Hace alrededor de 50 años, un grupo de científicos, buscaba la manera de fortalecer el corazón humano, que llegará a ser inmune a una gran cantidad de venenos, lo que significaba que alargaría la esperanza de vida. Era un proyecto ambicioso, pero con grandes expectativas, el mundo tenía los ojos puestos en ese reducido grupo de mentes brillantes que trabajan para conseguir el reconocimiento que siempre anhelaron.
El crecimiento del conocimiento fue constante, las investigaciones sometidas a diferentes fuentes de venenos destacó que la ingesta de la Adelfa -flor que consta de color radiantes y una estética fantástica- en cierta cantidad de dosis en la yugular, daba el resultado deseado.
Una hermosa flor que con un poco de ella, podría matar al ser humano en cuestión de segundos.
A lo largo del tiempo, estas mentes fueron modificando el veneno para hacerlo menos letal, y publicaron sus hipótesis en una revista científica, llamando la atención del mundo de la medicina, por lo que se llevo acabo una conferencia en donde al líder del equipo de investigadores se le preguntó cuál era la causa de su investigación.
“¿Acaso es solo para conseguir fama?” Se le preguntó
“No” contestó “es para mi hija, ella sufre de un corazón débil, y salvarla es mi deseo”
Y con esa declaración, el apoyo por; no solo las empresas, sino también por la sociedad no se hizo esperar.
La flor Adelfa era el centro de la investigación, en términos simples, cuando el corazón se acostumbrara al veneno de esta flor, poco a poco, se volvería más resistente en distintos sentidos, eliminando la posibilidad de que éste contrajera alguna enfermedad.
Aunque la investigación proporcionaba una índice de fallos de un 45%, alrededor 1450 personas se sometieron como sujetos de prueba, todos de diferentes razas y rasgos.
El 74% de los sujetos pasaron la primera etapa de la investigación. Aun así, los efectos secundarios eran la pérdida de conocimiento y unas ansias muy extrañas por la ingesta de carne, cuando se investigó estos efectos, se comprendió de que el veneno había entrado en el sistema nervioso afectando 2% el cerebro, por lo que causaba un cambio en el tipo de alimentación preferida.
En la segunda etapa de la investigación, los sujetos se comportan normal, el veneno ya había sido absorbido por el cuerpo y no había rastro de alguna anomalía. Lo mismo pasó con la tercera etapa.
Al poco tiempo las dosis para la fórmula fue comercializada, se vendía en todos lados a precios ridículamente altos. La hija del científico, se curó, y empezó a vivir una vida normal, con un corazón más fuerte de lo normal. Se enamoró, de caso y obtuvo un hermoso niño, cuyo pelo albino llamaba mucho la atención.
Aunque… un día, todo ese sueño de felicidad, desapareció.
Los sujetos de sobrevivientes de la investigación mostraba síntoma caníbales e incongruentes, como si de los animales más salvajes se tratará. Y cuando el mundo se encontraba en la cuerda floja, entre perder la esperanza o encontrar una cura… la famosa hija del científico contrajo los síntomas.
Todo el mundo odió a ese grupo de mentes brillantes, y estos, al ser viejos y miedosos, en vez de buscar una cura, simplemente escaparon, se escondieron, y desean nunca haber hecho lo que era irreparable.
Porque comer a tus familiares más queridos no era normal.
Sentir satisfacción al ingerir carne humana no era normal.
Estar consciente de todo ello y aun así sentirse feliz no era normal.
El veneno que se había inyectado en la yugular, no solo había llegado al corazón, también llegó al sistema nervioso, y con pequeñas dosis fue intoxicando, provocando al cerebro -que está directamente conectado- un fallo en el hipotálamo, desconfigurando.
Todo el mundo olvido las verdaderas intenciones de la cura y entraron en un completo caos.
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Yugyeom volvía del entrenamiento, completamente cansado, últimamente su mentor Siwon, era demasiado exigente con los ejercicios. Pero aun así, se emocionaba cuando le enseñaban una técnica nueva, pues siempre se le había dado facilidad cuando se trataba de trabajo físico. Él era grande y flexible, músculos fuertes pero con cara de idiota, y su amigo Jungkook se encargaba de recordárselo todos los días.
