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Una sonrisa es su espada. por hokagay

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Sentado sobre la cubierta del barco bajo la sombra del árbol, con las manos detrás de su cabeza y con los ojos cerrados, Zoro escucha el alboroto que parece siempre acompañar a todas partes a la pequeña banda pirata. Robin y Nami a pedido especial de Wado decidieron que todos deberían ocupar algún lindo peinado y han estado en eso toda la mañana. Zoro decidió apartarse del grupo antes de terminar con algún estúpido peinado que Nami decidiera hacerle en venganza por todo el dinero que le debe. Mientras que la risa de Luffy quien espera por su turno parece desaparecer entre el sonido de las olas y las melodías que Brook crea con su guitarra; el espadachín muerde dentro de su boca para no sonreír, pero la sensación cálida en su pecho no desaparece. Ha sido así desde hace un tiempo cada vez que escucha a Luffy reír, quizás más tiempo del que él mismo se atreve a aceptar.


Zoro admitió sus sentimientos en una isla deprimente que parece no conocer la luz del sol, con su cuerpo aun sufriendo las secuelas de lo que significaba cargar con el dolor de Luffy y a partir de las noticias que llegaron en la forma de su jurado rival, sobre una guerra en la que su capitán había participado con la única intención de salvar a su hermano mayor de una ejecución. Zoro recuerda escuchar la desesperación en su propia voz cuando pregunto sobre lo que había ocurrido en el campo de batalla, el dolor en su pecho que nada tenía que ver con sus heridas y las lágrimas que se negó a derramar cuando escucho sobre el desgarrador resultado de la guerra; lagrimas que no tenía derecho a derramar luego de haberle fallado a Luffy al no haber estado junto a él cuando más lo necesitaba.


Su amor por Luffy fue dejarse caer de manos y rodillas al piso, con heridas que aún no sanan del todo y sangran a través de sus vendajes; mientras inclina su cabeza hasta que su frente toca las frías baldosas del piso y sus espadas que solían ser su posesión más preciada han sido descartadas a un lado, al igual que su orgullo frente al hombre que ha jurado derrotar. Zoro le suplico al mismo hombre que le dio la cicatriz que marca su pecho por una sola razón: ser más fuerte, tan fuerte que pueda ayudarle a Luffy cargar con su dolor.


Esa es su promesa, ser tan fuerte que ni la misma muerte pueda hacer que lo abandone otra vez.  La razón por la que blande sus espadas una vez más hasta que el enemigo sea derrotado y no estorbe en el camino del futuro rey pirata.


– Luffy, quédate quieto – pide Robin. Zoro abre su único ojo para observar a Luffy, quien está sentado en la posición de loto mientras Robin le trenza el cabello – ahora solo me faltan las flores


– Quiero las mismas flores que Brook – pide Luffy, moviéndose hacia los lados mientras sujeta sus piernas –


– Elegí unas especialmente para ti – dice Robin, llamando la atención del capitán quien asiente. Robin coloca las pequeñas flores entre el cabello ya trenzado en forma de una corona en la cabeza de Luffy – Estas pequeñas flores se llaman clemátides, crecen en un arbusto y la primera vez que las vi en la base de los revolucionarios, supe que iban perfecto contigo.


– Gracias, Robin – dice Luffy, tocando de manera delicada debajo de donde una de las pequeñas flores se encuentra – utilizaste flores de tu jardín para todos


– Sí, pero eran flores que necesitaban ser podadas de todos modos – responde Robin, sonriendo al capitán –


– Luffy y yo tenemos el mismo peinado – celebra Wado, descansando su mejilla sobre el regazo del hombre de goma –


– Creo que el de Kitetsu es genial – dice Nami – va con su estilo


– Solo lo dices porque tú lo hiciste – señala Ussop, cuyo cabello solo fue adornado con una flor amarilla –


