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Trabajo embarazoso por zandaleesol

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Título: Trabajo embarazoso

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Parejas: Harry/Draco

Clasificación: R

Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Mpreg. Otras.



Capítulo 3. Otro día más


Seamus se alejó de la oficina de Draco con Harry caminando tras él con rostro confuso. Cuando el primero se aseguró de que no había nadie cerca que pudiera oírles, fijó en el muchacho de ojos esmeraldas su mirada más que satisfecha.


-Te conseguí un informe de un sanador de San Mungo, Harry. Ya no debes preocuparte de que Malfoy pueda despedirte.

-No entiendo de qué hablas, Seamus.

-¿Cómo no vas a entender? Malfoy no puede despedirte, ahora sí que está convencido de que esperas un bebé.

-¡Por Merlín! -exclamó Harry escandalizado -. Seamus, cómo se te ocurrió hacer algo tan estúpido.

-No veo el problema. Malfoy desde ayer cree que lo estás, yo solo le entregué el certificado para que no hubiera lugar a ninguna duda -se defendió Seamus.

-Parece que no conocieras a Malfoy -contestó Harry mientras negaba con la cabeza -. No creo que se conforme con el certificado, seguro que lo lleva a San Mungo para averiguar si es auténtico.

-¿Tú crees? -preguntó Seamus dudoso.

-Esto es una tontería. Ahora mismo iré a decirle la verdad, aunque me despida.

-Ni lo pienses Harry. Mi amiga de San Mungo saldrá perjudicada. Porque es seguro que Malfoy la denuncia al Ministerio, hasta puede que la envíen a Azkaban.

Harry miró preocupado a Seamus. La prisión de los magos seguía siendo un lugar horrendo. Los Dementores, que habían dejado de custodiarla en la época de la guerra por ir en pos de las víctimas más apetitosas ofrecidas por Voldemort, regresaron después de un tiempo a su ancestral oficio. Al parecer, pese a ser tan desagradables, la comunidad mágica se sentía más segura si eran los Dementores, quienes se encargaban de la seguridad de Azkaban. Era imposible para Harry no recordar a Sirius y a Hagrid, que tuvieron la desgracia de estar en ese sitio aún siendo inocentes.


No era justo que la pobre chica, amiga de Seamus, que solo había pretendido hacer un favor, se viera envuelta en un lío con la justicia. Aunque tampoco podía estar seguro de que el poder de Malfoy llegase a tanto. Tenía el presentimiento de que el rubio no era un personaje muy apreciado en las filas de los aurores. Aunque este último pensamiento era pura especulación suya.


-¡Demonios Seamus! ¿Y ahora qué hago?

-Nada Harry. El asunto ya está hecho. Sigue con lo tuyo. Estoy seguro de que Malfoy ni se meterá contigo.

-¿Realmente lo crees?

-Por supuesto -respondió convencido Seamus -. Le salvaste el pellejo, y por más que le duela tiene que agradecértelo. Vamos, relájate, todo irá bien.


Harry miró a su amigo muy poco convencido.


-Seamus, espero que pronto encuentres empleo, porque yo no voy a soportar esta situación más de un mes o dos.

-Tranquilo, ya verás como pronto encuentro algo -le tranquilizó Seamus.



Pero otra cosa vino a la mente de Harry.


-Ey Seamus, de dónde sacó Malfoy que somos novios.

-Ni idea, porque yo no le dije tal cosa -respondió el muchacho encogiéndose de hombros -. Tal vez lo asumió debido a que vivimos juntos.

-¿Y cómo sabe eso?

-Pues le dije que ayer te había visto llegar un poco alterado por el asunto de los despidos.

-Espero que este sea el fin de las mentiras, Seamus -dijo con tono de advertencia Harry.

-No veo porque te preocupa tanto. Es Malfoy a quien le has mentido.

-El que Malfoy no me agrade no significa que deba mentirle cada dos por tres.

-No lo harás. Esto es solo para salir del paso y no durará mucho.

