Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cada noche contigo por Korosensei86

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

10 años después...

Las luces del alba se cuelan por los agujeros de los estores, esas bandas de plástico que los españoles colocan en sus ventanas para protegerse doblemente del sol. Y pese a todo, Soo Jin, que desde su pragmatismo asiático siempre contempló este gesto como una oda a la pereza, ya se ha puesto en pie. Después de todo, no son las ganas de dormir las que lo tientan para quedarse al abrigo de las sábanas, más bien es esa nueva calidez de cuerpos compartidos, descubierta a través de los años de mano de Pau, lo que le retiene.


No es tan fácil levantarse de la cama como lo fue en Corea, ahora que por fin tiene una razón para quedarse en ella.

Pero Soo Jin ya se está alistando. Ha hecho zumo y ha puesto a calentar algo de café. Selecciona unos pantalones de pinza de lana que puedan combatir los altibajos climáticos de la temprana primavera barcelonesa, y los acompaña de una camisa blanca recién planchada, tan sencilla como elegante. Por último, en el espejo, se pone al día del rastro que los años han ido dejando en su rostro. ¡Y es que han pasado tantas cosas en este tiempo! Nada menos que diez años desde que conoció a Pau, de la manera más enrevesada e increíble que se pueda conocer a alguien.

Tras terminar su carrera con éxito, Soo Jin consiguió una beca para estudiar un Máster internacional en una universidad privada de Barcelona. No fue casual. Con el afán concienzudo que lo caracteriza, estuvo investigando sus posibilidades de viajar a aquella ciudad de mar y tierra desde que volvió a Corea. La tensión dolorosa de su corazón le informaba de que no podría soportar una relación a distancia mucho más tiempo. No hubo muchas complicaciones: para aquel entonces, gracias a sus charlas con Pau y Noona, su español había mejorado mucho; sus notas se habían reforzado debido a una renovada motivación y pasión por lo que hacía; y tampoco es que hubiera muchos rivales por aquel puesto. Sus profesores no tuvieron ningún reparo en recomendarle. Con el tiempo, terminó siendo contratado por una empresa de asesoría económica de Barcelona, lo que le permitió asentarse indefinidamente en la ciudad y permanecer al lado de su amado.


Por su parte, Pau entró en la universidad en la carrera que quería, algo que para sus esforzados padres fue motivos de celebración y profundo alivio. No solo eso: en contra de todo pronóstico Pau no se dejó llevar, al menos no demasiado, por las mieles hedonistas del tiempo universitario. Termino la carrera con unas notas que en su época de instituto hubieran resultado irreales, y se puso de inmediato a trabajar al lado de Jordi, como entrenador de Taekwondo. Su especialidad eran las clases de iniciación de niños pequeños. A su vuelta a casa, Pau se pasaba horas hablando sobre cada uno de sus alumnos, recordando los tiempos en los que Jaume y él no eran más que "retacos que no levantan un palmo del suelo". Y a Soo Jin le enamoraba un poco más siquiera escucharle narrar anécdotas con los ojos brillantes de aquel que disfruta con lo que hace.


—Deberías sacarte las opos de profesor de Educación Física —le señaló Neus en una de esas reuniones familiares de fin de semana—. A tí que te encantan los críos, te lo pasarías pipa.

A continuación, daba otro sorbo al té negro que Noona les había mandado desde Londres, empañando sus modernas gafas, retirándose los mechones de su media melena ahora libre de experimentos de tecnicolor. El paso del tiempo también se notaba en ellas, quienes poco a poco habían dejado atrás sus ademanes de jovencitas para volverse unas mujeres trabajadoras y contenidas. Neus trabajaba en el consulado de Corea como traductora, mientras se preparaba para ser madre junto a su esposo, Germán, con el que se había casado meses antes.

Por el contrario, y tras el desencanto con los hombres latinos que supuso su encuentro con Jaume, Noona aprovechó sus conocimientos en diversos idiomas para postularse como diplomática. Actualmente reside en la vibrante capital británica, en la que ha podido conocer a gente de todas las culturas. Esto, para amargura de sus padres, ha reforzado su descontento con hombres de todo origen imaginable y la ha llevado a un vida de alegre soltería elegida, más allá de algún escarceo momentáneo y saludable. Y aunque su familia, escandalizada por su edad, no hace más que reclamarle un retoño, ella simplemente aduce que ya se las apañará para tenerlo. De Jun Seok hace mucho que no sabe, solo que entró a trabajar para un gran conglomerado de empresas y se casó con una chica de buena familia Una chica realmente hermosa, tal y como Soo Jin pudo apreciar por las fotos de boda que les mandó. Fue una verdadera pena no poder asistir por la distancia y las fechas. Tal vez, sería un buen momento para llamarle.

No es el caso de Jaume y Sandra, quienes se casarán dentro de dos semanas. El encuentro entre ambos fue como una de sus casualidades del destino que parecen orquestadas por una mano oculta. Por alguna razón, el día que Neus y Germán celebraban su encuentro, Sandra acompañaba a una amiga en un salón contiguo. Jaume y Sandra coincidieron cuando ambos fueron a tomar el aire.

El primer momento fue tenso y duro, lleno de acusaciones y recriminaciones. Jaume le echó en cara lo que le hizo a su amigo tiempo atrás, a lo que Sandra terció, casi apuñalándolo con sus nuevas uñas de gel:

—La culpa es tuya por querer emparejarme con tu amigo gay cuando era a ti al que te molaba. ¿O creías que no me daba cuenta de cómo babeabas por mí? Sinceramente, siempre esperé que vinieras a hablar conmigo, pero claro, eras demasiado cobarde. Espero por tu bien que las cosas hayan cambiado con el tiempo.

Y entonces le echó una mirada de gata en celo que lo dejó sin habla. O al menos eso fue lo que luego les contó Jaume, haciendo gala de su prosa edulcorada de doctorado en Filología Catalana. Lo único que Soo Jin supo de esa historia es que cuando fueron a buscar a Jaume, se lo encontraron boca a boca con una curvilínea muchacha de prominente cabellera castaña que le recordaba demasiado a la nueva reportera de TV3. Soo Jin todavía recuerda con cierta risa cómo esos ojos color miel embadurnados de rímel y lápiz de ojos se le clavaron como dagas, cuando cometió el error de presentarse como el novio de Pau. Afortunadamente, Pau le explicó de dónde venía todo aquello, hablándole de aquel viejo "incidente en los lavabos" días después.

—¿Quieres que yo estudie oposiciones, germaneta? —se burlaba Pau— No sé si te acuerdas, pero yo nunca he sido mucho de hincar codos. Además, tengo el gimnasio de Jordi.

