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Bleach Fairy Tales por Diva_SnowQueen

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Notas del capitulo:

Basada en el cuento "Caperucita Roja" de  "Charles Perrault" y "los hermanos Grimm"

Antes que nada una disculpa no me habia dado cuenta de que este fic habia sido borrado semanalmente ire subiendo los episodios otra vez.

Ahora como siempre. los personajes no me pertenecen son propiedad de Tite Kubo- sama y son usados con fines de entretenimiento.

Sin mas que añadir pido que lo lean despacito y con mucha imaginacion. Diviertanse 

Había una vez un adorable niño que era querido por todo aquél que lo conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado al niño. Una vez le regaló una pequeña bufanda con capucha de color verde; y le quedaba tan bien que nunca quería usar otra cosa, así que lo empezaron a llamar de cariño "Caperucito de Jade".

Ese día el sol de la mañana entró por la ventana de la habitación para despertar al dulce y guapo niño que allí dormía. Su nombre es Tōshirō Hitsugaya. Tōshirō ¿cómo describir tanta dulzura? Su pelo era blanco como la nieve, sus ojos de color turquesa como el mar y su sonrisa grande como el cielo, si así era. Cuando pudo abrir los ojos, muy contento se levantó de su cama pensando que tenía todo el día por delante para disfrutarlo. Llegó a la cocina de su humilde hogar y allí como todas las mañanas encontró a su madre preparando el desayuno

-Hola mamá, muy buenos días - dijo jubiloso.

-Hola mi niño, ¿cómo has amanecido?

-Mejor que nunca.

-Oye, toma el desayuno y vístete rápido que debes llevar un postre que prepare a la casa de tu abuela.

-Está bien.

La abuela de Tōshirō vivía algo lejos de allí, pero el disfrutaba mucho ir a su casa ya que podía caminar por el bosque, sentir la brisa, hablar con los animales y oler las flores. Rápidamente fue a su habitación y tomó la ropa más bonita que tenía, junto con su capucha verde que le obsequio de su adorada abuela. La madre de Tōshirō le entregó la canasta que tenía que llevar, y antes de que se fuera le dijo atentamente

-Ten cuidado por donde caminas y no hables con extraños.

El niño entendió las palabras de su madre, la besó en la mejilla y comenzó el viaje a la casa de la abuelita. El día en verdad era acogedor, el clima era templado pero se podía sentir como el viento bailaba con cada hoja de cada árbol. Tōshirō caminaba por los bosques cantando alegremente, cuando de pronto escuchó la voz de alguien que lo llamaba

-Tōshirooooo, oye lindo caperucito de Jade.

El, curioso por esa voz que no le era familiar, volteó hacia la persona que lo estaba nombrando y gran sorpresa se lleva cuando ve a un gran lobo, muy grande. Este le dice

-Buenos días Caperucito

-Buenos días ¿Quién es usted?

-Soy un lobo y mi nombre es Sajin Komamura. No deberías andar a solas por el bosque a estas horas...

¿Por qué no? preguntó curiosamente.

-Porque niño, debes saber que este lugar está lleno de personas con malas intenciones... que podrían abusar de tú inocencia con propuestas como esta, ven vamos detrás de esos arbustos que voy a darte una demostración gratuita.

Tōshirō sabía que no debía hablar con extraños, pero el lobo no parecía ser una mala persona, por eso lo acompañó detrás de los arbustos. Enorme fue el asombro de Tōshirō cuando el lobo empezó a levantarle la playera, enfadado protestó

-P...pero ¡¿qué hace?!

-¿Ves? eso es lo que podría ocurrirte si no estuviera yo para protegerte.

-¡Oh! ¡Qué suerte haberlo encontrado!! - Dijo Tōshirō más aliviado, pensando que el lobo solo tenía buenas intenciones.

-Sí, es una verdadera suerte... pero prosigamos con la demostración. Anda niño, quítate la ropa.

-No puedo, si mi madre se entera se enfadará conmigo, no deja que me desnude en público.

