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Intercambio Literario por PurpleNeedle

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Montado sobre su motocicleta Kanon vagaba sin rumbo esperando la hora acordada para buscar al inglés, en su memoria aún sentía los brazos de este a su alrededor; sonrió para sí mismo, habría seguido acelerando si eso lograba que aquel hombre jamás se despegara de él. Luego recordó el libro que Radamanthys le había prestado así que decidió buscar un café para leerlo mientras se hacía la hora.

Dejó a Dirty Diana estacionada frente al negocio de Saga, pasó a saludarlo y preguntar por su salud ya que a pesar de las incansables discusiones siempre se preocupaba por él. Abrió la puerta y de inmediato sonó la campanilla que indicaba un ingreso a la tienda pero no vio a su hermano por ningún lado, la chica que trabajaba allí lo saludó cortesmente:

-   Bienvenido Señor Kanon ¿buscaba a su hermano?
-   Ehm… hola Saori, si –dijo mientras de puntillas observaba el lugar-
-   El señor Saga salió a comprar el desayuno, lo puede esperar aquí –le dijo la chica con una amable sonrisa-
-   No nena gracias, solo dile que estuve buscándolo.

Se dispuso a cruzar la calle cuando vio a su hermano entrar al café de la acera del frente, esa cabellera azul y ese caminar jamás podrían pasar desapercibidos a sus ojos. Se acercó por detrás mientras hacía la orden colocando su barbilla en el hombro del otro:

-   Pide dos de eso…
-   Kanon… ¿Qué haces aquí?
-   Buscaba un sitio calmado para leer un libro un rato, pase por ti al negocio –le dijo una vez se encararon- Saori me dijo que saliste.
-   Si bueno no quería estar encerrado, y me alegra que estés aquí –dijo con una media sonrisa-

Se sentaron en la mesa que usualmente ocupaba Radamanthys a las cuatro de la tarde para esperar a que Pandora se desocupara. Kanon sacó de su bolso el volumen de Historia de Dos Ciudades y comenzó a ojearlo mientras Saga tomaba asiento, el marca libros saltó frente a él y no pudo ocultar una gran sonrisa mientras lo leía. El gemelo mayor le estiró la mano y el otro le alcanzó la cartulina:

-   Uy van en serio por lo que puedo leer –Saga bajó el libro para enfocarse en su hermano- Al menos esta frase está bien intensa. Bajo el concepto que fue escrita habla de todo el contexto de la revolución francesa y los cambios que trajo para la clase trabajadora. Si vamos al plano amoroso… Es un hombre que ve en ti esa primavera, esa esperanza. Habla de un pasado tomentoso.
-   Bueno me has ahorrado leerme el libro, gracias hermano –puso los ojos en blanco pero luego sonrió- en serio te lo agradezco, pero ahora no sé con qué responderle.
-   Eso es fácil, dile: Mi hermano está obsesionado contigo así que dejemos esto hasta aquí  -la frase fue dicha con seriedad cosa que hizo que Kanon alzara una ceja, pero luego vino una sonora carcajada por parte del mayor- es broma, pero para ayudarte necesito algo más de información.
-   Aún tiene una foto de su ex en la sala… -dijo el menor casi sin pensarlo-
-   Aquí tienen la orden un par de capuccinos para los gemelos –la chica interrumpía colocando las tazas con chantilly en la mesa- cualquier cosa no duden en llamarme.
-   Gracias Pandora –respondió Saga con cortesía haciendo que la menor se sonrojara- 
-   Ehm niña... –Kanon la tomó por la muñeca- ¿Hace cuanto tiempo está soltero tu hermano?
-   Hola señor Kanon, pues Valentine y Rada se dejaron hace dos años. Le he dicho que quite la estúpida foto pero aún dice que ese fue el día más feliz de su vida –contestó poniendo los brazos en jarra y los ojos en blanco- Luego se encerró dentro de sí cual tortuga, de hecho ni siquiera ha tenido citas. Con permiso acaba de salir otro pedido.
-   Gracias… -sorbió su café y encaró a su hermano- ahí tienes más información, aún no lo supera. Está como tú con…
-   Ni lo menciones Kanon, por favor, ayer ya fue bastante rudo para mí –tomando de su café Saga suspiró- se me ocurre algo que leí en el periódico hace algunos días, de un escritor uruguayo en una columna que se llama –partió una galleta y la sumergió en el liquido antes de llevársela a la boca- No recuerdo, pero el periódico lo tengo en mi oficina. Ahorita lo buscamos.

