El alba atravesaba el umbral del cuarto de Yugyeom, a él realmente le encantaba despertar con los primeros rayos del sol en su rostro y no por el horrible sonido de alguna alarma de la colonia donde vivía, y tal vez la única que existía en el mundo.
<> era una colonia ubicada en medio de una estepa, con una tierra fértil y abundancia de animales para ganadería, la gente de esta colonia vivía en paz y armonía, una sociedad regida por un consejo que se encargaba de escuchar atentamente las opiniones de sus limitados habitantes, una colonia donde todos se protegían entre sí para poder sobrellevar el peligro que habitaba en las afueras de esas murallas que lo rodeaban todo.
Yugyeom se preparaba para salir otra vez a recibir su entrenamiento como centinela, realmente deseaba salir de aquellas limitaciones que tenía, si; amaba su hogar y le tenía miedo a los horrores que podría ocurrir allá afuera, pero eso no podía evitar apaciguar la llama en su corazón de explorador.
Mientras que le daba un beso a su madre en la mejilla como despedida, empezó a refleccionar sobre todo lo ocurrido en los últimos 50 años:
Hace 50 años, el mundo había entrado en caos, todo había empezado con la cura para una enfermedad incurable, como si hubiera sido de película, nadie se imaginaba que esas buenas intenciones llevarían a la libertad de la humanidad a su fin.
Este virus capaz de combatir la enfermedad, fue probado en diferentes personas, y las pruebas se mostraron positivas, la pareja científica fue reconocida por su gran trabajo alrededor de todo el mundo, hasta que un día, uno de los pacientes presentó una fuerte fiebre… ese fue el inicio de todo.
Poco a poco, los pacientes mostraban los siguientes etapas:
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Etapa asintomática: por un periodo alrededor de 1 mes, no se mostraba ningún tipo de síntoma
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Presentación: El paciente tenía fuertes cambios de temperatura drásticos, que periódicamente los llevaba a la locura.
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Metamorfosis: El paciente, mostraba un estado físico y psicológico normal, pero lentamente se mostraban tendencias canibolas.
Pero el cuerpo humano no era capaz de digerir carne humana, por lo que simplemente habían dos opciones: tratar de ingerirlo o vomitar en el intento.
Porque morir sin intentarlo, era claramente imposible.
Cuando alrededor de 20 pacientes presentaron estas anormalidades, el virus fue rápidamente vetado, pues lo peor no eran los síntomas de los pacientes, sino que; cada uno de ellos estaban concientes.
Cada uno… comía a su familiar por voluntad.
Cada uno… mataba por volunta
Y cada uno… era plenamente felíz cuando lo hacía.
Yugyeom seguía caminando mientras que saludaba a sus alrededores a toda la colonia, aun teniendo 19 años, sabía que debía agradecer a quien fuera Dios por haberlo dejarlo nacer después de que todo eso pasará, nacer cuando la colonia Paradise ya se había instalado, tener una juventud tranquila y con preocupaciones mínimas con soluciones claramente fáciles.
Volvió a acomodar su mochila en su espalda, amaba ir a su entrenamiento de centinela, siempre aprendía algo nuevo, como: el creador de esa colonia le había puesto ese nombre porque quería que su amor viviera en un verdadero paraíso, totalmente apartado del mundo de ese entonces.
Otra de las cosas que amaba era, el diario de Youngjae, hace poco había encontrado -en una de sus excursiones no autorizadas al exterior- un diario del mundo de hace aproximadamente 70 años, donde se plasman los sentimientos románticos por un tal Jaebum, era de las pocas cosas que disfrutaba hacer, porque ese santo diario era como una biblia, y solo lo leía cuando estaba abrumado por dudas, la escritura sobre una persona del “mundo de antes” lo hacia ver las cosas más claro.
- - Hacia un buen tiempo que no te veía, Yugyeom - dijo Henry llegando desde su espalda
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- ¿Cuándo llegaste? ¿Cómo te fue en la expedición? ¿Viste lugares bonitos? ¿Encontraste algún cargador para mi MP3? - dijo el más pequeño mientras que lo abrazaba
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- WOW, tranquilo chico - rió - sí, encontré un cargador y una pila portatil por suerte - dijo mientras que sacaba las cosas de su chaqueta - realmente te gusta la musica de ese MP3
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- Es que es muy buena, me dan ganas de bailar, y más las de un tipo que se llama Chris Brown - sonrió complacido mientras que recibía las cosas de su amigo.