– ¿Y qué hay con eso? – pregunta la pelirroja navegante, cruzándose de brazos como esperando a que el tirador diga algo malo. El pelo de Nami ha sido atado en una alta coleta con una corona de flores azules sobre su cabeza –


– Por eso digo que quedo bien – murmura Ussop –


– El de Chopper-san es muy tierno – dice Brook – sus cuernos están decorados con enredaderas de flores


– Aun no puedo creer que hasta el estúpido cocinero haya aceptado que Nami le adornara el pelo – dice Kitetsu, negando con la cabeza. Él mismo se resistió al principio, pero las órdenes del capitán son absolutas y tuvo que ceder–


– Él fue el que más rápido acepto – dice Ussop, negando con la cabeza – Haría cualquier cosa que Nami o Robin le pidan.


– Las flores de Franky-dono van bien con el color de su cabello – dice Shusui, cuyo peinado fue respetado y solo decorado con flores lilas –


– Oh, Zoro está despierto – Dice Wado, mirándolo directamente y señalándole que se acerque– ¿No se ve lindo Luffy?


Zoro solo mira a Wado, cuya sonrisa engreída le indica que este era el motivo detrás de su repentino deseo de querer que todos tuvieran peinados y debe haberse confabulado con las dos brujas de Nami y Robin. Así que Zoro como el hombre valiente que es, hace un sonido parecido a un gruñido mientras asiente con la cabeza y mira en otra dirección, evitando mirar al capitán. El resto de sus nakamas silban y hacen vitoreos, algunos incluso fingen limpiarse invisibles lágrimas al estar orgullosos de él al haber admitido lo que piensa.


– ¿De verdad? – pregunta Luffy, a lo que un sonrojado Zoro vuelve a asentir. Es en cuestión de segundos que el aire es expulsado de sus pulmones cuando Luffy cae sobre él como un proyectil humano de goma – ¿Me veo bien?


– Juro que te matare un día de estos, Luffy – dice Zoro con la respiración entrecortada – Y te verás mejor cuando eso ocurra


– ¡Eso no fue súper romántico, Zoro! – abuchea Franky –


– Es un bárbaro – dice Nami –


– Te ves bien – murmura Zoro, lo suficientemente alto para que solo Luffy lo escuche. Los brazos del capitán se envuelven alrededor de su cuello en un abrazo, antes de que Luffy se siente totalmente sobre su regazo, tome una de las flores de color blanco que tiene en el cabello y la ponga entre el cabello de Zoro.


– shishishi, Zoro parece un arbusto con su cabello verde – dice Luffy, su mano descansa en la mejilla de Zoro mientras lo observa a los ojos, antes de sonreírle una última vez y ponerse de pie –


– ¡El almuerzo está servido! – Grita Sanji, apareciendo brevemente en la puerta del comedor para volver a entrar de inmediato –


– ¡Ya tenía hambre! – dice Luffy, estirando su brazo para sostenerse del barandal del segundo piso y entrar de los primeros al comedor –


Nami niega con la cabeza ante las acciones del capitán, para también entrar al comedor, el resto de la tripulación sigue su ejemplo y caminan a su propio ritmo. Mientras que Shusui, Wado y Kitetsu se empujan entre si y corren por la cubierta hasta las escaleras para ver quién será el que llegue primero y sea el afortunado de sentarse junto a Luffy durante la hora del almuerzo.


Zoro toca delicadamente la flor que hay en su cabello antes de bufar y ponerse de pie, dirigiéndose a paso perezoso en la misma dirección que sus amigos.


...


El almuerzo del día es dos opciones distintas de lo mismo: pasta con albóndigas o pasta con mantequilla y camarones. El menú es bien recibido, como todas las comidas que el cocinero suele preparar y las bebidas son jugos naturales de las frutas que consiguieron en la última isla.


– ¿Luffy-san? – Dice Brook, intentando llamar la atención del capitán – Luffy-san


– Luffy – dice Wado, jalando insistentemente la chaqueta del capitán quien en su afán por comer no toma atención al músico –


– ¿Ah, Brook, quieres darme tu comida? – pregunta Luffy, sorbiendo los fideos –


– ¡Hay más comida, pozo sin fondo! – Advierte Sanji – ¡Deja que brook coma tranquilo!