—Eso está muy bien, cariño —intervenía Montse—. Pero nunca hay que cerrarse en banda. Ser profesor es un trabajo muy estable y siempre puedes seguir ayudando a Jordi por las tardes.

Dicho esto, Montse les realizó una obligada lectura de aura que certificó para su alegría que esta no podía estar más rosa; les dio una nueva remesa de cuarzos blancos con los que paliar la radiación de su apartamento y los acompañó amablemente a la puerta. Una vez abandonado el piso, una cierta sensación de anhelo embargó a Soo Jin. Adoraba a su suegra, una mujer inteligente y tierna que no temía mostrarle su afecto, pero no por ello el hueco que Hortensia había dejado en aquel lugar tras su reciente fallecimiento se notaba menos. Había todo un rastro de silencio de risas y de coplas tras la desaparición de quien fuera su maestra en el mundo de los sueños.

Soo Jin, vuelve a enjuagarse la cara con agua, recriminándose el haberse ensimismado en su viaje por los recuerdos. Contempla su rostro mientras se peina. Ahora lleva el abundante flequillo negro carbón cuidadosamente retirado hacia atrás, mostrando una frente amplia y límpida que le aportaba un cierto aire de madurez desenfadada. Por suerte para Soo Jin, su conversión en hombre adulto ha diluido con éxito su problemática "cara de princesa". Su mentón se ha alargado, estirando de paso sus mejillas y marcando más la mandíbula sin que por ello pareciera prominente. Del mismo modo, la piel alrededor de sus ojos ha empezado a desinflarse dando lugar a surcos y ligeras patas de galla. Incluso, en ocasiones una ligera pelusilla aparecía furtivamente sobre el labio superior. Pese a todo, la piel de Soo Jin seguía siendo envidiable para alguien de su edad. En resumidas cuentas, Soo Jin sigue siendo un hombre algo delgado para los parámetros occidentales, pero la edad ha dotada aquella delgadez de un halo de elegancia y sofisticación que ha renovado su atractivo en su década de los treinta.

Pero un ronquido seguido de un leve gruñido le advierte de que debe ser más rápido. Toma la precaución de mirar dentro del dormitorio y entonces respira tranquilo. Pau, haciendo gala de su pesado sueño, herencia de su abuela, sigue totalmente dormido. Soo Jin sonríe sin poder remediarlo al observar a su novio abrazar la almohada, llenándola penosamente de babas. Pau también ha crecido. Su cuerpo ya de por sí masculino se ha desarrollado aún más si cabe gracias al ejercicio. Tanto es así que en las últimas contiendas, ha estado alguna vez a punto de vencerle solo por la diferencia de masa. Es posible que haya crecido un par de centímetros más. Lleva el cabello corto, de tal modo que solo se pueden apreciar un par de bucles que le caen por la frente, pero sobre todo, se ha dejado barba. Este es el detalle que más adora y que más odia Soo Jin, porque Pau deja el cuarto de baño echó un desastre cuando se la cuida y porque no deja de chincharle frotando todo ese áspero pelo contra sus delicadas mejillas; pero también y por mucho que le fastidie admitirlo, porque ese último contacto no le desagrada tanto como afirma. Así, sabiendo que su operación secreta sigue a salvo y reprimiendo las ganas de volver a la cama al lado de su amado, Soo Jin sale a comprar el pan.

A pesar del sol que reina en un cielo majestuosamente azul como de película romántica, la mañana aun alberga algo del frescor invernal, que se le cuela entre los pliegues de la estilizada gabardina. Por suerte, la panadería queda cerca de casa. En cuestión de minutos, Soo Jin está haciendo sonar la campanilla de la entrada. Al fondo del pequeño y acogedor local se escuchan agitadas voces de señoras.

—Com et deia, han tornat a acomiadar el marit de la Mari (Como decía, han vuelto a despedir al marido de la Mari) —comenta una clienta a la panadera en un catalán demasiado rápido que a Soo Jin todavía se le escapa—, I a la setmana van contractar un negre per la meitat del sou! (¡Y a la semana, contraron a un negro por la mitad del sueldo!)

—Què em dius? (¿Qué me dices?) —contesta la panadera escandalizada— Maleïts immigrants! (¡Malditos inmigrantes!)

—El que et dic, sempre ens treuen la feina... (Lo que te digo, siempre nos quitan el trabajo) —responde la clienta—. I la seguretat social, ara a veure qui és el guapo que va al metge a demanar hora. (Y la seguridad social, ahora a ver quien es el guapo que va al médito a pedir hora).

Soo Jin no puedo evitar sonréir cuando por fin su oído empieza a acostumbrarse al catalán de los cotilleos.

—Clar, es porten les seves malalties i després es les hem de guarir els altres (Claro, nos traen sus enfermedades y después les tienen que curar los otros) —concluye la panadera—. Quina cara més llarga! (¡Qué cara más larga!)

—Tant de bo ens independizemos aviat i així ens lliurarem de xarnegos, de negres, de sudaques, de xinesos i tota aquesta gentussa! (¡A ver si nos independizamos de una vez y así nos libramos de charnegos, de negros, de sudacas, de chinos y de toda esa gentuza!) —proclama la clienta— Quant et dec, maca? (¿Cuánto te debo, maja?)


—Un euro i cinquanta cèntims (Un euro y cincuenta céntimos) —responde la panadera.

—D'acord, aquí tens. I si t'explico el que li ha passat al fill de la Rosa ...¡uy, uy, uy! (De acuerdo, aquí tienes. Y si te explico lo que le ha pasado al hijo de la Rosa...) —continúa la clienta mientras paga.

En ese momento, la panadera se percata de la presencia discreta de Soo Jin.

—Pren els canvis, reina (Coge el cambio, reina) —se despide la panadera—. Demà m'ho comptes que hi ha el jove esperant. ¡Ale! Dóna-li records de part meva al teu marit. (Mañana me cuenta que hay un joven esperando. ¡Ala! Dale recuerdos de mi parte a tu marido).

La clienta recoge su pan algo turbada y se vuelve hacia Soo Jin sin cortarse a la hora de mirarle de arriba a abajo. Soo Jin reprime una risilla irónica.

—Ay, perdona, majo, que no te había visto —se disculpa la señora, antes de salir.

—No se preocupe —la tranquiliza Soo Jin en su cada vez más fluido castellano.

—¡Hombre, si es el Yin! —lo saluda encantada la panadera, sin ser capaz de pronunciar bien su nombre— ¿Qué te pongo, guapo?

—Ponme pan de masa madle para hacer tostadas, una baguette y... —ordena Soo Jin, acostumbrado a la mala pronunciación de su nombre.

