Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo sabe mejor con Manzana por PurpleNeedle

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Mi primer FF de mi OTP preferida <3

El jardín de Afrodita, en la doceava casa del zodíaco estaba floreciendo. Lleno de frutas, verduras y especies de la mejor calidad. No en vano le decían el genio de la botánica de Grecia. Sus compañeros dorados aprovechaban y buscaban de vez en cuando las dotaciones que la madre naturaleza junto al suizo le regalaban.

 

Su vecino más próximo, Camus de Acuario, aficionado de la pastelería había decidido ir a visitarlo es mañana; tenía un pequeño y ambicioso proyecto de cocina que hoy quería realizar. El caballero de origen francés siempre había querido cocinar un Créme Brûlée perfecto, y no había podido hacerlo.

 

Cuando en la cocina las cosas no le salían a la perfección su mal humor era increíble y esto sí que lo sabía su mejor amigo, Milo de Escorpio. Aunque eso de mejor amigo estaba en duda, puesto que no podía ignorar el hecho de que había comenzado a desarrollar sentimientos por el guardián del octavo templo del Santuario hacía muchísimo tiempo, asimismo sabía que él no le era indiferente al mencionado pero Camus se había acostumbrado a vivir detrás de una pared de frialdad autoimpuesta.

 

Una vez en el jardín, se acercó al sueco; este llevaba su esponjosa cabellera celeste amarrada en una cola y sobre este llevaba un pañuelo, no es el look típico de Afrodita de Piscis pero era lo que le permitía trabajar con comodidad. Al sentir los pasos el botánico volteó y dijo con una sonrisa:

 

-          Hola Camus! Sabía que vendrías, tu paquete está en la sala –dijo mientras se levantaba y limpiaba la tierra de sus manos- Canela, vainilla, pimienta dulce, algunas hojas de stevia. Fue lo que me pediste la última vez que viniste.

-          Gracias Dita –comentó en tono seco pero agradecido- en lo que termine el postre, si queda aceptable te traeré.

-          No te molestes –le dijo haciendo un gesto con la mano- hoy estaré muy ocupado aquí. Igual lo pasaré buscando cuando pueda. –y sonrió antes de volver a agacharse a atender a sus plantas-

 

Así como Camus prefería la soledad, Afrodita prefería la compañía de las plantas antes que la humana. Se dirigió a la sala de la doceava casa y tomó una pequeña bolsa que tenía su nombre en ella, la frescura de las especies lo tenía maravillado. Bajó con tranquilidad los veinte escalones que separaban su templo del de su vecino y se adentró a la cocina, abrió la página correspondiente del recetario y comenzó a estudiarla minuciosamente.

 

Cuando comenzó a triturar las ramas de canela con sus manos un sonido muy familia lo hizo desviar su atención de las especies, los pasos despreocupados y hasta cierto punto torpes de Milo marcaban su entrada al templo; con un poco de frustración Camus abrió el grifo del agua para enjuagar sus manos mientras el escorpión aparecía sonriente asomándose por la cocina:

 

-          ¿Qué cocina mi francés preferido? –comenzaba con una gran sonrisa en su rostro la cuál mostraba todos sus dientes-

-          ¿Milo sabes que soy el único francés que conoces? ¿Cómo puedo ser el favorito si no hay otro? –le comentó jocoso y se acercó a saludarlo, un apretón de manos que el de cabellos violetas transformó en un abrazo-

-          Definitivamente eres un cubo de hielo Camie –le decía directo a sus oídos mientras lo abrazaba- huele a canela… ¿es un postre? ¿lleva manzanas?

-          Camus se separaba de su compañero rodando los ojos, ese toque aniñado del escorpión era exasperante pero a veces encantador- Si es un postre, se llama créme brûlée y no, no lleva manzana.