-Eso espero.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Draco estuvo toda la mañana poniendo en orden los documentos que se relacionaban con los empleados. Le hubiese encargado con gusto este tedioso trabajo a su secretaria, pero lo cierto era que prefería conocer cada detalle relacionado con quienes trabajaban para él. Estaba convencido de que era una buena forma de mantener el control y evitarse más sorpresas desagradables como la de Potter y su embarazo.


No quería pensar en este último tema. Le resultaba muy molesto, pero aunque lo intentaba no podía apartarlo de su mente. Potter y Finnigan juntos y esperando un bebé. No podía comprender al «Salvador» del mundo mágico. Qué le había visto a ese ex Gryffindor del tres al cuarto. Incomprensible. Era cierto que no sabía nada de la vida de Potter, pero no era difícil imaginar que siempre tendría al mundo mágico a sus pies, sin importar cuantos años pasaran desde que acabó la guerra.


Por Merlín, si había acabado con Voldemort. El mago tenebroso más despiadado y poderoso del último siglo y quizá más, del último milenio.


Definitivamente Potter estaba mal de la cabeza. Aquel último enfrentamiento con Voldemort debió dejarle secuelas muy severas. Bueno, no es que le hubiese considerado alguna vez muy inteligente, ciertamente el moreno era de escasas luces, eso saltaba a la vista, pero fijarse en Finnigan, aquello era el colmo de la estupidez y el mal gusto. Le parecía que era inclusive peor que cuando andaba de novio con la pequeña Weasley, que era pobretona sí, pero atractiva, eso no podía negarse.


Pero ese Finnigan tenía el atractivo de un Troll. Se reprendió mentalmente. Era suficiente. Le había dedicado mucho tiempo de sus pensamientos a ese par de ex Gryffindor. De seguro que esos dos se merecían en uno al otro. Con esta última idea puso punto final a sus involuntarias divagaciones.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando faltaba apenas una hora para el término de la jornada, todos los empleados fueron llamados a una reunión con el nuevo propietario. Se miraron con preocupación unos a otros, cuando Adele les informó que el señor Malfoy, les esperaba «a todos» en la sala que utilizaban para almorzar.


Harry manifestó la misma preocupación que los demás. Se preguntó qué se le habría ocurrido a Malfoy ahora. Sería qué había cambiado de opinión con respecto a la aplicación de su política de despedir a todos sus empleados. No podía ser, pensó el muchacho, pues Malfoy por la mañana quedó completamente convencido de que él estaba «muy embarazado».


Al entrar al salón que utilizaban de comedor, vieron a Malfoy sentado en la cabecera de la larga mesa mirando a un punto indefinido del espacio.



Todo el grupo tomó asiento en silencio y nadie quiso sentarse demasiado cerca de Malfoy, a excepción de Adele, que por ser su secretaria no tenía más alternativa.


Draco barrió con la mirada a todos los que ocupaban la mesa. Después se levantó con lentitud. Notó que todos sus empleados le miraron expectantes, con excepción de uno que fijó su mirada en el cuadro de la pared que tenía enfrente, como si hubiese descubierto por primera vez que estaba ahí.


-Aunque hablé con cada uno de ustedes ayer, de todas formas consideré necesario reunirme con todos hoy-dijo Draco y luego agregó -. Ustedes no me conocen y ese es el porqué de esta reunión.


En ese momento preciso Harry apartó los ojos del cuadro que observaba con tanto interés y fijó sus ojos en Malfoy.


Por supuesto que Draco captó de inmediato aquella mirada de Harry, según le pareció al rubio, cargada con un dejo de malicia.


-Cuando digo que no me conocen, me refiero a mi modo de trabajar -aclaró Draco -. Aunque todos deben estar enterados de que por lo general reestructuro al personal cuando lo creo necesario.


Harry debió morderse la lengua para no comentar algo al respecto. Prefirió apartar su mirada de Malfoy y poner su atención en el cuadro nuevamente.


