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-Hybrid pet- [TodoDeku] por PandaZorro

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Resoplo mientras pasaba de página, la lampara de noche en su mesa auxiliar se encontraba encendida, su despertador marcaba las una y cuarenta de la madrugada, Shouto descansaba aferrándose a su costado y mientras tanto, su persona, se centraba en su texto de estudio.

La suave respiración del menor, ya no tan pequeño, en su costado le tranquilizaba, pero no lo suficiente, en un par de horas tendría su primer examen de tres, los tres últimos exámenes para acabar el año.

Debería irse a dormir, pero se sentía completamente incapaz de cerrar el libro y acurrucarse en el confort de sus sabanas, sentía que no estaba preparado para rendirlos, que aún le faltaba para repasar, que alguna pregunta le pillaría y ahí es donde todo se borraría de su mente dejándole en blanco a mitad del examen reprobándolo arruinando por completo sus posibilidades de ingresar a la universidad.

El simple hecho de pensar aquello le creaba un nudo en el estómago, nudo que le imposibilitaba cualquier ingesta de alimento, ante esto durante la última semana ha estado viviendo a base de agua y algunos trozos de pan, cosa que a su madre le preocupaba al igual que Shouto.

Paseo su mano por sus ojos en un afán de quitar el sueño, pero era una tarea inútil, leyendo la última página marcada se dejó caer olvidando apagar la luz y soltando el libro, el cual se deslizo entre la colcha cayendo al suelo abierto en una página al azar.

Simplemente su mullida cabeza toco la almohada y cayo rendido en los brazos de Morfeo, soltando un suave suspiro para irse al mundo onírico.

 

 

Shouto abrió levemente sus ojos fijándolos en el peliverde a su lado, descansando finalmente sin aquel libro, podía ver la tenue luz iluminar su rostro muy suavemente, se sintió tentado en pasear sus ahora dedos por la mejilla del otro, acariciar esos puntitos bajo sus orbes esmeraldas, los labios que cada vez se le hacían más llamativos.

Se acurruco aún más en el cuerpo del otro, ya no era tan pequeño y no cabía en el pecho de Izuku como antes, pero aún conseguía acurrucarse en ese espacio cálido que tanto adoraba, inundándose con el amado olor del peliverde.

 

 

La alarma sonó a eso de las seis de la mañana, Izuku abrió los ojos cansado, sentía el ardor en estos y los parpados pesarle, cinco minutos más, estaba tentado a decirlo, acurrucarse abrazando al pequeño bicolor y dormirse tal vez una eternidad, pero no, tenía su primer examen de tres.

Se levanto cuidadoso, despegando los brazos del menor, quien soltó un gruñido, agarrando al conejo para enterrar su nariz en este, ronroneando y volviendo a caer dormido.

Paseo sus manos por su cabello caminando hasta el aramio, sacando su uniforme y ropa interior, la ducha matutina debía ayudarle a despertar, agradecida que estos días les permitieran salir más temprano de lo normal, llegaría a tomar una siesta, tal vez comer un poco, y encerrarse a repasar para el próximo examen, un plan que para su cansadamente le parecía magnifico, en especial la parte de la siesta.

El baño se llenó de cálido vapor mientras la cascada de agua tibia caía por su cabeza empapándole, relajando los músculos agotados, mientras esparcía el champú por los rebeldes cabellos se repetía constante mente las fórmulas para el examen de hoy, cada una de ellas, de forma lenta y exacta para que al momento de aplicarlas no se hiciera un revoltijo, esperaba que no se hiciera un revoltijo.

Al salir, aún rodeado por el vapor, tomo la toalla que descansaba a un lado de la ducha, secándose rápidamente, de forma un tanto dura dejando marcas rojizas, debía secarse rápido y esa era la forma más eficiente que conocía.

Abotonando su chaqueta mientras se dirigía hacia la cocina, Izuku recordó que había dejado tanto el libro como su mochila en su cuarto; se devolvió hasta este, abriéndolo y buscando la llamativa mochila amarilla y el abandonado libro en el suelo, aún lado de su cama.

Tomo la mochila echando el texto, colgándose en el hombro la amarilla tira, listo para irse hasta que la suave eh infantil voz de Shouto le llamo.

 

 

 

—¿Izuku? —le llamo con su voz un tanto más grave, somnolienta, sus felinas orejas algo más pequeñas que antes se movían en su dirección —¿ya te vas? —pregunto mientras se acomodaba para sentarse y verle.