 

Con una expresión de falso horror Milo ve al acuariano, haciéndose tontamente el ofendido se acercó al libro de recetas para ojearlo. Estaba en francés así que realmente no entendía lo que veía, se volteó y dijo:

 

-          Debe haber algo malo en esto, TODO sabe mejor si lleva manzanas. Iré a buscar unas en el jardín de Dita y vamos a ver si mejoramos tu aburrido postre –comentó cerrando el libro, lo que causó molestia en el acuariano-

-          Milo por favor…

 

Pero no había terminado la frase cuando ya el escorpión se iba cantarín hacia la salida de su templo. Paso aproximadamente media hora hasta que de nuevo Camus escuchó los pasos que tanto conocía, él estaba atendiendo su postre, la etapa de la cocción era delicada pues la crema no debía cortarse ni pegarse así que debía revolver constantemente, así que no se molestó en voltear a ver al visitante y siguió enfrascado en su receta.

 

Milo llegó con una cesta con más de dos docenas de manzanas y una que iba comiendo en el camino, colocó con delicadeza la cesta en el otro extremo de la cocina para no interrumpir a su amado y se sentó a observarlo. Mientras devoraba a mordiscos la fruta en sus manos veía la dedicación con la que el francés estaba vertiendo la mezcla en pequeños envases que llevaría al horno, agachado en una posición que hacía ver sus nalgas tan apetitosas como la manzana que tenía en sus manos.

 

Se relamió los labios y fue a desechar el corazón de la fruta, al acercarse ofreció su ayuda para colocar en el horno la bandeja con todos los postres. El dueño del templo asintió y retrocedió un par de pasos para dejar que Milo lo ayudará pero sin dejar de observarlo con detenimiento, no había espacio para que, en una torpeza, Milo vertiera el contenido dentro del horno. El tiempo de horneado era una hora y media así que fue a tomar un baño mientras el otro se enfrascaba en unos libros.

 

Al salir de la ducha el caballero de Acuario solo tenía una toalla anudada en su cintura y su cabello turquesa escurriendo un poco de agua. El octavo guardián levantó la vista al escuchar los pasos sigilosos y lo vio desde lejos, su pálida piel con pequeñas gotas de agua recorriéndola, sus músculos marcados, su cabellera como cortina tapando su espalda. Era todo un Adonis y solo para su disfrute, para llamar su atención empezó a leer en voz alta, cometiendo errores de pronunciación a propósito:

 

-          A, BE, CE, DE, EH, EFF, YE, JASH. –Intentando pronunciar el alfabeto en un francés muy rudimentario- ¿por qué tiene que ser tan difícil hasta las letras? Es frustrante.

-          Camus escuchó y se acercó sonriendo- No es difícil bicho, ven, probemos juntos, las primeras letras son iguales al español.

 

Comenzó el extranjero con su lección mientras el otro seguía con los ojos lo que señalaba en el libro y cerraba los ojos intentando solo prestar atención a la exquisita pronunciación del mago de los hielos.

 

-          Un momento ¿Cuándo decidiste que querías aprender francés?

-          Esta mañana que agarré tu estúpido libro y no entendí nada de lo que leí. –comentó ruborizado el escorpión- aparte de que dicen que el francés es el idioma del amor, quizás así si me tomes en serio cuando te hable de amor.

 

Camus lo vio sorprendido y ruborizado, se alejó levemente de su compañero y se concentró en el libro que tenía en las piernas. Intentando no pensar en exceso en lo que acababa de escuchar.

 

Milo sabía que ya había cruzado la línea de la amistad y no estaba dispuesto a echarse para atrás, aprovechando el libro señalo otra letra que le costaba pronunciar y continúo con su berrinche:

 

-          ¡Esto no tiene sentido! Es una E que debo poner la boca como una U pero mover la lengua como una O. Es ridículo.

-          Esta vez las carcajadas fueron imposibles de retener, luego de una carcajada cantarina que sorprendió al de ojos turquesas, el de la casa continuó- Es sencillo, mira coloca la boca así –con sus manos junto los cachetes del griego dejando solo un pequeño espacio para que saliera el sonido- y ahora di la letra.

 

La E pronunciada en francés sonó perfecta, sin embargo Camus no retiró sus manos de las mejillas de Milo, el contraste de su cálida piel con las siempre frías manos del acuariano le dio una sensación muy agradable. Y sus labios en esa forma se veían carnosos, rellenos, apetecibles; el francés mordió levemente su labio inferior presa del deseo, señal que no fue omitida por el otro el cuál se abalanzó sobre la boca ajena.

