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Cada noche contigo por Korosensei86

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Notas del capitulo:

Soo Jin desaparece tras el combate. ¿Qué estará planeando hacer?

Un reflejo ambarino baila sobre la pared de mi habitación. Es un heraldo del atardecer que me hace ser súbitamente consciente de la hora que debe de ser. Supongo que a estas alturas ya debe de estar en el aeropuerto, con su amigo y su hermana, preparándose para volver a su hogar. O al menos eso es lo que me aseguró Noona que, ejerciendo de buena anfitriona, se ha encargado de acompañarles en nombre del club. Seguro que todos agradecieron su buena disposición, si bien yo presiento que su renovado entusiasmo tiene mucho más que ver con la nueva amiga que ha hecho.

Yo por mi parte, héme aquí, hecho un ovillo en mi cama, ávido espectador de las manchas etéreas e indescifrables que la luz deja en mi pared. No fingiré que no me avergüenzo de mí mismo. ¿Qué diferencia hay entre la criatura podrida por dentro que fui y mi yo actual? Nos separan tan solo la satisfactoria imagen de Jung-sunbae siendo limpia y absolutamente humillado y unos conatos de calor humano. Me ruborizo solo de pensar en ello: en lo mucho que la presencia de Pau desarma mi sentido común. ¿Cómo es posible que se me haya nublado la mente así? ¡He perdido la virginidad en una noche de hotel con alguien que era prácticamente un desconocido! No quiero ni pensar en cómo reaccionaría mi padre si rastreara mis gastos en la tarjeta de crédito. Así, la mayor parte de la tarde la he pasado envuelto en mis sábanas, demasiado acostumbradas a mí como que podamos ser indistinguibles, arrepintiéndome de mi acalorada conducta. Pero lo que más me avergüenza es el hecho de que hay un par de cuerdas que se agitan en mi interior cuando recuerdo la forma en la que sus caricias elevaban cada palmo de mi piel.

No, es lo mejor. Caí en la cuenta al verlo alzarse así en el cuadrilátero. Él no se va a quedar. Volverá a su ciudad, a su país, con su familia y amigos y la gente que lo vio crecer. Después de todo y dadas las circunstancias, yo solo estoy destinado a ser una aventura, una anécdota graciosa que contar a las parejas que le esperan en el futuro: Fui a Corea y me tiré a un coreano. FIN. ¿De qué otra manera podría describirse lo que tenemos él y yo, cuando ni yo he terminado de asimilar que nos hayamos siquiera llegado a conocer? ¿Qué sentido tiene perseguirle como si de una mala película de romance americana se tratara? Solo alargaríamos una rareza condenada a un fracaso inevitable. Eso es lo que supe en el momento en que se erigió como el ganador. Eso es, es lo mejor. Y pese a ello, mi pecho se retuerce como un músculo engarrotado, contrariado en la marcha, cuando observo el tinte dorado del atardecer. Me recuerda al brillo acuático de decepción que percibí en sus ojos antes de girarme y desaparecer. Pobre, él que había hecho un buen trabajo esperaba una recompensa de mi parte, como el buen perrito que es. Dios, es poco más que un niño. Por eso es lo mejor, sí, todos saldremos ganando.

Unos golpecitos en la puerta me sacan violentamente de mi propio monólogo interior. Les sigue la voz de mi madre:

—Soo Jin, ¿estás presentable? —pregunta con un sospechoso tono cantarín en la voz— Tienes visita.

El inesperado anuncio consigue hacerme salir de mi madriguera de edredón y ponerme de pie de un solo salto.

—¿Qué? —balbuceo— No, mamá. No estoy listo...

Pero la puerta se abre sin mi consentimiento, dejándome expuesto en mi pijama improvisado de pantalones cortos y camiseta vieja. La sola vista de la persona que intenta forzar su presencia en mi cuarto, me deja helado en el vano de la puerta.

—¿Hyung? —consigue pronunciar mi reseca garganta— ¿Qué haces aquí?

—¡Eso es, Soo Jin! —recalca alegremente— Yoon Jun Seok ha venido a verte. Vamos, salúdalo cómo es debido. No seas maleducado.

