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... With Kamijo por Mad_PunkyHeart

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Maya y Aiji habían logrado convertirse más rápido de lo que ninguno de los dos había esperado en reconocidos cazadores. Aiji había logrado explotar en Maya sus habilidades físicas, enseñándole en base a teoría y experiencia a moverse como un buen cazador, lo demás, el instinto del rubio y la herencia que había recibido de sus padres lo había favorecido invaluablemente. 

Con el menor complementándolo, el castaño, también había logrado realizar grandes avances. El más bajo era hábil en todo cuanto táctica se refería, siendo capaz con gran de desarrollar planes de ataques. El dúo era capaz de moverse bastante bien y no solían tener problemas, sin embargo, Maya no parecía del todo convencido con las decisiones del castaño. A pesar del cariño que le tenía y del inmenso respeto que el cazador había generado en él por lo sabio que había demostrado ser, el rubio siempre reclamaba por no ser quien eligiera sus siguientes movimientos. Con paciencia, el mayor siempre respondía que aún debía aprender algunas cosas y que no siempre era bueno actuar solo por instinto, respuesta que lograba molestar al rubio haciendo que se ensimismara y dejara de hablarle al mayor por largos periodos, aunque siempre volvía con una sonrisa dispuesto a aprender nuevas cosas y olvidando por completo sus berrinches. 

No solían quedarse demasiado tiempo en el mismo lugar puesto que algunos vampiros peligrosos los habían marcado y huían rápidamente cada vez que los perseguían, pero esto no había hecho que el negocio de este par decayera. En cuanto tenían una pista de dónde encontrar a una de esas criaturas no tardaban demasiado en ponerle fin y retornar a los pobladores de distintos lugares la tranquilidad que los vampiros solían arrebatarles a sus víctimas.

Habían vuelto tras largo tiempo al pueblo en el que se habían conocido puesto que un vampiro parecía estar poniendo en peligro a las doncellas del lugar. Varias personas acusaban que la criatura entraba a beber su sangre y aunque las jóvenes no habían resultado mortalmente heridas a todos parecía preocuparles la idea de que la esencia vampírica los contaminara. El castaño se encargó de explicarles que aquello no era posible a menos que el vampiro así lo quisiera, que por el momento la amenaza de aquella criatura no era demasiado alta puesto que solo parecía estar jugando con las jóvenes del pueblo. Maya en cambio se comprometió sin dudarlo que atraparían al vampiro y el mismo se encargaría de aniquilarlo.

—No seas tan descuidado, Maya —le regañó nuevamente Aiji en la pequeña habitación en la que se quedaban en la misma posada en la que el rubio había trabajado por esos días antes de comenzar a trabajar con el mayor. —Debemos ser cuidadosos o podríamos alertarlo de nuestra presencia, ni siquiera sabemos su nombre así que vamos un paso atrás.

—¿Eh? ¿Necesitamos saber esas cosas? —inquirió el más alto mientras jugaba con el reloj de bolsillo el que ahora era capaz de convertir en una guadaña de luz que de un golpe podía destruir el cuerpo de un vampiro débil

—Siempre te lo repito, todos los vampiros son distintos, por eso debemos saber sus identidade —suspiró Aiji cerrando su cuaderno el que guardó en su bolso para prepararse para salir —y no juegues con eso adentro, sabes que es peligroso

—Traaaanquilo —lo interrumpió el rubio, alargando infantilmente sus palabras— no volveré a quemar algo con esto, ya aprendí a manejarlo.

—No puedo estar tranquilo contigo —negó riendo un poco. — Sé cuidadoso ¿sí? Iré a hacer guardia, cualquier novedad te llamaré.

—Buuuu sabes que siempre he querido salir de guardia contigo —se quejó el rubio tirándose en la cama de la que había tomado posesión horas antes — pero sí, sé que no puedo dejar nuestras cosas sin cuidado —se respondió antes que el castaño lo hiciera

—¿Tengo que recordarte lo que pasó la última vez? —inquirió el castaño, mientras se ponía las botas para abandonar la habitación.

—Nop ya lo has hecho suficientes veces, gracias — respondió simplón Maya con la mirada fija en el techo.

—Volveré en unas horas. Sé bueno mientras no estoy—se despidió el castaño dejándolo solo.

Maya estuvo apenas unos minutos viendo televisión cuando un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Una mujer sollozando acompañada del dueño de la posada pedía hablar con los cazadores que había escuchado se quedaban en la ciudad. Por lo que le explicó entre lloriqueos mientras se enjuagaba las lágrimas, su hija había desaparecido la noche anterior. Aiji llegó mientras la mujer rogaba por ayuda, estaba segura que una de esas despiadadas criaturas eran culpables de aquello. Les entregó a los cazadores una foto de la muchacha. Una joven con un aire de muñeca que más tarde el castaño le dijo a maya que había visto en las otras víctimas. Todas se veían semejantes, el mismo flequillo tupido sobre los ojos, los vestidos antiguos exagerados, al parecer el vampiro que era responsable de ello tenía una clara tendencia por ese tipo de humanos.