—Querrás decir "madre", guapo —se burla cariñosamente la panadera—. ¡Y lo que me mandaste el otro día! ¿A que sí? ¡Ay, que te pensabas que me iba a olvidar!

Entonces, la alegre mujer entrada ya ampliamente en la mediana edad, se dirige al interior del almacén con paso ligero. A su vuelta trae consigo una bonita y profusamente decorada tarde de chocolate blanco que reza "Feliz cumpleaños".

—Fíjate qué bonita me ha quedado —se enorgullece la mujer—. ¡Ay, quién iba a decir que el Pau iba a hacer ya veintiocho añazos! ¡Si eráis unos nenes cuando vinisteis al barrio a vivir! ¡Ay, qué recuerdos!

—Y dentrro de unos meses, haremos diez años juntos —comenta Soo Jin, sin poder evitar emocionarse al mirar la tarta.

—¡Qué me dices! —exclama la panadera— ¡Tanto tiempo ya! ¡Si es que la vida pasa volando!

—Pues sí —suspira Soo Jin—. ¿Cuánto te debo?

—Todo con la tarta son 55 euros. ¿Te la envuelvo, verdad?

—Sí, por favor. Aquí te dejo los 55 euros —anuncia Soo Jin, sacando los billetes de la cartera.

—Hijo, espérate y me lo das en mano como Dios manda —le pide la panadera, afanada en poner la tarta en una caja.

—No te preocupes, Paca. No quería pegarte enfermedades raras coreanas —se burla Soo Jin con finura.

A la panadera le cuesta entender a qué se refiere Soo Jin, pero cuando lo hace una expresión enfadada enmascara el lógico rubor de vergüenza.

—¡Así que nos has escuchado a la Mireia y a mí! —exclama, como si Soo Jin hubiera hecho algo malo.

—No pude evitarlo —se ríe Soo Jin—. No sabía que estabas en contra de la inmigración, Paca. Espero no haberrte hecho sentil incómoda.

—¡Ay, hijo! ¡Pero de los inmigrantes malos! —se explica la mujer azorada— ¡Ya sabes: los que vienen aquí a robar y a chupar del bote! ¡Tú no tienes nada que ver! ¡A ver... que tú tienes tu carrera, tus estudios y esas cosas! ¡Vamos, ya podrían ser todos tan educaditos y decentes como tú!

—¿Verdad que sí? —consiente Soo Jin, sin poder reprimir una sonrisa irónica.

—Mira, aquí tienes la tarta —le muestra la panadera—, y aquí te dejo el resto en la bolsa. Oye, que tengas muy bien día y que lo celebréis mucho, guapos.

—Muchas gracias, Paca, que tengas tú también un buen día.

Soo Jin se coloca la bolsa de plástico en el brazo y con ambas mano sujeta la tarta. Se ayuda de su cuerpo para abrir la puerta de la panadería y se dirige al apartamento que comparte con Pau. Cuando llega, consigue hacerse camino entre las cosas que Pau tiene la manía de dejar por el suelo, por mucho que él se lo recuerde. Sortea un par de malolientes zapatillas de deporte puestas de cualquiera manera por el pasillo y una caja de unos auriculares dejados por ahí. De este modo, cuando consigue llegar a la cocina sin caerse y sin hacer ruido, se siente casi como Indiana Jones al sobrevivir a un templo perdido. Soo Jin resopla. Eso no quita para que mañana a Pau le caiga otra charlita sobre los beneficios del orden en la vida en pareja. Pero en estos momentos Soo Jin no puede permitirse el lujo de pensar mucho en ello. Ya son las diez de una mañana de sábado, Pau tiene que estar a punto de despertarse, así que Soo Jin saca una bandeja del Ikea, de esas para comer en la cama y la llena con todos los platos que ha estado preparando para la gran ocasión: zumo de naranja natural en uno de los vasos buenos, una tostada recién hecha embadurnada con jugo de tomate, de esas que tan extrañamente les chifla a los catalanes; y café solo. Soo Jin se apresura a llevarlo todo al dormitorio en cuanto oye los primeros bostezos de Pau.

—Buenos días, cariño —lo saluda, bandeja en mano.

Pau lo recibe con los ojos entrecerrados todavía acostumbrándose a la luz, con la lengua paladeando pesadamente y a penas siendo capaz de proferir algo más elaborado que un gruñido. Cierto, al elaborar el plan, Soo Jin había olvidado lo prologados que suelen ser los despertares de su novio.

Finalmente, Pau abre algo más los ojos y lo mira con expresión de borrego, rascándose la cabeza.

—¿Qué haces así vestido? ¿Has salido o qué? —se le ocurre preguntar.

—He ido a comprar un par de cosas —explica Soo Jin—. Por cierto, ¡Feliz cumpleaños!

Pau termina de despertarse del todo, tal vez por el olor del café y las tostadas.

—¡No me digas que todo eso es para mí! —exclama.

Babo! (¡Tonto!) —se mofa Soo Jin, alzando las cejas— ¿Para quién va a ser si no?

—¡Gracias, cariño! ¡Eres el mejor! —dice Pau, recibiendo el suculento desayuno en su regazo.

—De nada. También he comprado tarta —anuncia Soo Jin.

—¡Coño, pues trae un poco! —le pide Pau cada vez más emocionado.

—No, luego —rechista Soo Jin— No se come tarta para desayunar.

—¿Y el juk de col de tu madre sí que nos lo comemos,no? —tercia Pau, exhibiendo un mohín infantil. Soo Jin se aguanta la risa, le encanta ver como los bigotes de Pau se tuercen con ese gesto tan ridículo.

—¡Por supuesto! ¡Es mucho más saludable! —replica Soo Jin, sin imutarse— Si te dejo comer dulces por la mañana, luego llorarás porque te engordaste. Tienes que cuidarte por tu trabajo.

—¡Qué cabrón! —se enfurruña Pau con la boca llena de comida— ¡Claro, como tú no engordas comas lo que comas!

Soo Jin se sorprende chasqueando la lengua. El tema de su escaso peso todavía le persigue. No son pocos los compañeros de trabajo que se lo recuerdan incluso para pedirle consejo. Y eso que desde que vive con Pau ha engordado bastante en comparación con cómo era de universitario. Soo Jin carraspea impaciente.

—Bueno, yo pensaba que te gustaba así —se queja.

En ese momento, Pau, al escuchar el cambio de inflexión en la voz de Soo Jin. Y Soo Jin se percata de ello por la manera en la que Pau se traga de pronto toda la comida que tenía en la boca, por la mirada de perrito arrepentido que pone al instante y que el coreano tan bien conoce. Sí, si algo ha mejorado en estos años es su habilidad para leer y manipular a Pau, para el bien de ambos.

