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Gotitas de lluvia en mi ventana por MissParnassus

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Notas del capitulo:

Esta vez les presento un capítulo diferente que servirá para conocer un poco mejor al personaje principal. Espero les guste.

Llegué antes que todos, ocupé mi asiento y esperé. Pensaba en Lena y pensaba en Ronny. Ella era la chica perfecta, tenía todo lo que cualquier chico podía calificar como ideal, pero ella no era la chica perfecta para mí.


El problema no es ella. El problema está en mí.


Me quité los lentes y comencé a limpiarlos delicadamente con movimientos circulares de mis dedos a través del pañuelo especial. Se sentía suave y duro al mismo tiempo.


El problema radica dentro de mí. Yo soy quien no puede…


—   Yo soy quien no puede hacer eso, por favor cambien el reto, saben bien que no bebo.


—   Valía la pena el intento —dijo Joy al resto del grupo mientras levantaba la botella de vodka.


—   Además, debe haber alguien sobrio o no sé qué pasaría con ustedes —mencioné a modo de broma para aligerar un poco mi reciente rechazo.


—   De acuerdo, de acuerdo. Joy sólo piensa en beber —mencionó Enzo avivando el fuego de la fogata—. Si no quieres beber, no podemos obligarte, pero no vinimos hasta aquí, lejos de la ciudad para…


—   ¿Para portarnos bien? —interrumpí.


—   No es lo que quise decir —soltó una risilla casual que encajaba perfectamente con su personalidad sobria—. Estamos aquí para despedir esta etapa de su vida, para compartir y disfrutar y, aunque no bebas, deseo que te liberes de las ataduras que tan intensamente te impones.


—   ¡Adiós a las ataduras! —declaró Joy.


—   ¡Adiós a las ataduras! —gritaron al unísono los demás. Yo me limité a sonreírle a Enzo mientras alzaba una rama de las que estábamos usando para asar malvaviscos.


El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis recuerdos.


—   Oh, Hansel, ¿qué hace aquí? —preguntó el profesor de deportes— ¿no le informaron que hoy debió venir más tarde?


Recordé el memorándum que nos hicieron llegar la semana anterior en el cual informaban la ausencia de algunos profesores a causa de un congreso, y se solicitaba asistencia a partir de la tercera clase.


—   Sí, disculpe, lo había olvidado —sonreí.


—   Al menos se encuentra usted dentro del aula. Al parecer descenderá la temperatura —comentó antes de marcharse, cerrando la puerta tras de sí.


Sin duda ya podía sentirse cerca el invierno. Afortunadamente estaba acostumbrado al clima frío, pues en el norte cada año helaba y caía nieve. Los bosques se cubrían de blanco y las carreteras eran cerradas. Por suerte, durante aquel campamento tuvimos buen clima.


—   Entonces, ¿todos tienen sus linternas? De acuerdo, ahora formaré los equipos —dijo Avi mirándonos con emoción—. Yo me quedaré aquí, en el campamento, cuidando que el fuego no se apague y protegiendo nuestras pertenencias de los lobos.


—   ¡¿Hay lobos?! —gritó Joy, abalanzándose sobre Glenn.


—   Por supuesto que no hay lobos, Joy. Quería ponerle emoción al asunto.


—   Creo que tiene suficiente emoción, Avi —declaró Glenn divertido.


—   En fin. Les aseguro que los peligros son mínimos. Yo misma he explorado los alrededores esta mañana, cuando oculté las esferas. Si llegan a tener algún contratiempo, dirijan su láser hacia el cielo y todos acudiremos al llamado. Sobre las esferas, son cinco para cada equipo, y ya que ustedes dos están juntos, les encomiendo buscar las de color verde.


—   Entendido. Vamos, Joy —dijo Glenn tomando a la chica de la mano—. Seremos el equipo ganador.


—   El siguiente equipo será… —Avi me miró con complicidad. Sabía que me sentía atraído hacia Enzo, y que él era la razón por la cual me encontraba ahí. La miré con súplica y ella sonrió— ¡Hansel y Enzo!


—   Está decidido. Será mi privilegio explorar este bosque a tu lado —sujetó mi mano simulando una reverencia caballeresca. Agradecí que esa fuera una noche sin luna y que la única luz que nos iluminara fuera la de la fogata, pues estaba seguro de que mi rostro se volvió del color de las llamas.


—   Buscarán las esferas azules, mientras que Bug y Lili irán por las amarillas. Deberán traerlas todas o no podrán ganar, aunque lleguen primero.


—   Entendido, Avi —dijo Lili al alejarse con Bug en el sentido opuesto por el que se fueron Joy y Glenn.


—   ¿Nos vamos? —preguntó Enzo.


De pronto me sentí encerrado, atrapado. Me dirigí a la parte posterior del salón de clases, a los casilleros, para buscar la bufanda que me había regalado Lena. Se sentía suave en mi cuello. Dejé la mochila en su lugar y salí a caminar a los jardines.