 

El de la casa quedó en toalla con su espalda en el mueble y el griego sobre sí, el contacto si bien fue ansiado por ambos no esperaba que fuera tan abrupto. El olor a caramelo comenzaba a ventilarse desde el horno y le daba al ambiente ese toque romántico que necesitaban los protagonistas de ese intenso beso, el juego de las temperaturas de ambos hacía aún mas delicioso el beso, la lengua juguetona de Milo comenzó a delinear los labios de Camus que al abrirse no dudó en entrar en la boca ajena comenzando un frenético baile con la otra.

 

Camus alucinaba de lo que estaba viviendo, la calidez y ese suave sabor a manzana en la boca de su amigo era una combinación embriagante. Sus manos dibujaban trazos en la bien definida espalda de Milo, sentía la necesidad de quitarle esa franela azul clara que evitaba disfrutar la piel bronceada del griego. Olvidando todo rastro de timidez posiciono sus manos en el borde inferior de la franela y comenzó a subirla. Milo colaboró apoyando sus brazos sobre el espaldar del mueble, cruzó su mirada turquesa cargada de deseo con la mirada de azul gélido de su compañero, iba a lanzarse de nuevo sobre sus labios cuando Camus lo detuvo con una mano sobre su pecho. Sonrió con un rubor en sus mejillas y le dijo:

 

-          Déjame apagar el horno.

 

Esta vez fue el escorpión quién se carcajeo y se movió permitiendo que el Acuariano saliera de la prisión improvisada que le había hecho con sus piernas. Se sentó y acomodo con su diestra la erección que crecía entre sus piernas, necesitaba probar más de él, se quitó los pantalones y los dejó como rastro para que Camus lo siguiera hasta su habitación después de que apagara el horno.

 

Con picardía acomodo su franela, luego sus zapatos y por último el pantalón para dejar una senda hasta el lecho del francés. Camus una vez apagó el horno volteó buscando a Milo con la mirada y solo vio el desastre de ropa que había dejado el otro, sonrió y decidió seguir las prendas hasta llegar a su habitación donde el griego esperaba acostado seductor solo con sus calzoncillos grises puestos.

 

La mirada del Acuariano saltó de sus órbitas como saltó su erección detrás de la toalla blanca que lo envolvía, se acercó con timidez besando el rostro de Milo, sus labios, su cuello. El otro aprisionó su cintura con sus torneados brazos para colocar al francés sobre sí mismo. De pronto el francés se levantó sobre sus brazos ambos a los lados de la cara del Escorpiano, sonrojado a un tono que lo hacía ver como una de las manzanas que comía su amigo:

 

-          Milo yo nunca…

 

Con un dedo silenció los labios del otro, asintió en silencio puesto que ya lo sabía, su compañero jamás había tenido a otra persona entre sus sábanas y él se sentía más que honrado de ser el primero. Con una mano sobre la nuca ajena lo acercó para profundizar el beso y aprovechando la poca resistencia que su compañero podía oponer se volteó junto a él para esta vez ser él quien quedara encima.

 

Con habilidad desanudó la toalla de la cintura del otro, enredó la toalla y la utilizó para taparle los ojos al francés. Presa de los nervios, Camus se dejó cegar mientras su corazón latía acelerado en su pecho. Con toda la delicadeza posible Milo comenzó el descenso por toda la anatomía del mago del hielo, besando cada pliegue de piel que consiguiera y prestando atención a las reacciones de su amigo.

 

Así descubrió la extrema sensibilidad de las tetillas del otro, a lo que maliciosamente lamía, mordisqueaba y soplaba con su cálido interior para ver retorcerse debajo de él al otro. Cuando llegó a las caderas del otro decidió morder el extremo dejándole una singular media luna roja de sus dientes en contraste a la piel blanca del otro, siguió el descenso con besos hasta su miembro el cual, rojo y brillante demandaba atención. Se lo introdujo en la boca mientras con una de sus manos arrancó la toalla de la cara de Camus, quería que su primera imagen haciendo el amor fuera esa, él con todo su miembro en su boca. Mientras le daba atenciones orales logró deshacerse de su ropa interior y comenzó a acariciarse a sí mismo mientras daba placer al otro.

