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Los demonios de la noche. por Seiken

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Aspros veía la batalla entre Kanon y Defteros, el pintor esforzándose para proteger a su conejito, que les veía en silencio, sin moverse. 
 
Había visto el dolor de su amado, de los tres conejitos, pero en especial de este pobre chico que le veía como un demonio salido de una pesadilla que no parecía terminar nunca.
 
Defteros tenía la fuerza para vencer a Kanon, ahora que la madre de los monstruos había sido liberada, pero, una criatura del abismo pantanoso era demasiado fuerte y su hermano, comenzaba a perder el control de sus emociones, necesitaba ayuda. 
 
-¡Muere! 
 
Grito de pronto, saltando en dirección de aquel combate, para aferrarse al cuerpo de su enemigo, mordiendo su cuello, despedazando la carne con sus dientes con un movimiento traicionero, escuchando un alarido de su amado, que veía la sangre de su pintor caer al suelo, formando un charco inmenso a una velocidad inusitada. 
 
-¡Kanon! 
 
Ese grito de dolor inimaginable hirió su alma, mucho más al ver que su conejito corría para sostener el cuerpo de ese mentiroso. 
 
-¡No, Kanon! 
 
Volvía a gritar una y otra vez, llorando, sus ojos blancos, ligeramente perdidos en el abismo de la locura del que no podría escapar nunca. 
 
-¡Kanon! ¡Kanon! ¡Kanon! 
 
Aspros frunció el ceño mirándole con desagrado, sin comprender porque lloraba sin control.
 
-¡No! ¡No! 
 
Defteros se relamio los labios, riéndose de la desesperación de Radamanthys, que abrazaba el cuerpo de Kanon en el suelo, su mirada casi pérdida. 
 
-Ahora sólo tengo que liberarte de esa dolorosa existencia y volverás a nacer, para hacerle compañía a mi dulce hermano, a mi sol. 
 
Aspros negó eso, cerrando los ojos, llamando la atención de su hermano menor, que volteaba extrañado, pensando que le ordenaria proteger a su conejito, traerlo a su lado. 
 
-No, hermano, tu puedes matarlo, pero ya no quiero un conejito... solo tú me quieres, solo tú me amas. 
 
Defteros está vez jadeó, de tan sorprendido que estaba, mirándole fijamente con una expresión indescriptible, con una felicidad que no podía ocultar. 
 
-Asi que... me quedaré a tu lado. 
 
Radamanthys veía ese intercambio en silencio, sus ojos blancos, perdidos, su expresión desencajada, mirándole fijamente, preguntándose porque matar a Kanon, si ya no deseaba estar a su lado, porque ser tan cruel, tan innecesariamente cruel. 
 
-Ven a mi Defteros... ven con tu hermano, con tu sol. 
 
La madre de los monstruos estaba lejos, buscando la manera de alimentarse del mismo Hades, que crecía en el vientre de la esposa de su hijo menor, abandonando a Defteros y a él, en las manos de los gemelos del abismo. 
 
-Aspros... 
 
Defteros pensó por un momento en realizar la petición de su hermano, pero al verle abrir sus brazos, como si le hiciera un espacio para abrazarlo, camino hacia él, aceptando esa muestra de cariño, con la que siempre había soñado. 
 
-Mi sol... 
 
Aspros le abrazo con fuerza, mirando la expresión de su conejito con una extraña mueca, que Radamanthys no pudo presenciar, perdido en su propia mente, en la sangre de Kanon, lágrimas gruesas cayendo sobre sus mejillas. 
 
-Mi amor...
 
Defteros se apartó para besar los labios de su hermano, sintiéndose dichoso, completo al fin, gimiendo al sentir esa suavidad con la que había soñado por tanto tiempo, creyendo que su sol por fin le correspondía. 
 
-Aspros... 
 