– Quería hacer una pregunta – dice Brook, tomando un trago de su vaso de zumo–


– Me encantan estos almuerzos que terminan en alguien revelando algo que no sabíamos – dice Nami, para luego limpiar su boca con una servilleta –


– Es porque eres una bruja entrometida – murmura Zoro, llevándose el tenedor a la boca –


– ¿Qué fue eso? – Pregunta Nami, poniendo su mano derecha alrededor de su oreja, como si no hubiera escuchado del todo bien – ¿fue ese el sonido de un hombre que quiere que triplique su deuda?


– No dije nada – dice Zoro –


– ¡Eso es lo que creí! – dice Nami, sonriendo de una manera nada amistosa –


– En la bitácora del viaje que Nami-san ha estado escribiendo las historias de la tripulación, estas comienzan desde que ustedes tres se conocieron – dice Brook mirando al capitán, el espadachín y a la navegante – en las bitácoras se explica cómo y en qué lugar cada miembro se ha unió a la tripulación, pero no hay nada sobre como Zoro-san decidió unirse


– Zoro nunca me respondió cuando le pregunte – dice Nami, encogiéndose de hombros. Intento exhaustivamente que el espadachín le diera aquella información, pero se negó –


– ¿No sería mejor preguntarle a Zoro, Brook? – señala Chopper –


– El cabeza de musgo se negara a responder – dice Sanji – ya lo ha hecho antes


– Lo chantajee – dice Luffy, con una orgullosa sonrisa en los labios. Mientras Zoro permanece en silencio, dando bocados a su comida; aunque quisiera nunca podría explicar lo que ese día significa para él y prefiere dejarle el problemático trabajo de responder las dudas de la tripulación al capitán –


– ¿Qué estás diciendo, Luffy? – exige Nami –


– A mí no me sorprende – dice Franky, con los brazos cruzados sobre su pecho y gesto ofendido – No me olvido que me quitaron mis calzoncillos, me hicieron correr por toda la ciudad, desnudo, me agarraron de las bolas y luego de eso dejaron que me uniera


–Tuvimos que presionarte porque no estabas siendo sincero, tú si querías unirte– señala Nami – además, tu vida corría peligro si te quedabas en Water 7 con una recompensa sobre tu cabeza


– No actúes como si te hubiera molestado andar desnudo, ciborg pervertido – gruñe Sanji, dando una calada a su cigarrillo y negando con la cabeza – ni siquiera te importo que hubieran señoritas presentes


– Hey, no me halagues – dice Franky, sonrojado, mientras acaricia la parte trasera de su cuello y mira a un costado –


– ¡No te estoy halagando, idiota! – grita Sanji, perdiendo los estribos –


– ¡Cállense los dos y dejen hablar a Luffy! – Exige Nami, para voltearse al capitán y señalarlo con su dedo índice – Y tú, ahora, habla.


– Zoro se encontraba en problemas, yo le ofrecí mi ayuda a cambio de que se uniera y él puso una condición, eso es todo – responde Luffy, encogiéndose de hombros y llevándose el tenedor con albóndigas a la boca. Todos parecen decepcionados al haber esperado una mejor historia acerca de cómo el leal espadachín se unió al capitán. La mirada de Luffy y Zoro se encuentran brevemente, el espadachín da una pequeña sonrisa y asiente. Sus compañeros no necesitan saber sobre los días de hambre y sed que había pasado hasta ese momento, sobre las constantes golpizas y de su sueño que parecía estar siéndole arrebatado con cada día que pasaba atado en esa cruz.


– ¿Cuál era esa condición? – Pregunta la siempre perceptiva Robin con ambas manos cruzadas debajo de su mentón. Todos observan a Luffy, quien sigue comiendo para no responder la pregunta.