-No te preocupes Tōshirō, ella jamás se enterará, además puedes dejarte  los zapatos  y tu caperuza puestos.

-Mmmm bueno, pero dese vuelta que me da pena.

-Está bien.

Tōshirō comenzó a quitarse la ropa que a estas alturas le resultaba algo molesta. Su cuerpo siempre había sido atlético y bien formado pese a su edad, trasero firme y parado, piernas largas, cintura estrecha, toda una preciosura. Cuando por fin se quitó sus prendas (menos los zapatos y su capucha, claro) se dio vuelta y dijo

-Ya está señor lobo.

En ese preciso instante Tōshirō notó que Komamura estaba como hipnotizado con su cuerpo, con la boca bien abierta y los ojos saltones. Eso lo hacía sentir avergonzado y acalorado, de manera que dijo

-Ay señor lobo, no me mire de ese modo, pe...pero ¿qué hace? súbase los pantalones...

El dulce chiquillo comenzó a pensar que las intenciones del lobo eran otras, que él quería aprovecharse de su inocencia. Pues mal por él, ya que ese era un juego que él no pensaba jugar. Enojado decidió seguir su camino cuando algo le hizo reconsiderar esa idea, observó maravillado el instrumento del señor lobo que se hacía cada vez más grande. Su corazón empezó a latir muy fuerte y se sintió algo excitado.

-No... ¡No! ¡No! ¡Déjalos así! y acércate que quiero ver eso en detalle... - pidió generosamente.

Tōshirō nunca había visto algo tan semejante, no se parecía en nada al que su amigo Kusaka le mostró ese día que estaban los dos solos en la casa. Claro que él sabía sobre sexo y esas cosas tan sucias, pero no estaba de acuerdo con su madre que siempre le decía lo prohibido y malo que era. Miles de veces se había tocado allí y hasta una vez probó lo que era colocarse algo parecido a un miembro allí dentro, y aunque no lo crean le gustó mucho. Tōshirō se acercó y con curiosidad tomó el pene entre sus manos para saber si era de verdad, y así era. Sin pedir permiso le dio un beso y no tardó en pasarle la lengua por alrededor de la gran punta, con el único propósito de saborearlo. Al lobo no pareció importarle, bien por él.

-Hmmmmm! que ricura.... -pensó mientras chupaba- ¿Lo hago bien?- preguntó el joven.

-Lo estás haciendo muy bien, pero no pares, sigue - contestó el lobo muy a gusto.

Tōshirō tenía un talento digamos innato en eso, no el que se consigue con la práctica ya que esta era la primera vez que hacía algo tan fuera de lugar, tan indecente. El niñito besaba con mucha dedicación esa cosa grande y solo dejaba de lamerlo para masturbarlo, luego lo metía en su boca de nuevo una y otra vez, todo gracias a las indicaciones del lobo.  En cierto momento Komamura lo detuvo.

-Espera, dijo el lobo, la demostración todavía no ha acabado, déjame mostrarte otra cosa que podría pasarte Tōshirō.

-Está bien lobito lindo ¿qué tengo que hacer?

-Recuéstate allí con las piernas abiertas, confía en mí.

El pequeño peliblanco tenía más de un motivo para confiar en el lobo, que tan bueno era al hacer todo esto por él. No podía negarle nada ya que lo iba a hacer sentir mal, así que aceptó con gusto. El lobo se acercó y mostró por primera vez la gran lengua que tenía, larga, muy larga. Tōshirō no estaba seguro de lo que iba a hacer con eso, así que le preguntó

-Señor lobo ¿qué piensa hacer con esa lengua tan larga que tiene?

-¡Esto!- Dijo el lobo en el momento que la paso desde su dulce entrada pasando por el perineo, y los testículos hasta el pene de nuestro muchachito.

-Mmmmmmm que rico- gimoteó Tōshirō.