Pero frente al surreal sentido de la cortesía de mi madre, yo solo logro boquear. Hyung se ha presentado en mi cuarto, ataviado con una elegante chaqueta de traje gris oscuro, unos pantalones negros de pinza, mocasines, el pelo engominado hacia atrás y el acero en la mirada. Y yo, que estoy sudado después de dormitar toda la tarde, tengo el pelo en los ojos y no llevo ni calcetines. Él, con su implacabilidad habitual, parece percatarse de ello en el momento en el que sus afiladas pupilas me pasan revista.

—Lee Soo Jin, vístete —ordena, ajeno a mi madre—. Nos vamos.

—¿Qué? —susurro.

—Tienes diez minutos —sentencia él, consultando el reloj con un controlado movimiento de muñeca—. Si te retrasas, no puedo garantizar que lleguemos a tiempo.

—Pero, Hyung... —intento protestar, antes de que la puerta amenace con darme en las narices.

—Espera un momento, Jun Seok —exige mi madre intrigada, al otro lado del vano—, ¿Qué es eso de que os vais? ¿Se puede saber a dónde te llevas a mi hijo?

—No se preocupe, señora —aclara Hyung con una calma aplastante—, Su hijo estará a mi entero cuidado.

Y a mí mi madre, que está tan enamorada de las buenas maneras de Hyung como yo lo estuve de él hace tiempo, esta sola promesa le basta. En un intento por llegar a comprender la situación cuanto antes, me apresuro a embutirme en el primer vaquero que encuentro en mi armario, unas zapatillas y una sudadera. Cuando me topo con Hyung en el salón, este ya ha terminado de engullir el café que mi madre ha insistido en ofrecerle. Pero las explicaciones aún tardan en llegar. Salimos disparados del apartamento para bajar a la calle. Ya allí, Hyung saca unas llaves del bolsillo y con ellas acciona el motor de un coche deportivo negro, último modelo.

—No sabía que tenías coche nuevo, Hyung —acierto a comentar tontamente.

—Bueno, hay un cuántas cosas que ambos nos hemos perdido el uno del otro en estos meses —replica, mientras abre la puerta del coche— Entra.

—Espera un momento, Hyung —ordeno, consternado— ¿Se puede saber adónde vamos? No me has explicado nada. Ni siquiera sé por qué debería seguirte.

Las gafas de sol que Hyung se acaba de colocar descienden con chulería por su nariz, dejándome ver su mirada burlesca.

—¿En serio tengo que decirlo? Vamos, al aeropuerto —dice.

—¿Cómo? —pregunto.

Hyung suspira hastiado antes de continuar con la conversación.

—No te sorprendas tanto. Es una orden especial de la señorita Park Ha Neul —explica—. Ha sido muy concreta con lo que me haría si no te llevaba hasta ahí para que te despidieras.

—¿Noona? —pregunto extrañado.

—Hazme un favor, salgamos pronto de aquí —ordena él.

Confuso, me siento en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón de seguridad. Mientras tanto, Hyung arranca su estiloso automóvil y programa el GPS. El coche empieza ronronear con la fluidez de una máquina recién engrasada. Durante unos minutos, ese el único sonido que puedo escuchar, el del gemido del coche con cada cambio en su marcha, al tiempo que las afueras de Seúl desfilan por el parabrisas. No importa. Hyung nunca ha sido un gran conversador. Nunca le hizo falta. Su carismático mutismo combinado con su calculada y austera expresión podía ser más elocuente que un montón de palabras huecas. Nunca fue alguien al que le gustara malgastar saliva en asuntos superficiales. Y sin embargo, justo cuando me empiezo a acostumbrar a su silenciosa compañía, Hyung empieza a hablar:

—¿Sabías que Jung Dong Yul va a ser expulsado del club? —anuncia de la nada.

—¿Qué dices? ¿Por qué? —pregunto.

—Bueno, declaró delante de todos que había tenido sexo contigo —me recuerda él—. Te llamó puta. Y en inglés, para ser más exactos. Comprometió la reputación del club delante de nuestros invitados en un evento oficial de la WTF, solo para provocar infantilmente a un rival que luego demostró ser muy superior.

—Entiendo —masculló yo cínicamente—. La reputación es algo importante para el club.
Hyung me mira duramente a través del espejo interior.

—No solo es por eso, Lee Soo Jin —espeta—. Prácticamente se ha incriminado él solo como máximo responsable del ataque que sufriste. Dios, resulta exasperante comprobar que el pobre desgraciado es tan imbécil como aparenta. Ahora, con tantos testigos, ni siquiera su papaíto podrá salvarle.

