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Segundas Oportunidades por Aryam

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Notas del capitulo:

¡A leer!

Capítulo 2

 

Llevando los dedos al puente de la nariz, suponía que el dolor de cabeza que sentía se debía a una migraña; un malestar, cabe decir, por el cúmulo de sucesos que fueron pasando en su “tranquila” vida desde que vio por última vez a la encarnación de Kakashi, el trabajo, pensar demasiado y tener poco tiempo, sumado el estar oyendo a la parlanchina esposa de su hermano –que también trabaja con él– para presentarle unas ideas para un nuevo comercial. Subió la mirada, que sin verle la cara, se centró en verle el vientre pronunciado y sus manos moverse al hablar, viniendo un pensamiento en mente.

– Deidara-senpai, una consulta. –Con alivio esta calla y le presta atención, arrugando el entrecejo graciosamente al molestarle oír el “senpai” por hacerle sentir vieja, lo que poco le importa si es para vengarse un poco. – ¿No te habían dado el prenatal? No es bueno para tu estado andar por la empresa.

Cruza de brazos, tomando asiento en el escritorio con algo de esfuerzo y sonriendo con prepotencia. –Oh, querido Obito~ solo dos cosas. –Ya le dio mala espina y seguro le puso cara de desagrado al apreciar su mirada aterradora. – Uno. No necesito tal cosa, sin mí la creatividad de la empresa se va a la mierda y dos… –Le pega con las carpetas en la cabeza, mascullando él en ser tan lento para no quitarse y terminar sobándose la cabeza. – ¡Presta atención a lo que hablo, hm!

– Ah~ ¿por qué eres tan agresiva? No sé cómo te soporta Itachi. –Chasquea la lengua, viniendo venir las carpetas otra vez y logra esquivarlas con suerte, levantándose del asiento después. – ¡Hey!

– No es mi culpa, hm. –Se coloca de pie, alisando sus ropas y luego colocar brazos en jarra. – Tú me haces enfadar y no metas al idiota en esto.

– “Qué amor le tiene”. –Piensa Obito, el que tiene que echarse para atrás después al ser punzado con el dedo índice de la rubia en cuestión. ¿En qué momento pasó del escritorio para robarle espacio personal?

– Has estado muy raro estos días y no me digas que no… –Susurra, tragando grueso el moreno con cara de incomodidad. – te conozco, hm. –Pausa. – Primero andas distraído en la fiesta, luego en el trabajo, sé que es normal que seas algo retardado, pero tú…

– ¿Yo? –Le ínsita a continuar, tratando de buscar moverse también y poder huir, sin ánimos de saber que había pasado más de una semana con la cabeza en ese Bakakashi. “¡No! Imposible”.

– Tú… te has conseguido novia. ¿No es cierto, hm? –Sonríe picara, codeándole las costillas.

– ¿Qué? – Le mira, evitando pensar cualquier cosa como Bakakashi y él juntos. – Cla-claro que no.

– Obito ya no es un niño bueno~ –Le canturrea al moreno, el cual ya siente hervir la cara de rabia, claro. – Seguro ya eres un diabético del amor, por eso andas la cabeza en las nubes, hm ¿no?

– Deja de decir tonteras, ¿qué es eso de diabético no sé qué? –Masculle, decidiendo echarla de la oficina por su salud mental. – Estás loca. No hay novia ni amor. – Le toma por los hombros, empujando suavemente de la mejor manera. – Ahora gracias por venir, toma tu prenatal y manda tu idea en una presentación, la veré y te respondo.

– ¡Namikaze Obito, no me eches así, hm! –exclama, intentando usar fuerza en él sin tener resultado.

– ¿Echarte? ¿Quién te echa? Solo quiero que vayas a visitar a Itachi, que seguro te debe extrañar, Deidara-senpai.

– ¡Qué no me digas así! ¡Idiota, hm! Y no piens- –Ella levanta la mano para darle un golpe y por inercia se espera que este llegue, lo que no ocurre. Abriendo los ojos al verla palidecer.

Se aparta para observarle bien y ver entre los pies de ellas una posa que no recuerda ahí. – ¿Te orinaste?

– Rompí fuente. Itachi…

 

 

Su suerte parecía ser que no lo acompañaba mucho y menos a quienes estaban a su alrededor.