Radamanthys les veía con esa expresión quebrada, aun de rodillas en el suelo, viendo sus garras, admirando la sombra de sus cuernos, era una criatura hecha para lastimar, para matar a sus enemigos, pero no había podido defenderse, no había salvado a su amado pintor, únicamente se dedicó a obedecer las órdenes de Aspros, tal vez, porque en verdad le amaba como decía ese pequeño demonio, ese niño con cuernos. 
 
-¿Aspros? 
 
Repentinamente, el hermano mayor mordió el cuello de su hermano menor, con sus dientes afilados, haciendo que un montón de sangre cayera al suelo, formando un charco, rodeando con fuerza la cintura del menor, tirando de su cabellera con tanta fuerza que apenas podía moverse, aunque intentaba liberarse de aquellos brazos que le robaban la vida como ellos la habían hecho tantas veces. 
 
-¡Aspros basta! ¡Por favor! ¡Me lastimas! 
 
Aspros no escucho esa plegaria derramando más sangre de ese cuerpo que iba marchitandose en su boca, perdiendo la fuerza, luchando con el, pero sin atreverse a hacerle daño, hasta que cayó al suelo, sosteniendo su cuello. 
 
-¿Porque has hecho esto? 
 
Era una criatura repugnante, un esqueleto cubierto con piel blanca, con dientes sobresaliendo de su boca y ojos rojos inyectados de sangre. 
 
-Porque tu lo mataste y no puedo perdonarte por ello. 
 
Aspros camino en dirección de Defteros, sosteniendolo de la cabeza, para llevar su oido a su pecho, no había nada allí, pero de haberlo, su corazón destrozado apenas sonaría, una o dos veces. 
 
-Aqui es donde mi corazón, de estar vivo, late por el, por mi pequeño conejito, al que tú mataste sin piedad alguna. 
 
Después lo alejo de su cuerpo, mirándole con desprecio absoluto, escuchando la respiración de Radamanthys, que le miraba sin comprender sus acciones, fijamente, aun quebrado, a los pies de Kanon. 
 
-Con el que me reuniré, una vez que la muerte se lleve mi cuerpo, pero antes, está se llevará el tuyo. 
 
Aspros en ese momento, espero porque sus palabras fueran comprendidas por Defteros, que negó eso, no podía morir, el sol nunca dejaba de brillar, aun así, su hermano mayor, usando sus garras las encajo en el pecho de su hermano, arrancando su corazon, que hizo trizas en sus manos, apretando con fuerza, mirando con una pasmosa satisfacción el cuerpo de su enemigo empezar a desmoronarse como si estuviera hecho de piedra, de ceniza que se iba perdiendo en el ambiente. 
 
-Y sin ti atormentando su existencia, Radamanthys podrá llegar a perdonarme.
 
Su conejito le observaba a través de aquellos ojos amarillos, una sombra de su amado estaba presente y eso era suficiente para que el pudiera perdonarlo, como el propio Aspros no podría hacerlo. 
 
-Rada... manthys... 
 
Kanon pronunció en el suelo, tratando de levantar su mano, para tocar a su musa, sintiendo como el daño recibido en su cuerpo se iba reparando, pero no lo haría a tiempo, no podía evitar que Aspros lo destruyera, pero si que su musa escapara de ese demonio.
 
-Huye...
 
Pues esa debilidad se debía a la lejanía que Saga en su desesperación por ser perdonado había provocado, pues eran dos, siempre debían estar juntos, si siempre deseaban ser poderosos. 
 
-No... no... 
 
Radamanthys negó eso, no lo dejaría solo, aunque Aspros se iba acercando muy lentamente hacia el, después de matar a su propio hermano únicamente para poder estar a su lado, haciendole comprender que jamás podría ser libre, no, si no lo mataba. 
 
-¡No te acerques más! 
 
Aspros negó eso, se acercaría mucho más, hasta que compartieran el mismo lugar en la creación, o su conejito lo matara, sin saber, en realidad, que deseaba en ese momento. 
 
-Deja a ese mentiroso y ven conmigo, Defteros ya nunca más podrá lastimarte... 
 
Radamanthys no lo haría, no se marcharia a su lado, no abandonaría a Kanon, jamás, pero, que podía hacer.
 