Me veo obligado a parpadear, incapaz de procesar el vuelco que acaban de dar las cosas.

—¿Qué quieres decir, Hyung?

—Quiero decir que el estúpido Jung va a ser acusado por tu violación. Sambon-nim dijo que él mismo lo reportará al decano y a la policía. Gracias a su torpe declaración, todas las pruebas circunstanciales que ya había citado Park Ha Neul tienen más sentido. Vale la pena reabrir el asunto, ¿no crees? Y si es declarado culpable, que lo expulsen de la universidad no va ser lo más grave que le ocurra, te lo aseguro.

La traviesa sonrisa de Hyung al mencionar todo eso me pilla completamente desprevenido.

—No sé qué decir —admito.

Y soy sincero con ello, nunca pensé en que a estas alturas Jung-sunbae podría ser castigado.

—Alégrate —me recomienda Hyung, mientras me acaricia la cabeza con una sola mano—. Después de tanto, te lo mereces.

Entonces, la sonrisa de Hyung se congela de pronto. De pronto, el humor de Hyung se ha convertido en una suerte de carretera cuyas curvas y cambios de sentido desconozco.

—Soo Jin, hay algo que llevo un tiempo queriendo decirte...—confiesa.

Yo asiento con la cabeza, expectante.

—Yo...—Hyung carraspea— Siento no haberte protegido. Cuando todo aquello ocurrió, simplemente no supe qué pensar. Me quedé petrificado. Apenas pude creer que eras tú el de las imágenes, y aunque una parte de mí se preguntó si todo aquello tenía que ver con el ataque que sufriste, no me atrevía a relacionarlo. Supongo que no quería saberlo. No me atrevía a admitir que aquello te hubiera sucedido a ti. Era más fácil fingir lo contrario. Fue una reacción muy cobarde por mi parte, tanto que me impidió estar a tu lado cuando más me necesitabas. Debería haber hecho como Ha Neul, debería haberte defendido y luchado en tu nombre. Pero yo incluso llegué a pedirle que se callara, a ella que estaba teniendo el valor del que yo carecía. He notado que desde entonces ya no me hablas ni me miras como antes, y supongo que eso es algo que yo mismo me he ganado. Solo quería aprovechar esta situación para decirte que lo entiendo... y que lo siento.

—Pensaba que me odiabas, Hyung —admito procurando no conmoverme—, que te daba asco.

El ceño de Hyung se arruga debajo de la montura.

—¡No! —exclama— ¿Cómo puedes pensar eso? Soo Jin, eres mi querido Dongsae, mi talentoso hermanito pequeño. Nunca podría avergonzarme de ti.

—Creía que me odiabas, ya sabes —la garganta se me hace un nudo—. Por lo que soy...
Hyung suspira.

—Hace tiempo que lo sé —confiesa— ¿Y qué?

En estos momentos agradezco estar tumbado en un confortable asiento de automóvil que evita que me caiga de bruces.

—¿Cómo? ¿Desde cuándo? —le interrogo.

—Desde Secundaria. Surgieron algunos rumores indeseables a tus espaldas, y yo aproveché mis conexiones con los delegados de curso para erradicarlos. El mero hecho de que no te dieras cuenta se debe sobre todo a mi buen hacer —presume para después recuperar su semblante serio—. Lee Soo Jin, no importa quién te guste. Eres un joven educado, amable y responsable. No te merecías lo que ese perdedor te hizo. Solo espero que a partir de ahora puedas ser feliz.

—Gracias, Hyung —digo con un hilo de voz, embadurnado por lágrimas contenidas.

—Eso me recuerda —tercia Hyung— ¿Ese chico extranjero hizo algo inadecuado? Porque de ser así, esta sería buena oportunidad para aclararle un par de cosas sobre cómo hacemos las cosas en Corea...

—No, Hyung —le detengo— Él no me hizo nada malo. Bueno, nada que yo no quisiera que me hiciera...

Me tapo la cara con las manos cuando digo eso último para refrescar el calor volcánico que emana de mis mejillas.

—Vaya —se sonríe Hyung— ¿Entonces se porta bien contigo?

—Sí, Hyung. Es bueno y dulce. Siempre está atento a mí y a lo que necesito. Como un gran y tonto perro guardián...

