“Todo es una mierda… una maldita mierda”
El sonido del vidrio al estrellarse contra la pared resonó por toda la sala del departamento.
No pude evitar descargar mi ira contra el portarretrato al ver la fotografía en la que nos encontrábamos los dos juntos, abrazados y sonriendo sin nada que esconder… sin nada por lo qué preocuparnos.
Voy hacia el pequeño bar y tomo una botella de whisky junto a una copa para luego dirigirme nuevamente a la sala y desplomarme en unos de los sillones de cuero negro que allí había.
Sirvo el dorado líquido hasta llenar la mitad del vaso e inmediatamente lo bebo de un solo sorbo sintiendo como mi garganta quema al este recorrerla hacia mi estómago; sin embargo, lo único que realmente me hiere en este momento es recordar tus palabras, recordar lo distante que fuiste conmigo obligándome a responderte de una manera que era por lo demás falsa y que terminó de hacer añicos lo poco que ya quedaba de mi corazón luego de oírte.
¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? ¿Por qué todo lo que tiene que ver contigo me causa tanto dolor si antes lo único que me causaba era una profunda felicidad?
Me sirvo otra copa y tomo de esta hasta la mitad. Sé muy bien que beber no es algo que debería hacer ya que terminaré hundiéndome más en mis sentimientos y lo único que lograré será terminar llorando hasta quedarme dormido para luego despertar con una profunda resaca maldiciendo hasta el sabor del agua y queriendo arrancarme la cabeza del cuerpo… lo sé, tengo experiencia en eso, pero no puedo evitarlo, el alcohol me ayuda a liberarme siquiera un poco de todo esto.
Me pregunto si después de lo que te dije tendré el valor para llamarte de nuevo, aunque bueno, puede que sí lo tenga pero lo que realmente importa es si tú me contestarás, sí dejarás de mentirte a ti mismo y te dejarás llevar.
Hoy fue la primera vez después de mucho tiempo en que me permitiste verte y eso me hizo muy feliz, llegué a pensar que fuiste allí para hablar, para darme una razón del porqué me estabas evitando y luego abrazarme como solías hacerlo cuando estabas orgulloso de mí por alguna cosa que lograba hacer, en este caso, el álbum; sin embargo, no fue así.
Te rehusaste a aceptar los hechos, tuve que acorralarte y aun después del maravilloso beso que compartimos, al final decidiste decirme que lo olvidase y te dejase en paz. Ciertamente ya estoy harto de todo esto, harto de tener que mantener las malditas apariencias, pero aun así, no soy capaz de exigirme parar, no puedo obligarme a olvidarte, no cuando cada vez que siquiera esa idea cruza por mi mente la imagen de un chico de dieciocho años, con cabello sumamente lacio y una gran sonrisa, me saluda alegremente y me recuerda el instante donde la palabra amor tomó sentido en mi vida.
“Te amo y aunque no quieras oírlo, no dejaré de hacerlo”
Observo la botella y el líquido llena menos de la mitad de esta. Fijo mis ojos en el reloj de pared a mi lado izquierdo y reparo en que son las seis y media. El tiempo pasó sin que me diese cuenta debido a mis pensamientos sobre ti, algo ya cotidiano si debo aclarar.
Lo más seguro es que me quede dormido dentro de poco, mi cabeza da muchas vueltas y creo que mientras mi mente se encontraba perdida mis lágrimas comenzaron a derramarse porque siento mis mejillas húmedas.
Sirvo la copa hasta el ras y dejo la botella sobre la mesa de centro provocando que se oiga un fuerte sonido por la fuerza ejercida.
“Salud boo”
Comienzo a beber sin parar, el líquido ya no se siente amargo como cuando comencé, aunque supongo que debe ser efecto de todo el alcohol que llevo en este momento.
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“Soy un completo idiota”
Llevo tratando de dormir más de cuatro horas, pero mis pensamientos sobre ti y las lágrimas que se han rehusado a cesar me lo impiden tajantemente.
Es increíble lo inmenso que es el deseo de mi cuerpo por estar cerca al tuyo en este momento, el querer tocarte, abrazarte, besarte, escuchar tu voz… todo me está volviendo loco.
Es tan contradictorio el sentirme de esta manera después de todo lo que te dije, estoy seguro que te herí mucho, puedo intuirlo por el sonido de tu voz al responderme de aquella manera, de aquella maldita manera por la que me siento tan destrozado en este momento.
