Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Corre! por NeilDArcPridh

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

13 de junio de 2008

Un increíble mar de tinieblas inunda el lugar. El cielo se llena de aberrantes figuras oscuras a mi alrededor, mientras las torcidas formas que me rodean desde el suelo se vuelven grandes, ramificando todo en una gigantesca cúpula que encierra mi cuerpo, cubriendo lentamente la poca luz de aquel astro que descansa en el cielo.

De la tierra, emergen pequeñas manos deformes con sólo tres dedos y uñas rotas que se encajan en mi piel, sosteniéndome, arrastrándome más hacia el suelo. Desde las orillas, se van acercando a mí aquellas abominaciones terrestres, arrastrándose gracias a sus cuerpos sin extremidades, jadeando con sus asquerosas bocas que escurren grandes cantidades de saliva purpura, empujando sus cabezas hacia arriba para dejarme bien en claro que no poseen ojos, sólo cuencas repletas de asquerosos gusanos nauseabundos.

La oscuridad es reconfortante. Poco a poco, todas esas visiones van desapareciendo conforme la luz que entra por la deforme cúpula va volviéndose más tenue gracias a que ésta se cierra. Aquí, en este manto negro, nada más puede lastimarme el corazón.

Aquí, todo se volverá paz.

Por favor, acábate.

Deseaba que fuera así. Con todas mis fuerzas quería acabar con todo el dolor que sufría, ya no quería seguir peleando con mi sexualidad, con el amor que sentía, con la vergüenza que me producía tener que confesar algo como un gusto, con todo el odio sin sentido de las masas, con la presión social. No, yo sólo quería descansar. Deseaba que la muerte llegara a mí; la recibiría como una amiga, con gran esperanza de que todo el dolor desapareciera. Ella me tomaría en sus brazos y me mecería entre ellos, al mismo tiempo sus largos mantos y gigantescas alas negras me cubrirán, volviéndome nada, haciéndome desaparecer para siempre.

Siendo nada, ya no habría dolor. Muriendo, tendría paz.

Más una luz me «salvó». Todos los bellos recuerdos de mis amigos, todo lo bueno qué he pasado gracias a ellos, gracias a las personas que de verdad me aman y me aceptan, todos ellos me detuvieron.

¿Valen la pena?

Sí, por ellos debía seguir. No por mí, ni por las personas que me odian, sino por la gente que me ama. Si muero, les causaré dolor a aquellos que sólo me han dado felicidad desde que los conocí.

¿Por qué haría sufrir a alguien que sólo me ha hecho sentir bien?

Tomé muchas pastillas, demasiadas. Vacié cada uno de los diferentes frascos, y a su vez, abrí la regadera de mi baño para sentarme debajo de ella, tragando el agua que arrojaba junto a los medicamentos. Una vez hecho esto, comencé a sentir mi cuerpo pesado y mi estómago revuelto, todo me dio vueltas; perdí el control de mis brazos, mis piernas, mi boca, todo. Estaba muriendo, no había forma de que en ocho horas alguien supiera de mí. Cuando Sarah me encontrara, sería demasiado tarde.

Mas aquellos pensamientos vinieron a mí, una voz muy profunda me hizo arrepentirme a último momento; pero ya era demasiado tarde, no había forma en la cual yo pudiera sobrevivir a eso. Quería vomitar, deseaba hacerlo, sentía mi garganta llena de un extraño sabor a diferentes medicinas, combinado con un líquido espeso que intentaba salir, escurrir.

Debía llevarme mi mano a la garganta, tenía que sacar todo lo que me metí lo más rápido posible, apenas tenía minutos de que ingerí aquellas drogas, aún podía haber esperanza. Por ello, sacando fuerzas de un lugar inconcebible, logré empujar mi mano derecha a mi boca y así meterla para vomitar todo el contenido de mi estómago. Exitosamente, saqué todo lo que había dentro, escupiendo, tosiendo, vomitando. Vi como todo iba saliendo, siendo arrastrado por el agua hasta la coladera; pero, de repente, comencé a ver que el vómito se volvía rojo, un color totalmente brillante, casi carmesí.

No pude evitar llorar, posiblemente era ya muy tarde, no hay nadie y no tengo las fuerzas ni de gritar. Ya no podía hacer más, sólo seguir escupiendo con la esperanza de que pueda recuperar fuerzas para ir a buscar un teléfono y hablar a una ambulancia.

