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TODO A ESTRIBOR por Yailin

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-Capitulo IX-

Ambos marinos se encontraban en la cima del acantilado, observaban hacia abajo.

—El único camino para llegar a la cueva es por aquí— dijo Seto, mientras se preparaba para bajar por entre las rocas, cabe mencionar que debido a su tamaño y a su fuerza no tuvo ningún inconveniente en llegar hasta las rocas que ahora eran visibles, ya que la marea se encontraba baja.

Sin embargo Yami, no pudo bajar con la misma destreza, ya que no alcanzaba a colocar su pie sobre alguna roca para poder apoyarse, era muy fuerte, pero de estatura muy baja.

—Así nunca llegaremos, ¡vamos date prisa!— exigía Seto con sumo enfado.

Yami con toda su destreza trataba de bajar pero le era imposible, simplemente no podía; su mano resbalo al querer alcanzar una roca como apoyo, cayendo con su espalda directo al suelo; se hubiera lastimado si Seto no lo hubiera sujetado justo en el aire.

Yami había cerrado sus ojos, esperando el impacto, sin embargo solo sentir la calidez del mismo cuerpo que lo abrazo en la noche, haciendo que la sensación de seguridad creciera, no entendía por qué, pero el estar con Seto lo hacía sentirse protegido.

—Ya puedes bajarme —Dijo Yami volteando su rostro hacia un lado, que estaba pasando con él, Seto no era más que un sucio pirata, un ladrón sin escrúpulos, un asesino.

Seto bajo a Yami permitiendo que sus pies pisaran las rocas, no quería admitirlo pero al ver que caía, solo pudo abalanzarse para sujetarlo, ¿Que pasaba con él?, ¿Acaso ya había olvidado que Yami estaba ahí para llevarlo a la horca?

—Sigamos, gracias a tu lentitud, se nos está yendo el tiempo — dijo Seto retomando el camino.

Yami por su parte no dijo nada y solo siguió, pues su corazón latía a mil por hora, no sabía si era por la caída o por haber sido rescatado por Seto.

Conforme avanzaban hacia la cueva la luz que emitía era tan fuerte que los obligaba a entrecerrar los ojos para no cegarse;  estaban a tan solo unos pasos de la cueva,  la luz se acumuló completa formando una espera brillante disminuyendo a si su resplandor permitiendo que ambos hombres pudieran ver con claridad lo ocurrido, esta comenzó a moverse como si diera la bienvenida a los dos capitanes, adentrándose a la oscuridad de la cueva a paso lento para que ambos seres la siguieran, a lo cual Seto y Yami no dudaron en hacer.

La oscuridad que albergaba en la cueva era intenso que solo se podía ver lo que el haz de luz iluminaba como pequeñas monedas de oro, una que otra espada rota, armaduras de diferentes épocas así como huesos de esqueletos, pero ninguno de los dos se inmuto ante la vista, más bien colocaron su mano sobre el mango de la espada, esperando ser atacados en cualquier momento.

Una vez se detuvo la esfera de luz; los siguientes sucesos pasaron en segundos, pues aquel haz de luz voló directo hasta Yami como si tuviera una conciencia propia a voluntad tomo a este llevándoselo al fondo del mar dentro de la cueva, Seto al ver cómo era arrastrado el comándate trato de sujetarle de una mano, pero fue muy tarde, porque Yami estaba ahora en el fondo del oscuro mar.

 Seto se quedó solo en la espesa oscuridad, observaba el brillo que se reflejaba del haz de luz sobre el agua, y sin siquiera pensar en el peligro, tomo aire para sus pulmones y de un clavado se arrojó a las aguas oscuras.

Nadaba  tan rápido como podía, pues la luz jalaba a Yami hasta el fondo del mar a toda velocidad, además de que la presión del agua oprimía sus pulmones a tal grado que sentía que se quedaría sin aire en cualquier momento.  

 A tan solo unos metros del fondo, la luz se detuvo expandiéndose de tal forma que Yami desaprecia dentro de ella, Seto observaba lo sucedido así que al alcanzarla se sumergió en ella.

Yami estaba confundido, se cuestionaba con obvia extrañeza y cierto temor sobre lo que estaba pasando, hasta que varias imágenes empezaron a pasar en frente de él.