La lengua del lobo era muy escurridiza, además rasposa por lo que le causaba un goce intenso, tanto que no podía resistirse a quedarse quieto. Poco a poco fue sintiendo que le gustaba mucho lo que estaba haciendo el lobo, y lo hizo notar

-¡Aaaaaahhh! ¡¡asssííí!! ¡¡Me derrito de gusto!! síii... así no se detenga sigue... sigue lamiéndome...¡aaahhh, que lengua, animal!

Komamura sabía bien lo que estaba haciendo, Tōshirō pensó que ya le había dado consejos a otros niños y niñas que pasaban por allí para que tengan cuidado, por eso la experiencia. Tōshirō veía y se sentía asombrado de como su pene despedía fluido y más fluido, como nunca antes. El señor lobo tampoco parecía cansarse, al contrario, daba lengüetazos cada vez más rápidos en toda la extensión del miembro del pequeño, jugaba incansablemente con los testículos, y torturaba su sensible glande con sus dientes frontales, poco a poco comenzó a penetrar con su lengua más profundo, bien adentro de su rosada entrada. Tōshirō sintió que ya estaba por venirse, con mucho entusiasmo y gemidos de por medio le gritó.

-¡Aaahh! ¡oughh! no puedo más... ¡no puedo más...! me corro.. Me corro... ¡¡asssííí!! ¡¡¡aaahh!!! ¡¡¡aaaahh!

Su cuerpo literalmente estalló de placer regando su semilla por todo su cuerpo hasta llegar a su cara. Tōshirō comenzó a temblar sin control mientras que disfrutaba del largo y delicioso orgasmo, en su vida se había sentido tan a gusto con algo semejante.

-Enséñame ahora cómo manejar esto- dijo señalando al miembro con los ojos bien grandes.

-Como tú quieras, respondió el lobo ansioso.

Tōshirō pensó que la mejor posición para hacerlo con el lobo era la del perrito, y no estaba equivocado. Apoyó sus manos y piernas formando un cuatro y levantó lo más que pudo su colita ofreciéndosela al lobo feroz. Este no dudo mucho y de un solo movimiento hundió su gran lanza dentro del peliblanco.

-¡¡Aaaaahhhh!!- gritó Tōshirō con fuerzas el dolor era inmenso pero placentero.

El gran miembro del lobo desgarró las estrechas paredes de Tōshirō sintiendo la sangre resbalar lentamente por su orificio y sus piernas, aun así no le importo y le exigió al lobo que continuase.

-MUEVETE, MALDITA SEA, MAS ADENTRO aaaahhhh. Así lobito, ¡assssíii! ¡Qué barra de carne me está metiendo!

-¿Te gusta mi garrote chiquitín? -decía el lobo malo.

-¡¡Sí assssí asssí!! ¡Como a un perro! ¡aaaaaahh! ¡¡Cabálgame, síii, asssíii!!

Tōshirō no podía describir lo bien que se sentía con todo eso adentro de el, que vulgar e indecente era, tampoco podía controlar su vocabulario... le fascinaba. Tanto que había perdido la noción del tiempo, ya no le importaba la abuela o su madre ni siquiera el bosque, solamente quería seguir sintiendo como el salchichón entraba y salía de su placentero culito, llenándolo de placer.

-¡Aquí va mi leche golfo!,- dijo el lobo ya a punto de acabar.

-¡Oh, no! no me lo eche adentro por favor, derrame su leche en mi cara quiero sentirla, quiero verla... -dijo él con pocas fuerzas.

El lobo se levantó rápidamente mientras que Tōshirō se sentaba y alzaba la cara para recibirla. Komamura se puso delante de él y comenzó a mover su mano a lo largo del pene con muchas fuerzas hasta que este comenzó a escupir un líquido muy blancuzco, más de lo normal. El semen chocó contra la boca abierta del pequeño, quien no dejaba de mostrarse muy feliz y contento por el gran favor que le estaba haciendo el lobo. Al final terminó con la cara llena de esperma y muy gustoso dijo

-¡Oh! Así que esto es el semen... que calientito, aunque tiene un sabor algo amargo.