Sucede que soy egoísta, Harry, sucede que estoy acostumbrado a ser el que rechaza y evita porque al final sé que haga lo que haga estarás siempre allí, detrás de mí, intentando llamar mi atención, acorralándome y expresándome todo lo que sientes; sin embargo, hoy fue la primera vez en la que me dijiste que no volverías a llamarme ni buscarme, que me dejabas en paz… y ¡No! Yo no puedo aceptar algo como eso, me rehúso como un niño de tres años al que le quieren quitar su más preciado oso de peluche, pero en este caso, tú no eres un juguete… tú eres la persona que amo.
“Llámame”
He esperado aquí, tirado en mi gran cama con mi celular al lado desde que regresé de tu presentación, rogando que te arrepintieses de tus palabras y me llamases, anhelando escuchar tu voz y un “te amo” dirigido solo a mí, pero son ya las once y media y no te has contactado en lo más mínimo, ni siquiera un solo mensaje escrito tampoco.
¿Y si en verdad no me vuelves a buscar? ¿Si decides olvidarte por completo de mí?
Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al formularme interrogantes de esta naturaleza. Del solo imaginar que ya no seré capaz de ver el brillo en tus ojos al verme o tu gran sonrisa dirigida a mí me hace querer morir en este instante.
¡No puedo permitirlo! No dejaré que me olvides, no cuando yo no puedo dejar de pensar en ti un maldito segundo y ansiar tu tacto con cada célula de mi cuerpo.
Debo ser valiente ahora, debo tomar la iniciativa y dejar de lamentarme aquí, no puedo esperar más tiempo, te necesito como no tienes una maldita idea.
Me reincorporo de la cama y tallo mis ojos con mis muñecas. Puedo adivinar que están muy rojos por el tiempo que llevo llorando sin parar, así que voy hacia el baño para darme una ducha rápida.
Tras quince minutos, salgo y voy hacia mi clóset, elijo un par de vaqueros negros, una camiseta blanca y me visto rápidamente.
Ya va a ser medianoche, pero no me importa, tengo que ir a buscarte ahora, no puedo esperar más tiempo.
Arreglo mi cabello rápidamente y tras coger las llaves de mi coche salgo corriendo de mi departamento.
Mi corazón late desenfrenado cuando escucho el motor de mi vehículo y siento el aire frío golpear mi rostro.
“Solo espera”
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El sonido incesante de su celular terminó por despertarlo. Suspirando profundamente y chasqueando la lengua por lo ruidoso del aparato tomó este de la mesa de centro y deslizó la pantalla con su pulgar, atendiendo así a quien sea que llamase.
-Diga
-¿Harry?
-¿Quién habla?- bostezó y frotó su cabeza en señal de cansancio
-Soy Henry, el encargado del staff
-Oh, sí- no había reconocido la voz del hombre- ¿qué es lo que sucede?
-Perdón por llamar tan tarde, pero necesitaba confirmarte la hora de la reunión de mañana, será a las cuatro y media
-Bien, gracias por avisarme, estaré puntual
-Ok, ehh ¿Estas bien? Me informaron que hoy te fuiste sin dar mayor explicación luego de la presentación ¿todo bien?
En ese momento recordó que prácticamente salió corriendo del escenario, debió parecer en problemas o algo parecido para los demás.
-No, no te preocupes, estoy bien, no fue nada
-Entiendo, entonces nos vemos mañana
-Sí, adiós
-Adiós
Después de colgar se fijó en la pantalla de su celular y comprendió por qué Henry se había disculpado sobre la hora, era más de medianoche.
Se había quedado dormido después de terminarse la botella de whisky sobre el sofá y agradecía que aún los efectos de la resaca no hiciesen efecto en él. Se desperezó durante unos segundos y fue hacia su cuarto para darse una ducha, no soportaba su propio olor y estaba seguro no podría volver a dormir sin antes asearse como era debido.
Tras quince minutos bajo la refrescante agua cerró la llave y después de envolver la blanca toalla que se hallaba colgada cerca salió del baño y fue hacia su closet en busca de ropa cómoda para dormir.
Descolgaba una playera gris que le pareció idónea cuando escuchó el timbre de su departamento resonar.
Se extrañó inmediatamente al no poder adivinar quién podría ser la persona que a esas horas fuera a buscarlo. ¿Alguien de su familia? No podría ser, ellos vivían algo lejos y no creía fueran a visitarlo sin avisar antes.
“A menos que sea una emergencia”
En ese momento el timbre sonó insistentemente de nuevo. La peor de las situaciones cruzó su mente y fue solo con la toalla tapando su desnudez hacia la entrada del lugar.
-Ya voy
Abrió rápidamente la puerta y se quedó congelado al ver la persona frente a él.
¿Acaso estaba soñando? Louis no podía estar allí completamente sonrojado y agitado, con sus cabellos castaños revueltos y sus ojos azules brillando hermosamente. No, no después de todo lo que hace horas le había dicho.