Hyung se ríe levemente.

—¿Y tú le quieres? —pregunta al fin.

La pregunta se me clava en la garganta como una espina de pescado.

—Yo... —aventuro.

—Supongo que aún es pronto para definirlo, ¿verdad? —me interrumpe él— De verdad, Soo Jin, espero que puedas ser feliz. Con él o con quién quieras. Me tendrás que contar algún día cómo os conocisteis.

—Se lo puedes preguntar a Noona. Ella conoce la historia, aunque no sé si la creerás— De pronto, un hormigueo en la parte trasera del cráneo me recuerdo un detalle que aún no termino de comprender—. Por cierto, Hyung. ¿Cómo es que no paraste el combate antes del tercer asalto? Pau tenía puntos de sobra como para coronarse ganador...

—Bueno, digamos que quería disfrutar del espectáculo hasta el final. No todos los días Jung Dong Yul recibe una paliza tan impresionante. Quería comprobar de primera mano hasta dónde podía llegar a caer.

—¿Pero eso no compromete tu honestidad como árbitro? —río yo.

—Supongo que me dejé llevar por el momento ¿Qué quieres que te diga? Yo también soy humano- se excusa Hyung.

En ese espacio seguro que es el interior del coche de Hyung, yo no puedo evitar partirme de risa.

De esta manera, atravesamos el puente sobre el mar que nos separa de la isla de Incheon. En poco tiempo, nos aproximamos al aparcamiento del aeropuerto.

—Bien, te esperaré aquí —declara Hyung, poniendo el coche en punto muerto—. Tienes que ir a la estación A, donde se encuentran las compañías extranjeras. Busca el stand de Finnair. Espero que los encuentres a tiempo. Si te pierdes, llama a Park Ha Neul, pues estará con ellos.

—¿Tú no vienes conmigo, Hyung? —pregunto, saliendo del coche.

—No, prefiero no meterme en algo tan personal —se excusa—. Oh, se me olvidaba. Toma esto.

Hyung me da una pequeña libreta con un bolígrafo atrapado entre los muelles.

—Creo que te podrá servir —aclara él antes de subir las ventanillas, dando por terminada nuestra conversación.

En lo que a mí respecta, no tengo tiempo que perder en cosas que no entiendo. Corro por el mar de coches que es el aparcamiento con la construcción de vidrios azulados y revestimientos blancos que es el aeropuerto. Afortunadamente, Hyung ha tenido la diligencia de dejarme lo más cerca posible de la puerta de entrada, así que en cuestión de segundos ya estoy por los pasillos de la terminal indicada. Ahora que estoy corriendo, el oxígeno ha vuelto a avivar mis neuronas entumecidas. ¿En serio pensaba dejarlo escapar sin más? ¿En qué estaba pensando? Pau no se merece que dejemos las cosas así, sin más. Si solo hubiera tenido el valor de pasar esta última tarde con él, si solo hubiera tenido un días más...

Si solamente tuviera un día
Quiero tranquilamente quedarme dormido intoxicado por tu dulce aroma
Si hay una oportunidad en mi ocupado horario
Quiero poner mi cuerpo en tus cálidos y dulces ojos
Me gusta eso, tu largo pelo rizado
Cuando lo tomas, algunos mechones caen adornando tu cuello

Lo primero que viene a mi mente es la calidez hogareña de una sábanas compartidas con él. Su enorme y reconfortante cuerpo abrazando el mío con sus rizos cosquilleándome el rostro. Un placidez irrepetible. Pero no es eso. Me hubiera gustado enseñarle la ciudad, que descubriera esos rincones que los guías no suelen enseñar, que la viviera de mi mano. Mostrarle mis rincones favoritos, los que solo le muestras a las personas importantes.

Dondequiera que vayamos mi bolso será tu cintura
Cariño, cada vez que veo, me quedo sin aliento
Nuestra banda sonora es el sonido de nuestra respiración
y tu voz cuando dices mi nombre
Todo de ti me cautiva, quiero saber más de ti
Soy como un aventurero explorando un misterioso y profundo bosque

Y es en estos momentos en los que recuerdo cada detalle de él: sus largas pestañas que dan sombra a sus ojos de tigre, las pecas infantiles de su nariz y mejillas apenas ocultas por un rastro de barba, rasgo de un medio niño que se va convirtiendo en hombre, que se convirtió en hombre en mis brazos.