Cuando pudo recuperar el aliento recordó los deberes que le había encomendado su madre de llevarle la canasta a la abuela. Entonces rápidamente se levantó, se lavó en un riachuelo cercano y le dijo al lobo

-Me gustaría quedarme para que me siga cuidando, pero se me hace tarde para ir a la casa de la abuelita y no quiero caminar por el bosque de noche.

-¿Tú vas a la casa de la abuelita? - preguntó el lobo.

-Sí.

-Sabes, conozco un camino más corto que te llevará allí.

-¿De veras? porque eso me ayudaría mucho.

-Sé que sí jeje, debes tomar ese sendero que empieza a la izquierda del gran árbol, sigue derecho por allí y no te perderás.

-Muchas gracias señor lobo, que bueno fue conmigo hoy- dijo Tōshirō mientras le daba un beso en la mejilla.

Nuestro protagonista se vistió apresuradamente, tomó la canasta y se encaminó un poco adolorido por el supuesto atajo. Lo que no sabía era que ese no era ningún atajo, sino un camino más largo para llegar a la casa de la abuela, ¡Komamura lo había engañado!. Él tenía pensado desde el principio comerse a Tōshirō después de darle la supuesta lección, pero cuando supo a donde iba él pensó que también podía comerse a la abuela y esa era una tentación muy grande para dejar pasar. Sonriente por su malvado plan el lobo tomó otro camino que era más corto para llegar primero y así sorprender a Tōshirō. Mientras tanto este seguía por el camino que le había dicho el lobo, pero parecía que tardaba más tiempo en llegar que lo normal. Por un momento pensó que el lobo se había equivocado, pero no era posible, si él sabía muy bien lo que decía. No tenía mucha importancia para Tōshirō, seguramente era su imaginación ya que no conocía muy bien esa parte del bosque, por eso le resultaba más grande. Por otro lado el lobo no tardó mucho tiempo en llegar a donde la abuela y con delicadeza tocó la puerta de la casa. La abuelita tardó unos momentos en responder, ya que era una señora muy viejita que no se movía muy rápido. Apenas abrió la puerta el lobo se la comió de un solo bocado, sin darle tiempo a reaccionar. Luego tomó algunas de sus ropas y se las puso para que cuando llegue Tōshirō lo confunda con ella, era un plan perfecto. Pasaron algunas horas cuando Tōshirō por fin vio a lo alto de la colina una casa que largaba humo por la chimenea. Enseguida supo que era la casa de su abuelita, quien siempre tenía prendido un fogón, por eso el humo. Aliviado por haber llegado entró a la casa y llamó a su abuela

-Abuela, abuelita, soy yo, Tōshirō.

-Estoy recostada querido, ven a la habitación - dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.

Tōshirō se dirigió a la habitación muy contento porque iba a ver a su querida abuelita, hacía tiempo que no lo hacía. Entró a la habitación saltando y riendo, cantando canciones que sabía. Allí en la cama vio a su abuela acostada ¡qué mala suerte la de Tōshirō que no se dio cuenta que ese era el lobo ruin! Pero esperen, Tōshirō podría ser un tanto despistado pero igual notaba cierto cambio en su abuela, algo raro. Preguntó entonces

-Abuelita, te ves diferente hoy.

-Dime mi niño ¿qué notas tan distinto? - cuestionó el lobo.

-Bueno, tus orejas ¿Por qué las tienes tan grandes?

-Son para oírte mejor.

-¿Y tus ojos, por qué son tan grandes?

-Son para verte mejor.

-¿Por qué también tienes la nariz tan grande?

-Es para olerte mejor hijito.

-Pero abuela ¿por qué tienes la boca tan, tan grande?

-Es para... ¡¡comerte mejor!!