No obstante, al continuar vomitando, ya no pude parar. Seguí haciéndolo más y más, con una fuerza brutal, como si algo increíblemente enorme quisiera salir de los más profundo de mi garganta. El foco del baño comenzó a parpadear, las paredes empezaron a trozarse y una increíble niebla ignominiosa inundo el pequeño cuarto. Mi vomito se volvió negro, comenzando a extenderse desde donde mi boca lo arrojaba, hasta cubrir todo el suelo y las paredes del lugar, arrastrándose y pintando todo alrededor. Después de unos momentos, aquella sustancia oscura logró alcanzar el foco para acabar con la luz, a la par que lloraba aquel extraño líquido que trataba de sacarme los ojos.

Fue cuando vi toda esa horrible escena, allá donde mis pesadillas son efectuadas, en aquel horrible mundo creado por mi mente. La oscuridad me abrazó sin dudas, pero nuevamente, algo sucedió.

Abrí mis ojos después de aquel terrible sueño. El agua aún seguía corriendo, sentía mi cuerpo totalmente mojado junto al asqueroso olor del jugo gástrico en mi boca y en todo el suelo.

Rápido comencé a levantarme como pude, sintiendo un dolor de cabeza terrible, totalmente mareado y dándome cuenta de que todo mi vomito era de un color blanco anaranjado. No hay rojo y las paredes están como siempre, no hay grietas en ellas. Creo que todas aquellas medicinas causaron efectos alucinógenos en mí, todo aquello que vi fue una simple ilusión.

Estando ya sentado, me desnudé con algo de esfuerzo, y me lavé el cuerpo, empujando los restos de mi contenido estomacal por el desagüe, dejando limpio el baño. Me acosté en el suelo para sentir el agua en mi piel, no tengo muchas fuerzas y quiero estar limpio, ahora deseo tan sólo ir a mi cama a dormir.

No habiendo ya más restos de desperdicio en mi piel, me arrastré hasta allá, dejando un rastro de agua detrás de mí. Logré llegar a mi cuarto y usando lo poco que tengo de fuerza, subí a ella, quedando totalmente muerto.

Después, pasó un día entero desde eso, dormí todo ese tiempo para recuperarme. Desperté aún con un dolor de cabeza terrible, pero es por un hambre bestial que cargo. Mi hermana había hecho fajitas de pollo con crema de champiñones, eso es suficiente para mí por el momento, pues me he acabado una cantidad suficiente para tres personas.

Independientemente de todo eso, fui a mi computadora para ver la hora y la fecha, ya es tarde y yo no tengo nada de sueño. Es hora de comenzar a leer lo que Agis ha publicado o de ponerme a escribir algo propio. Mas no hice ninguna de las dos, preferí encender mi consola de videojuegos y ponerme a jugar en ella, pues en verdad necesito distraerme un buen momento, quiero dejar atrás todo lo malo que había ocurrido en aquel día. Aquel horrible sentimiento que me orilló a intentar suicidarme debe ser apartado de mi mente.

Como era de esperarse, jugué hasta hartarme, llegando a un punto en el que los ojos comenzaron a dolerme. Ya es domingo por la tarde y dentro de una semana será la graduación. Ya no tenemos clases y mis amigos deseaban reunirse, pero hablé con Agis para decirle que enfermé y que no quería estar allá. No, no estoy de humor para ello, mejor me senté en medio de mi cama, cruzando mis piernas para adquirir la posición de «flor de loto», colocando mis manos por debajo de mi vientre, pensando en todo lo que había ocurrido en aquel momento, en la tristeza, el odio y la ira que llevaba por dentro. Deseo con todas mis fuerzas eliminar aquello que me inclinó a tomar mi vida, necesito hacerlo.

Iniciando el martes, Sarah fue a mi habitación. Tocó la puerta y dijo que quería comer conmigo, que se sentía muy sola desde la vez que discutimos. No quise seguir encerrado, yo también la extraño y por eso bajé a compartir ese pequeño momento con ella. Ya no hablamos del tema, ya no quería saber nada ni ella, ni yo; decidimos olvidar aquella tonta conversación sin tener que decirlo. Yo ya no deseo estar aquí, ya no quiero estar con mi hermana; pero mis padres son mucho peor que ella, así que mi mejor escape es seguir tranquilo, fingir que no pasa nada hasta que pueda irme de esta casa por mi cuenta, sin necesidad de que alguien me ayude a sobrevivir.

