Pero no todo en la vida es tan malo.
Bueno, tomando en cuenta quién eres.
Había una maternidad en Horace llamada Sunshine&Glass, bonito nombre para el lugar en donde vas a nacer. Era la fija clave de la esperanza para los padres no muy afortunados y los afortunados también. Digo esto porque la mayoría de sus pacientes eran personas que por algún motivo quedaron estéril y esta clínica tenía un programa ocho de diez en la efectividad de sus tratamientos de fertilidad.
Las solitarias parejas entraban tristes e ilusionados y salían con hijos, siendo excelentes padres.
Todas estas personas tenían dinero saliendo de los oídos y estos tratamientos eran muy costosos por supuesto. Aquel que naciera allí era un ser muy afortunado. Además de tener padres pudientes y un futuro brillante esperándole, eran deseados, amados, anhelados. Traídos por deseo propio y no por simple coincidencia de la copulación.
Qué lindo era nacer ahí... Porque a esos niños, la vida nunca les golpeaba.
En la primera habitación del tercer piso, un pequeño era símbolo de toda aquella grandeza que reflejaba nacer en Sunshine&Glass.
Lo primero que vio la luz del sol fue su hermoso rostro, una pequeña nariz puntiaguda y bonitos ojos. Su llanto fue un baño de alegría y un llanto feliz para sus padres que por mucho, muchísimo tiempo lo intentaron.
Eran jóvenes. Su padre arquitecto y su madre profesora aunque no ejercía. De esas personas que casi nunca existen. Ella tuvo un problema y durante sus años de matrimonio, ningún bebé lograba ver la luz de la vida después de los tres meses.
Todos se iban tan rápido como vinieron. Y se llevaban las lágrimas de ambos tanto como sus vidas, su tiempo. Les llenaba de dolor cada vez. Pero su perseverancia fue más grande, y que su esposo estuviera con ella, le ayudaba a superar todo lo que fuera. Juntos vieron el paso el dolor al fin desaparecer de la joven señora ahora madre.
Así eran las parejas en Horace y Sunshine&Glass.
Y así eran sus hijos. Por eso su llanto fue feliz.
Nació blanco, con respiración perfecta, sano, piernas largas... Las enfermeras y todo el cuerpo de médicos aplaudieron. El caso de este recién nacido comenzaba siendo complicado y acabado siendo todo un éxito, una proeza médica considerando el estado anterior de su madre. Por consecuencia, la madre no sufriría vestigios o nada por el estilo. En unos días regresaría a casa triunfante a retomar su vida con su nuevo angelito.
Era como un milagro ¿no?
A él le esperaba una vida que cualquiera quisiera vivir.
Su madre le puso el nombre del padre de su esposo como agradecimiento y muestra de amor. Sumando que el médico les dijo que su hijo irradiaba belleza y buen augurio, naciendo cerca del nuevo año.
“Jung Hoseok.”
Un niño radiante, amado, con un futuro próspero esperándolo y probablemente alguna celebridad futura o tal vez prodigio.
Un sol. Un ángel.
Hay gente que nace con suerte y la estrella marcada en la frente.