– "Si alguna vez me veo forzado a abandonar mi ambición... ¡Tendrás que pedirme disculpas cortándote el estómago!" – dice Wado, recitando aquellas palabras como Zoro las dijo en su momento. Todos los tripulantes del Sunny la observan boquiabiertos para luego voltearse a observar al espadachín –


– Así que la condición es que Luffy tiene que cometer seppuku si interfiere con tu sueño – dice Robin, más divertida que alarmada por la revelación –


– ¡Eso significaría que la disculpa de Luffy es la muerte! – exclama Chopper alarmado –


– ¡Zoro, eso es algo extremo! – regaña Nami –


– ¿Algo extremo? – Exclama Ussop – ¡Estamos hablando de un suicidio, Nami!


– Es suficiente – dice Luffy, sin siquiera alzar su voz, pero eso es suficiente para que todos guarden silencio – El sueño de Zoro es convertirse en el mejor espadachín del mundo, ha entrenado y luchado durante años por ese objetivo y tiene derecho de querer asegurarse, bajo cualquier circunstancia y costo de que su deseo se cumpla.


– Luffy-san – murmura Brook, impresionado.


– Es lo mismos con sus sueños – dice Luffy, mirando a cada uno de ellos mientras tiene aquella enorme y confiable sonrisa en sus labios – todos ustedes tenían un sueño antes de unirse, empezamos este viaje buscando la manera de hacerlos realidad juntos; es mi deber como capitán asegurarme de que sus sueños se cumplan y hacer hasta lo imposible para que estén a salvo. Ni yo puedo entrometerme entre sus sueños y lo que usted creen es necesario hacer para que se cumplan


Sanji da una calada a su cigarrillo y observa brevemente al estoico espadachín, entendiendo ahora porque Zoro estaba tan empeñado en que Luffy nunca se enterara de lo que ocurrió en Thriller Bark. Aquel día en el que Zoro tomo todo el dolor de Luffy como suyo y casi lo destruyo; aquel día en el que abandono su sueño y las espadas que lo representaban porque decidió que la vida del capitán y el sueño de este valían más que su propia vida. El hombre de goma es impredecible, pero Sanji sabe el valor que Luffy le da a las promesas y si se llega a enterar que Zoro estuvo dispuesto a renunciar a su sueño por su bienestar, no dudara en pagar su deuda.


– Eso también nos ocurre a nosotros, capitán – dice Robin, descansando su mejilla sobre el dorso de su mano mientras observa, con un cariño especialmente reservado para Luffy –


– ¿Qué quieres decir, Robin? – pregunta Luffy, inclinando su cabeza hacia un lado –


– Que tu sueño es también el nuestro – dice Robin, compartiendo una sonrisa cómplice con sus nakamas – Todos esperamos y entrenamos durante dos años, mejorando nuestras habilidades para ser de utilidad para ayudarte alcanzar tu sueño


– Quiero que cumplan sus sueños incluso si yo no estoy– dice Luffy, con el ceño fruncido –


– Es muy tarde para eso, capitán – dice Sanji, extendiendo su mano con el cigarrillo para señalar a Luffy – No podemos ser menos de lo que el rey pirata necesita


– Ustedes... –suspira Luffy, negando con la cabeza, pero no puede ocultar la sonrisa que hay en sus labios –


– ¡Los quiero, chicos!– dice Franky, cubriendo sus ojos con su antebrazo para evitar llorar. Brook le da pequeñas palmaditas en la espalda –


– ¿Luffy, por qué no jugamos a las escondidas? – propone Wado –


– ¡Esa es una buena idea! – dice Ussop, emocionado –


– Entonces está decidido, todos jugaremos a las escondidas – declara Luffy, a lo que algunas voces alzan su queja – eh ustedes, son aburridos


– Es que no sería justo – Dice Nami, cruzando los brazos debajo de su pecho – Robin puede hacer aparecer ojos en todas partes del barco y algunos de ustedes tienen Haki, podrán saber dónde nos escondemos de inmediato o cambiar sus escondites si sienten a alguien a acercarse