—¡Pero, precioso! —le implora Pau— ¡Mi amor!

—¿Ah? ¿Ahora soy tu amor? —observa Soo Jin, fingiendo frialdad.

—¡Pero si ya lo sabes! —le recuerda plañidero Pau— ¡Que tú eres el más guapo, el más bello del mundo entero! ¡Anda, ven a darme un beso!

—No sé, darte un beso con la boca llena de comida... —se hace de rogar Soo Jin con los ojos en blanco.

—¡Vente a mi vera, al menos! ¡Ven que te doy un abrazo, para agradecerte lo bueno que eres conmigo aunque no me lo merezca! —le sigue pidiendo.

—Bueno, está bien que sepas que no lo mereces —cede al fin Soo Jin y corre a sentarse en la cama, al lado de Pau.

Pau aprovecha la cercanía para pasarle un brazo por los hombros a Soo Jin y plantarle un beso lleno de tomate en las mejillas que al coreano no podría disgustarle menos. Soo Jin se deja mimar, dejando caer su cabeza sobre el hombro de Pau.

—¿Está rico? —le pregunta.

—Delicioso. Ya te lo he dicho: eres el mejor —ratifica Pau entusiasmado—. Saranghaeyo (Te amo) —dice en su más que básico coreano.

—Me alegro mucho —confiesa Soo Jin, arropado por esas espontáneas palabras de amor—. Gomawo, neoleul neomu saranghanmida (gracias, yo también te quiero).

Cuando dices que me amas
se siente como si estuviera caminando a través del cielo
Háblame de la eternidad
solo una vez más.

Cuando dices que me amas
solo necesito esas palabras
que nunca cambiarás
solo una vez más.

Ambos se funden un solo instante en un beso delicado y tierno, tras el cual Pau parte un poco de tostada con tomate para Soo Jin.

—¿Quieres un poco? Como no has comido... —le ofrece Pau, a lo que Soo Jin responde abriendo la boca.

Pau introduce el pedazo de pan en ella. Pronto, Soo Jin lanza un gemidito de satisfacción por la comida.

—Y dime, precioso. ¿Qué más tienes pensado para hoy? ¿Hay algún regalo para mí? —le pregunta mientras le pasa otro pedazo de tostada.

—Bueno, yo no he comprado nada —admite Soo Jin.

—¡Vaya! ¿Y eso? —se sorprende Pau— A ver, no es como que tengas que comprarme algo...

—Pero tengo una sorpresa —anuncia Soo Jin, con una sonrisa tímida llena de hoyuelos.

Y es que Soo Jin se ha estado preparando para esto durante semanas. En su corazón sabe que ya es el momento de dejarse llevar, pues, después de todo el tiempo transcurrido, Pau ya le ha demostrado con creces que es un amante tan comprensivo y complaciente como apasionado. Incluso, cuando creía que podría aburrirse de él, este le vuelve a mostrar partes de sí mismo que Soo Jin desconocía. A pesar de ello, a pesar de haber previsto miles de formas posibles de proponérselo, al llegar el momento, la lengua se le enreda en la boca como si esta se negara a llevar a cabo el propósito que Soo Jin quiere encomendarle.

—Uy, esa mirada traviesa...—se emociona Pau— ¿Tú, qué quieres?

Vamos, Soo Jin, se dice a sí mismo. Y entonces respira hondo y recuerda todas las cosas amables y placenteras que Pau ha hecho por él. Como transformó sus peores momentos en oportunidades y tiñó toda la oscuridad con su amor.

Lo eres todo para mí en este mundo
Abrázame más fuerte y dolorosamente
Compartíamos algo y no puedes hacer nada.
Espero que no lo olvides
Eres mío

Soo Jin por fin se arma de valor. De un solo movimiento, le roba un beso a Pau. Los ojos de Pau brillan de anticipación.

—Quiero hacer eso —le susurra al oído.

—¿El qué? —le pregunta Pau confuso.

Soo Jin solta un gruñido de exasperación. Se muerde los labios y le mira con los ojos casi en blanco, exigiéndole que piense. Luego le echa una mirada retadora a la entrepierna de Pau, salvaguardada por la bandeja.

—¡Oh! —cae al fin Pau— Pero, precioso, lo hemos hablado muchas veces. No tienes que porqué hacerlo si no quieres. De hecho, aún hay un montón de cosas que no hemos probado. No me voy a morir porque nunca me hagas una mamada.

—¡Pero yo quiero hacerlo! —protesta Soo Jin sentándose sobre la cama y retirando la bandeja.

—¡Oye, que no me lo he terminado! —se queja lastimosamente Pau.

—Podrás comerlo después —decide Soo Jin— Ahora quiero que me prestes atención solo a mí —le exige sentándose a horcajadas sobre su regazo. Parte del cuidado flequillo de Soo Jin cae sobre la cabeza de Pau.

Pau suelta un suspiro preocupado.

—Cariño, ¿estás seguro de esto? —le vuelve a preguntar.

—Sí —se reitera Soo Jin.

—Si no te encuentras bien, si ves que te empiezas a sentir mal o tienes nauseas... —empieza a pedirle Pau.

Es gracioso como Pau sigue preocupándose por él después de tanto tiempo, sin darse cuenta de que hace demasiado que Soo Jin sanó sus heridas precisamente gracias a él. Es este gesto de ternura y protección lo que hace Soo Jin sienta que puede confiar en él más que en nadie. Así es, por cosas como esta lo amará por siempre, a través de todas las estaciones, los años y las décadas.

Día a día
Verano, Invierno
Incluso si no lo sabes
Tienes lo mejor de mí

—Te avisaré —le interrumpe—. Lo sé, pesado. Pero no va a ocurrir. No me voy a romper. Puedo hacerlo.

—Está bien, si estás seguro —cede Pau.

—¡Muy seguro! —afirma Soo Jin, casi enfadado.

—No seré yo el que te diga que no —se entusiasma Pau—. Solo espero que tú también lo disfrutes.

—¡Oh, siempre lo hago! —le asegura Soo Jin con gesto presumido.

—¿Ah sí, precioso? —le pregunta Pau, abrazándole juguetón— ¿Ah, sí?