-El negocio editorial es un tanto limitado y no quiero tener bajo mi mando personas que no se manejen en el tema. Les considero indispensables para que esto siga funcionando, por esa razón están aquí -dijo Draco.


Harry otra vez fijó su vista en Malfoy sin creer que dijera eso incluyéndolo a él. El rubio fue muy sincero al respecto. No lo quería cerca. La mentira del embarazo le sirvió para evitarse el despido.



-Mi intención es sacar adelante esto y para eso debemos trabajar unidos.


Los empleados se miraron unos a otros.


-Tengo la impresión de que hasta el momento existe un buen clima laboral y es mi deseo que se mantenga -agregó el rubio.


Nadie se atrevió a cuestionar esta aseveración tan segura de parte de Malfoy, aunque muchos pensaran que desde la noticia de la venta de la editorial, el clima laboral se había tornado bastante tenso.


-La editorial comenzará una nueva etapa y espero que todos tengan la mejor disposición para lograr mantener el negocio a flote -dijo Draco observando con lentitud el rostro de los reunidos en torno a la mesa -. Si alguien quiere expresar su opinión o sugerir algo este es el momento para hacerlo.


Harry observó a sus compañeros y notó lo intimidados que estaban. No pudo evitar sonreír, le parecía un poco absurdo que se mostraran de ese modo, pues a excepción de Melisa, Andy y él mismo todos eran bastante mayores y, por lo tanto, debían comportarse con algo más de seguridad frente a Malfoy, que aunque fuese el dueño, tenía su misma edad.


-¿Hay algo que desees aportar, Potter? -preguntó de pronto Malfoy.


Harry dirigió sus ojos hacia el rubio y comprendió que éste había visto su fugaz sonrisa y quizá la había mal interpretado.


-Eh… yo no… -balbuceó Harry sintiéndose bastante idiota.


Draco apartó sus ojos de Harry y cuando estaba a punto de dar por terminada aquella reunión, para su gusto, fallida, pues no había logrado sintonizar de ningún modo con sus empleados, eso quedaba más que claro, escuchó la voz con aire compungido y tímido de su secretaria.


-Señor Malfoy…


El rubio volvió su mirada hacia la mujer y fijó con atención sus ojos grises en ella.


Adele, que se sabía una mujer nada agraciada, se sentía bastante sobrecogida, aunque muy a su pesar, por el atractivo de su nuevo jefe. Si el primer día se había impresionado debido al historial del joven Malfoy, ahora lo estaba mucho más con su innegable atractivo, por eso cuando los ojos grises de Draco le miraron tembló sin poder evitarlo.


Harry desde su asiento la observó con cierta sorpresa y también curiosidad. Adele era una mujer de treinta y tantos, calculaba el moreno, solterona con escasísimas posibilidades de cambiar esto último, aunque muy buena persona eso no podía negarse. Debía ser para ella todo un cambio el tener por jefe a alguien tan atractivo como lo era Malfoy, pensó Harry.


-Yo… quería proponer algo -dijo con voz tímida Adele.

-La escuchó -respondió Draco sin apartar sus ojos de ella.

-Bueno… la antigua propietaria -comenzó la mujer -. De vez en cuando reunía a todos los empleados en una celebración que también incluía a los familiares directos.


Draco escuchó con atención a su secretaria y asintió alentándola a continuar.


-Pensé que sería una buena idea organizar una reunión así para que los empleados tengamos la oportunidad de conocerlo mejor… creo que eso ayudaría a que la relación laboral fuese más fluida -terminó diciendo Adele.


Draco no dejó de observarla y la pobre mujer pensó que había sugerido una tontería y sus mejillas se colorearon furiosamente.



Harry sintió pena de ella y justo cuando iba a intervenir escuchó la voz de Draco.


-Es una gran idea, Adele -dijo Draco, llamándola por primera vez por el nombre de pila, cosa que hizo que ella se estremeciera involuntariamente.


Luego el rubio apartó sus ojos de ella y miró a todos los demás.


-Me parece muy apropiado en esta circunstancia. Será una buena oportunidad para conocerlos un poco más.