Una especie de lluvia se formó causando el efecto circular, mostrando la clara y tangible imagen de una mujer de piel morena, estatura baja, cabellos rojizos con unos mechones rubios al frente largos y un par de hermosos ojos color carmesí, al parecer era la última descendiente de los antiguos faraones, una joya sumamente valiosa, veía el sol ponerse sobre los mares mediterráneos, cuando delante ella se presentó un hombre alto de piel blanca musculosa parecida a la porcelana, su pelo negro largo rebasaba el límite de su cintura, completamente desnudo, él era el mismo dios Poseidón quien se había enamorado perdidamente de aquella mortal mujer exótica, ese amor fue correspondido con vehemencia, aunque raras veces podían congeniar.

Sin perder más tiempo caminó hacia ella y ahí se entregaron uno al otro en una acción pasional; pasaron nueve meses y en todo ese tiempo la mujer no supo nada de su amado, dando a luz a un pequeño niño de piel blanca con cabellos tricolor y ojos carmesí, la madre no soportó el parto, pues dar vida a un semidiós es un acto muy peligroso para una simple humana, tomo un collar en forma de cartucho con una letras en jeroglíficos que llevaba en el cuello, se lo colocó al niño diciendo

—Tu nombre será Atem— beso la frente de su pequeño para exhalar así su último aliento; la partera observó a la mujer morir, tomo al niño entre sus brazos para llevarlo al mar.

—Aquí está la prueba de tu infidelidad Poseidón, y ahora que estás bajo mi hechizo, ni tú, ni nadie podrá detenerme; he aquí al único ser que hubiera podido hacerlo — dijo arrojando el niño al mar para que muriera —Todos temblarán al escuchar mi nombre, al escuchar el nombre de la diosa Mystix— agregó riendo a carcajadas, mientras se desvanecía en las sombras luego de haber hecho su vil cometido.

El niño se sumergía en el fondo del mar, cuando una fuerte ventisca submarina  lo envolvió llevándolo hasta los mares ingleses, donde una familia de pescadores encontró al pequeño. La madre al ver a la criatura, corrió pata tomar al niño entre sus brazos.

—Dios ha escuchado nuestras suplicas, al fin nos ha mandado un hijo— dijo la mujer viendo a su esposo.

—Dime, ¿es tu deseo conservar a este niño?— decía el hombre, viendo al pequeño, pues aunque aún fuera un bebe era alguien que deslumbraba a simple vista.

—Sí, lo deseo— dijo la mujer con una gran sonrisa —Su nombre será Yami— agrego llevándose al niño con ellos.

En ese momento la lluvia esférica se dispersó desvaneciéndose de nuevo en ese haz de luz que lo había arrastrado a ese sitio, alumbrando así, un arco con una advertencia en un idioma que nunca antes había visto, y aun con eso Yami pudo leer con absoluta claridad  

Este es un lugar sagrado donde solo habitan los dioses, todo aquel que no posea la sangre de un Dios pagara con su vida al profanar este lugar”

Yami razonó un momento la advertencia, y recordó lo que había visto, si todo eso era cierto el tenia la sangre de un Dios corriendo por sus venas; así que no divago más y entró atreves del portal, ignorando que Seto se encontraba detrás de él.

Seto solo observo las letras del arco, sin entender su significado, no quería perder de vista a ese chico, así atravesó el portal, una vez dentro una especie de cansancio se apoderó de él, perdiendo el conocimiento poco a poco, mientras el aire de sus pulmones se escaba siendo sustituido por agua salada.

Yami avanzó siendo guiado todo el tiempo por el haz de luz, hasta llegar a una especie de cámara que tenia incrustaciones de diamantes y flores marinas alrededor, al igual que en el portal, también había un inscripción ahí.

Solo la sangre real puede obtener el poder del tridente, todo impuro que intente robarlo, será condenado a un suplicio eterno”

Yami toco la puerta haciendo que esta se abriera, justo en el centro de la cámara estaba un tridente largo, iluminado por unos tenues rayos solares que lograban llegar hasta ahí haciendo que el oro del arma brillara de forma espectacular; Yami nadó hasta el, con un poco de  nerviosismo tomo el arma entre sus manos y sin utilizar mucha fuerza logró sacarlo del pedestal donde estaba.

