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Instituto fantasma por phaest

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“La oscuridad lo envolvía todo, en medio de esa extraña habitación llena de libros, uno sobresalía con una luz salida de otro mundo. Christian nunca había visto algo igual, el miedo y la curiosidad bailaban al mismo son dentro de él, con paso lento, temeroso por lo que pudiera pasar, se acercó al libro. Al tocarlo el brillo aumento, al muchacho le pareció que estaba forrado con piel, sintiendo un escalofrío. Era grueso, de hojas irregulares, de distintas formas y materiales, como si hubiese sido escrito con diferentes clases de papel.

A su alrededor se materializaron los cuerpos de Byron, Lucas, Mark, Jennifer, Phillip y unos cuantos más, entre chicos y chicas a los que recordaba haber visto en la universidad, aunque no sabía sus nombres”.

Otra vez el mismo sueño, solo que esta vez duraba un poco más. Christian había oído hablar de esa clase de sueños, en que las secuencias de dicho sueño se iban alargando a medida que se iban teniendo.

La verdad es que esperaba que no regresara, no porque sucediese algo malo dentro de él, era la sensación que dejaba en su cuerpo, como si algo fuese a suceder.

 

-¿Una mala noche? -Le preguntó Byron nada más verle llegar a la cocina.

-Un mal sueño.

Christian se sentó alrededor de la mesa, observando las tostadas que su madre le había preparado para desayunar. No le apetecían para nada, pero era mejor hacer al menos el intento.

-¿Quieres contármelo? Sabes que puedes hacerlo, aunque creas que es solo una tontería.

El menor le sonrió a su hermano, podía contar con él para cualquier cosa, y prácticamente lo sabía todo sobre su vida, excepto un par de secretos que solo conocía Lucas.

-Ni siquiera lo recuerdo bien, aunque me dejo un poco inquieto.

No le gustaba ocultarle cosas a su hermano, pero en este caso creía que lo mejor era no decirle nada. Su hermano se preocupaba mucho por él.

Byron se levantó de la silla acercándose a su hermanito y revolviéndole el cabello.

-Seguro que cuando termine el día ni te acordarás de que lo has tenido.

 

-Tienes mal aspecto -comentó Lucas en cuanto vio a su amigo-. ¿Va todo bien?

-Sí. Es solo que anoche tuve un sueño que me dejó un mal sabor de boca. En realidad es la segunda vez que lo tengo.

-Seguramente no sea nada.

El muchacho le contó el primer sueño a su mejor amigo.

-Anoche duró un poco más. Lo que más me inquieta es que en el sueño de anoche salíais tú, Byron, Jennifer, Phillip, el profesor Degryse y algún alumno más de la universidad.

-¿Qué crees que signifique?

-Ni idea, con el primero creí que era por el trabajo del profesor Degryse, pero no tenía sentido, no es el primer trabajo que tenemos que hacer.

-¿Se lo has contado a Byron?

-No. Como tú has dicho es probable que no sea nada. No quiero preocuparle por una tontería.

 

Le pasaba algo a Christian, lo sabía. Durante la clase estuvo distraído, y eso era algo raro en él, el muchacho era de los pocos alumnos que separaban los problemas personales con los estudios, siempre concentrado en las clases, incluso en las pocas veces que se peleaba con Lucas, o discutía con Byron.

Estaba seguro que no se trataba de ninguno de ellos dos, Byron se lo hubiese mencionado, siempre lo hacía, y Lucas no tenía una actitud distante, como siempre que peleaban, de hecho Lucas le miraba de reojo de vez en cuando, seguro que él sabía lo que le pasaba a Christian.

-Christian, ¿puedes quedarte un momento? -Le pidió Mark al término de la clase.

-Claro.

El muchacho se acercó a la mesa de su profesor.

-Hoy te he notado algo despistado. ¿Ha sucedido algo?

Christian pensó en los sueños, durante toda la mañana los había estado recordando.

-No, profesor Degryse, no ha pasado nada. Siento el despiste.