Oculto en mis propios pensamientos dejé que los días pasaran. Yo estaba muy molesto aún por lo que había ocurrido. Meditaba todo: la intoxicación, las alucinaciones y las pesadillas, las mismas que me aterran cada cierto tiempo. Todo es una amalgama de lo que había ganado de sufrimiento desde que me enamoré, desde que descubrí que me gusta un hombre que no comparte el mismo sentimiento conmigo.

«No estoy seguro, pero tal vez necesite ayuda psicológica», pensé. No debo tener miedo de haberme vuelto loco, hay medicamentos y muchas soluciones a problemas de estrés y ansiedad. Tal vez es lo que necesito, posiblemente lo sea. Tan pronto trabaje, iré a ver a un psicólogo, alguien que de verdad pueda ayudarme.

Todo se fue calmando, hasta que por fin llegó el día esperado, la graduación.

Más qué nadie, mi hermana está muy emocionada. Me rentó un traje con un chaleco color turquesa muy hermoso. Me tomó miles de fotos antes de salir de casa y me recordó lo guapo que me veía bien peinado, pues ese día decidí usar un parche negro para poder peinar mi cabello de una manera más elegante. En verdad, parecía un pirata con corbata. Me encanta.

Antes de partir de mi hogar, agregué un pequeño elemento con un marcador de color celeste: dibujé pequeños detalles a mi parche, líneas que asemejan pétalos, para lograr conformar una rosa de este color en lo que cubre mi ojo. Se ve más qué genial con todo el atuendo que llevo.

Llegué hasta la fiesta. El salón donde se efectúa es gigantesco, con enormes columnas muy al estilo griego, grandes escaleras con duela bien refinada y enormes cortinas a los lados de gigantescos ventanales que adornaban el singular sitio. Agis y yo entramos a la pista de baile, buscando donde nuestras amistades están colocadas. Él lleva un singular traje negro muy elegante, mi amigo se ve muy apuesto esta noche. Igual, cada una de mis amigas lleva un hermoso vestido de fiesta que las hace ver hermosas. Todas ellas están bien maquilladas y peinadas para la ocasión. Están casi irreconocibles algunas.

— ¡Wow!, te ves genial con ese parche. Se nota que te gusta «Floren Parlormaid».

— Sabes perfectamente quien es mi muñeca favorita, un pequeño homenaje en la graduación no estaría mal, Ninta.

— Pero bueno, vamos a sentarnos ya que hayamos saludado a todas. Espero traigan la comida pronto, porque muero de hambre — dijo Agis invitándome a sentarme a su lado. Toda la noche fue muy divertida, cada una de mis amigas estaba muy emocionada, sobre todo Ryuu que fue con sus padres, Ninta que se la pasaba bailando y Kahilo que no se quedaba quieta.

Yo sólo observé cómo todos se paraban y se divertían, platicando con Zirumi en la mesa, pues a ambos no nos gusta bailar. Hasta que Agis y Kahilo nos obligaron a hacerlo.

Tomé a mi amiga de la cintura y comenzamos a dar vueltas, riéndonos de viejas anécdotas y de todo lo que pasaba a nuestro alrededor. Para ese entonces, ya había visto a Gin. Él vino con un traje muy elegante, junto a una corbata muy extraña que jamás había visto antes, pues es muy gruesa y lleva una especie de botón metálico en medio. Su traje es negro y los adornos que lleva debajo de éste son plateados, bellamente hechos con figuras bordadas que forman espirales por toda la tela. Gin se ve especialmente apuesto esta noche, más porque sonríe plenamente.

— Está muy feliz, ¿no es así?

— Sí, amiga. Muy feliz.

— Deberíamos estarlo nosotros también, ¿no lo crees así, Nate?

— Yo no lo sé, Zirumi. Ya no volveré a ver a Gin, tengo sentimientos encontrados. Tengo mucha suerte de que mi mejor amiga me acompañe en la carrera, mas todos los demás se irán lejos. Las cosas van a ser difíciles, supongo.

— Pero nos tenemos el uno al otro, ¿no?

— Sí, siempre estaré contigo sin importar qué pasé, Zirumi. Aunque casi no hablemos, aunque ya no nos veamos seguido. Siempre te voy a querer, amiga.