Él suponía que al encarnar otra vez era una nueva oportunidad, todo sería distinto, que el tener su recuerdo de su pasado era algo que no debía darle importancia, pero… ¿Por qué de todas las caras que marcaron su vida, Kakashi seguía en su mente?  Con nadie le ocurrió tal cosa, solo se adaptó a las circunstancias y a las caras, sin darle tantas vueltas al asunto. Aunque ahí estaba, como los otros días, analizando el corto encuentro que tuvo con el niñero esa noche, que además poco y nada hablaron.

Bufa exasperado.

¿Era acaso un presentimiento inconsciente?

Cercano a él, un barullo le hizo salir de su letargo y mirar a la reunión familiar que se formó alrededor, todos ubicados en la sala de espera. Su madre Naruko estaba ahí en representación de su padre Sasuke, que por motivos de viajes no estaba, y le acompaña su amigo Gaara; platicando ambos con el padre de Deidara, Sasori, sobre el nacimiento adelantado y como sería el bebé. Recordando entonces que no encajaba mucho ahí, aunque fuese hermano de Itachi y nadie se dignara a hablarle, pero al ser traído en la ambulancia, porque no le soltó la rubia la mano por el miedo, era buen adorno en las sillas. O sería porque había gritado un “no me hagan preguntas obvias”, para terminar espantando a la familia. 

– Creo que estás cosas solo suceden si está usted, tío Obito.

Dio un saltó leve en el asiento, volteando a ver su ahijado de diez años con algo de sorpresa y sonreír en respuesta en medio de un suspiro y suavizar el rostro.

– Qué quieres que te diga, me encanta asombrar a la gente. – Ríe bajo, siendo acompañado por el menor con una sonrisa que le da la razón. – ¿Y tú, Izuna-kun?

– ¿Yo qué?

– ¿Qué haces acá? Deberías estar en el colegio.

El menor pone cara de circunstancias, con esos gestos que le recuerda mucho a Deidara, siendo que todo en él dice “made in Itachi”.

– Yo debo estar con la familia, tío. –Se coloca serio, empuñando la mano en la boca ante una tos falsa. – Me ofende.

Obito ya lo conocía. No por nada supo, en cuanto la rubia estaba embarazada de su hermano, conoció al bebé y Madara lo amo (después de blasfemar todo un embarazo en contra de Itachi), que ese niño iba a ser especial, porque él también lo fue. Madara tenía un gusto cruel con los niños.

– Algo me dice que no fuiste al colegio y, aunque no tenga idea qué haces acá, solo te acercaste porque te preocupa tus padres y tú futuro hermano.

– Hermana. Y no sé de qué habla. –Tose otra vez, logrando que Obito rodara los ojos. Aun así, era seguro que ninguno de la familia le tomaría en cuenta por lo que ocurría con Deidara.  

Luego de esa charla, pronto apareció una doctora de cabellos rosados y mirada esmeralda a informarles la buena nueva, estando todos emocionado por ver al recién nacido. Cuando Itachi salió después con un bulto en manta entre sus brazos, todos fueron directo a él a ver al bebé y ahogarle con la falta de espacio al padre, donde Izuna también se les unió.

“Qué empalagosos” – Se dijo, recordando el nacimiento de Minato y la dicha que sintió cuando nació, teniendo el mismo rostro de felicidad que su hermano poseía.

– Vaya, esto sí que es un encuentro familiar.

El rostro se le ensombreció y volteo lentamente la cabeza, casi en cámara lenta, percatándose que a una distancia prudente un joven muy conocido se apoyaba en la pared mientras lee un libro y mira a la vez lo que ocurre ahí, sonriendo después al percatarse que tiene su atención. Ahora parecía usar ropa de instituto.

– Kakashi… ¿No? –Se hace el indiferente, apoyando una mano en el mentón y volver los ojos hacia su familia, sin contener darle una mirada por el rabillo para no perderle de vista.

– Uh, se acuerda de mí, qué bien. – Comenta. Y Obito se dice para sus adentros “Claro, cómo olvidar al ninja más irritable de mi vida pasada”.

– Tengo buena memoria, no te creas. – masculle irritado. No le agradaba que estuviera cerca si ya lo había tenido toda la semana en la cabeza.

– Oh… –exclama, pausando para cerrar el libro y tomar asiento a una distancia de dos sillas de él. – Esto debe ser coincidencia del destino.

El moreno arquea una ceja sin entender, percatándose que su familia va en manada tras Itachi por el pasillo, quedando solo con Kakashi.