Soo Jin siente cómo la lengua de Pau lame suavemente la comisura de sus labios, como pidiéndole permiso. Él no solo se lo da, sino que enlaza la lengua con la suya, como si de un nudo se tratara. El familiar, pero no por ello menos revigorizante, raspado de una contra la otra empieza a originarle cosquilleos ronroneantes a lo largo de la espalda. Sus músculos empiezan a aflojarse suavemente, inmersos en el baño cálido del abrazo, se adaptan al molde ya de sobras conocido del cuerpo de Pau y se refugian en él. Pero entonces, Soo Jin siente las amplias manos de Pau ceñirse a su trasero, que reacciona al insinuante tacto incluso por encima de la ropa. Un escalofrío se erige desde su cintura hasta coronilla. Soo Jin se ve obligado a separarse para ser capaz de asimilar lo que va ocurriendo a su cuerpo y para respirar, si bien las manos de Pau se agarran a su cintura. Con una naturalidad mil veces ensayada, se cuelan por el pantalón de Soo Jin y retiran la camisa. A partir de ahí, el camino ascendente por el pecho de Soo Jin es pan comido. Sin que pueda saber muy cómo, como si de un truco de magia demasiado bien ejecutado se tratase, Soo Jin se encuentra de pronto desprovisto de camisa. Un espasmo le sobrecoge en el momento en que los expertos dedos de Pau se ceban con sus pezones. Incluso la traviesa lengua los saborea. Maldición, él siempre fue sensible en esa zona y para su suerte y desgracia, Pau se percató pronto de ello.

Pronto, Pau se medio incorpora para que su boca carnívora pueda dejar la delicada piel de Soo Jin llena de marcas. Esa maldita costumbre de Pau por imprimir su sello en Soo Jin lejos de diluirse en la rutina se ha convertido en un vicio dilatado en el tiempo. Tanto es así, que Soo Jin ha terminado volviéndose un asiduo a los jerseys de cuello alto, aun en contra de su voluntad. Pero, un roce eléctrico, el de sus extremidades inflamadas le recuerda su misión. Ambos están duros como rocas, y este paso acabarán sin que Soo Jin cumpla con su obsequio. De un gesto rápido, Soo Jin se zafa de los brazos de Pau y baja hasta su cintura. Ahí el doloroso bulto le espera tras la ropa, impaciente. Con manos temblorosas, Soo Jin retira el pantalón del pijama y el calzoncillo, observando la respiración agitada en el vientre de Pau.

Y helo ahí: es el aroma de Pau reconcentrado en su parte más central e íntima. Cuando este alcanza la nariz de Soo Jin, este siente cómo sus sentidos se entumecen. Su razón se reblandece como imbuido por un poderoso opio. Sin darse cuenta, ya ha empezado a salivar.

Entonces, lo ve. Es un magnífico trozo de carne que se ha mostrado asombrosamente versátil a través de los años. Soo Jin lo conoce muy bien, pero nunca le había parecido tan apetitoso. Se muerde los labios, impaciente. No, no hay dudas. Todos los recuerdos negativos han sido eliminados ante la preeminencia de esa suculenta imagen. Por eso, Soo Jin simplemente lo hace.

Tienes lo mejor de mí
Así que, por favor, no me dejes

Primero, estira la lengua lo máximo que puede y la pasea por toda la extensión de Pau, quien se estremece ante el primer toque. Pronto llega hasta la punta y Soo Jin acierta en saludar con la punta de su lengua. La saliva fluye lentamente a través de ella. Así, finalmente enjuagada, Soo Jin pliega sus jugosos labios sobre el rosado capullo, acariciando con su lengua las partes más sensibles.

Un ligero jadeo brota de Pau, quien amarra sus ociosas manos a la sabana bajera. Soo Jin se percata de ello, tomándolo como una incitación para continuar. Se separa brevemente para tomar aire, solo para volver a sumergirse en la felación. Vuelve a jugar con su lengua, como si la carne de Pau fuera un helado que, a punto de derretirse, debiera saborear cuidadosa y certeramente. Con un gesto decidido, se lo introduce en la boca hasta la mitad de su extensión, y lo arrincona con la lengua contra su paladar. Poniendo un cuidado exquisito en no dañarlo con sus dientes, Soo Jin coloca sus labios hambrientos y enrojecidos sobre la humedad y sensible piel de Pau. De esta forma, va ejerciendo presión con la tenacidad de quién pretendiera extraer todo su jugo.

De pronto, una presión exacerbada sobre su cabeza, obliga a Soo Jin a ir cada vez más allá en su degustación, hasta el punto de que Pau ya lo ha penetrado del todo. Y lo único que Soo Jin puede sentir es a él, pues cuando intenta respirar la nariz es la esencia de Pau acumulada en su vello púbico lo que llena el aire que respira. Cuando intenta tragar la saliva, es su ser atascado en Soo Jin quien se lo impide. Pero hay algo en esta sofocación que colma a Soo Jin de una estimulante e insospechada excitación. Como si de su postre favorito se tratara, Soo Jin sospecha que podría estar horas comiendo. Solo quiere más y más. Es por esto por lo que empieza a mover su boca a través del duro bocado, engulléndole cada vez más. Pronto, Pau colabora moviendo sus caderas arriba y abajo, mientras sus dedos acarician sinuosamente el cuero cabelludo de Soo Jin, enredándose en resbaladizo y lisísimo cabello. La garganta de Soo Jin parece a punto de irritarse con tantas embestidas, si bien la sensación de asfixia se le hace no solo agradable sino extasiante. Hasta que un líquido caliente y pegajoso, gustosamente amargo irrumpe en su garganta, obligándole a parar. Un poco más de semen aterriza sobre su cara, por lo que Soo Jin termina tosiendo con el ojo izquierdo medio cerrado. Pau se apresura a retirarle la cantidad excendente.

—¡Lo siento, mi amor! —se disculpa apenado— ¡Pensé que lo controlaría, pero se sentía genial y no pude! ¿Estás bien, precioso? ¿Te duele mucho? ¿Quieres agua?

Lejos de enfadarse, Soo Jin se ríe entre las últimas toses y, en gesto de pequeña venganza, toma el vaso de zumo de Pau y se lo acaba.

—¡Espera! ¡No tienes porqué...! —intenta detenerle Pau—...tragártelo...

—Ya está hecho —ríe Soo Jin, acariciando el borde del vaso con lengua y labios—. ¿Y te ha gustado? ¿Ha sido cómo imaginabas?

Entonces, los ojos de Pau adquieren un brillo característicos, mientras exhibe su consabida y nunca olvidada sonrisa canina. Lo abraza de pronto.

—Ha sido increíble —le susurra, supurando amor con cada aliento— ¡Gracias, mil gracias, precioso! ¡Es el mejor regalo de cumpleaños de mi vida!

—Si te portas bien, habrá mucho más de esto —le promete Soo Jin con una risita traviesa.

—Entonces, seré un santo —resuelve Pau con una solemnidad casi risible.