— Oye, no se te hace raro… que tengamos tantas cosas en común. Nos gusta lo mismo, siempre estamos muy sincronizados… nos la pasamos tan bien juntos. ¿No te hace feliz estar conmigo?

— ¿Pero qué tontería estás diciendo? Claro que me la paso fenomenal contigo — respondí a mi amiga, cuyo tono de voz se escuchaba triste y tímido. Algo estaba ocurriendo, pero no sabía exactamente qué. Tenía que pensar mejor, porque ella se veía mal y no tengo idea de a qué se deba. Quiero ayudarla, pero necesito que se abra más a mí.

— ¿Podemos salir un poco? — Zirumi me lo pidió casi llorando. Algo había ocurrido y mi amiga me necesitaba, ésta es la razón por la cual no morí aquella noche, porque hay gente que en verdad me necesita aquí, no debajo de la tierra o esparcido en un lugar que me haya gustado mucho.

Zirumi y yo salimos del salón de baile, nos pusimos cerca de una de las grandes columnas que vi en la entrada del salón, justo debajo de una escalera. Allí nadie nos molestaría, al menos no de manera accidental; por ello, la chica comenzó a decir algo que jamás esperé me fuera a decir.

— Nate, me gustas mucho. Estoy enamorada de ti — nunca en la vida alguien se me había confesado y mucho menos una persona que no me puede gustar. Zirumi es la chica más linda que conozco, es hermosa, inteligente, carismática, fuerte, emprendedora, trabajadora, cariñosa, gentil, comprensiva, amistosa, capaz de romper cualquier barrera y de amar a quien sea que le haya dado un poco de cariño. Hay miles, no, millones de cosas qué hacen a Zirumi la mujer más especial de todo el mundo, lo sé porque soy su mejor amigo, porque ella es mi mejor amiga y siempre lo será.

Si yo no fuera homosexual, me sentiría el hombre más afortunado del planeta. Desgraciadamente, no es el caso, yo no puedo corresponderle a mi amiga de ninguna forma. Me rompió el corazón cuando me dijo eso, no porque le tuviera lastima o algo similar, para nada, sino porque yo deseo con todas mis fuerzas que alguien pudiera amarla y quererla como se merece, alguien que supiera lo increíble que ella es. Al mismo tiempo, yo deseo que un hombre que sea como ella llegue a mi vida. Gin tiene mucho de lo que mencioné. Claro… es un idiota, pero es sin duda una persona tan especial como Zirumi. Es por eso que sigo enamorado de él a pesar del tiempo pasado.

Zirumi, amiga, no puedo decirte todo esto que siento, porque te podría ilusionar. Si supieras que en verdad me fascinaría tener algo especial con alguien como tú, pero hombre, tal vez te haga a la idea de que sólo necesitas cambiar mis gustos por los chicos a las chicas, y eso me separó de mi hermana… puede sepárame de ti. La única mujer a la que siempre amaré con todo mi corazón.

— Lo siento amiga, pero yo no puedo verte como algo más. Eres sin duda lo mejor que me ha pasado en la preparatoria; pero estoy enamorado totalmente de Gin. Te quiero como a nadie en el mundo, pero sólo como una amiga, nada más que eso. Eres más que una hermana para mí, ¡eres Zirumi! — todo eso es cierto, no hay duda de ello. Yo no puedo ver a Zirumi como un amante, simplemente no puedo. Es como Agis, es ya alguien muy especial para mí, demasiado. Además, está el hecho de que es mujer y obviamente no puedo estar con alguien así, porque no me gusta el sexo opuesto, estaría lastimándonos a ambos de una manera cruel si tan siquiera lo intentara.

— ¿Estás seguro de ello?

— Sí, cien por ciento. Perdón en verdad, no quiero separarme de ti nunca. No sé qué haría sin ti — cuando dije eso, tomé sus manos y ambos comenzamos a llorar. Acaricié su piel, mientras la veía a los ojos, a sus bellos pequeños ojos, observando cómo las lágrimas recorrían sus grandes y hermosas mejillas morenas. No había más qué hacer o decir, el mensaje se había entendido.