Le reconfortaba saber que Mark le conocía tan bien, y sobre todo le encantaba perderse en sus ojos. Según les diera la luz eran de todos los matices de verde que pudieran existir, a veces incluso llegaban a ser marrones más que verdes.

Mark a su vez miró esos ojos grises, estaban apagados, aun así eran unos de los ojos más hermosos que había visto nunca. No le cabía duda de que algo le pasaba, tendría que hablar con Byron.

-De acuerdo -dijo no muy convencido.

Christian no era solo el hermano de uno de sus amigos, también era uno de sus mejores alumnos.

El menor salió de la clase, sintiéndose bien por primera vez en todo el día. A parte de su hermano y Lucas, solo el profesor Degryse le conocía bien.

 

-Byron, ¿sabes que le pasa a Christian? Hoy ha estado distraído en clase, y no es normal en él.

Le había encontrado en el pasillo al salir de una de sus clases.

-Anoche tuvo un mal sueño, de esos que te dejan un mal sabor de boca.

Tenía sentido.

-Supongo que a todos nos pasa de vez en cuando.

Mark lo sabía muy bien. Cada vez que soñaba con David, despertaba con una angustia que le hacía desear quedarse en la cama y no levantarse al menos en una semana.

 

Encontrar una tercera carta, una semana más tarde sobre su mesa, no le sorprendió. No esperó a estar en su casa, la leyó allí mismo, aún quedaban unos minutos para empezar con la clase.

“Debe ir al instituto a las doce de la noche del día veintiséis de junio. Ha de hacerlo acompañado por un grupo de alumnos, algunos lo sabrán, otros irán por propia voluntad.

Hallara respuestas sobre David Carlsson”.

David. No sabía nada de él desde hacía dos años y no había ningún rastro sobre su paradero, ni siquiera su familia sabía nada de él. Mark lo buscó sin resultado alguno, estaba seguro de que algo malo le había pasado, David no se iría sin más, sin decirle nada, no cuando tenían pensado pasar ese verano en ciudades europeas como Paris, Atenas, Roma y unas cuantas más. Cuando su intención al terminar sus carreras, y en cuanto tuviesen un trabajo, era casarse y pasar el resto de sus vidas juntos. Ahora sin embargo le estaban invitando a ir y descubrir que había pasado con su pareja.

Lo último que supo de él era que había quedado con alguien para una investigación, de la cual no le comentó nada, solo le dijo que era una sorpresa. Nunca se habría imaginado que tendría que ver con el libro.

-¿Profesor? -Llamó Ashley Palmer.

Mark miró a la clase y después su reloj, habían pasado diez minutos.

-Perdonad -dijo guardando la nota entre uno de sus libros.

Encontrar al responsable de las notas había sido frustrante, ya que ninguna de las  letras de sus alumnos coincidía con la de las notas. Byron, con la ayuda Jennifer Palmer y Phillip, había logrado reunir unas cuantas de los profesores, con el mismo resultado, nada.

Durante el resto del día Mark observó a todos sus alumnos, había hablado sobre el libro en todas sus clases, más que por lo que era en sí, porque el esfuerzo y la investigación hicieron posible la recopilación de los datos que obtuvieron. Se preguntó cuántos de ellos estarían recibiendo unas notas parecidas a las suyas, cuantos estarían dispuestos a iniciar una aventura que nadie sabría cómo terminaría, porque tenía claro que él sí iría al viejo instituto.

 

-Byron -llamó en cuanto le vio.

El muchacho se acercó a Mark, apoyándose en la pared.

-¿Ha pasado algo?

-Sí.

Le entregó la nota, Byron la leyó con el ceño fruncido.

-¿Qué harás?

-Ir.

-Te acompañaré.

-No Byron. No sabemos de qué va todo esto.

-Según esto algunos irán por propia voluntad, yo seré uno de ellos.

 Mark no pudo rebatirlo, y en el fondo tampoco lo deseaba, tener cerca a Byron le vendría muy bien.

-Gracias.

-¿Crees que David ha estado ahí, en el instituto?

Mark miró la pared sin verla.