De pronto el lobo se lanzó sobre Tōshirō este gritó horrorizado por la situación, a causa del miedo no pudo escapar y así terminó siendo bocadillo de lobo. El rufián sintió en ese momento que había triunfado, así que se acercó a la canasta de Tōshirō para averiguar qué era lo que llevaba allí. Grande fue su sorpresa cuando encontró un gran pastel de chocolate con almíbar de café. Muy goloso se lo comió completito, sin dejar ni una sola migaja. Cuando se dispuso a irse sintió que no podía moverse. Ciertamente había comido demasiado y no estaba en condiciones de caminar. En ese momento llegó a la casa de la abuela un bondadoso leñador llamado Jidanbō que daba la casualidad estaba por esos caminos buscando alimento. El macizo hombre tocó la puerta y esta se abrió sola ya que Tōshirō había olvidado cerrarla con traba. Intrigado el leñador entró al acogedor hogar para ver si había alguien allí.

-Hola ¿hay alguien en casa? - preguntó pero nadie respondía, era todo silencio.

En su mente pasó la idea de que el dueño o dueña del hogar podría estar tomando una siesta. Sin hacer mucho ruido se dirigió a la habitación y allí descubrió al lobo tirado en el suelo, sin fuerzas para moverse. Este miró al leñador fijamente tratando de asustarlo mientras que decía

-Te comería leñador pero ya estoy lleno, así que aprovecha para irte antes de que me recupere.

-Tú y cuantos más lobo asqueroso, por eso te voy a partir en 2, dijo el leñador sin titubear y tomando el hacha entre sus manos atacó al lobo que solo pudo quedarse viendo como llegaba su triste final. Fue entonces que, del cuerpo sin vida del animal salió Tōshirō junto a su abuela, quien estaba inconsciente.

-Muchas gracias -dijo el niñito al valiente leñador.

-En verdad tuvieron suerte de que yo pasara por aquí.

-Dígame señor ¿es usted un cazador?

-No, soy un leñador.

-Muy bien señor leñador, ¿hay algo que pueda hacer para mostrarle mi aprecio?

-Quizás algo de comer ya que hace días que no cómo.

-Mmmm lo siento, creo que el lobo ya se comió lo que había traído para mi abuela.

-Entonces podrías hacerme un pequeño... favor, dijo el leñador con una mirada lasciva y deseosa de otra cosa.

El chiquillo luego de pensarlo entendió a qué se refería. Por supuesto que una comida no era suficiente recompensa por lo que había hecho el gran hombre, alto y musculoso, por eso sintió la necesidad de hacer algo más grande por su salvador. Así y todo había que entender al leñador, era un solitario viajero que hacía tiempo no estaba con alguien y Tōshirō parecía ser el indicado para calmar esas ansias. Sin perder tiempo Tōshirō se acercó frente a él (no tuvo que arrodillarse pues Jidanbō era muy alto y su rostro quedaba justamente donde debía de ser), desabrochó sus pantalones y los dejó caer para que este esté más cómodo. Jidanbō seguro podía conformase con ese agradecimiento, que era más de lo que esperaba. Luego suspiro de placer cuando su pene entró en la pequeña boca de Tōshirō, que lo albergaba con mucha suavidad y lo trataba con sumo cariño. El en aquel momento emprendió el típico movimiento cuando se hace una felación, solo que esta vez también acariciaba los testículos (que eran más grandes que los del señor lobo, si señor). Su cabeza iba de atrás hacia adelante con mucha velocidad, se podía decir que era todo lo que hacía. El leñador no podía evitar moverse hacia adelante para meter su hombría más adentro de esa boca tan deliciosa que lo envolvía. Entretanto se escuchaba el chapoteo que causaban ambos, el sonido que llenaba la habitación slup! slup! cada vez más fuerte, era fantástico. Tōshirō anhelaba poder sentir de nuevo un pene dentro de él como lo había hecho con el lobo, por eso le urgía las ganas de terminar de chuparlo para pedirle amablemente que se lo meta. En cierto momento el leñador se puso duro como una piedra y con su respiración entrecortada chilló

-¡Toma! ¡¡Siente el jugo de mi amor!!

