ¿Qué no lo recuerdas? – contestó Kagura abriendo la puerta y pasando.

– ¡Pero que rayos!, ¡Tonta!, ¡Estoy desnudo! – gritó él para levantarse y entrar de prisa a su baño.

– ¡No exageres!  Ya te he dicho que te conozco bien, y dime ¿el maldito alcohol ya nublo toda tu memoria? Te dije que vendría hoy para terminar de desocupar la habitación de tu padre, anda apresúrate que ya son más de las diez –.

– Eres como el demonio, te invitas sola a mi habitación como siempre – dijo Inuyasha desde su baño.

– Sabes que me adoras, anda apresúrate a desayunar y te veo en la habitación para continuar – dijo saliendo de ahí.

Inuyasha terminó de vestirse, bajó a desayunar con algo de vergüenza y temor de toparse a su hermano, pero pronto notó que no estaba. Los sirvientes le dijeron que Sesshomaru se había ido temprano para arreglar unos asuntos a la oficina de su padre, así que se calmó y tomó su desayuno con tranquilidad. Luego de terminar fue a la habitación donde Kagura lo esperaba.

– Ya era hora, encárgate de lo que hay en ese mueble – dijo pasándole una caja a Inuyasha quien rodó los ojos con molestia.

– Oye, ¿tu viste a Sesshomaru antes de que se fuera? – pregunto con curiosidad.

– Sí, dijo que había olvidado algunas cosas en la oficina y que no tardaría, aunque eso lo dijo hace más de dos horas así que yo creo que en realidad lo que quería era evadir lidiar con todo esto – dijo ella haciendo referencia a la habitación de Inu No.

– Pues casi puedo entenderlo –.

– También lo hago Inu, pero aguantarse las cosas y guardarse las emociones no llevan a nada bueno, es cuestión de tiempo para que Sesshomaru tenga un colapso o algo así – comentaba ella con cierta preocupación.

Inuyasha se mostró pensativo mientras continuaba guardando las pertenencias de su padre en una caja.

– Ayer conocí a tu primo Naraku –.

– Jha, lo imaginé ¿Sessh te habló de él? –.

– En realidad si lo hizo… Sesshomaru me dijo que fueron pareja… y que se fue para ocultar que es gay –.

– ¿Y bien? – preguntó Kagura – ¿qué es lo que tu piensas de todo eso? –.

– No lo sé, es decir, yo no puedo comprender por qué pensó que debía esconder algo así, papá nunca lo hubiera rechazado, ni yo tampoco… creo que hay algo más que no me ha dicho por alguna razón, quería saber si tu sospechas de algún motivo que yo ignore –.

–Bueno – la mujer dio un hondo suspiro antes de continuar – Sesshomaru siempre ha sido una persona difícil de comprender, a mí siempre me ha dicho la misma historia que a ti, por más que le he preguntado siempre dice lo mismo, tal vez porque no soy la persona indicada para obtener una respuesta –.

– ¿Qué quieres decir con eso? –.

– Pues que tal vez, si lo dejas así, le das algo de tiempo y te acercas más a él, tal vez él mismo te lo diga, pero definitivamente debes hacerle saber tus preocupaciones al menos una vez –.

– Para ser una tonta puede que tengas razón–.

– Muy gracioso, pero si la tengo, ya lo verás – dijo ella guiñando un ojo – ahora apresúrate con esas cosas – ordenó.

Inuyasha hizo una mueca de molestia ante esa orden, pero sin embargo continuó con su labor. Ya estaba decidido, debía decirle a Sesshomaru sus preocupaciones y también debía hacer algo para saber lo que su hermano sentía por él, pues esa sensación de incertidumbre ante no estar seguro si sus sentimientos eran correspondidos, lo mataban lentamente.

Un par de horas les tomó vaciar la habitación. Sacaron todos los muebles, incluida la cama por órdenes de Sesshomaru, todo sería donado a la caridad. Kagura se fue e Inuyasha sintió ganas de recostarse un momento. Pasó un rato cuando escuchó ruido en el pasillo y se levantó para ver si se trataba de su hermano, pero no vio nada. Caminó a la puerta de Sesshomaru y entró sin tocar, no había nadie y fue cuando vio que la puerta de la habitación de su padre estaba abierta. Entró y vio a Sesshomaru sentado contra la pared.

– ¿Sessh? – preguntó con voz baja.

– Nunca… había visto vacía esta habitación – contestó Sesshomaru.

Inuyasha terminó de entrar y cerró la puerta detrás de sí.

– Nos tomó mucho tiempo sacar todo – decía mientras se acercaba a su hermano – pensamos que llegarías para ayudar.

El hermano menor tomó asiento en él piso junto a Sesshomaru.

– Olvidé unos papeles en la oficina y yo... –

– No mientas Sesshomaru, se bien que no querías lidiar con esto… siempre actúas de esa forma, siempre huyes –.

Y eso era verdad, él lo sabía. Esa mañana había salido antes de que Inuyasha despertara para no tener que mirarlo a los ojos y recordar lo que había sucedido en la noche y también para evitar el horrible trabajo de deshacerse de las pertenencias de su padre. Sin embargo, en ese preciso momento no había nada más en la cabeza de Sesshomaru que la terrible nada de la habitación vacía. El ver esa habitación le recordaba la absoluta verdad de la muerte, que nunca más volvería a ver a su querido padre y eso le estrujaba el corazón por completo.

Impotencia, eso era lo que sentía. Impotencia de no poder cambiar las cosas, frustración de haberse alejado de su familia de la forma en que lo hizo, perderse los últimos años en la vida de su padre a causa de no poder controlar aquel deseo impuro que sentía por su hermanito. Recargó la cabeza en la pared, llevó las manos a la misma y enredó los dedos en sus cabellos plateados.

– En verdad se ha ido – dijo casi en un hilo de voz.

Inuyasha no sabía qué decir o hacer en ese instante. Nunca había escuchado a Sesshomaru de esa forma.

– Se ha ido – dijo de nuevo el mayor mientras agachaba la cabeza y golpeaba el suelo con el puño cerrado.

– Sessh… – Inuyasha le llamaba para intentar tranquilizarlo – Sessh… – pero no parecía funcionar.

– Maldición – decía el hermano mayor una y otra vez con su puño chocando fuertemente contra el suelo.

– Sessh… ¡Sesshomaru! – gritó al fin con desesperación para ser escuchado.

Sesshomaru miró a Inuyasha, éste le tomó el rostro con las manos y le miró fijamente de forma tierna y compasiva.

– Si se ha ido, pero aún quedamos nosotros – le dijo Inuyasha para después hacer algo impensable.

Se acercó rápidamente a su rostro y le plantó un dulce beso en los labios. Los movimientos los hacía con sutileza hasta que rozó la punta de su lengua con los labios de Sesshomaru quien abrió la boca mientras con sus brazos rodeaba la espalda de su hermano y lo acercaba más a él. Sus lenguas se encontraron y se tocaban de forma armoniosa una a la otra…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Y bien ¿qué les pareció?  Espero me dejen sus comentarios, quejas, sugerencias o sus comentarios histéricos xD besitos!

ATT. TAMINA BENNET STARK


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