Aprecio la obra maestra que eres, porque tu sola existencia es arte
Me imagino esto todas las noches todos los días porque de todas maneras es un sueño sin sentido.

Y entonces rezo. Rezo por que mi estupidez y mis miedos no lo hayan vuelto a arruinar. Rezo por tener el valor de aceptar este regalo que la vida, de una manera tan incierta que todavía no alcanzo a explicar, me ha ofrecido. Rezo porque no sea demasiado tarde y no termine lamentando mi ineptitud vital, un día más.

Solo un día, si puedo estar contigo
Solo un día, si puedo sostener tu mano
Solo un día, si puedo estar contigo
Solo un día (solo un día)

Si solo pudiéramos estar juntos
(Hazlo, hazlo)
Espero que pueda estar contigo por solamente un día
(Hazlo, hazlo)

Teniendo una fiesta, fiesta solamente contigo
(Hazlo, hazlo)
Espero que pueda estar contigo por solamente un día
(Hazlo, hazlo)

De esta manera, poco a poco me voy dejando ser caprichoso. Pienso en todas las cosas que Pau y yo podríamos haber hecho juntos. Todos esos momentos han muerto antes de nacer por mi culpa, por mi sola culpa. Siempre soy así con él. Siempre le hago esperar, le corto las alas. ¿De qué tengo tanto miedo? ¿Y qué si es un error? Por ahora, ninguno de los momentos que he pasado con él, ya sea durante el día o la noche, dormido o despierto, se me antojan un error. ¿Cuándo aprenderé? Sí, toda mi vida me dediqué a ser un niño bueno, a hacer lo que debía antes de lo que realmente quería. Me prometí a mí mismo que podría desear construir una vida nueva a partir de ahora y cuando Pau aparece de la nada, lo único que puedo hacer es atemorizarme y llenarle de dudas. Tengo que disculparme con él, por estropearlo todo otra vez.

Si tan solo pudiera hacer eso, que bonito sería
Si tan solo pudiéramos ir a cualquier lugar
Comer junto y cómodos ver una película
Daría todo por cumplirlo, chico
Lo siento, tal vez estoy siendo demasiado racional
pero, aún así, si algún día me vez, regálame una sonrisa
Tal vez, tú me culpas un poco o mucho
Lo sé, pero no podía seguir viéndote por culpa de mi sueño


Sí, todavía me quedaría el consuelo de verlo en mis sueños, si no fuera porque yo mismo lo desterré idiotamente. Ya no es el tiempo que perdí en mis propios laberintos, es todo lo que no le dije. Nunca le hice saber lo mucho que me ayudó que él me llamara hermoso al verme por primera vez, cuando yo no podía si no darme nauseas. Él me trató como si fuera un delicado milagro cuando todos me consideraban corrupto, se preocupó por lo que yo quería cuando ni yo me daba permiso para ser yo mismo. Si no fuera por esas atenciones, ¿habría podido sanar mi corazón?

Entonces dame un día, aunque sea en mis sueños,
solo un día
Hay muchas palabras que no te dije
poniendo como excusa la realidad
Voy a escoger una y te la diré con seguridad
Encontrémonos cuando las flores florezcan
y digámonos adiós cuando se marchiten
No te superaré fácilmente, pero
¿Es egoísta esperar lo mismo de ti?
Todavía sigo mintiendo diciendo que todo es para ti
Tú eres el centro de mi universo

Me voy acercando a los puestos de facturación y cruzo los dedos. Busco desesperadamente alguna señal en la lejanía, mientras le pido a Buda, al universo, a lo más sagrado que hay en mí, que no sea demasiado tarde como para que Pau se haya ido.

Si tú y yo estamos juntos, dejemos el tiempo irse
24 horas, si solo pudiera estar contigo
Te besaría desde el comienzo de la mañana
No puedo olvidarme de traer el almuerzo

Sostengo tu mano y las levanto hacia el sol
Todavía no ha terminado, en el medio de una hermosa noche
Me confesare ante ti, con la luna como nuestra luz
Todas estas cosas me dicen:
"Si Solo tengo un día, es posible"

Entonces, la señal que estaba esperando aparece por el rabillo del ojo. La reconozco al instante: una melena inconfundible de espaldas.