Tōshirō no entendió lo que estaba pasando, entonces miro extrañado al leñador cuando de pronto el pene que no había dejado de frotar lanzó un chorro de semen directo a su cara, sorprendiéndolo. Luego vino otro y otro más, que ensuciaron su ropa y su ya de por si blanca cabellera. Entonces el leñador más tranquilo y relajado le dijo

-¿Viste que calentita que sale?

-Si señor leñador, estaba muy calentita, míreme, estoy lleno de leche...

Tōshirō tomó su capucha que estaba cerca para limpiarse al menos la cara, ya que no se sentía bien con todo eso chorreando allí. De pronto el leñador lo levantó con sus musculosos brazos, luego comenzó a besarle el cuello pasándole la lengua hasta llegar a su oreja. Tōshirō se derretía de gusto con eso, que le besen la oreja era algo que le gustaba muchísimo. El leñador por otro lado comenzó a pellizcarle los pezones por sobre la ropa con mucho descaro, entonces Tōshirō puso las manos en el pecho de Jidanbō para apartarse un poco y le dijo

-Espere señor leñador, déjeme quitarme la ropa para que usted pueda acariciarme mejor.

-Está bien niño, pero apúrate antes de que despierte tu abuelita.-dijo Jidanbō bajándolo.

Claro que sí.

Con algo de esfuerzo pero con muchas ganas Tōshirō se quitó su playera negra que estaba todavía manchada en la parte de adelante y sus pantalones junto con su ropa interior solo quedándose con sus calcetines. El leñador vio el cuerpo de ese hermoso e impulsivo niño, entonces con toda sinceridad le dijo

-Estas como para comerte niño.

-¿Usted cree señor leñador, quiere tocar? - preguntó Tōshirō pícaramente.

-Por supuesto que sí.

El leñador entonces cargó de nuevo a Tōshirō, con sus grandes manos, bajo su cabeza hasta el pecho del chiquillo y chupó los rosados pezones que sobresalían duros y parados. Tōshirō cerró los ojos y se dejó hacer mientras que suspiraba para liberar el encanto en el que estaba atrapado.

-Ah aah mmmmmmm si señor leñador, siga por favor ahhhh

Repentinamente Tōshirō sintió que algo le estaba rozando sus piernas como si tuviese vida propia, entonces miró hacia abajo y vio el pene del leñador que se erguía orgullosa y dura. Tōshirō muy seguro de lo que quería sintió que había perdido la tolerancia y comenzó a ilusionarse con ese gran mástil.

-Métamela por favor señor leñador que lo necesito... - suplicó.

El forzudo hombre no se hizo esperar y con su mano empezó masturbar y a preparar a Tōshirō.

Aprovechando de que Tōshirō era pequeño podía hacer las 2 cosas al mismo tiempo con una sola mano y no tardó mucho en sentir la creciente excitación del peliblanco, y usando el líquido pre seminal logro empezar a lubricar su entrada. Mientras lo frotaba escuchaba la música de los gemidos del muchachito, ciertamente el momento estaba por llegar. El leñador debía esperar hasta que el niño pudiera tolerar al menos 3 dedos, para que su pene no le haga daño alguno. En cambio Tōshirō no veía la hora en que deje de tocarlo para que de una vez por todas le hunda su orgullo sin escrúpulos. Repentinamente él lo animó diciendo

-Así mi amor, abre las piernitas, déjame verte mejor, que  linda cosita que tienes allí.

-Vamos señor leñador, no juegue más conmigo y hágame feliz de una vez.

-Prepárate entonces nene, porque allá voy.

-Oh sí, métamelo, métamelo todo adentro.

El leñador tomó los muslos del chiquillo abriéndole las piernas en un split y dejó que él lo enterrara. Tōshirō tomo el pene de Jidanbō lo fue metiendo de a poco hasta que se le acabó la paciencia como un niño que abre un regalo, entonces dejó que la gravedad actuara dejando caer al niño en su hombría empalándolo. Tōshirō sintió como aquel martillo de carne se le clavó hasta el fondo. Ambos gimieron de placer y algo de dolor, pero no importaba porque el placer era mayor.