Henry era como su hermano mayor, antes de que se volviera un centinela de búsqueda, siempre lo cuidaba de todo, prácticamente se la vivían el uno para el otro. Pero desde hace 3 años, Henry había pasado su capacitación, y se vió obligado a ser personal activo para la colonia, al principio fue muy triste para Yugyeom, ver al que consideraba su hermano vertido con aquel uniforme; negro y vino mientras que en los bordes se notaba una pequeña franja dorada, con el propósito de nunca olvidar de dónde vienen, del paraíso.
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- Tienes entrenamiento, ¿no? - le pregunto a Yugyeom
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- Sí - dijo recordando el verdadero motivo por el que se levantó de su cama - ¡Y voy tarde! - grito mientras que veía el gran reloj en lo alto del edificio más importante de toda la colonia, la sede de <>.
Antes de irse corriendo, abrazó fuertemente a Henry y le susurró rápidamente un “te extrañe, hermano” para partir a su destino. El más grande, sonrió viendo como su hermanito había crecido en los últimos meses, ya casi lo alcanzaba en altura y por un momento deseó que el tiempo retrocediera diez años atrás, donde yugyeom tenía nueve años. Su pequeño polluelo lo seguía a todas partes, con una estúpida sonrisa, iluminando su triste vida; una vida donde sus papás había violado la ley y fueron ejecutados, donde él se quedó sin hogar y los Kim lo recogieron.
- - Pronto será su cumpleaños - dijo en un susurró y optó por darse la vuelta para ir a visitar a aquellos que consideraba sus padres.
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- Mierda - maldijo Bambam mientras que se escondía detrás de un edificio
Alrededor de unos veinte metros, se podía escuchar una respiración pesada, completamente desesperada en busca de comida, mientras que Bambam apretaba con fuerza el bat que sostenía en manos. No podía usar la pistola que cargaba en su mochila desgastada, pues ya casi se quedaba sin balas y si fallaba como la última vez, solo lo llevaría a la muerte segura.
Exhaló tranquilo mientras que cerraba los ojos, en ese mismo momento, en su mente comenzó una cuenta regresiva que iba al compás del Adelfo, que caminaba asquerosamente normal, como si de un paseo se tratara, solo que los hematomas que se extendían alrededor de su cuerpo mostraban lo poco consciente que estaba de su situación, de su cuerpo.
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- ¿Dónde estás? - dijo con una voz dañada, gruesa, como si toda su vida hubiera fumado cigarro
El de cabello albino levantó el bate con fuerza, y justo cuando el Adelfo se encontraba dando la vuelta en la esquina donde se encontraba Bambam, este liberó toda su fuerza en el swing que dió, dándole directo en la cara, rompiendo sus dientes y tomándolo completamente. A pesar de que no le trituró el rostro - que era claramente imposible - el golpe le abrió la cabeza profundamente cuando cayó, dejando ver como por falta de sangre, aquella cosa que antes era humano, convulsionaba de manera agresiva sobre el suelo, empapando todo de sangre.
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- Lo siento - susurró Bambam con tristeza - pero querer vivir no es un pecado
Con torpeza siguió caminando, no podía mantenerse mucho tiempo de pie bajo los fuertes rayos del sol, llevaba 2 días sin comer, apenas sobrevivía tomando agua. Por un momento paró su caminar, se sostuvo sobre sus rodillas, y deseó con todas sus fuerzas volver a tener a sus padres, llorar en sus brazos y dormir entre sus abrazos. Pero era imposible. Y odiaba saberlo.
Con cuidado volvió a retomar sus andadas, se colocó una gorra y cruzó con cuidado el bate dentro de su mochila, se introdujo en un pequeño minisuper, donde descaradamente se encontraban las cajas registradoras completamente saqueadas, ya casi no habían alimentos, solo quedaban unas croquetas para gato. Bambam rió con ironía, con el hambre que tenía, de seguro las croquetas le iban a saber a gloria, pero por más que quería comérselas, su orgullo le exigía buscar algo más apto para su paladar, ya había tenido suficiente con aproximadamente 3 semanas comiendo comida para perro.
Entre toda su búsqueda, que consistía en pasos silenciosos y continuas miradas a su entorno, encontró una pequeña compuerta sobre el techo, a lo que supuso que era el almacén, deberían de tener algo que sirviese ahí. Con esfuerzo, apilo algunas cosas para poder subir y alcanzar el techo, cuando logró tocar la compuerta, escucho sobre él unos pasos.
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- No otra vez - se dijo para sí mismo - definitivamente soy un idiota, ¿Cómo pude imaginar que no habría alguien antes que yo que ya hubiera probado hacer esto?
Se bajó de la pila de cosas y enojado, tomó la bolsa de croquetas, para proseguir en abrirlas y darle una probada.
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- Saben a salmón con tierra - dijo en un suspirando, mientras que abría la puerta del minisuper para salir - pero definitivamente están mejor que las croquetas de perro sabor a pollo con verduras.