– ¡inteligente como siempre, Nami-swan! – dice Sanji, juntando ambas manos mientras contempla a su adorada navegante –


– ¿Entonces si uno de nosotros cuenta mientras el resto se esconde? – Dice Shusui –


– No tenemos Haki – dice Kitetsu –


– ¿Eso estaría bien con el resto? – Pregunta Luffy a sus nakamas, quienes asienten, exceptuando al espadachín quien no está interesada en participar – Entonces, ¿Quién de ustedes tres contara?


– Yo lo hare, Luffy – dice Wado alzando su brazo–


– Gracias, Wado – dice Luffy –


– Después podemos seguir poniéndonos de acuerdo – dice Sanji – Coman, la comida se enfriara


– Esta delicioso, Sanji – dice Robin, cubriendo su boca después de llevarse el tenedor a la boca –


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Luego del esfuerzo en conjunto para hacer las cosas que aún quedaban pendientes para el día, todos estuvieron desocupados como para ocupar lo que quedaba de la tarde jugando.


– Wado contara hasta 100 y tienen ese tiempo para esconderse en cualquier parte del barco exceptuando el Soldier dock system, además no pueden ocupar haki ni los poderes de sus frutas del diablo – dice Nami, repasando las reglas que se habían acordado después de almorzar–


– ¡Si, comencemos! – dice Luffy, alzando los brazos animado –


Wado apoya su brazo contra la madera de la cubierta y descansa su frente sobre este, respira profundo y comienza a contar en voz alta. Los pasos se escuchan sobre la madera de la cubierta mientras todos corren en distintas direcciones del barco, algunos ya con algún lugar donde esconderse en mente. Luffy corre alrededor de la cubierta, subiendo por las escaleras y apresurando el paso hasta aquel pequeño lugar que la mayor parte de la tripulación olvida que existe entre el cuarto de las mujeres y la parte trasera del barco, en su camino encuentra a Zoro descansado contra las barandas, lo toma del cuello de su kimono y lo arrastra con el hasta el cuarto.


El lugar es más apretado de lo que Luffy pensó que sería una vez cierra la puerta detrás de sí, la mano de Zoro se posa de manera natural sobre su cintura y su mejilla descansa contra el pecho de Zoro. Ninguno de los dos puede moverse demasiado debido a las escobas, traperos y otras cosas que hay en el pequeño cuarto donde se guardan los instrumentos de limpieza.


– ¡100! – Grita Wado desde su lugar en la cubierta antes de comenzar a buscar –


– Esto es un poco apretado – dice Luffy contra el pecho de Zoro –


– Maldición, esto es tan cliché – gruñe Zoro, tratando de acomodar su espalda contra la pared –


– ¿Zoro tiene chicles? – dice Luffy, mirando hacia arriba – Eso no es justo, yo también quiero algunos


– No tengo chicles, idiota – se queja el espadachín, mirando sobre la cabeza de Luffy para no tener que mirarlo a los ojos– además te dije que no quería jugar


– Zoro tiene que divertirse con todos – regaña Luffy – Hace tiempo que no jugábamos


– ¿Te hace feliz cuando todos se divierten? – Pregunta Zoro con un tono de voz más suave, intentando no ahogarse con su propia saliva al sentir la nariz de Luffy enterrarse contra su cuello y respirar profundo –


– Cuando los escucho reír o reclamar sé que todos están bien – murmura Luffy contra el cuello de Zoro – Me hace sentir tranquilo, como si pudiera hacer cualquier cosa con tal de protegerlos.


– Eres un gran capitán, Luffy – murmura Zoro contra el cabello de Luffy, su brazo derecho alrededor de la cintura del capitán para mantenerlo cerca cuando siente pasos dentro de la habitación de las chicas – Nunca dudas de lo que se debe hacer o lo que es mejor para la tripulación. Todos confiamos en ti.