No he visto mi final tampoco
Pero si existe tal cosa, ¿no podrías ser tú?
Quería ser una cálida ola,
pero, ¿por qué no sabía que eras océano?

Pau y Soo Jin se acurrucan en la destrozada cama, pero entonces algo llama la atención de ambos. Hay un bulto todavía por atender, y Soo Jin tiembla de ansiedad cuando el muslo de Pau lo roza por accidente.

—¿Cariño...? —pregunta Pau divertido.

Avergonzado, Soo Jin se da la vuelta y se tapa el rostro con el edredón.

—No pasa nada —asegura— Bajará enseguida.

Pero esto solo sirve para que Pau lo abrace por la espalda, colocando sus labios anhelantes sobre los estrechos y gráciles hombros de Soo Jin.

—Pues sería un desperdicio —observa Pau con voz melosa.

—Es tu cumpleaños, se supone que yo debo satisfacerte a ti y no al revés —sentencia Soo Jin.

—¡Qué gilipollez! Ni que esto no me fuera a satisfacer a mí también —ríe Pau—. Además... parece doloroso.

—Pau, no es necesario... —insiste Soo Jin justo antes de estremecerse entre las manos de Pau.

—Pero quiero hacerlo —le replica Pau.

 ¿Qué puedo hacer?
Estoy hablando tu idioma, respirando tu aire

Seré tuyo si me abrazas
Estoy besando tu espalda

A Soo Jin no le da tiempo a irritarse porque Pau utilice sus palabras en su contra. El peso de su denso cuerpo lo sepulta dulcemente, mientras lo devora con pasión depredadora hasta dejarle los labios amoratados. Entonces, la boca ansiosa de Pau empieza a descender por el cuerpo de Soo Jin, dejando a cada paso su firma. Pronto, vuelve a atacar los indefensos pezones que impotentes al asedio lanzan se tornan rojizos y obligan a su portador a intensos y efervescentes jadeos de placer. Pau se entretiene enredando su lengua en el liso ombligo de Soo Jin, solo para terminar alzando sus piernas y devorando la cara interior de sus muslos. Con la mano libre y mostrando un carácter polifacético entrenado durante numerosos meses, masajea el tambaleante miembro de Soo Jin. Este parece a punto de deshacerse como un delicado copo de nieve sobre la hierba. Por lo que respecta a su mente, esta también se siente a punto de morir por sobrecalentamiento. Como un ordenador demasiado presionado un día de verano, el calor excesivo afecta a sus circuitos mentales.

Un leve eco de razón todavía no licuada le hace preguntarse porque Pau es capaz de llevarle a esos extremos del éxtasis aún a pesar de que sus cuerpos se conocen hasta el hastío. O quizás, es eso lo que consigue hacerle perder la razón cada vez que lo toca, quizás es porque conoce tan bien su cuerpo que sus misterios ya no lo son para él. Tal vez, solo Pau tenga la llave de todos sus placeres por destapar. Entonces la lengua de Pau y su séquito de labios y saliva acarician la tierna entrada de Soo Jin, y se siente como un arco iris de fuegos artificiales sobre el río Han.

Así que toma mi mano ahora mismo
No puedo creer en mí mismo
Las palabras que me dije a mí mismo miles de veces
No me dejes
Tienes lo mejor de mí
Tienes lo mejor de mí
No me importa si es un sueño o la realidad
Mientras estés a mi lado
Gracias

—¿Qué haces? —pregunta Soo Jin con un hilo de voz—. Tenemos productos que podrían ayudarte con eso.

—¿Y quitarme los honores? —ronronea Pau.

La espalda de Soo Jin se tensa de pronto como si de un resorte se tratase, en el preciso momento en que Pau introduce el primer dedo. Al sentirlo gemir, Pau le da un leve beso en los labios.

—No, mi amor. Yo soy el único que tiene acceso a todos tus recovecos —le dice al oído.

Pau continúa con el ritual, introduciendo un dedo tras otro. Mientras tanto, Soo Jin no puede más que dejarse prender por los fogonazos de lujuria que sus domesticadas entrañas le envían.

—Me lo sé de memoria —presume Pau— el lugar en el que está...

—Oh, cállate de una... —se esfuerza a prenunciar Soo Jin.

Pero un delicioso cosquilleo que nace tímido y luego explota por todo su cuerpo le arrebata el habla, más allá de un profundo gorjeo de placer.

—Eso es, tu botoncito de placer —ríe Pau.


Día a día
verano, invierno
Incluso si no lo sabes
Tienes lo mejor de mí
Tienes lo mejor de mí
Así que por favor, no me dejes
Tienes lo mejor de mí

Y sin ningún tipo de piedad y con una habilidad de cerrajero, Pau masajea una y otra vez ese reactivo punto en las entrañas de Soo Jin, quien termina sollozando de pura lascivia.

—¡Por favor! —le ruega— Hazlo de una vez. Lo quiero dentro...

—Vaya, vaya —se deleita Pau—, Y yo que creía que no te apetecía.

Pau deja en paz a Soo Jin, solo para tumbarse boca arriba. A estas alturas, su virilidad ha vuelto a erguirse en toda su plenitud, algo que satisface gratamente a Soo Jin.


—Muy bien, si lo quieres, ven a por él —le ordena.

We? (¿Por qué?) —pregunta Soo Jin, desconcertado.

—Tendrás que reclamar lo que deseas. Después de todo, esta es tu postura favorita, ¿no? —se jacta Pau, poniéndose lo más cómodo posible.

Soo Jin chasquea la lengua irritado. Si no fuera por lo mucho que lo ama, haría tiempo que las tonterías de Pau habrían acabado con su paciencia. Pero ahora lo desea demasiado, así que se incopora y vuelve a colocarse en el regazo de Pau.

—Eso es, buen chico —ríe Pau, a lo que Soo Jin reacciona colocándole el dedo sobre los labios, demandando silencio.

Soo Jin toma el miembro caliente y erguido de Pau y lo dirige hacia su palpitante entrada. Poco a poco, se asienta sobre él mismo, apuñalándose tiernamente con él, rozando todas las paredes de su ser, hasta que de una estocada decisiva lo introduce del todo en su interior. Una revitalizante convulsión le invadió el vientre cuando por fin el filo de carne se asentó dentro de él. Ambos jadearon estremecidos por la propicia unión. De este modo y en cuanto se siente seguro, Soo Jin empezó a moverse, primero tímidamente de modo que la más mínima fricción avivara como llama pimogenia todos sus sentidos. Pero Soo Jin no va a detenerse ahí. Con una ténica ensayada hasta la naúsea, estrangula con sus entrañas al indefenso y cautivo miembro de Pau, quien se empeza a ahogar en gloria. O al menos, eso es lo que parece por los gemidos que escapan de su garganta. Pero Soo Jin no se muesta misericordioso. Juega con sus caderas, bamboléandolas sabiamente en todas las direcciones que le permite la postura en la que se encuentra. Asentándose embestidas tras embestida. Pau intenta retomar el control de la situación, asiéndose a la frenética cintura de Soo Jin pero este le retira airado las manos.

