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ABUSO por karlaa miichellee

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CAPITULO 4: Libro


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Era sábado por la mañana, necesitaba un libro de la biblioteca para terminar su ensayo de leyes.


Salió de su casa, eran cerca de las 6 am, no había personas en las calles, la escuela estaba desierta, librándolo de las multitudes de inútiles y llorones alumnos por las finales, pero hoy no había ninguno de esos herbívoros inútiles en el campus, es decir, ¿Quién andaría caminando a las 6:30 am por la escuela en un sábado?


Todo era tan cómodo, aun no salía el fastidioso sol, las frescas ráfagas de aire golpeaban su rostro, era un clima bastante agradable por el momento, pero  sin duda, alrededor de las 12 comenzaría a hacer un calor sofocante, solo esperaba que a esa hora ya se encontrara en su departamento, disfrutando del aire acondicionado, escribiendo frente al monitor su ensayo referente a los castigos tan suaves que se le impone a los criminales y la corrupción que existe entre los altos mandos de la política.


Sacó el par de llaves que tenia de la biblioteca, el director se las había regalado, ¿cómo negarle tan valiosa información a su mejor y tan intimidante alumno?


Introdujo la llave dentro de la cerradura, giró, y entró  a la oscura edificación, a tientas busco el apagador, encontrándolo en la columna de la izquierda, lo presiono suavemente mientras observaba como el recinto se comenzaba a iluminar.


Como disfrutaba de aquella soledad.


Se quitó el suéter y caminó directo al pasillo de leyes, sin duda ahí estaría el tomo que necesitaba.


Sin embargo, detuvo su andar, sus ojos vieron algo poco común a un par de metros, entre la estantería de aritmética y trigonometría, una mochila yacía abandonada en el piso.


Miró con más atención… un bulto cubierto por el suéter del alumnado de preparatoria


Intrigado, se acercó…


Era un chico


Corrió hasta su lado, le observó, era más que obvio lo que había sucedido, se apresuró a desatar sus manos y a retirar la mordaza, agitó un poco al joven inconsciente, tratando de despertarlo, de hacerlo reaccionar, después de un par de segundos lo logró.


El joven abrió un poco sus ojos, mostrando el color de estos:


Verde esmeralda.


Estaba vivo y lastimado, necesitaría ayuda para sacarlo de ahí, se percató de la mueca de incomodidad que él menor tenia, bajo su mirada, tratando de encontrar alguna herida seria, pero nada… entonces notó, como algo se asomaba de entre los muslos del chico.


Sin duda alguna, aún tenía algo entre las piernas, necesitaba a un médico, enfermero o cualquier persona perteneciente del sector salud, no quería lastimar al acreedor de esos ojos verdes  mientras intentaba  retirar aquel aparato.


-iré por ayuda, no tardo-


Pero apenas se levantó sintió unos dedos cerrarse alrededor de su tobillo, el albino desconocido le miraba suplicante, con vergüenza y temor.


-…no…- fue lo único que logró decir, sentía los músculos de su boca entumecidos, su garganta seca y estremecimientos a lo largo de todo su cuerpo, estaba débil, apenas si había logrado decir aquella pequeña palabra de conformada por dos simples letras.


El estudiante de leyes entendió el mensaje, no quería que le vieran así, miró con atención al joven… le había visto antes ¿pero dónde?


Volvió a mirar la mochila que parecía ser del chico así como la sudadera que apenas le cubría momentos atrás… la insignia del colegio, con una particular alteración… tenía la insignia de otro colegio en el costado derecho.


Entonces recordó, era el alumno nuevo de preparatoria, había llegado de intercambio, claro, debió de haberse topado con él en algún lugar del campus.


El nipón, nuevamente se agachó junto al extranjero, sin saber exactamente que debía de hacer, nuevamente se sentía tan impotente, como cuando era un niño, que no había sido capaz de hacer algo para ayudar a su hermano.


Escuchó una queja del joven y como entrecerraba la mirada, algo lo incomodaba y estaba seguro que  era por aquel juguete entre sus piernas, entendía que el chico no quisiera que avisara a alguien más, pero definitivamente tenía que sacar aquello de aquel lugar.


Respiró profundamente, retiró unos mechones plateados del rostro del menor para llamar su atención, le miró, tranquilo, serio y seguro, intentando de transmitir algo de confianza y seguridad en aquella joven víctima.


-Escucha, al menos, déjame ayudarte con esto- habló mientras se acomodaba entre las piernas del menor, el cual simplemente se limitó a asentir, estaba demasiado cansado como para discutir o retirar el mismo aquel objeto de su cavidad.


Sintió como el nipón tomaba la base del aparato y comenzó a tirar de él, sacándolo poco a poco.