Mientras que caminaba en medio de la noche, por los rurales caminos de la colonia, Yugyeom escuchó un bullicio cerca de la salida principal de <<Paradise>>. Cuando la curiosidad le gano a la razón -que solo fue cuestión de segundos para que lo hiciera- optó por ir a asomarse tantito y saber sobre el chisme.
Con destreza se subió a una carreta llena de madera para la fogata que se celebrará dentro de una semana, estiraba su cuello esperando poder ver más allá del círculo de cabezas que rodeaban a aquello que había “entrado” a la colonia. Y ahi lo vió.
Unos cabellos blancos adornaban su cabeza, estaba tumbado en el suelo, estaba despierto, y a pesar de que no emitía ningún sonido, trataba de levantarse, pero siempre sus brazos se vencian. Jadeaba pesadamente y en medio de su lucha por levantarse, un tipo le arrebató la mochila que se encontraba cruzada entre su cuerpo.
- - ¿Quién eres? - dijo enojado el tipo - mejor dicho, ¿QUÉ ERES? - preguntó aún más fuerte mientras que tiraba todas las cosas de la mochila al suelo
En ese momento, el albino se paró rápidamente, parecía sufrir, pero tomó vuelo y le reventó un golpe en el rostro al tipo que tiró sus cosas. Todos alrededor se quedaron callados.
- - ¿Acaso su mamá no le enseño valores, cincuentón? - dijo mientras que tambaleaba
Yugyeom, bajó rápidamente de la carreta, y se hizo espacio entre los centinelas que rodeaban al albino, al otro lado del círculo, vió a Henry, que discretamente había dado la orden de sacar las armas. Y en medio de su debate, entre ayudar al forajido o simplemente pasar por alto lo de hoy, recordó que él era un estúpido, y los estúpidos hacen cosas sin sentido.
Rápidamente se quitó su camisa, se la amarró en su boca para cubrir la mitad de su rostro, y se aventó al peligro. Con cuidado, agarró al albino y este se rindió entre su pecho, los centinelas se empezaron a mover más rápido, tratando de reducir los huecos en el círculo.
- - ¿Qué quieres? - preguntó Bambam
Yugyeom colocó al albino en uno de sus hombros, y se dió cuenta de que estaba ridículamente delgado, miró a su alrededor tratando de encontrar algo que lo ayudará a escapar, pero nada. Maldijo en su mente.
- - Soy tu héroe - contestó en un susurro mientras sonreía debajo de su playera
Por alguna extraña razón, el olor de aquel desconocido hacía sentir bien a Bambam, el calor de su cuerpo le proporcionaba seguridad y por inercia, sonrió ante el comentario de su; efectivamente, salvador. Pero él sin fuerzas, lentamente se quedó dormitando en la incómoda posición que se encontraba.
Para Yugyeom, la situación no era muy favorable, pues su única opción para escapar de esa situación era Henry, así que cuando se encontraba a unos centímetros de él, dijo en voz baja “Lou” pues era el verdadero apellido de su hermano. Henry abrió sus ojos como dos platos, y entre toda la tela que llevaba Yugyeom en su rostro, pudo visualizar aquel lunar bajo su ojo derecho.
El menor, sabiendo que su hermano había captado el mensaje, lanzo una patada al centinela del lado izquierdo de su hermano, mientras que este, le metía el pie para que cayera completamente. Se creó un hueco en el círculo, que audazmente, el de pelo azabache supo aprovechar, corriendo entre los centinelas y escapando de ellos.
Al mismo tiempo, los centinelas le seguían el paso, Yugyeom corría con todas sus fuerzas, escondiéndose entre las carrozas y en los callejones difíciles de pasar, hasta que llegó a la zona sur, con el corazón en su garganta, escaló la muralla que los separaba con el mundo de afuera, y justo cuando se encontraba del otro lado, siguió corriendo por el camino que tan bien conocía, aquel camino que lo llevaba a su guarida secreta.