—Para, precioso. Más despacio, por favor —llora Pau—. Vas a conseguir que me corra.

—Pensé que debía reclamarlo. Eso hago —replica Soo Jin coqueto.

—Está bien, tú ganas —se rinde Pau—. Hagámoslo juntos. ¿Vale, cariño?

Soo Jin asiente victorioso y se tumba sobre Pau para besarlo. Mientras tanto, Pau lo abraza y empieza a mover también sus caderas al ritmo lento y deleitante que marca Soo Jin. Sus cuerpos siguen enlazados de forma lúbrica y perfecta, como si hubieran sido diseñados para encajar el uno y el otro. Como siempre habían encajado, pero con la astucia de la práctica guiando eficientemente el fascinante contacto, hasta que la explosión resulta inevitable. Y lo es: los dos terminan desbordándose en el otro. Trémulos, sudorosos y satisfechos se besan con pasión renovada y se dan calor a través únicamente de su piel.

Eres mi salvación
Eres mi escudo
Solo te necesito (Tienes lo mejor de mí)
Te necesito
Así que, por favor, no me dejes
Tienes lo mejor de mí

—Dios, te quiero, precioso —ronronea Pau, antes de besarle en la frente—. Saranghaeyo.

—Ne, saranghaeyo —reitera Soo Jin-. Feliz cumpleaños.

—Oye, mi amor —comenta de pronto Pau—, ya que estamos en modo romántico. Hay una cosa que querría darte. Es un regalo de cumpleaños, para ti.

Soo Jin parpadea sin entender.

—Pero, mi cumpleaños no es hasta el 10 de octubre... —le recuerda intrigado.

—Lo sé, lo sé, precioso. No me he vuelto loco, pero lo compré y ahora que has hecho todo esto por mí, creo que es el mejor momento para dártelo. Te prometo que si no lo quieres te compraré otro mejor. ¿Qué te parece?

Toda aquel lío de los regalos le parecía un auténtico lío a Soo Jin, pero ya se había aclimatado a la falta de lógica que guiaba las acciones de Pau. Además, Dios sabe que no se le puede negar nada a esa carita de perrazo tonto.

—¿Por qué no? —consiente al fin— Dámelo.

—Está en la mesilla de tu lado. Cógelo tú mismo —le indica Pau.

Soo Jin se levanta solo lo suficiente como para poder rebuscar en el cajón sin tener que abandonar las sábanas. Enseguida da con una cajita envuelta en papel de regalo. El tamaño sugiera una joya y esa premisa hace que su corazón se le acelere todavía más.

—¿Qué es esto? -pregunta ansioso.

—Ábrelo y lo sabrás —le invita Pau.

Estaba lloviendo
Estaba nevando
Pero la infelicidad se detuvo
tú me trajiste al cielo

Soo Jin deshace el papel de regalo y abre el estuche, para encontrarse con un elegante y sobrio anillo de oro. Miles de ideas y posibilidades de lo que eso pueden significar se agolpan en la mente de Soo Jin hasta saturarla, si bien hay una que se delinea peligrosamente.

—Pau, ¿qué...? —intenta preguntar Soo Jin perplejo.

—Yo tengo otro igual por si te lo preguntabas —contesta Pau—. ¿Te gusta?

No hables tan fácilmente
porque sin ti no hay un yo
Eres lo mejor de mí
Lo mejor de mí

—Es muy bonito pero —responde Soo Jin cada vez más intrigado—, ¿Por qué?

Pau ríe al notar la turbación de Soo Jin.

—Está bien. Tienes razón —concede—. Tengo que pedírtelo cómo Dios manda.

Solo dame seguridad
Eso es todo lo que quiero
Incluso si no hay reglas
Las leyes del amor existen

Pau se levanta y se pone de rodillas sobre la cama. Le arrebata momentáneamente el anillo a un desprevenido Soo Jin, para colocárselo en el dedo anular.

—Lee Soo Jin, ¿quieres casarte conmigo? —pronuncia al fin.

We? (¿Qué?) —alcanza a preguntar Soo Jin, incapaz de creerse la situación.

—Prometo cuidarte en la salud y en la enfermedad —continúa Pau, sonriendo hasta el dolor—. En la riqueza y en la pobreza, así que ...¿Te quedarás a mi lado?

¿Quién tiene lo mejor de mí?
¿Quién tiene lo mejor de mí?
Nadie lo sabe, pero yo me conozco
Eres mi mejor arma
Tienes lo mejor de mí

Cuando al fin Soo Jin asimila lo que ocurre, casi se queda sin aire al contestar.

Ye! ¡Sí! ¡Por supuesto que sí, tonto! —exclama con emoción desbordada.

Tienes lo mejor de mí
Así que, por favor, no me dejes

Soo Jin abraza a Pau con tal fuerza que lo hace caer sobre el colchón. Ambos ríen juntos como un par de niños.

—¿Lo ves? —recalca Pau— Te dije que algún día conseguiría que te casaras conmigo.

—También dijiste que me traerías a Barcelona —recuerda Soo Jin.

—Y que haríamos pic-nics en Mont Jüic. Eso ya no lo hacemos tanto —observa Pau.

—¿Cómo puedes acordarte de tantas promesas? —inquiere Soo Jin divertido.

—Porque hace tiempo entendí que era mi deber cumplirlas todas. Es mi manera de devolverle al Universo todo lo que me ha dado.

—¿Al Universo?- pregunta Soo Jin entre risas, besando la espalda de Pau.

—Sí. ¿Has oído eso de que si deseas algo con fuerza, el Universo hace que se cumpla? —le explica.

—La ley de la atracción —cita Soo Jin con tono burlón—. Es palabrería para vender libros de autoayuda muy pretenciosos. Creo que tu madre habla de esas cosas, ¿no?

—Entonces... —tercia Pau, haciéndose el misterioso— ¿Por qué estás aquí conmigo?

El peso de esa certeza cae sobre Soo Jin en forma de intenso rubor y un estallido de risa.

—Tú eres mi destino, Soo Jin —le susurra Pau—. Ahora y siempre.

—Y tú el mío —concuerda Soo Jin.

