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El Diablo en el espejo por The_King_Under_The_Mountain

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A pesar de que Itachi estaba seguro que no había pasado nada relacionado con su pequeño ritual, que no había secuelas, a dos días de hacerlo estaban pasando cosas extrañas. Por ejemplo, se sentía observado la mayor parte del tiempo, sentía presencias tras suyo, y Sasuke a veces le decía que alguien le hablaba, terriblemente asustado.



Quería hablar del tema con Hidan más no quería que este se enterara de su pequeña aventura, no teniendo una fachada que proteger. Entró como todas las mañanas a su clase, se sentó donde siempre. En cuestión de tiempo empezó a llegar su grupo de amigos habitual, siendo Deidara quien se sentaba a su lado, ese explosivo doncel que gozaba intentando sacarlo de sus casillas. Pero ni rastros de ese loco, lo que no era extraño, lo extraño es que el profesor Iruka Umino esté tardando tanto.




"Itachi, hn."




"¿Si, Deidara?"




"Biología está tardando mucho, hn."




El azabache encogió los hombros. Como si hubiera sido invocado, el maestro castaño entró al aula, con la diferencia de que un vivaz rubio venía tras él, e Itachi sabía quien era. "No puede ser...", murmura en voz inaudible.



"Muy bien clase, este es nuestro nuevo compañero Naruto, viene del País del Remolino y espero que lo traten bien. Preséntate, Naruto.", dijo Iruka yendo a sentarse en el escritorio, tan sonriente y amistoso como siempre.




"¡Mi nombre es Naruto Namikaze, dattebayo! ¡Espero llevarme bien con todos ustedes! Menos contigo, loco de los perros."



"¿¡A quien le dices loco de los perros, rarito de la noche!?"




"Oh, incluso ladras, dattebayo...", se burló Naruto haciendo reír a sus compañeros.



"¡A callar los dos! Naruto, siéntate con Kiba, por favor!"




"Gracias profesor, mejor me siento en el piso..."




Desde la parte trasera del salón Itachi ignoraba lo que pasaba a su alrededor, haciendo el boceto en su libreta de los ojos amenazadores que no dejaban de perseguirlo.




[~]




La gloriosa llegada de Hidan se produjo hasta la tercera hora de clases, el Uchiha respiró aliviado, sintiendo un poco menos de presión en el pecho. Salieron a receso y escapó hábilmente de un Naruto que apenas y se enteró de que estaban en el mismo salón llevándose a rastras al idiota quejumbroso hasta quedar ocultos tras las escaleras que llevaban al segundo piso, ahí lo soltó finalmente.



"Necesito algunas respuestas sobre tus rituales, Hidan.", expresó sin mostrar reacción alguna por la mueca primero incrédula y luego burlona de su conocido, siendo infinitamente paciente.



"¿Y qué quieres saber, Ita?"



Como lo detesta. Maldito burlón. "Me surgieron un par de preguntas mientras pensaba en lo que me dijiste de tus rituales satánicos... por ejemplo... ¿qué pasa si excedes el tiempo de invocación?"



"Oh, nada grave, solo se romperá la protección que lo mantiene en el espejo y será libre de salir si lo desea.", desinteresado, se miró las uñas.



Itachi palideció. "Y... ¿qué pasa si por algún motivo dejas de mirarlo a los ojos?"



"Eso también lo liberaría... escucha, solo para aclarar, las cinco reglas más importantes son: nunca quites la mirada del espejo, nunca excedas el tiempo máximo, nunca des por terminado el ritual sin despedirte, nunca lleves ningún objeto religioso para protegerte de él y sobretodo NUNCA, NUNCA, rompas el círculo de sal si aun está presente. Todo esto conducirá a que pueda salir del espejo y hacer su voluntad personificado en nuestro mundo sin que lo sospechemos, o, en el mejor de los casos, se niegue a aparecer frente a ti."




Itachi estaba sudando frío de nuevo, él hizo exactamente todo eso y estaba seguro que rompió las reglas de otras formas que ni se imaginaba, fue incapaz de respirar de forma adecuada. Hidan permanece callado, analizándolo. "¿Itachi? No estarás pensando en invocarlo... ¿cierto? Es muy peligroso... ni siquiera yo lo he hecho..."



Esa fue la gota que derramó el vaso, ahora si que Itachi se sabe en serios aprietos. "Claro que no", dijo recuperando su voz, "solo tenía curiosidad. De cualquier forma, no creo que tus sandeces den resultado alguno además de unos pantalones mojados y un serio problema estomacal."




Hidan rió con ganas, antes de mirarlo con un toque misterioso en los ojos. "Cuídate, Ita... nunca sabes quien te está observando...", con un tono de burlona complicidad le dijo eso, se le erizaron los vellos de la espalda y después se quedó solo, pensando en lo que debería de hacer. ¿Contratar un cura, averiguar si el Diablo anda suelto, ofrecer un sacrificio? De saber que iba a cagarla tanto, mejor se quedaba con su cinco en la boleta, al demonio Orochimaru y su padre.




[~]




"¡Yo, Itachi!"