—¡Noona! —la llamo en plena carrera.

Termino jadeando agarrado a ella.

—¿Jin-ha? —se sorprende ella— Has venido...

—¿Dónde están? —pregunto con el aliento entrecortado.

—Iban hacia las puertas de seguridad —responde ella—. Acabo de despedirme de ellos, no deben de estar muy...

No me quedo para escucharla terminar la frase. Echo a correr. Mis piernas simplemente no sienten el dolor. Al revés, responden antes que mi mente, dispuestas a llevarme al mejor destino. Lo veo, al fin lo veo: su ancha espalda, su desastroso y sensual cabello ensortijado, rodeado por su hermana y su amigo, instado por su entrenador. Es él. Es mi amor. Y por eso grito, grito como nunca en mi vida me he atrevido a gritar. Mi rugido resuena en toda la terminal.

—PAUUUU

Él se da la vuelta y sus ojos se tornan aún más enormes cuando me reconoce. En su rostro puedo adivinar un retazo de sonrisa a medio fabricar que me esperanza. Pero por primera vez desde que lo conozco, Pau se muestra indeciso. No puedo culparlo. Con la cantidad de señales contradictorias que le he mandado, es lógico que no sepa cómo actuar. Mira a ambos lados, buscando torpemente la aprobación de sus amigos y entrenador. Yo le espero, le doy espacio como él me lo ha estado dando a mí, hasta que precisamente son su amigo y su hermana quiénes prácticamente lo empujan al frente. Él se acerca a mí sigiloso, mientras yo todavía estoy recuperando el aliento.

—Jin... —me llama cauteloso— Why...? (¿Por qué...?)

Yo no le dejo continuar. Lo interrumpo con un ademán de manos. Ante su mirada desconcertada, me apresuro a escribir en la libreta cuyo objetivo al fin he adivinado. Cuando termino, de un gesto decidido, arranco el papel y se lo presento.

—This is my Skype account. Please, contact me! (Este es mi cuenta de Skype. Por favor, contacta conmigo)

Él parpadea confundido. Sí, lo sé. He sido demasiado agresivo. El pudor que parecía haberse evaporado de mi piel en la carrera, recae sobre mi conciencia como una losa.

—If...if you feel like to... (Si te apetece...) —matizo, avergonzado.

Pero él despeja mis temores arrancándome el papel de las manos. La sonrisilla bobalicona que le invade el rostro y el peculiar brillo de sus ojos, terminan por tranquilizarme.

—Thank you. Thank so much —mal pronuncia él con la voz inundada.

Entonces, se oyen voces a nuestras espaldas. Los amigos de Pau lo llaman.

—I have to go —explica, rascándose azorado los frondosos rizos.

—It's okay —le tranquilizo.

Él no se marcha, sino que mira con recelo hacia ambos lados.

— I'm sorry —dice de pronto.

Y cuando quiero darme cuenta, como siempre, es demasiado tarde. Él se agacha, supliendo con la amplitud de su espalda la distancia que nos separa. La forma en la que nuestros labios encajan parece diseñada con premeditación. El leve toque afrutado me tranquiliza al instante como un animalillo caído en un trampa. Entonces, él nota mi conformidad y me abraza sin temor. Nuestras lenguas y cuerpos se enlazan en el abrazo final. Y solo hay paz, una extensa e intangible paz. Mi mente se suspende de un modo tal que no escucho lo vítores hasta que todo ha terminado. Los amigos de Pau no paran de felicitarnos con aullidos y aplausos. Su hermana está dando saltitos encantada y su amigo casi brama como un orgulloso gorila alfa. Resulta divertido ver cómo expresan su solidaridad. Sin embargo, el entrenador se señala insistentemente el reloj que lleva en la muñeca. Es el momento del adiós. Nuestras frentes se besan un momento más en el que nos sonreímos ajenos a todo.

—I have to go now (Tengo que irme ahora) —me informa Pau, apesadumbrado.

—I know. Go ...and call me! (Lo sé. Ve... ¡y llámame!) —le ordeno sonriente con el gesto del teléfono en mi mano derecha.

—Oh, yes —me asegura él, dándose la vuelta para reunirse con sus compañeros.

Entonces, Pau, con su consabida sonrisa traviesa, se vuelve a girar hacia mí. Suelta unas palabras en su idioma cuyo significado desconozco pero que pese a todo desconozco.