-Eso parece. El día que desapareció solo me dijo que se iba a encontrar con alguien, que era una sorpresa. No me dijo nada más -miró a Byron a los ojos-. Han pasado dos años, dos años sin saber nada de él. Sé que le ha pasado algo, y ahora en esa nota dice que sabré lo que le sucedió si voy a ese instituto. Me da miedo descubrir la verdad.

-La descubriremos juntos.

Byron le puso una mano en uno de los hombros, apretando suavemente para darle confianza.

 

“La oscuridad lo envolvía todo, en medio de esa extraña habitación llena de libros, uno sobresalía con una luz salida de otro mundo. Christian nunca había visto algo igual, el miedo y la curiosidad bailaban al mismo son dentro de él, con paso lento, temeroso por lo que pudiera pasar, se acercó al libro. Al tocarlo el brillo aumento, al muchacho le pareció que estaba forrado con piel, sintiendo un escalofrío. Era grueso, de hojas irregulares, de distintas formas y materiales, como si hubiese sido escrito con diferentes clases de papel.

A su alrededor se materializaron los cuerpos de Byron, Lucas, Mark, Jennifer, Phillip y unos cuantos más, entre chicos y chicas a los que no recordaba haber visto antes, aunque alguno le sonaba de la universidad.

Christian observó la tapa, un rayo rojo del color de la sangre la cruzaba de lado a lado, de arriba a la derecha hacía abajo a la izquierda. La parte de arriba era de color blanca, escrito en ella en el mismo color que el rayo se leía “libro de”, la de abajo era negra, con la misma clase de letra, en ese se podía leer “la magia”.

Un fuerte ruido le hizo apartarse del libro, este cayó al suelo, quedando todo a oscuras. Los gritos comenzaron a su alrededor. Daba vueltas en el mismo sitio, llamando a su hermano, a su amigo, a Mark, ninguno le contestaba, empezaba a desesperarse. Algo repulsivo le rozó la mano, un dolor en el pecho, como nunca antes había sentido, le hizo gritar”.

 

El gritó ahogado resonó en la habitación. Christian se incorporó en la cama, estaba sudando y temblando. Acababa de tener la peor pesadilla de su vida.

-Chris -murmuró una voz preocupada desde la puerta-. ¿Estás bien?

El muchacho miró a su hermano mayor, la luz de la farola entraba a través de la persiana medio subida, dándole un toque surrealista. Para Christian, tener a Byron como hermano era lo mejor que podía pasarle en la vida.

-Sí -contestó sonriendo sin ganas-. Solo ha sido una pesadilla.

Byron se sentó en la cama de su hermano, observándolo bien, se le veía agotado y temblaba levemente.

-¿Por qué no me la cuentas?

Con palabras torpes, producidas por el miedo que aún sentía en su cuerpo, Christian le contó la pesadilla, empezando por los dos primeros sueños que tuvo. Byron se lo quedó mirando, su hermanito era uno de los elegidos para ir al instituto, y por lo que vio en el sueño Lucas, Jennifer, Phillip y él también.

-Espero que este haya sido el último, no quiero ni imaginar que vendrá después.

Byron abrazó al menor con dulzura.

-¿Quieres qué me quede contigo está noche?

-¿No te importa? -Christian le miró esperanzado.

-Claro que no -le sonrió-. Me encantará protegerte como cuando eras pequeño.

Christian se hizo a un lado, dejándole sitio a su hermano. Este se acostó abrazando al menor, acercándole a él.

-Hacía mucho que no dormíamos así -comentó Christian cerrando los ojos.

-Desde que dejamos de ser unos niños -susurró Byron-. Duerme Chris, yo te protegeré.

-Gracias.

Byron sintió como la respiración de su hermano se acompasaba al tiempo que se dormía. Ahora más que antes iría a ese lugar, esto ya no se trataba de una broma contra Mark. Los sueños de Christian estaban relacionados con las notas, y los sueños no podían ser controlados. El estómago se le encogió de miedo, si ya era bastante malo que fuera Mark, el que su hermano, su novia, su mejor amigo y Lucas también tuvieran que ir le daba pánico.