Una vez libre el arma, comenzó a brillar, al mismo tiempo que el collar en forma de cartucho  de su pecho respondía al tridente, fue envuelto por una luz dorada haciendo que sus dos pies se juntarán desapareciendo para dar paso a una larga cola de pez de color amarillenta con destellos naranjas, además de que su pecho ahora estaba descubierto, mostrando joyería egipcia, una par de aretes grandes adornaban sus orejas, y una corona con el ojo de Horus como símbolo con un par de alas a los lados yacía sobre su frente.

Eres mi hijo, eso te hace el heredero del poder de los siete mares,

Con esta arma traerás justicia, úsala con sabiduría.

 

Una voz resonó por todo el lugar, al finalizar el haz de luz que lo había estado guiando se desvaneció dejándolo solo. Para ese momento ya no tenía ninguna duda,  sabía quién era, de donde venia, y quienes eran sus verdaderos padres; tomo el tridente y comenzó a nadar para salir de la cueva.

Al salir de la cámara vio a Seto inconsciente, ¿Cuánto tiempo lleva ahí?, ¿Porque lo siguió?, él no tenía sangre de dios por sus venas, ¡Eso era terrible!, fue tanto el miedo que sintió, que nado a toda velocidad hacia él, la voluntad de salvarlo hizo activar sin querer el tridente haciendo que la energía saliente de este golpeará la cámara y  comenzará a colapsarse, sin embargo no le dio importancia, pues el solo quería llegar con Seto.

Una vez con él, lo tomó entre sus brazos, salió del reino de los dioses marinos solo para encontrarse con la oscuridad del océano, solo sabía que debía nadar hacia arriba, pero  ¿Cuánto sería suficiente? No lograba ver nada; ante su desesperación el arma comenzó a brillar mostrando el camino hacia la superficie, nado lo más rápido que pudo, pues no conocía muy bien la nueva forma de su cuerpo.

Seto…resiste…por favor…no mueras

Eran los pensamientos de Yami, al encontrase cerca de la superficie, se impulsó con más fuerza, solo para adquirir la fuerza necesaria y así al salir del agua, pudo caer sobre la arena de la playa, ya no se encontraban más sobre las frías rocas de la cueva.

Dejo el tridente a un lado, concentrando toda su atención al hombre que tenía  a su lado izquierdo.

—¡Seto!… ¡SETO!…¡SETO POR FAVOR DESPIERTA!— decía Yami, mientras aplicaba bombeas al corazón del pirata con ambas manos y daba respiraciones boca a boca, sin embargo, Seto no reaccionaba, más bien su cuerpo se ponía cada vez más frío y perdía color.

La desesperación de Yami creció al extremo que ya no bombeaba el corazón, ahora lo golpeaba con sus manos juntas.

—¡SETO!...¡VAMOS, NO ME DEJES!...¡SETOOOO!— grito desgarradoramente al observar que no podía hacer nada.

Los bellos ojos carmesí comenzaron a llenarse de  lágrimas, las cuales resbalaron por todo su rostro cayendo gota por gota sobre la cara del pirata, sin pensarlo poso sus labios con los de Seto,  mientras las lagrimas que caían de sus ojos entraban a la boca del pirata.

Seto comenzó a toser frenéticamente escupiendo toda el agua que se había acumulado en sus pulmones, Yami al sentirlo se separó de inmediato mientras regresaba a su forma humana, levanto con sus manos a Seto hasta sentarlo, para que pudiera tomar el aire necesario.

—Seto, tranquilo aquí estoy— dijo Yami, sin importarle que se escuchara la felicidad en su voz

—    ¿Yami… que paso?...o debo decir… Atem—                       

Yami al escuchar su verdadero nombre no pudo evitar sonrojarse, pues no sabía que Seto había visto todo su pasado junto con él.

—Tengo el tridente de Poseidón, creo que con esto pondremos fin a la maldición de esas mujeres, además podremos acabar con Bakura—

—Bien hecho su majestad— dijo Seto, haciendo que el sonrojo de Yami aumentará más.

Ambos hombres se levantaron, Yami tomo el tridente de nuevo en sus manos y en un impulso de debilidad tal vez, abrazo a Seto; este sorprendido por la acción del comandante iba a alejarlo, pero no lo hizo, ya que sintió el pequeño cuerpo temblar.