—   ¿Temes perderte? —pregunté al fin.


—   Para nada. Avi y yo solíamos acampar en esta zona cuando éramos niños.


—   ¿Campamentos familiares?


—   Podría decirse que sí. A nuestro padre le gustaba traernos cada vez que volvía de viaje, pero nuestra madre jamás quiso acompañarnos. Creo que ella no tomó tan bien el divorcio como él.


—   Oh, vaya. Lo siento —me disculpé al instante, agachando la cabeza.


—   ¿Por qué?


—   No era mi intención hacerte hablar de eso.


—   Son buenos recuerdos. Tal vez mis padres no llevaron una buena relación entre ellos, pero sí la llevaron con nosotros, ¿o acaso Avi te ha dicho lo contrario?


—   ¡Oh, no! Para nada. Avi es una persona muy amable. Sé que no nos conocemos hace tanto tiempo, pero puedo decir que es una persona madura y que parece ser una persona feliz.


—   Qué curioso —sonrió—. Avi es una chica, una joven de tu edad, pero no dejas de referirte a ella como persona.


Su observación me dejó pensando unos minutos. ¿Por qué era eso algo curioso? Seguimos avanzando en silencio, buscando con las linternas algún tipo de destello. Se suponía que las esferas eran de plástico delgado y que emitían un algún brillo debido a luces led en su interior.


Tras un momento de búsqueda en vano, Enzo vio a lo lejos algo que atrajo su atención. Nos acercamos y buscamos entre la maleza. Había una pequeña esfera de aproximadamente diez centímetros de diámetro que emitía una luz amarilla.


—   No es nuestra —declaró decepcionado.


Hasta ese momento tuve la oportunidad de apreciarlo con detenimiento. Su cabello, medianamente largo, era un poco más oscuro que el de su hermana, pero aun así podía considerarse bastante rubio; los ojos color verde claro enmarcados por unas cejas pobladas, y el perfil se completaba con unos labios gruesos y rosados.


De pronto, escuchamos unas risitas cercanas que se acercaban. Iluminé en todas direcciones hasta encontrar la fuente del sonido.


—   Sólo son Lili y Bug —concluí.


—   Pues les acabamos de hacer un gran favor.


—   ¿Les darás la esfera?


—   ¡Eh! ¡Son los amantes ocultos! —gritó Bug


—   ¿Interrumpimos algo? —preguntó Lili al llegar a nuestro lado.


—   No digas tonterías, ellos son amigos —dijo Bug.


—   Todos somos amigos —acotó la chica.


—   Somos un grupo de buenos amigos —Bug me miró— Y Hansel, el desconocido Hansel.


—   Vamos, no te pongas pesado —espetó Enzo.


—   No, no. Yo quiero conocer al misterioso Hansel —me sujetó el rostro acercándolo al suyo. Pude oler el alcohol en su aliento. Al parecer había estado bebiendo bastante durante la búsqueda —. Hansel, Hansel, déjame conocer todos tus secretos.


—   Suficiente, Bug —Enzo alejó al chico alcoholizado de mí—. Esto es suyo.


—   ¡Gracias, Enzo! Con ésta ya sólo nos falta una. ¿Cómo van ustedes?


—   Vamos bien, Lili —se limitó a responder Enzo.


Tras deambular por los jardines un rato, sentí que el clima comenzaba a cambiar, tal como el profesor lo predijo, así que me dirigí a la biblioteca. Saludé al personal, busqué una novela ligera y me acomodé en uno de los sofás de la solitaria sala de lectura. Recorrí las manchas de tinta una y otra vez, sin hacer siquiera un intento por razonar el contenido. Mis pensamientos seguían en el pasado.


—   Con ésta ya van cuatro.


—   ¡Tal vez lo logremos después de todo! —declaré mientras bajaba de la rama del árbol donde había obtenido la esfera.


—   ¿A dónde deberíamos ir ahora? —Enzo me tendió la mano, misma que acepté torpemente— ¿Lograste ver algo?


—   Creí ver un claro en aquella dirección —señalé un punto a su espalda. Tal vez haya algo.


—   De acuerdo, vayamos.


Llegamos sin contratiempos. Se trataba de un sitio plano, sin árboles en varios metros a la redonda y cubierto por una alfombra de hojas. Noté cerca una enorme roca que sobresalía por su altura, así que me dispuse a treparla.


—   No recuerdo este lugar. Andemos con cuidado


—   ¡Enzo! Hay una esfera azul ahí, en medio del claro, entre aquellas hojas —notifiqué desde la parte más alta de la roca.


—   Iré por ella.


—   Yo puedo hacerlo, sólo son un par de metros de altura —. Salté hacia el campo con la firme intención de llevar a Enzo a la victoria, pero mis pies no tocaron el suelo, sino que se desplazaron a través de él; vi pasar las hojas frente a mí para después sentir que tragaba agua. No era un claro, era un cuerpo de agua cubierto por el verdor del bosque.


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