 

-Chris -le llamó Lucas preocupado en cuanto le vio-. Tienes mala cara. Otra vez ese sueño, ¿verdad?

El muchacho afirmó con la cabeza.

Lucas escuchaba atentamente, mientras Byron los observaba a los dos.

-Vamos -dijo en cuanto Chris terminó el relato-. Tenemos que hablar con Mark.

-¿Con el profesor Degryse? -Preguntó Lucas extrañado.

-Sí.

-¿Por qué? -Quiso saber Chris.

-Lo sabréis cuando hablemos con él.

Byron comenzó a andar hacía la universidad a un paso muy rápido, tenía que encontrar a Mark antes de que empezaran las clases, el asunto era lo bastante importante como para que los cuatro se saltaran una.

Aceleró el paso en cuanto llegó a la universidad, buscando a su amigo por todas partes. Chris y Lucas no entendían nada. ¿Qué tenía que ver el profesor Degryse con los sueños de Chris?

Byron localizó a Mark cuando ya se preparaba para entrar en una de las aulas.

-Mark -le llamó en cuanto le vio.

Mark miró sorprendido a los tres chicos que se acercaban, el rostro de Byron era todo un poema a la preocupación. Entrecerró los ojos, algo no iba bien, y en el fondo deseaba que no tuviera relación con esas notas que había estado recibiendo, aunque estaba seguro de que por desgracia era así.

-Byron…

-Mark, necesitamos hablar contigo, es sobre lo que ya sabes.

El profesor miró a Byron, su temor se había hecho realidad. Y el problema era que, si Christian estaba ahí, era porque el muchacho estaba implicado en lo que fuese que pasaba alrededor del libro y del viejo instituto. Un nudo le atenazó el corazón, Byron era su amigo y si algo le ocurría a Chris…

-Ahora tengo clases -comunicó en un intento de posponer lo que tuviera que decirle Byron-, y vosotros también…

-Es urgente, no puede esperar.

-Está bien, esperarme en la azotea, iré a pedirle al profesor Mason que me sustituya en la primera clase.

Los tres muchachos se dirigieron hacia arriba. La azotea era un lugar poco visitado, no porque estuviera prohibido ir allí, simplemente a la mayoría de chicos y chicas no les apetecía subir ahí arriba.

-¿Vas a explicarnos de que va todo esto? -Le preguntó Lucas nada más atravesar la puerta.

-Mark ha estado recibiendo unas notas extrañas -contestó al cabo de unos segundos.

-¿Crees que tengan algo ver con mis sueños? -Quiso saber Chris.

-Es lo que quiero averiguar, pero me temo que tienen relación.

-Bueno, ya estoy aquí -anunció Mark-. ¿Qué sucede Byron?

Byron, con el permiso de su hermano, le relató a Mark los sueños de este.

-Los días en los que tú recibías esas notas, coinciden con los días de los sueños de Chris.

Con el corazón golpeándole a mil por hora, Mark observó al menor. Lo último que deseaba era que Chris, estuviese metido en todo eso. Pero por mucho que deseara decirles a él y a Lucas que se quedaran en casa esa noche, sabía que no podía hacerlo.

-Profesor -le llamó Lucas-. ¿Podemos saber de qué van esas notas?

Mark metió la mano en un bolsillo y las sacó, entregándolas al menor. Chris juntó su cabeza con la de su amigo para poder leerlas. Sus ojos se fijaron en el único nombre que aparecía en ellas. Sabía a quién se refería, David Carlsson era el hombre con el que Mark iba a casarse.

Su mente retrocedió al día en que, con algo de miedo, le confesó a su hermano que le gustaban los hombres. Ese día se enteró de que Byron tenía amigos que también lo eran, además de que el profesor Degryse tenía novio y que tenía la intención de casarse con él. A Chris le dolió saberlo, aunque estaba agradecido por ello, no podía evitar sentir algo por su profesor de literatura, era difícil no hacerlo, pero en ese momento tenía muy claro que ese amor era imposible y que lo mejor era olvidarlo.

Notas finales:

Gracias por leer.


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