—Adeu.

Yo me limito a asentir, mientras retengo la fuente de emociones que borbotea en un lugar profundo y secreto de mi interior.

—Annyeong —me despido también.

Así, él se marcha al fin, tan descaradamente como apareció ante mí. Simplemente, se reúne con sus amigos que lo reciben entre palmas y abrazos y poco a poco va desapareciendo en el horizonte, como un sueño que al despertar se va diluyendo de la memoria.

Así que yo vuelvo a por Noona, quien me recibe tapándose el rostro de emoción. Por lo que me no tarda en hacerme saber, ha asistido a todo nuestro espectáculo, el mismo que no tarda en calificar con las mayores cuotas de romanticismo y sobre el que no deja de hablar hasta que llegamos al coche. Por muy descortés que pueda sonar, yo no puedo prestarle demasiada atención, pues parte de mi cerebro sigue abotargado por el tacto de los labios de Pau en los míos.

En el aparcamiento, Hyung nos recibe paciente, al abrigo de un anochecer que le ha forzado a quitarse sus glamurosas gafas de sol. No decimos nada, o mejor dicho, es Ha Neul-noona quién lo dice todo por nosotros. Como un cámara en una competición deportiva, insiste en completar su relato con todos los posibles e imaginables puntos de vista. Finalmente, al cabo de un rato, el cansancio producido por la emoción, el trabajo y las pocas horas de sueño, hacen mella en ella, dejándola dormida en los asientos traseros.

—¿Pudiste decirle lo que querías? —me pregunta Hyung, valiéndose de esta renovada intimidad.

Yo asiento, con la vista puesta en las luces lejanas de Seúl, que nos llaman como un anuncio nocturno.

—Eso está bien —observa él, disimulando una sonrisa satisfecha, mientras vigila a la durmiente Ha Neul por medio del espejo interior.

—¿Sabes, Hyung? —reflexiono yo— Antes me has hecho una pregunta que no he podido responder.

—¿Ah, sí? —pregunta, haciéndose el olvidadizo.

—Creo que ya sé la respuesta —continúo yo.

—¿Y cuál es?

—Creo que sí —contesto yo—. Creo que sí le quiero.

Hyung sonríe satisfecho. Con cuidado y sin dejar de mirar la carretera de noche, con todos esos fuegos fatuos que parecen querer desviarnos del camino; me vuelve a revolver el cabello.

—Bueno es saberlo —concluye.

Y con estas palabras, Hyung se adentra en la circunvalación que nos llevará hasta el centro de Seúl, que nos llevará a nuestro hogar. Mientras tanto, sobre nuestras cabezas, Pau atraviesa la oscuridad de la noche para llegar hasta el suyo.

Notas finales:

¡Hola!

Este capítulo lo escribí el sábado y creo que a mi cuerpo le han sentado mal las vacaciones de Semana Santa, porque he tenido un jaqueca horrible por culpa de una contractura brutal de hombros.  Aún así mientras lo escribía pude abstraerme un poco de las molestias, si bien no tengo ni idea de lo que habrá salido.    Realmente, siento que este capítulo es casi un poco de relleno. Sirve sobre todo para desarrollar un poco el personaje de Yoon Jun Seok. En un principio, tenía pensado poner esa conversación en el capítulo anterior pero ya me estaba quedando muy largo y pensé dedicarle un espacio propio.    Supongo que las armys se habrán percatado de que he cambiado un pcoo la letra de Just One Day, que es la canción que he utilizado para el cap, más que nada para que encajara con el aspecto de Pau.    En fin, esta vez sí que puede jurar que queda muy poco para terminar el fin. Me gustaría agradecer a la gente fiel, que me tiene paciencia y me sigue desde hace más de un año. Me gustaría destacar a Pepi (Sé que hay personas que comentan de forma anónima. Aunque por eso mismo no os puedo nombrar, agradezco vuestros ánimos) y a Monse de Hefesto que hace unas semanas me eligió como una de sus autoras favoritas y yo aún no le había dicho nada (sorry).     Finalmente, diré que tenía pensado publicar esto el viernes, pero voy a estar de vacaciones, así que lo dejo ya por aquí por si acaso alguien quisiera leerlo.    ¡¡Besos y felices fiestas a todos!!


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