Harry desde su lugar miró bastante sorprendido a Malfoy. Jamás imaginó que le interesara reunirse con los empleados en una circunstancia que no tuviese que ver de manera estricta con el trabajo.


-Organice todo y luego me avisa… si alguien más desea colaborar puede hacerlo -dijo Draco observando a todos los demás -. Creo que es todo por ahora.


Después de eso se levantó y luego de saludar dejó rápidamente la sala.


Nadie más se movió de su asiento. En cuanto la puerta por la que salió Draco, se cerró, las voces de todos se elevaron de golpe.


Harry se rio con ganas. Hacía apenas un segundo nadie se atrevía ni a murmurar. Se preguntó el muchacho de ojos esmeraldas como era posible que se comportaran como si estuviesen en la escuela. Sin quererlo recordó sus años en Hogwarts y a cierto profesor de Pociones, que con su sola presencia hacía que todos perdiesen la voz.



-¿De qué te ríes Harry? -preguntó Melisa.

-De ustedes, hace un segundo parece que habían sufrido un hechizo paralizante.

-Pues tú tampoco dijiste mucho que digamos -respondió Melisa con tono ladino -. Parece que el señor Malfoy, también te intimida.


Harry arqueó la ceja de un modo nada propio en él.


-¿Malfoy, intimidarme? -respondió el moreno con tono defensivo -. Ni en mil años.


Melisa simplemente sonrió de un modo que a Harry no le gustó ni un poco.


-Por favor, podrían bajar la voz para que podamos entendernos -pidió Adele intentando atraer la atención de sus compañeros.


Poco a poco los reunidos en la mesa fueron bajando el tono de sus voces y la conversación se tornó más civilizada.


-Debemos decidir en qué sitio llevaremos a cabo esta reunión -continuó la secretaria de Draco.

-Janet, siempre nos invitaba a su casa -aportó Kelly -. Sería lógico que el señor Malfoy hiciera lo mismo.

-No digas tonterías Kelly -le reconvino John Madden que estaba sentado en enfrente -. Cómo se te ocurre que iremos a un lugar donde habitó el Innombrable.


Harry desde su puesto le miró divertido y rodó los ojos.


-Se llamaba Voldemort, y está muerto -atajó Andy Podmore, mirando a Harry de modo apreciativo -. Harry lo mató, por si no te has enterado.

-Estás muy ocurrente esta mañana Andy -respondió Madden y luego agregó con tono picado -. A qué se debe… será que Harry por fin se ha dado cuenta de que existes.


Andy se puso rojo de vergüenza y le dedicó una mirada envenenada al jefe del taller de impresión.


Ese tipo de bromas no le hacían ni pizca de gracia a Harry, así que intervino de inmediato.


-Ya basta -dijo el moreno de ojos esmeraldas -. No estamos aquí para pelear, sino para organizar una reunión entre compañeros que se respetan.


Todos los reunidos en la mesa intercambiaron miradas y guardaron silencio. Harry, a pesar de no ostentar ningún cargo de importancia dentro de la editorial, era la voz con más autoridad para todos. Era el héroe, nadie lo olvidaba y aunque no le gustaba que se lo recordasen cada dos por tres, eso pesaba enormemente en el ánimo de todos sus compañeros y entre la gente del mundo mágico en general.


Aquellas palabras con tono conciliador de Harry bastaron para que la conversación volviese a ser normal.


Draco, que se había quedado al otro lado de la puerta y a través de un hechizo escuchaba todo lo que decían sus empleados, se quedó pensando en lo que acababa de oír. El joven Andy Podmore, al parecer era admirador incondicional de Potter. Uno más, pensó el rubio con cierto disgusto. A lo mejor sentía más que admiración por el héroe. No sería nada de raro, Potter era… tenía cierto atractivo.


En cuanto pensó eso Draco se recriminó mentalmente y se marchó con prisa hacia su oficina, antes de que alguien se le ocurriese salir de la sala comedor y le descubriese espiándoles.