– ¿Por qué Zoro está diciendo todas esas cosas? – murmura Luffy, sin poder evitar sentirse avergonzado y morder su labio inferior – ¿te golpeaste la cabeza al entrar?


– ¿Es que no puedo ser amable? – cuestiona Zoro, haciendo un sonido de indignación –


– Tu siempre eres amable, Zoro – responde Luffy, su mano ahora descansa sobre el pecho del espadachín quien teme que Luffy vaya a ser capaz de sentir lo rápido que late su corazón – a tu propia manera intentas también de cuidar de todos nosotros


– ¿y cómo es que cuido de ti? – pregunta Zoro, muy cerca del oído de Luffy. Afuera de la pequeña habitación se escucha los pasos apresurados de algunos de sus nakamas corriendo de un lugar a otro, unos ríen y otros gritan indignados –


Luffy mira hacia arriba, a pesar de lo oscuro del pequeño cuarto puede distinguir los ojos de Zoro que también lo observan y sonríe para sí mismo. Mueve su mano hasta el centro del pecho del espadachín, el corazón de este late fuerte contra su mano y Luffy sabe que el suyo está latiendo igual de rápido.


– Cuando caigo al agua eres el primero en lanzarse detrás de mí para rescatarme – dice Luffy, su mano sigue en el mismo lugar y los ojos de Zoro aún siguen sobre él – Sé que duermes tus siestas cerca de donde yo este para poder alcanzarme de inmediato si eso ocurre; sé que eres quien cubre mis ojos, acaricia mi cabello y susurra que todo estará bien cuando tengo esa pesadilla.


El agarre de Zoro sobre la cintura de Luffy se hace tenso, pero ninguno de los dos se atreve a mirar a otra parte...ambos saben que ya no hay vuelta atrás.


– Sé que cuidas de todos cuando yo no puedo hacerlo, sé que hay cosas que has hecho por mí que no quieres decirme solo para protegerme – dice Luffy, los ojos de Zoro lo estudian y con su mano libre acuna el rostro de Luffy, quien solo se inclina en su toque – sé que aplazaste por dos años tu sueño porque lo pedí y volviste con nosotros después de ese tiempo, aun después de que hice que abandonaras tu ambición por seguir una de mis órdenes.


– Luffy, todos necesitábamos volvernos fuertes antes de viajar por el nuevo mundo...al nivel que estábamos no hubiéramos podido sobrevivir, bueno tal vez tú, el cocinero idiota, Robin y yo hubiéramos podido hacer algo – suspira Zoro, su mano aun descansa sobre la mejilla de Luffy y traga saliva antes de volver a responder – y mi sueño... mi ambición ha cambiado de forma hasta hacerse uno con el tuyo.


– ¿Y eso que significa? – pregunta Luffy, su mano ya no descansa sobre el pecho del espadachín, sino está más bien enterrada en el corto cabello verde. Las pequeñas flores que hay en el cabello del capitán huelen a almendras, el sonido de su corazón retumba en sus oídos y sus manos tiemblan en anticipación.


– Significa que el rey pirata no puede tener nada menos que al mejor espadachín del mundo en su tripulación – responde Zoro y Luffy contiene la respiración. Zoro alza el mentón de Luffy quien entierra los dedos en su cabello, esperando por una señal de que ambos están pensando en lo mismo – y yo no lo querría de otra manera.


Se acercan tentativamente, Luffy humedece sus labios y los dedos de Zoro tiemblan contra el mentón del capitán, quien imita su gesto y se inclina para que sea Zoro quien reduzca por completo la distancia entre ellos. El espadachín maldice entre dientes, las mismas manos con las que blande espadas y ha destripado a más de uno, tiemblan en este momento.


– ¿No vas a besarme? – pregunta Luffy, su pulgar acaricia la mejilla de Zoro –


– Eso intento, maldición – murmura Zoro – yo...