– ¿Destino? No creo en esas cosas… –Voltea a verle, acomodándose en la silla.

– Yo tampoco, pero es un buen decir.

– Como digas. –Bufa, frunciendo el ceño.

La tensión era tal entre ambos que presentía que la migraña aumentaría luego de esto.

– Uh. Aunque dudo que tengas buena memoria, Obibaka.

Todo se detuvo en cuanto lo escuchó y muchos pensamientos fugaces llegaron de la nada, decidiendo tardeo el atacarlo en preguntas si no es que la voz de Itachi le interrumpe, confundido en qué momento estaba frente a él con su mano sobre el hombro propio.

– Nii-san, ¿pasarás a ver a Deidara? Me dijo que desea verte. – Sonrisa. Solo una sonrisa y Obito no podía decirle “no” a su hermano, menos si se trataba además que la rubia loca de su esposa quería verlo.

– Yo iré… –Musitó, buscando rápidamente por la estancia con la mirada a Kakashi y no dar con él, teniendo que resignarse, por ahora. Ya averiguaría. Si pensaba bien, podría ser que Kakashi estaba vinculado al lugar al ser poco idóneo para las “coincidencias”.

 

 

 

Era parecer suyo o siempre que estaba en los hospitales, el sueño le venía de un momento a otro. Como si el olor a desinfección o el aburrido color de las paredes, le llamara desde los viejos a recuerdos a quedarse ahí y estaba aliviado que no fuese así, al menos no meses.

“Solo unas horas con ella.”

El frío ya era más notable y calaba por la tarde, con el sol aún en lo alto, una temperatura nada agradable en los jardines del hospital. Y al voltear a verificar a quien iba ver todos los días sin falta, que mañana traería té caliente, dudando que las mantas que cobijaban sus piernas no tendrían el mismo efecto, menos en una silla de ruedas tan helada.

– ¿Sabes, Kakashi? Eres muy parecido a tu padre.

Él duda en qué sentido irá el comentario, pero devuelve la mirada dulce que le entrega ella con unos trozos de manzana que él mismo corto, donde uno es aceptado con gusto.

– ¿Recuerdas? –Indaga, por más incómodo que le resulte a él el tener que consultar y solo lo hace por ella, nadie más que ella. A quién jura cuidar hasta el final, sin importar como.

– Soy tu madre, claro que lo hago. – Y la castaña sonríe, donde las arrugas le dan un toque dulce a sus rasgos y él prefiere dejarlo hasta ahí, suponiendo que por hoy ella sería su madre, mañana… quién sabe.

Se acomoda en la banca y supone que deberían entrar, pero odia estar con ella adentro, decidiendo estar afuera unos minutos más o hasta cuando la enfermera que se encarga de ella la venga a buscar, lo que esperaba falte mucho. No era el mejor proceder moverse con tranquilidad ahí si sabía que estaba él, que también le hacía sentir confuso.

– Kakashi, tengo frío.

– Esperemos un poco, me gusta estar acá contigo. Adentro todo es muy blanco. –Intenta bromear, acercándose con cuidado a ella y apoyar la mano sobre la femenina, sonriendo con los ojos.

– Tienes razón. – Dice ella y se lleva otro bocado de la manzana a la boca, la cual queda a medio camino al percatarse que un hombre a la distancia les ve fijamente, dilatándose sus ojos. – Ka-Kakashi.

– ¿Dime? –Le ve extraña y sin soltar su mano voltea a ver dónde ve ella, preocupado, una sensación que queda a segundo plano, topándose con su antiguo cliente que va directo hacia él con ira – Obi… – hasta tener su puño contra su rostro y escuchando el grito de la mujer a su lado por tal espectáculo.

– ¡Se puede saber maldita sea, qué haces acá con Rin! ¡Bastardo!

Notas finales:

Este capítulo quería hacerlo más largo y al final no lo hice así, sino crearía más capítulos de los que deseo que sean.

El relleno de Deidara no es como tal, sino buscar un motivo para lo que se viene en el siguiente y aclarar ciertos temas. Lo más seguro, es que el tercero si sea laaargo y tenga epílogo.

 

Muchas gracias por leer y a quienes me seguían en WONDERWALL, les cuento que editaré el fanfic y lo volveré a subir.

Por otro lado ¡gracias por tu apoyo Ilovesasunaru! Eres un sol y bueno, no suelo enfatizar los celos, así que lo siento.


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