 

El francés jadeaba excitado palabras entre el español y su idioma natal, jamás había recibido tanto placer en su vida. Cuando el dueño de Antares decidió introducir un dedo ensalivado en la masculina entrada del otro este se dejó aunque la sensación se le hacía extraña, pero agradable. Unos minutos después Milo humedeció dos de sus dedos para seguir dilatando al acuariano, no se sabe si por experiencia o simplemente por suerte el escorpión consiguió el punto máximo del placer en el cuerpo ajeno al mover los dedos unas pocas veces.

 

El guardián del onceavo templo no pudo resistir más placer y derramó su semilla en la boca ajena, avergonzado iba a quitarse cuando el otro con una mirada lujuriosa lo detuvo y succionó hasta la última gota del placer del otro. Una vez habiendo limpiado el miembro ajeno se incorporó enredando las largas piernas del francés alrededor de su cadera y su miembro erecto. Rozaba con parsimonia al otro esperando alguna señal que le dijera que podía continuar, la señal fue una mirada cargada de placer que le dio el que estaba recostado mientras asentía débilmente.

 

Comenzó con pequeños empujones mientras el dilatado ano del otro se habría para él, no quería lastimarlo, siguió empujando lentamente hasta verse totalmente envuelto por el cuerpo ajeno. Una mirada de preocupación al otro bastó para saber cómo se sentía con su intromisión, disfrutaba del placer de ser uno solo así que siguió.

 

El apretado cuerpo del otro maximizo las sensaciones del griego que no podía aguantar el placer más, con un sonoro jadeo y aferrándose a las caderas del otro derramó su semilla dentro del cuerpo del francés. Salió con delicadeza y se recostó a su lado, acariciaba su abdomen con su índice. Nadie podría pensar que un dedo tan letal podía ser tan dulce a la vez. En lo que el otro volteó para encararlo sonrió y le dijo:

 

-          Tu es belle mon petit ange (Eres hermoso mi pequeño ángel) –con un terrible francés pero cargado de mucho sentimiento-

-          Et vous êtes una ponme délicieuse (y tu eres una deliciosa manzana) –con un obviamente fluido y armonioso francés, al ver la cara de consternación del otro le besó la punta de la nariz y se lo repitió en español-

-          ¿Ves? Te dije que todo era mejor con manzanas –le contestó con una dulce sonrisa- Ahora vamos a terminar ese postre que estabas haciendo.

 

Se levantaron y fueron a la cocina solo con la ropa interior puesta, con las manos entrelazadas, los postres estaban listos, a la temperatura adecuada y faltaban por darle el toque final. Camus los espolvoreó de azúcar y venía la parte más difícil para el mago de los hielos, con un soplete derretir el azúcar para darles una costra crujiente con el postre esponjoso debajo de esta.

 

Los nervios de Camus en este punto que era el más delicado de la receta siempre hacían que salieran esquirlas de hielo que dañaban toda la preparación de los postres. Cuando Milo vio la base del soplete agarrando hielo decidió intervenir.

 

-          A ver yo hago lo del fuego y tú me dices que tengo que hacer. Así te quedará perfecto tu dulce sin manzanas –comentó con esa sonrisa encantadora que mostraba todos los dientes-

 

Camus le fue explicando cómo debía pasar el soplete en forma circular hasta que la costra quedara marrón sin llegar a quemarse. Al terminar el trabajo, los dorados estaban frente a una docena de créme brûlées perfectos. Milo retrocedió un par de pasos y tomó por la cintura al otro, de verdad que los postres eran una obra de arte.

 

El francés fue por una cucharilla para probar el primero, al dar el primer bocado suspiró, estaba cremoso y la costra superior estaba perfectamente crocante. Intentó darle de probar a su, ahora novio, y vio que este ya se encontraba mordiendo nuevamente una manzana. El griego le sonrió y levantó los hombros; si había hecho el postre pero nada superaría el delicioso sabor de su fruta favorita, aquella que le daba el nombre. Bueno sí, había algo, los besos de ese francés que le había robado el corazón.

Notas finales:

Espero les haya parecido tan delicioso como a mí cuando lo escribí


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).