Ambos nos abrazamos fuertemente y dijimos cosas para alentarnos. Confesamos lo mucho que nos queríamos y arriesgamos todo para que nuestra amistad siguiera creciendo con los años. Zirumi lloró mucho, yo me sentí devastado, hice llorar a mi mejor amiga; pero no fue mi culpa en realidad, no puedes culpar a alguien por lo que sientes en el corazón. Simplemente no puedes.

Pasamos un rato afuera, confesando cosas y sintiéndonos extraños. Al parecer, Zirumi intentó besarme un par de veces y yo jamás lo noté, según ella, yo me quitaba de su lado o algo así. Las mujeres son raras, definitivamente nunca andaré con una de ellas. No obstante, todo ya nos lo tomamos a broma, la vi mucho más tranquila y con ánimos de regresar a nuestra mesa, hasta que al pararnos de las escaleras, vi a alguien en la entrada del lugar, vistiendo elegantemente un «smoking» azul muy hermoso.

— Zirumi, adelántate. Yo iré al baño.

— Sí, te veo en un ratito, Nate — ya que perdí de vista a mi amiga, salí hacia este hombre apuesto. Lo vi de frente y me di cuenta de que era el chico más guapo que jamás había visto en mi vida. En verdad, tan sólo verlo frente a frente con esa ropa, hizo que me sonrojara y que mi corazón latiera más rápido. Su piel morena y sus labios carnosos son algo que comencé a desear en ese momento, siendo ambos iluminados por la luz mercurial de la calle.

— Al parecer te la estás pasando muy bien.

— Algo así. Las cosas no están siendo como las esperaba.

— Supongo. He venido a…

— Lo siento, Josue. No sé por qué lo hice, tenía miedo y lo primero que pude hacer para que dejaras de hablar de eso fue aquel golpe.

— Nate, lo sé. Usé la muerte de mi padre para que te sintieras mal y aceptaras mis sentimientos, para obligarte a experimentar algo que no eres.

— No, Josue. Sí soy gay, pero estoy enamorado de un chico de la preparatoria.

— Gin, ¿no es así?

— Sí — contesté con una enorme vergüenza, pero mi amigo no se enojó. Sólo sonrió coquetamente, muriéndose el labio inferior mientras volteaba a ver a otro lado, levantando ambas cejas.

— Eres un idiota, pero te amo por ello. Eres mi amigo, Nate. Siempre lo vas a ser. Tú me sacaste de ese infierno, tú me cuidaste cuando mi padre me golpeaba hasta hartarse. Tú besaste mis heridas y me decías que sanarían pronto con esa magia de «amistad» que le ponías. Todo por ti, yo estoy aquí por ti.

— Y yo también — corrimos hacia el otro, abrazándonos al final. Josue tomó mi cabeza y me besó la frente, ambas mejillas y luego me vio a los ojos. Deseaba besarlo, lo miré a los ojos, en dirección a sus oscuras pupilas negras. Sentía cómo acariciaba mis mejillas, teníamos nuestros cuerpos totalmente pegados el uno con el otro; podía sentir su respiración y su corazón palpitar, al igual de aquello que guarda más abajo, que parecía estar despertando poco a poco.

Josue tenía los labios separados, miraba los míos de reojo y luego volvía su mirada a mis ojos, intentando seducirme para besarme. Aquel chico me tenía atrapado entre sus brazos, yo estaba inmovilizado por todos aquellos sentimientos y en verdad quería darle un apasionado beso.

Pero no lo hice, no tuve el valor de hacerlo. Volteé la mirada hacia abajo y eso hizo que mi amigo me soltara, dejándome escapar, no sin antes tomarlo de los hombros para plantarle un gran beso en su frente.

— Eres un pendejo.

— Y tú un aprovechado.

— Te gusto que te lo arrimara, ¿verdad «mamón»?

— Me he bañado contigo, ya sé que lo tienes chiquito.

— Ja ja ja. Sí, como no. ¡Lo deseas, «puto»!

— ¡Deséame ésta!

— Al chile, sí. Pásala — ambos comenzamos a juguetear ahí donde estábamos, bromeando con nuestra sexualidad como algo normal. Algo increíble ha sucedido, tengo un amigo gay. Alguien que me comprende totalmente y con quien puedo expresar mi sexualidad sin que crea que es algún tipo de acoso o algo parecido. Jugueteamos un rato, abrazándonos, forcejeando y divirtiéndonos al máximo, hasta que Kaleb llegó muy feliz, vistiendo elegantemente un «smoking» de color vino junto a su novia, Karina. Ella lleva un hermoso vestido del mismo color, maquillada de la manera más fantástica que jamás había visto, con su cabello largo lacio y negro cayéndole por detrás, junto a un bello flequillo bien acomodado.