Por más que intentaron decidir donde se reunirían para la celebración no llegaron a ningún acuerdo. Todos proponían sitios diferentes.


Adele fue la última en salir de la sala y pensó que ante la incapacidad de llegar a un acuerdo, tal vez debía pedirle ayuda al señor Malfoy para que buscase un sitio, pues era evidente que no encontrarían uno prontamente. Quizá la idea de Malfoy Manor no fuese tan terrible después de todo. Ella no conocía aquel lugar, había escuchado decir que era magnífico.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Draco llegó a su oficina y se dejó caer en el sillón, después de cerrar la puerta con un hechizo.


No podía dejar de pensar en lo que había escuchado tras la puerta. Se recriminó por su tontería de querer saber qué hablaban sus empleados cuando él no estaba presente. Aquella frase dicha por el jefe del taller de impresión quedó dando vueltas en su cerebro «Será que Harry por fin se ha dado cuenta de que existes». Así que ese chico Podmore, era otra víctima de la indiferencia del héroe. Por lo menos no era el único se dijo el rubio sin pensar. Y sin querer su cerebro viajó en cosa de segundos a ese lejano día en que fue lleno de entusiasmo hasta el vagón del renombrado Harry Potter y se encontró con aquel chico esmirriado y de ojos hermosos al que apenas prestó atención en la tienda de madame Malkin. Harry Potter, le rechazó sin apelación.


Por qué perdía su tiempo dedicándole sus pensamientos a Potter, y a cosas de un pasado tan lejano. Cuántos años habían pasado desde aquel primer viaje en el Expreso de Hogwarts. Quince años para ser exactos y aún no lograba superar aquella decepción. Debía quitarse esos pensamientos ridículos. Su única preocupación en los últimos cinco años fue construirse un nombre como el mago más rico de la comunidad y lo había logrado. Solo eso importaba, todo lo demás eran tonterías. Debía avocar todos sus esfuerzos a hacer de esa editorial un negocio rentable como lo eran todos los que había adquirido hasta entonces.



El que hecho de que Potter hubiese entrado en su vida era solo algo circunstancial y no debía permitir que le distrajese de lo que era su objetivo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry se preguntaba porque Malfoy había aceptado con tanta facilidad aquella idea de Adele. Una reunión con todos los empleados. No le parecía que Malfoy fuese del tipo que le importara llevarse bien con quienes eran sus empleados. Era muy curiosa la actitud del rubio.


El moreno pensaba distraídamente en esto mientras intentaba, sin éxito, dar con la llave que entraba en la cerradura del apartamento.


-Yo lo hago Harry -dijo la voz de Seamus tras él mientras se acercaba y le quitaba las llaves de la mano -. Creo que deberías revisarte la vista. A lo mejor está empeorando tu miopía.

-Tal vez -aceptó el de ojos esmeraldas, sin atreverse a confesar a Seamus que no podía dar con la llave de la puerta porque estaba pensando en Malfoy y su extraña actitud -. Y tú dónde has estado.

-Donde mis padres -respondió Seamus mientras abría la puerta y entraba al lugar para encender las luces.


Harry entró tras él y luego de cerrar la puerta se arrojó sobre el cómodo sofá.


-¿Y cómo te fue hoy con Malfoy? -preguntó Seamus mientras caminaba hacia la cocina.

-Bien -respondió Harry -. En realidad después de ese encuentro de la mañana no volví a hablar con él.

-Ves que yo tenía razón. Fue una buena idea para que te dejase en paz.

-Todo esto es un lio Seamus. No debí seguirte la corriente esta mañana. Hubiese sido mejor decirle a Malfoy que lo del embarazo es mentira y punto.



Seamus se detuvo a medio camino al escuchar a Harry y se volteó.


-Sí claro, y ahora estarías desempleado igual que yo. Vamos Harry, déjate de tantos reparos con Malfoy. No le has causado ningún daño mintiéndole.

-Seamus, tú no entiendes.

-¿Qué no entiendo?

-Está mentira tiene una vida muy corta, cómo es que no te das cuenta de eso.