Eres mi salvación
Eres mi escudo
Solo te necesito (Tienes lo mejor de mí)
Te necesito
Así que, por favor, no me dejes
Tienes lo mejor de mí

Y en un momento de profundo y significativo silencio el uno se pierde en la mirada plácida del otro, plenamente conscientes de que todos los errores y todos los fracasos de su vida, las peleas, los malos entendidos, los contratiempos, no fueron más que atajos para conducirles a este, el mejor instantes de sus vidas. Pau peina amorosamente el descontrolado flequillo de Soo Jin que se empeña en caerle sobre los ojos.

Cuando dices que me amas,
se siente como caminar a través del cielo
Háblame de la eternidad,
solo una vez más

—¿Te apetece otra ronda, precioso? —le pide.

—Ahora y siempre —susurra Soo Jin.

Así, los dos se sumergen en otro apasionado beso, que solo sería uno más de los muchos que habrían de llegar.

Para el resto de sus vidas, en el sueño y en el despertar.

Cuando dices que me amas,
Solo necesito esas palabras
que nunca cambiarás
solo una vez más.

Notas finales:

Bueno, llegamos al final de este largo viaje. Ha sido un laborioso parto de un año y cuatro meses y 449 páginas de Open Office, Times New Roman 12 interlineado de 1,5 XD. Así que voy a ponerme un poco sentimental...

 

Todo empezó cuando terminé mi fic de Yuri on Ice!! en el que solo me había propuesto recrear todo el anime desde la perspectiva de Victor en vez de la de Yuuri. Aquel año de 2017 pude escribir porque las oposiciones se retrasaron un año, así que me lié la manta a la cabeza y decidí aprovechar el tiempo que se me había dado en hacer algo que había dejado de hacer tiempo atrás: escribir. De hecho, ese fic fue el primero que tuve el valor de publicar. Sin embargo, me dí prisa en terminarlo para Navidades, de manera que tuviera al menos 6 meses solo para estudiar. Mi corazón se reveló al instante. Ahora que había vuelto a descubrir lo mucho que disfrutaba escribiendo, renunciar a ello para encerrarme a estudiar me parecía una tortura. Tal vez por eso mismo, una mañana de sábado de enero de 2018 el germen de esta idea llegó a mi cabeza como un martillazo de rebeldía. Cuando me levanté y me preparaba el desayuno, me puse a escuchar música en Youtube como suelo hacer. Y entonces en recomendados apareció la versión de Kevin y Karla y la banda de DNA. Yo me había alejado del Kpop hablar de BTS, pero la letra me pareció preciosa y llena de matices y significado muy profundo. Era como si estuviera hecha para la historia que se estaba empezando a gestar en mi cabeza. Esto se juntó con elementos de cosas que me llevaban un tiempo interesando: el romance cruzado de Your Name, el despertar de la conciencia... Y me tuve que poner a escribir. No lo pude evitar. Lo necesitaba. Me dije que solo serían unos 12 capítulos, algo sencillo para desahogarme. Pero la cosa fue saliéndose de mi control ( a veces, mi novio bromea diciendo que siempre me quedarán 3 capítulos para terminar este fic, que no se cree que lo haya terminado) y así empezaron las noches de viernes bañadas en Monster en las que me quedaba de madrugada para luego tener que levantarme el sábado para ir a estudiar en la academia de oposiciones habiendo dormido como mucho 5 horas; las actualizaciones dilatadas cada tres semanas, los errores y despistes por estar agotada y no llegar a todo...¡La culpabilidad, porque tenía que estudiar, pero dejaba de escribir y luego tenía que escribir dejando de estudiar! Durante el proceso fui descubriendo más y más canciones de BTS, planeando cómo iban a encajar estas en la trama. Algunas de ellas me ayudaron a soportar este ritmo y me dieron esperanza como Tomorrow, que siempre va a estar vinculada en mi memoria a este periodo de mi vida: cuando me levanta a las 6 de la mañana una y otra vez para ir a trabajar, muerta de sueño por haberme acostado tarde por estudiar. Y al final todo salió bien, tanto que casi no lo puedo creer: conseguí una plaza y he aprobado las prácticas. Pero ha sido una época muy larga y agotadora, dos años de estudio y un año de prácticas llenos de tensión, que pensé que se me llevarían por delante y en los que a veces me he avergonzado de mi falta de fortaleza. Y durante todo este tiempo, una palabra amable de un desconocido que se ha interesado por mi historia (aunque sea para sacarle fallos XD), me ha hecho alegrarme y pensar en otras cosas.

Por eso quería dar las gracias a todas las personas que le han dado la oportunidad a la locura que ha sido este fic. Muchas gracias por comentar, por leer, por elegir este fic como el favorito o elegirme a mí como autora favorita. Soy un pequeño desastre con patas y aún me queda mucho que aprender como autora, pero creo que gracias a esta experiencia y a las personas que me han acompañado a lo largo de la misma, ahora soy un poco más diestra.

 

Gracias a los anónimos, a Pepi, a Moshii, a Monse de Hefesto, a IZA22, Matti, wos, gcnovas, Eujilove, Nuriyihan, shinigamiyaoi, a todos...

 

GRACIAS

 

No sé si voy a escribir algo pronto. Por ahora mis planes son corregir este fic y alguna otra cosilla que tengo por ahí desde hace tiempo. Sí quería proceder por última vez con las aclaraciones. La primera de ella es que no me considero Army, si bien ha llegado a gustarme bastante el grupo con el tiempo. Por ello, no tenía ni idea de todo el hilo conductor que tienen entre sí los vídeos y las canciones de BTS. Cuando me enteré me sentí un poco sucia XD Siento haber alterado la simbología de este grupo para cuadrarlo con mi historia. También espero no haber ofendido a ninguna army que haya leído el fic, porque no es un fic de BTS tal cual, sino que usa su material como base para el songfic. Igualmente, siento si he dado una imagen del pueblo catalán como gente xenófoba. No es lo que quiero transmitir. Tengo amigos que viven en Barcelona y me comentan que, precisamente por el carácter abierto y multicultural de esa ciudad que me encanta, la gente tiende a ser bastante abierta. Solo quería mostrar que los prejuicios son un problema mundial y lo preocupante del aumento de la xenofobia en todo el mundo. Asimismo, considero que el tema del independentismo es muy complejo y lleno de matices. Sin embargo, he querido abordarlo porque me preocupa mucho, no tanto por mi país, sino por su gente, a la que un bando y otra están dividiendo (eso es lo que yo siento).

 

Por lo demás, solo me queda agradecer una vez más la oportunidad que me han dado leyendo mis tonterías y esperar por última vez que les haya gustado el fic y que tengan una buena vida.

 

Hasta pronto.

 

FANFIC CORREGIDO FINALMENTE EL 24/07/2019 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).