— Ya estamos listos para el reventón, Josue. Hola Nate, te ves guapísimo.

— Hola Kari, tanto sin verte — me acerqué a la chica y la saludé afectuosamente, yendo después con mi amigo Kaleb, a quien le tendí la mano y le di un abrazo junto a unas cuantas palmadas en la espalda.

— ¡Se nota que te bañaste, cabrón!

— Igual tú, menso. Todos nos vemos muy bien hoy.

— La verdad es que sí. Apenas llegué de Federaciones Unidas y Sarah me dijo que fuéramos a una boda con ella. A Kaleb le cancelaron su compromiso, por eso pudo venir junto con Kari.

— Ya veo, pues aquí estaré hasta más tarde. Igual, supongo que vendrán por mí y ya nos iremos todos juntos.

— Posiblemente, igual primero dejaremos a Karina y ya de ahí nos iremos a su casa. Me quedaré con ustedes esta noche.

— Me parece bien, bienvenido de vuelta Josue.

— ¡Igual, Joto! Por cierto, Kaleb ya sabe qué «pedo» con nosotros. Ya le había dicho de mí y él fue quien descubrió tu dibujo.

— Vi tu carpeta y encontré un dibujo tuyo y de Gin besándose… supuse que era obvio.

— Sí, perdón por no decirte.

— Sabes que siempre serán mis amigos, bato. No me importa que les guste morder almohadas, cabrones.

— ¡Hey!, pendejo, jajaja — al momento de declarar eso último, Josue y yo le intentamos dar una patada a Kaleb, pero se quitó, siendo Karina quien le dio un zape increíblemente fuerte. Sonó por todo el sitio aquel manotazo.

— ¡Mira, que irrespetuoso me saliste! No vuelvas a decir esas cosas enfrente de mí, amor.

— Sí, nena — Josue y yo reímos mucho, nos despedimos de beso y todos se fueron en un taxi a otro salón que evidentemente se encuentra cerca de ahí. Sarah me habló para decirme que regresaríamos más tarde, para que no los esperara temprano.

Iba de camino de regreso al salón, cuando la vi parada entre el evento y yo: Yibi.

Yibi es otra de mis amigas. Es una chica muy gritona y buena, siendo ella de muy baja estatura. Es algo sensible y le gusta insultar a todos, pero es de esas personas que no saben jugar con fuego y aguantarse. Aun así, es muy buena en el fondo, amo lo sincera que es y también lo impulsiva que puede llegar a ser. Cuando la conocí, se rio porque yo no sabía el significado de «Yuri» y «Yaoi», así que gritó lo siguiente: «PUES MIRA, YAOI SIGNIFICA SEXO ENTRE DOS HOMBRE Y YURI SEXO ENTRE DOS MUJERES». Toda la preparatoria volteó a vernos ese día, agradecí a los dioses que Gin no estaba cerca.

Se me hacía muy extraño que, a quien más admiro de mis amigas, estuviera frente a mí de esa manera. Sentí una presión enorme al ver su cara muy seria, viéndome.

— ¿Lo harás, Nate?

— No lo sé, tengo miedo.

— Es tú última oportunidad de confesártele. Ya no lo volverás a ver, no hay ya nada qué hacer después de esta noche.

— Yo lo sé, Yibi. Pero tengo miedo de su reacción. Es mejor que no haga ya nada, prefiero que se quede así.

— Ven, sentémonos — me acerqué a mi amiga y ambos nos sentamos en las mismas escaleras donde estuve con Zirumi —. Sé que es difícil, pero es mejor que estés libre de esa duda a que te carcoma toda la vida. Siendo más grande, te vas a arrepentir de ello, te lo aseguró. Sólo ve y dile que te gusta demasiado, que llegaste a enamorarte de él. Que sabes que no puede corresponderte, pero que querías que lo supiera para así poder cerrar ese ciclo.

— No lo sé, aún tengo esperanza.