—Es extraño que desapareciera —murmuró Aiji en la tarde del día siguiente mientras comparaban la información que él mismo había recopilado con la que les había dado la mujer. —Hace algún tiempo, unos meses, un muchacho también desapareció, algunos aseguran que es el que se encuentra tras los ataques a las chicas.

El cazador mostró una foto de un muchacho un poco más joven que Maya llamado Teru. El joven era débil y su familia lo había dado por muerto, tras unas semanas había aparecido nuevamente, se había despedido de su moribunda madre en la noche y había jurado que no volvería jamás. Solo una sirvienta había confirmado la versión de la mujer antes que muriera aliviada de saber que aunque su hijo no fuese el mismo seguía vivo.

—"Está manchado por la oscuridad" eso dijo la vieja antes de morir —le contó al menor mientras revisaba sus anotaciones las que había registrado cuidadosamente. —Claramente se refiere a un vampiro... pero eso quiere decir que fue convertido.

—¡Tenemos que encontrarlo y destruirlo! —sentenció Maya golpeando la mesa llamando la atención de un par de clientes del bar que refunfuñaron antes de volver a sus bebidas.

—No y siéntate, qué es lo que siempre te digo —bufó Aiji frunciendo los labios

—¿Qué la sangre de vampiro puede ser muy útil pero es difícil de conseguir?—dijo el menor con los labios fruncidos en señal de pensamiento sentándose nuevamente

—No, que no seas impulsivo y que tras un vampiro como ese hay uno mucho más poderoso...

Maya lo interrumpió asintiendo aunque eso no hizo que el mayor se sintiera confiado por el juicio ajeno.

—Hoy es mi turno de hacer ronda por este pueblo.

—Recuerda lo que te dije... si encuentras algo llámame —suspiró el castaño reuniendo sus cosas para irse a la habitación en la que se quedaban.

—Tranquilo ¡yo me encargo! —había respondido el rubio saliendo del edificio con tranquilidad mientras tarareaba. La noche había caído hacia un rato.

Las calles estaban vacías, como acostumbraba a suceder en los pueblos atacados por vampiros. Las personas no se atrevían a pasear de noche y en las calles solo se encontraba a aquellos que, o no tenían a donde más ir, o a los despistados que enfrentaban a la oscuridad sin comprender los peligros que esta ocultaba.

—...Aunque sólo pienses esto, si no me vas a responder

mejor que te conviertas en cenizas con mi imagen... —Maya canturreaba una canción que el mismo había compuesto. Pero algo hizo que se callara de golpe. El sonido de pasos torpes y el revoloteo de una capa tras ellos lo hicieron estremecerse. Un vampiro. Se escondió de inmediato sacando su reloj por instinto. Por una fracción de segundo recordó las palabras del mayor. Pero la imagen de la joven tras la que iban llamó su atención. Un poco más pálida de lo que había visto en la fotografía la chica miraba hacia el cielo encantada por la luna creciente. Suspiró aliviado al comprobar que no lo había descubierto, pero no dejó de observar las acciones de la joven. La chica parecía paralizada por la imagen de la luna como si se hubiera enamorado de la luz que emanaba. Un joven apareció tras ella. Maya comprendió que no había aparecido, que sus movimientos solo habían sido rápidos, demasiado rápidos como para seguirlos con la vista. El chico se quitó la capa que cubría su rostro y tocó el hombro de la joven llamando su atención. Maya encendió su comunicador y habló rápido y atropellado.

—Senpai —así llamaba al mayor con su tono serio demostrándole su respeto y admiración — Estamos en la calle principal, el chico que desapareció hace meses convirtió a la que andamos buscando...

—¿Qué? Síguelos hasta que llegue allí, debemos dar con quien los transformó a ambos...

Pero las palabras del castaño no llegaban a los oídos de maya. La situación había capturado toda su atención.

—Van a atacar a un hombre, apresúrate senpai, atacaré.

—¡Maya! ¡NO! —la orden no alcanzó a llegar al chico. El comunicador se apagó lo que hizo que corriera fuera de la habitación. Aquello solo podía significar una cosa, el joven se estaba comportando otra vez de manera impulsiva.

Maya al ver que un hombre vagabundo estaba inconsciente en la calle y que el vampiro se lo señalaba a la chica para que bebiera de él, dejó de hacer caso a la orden del mayor e hizo aparecer su guadaña. La joven se había arrodillado y bebía con una sed incontrolable del humano que habían capturado. La forma en la que se comportaba y sus movimientos torpes mostraban que se había convertido recientemente. Probablemente recién había completado su transformación inicial aquella que permitía que su cuerpo muriera, pero su esencia aún seguía siendo humana, eso había aprendido con Aiji y le bastaba observar a la joven para saberlo. Lamentablemente no había vuelta atrás.