Hayato se estremeció y una queja escapó de sus labios, aquello dolía demasiado, se preguntaba cómo es que había podido dormir con eso entre sus piernas. El azabache continuo con su labor, con cuidado y paciencia, haciendo caso omiso de las quejas y el llanto, si lo dejaba así le haría más daño o podía agravar sus heridas.


Finalmente después de un par de segundos el vibrador salió, sin pensarlo el japonés lo arrojó a otro extremo de la sala. El estudiante de bachillerato por fin pudo bajar sus caderas, quedando recostado sobre la loseta cerámica color crema, su respiración al menos se había normalizado.


Decidido, el mayor se acercó y lo cargó, con el mayor cuidado que tuvo, no quería lastimarle aún más de lo que ya estaba. En silencio y sin preguntar lo llevó hasta los vestidores, cerró con seguro la puerta de estos y abrió la llave de una de las regaderas.


Mientras esperaba a que saliera el agua caliente se quitó los zapatos, calcetines y la camisa, quedando con sus pantalones y una playera blanca ligera. Tomó al menor y entró con él en la ducha, importándole poco que sus pantalones se arruinaran, tenía muchos más en casa.


Ayudó al albino a lavarse, tocando solo lo necesario, no pensaba aprovecharse de la situación como otros pudiesen haber hecho, él no era así, si bien en su adolescencia se hizo la fama de persona violenta, había aprendido a controlarse y solo desquitarse con aquellos que quebrantaran las reglas, claro, sin dejar evidencia.


Le sostenía con uno de sus brazos mientras que con el otro le jabonaba, le sorprendía lo ligero que era aquel chico y lo dócil del mismo, prácticamente no había escuchado ninguna palabra escapar de sus labios, parecía un juguete sin vida, una persona al borde del colapso… le recordaba a su hermano en sus últimos días.


Cuando el baño terminó, salieron de la ducha, secó al estudiante de preparatoria y lo envolvió en su chaqueta, mientras él se quitaba la playera mojada y se ponía la camisa seca encima.


No podía llevarlo cargando hasta su casa, no era un camino largo, pero sin duda seria incómodo para el chico, aparte de que no tenía con que cubrir su evidente desnudes.


-espera aquí, no te esfuerces, no tardo-


El albino miró marcharse a aquel extraño joven que le ayudaba, mientras se acomodaba mejor en la banca y se cubría con aquella enorme chaqueta, tenía frio, sueño y hambre.


.


El azabache, prácticamente corrió hasta llegar a su apartamento, entró rápidamente en este, tomó unas toallas, buscó las llaves de su auto y volvió a salir.


Nunca iba a la escuela en auto, no a menos de que tuviese alguna exposición o algo para lo cual ocupara llegar impecable, fuera de esas ocasiones, le gustaba ir caminando, no estaba lejos, le resultaba un trayecto agradable.


Abrió el cancel del instituto y acercó su auto lo más que pudo a las regaderas, importándole poco ensuciar los caminamientos o dañar uno que otro arbusto, estacionándose en el cuidado y verde  pasto. Entró y ahí seguía el menor, recostado en aquella fría banca.


Le terminó de secar con las toallas que había traído de su casa para volverlo a acobijar con su ya no tan seca chaqueta, nuevamente le  cargo y recostó en el asiento trasero del automóvil.


-¿Dónde vives?-


No recibió respuesta


-¿y tus padres?


-mi madre murió cuando nací- silencio- mi padre debe de estar en Italia, o en cualquier otro país por alguna junta de negocios, no le resulto de mucha importancia. – respondió resignado el albino, evitando mirar aquellas orbes de color azul, en estos momentos el tapete del auto tenía toda su atención.


El azabache permaneció en silencio, analizando la situación y las pocas opciones con las que contaba…ese joven estaba completamente solo en Japón.


Encendió nuevamente el motor y se dirigió a su departamento, sin lugar a dudas le pareció que era el mejor lugar al cual llevar al albino en esos momentos.


Esa mañana había ido a la biblioteca por un libro, y había terminado de regreso a su casa con un joven desnudo en el asiento trasero de su auto.


Y sin su libro…

Notas finales:

GRACIAS POR LEER

Ahora si, despues de tanto tiempo aparecio Hibari... la relación entre estos no sera romantica, o almenos no por ahora, será algo mas como de confianza y protección por el momento.

Por el momento me despido, estoy abierta a comentarios, sugerencias o criticas :)

bye bye, besos y abrazos :)

 

RESPUESTA A :

PAULINA:me alegra muchisimo que te guste el hibagoku, el saber existen mas seguidoras de esta pareja me alegra como no tienes ideas, gracias por tu comentario y como lo pediste, aquí esta la actu.

 

SOLEDAD: graaaacias mujer, fuiste el primer comentario de este fic, y aun más que lo continues leyendo (igual ya leí el fic que hiciste en FF.NET :) ahora sin más me despido y espero que esta actu sea de tu agrado :)

 

 


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