— Todos lo vemos con su novia. Está feliz, bailando, divirtiéndose sin ti. Nate, seamos realistas, Gin y tu jamás estarán juntos, él es heterosexual y tu homosexual. Debes aceptarlo — quería hacerlo, deseaba que las palabras de Yibi penetraran en mi mente y me quitaran esa idea tonta, esa esperanza de que Gin pudiera cambiar si es heterosexual y enamorarse de mí. Parecía que jamás mi cerebro aceptaría esa idea; pero entonces volvió a mi mente la confesión de Zirumi, dándome a entender la realidad: no puedo hacerlo cambiar.

— Tienes razón, es mejor confesar lo que siento y dejarlo ir.

— Sí… vas a ver que todo será mejor después de eso. Ya todo terminará de una vez y podrás estar más tranquilo. Conocerás a muchos chicos que se van a enamorar de ti perdidamente, estás muy guapo y eres súper mega lindo. Ten fe, Nate.

— Lo haré, de hecho… — justo en ese momento, Gin comenzó a ir hacia el baño, el cual se encuentra cerca de donde estamos mi amiga y yo, por lo que Yibi me abrazó y se retiró para dejarme a solas con el chico.

No entré al baño con él, mejor esperé a que saliera Gin y en ese momento lo intercepté.

— ¡Hey!, hola Gin.

— Hola, pero que bien te ves. Te luciste, bato.

— Igual tú… oye tengo algo que confesarte…

— Ok… dime… — la cara del chico se puso muy seria, era como si supiera lo que le iba a decir; pero es ahora o nunca, es el momento indicado para por fin sacar todo lo que siento de mí y así seguir con mi vida. Vi a los ojos a Gin, sentí el miedo más profundo que haya experimentado. Mi corazón late muy rápido, un enorme hueco se creó en la boca de mi estómago y mi garganta se secó.

— Ha sido una gran experiencia la de esta preparatoria. Y sé que no hubiera sido así de no ser por amigos tan especiales como tú, bato. Sé que casi no hablábamos, pero quiero que sepas que te aprecio mucho y espero en verdad que después podamos volver a vernos para platicar y ponernos al corriente.

— Sí, por supuesto que sí. Mucho éxito en tu carrera e igual, gracias por todo. Tú también eres un amigo «chido» y en verdad que siempre me la pasé muy bien contigo. Eres a «toda madre», bato. No cambies y «¡sobres!» — al final, no pude hacerlo. Deseaba contárselo, pero no tuve el valor. Además de que la maldita esperanza aún está en mí, ese rostro que Gin puso me dijo que aún no era tiempo de contárselo. Que posible nunca lo sea. Ambos nos dimos un abrazo de «camaradas» y nos acompañamos de regreso a aquel salón donde están los demás.

Regresé a mi mesa con mis amigos y seguimos disfrutando de la larga noche, escuchando la música de banda de «El Autógrafo» y siguiendo intentando no ponernos sentimentales, porque era la última vez que posiblemente estemos todos reunidos. Ya Sarah me había dicho que no importa qué tanto pareciéramos inseparables, las amistades de escuela comúnmente se pierden, al menos es imposible reunirlos a todos.

Al final, Sarah fue por mí a las 3 a.m. La esperé junto con Agis y ya por fin nos retiramos. Aquella vez sería la última que vi a Gin bailar, divertirse, sonreír. Sería aquella la última vez que me abrazó y que me dijo que me apreciaba. Así debe de ser, no pude acercarme a él para formar una sólida amistad que nos mantuviera juntos, pues vivimos lejos y él tiene su mundo, así como yo tengo el mío.

Llegamos a casa y Kaleb se quedó muerto en la cama de Josue, por lo que nosotros dos nos fuimos a mi cuarto a dormir juntos. Kaleb no es homofóbico ni nada, de hecho, él hizo espacio para que Josue durmiera con él, dejando en claro la intención de que no nos quedáramos juntos los homosexuales y pasara algo más. Obviamente no iba a ocurrir algo entre Josue y yo… ¿o sí?

Josue y yo nos acostamos, viéndonos de frente los dos, con el pantalón desabrochado y nuestras camisas algo desabotonadas para estar cómodos. Aún se ve increíblemente guapo, más qué antes. Mi corazón late al verlo tan cerca de mí, sonriéndome, diciéndome cosas lindas. Josue acarició mi rostro, mis ojeras, mis labios; curioseó todo lo que pudo con mi rostro, usando únicamente las yemas de sus dedos, entrelazándolos en mi cabello, quitándome el parche qué traía puesto para ver mi rostro entero.