-Harry, solo se trata de ganar tiempo.

-Las cosas podrían complicarse.

-Yo no veo la complicación por ningún lado.

-¿Qué pasará cuando los meses avancen y mi estómago siga plano? ¿Crees que Malfoy es tan idiota que no se dará cuenta?

-Eso no es ningún problema, de seguro que existe un hechizo para hacer que tu estómago crezca igual que si estuvieses embarazado.

-Ni lo sueñes, yo no me prestaré para eso.

-Harry, conoces aquel dicho muggle de «El fin justifica los medios».

-Claro que lo conozco y no estoy de acuerdo para nada. Yo esta mañana iba dispuesto a contarle la verdad a Malfoy y aceptar las consecuencias, pero tú enredaste todo llevándole sin mi autorización aquel informe de un sanador.

-Lo hice con la intención de ayudar.

-Para colmo de males Adele tuvo la tonta idea de hacer una reunión con todos tal como las hacía Janet, y Malfoy aceptó.

-En serio -preguntó Seamus con evidente alegría -¿Y será tal cual las hacía Janet? Ella siempre me invitaba.

-Creo que sí.

-Me avisas cuando sepas la fecha y el lugar.

-Seamus… no sé si eso sea conveniente. No sé por qué razón Malfoy pensó está mañana que eres mi novio.

-Pues con mayor razón voy a esa reunión. Sería raro que siendo tu novio no asistiera -respondió Seamus mientras entraba a la cocina.


Harry movió la cabeza en señal de negación.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Tenía que aceptar de una vez por todas que las cosas no estaban resultando fáciles. Estaba claro que la gente de la editorial no se fiaba de él. Pero la idea de Adele no le disgustaba para nada. Una reunión de camaradería con todos los empleados, siguiendo la tradición de la anterior propietaria. Su secretaria sería fea, pero era inteligente, eso no se podía negar.


-Purdy, la cena ha estado deliciosa, realmente te has lucido con este Pot au feu*.

-El amo es muy amable con Purdy, pero no es necesario, Purdy es un buen elfo que cuida al amo como es su deber.


En el pasado Draco nunca apreció a los elfos domésticos, le parecían criaturas inferiores porque eso era lo que sus padres le enseñaron. Pero acabó dándose cuenta de que los elfos eran seres con sentimientos que podían ser muy humanos. Como el afecto o el odio. No tenía más que recordar a Dobby, ese elfo domestico rebelde que tantos dolores de cabeza le provocó a sus padres y que acabó siendo asesinado por su tía Bella. Aquel elfo que era amigo de Harry Potter, y que murió intentando salvarlo.


Draco sintió una repentina molestia. Se preguntó qué le sucedía. En los últimos días con más frecuencia le venían ideas y pensamientos que tenían que ver con Potter. No entendía por qué, si durante tantos años había conseguido mantener al héroe lejos de su vida. No quería preocuparse por otra cosa que no fuese el sacar adelante la editorial y era justamente en lo que iba concentrarse con todas sus fuerzas.


Se puso a pensar en aquel asunto que le había planteado su secretaria. Le parecía interesante buscar un modo de conocer más a sus empleados y aquella reunión era una buena idea. Escuchó lo dicho acerca de la antigua dueña, era ella quien invitaba a todos a su casa. Tal vez él debería hacer lo mismo. Esa casa era bastante grande, no era la mansión de su familia, pero estaba muy bien. Además si hacía caso de los comentarios, nadie querría ir a una mansión donde estuvo viviendo Voldemort. Si era lo suficientemente honesto debía reconocer que ni a él mismo le gustaba vivir en ese lugar. Sentarse en la mesa donde Voldemort había torturado a un profesor de Hogwarts no era algo muy alentador.


Mañana mismo le comunicaría a Adele su idea. Le encargaría a Purdy para que organizase todo. Él solo debía limitarse a enviar invitaciones. Con esa decisión se fue a tomar un baño para después dormir y reponer fuerzas para vivir otro día en la editorial.



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