La cara de Kanon se iluminó, asintió y volvió a su café. Ese sí era su hermano, a pesar de que su mejilla aún escocía se sintió feliz de que el episodio ya fuera superado.

Salieron hablando amenamente y buscaron en la oficina de Saga el periódico, al encontrarlo Kanon tomó tijeras y recortó letras de distintos tamaños para pegar la frase en un trozo más grande de papel. Salió con su obra maestra doblada con cuidado dentro del libro del inglés, se subió a su motocicleta y se dirigió al edificio; dejó la nota en el limpiaparabrisas del carro del rubio y siguió su camino hacia la universidad.

Al llegar el rubio aún no salía por lo que dejo a Diana estacionada y fue a leer bajo un árbol cercano. Kanon estaba tan metido en la novela histórica que ni se percató cuando Radamanthys se acercó, el rubio con un sigilo felino se aproximo hasta sentarse al lado del gemelo.

Rozando sus brazos se dejó caer al lado del griego con un sonoro suspiro y una sonrisa incapaz de ocultar.

-   Me alegra que Diana sea puntual –dijo jocoso- detesto esperar.
-   Ah claro si quieres vete con Diana y yo me quedo con el Dragón.
-   JA ¿El Dragón? ¿Ya bautizaste a mi carro? 
-   Si, sonaba como un dragón herido esta mañana –comentó Kanon mientras reía y cerraba el libro- Vamos a buscar esa batería.

Se levantó sacudiendo la tierra de sus ajustados pantalones cosa que hizo que Radamanthys se saboreara los labios sin disimulo alguno, se levantó y siguió al griego hasta la motocicleta, ajustó su casco cuando detalló el rostro del otro:

-   ¿Qué demonios te pasó en el rostro Kanon? –lo tomó por la barbilla obligándolo a girar la vista exhibiendo el moretón de su mejilla izquierda-
-   Saga anoche estuvo un poco –meditó buscando la palabra adecuada- inestable. Pero es solo un golpe, vámonos de una vez.

Terminó de colocarse el casco y arrancó la moto, el encendido era como un ronroneo bajo sus pies; Radamanthys tomó asiento detrás de él y se aferró a su cintura cuando el griego arrancó.

A diferencia del miedo con el que se subió en la mañana, esta vez disfruto del paseo y todos sus elementos: la adrenalina, la velocidad, la proximidad al cuerpo de Kanon y su perfume.
Llegaron a la capital y Kanon fue de inmediato a una tienda de repuestos donde siempre conseguía todo para Diana, al ver el lugar fue el inglés quién se quedo de hielo en la puerta y no quería pasar al local:

-   ¿Qué pasa Radamanthys? Es solo una tienda de repuestos.
-   Esta tienda no, por favor aquí no.
-   Vamos que aquí están las mejores ofertas –dijo el griego mientras empujaba al profesor dentro del negocio-

El ambiente se tornó tenso cuando el dependiente de la tienda encaró al rubio, Kanon sin entender nada halaba de la mano del rubio hasta que reconoció el rostro detrás del mostrador: Valentine. De todos los sitios de repuestos en la ciudad habían terminado justo en la tienda de la familia del ex novio del profesor, reaccionando más por instinto que por lógica el griego entrelazó sus dedos al inglés y se acercaron juntos al mostrador:

-   Un batería mediana de 500Amp por favor… 
-   Radamanthys que sorpresa –dijo Valentine arrastrando las palabras- creí que un ratón de biblioteca como tú no sabía nada de este tipo de cosas.
-   Para eso me tiene a mí –dijo el gemelo mientras carraspeaba su garganta- un placer Valentina, soy Kanon.
-   Es Valentine –dijo con evidente molestia el muchacho- entonces… ¿vienes a pasear a tu nuevo novio por mi tienda? Ha pasado suficiente tiempo es hora que lo superes Rada.
-   Kanon y yo no…
-   ¿Puedes darnos la maldita batería? Así no se trabaja con público Valentina. –evidentemente el gemelo quería molestar al chiprés-
-   ¡Es Valentine! Voy a buscar la batería, con permiso.

Radamanthys aún sonrojado no terminaba de asimilar todo lo ocurrido, cuando Kanon intentó soltarlo fue este quien aferró aún más sus dedos a la mano del otro. El inglés sentía que sin esa mano caería desplomado en la tienda.

Entregada la mercancía pagaron y salieron del sitio, el shock emocional se rompió cuando salieron del sitio y aún tomados de la mano el rubio no pudo dejar de reír. Se acercó a Kanon que tenía la otra mano ocupada con el repuesto y con su diestra tomó la nuca del otro, rozando sus narices y percibiendo las exhalaciones del otro le dijo:

-   ¿Dónde habías estado toda mi vida? Eres genial.

Acomodó sus rebeldes cabellos azules detrás de la oreja que exhibía el pequeño brillante y pasó su pulgar por los labios del griego, el sonido de una corneta fue lo que los hizo separarse; montaron la motocicleta y  arrancaron de nuevo hacia el edificio.

Al llegar al sótano Radamanthys se acercó al vehículo con curiosidad de la nota en su parabrisas, la tomó en sus manos mientras Kanon levantaba el capó y hacía el cambio del repuesto, la nota decía:

“Ojala podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos” K.

Sonrió con ilusión mientras el griego pretendía no ver la escena, le arrojó las llaves y le dijo:

-   Sube y enciéndelo.

Radamanthys obedeció y con un suave rugido el carro encendió al primer intento, Kanon aplaudía emocionado y cerrando el capó dijo:

-   ¡Así es como debe sonar el dragón!

Ambos salieron del sótano compartiendo una mirada cómplice pero incapaces de decir o hacer algo más. Al llegar al lobby el rubio marcó al ascensor y solo vio la larga cabellera color añil adentrarse a las escaleras:

-   Kanon ¿por qué nunca tomas el ascensor?

Un pitido, las puertas del aparato se abrían ante el rubio y solo atinó a escuchar desde más arriba:

-   Claustrofobia, aparte de que las escaleras son un buen ejercicio.

Radamanthys sonreía ante esta respuesta, llegó a su piso y consiguió a Pandora viendo una adaptación de Moby Dick en el televisor. Aparecía la enorme ballena blanca en la noche tormentosa amenazando con hundir a los protagonistas, la muchacha estaba tan metida en la película que ni siquiera se dio cuenta cuando su hermano pasó a su lado buscando en la biblioteca el libro sobre el cual se basó la película. Lo abrió y recordó que en las páginas finales estaba una de sus frases preferidas, al ubicarla la anotó en una pequeña cartulina con un marcador dorado como sus ojos:

Ignoro lo que pueda venir, pero lo que venga lo recibiré riendo. R

Desde hacía muchos años que no reía tanto como ese día, en definitiva el griego estaba ganándose su corazón con esa explosiva personalidad que lo caracterizaba.

Subió al piso cinco y arrojó la nota por debajo de la puerta para luego bajar corriendo las escaleras como un chiquillo que huye después de una maldad, Kanon del otro lado recogió el papel y soltó una sonora carcajada que fue melodía pura en los oídos del inglés.


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