 

—Sí Shouchan, ya tengo que irme, puedes volver a dormir si quieres —Dijo cálido, con su voz algo ronca por el sueño en su sistema.

 

 

 

El menor bicolor extendió sus brazos al mayor, quien entendió eso como un abrazo de despedida, se acercó hasta la cama donde descansaba en chico que ya aparentaba un aproximado de trece años, donde le comenzaba a llegar al pecho y el pelaje era casi inexistente, sus orejas se volvieron un poco más pequeñas que cuando era niño y su cola continuaba igual.

Al agacharse para dejar al menor enredara sus brazos alrededor de su cuello, los labios suaves de este chocaron con los suyos, un choque casto que lo sorprendió eh hiso saltar asía atrás, perdiendo todo sueño posible.

Cayo de culo al suelo viendo al menor, que parecía intrigado ante su reacción.

 

 

 

—Ten un buen día —Murmuro para volver a abrazar el peluche y arroparse en la cama como si nada.

 

—¿eh? —Se quedo pestañeando, viendo al menor acostado, cuya respiración lentamente se volvía calma.

 

—¡Izuku, el desayuno esta listo! —llamo su madre desde la cocina despabilándole.

 

—¡Ya voy! —Se levanto afirmando su mochila.

 

 

 

Comió como no había hecho hace días, con el afán de olvidar lo que hace un par de minutos ocurrió ¿por qué Shouto lo habría besado? Debió haber sido un accidente ¿verdad? El niño no puedo haberle besado por qué sí.

Termino su plato y emprendió marcha hasta la escuela, la sorpresa anterior había borrado el rastro de sueño, sueño que ahora comenzaba a volver el doble de tortuoso que antes, sus pasos se volvieron perezosos al punto de arrastrar sus pies por la acera y doblar su postura, caminar cual zombi entre la multitud de personas.

Fue hasta que estuvo a un par de cuadras del instituto cuando vio al resto de estudiantes, en un estado similar o pero que el suyo, y algunos afortunados que se veían frescos, completamente descansado, como su compañera Momo, la cual iba bajando del auto que la venia a dejar cada mañana.

Se dirigió hasta el portón encontrándose con una perezosa Uraraka, quien masticaba sin ganas lo que creía era una rebanada de pan, podía ver as migajas caer de su boca. Saludo con su mano a la cansada chica, sus ojos eran enmarcados por unas oscuras ojeras, su cabello normalmente bien peinado ahora estaba desordenado, apenas y tuvo tiempo de arreglárselo.

 

Ambos se fueron hombro a hombro hasta el tercer piso, repasando formulas y corrigiéndose el uno al otro, en especial su persona a Uraraka.

El salón estaba en un ambiente igual de fúnebre que afuera, mucho de sus compañeros estaban siendo consumidos por el nerviosismo, Mina junto con Kyoka se encontraban preguntándole a Momo, quien gustosa le respondía cada una de sus preguntas, Mineta lloraba en su asiento mientras jalaba de sus cabellos, rezando por poder pasar, aunque sea con el mínimo.

 

Se despidió de Uraraka deseándole suerte, Iida estaba en su asiento concentrado repasando sus apuntes ignorándolos por completo. Se fue hasta su propia banca, dejando caer su cuerpo en la silla, los cabellos ceniza de Katsuki fue lo primero que vio cuando levanto la vista, su típica postura relajada que tenía le daba un tanto de envidia.

Debian esperar a que llegara su maestro, a que cruzara esa puerta con los exámenes bajo el brazo y su rostro muerto. Dejo caer su cabeza entre sus manos cruzadas en el escritorio, sentía el tiempo como un cronometro, cada segundo que pasaba era el tiempo acabándose antes de que los exámenes comenzaran, solo eran tres, tres exámenes que resumían lo aprendido, aun así, esos tres exámenes podían simplemente dejar a uno en la ruina.

Soltó un leve jadeo al escuchar la puerta corrediza abrirse, los pasos perezosos y lentos resonando contra la madera del salón, las sillas siendo movidas y los pasos apresurados de sus compañeros, las hojas siendo golpeadas contra el escritorio de su maestro.

Levanto la cabeza sintiendo los mechones verdes cubrirle los ojos, se los hizo a un lado tomando una bocanada de aire, enfrente estaba su maestro con su rostro de póker, los ojos resecos inspeccionaban el salón.

Soltó un suspiro antes de dirigirse a ellos.

 

 

 

—Guarden sus libretas y saquen sus lápices —informo con su voz casi rozando lo escalofriante.

 

 

 

Los exámenes finales habían comenzado.

 

 

 

 

—Continuara—


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