-Lo mataste... él confiaba en ti... y tú lo mataste... 
 
Aspros asintió, había matado a su propio hermano sin arrepentirse por ello, porque no era más que un traidor, un mentiroso y una pesada carga, si es que deseaba regresar junto a su conejito.
 
-Asi es... 
 
Radamanthys vio entonces sus garras, sus cuernos, era un demonio, no era un conejito, no era débil y no dejaría que Aspros lastimara a su familia, a su amado, que por algún milagro, aun estaba vivo. 
 
-Alejate... 
 
Aspros negó eso, no se alejaría, no se marcharia nunca y sin importar lo que pasará, el siempre se mantendría a lado de su amado conejito. 
 
-Nunca lo haré... 
 
Fue su respuesta, sintiendo de pronto que Radamanthys lo atacaba, elevándose con sus alas, para clavar uno de sus cuernos en su pecho, a la altura de su corazón, apartándose para verle desangrarse como Kanon lo había hecho, pero este demonio se levantaba de nuevo, perdiendo sangre demasiado rápido, avanzando en su dirección, para sujetar una de sus garras. 
 
-Siempre estaré contigo... 
 
Susurro con su boca llena de dientes, descarnado, para clavar esta vez las garras de Radamanthys en su cuerpo, a la altura de su corazón, el cual podía sentir su conejito. 
 
-Sigue latiendo por ti mi amor... 
 
Radamanthys trato de apartarse, pero Aspros no lo permitió, tirando de su dirección, para que apretara su corazón, arrancándolo de su cuerpo, aun latiendo en su mano. 
 
-Y yo... yo siempre estaré aquí... 
 
Aspros señaló su cabeza, con una punta de su dedos, que parecía más una rama de algún árbol seco, que un dedo humano. 
 
-Siempre estaré presente en tu mente, en tus recuerdos, me extrañarás, como yo lo he hecho por todo este tiempo y algún día, desearas que yo regrese a ti...
 
Aspros intento besarle, pero ya no tenía labios para eso, aun así, se separó, sosteniendo su otra mano, su segunda garra.
 
-Y volveré... volveré a ti... porque yo te amo más que a mi hermano... más que a mi mismo... más de lo que te amará cualquiera. 
 
Y como si eso fuera una muestra de su amor por el, atravesó su corazón con la segunda garra de Radamanthys, todo el tiempo mostrando una sonrisa, aun, cuando empezó a despedazarse en pedazos de piedra, que se volvían polvo.
 
-Radamanthys... 
 
El joven demonio cayó al suelo, llevando sus manos a su rostro, pensando por alguna razón que no podía comprender, que Aspros tenía razón, jamás podría olvidarle, al final de cuentas, pensaba, el había ganado de una forma retorcida, cincelando su forma, su voz, aun su aroma en su psique, como nadie jamás haría. 
 
-Kanon... ¡Kanon! 
 
Radamanthys corrió entonces hacia donde estaba su amado pintor, levantando su cuerpo en sus brazos, el que ya se había curado, al menos la herida de su cuello.
 
-Llévame con Saga... 
 
*****
 
Saga sintió el dolor de su hermano, pero estaba muy lejos para regresar, además, Minos lo necesitaba, podía verlo al comprender con que clase de criatura estaban enfrentándose, era ella, la que su padre les pidió llevar a su presencia. 
 
-¡No tienen el poder para destruir a esa criatura! 
 
Minos volteo con una expresión de furia, como se atrevía a seguirlos, Lune negó eso, podrían hacerlo, pero si estaban los tres hermanos juntos, si Radamanthys lograba derrotar a esos demonios y llegar a tiempo para destruir a esa criatura. 
 
-¿Qué se supone que hagamos? 
 
Aiacos estaba sangrando, sus plumas quemadas, su rostro uno de completa desesperación, su esposa a sus espaldas, malherida, cuyo bebé, cuya vida en su interior, trataba de cuidar de aquella criatura que se reía de su desesperación. 
 