— Eres el hombre más especial que existe, Nate. Lo sabes — me susurró mi amigo, viéndome con mucha tristeza.

— Tú también eres muy especial, Josue.

— Sí, pero no tienes idea de lo mucho que te quiero. No deseo hacerlo, pero tengo que irme de aquí, Nate.

— ¿Eh?, ¿A dónde iras?

— Iré con mis abuelos a vivir al otro lado, es hora de que regrese con mi familia, amigo.

— Pero… tienes tanto aquí en Sentilis,tienes a todos tus amigos… nosotros somos tu familia.

— Sé que mi tierra siempre será Sentilis, es mi hogar y seré «Sentilino» por siempre, está en mi sangre, ésta es mi tierra. Pero, Nate, debo ir a Federaciones Unidas porque mis abuelos están solos. Ellos me necesitan y debo estar allá para ellos.

— Josue… yo… no sé qué haré sin ti. Este país no será el mismo sin ti.

— Claro que sí, veras que todo estará bien. Estudiarás tu carrera, encontrarás un buen trabajo y un buen esposo — Josue limpiaba mis lágrimas al decir eso, en verdad no quiero que se vaya de mi lado, menos del país. Tenía que resolverlo, apenas acababa de llegar y ahora que nos reconciliamos se irá para siempre.

— Si somos novios, ¿te quedarás?

— ¿Qué?

— Si acepto ser tu novio, ¿te quedarías?

— Nate… yo… ja ja ja — de repente rio de una manera algo incomoda y con tristeza. Tomó mi rostro y se acercó a mí, para darme un pequeño beso en la frente. Luego de eso, viéndome directamente a los ojos, prosiguió —. Me gustaría hacerte el amor antes de irme, eso es lo que quiero. No puedo detenerme por ti, Nate, eso sería estúpido. Te intentaría llevar, pero sé que amas mucho Sentilis como para dejarlo; y no lo dudes, a mi también me duele dejar este bello país. No obstante, es algo qué debo hacer, por mi padre. Es lo que el querría si estuviera en todos sus cabales.

— Entiendo, amigo. Perdón por ofrecerte algo así.

— No, de hecho, me siento alagado. Me fascinaría ser tu novio, eres lo mejor que podría pasarme. Y que me digas eso significa que te gusto.

— Claro que me gustas, estás muy guapo y eres muy divertido — al decir esto, desvié mi mirada y me sonrojé, Josue sólo se rio de mí, al mismo tiempo que se acostaba bocarriba.

— Nate… hagamos el amor…

— ¿Eh?

— Me iré de Sentilis y deseo dejar mi virginidad aquí, con alguien a quien yo amo.

— Pues… yo… — no sabía si hacerlo, yo también soy virgen e incluso jamás he besado a nadie. Algo me dice que mi amigo ya ha besado a otro chico o a una chica, pero yo no. Esperaba que fuera algo especial y tal vez está sea la ocasión: aquí bien vestidos, solos en la comodidad de mi cama, con un lazo tan fuerte como la amistad. Todo esto sería el momento perfecto para que pueda comenzar mi vida sexual, pues Josue es una persona muy especial para mí y eso hará de este momento único. Sería muy bonito.

— No puedes dejar de pensar en Gin, ¿cierto?

— Perdón…

— No te preocupes. Mejor durmamos, mañana posiblemente será un día pesado, pues es el último en el que me quedaré en Sentilis — Josue me rodeó con su brazo por detrás del cuello, yo me acosté de lado en su dirección, recostando mi cabeza en su pecho, logrando quedarme dormido completamente con mi cabeza y mano derecha sobre él, sintiendo sus latidos, oyéndolo respirar.

En la mañana, no pude evitar escribir en mi computadora.

«Hoy es un día para recordar. Todo lo malo qué había pasado se ha resuelto: soy un sobreviviente a algo terriblemente oscuro, por fin he encontrado paz entre todas mis amistades que me aman y tuvimos un abrazo que no creo olvidar jamás. Me he dado cuenta, hoy más que nunca, de cuánto te amo, y aunque yo me guardo todo esto para mí solo, me conformo con esto. Por favor, abrásame muy fuerte y nunca me sueltes».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).