—¡Hey! Detente —exclamó Maya lanzándose sin pensar a atacar a la chica. Teru se dio cuenta de ello y no dudó en interponerse entre ambos.

—Kanon, corre —le ordenó a la muchacha antes de que el filo de luz del arma ajena lo atravesara. El vampiro soltó un chillido terrible y el rubio no alcanzó a liberar su arma antes de que la muchacha se apresurara lejos de la escena, temerosa por el ataque y dejando atrás al hombre con el cuello aun ensangrentado. Al menos el hombre seguía vivo.

—¿Maya? —La voz del mayor rompió el contacto que el rubio había hecho con el vampiro. Durante unos largos segundos sus ojos se habían encontrado y el cazador pudo ver el horror reflejado en los ojos del chico. Entonces comprendió que había cometido un error, aquel no era el vampiro poderoso que estaba detrás de todo eso, era solo un chico que quien sabía por qué se había visto convertido en una de esas criaturas. No era como esos vampiros que los habían atacado antes, que mataban personas por diversión. No logró comprender el balbuceo que este soltó antes de deshacerse en cenizas frente a sus ojos. —¿Estás bien?

—A-aiji —balbuceó algo aturdido cayendo de rodillas mientras asentía, estaba un poco confundido aún y su energía había disminuido al realizar el ataque. Ya no se desmayaba, pero el cansancio hacía temblar sus piernas.—C-creo que no era el vampiro —balbuceó mirando el montón de cenizas que había dejado el vampiro tras de sí,

—Qué te hace pensar eso... que entre sus cenizas no haya una rosa completa o que lo habíamos conversado antes —el castaño recogió los pétalos ligeramente morados y los metió en una botellita.— No acababa de perder su humanidad... por eso los pétalos son morados... aún no se había convertido por completo... ¿te das cuenta de lo que hiciste?

—Sí... salvé a ese hombre —reprochó maya acercándose al vagabundo. Seguía con vida, pero estaba demasiado débil.—Lo siento... debí escucharte... pero

—Entiendo, actuaste para salvarlo... no te culpo... al menos averiguamos algo, la chica fue transformada en vampiro ¿no? Probablemente por... él —susurró ayudando a detener la sangre del hombre que seguía inconsciente mientras el rubio miraba al mayor sintiéndose un poco mal por lo que había hecho ¿había visto tristeza en los ojos del vampiro?

—Ayúdame a levantar a este hombre —susurró el más bajo mientras se ponía de pie. Maya lo afirmó en su hombro y así caminaron a la posada cargando al herido.

El hombre al otro día ya había recuperado la conciencia y aunque estaba un poco débil se curaría. No estaba infectado y por desgracia no recordaba nada.

Maya seguía un poco aturdido, por lo que Aiji intentó animarlo mientras descansaban en la habitación de la posada, después de todo siempre estaban durmiéndose tarde. El rubio seguía sintiéndose culpable y compartió esos sentimientos con el mayor.

—¿Crees que existan vampiros buenos? —preguntó Maya cerrando los ojos mientras evocaba el rostro de Teru antes de que su cuerpo se consumiera ante sus ojos.

—Vampiros buenos... sí... probablemente... quiero decir, necesitan sangre para vivir y eso ya los vuelve nuestros enemigos naturales. Hemos visto vampiros malvados, como Kirito, el vampiro del que me salvaste, era un asesino, solamente mataba por placer pese a ser un vampiro desarrollado, los vampiros desarrollados suelen necesitar menos sangre. Pero...estos vampiros no habían matado a nadie hasta ahora... probablemente la chica quedó mal herida por una torpeza del vampiro que vimos hoy y para que no muriera le dieron la sangre vampirica... No creas que pienso que estuvo mal lo que hiciste, por el contrario, estaban atacando a un hombre inocente... Pero... quizás te apresuraste demasiado —susurró despeinándolo al ver la preocupación en su rostro. — Si el vampiro que creó a este que asesinaste hoy se enoja... estás en peligro.

Maya lo miró con miedo un momento encogiéndose en la cama. Aiji se levantó suspirando con suavidad y estirando su espalda.

—Estaremos bien, mientras nos mantengamos juntos ningún vampiro podrá derrotarnos, tranquilo, ahora intenta dormir ¿sí?