-Su padre no nacerá, su hermano no regresará a tiempo y tu esposa sufrirá mil horrores antes de morir, escuchen a ese pedazo del abismo, lo mejor es rendirse. 
 
Aiacos negó eso, al igual que Minos, no dejarían que esa pobre chica sufriera en las manos de aquella cosa, mucho menos que matarán a su bebé, a la vida que iba creciendo en su vientre. 
 
-No nos rendiremos... 
 
Pero que más daba, ya no podían luchar contra ella y aunque sus gemelos habían sido destruidos, el tercer hermano seguramente había muerto, junto a su trozo del abismo, ella había ganado, ella tenía la victoria en sus manos, su esposo había sido derrotado. 
 
-¡No matarás a mi esposa Lamashtu!
 
Ella empezaba a reírse con mayor fuerza, convocando a sus bestias, que se elevaban en el magma del Inframundo gracias a la estupidez de su amado esposo, ese demonio que le creyó cuando dijo ser un ángel enamorado de su ser. 
 
-No solo la mataré, la torturare antes de arrancarle el feto de Hades de su vientre, su sufrimiento conjunto me harán una diosa, una criatura invencible.
 
Saga negó eso, no matarían a esa muchacha, de ninguna forma y cuando la madre de los monstruos, atacó a esa joven, la detuvo con sus portales, con sus tentáculos llenos de bocas y dientes. 
 
-Llevate a tu esposa, yo me quedaré a pelear con ella. 
 
*****
 
Radamanthys cargaba el cuerpo de Kanon en su hombro, esperando poder llegar al Inframundo, cuando de pronto lo vio, en la entrada que esperaba usar para llegar con Saga, estaba Cid, con su espada de fuego en sus manos. 
 
-Ven conmigo Radamanthys, aún estás a tiempo de salvarte. 
 
Radamanthys negó eso, apretando los dientes, escuchando las pisadas de otros intrusos, uno de ellos el tipo rubio del castillo, el que hablaba demasiado con Minos, el otro era un lobo de un tamaño gigantesco. 
 
-¿El conejito? 
 
Radamanthys mostró sus dientes, sus ojos brillando en la oscuridad, enfureciendo al escuchar ese apodo, que no era su nombre, ni el era un conejito.
 
-¡No soy un maldito conejo! 
 
Minos sonrió de medio lado, encogiéndose de hombros, así era como le habían llamado, pero sabía que se trataba del príncipe del Inframundo. 
 
-Si, si, lo sé, eres uno de los príncipes del Inframundo y nosotros deseamos un pacto con ustedes, una tregua.
 
Radamanthys podía ver que el perro amarillo a su lado era una criatura antigua, que ese joven era algo, no sabía que, pero la luz que proyectaba comenzaba a fastidiarle. 
 
-La tendrán, seremos sus amigos por siempre a cambio de que lleven a mi amado al interior del Inframundo, con su hermano gemelo.
 
Radamanthys abandonó el cuerpo de Kanon junto a Milo y ese inmenso lobo, para que lo llevarán a donde estaba Saga, seguro que dentro de poco Cid intentaría lastimarlo, trataría de matar a su pintor.
 
-No te permitiré lastimarlo... 
 
Pronunció seguro, escuchando los pasos de Milo y de ese lobo, que comenzaban a alejarse con Kanon en la espada del antiguo licántropo. 
 
-Cuando recuerdes quienes éramos, Kanon ya no volverá a importarte. 
 
Podía decir eso, pero nunca recordaría quienes fueron, porque no lo amaba y no lo necesitaba, el era su propio ser, era su propio dueño, un demonio poderoso que deseaba pasar el resto de su vida a lado de Kanon. 
 
-Yo se quién soy, no soy el niño que no pudiste proteger y tampoco eres mi viejo amigo, Shura. 
 
Cid al escuchar su respuesta sonrió de medio lado, si eso deseaba, entonces, eso tendría, pelearían por la vida de su antiguo alumno, por los recuerdos ocultos en su psique, por regresarlo a su lado. 
 
-Entonces así será Radamanthys... 
 

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