-Uy señor leñador, que bien me hace sentir con eso suyo... ¡aaahhhh...! digame ¿le gusta cómo me muevo...? - preguntaba Tōshirō al dichoso leñador mientras subía y bajaba sosteniéndose de los fuertes brazos de Jidanbō.

-Si pequeño, te mueves muy bien, estás muy apretado.

-Qué bueno que se sienta así señor leñador ¡aaahhh! ¡Qué placer! Por favor acuéstese en el piso

Jidanbō obedeció y dijo: jeje cabalgaras?

Tōshirō no respondió solo empezó a moverse, Jidanbō no se iba aquedar atrás y empezó a masturbar al chiquillo

Él observó a Tōshirō y al ver su cara perlada por el sudor, relamiéndose los labios y aun con una expresión de placer e inocencia, sintió que no podía contener más la eyaculación, vaya eyaculación.

-Perdón pequeño... ¡NO PUEDO AGUANTAR MÁS TIEMPO!

Tōshirō no quería responder, pero también estaba a punto de acabar gracias al gran miembro que estaba llenándolo por completo. Entonces su firme cuerpo se puso totalmente tieso y sintió como se desmayaba mientras que venía el orgasmo, junto con el del leñador

-¡TOMA, TOMA! ¡TOMA MI LECHE! ¡¡TOMALA BIEN ADENTRO TUYO!!, exclamó el leñador.

-¡OOOH! SIENTO COMO ME LLENA DE CREMA CALIENTE!! ¡AAHH! ¡QUE CANTIDAD DE LECHE ME ESTA HECANDO SEÑOR LEÑADOR! ¡¡¡AAAAH!!! ¡¡¡ME ESTOY CORRIENDO, ME CORRO!!! ¡MMMMMM, AAAHHHH!- la cantidad de semen fue tal que Tōshirō salió expulsado lejos del miembro del leñador como si fuera un corcho.

A estas alturas Tōshirō lloraba del placer que estaba sintiendo, mientras que el leñador seguía inerte en el piso. Enseguida después del orgasmo Tōshirō se quedó quieto en el piso tratando de recuperar fuerzas. Entonces cuando recupero la lucidez se dio cuenta de que había caído muy cerca de su abuela y podía despertar en cualquier momento. Con algo de miedo a ser descubierto le dijo al leñador

-Señor señor, apúrese que mi abuela no tarda en despertar, no creo que nos quiera encontrar así.

-Tienes razón.

El leñador se levantó apurado, totalmente satisfecho por el trato de Tōshirō.

-Tengo que darle las gracias de nuevo por los gestos que a tenido hacia mí señor leñador, en verdad me sentí muy a gusto - habló Tōshirō.

-No pequeñín, eres tú quien me ha hecho sentir muy a gusto, gracias - respondió el leñador.

Tomó sus ropas, su hacha y se marchó contento de la casa no sin antes despedirse. Luego de unos minutos la abuela despertó y se encontró con su dulce nieto a su lado (quien ya se había vestido nuevamente)

-¿Qué pasó shirō-chan?, preguntó perdida.

-Tuvimos suerte abuelita, un leñador muy bueno pasó por aquí y mató a lobo antes de que terminara de masticarnos.

-Dime hijito, ese leñador ¿todavía está aquí?, quiero darle las gracias por tan grande favor.

-Oh no, ya se marchó abuela. Pero no te preocupes, que yo le di las gracias por ambos... dijo con doble sentido, sabiendo que la abuela no debía enterarse de lo que había sucedido allí. Miren si se lo contaba a su madre, ¡en que líos lo metería!

Notas finales:

Y listo que les pareció, Un detalle imaginen a Jidanb? de un tamaño mas o menos estandar pero grande, no colosal como es en el anime y el manga.

Bueno por hoy me despido nos vemos la proxima semana.

y ya saben cualquier duda chisme o comentario haganmelo saber y les respondere lo mas repido que pueda.  

 


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