El nombrado suspiró, desacelerando su paso para esperar al rubio idiota. Naruto había estado cazándolo todo el día por la escuela sin resultados, hasta la salida, al parecer el rubio no le tomaba mucha importancia a sus nuevas admiradoras y las había ignorado para alcanzarlo.




"¡Itachi! ¿Caminamos juntos? De todos modos somos vecinos...", la enorme sonrisa casi deja ciego al azabache, el huraño y lindo azabache. "¿Porqué te dejas largo el cabello, hn? Pareces una muñeca de porcelana, ¡solo te falta un vestido de princesa, dattebayo!", Itachi lo siguió ignorando. "Tu piel es muy blanca. ¿Dejas que te dé sol, ttebayo? Oh, y esas ojeras... ¿duermes bien? Mi mamá dice..."




"Gracias por tu preocupación, Naruto... ¿ya conociste la escuela?", harto, interrumpió al rubio bruscamente, deteniendo sus pasos para encararlo.




"¡Oh, sí, claro que sí, dattebayo! Ya tengo mi propio casillero también, estoy al lado de un tal Hidan, ¿sabes quien es?"




El Uchiha arqueó la ceja. "Lo conozco, si... somos compañeros, está en nuestra clase..."




"¡Vaya! Que pequeño es el mundo, dattebayo... ¿quieres ir a mi casa? ¡Vamos a comer ramen!"




Suerte que la escuela no está tan lejos de su casa. "Gracias por la invitación, pero debo cuidar a mi hermano. Nos vemos, Naruto...", ya estaban en el lado de la calle donde estaba el hogar de Itachi, el rubio sonrió mirándolo hasta que entró, sacudiendo bobamente su mano.




"Adiós, Achi...", murmuró en voz apenas audible, sonriendo de una forma extraña sin ser visto.



Deténiendose en seco, Itachi se sorprendió, el único que lo llamaba así era Sasuke, y eso que apenas aprendía a hablar. Además... ¿como se enteró el rubio de eso? Cuando volteó, sin embargo, Naruto había desaparecido. "¿Qué...?"





[~]




Minato tomó la bandeja de plata de la cocina, encáminandose tranquilamente al sótano. Sin prender apenas una luz descendió con rostro impasible, a un cuarto oscuro, totalmente negro, con solo una tenue luz rojiza iluminando, proveniente de seis velas rojas colocadas estratégicamente. Cerró la puerta y puso la bandeja en el piso, sintiendo de inmediato su respiración en el cuello, una exhalación caliente, que quemaba.




"Itachi... él es... ¿el siguiente?", no se movió a pesar de sentirlo más cerca, estaba acostumbrado ya a su horrible presencia. Su voz, más parecida a un gruñido, le seguía erizando la piel por el pánico.



"Es el clásico niñito desesperado que no sabe lo que hace... algo así como... tú...", Minato contuvo la respiración, sintió la lengua de él en su cuello y solo ladeó la cabeza, dejándole espacio suficiente para no expresar abiertamente su rechazo y su asco, no quería golpes esta vez. "Eres como un buen tequila, mi amor... los años te ponen más sabroso...", le apretó el trasero.




"No digas eso...", dijo cerrando los ojos tratando de soportar esos indiscretos toques, un pedido vano que demostraba porqué odiaba tanto bajar a ese sótano maldito.




"Sé que te gusta. ¿Sabes porqué? Porque yo lo sé todo de ti... todo... y sé que intentarás ayudar a ese niñito... no quieres que termine como tú, ¿cierto?", juguetonamente le acarició la cintura desde su lugar, situado tras Minato, le dio un empujón con la rodilla para abrirle las piernas. "¿Cuantos años han pasado? Ah, espera... ¿cuantos años tiene... Naruto?"




Minato reaccionó, alejándose de él y mirando por fin a ese ser, la imagen que adoptaba por diversión para infundirle miedo, la imagen con que la humanidad le representaba, la imagen que tanto despreciaba Naruto. "No menciones a mi hijo.", ladró enfurecido, en una pose amenazante que de nada servía.




El maligno ser largó una carcajada, irguiéndose en todo su tamaño, unos dos metros. Agitó la cola, azotándola en el piso. "Se te olvida que yo te lo concedí y puedo quitártelo si quiero, igual que esa mujer que tanto amas. Y te advierto que Itachi Uchiha es mío, así que alejáte de él o lo vas a lamentar, todos lo van a lamentar.", endureciendo la mirada le jaló los cabellos hacia atrás con brusquedad, haciéndolo quejarse. "Lárgate."




El Namikaze lo miró con rencor, sobándose la cabeza, pero optó por retirarse antes de desatar la furia de él. "Como quieras.", se largó lo más pronto que pudo, sintiéndose seguro una vez abandonó el sótano. Siguió con sus labores, limpió la sala, aspiró, lavó las ventanas. Y desde ahí, desde las ventanas de la sala, vio a los jóvenes Uchiha jugueteando en su jardín con un Golden Retriever hermoso. "Juega... ahora que puedes..."

Notas finales:

Hacer capítulos largos no es mi fuerte...


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