—Eres un idiota, lo sabes — decía Yami con lágrimas en los ojos, no le importaba que Seto lo odiara después o lo despreciara, el necesitaba sentir que Seto ya estaba bien.

Seto solo lo abrazo, y no dijo nada, pues no quería perturbar más al joven; cuando Yami se sintió más tranquilo dejo de abrazarlo secando sus lágrimas con la palma de su mano.

Sin decirse nada caminaron hasta el bote que los había llevado hasta la isla, subieron a este y comenzaron a remar para volver por sus hombres, después de todo, ellos dos solos no le podrían hacer frente a Bakura.

Ya llevaban un buen tramo avanzado cuando la luz del sol fue remplazado por la sombra del Ragnaraf, el imponente barco les tapaba el paso, y de ahí, una figura conocida por los dos les hablo.

—    ¿Saben? Sus almas son muy atrayentes y no es difícil  dar con ustedes— dijo Bakura a carcajadas.

Seto y Yami se pararon sobre el pequeño bote, observando a Bakura y el imponente barco.

—Por cierto, ambos tienes muy buenos contramaestres, hacen todo lo que se les ordena sin replicar— Detrás de Bakura, aparecieron dos figuras, a la derecha de Bakura estaba el pequeño Mokuba y a la izquierda se encontraba Joey, ambos con la mirada totalmente el blanco.

Seto al observar a su hermano, sintió que su corazón se partía en dos, pues el sentimiento de culpa se empezó a apoderar de él, el miedo no lo dejaba pensar con cordura, solo pensaba en la forma de subir al barco y recuperar a su hermano, hasta que Yami hablo.

—Pagaras por lo que has hecho Bakura, te lo juro— alzó el tridente en señal de amenaza.

En cuanto Bakura vio el arma, no pudo evitar preocuparse, se preguntó en ese momento, quien era Yami, porque estaba vivo después de una herida mortal, y lo que era más importante, como consiguieron ese tridente.

Yami apuntó el arma hacia el pecho de Bakura y grito — ¡DESTRÚYELO! —

Sin embargo el arma no reaccionó, ocasionando que Bakura comenzará a reír a carcajadas de nuevo, mientras Seto seguía con una batalla interna dentro de sí; Yami al ver que no pudo hacer nada, tomo a Seto de la camisa y se arrojo al mar con él, concentrándose activo el poder de su collar, transformándose de nuevo en un tritón, con una mano sujetaba el tridente, mientras que con la otra llevaba a Seto nadando a toda velocidad.  Bakura solo seguía riendo a carcajadas, al parecer no tenia que temer nada.

—Mokuba…Joey…preparen todo, iremos a conquistar nuevos mundos— ordenó Bakura.

—Sus deseos son ordenes capitán — dijeron al unísono los jóvenes.

Seto y Yami se encontraban de nuevo en la isla de la mujeres sobre la playa, pero una vez ahí la atmosfera se puso tensa, pues en cuanto había tocado tierra, Seto se había levantado tomando a Yami del cuello apretándolo con toda su fuerza, el joven al estar en su forma de tritón y fuera del agua no tenia forma de defenderse, mientras el tridente yacía sobre la arena. 

—Me lastimas—

—Dame un motivo para no matarte en este momento— decía Seto viendo con odio hacia los ojos de Yami,— Tenias a Bakura en bandeja de plata y lo dejaste ir—

—No sé qué pasó Seto— decía Yami de manera forzada, pues realmente le faltaba el aire.

—Como ya no eres de utilidad no le veo el caso a que sigas con vida— dijo Seto apretando más el cuello del muchacho.

—    ¡SUELTALO!— gritó Mana, mientras corría a su encuentro, seguida por el resto de las mujeres.

Sin embargo Seto no la escucho, apretando más, Yami por su parte solo aleteaba tratando de soltarse del agarre.

—Aun pueden salvar a los marineros— dijo Kisará haciendo que Seto reaccionará, soltó el cuello de Yami, quien cayó en la arena tosiendo de manera frenética, mientras regresaba a su forma humana.

—Más vale que hables, o tu cuello será el primero en romperse— dijo Seto, dejando muy en claro que hablan enserio.


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