– Esto es algo que tú tienes que hacer, Zoro – responde Luffy, su mano ahora descansa sobre el hombro del espadachín – la decisión es solo tuya


Zoro sostiene el rostro de Luffy con ambas manos, el joven capitán ha cerrado sus ojos en un suspiro y Zoro reduce la distancia entre ellos, casi puede sentir la calidez de los labios de Luffy contra los suyos cuando la puerta se abre de golpe.


– oh – dice Sanji, fingiendo sorpresa mientras apoyan su mano contra el marco de puerta. Zoro puede escuchar el tonito presumido en su voz al haberlos descubierto – ¿estoy interrumpiendo algo?


– Nada de tu incumbencia, perdedor – responde Zoro –


– Franky fue el primero que Wado encontró – dice el cocinero – solo faltaban ustedes dos y Nami-san me pidió que los buscara


– Gracias, Sanji – dice Luffy, saliendo del pequeño cuarto y mirando a Zoro una última vez antes de caminar hacia la cubierta. Sanji espera que el capitán se haya alejado lo suficiente antes de sonreír de manera presumida–


– El viejo truco del pequeño cuarto oscuro– dice Sanji, cruzando los brazos sobre su pecho con orgullo – es poco romántico, pero creo que va contigo


– Te sorprenderá saber que fue Luffy quien me arrastro hasta aquí, – dice Zoro, saliendo del pequeño cuarto mientras acaricia su cuello en vergüenza – pero no es de tu incumbía, si le dices a alguien te matare


– Yo no tengo que decir nada – responde Sanji, alzando ambos brazos a la altura de su pecho – solo espero que hagas feliz al capitán


Zoro se queja en voz baja mientras camina hacia la cubierta tratando de ignorar al molesto cocinero, que nuevamente le da consejos de cómo mejorar su inexistente vida sentimental.


...


Luffy está sentado con sus codos apoyados sobre la barra de la cocina mientras Sanji prepara algunos sándwiches y un licuado para el capitán que tiene su turno en el nido del cuervo como vigía. La cena fue una situación cómica desde la perspectiva de Sanji, fue realmente hilarante para él ver como el espadachín y el capitán se sentaron lejos uno del otro, pero aun así se miraban cuando creían que el otro no estaba viendo.


– Luffy, ¿por qué querías que fuera Zoro quien iniciara el beso? – pregunta Sanji, poniendo una cama de tomates picados en rodajas –


– ¿Cómo sabes eso? – pregunta Luffy, ojos entrecerrados mientras mira con desconfianza al cocinero –


– Es posible que yo estuviera escuchando durante más tiempo del que les hice saber – dice Sanji, encogiéndose de hombros – e interrumpí en el mejor momento porque ese idiota se lo merecía por hacerte esperar


– Debe ser él quien decida besarme porque yo soy el capitán – dice Luffy, a lo que Sanji inclina su cabeza hacia un lado sin entender lo que el hombre de goma quiere decir – Si lo beso y el acepta... sentiría que lo estoy obligando y que solo lo hace porque debe obedecer las órdenes del capitán


– Entonces le estas dando la libertad para que él elija si quiere esto contigo – dice Sanji, impresionado de que Luffy siempre sea capaz de pensar de la manera en que a ninguno de ellos se le hubiera ocurrido – Si Zoro te besa o declara, es por su propia decisión


– Sip – dice Luffy, asintiendo con su cabeza – así es como debe ser


– Tus sándwiches están listos – dice el cocinero, poniendo el plato frente al capitán – ahora ve, y más te vale no asaltar la nevera


– ¡No es como si pudiera hacerlo! – Se queja Luffy, poniéndose de pie mientras le saca la lengua – ¡la nevera aun esta con clave!


Sanji solo niega con la cabeza, pero tiene una sonrisa en el rostro antes de apagar las luces de la cocina. Mañana será otro día y otra oportunidad para que los dos tortolitos de la tripulación pongan en orden sus sentimientos.   


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