El menor se acostó a descansar y por fin se quedó dormido varias horas después de cavilar sobre lo que había ocurrido, sobre lo que él había hecho. Despertó sobresaltado tras tener una pesadilla en la que un vampiro se aparecía frente a él y mordía su cuello con violencia. Pero no pudo conciliar el sueño puesto que un grito lo despertó completamente de golpe. Ya era tarde en la noche y alguien que había escuchado un ruido raro en la puerta fue a abrir encontrándose un cadáver horriblemente mutilado. Aiji había vuelto de su vigilancia y se encontraba en una de las mesas del comedor, por lo que ya estaba en la puerta cuando el menor bajó.

—Maya... no salgas —susurró intentando detenerlo. Pero ya era demasiado tarde. Aquello era un mensaje claro, el rubio pudo reconocer en la victima al hombre que habían salvado de la muerte. De quien lo había hecho no había ni rastros, pero claramente no había sido la chica.

—E-es ... es —balbuceó el rubio cubriéndose la boca para correr al baño y vomitar todo cuanto había en su estómago. La brutalidad con la que el hombre había sido asesinado logró revolverle el estómago. Tras unos segundos se incorporó, descargó el estanque del baño, se lavó la cara y la boca en el lavabo sintiendo como el miedo crecía en su interior. Claramente eso era un mensaje para él. El vampiro lo iba a matar, pudo verlo y sentirlo. Era una amenaza y no tenía idea de que debía hacer. Era primera vez en que algo así sucedía y ahora por su culpa ambos estaban en peligro.

—Maya abre —Aiji lo sacó de sus pensamientos golpeando la puerta. El rubio abrió con lágrimas en los ojos. Era su culpa, tenía miedo, nunca había tenido miedo ni cuando sus padres habían muerto... pero ahora temía no solo por él, sino por su compañero. Como nunca, Aiji lo abrazó, al sentir sus brazos rompió en llanto aferrándose a su pecho mientras le pedía perdón. —Está bien Masahito —solo usaba su nombre cuando hablaba con seriedad aunque esta vez su tono reflejaba tranquilidad y buscaba apoyarlo — estas cosas pasan, antes de que nos conociéramos también hice enojar a un vampiro y sigo vivo ¿ves?

Aquello no lo convencía, pero se soltó secándose las lágrimas y asintiendo. Volvieron a la habitación para hablar con más tranquilidad. Algunos hombres de la posada limpiaron la entrada y tras un rato el dueño fue a dejarles una carta que encontraron entre su ropa. Ya había amanecido y el menor seguía aterrado.

Aiji palideció mientras leía la carta. Maya fijó la vista en un montón de papeles que venían con la carta los que parecían recortes de periódico.

—Es... del vampiro —dijo el castaño por fin tras un rato.—Deberíamos irnos de aquí ahora,

—Aiji ¿qué está pasando? —balbuceo quitándole las hojas aunque el contrario no opuso resistencia. Los recortes incluían noticias de periódico, el hombre había cometido algunos crímenes y aunque no era tan malo eran lo suficiente para salir en las noticias locales. Su estómago se encogió nuevamente, esos vampiros habían buscado como víctima a un criminal, no eran malos y Maya lo había matado por salvar al hombre. Comprendió la ira del vampiro que les había dejado la amenaza. Con las manos temblorosas tomó la carta y leyó las palabras escritas por el vampiro. El papel solo decía "Iré por ti" escrito en una caligrafía horrible que era capaz de reflejar sus sentimientos. —Donde... deberíamos... —balbuceó sentándose en la cama intentando ordenar sus ideas.

—Nos iremos al pueblo vecino en tren mañana a primera hora, de todas formas no estamos frente a un vampiro que ponga en riesgo la ciudad. Buscaremos ayuda y nos enfrentaremos a este vampiro ¿sí? Conozco a un cazador que se encarga de vender armas, él nos ayudará con eso y con información así que no te des por vencido tan rápido ¿bueno?

Maya asintió aunque seguía sin estar convencido. Ordenaron la habitación en silencio sobre todo porque el menor se sentía incapaz de hablar. Cuando salió el sol dejaron la posada y tras pagar por todo se marcharon en el tren al pueblo vecino. Aiji no creía que el vampiro los siguiera, por lo que se sintió mucho más tranquilo cuando recibieron las llaves de su nueva habitación. Era un poco más pequeña que la anterior, pero parecía ser más segura. Como habían viajado todo el día, el castaño decidió que debían descansar esa noche así que ambos se acostaron, al día siguiente irían en busca del cazador que los ayudaría, él que, por lo que explicó el castaño, habitaba en las afueras de esa pequeña ciudad, según Aiji, no tendrían problemas para dar con su ubicación.

El menor cayó dormido casi de inmediato volviendo a tener la horrible pesadilla que había tenido el día anterior. Aquellos colmillos destrozando la piel de su cuello lo hicieron despertar de golpe, casi como si fuera un aviso de lo que venía. Alcanzó a estar apenas unos segundos en el silencio de la habitación, convenciéndose de que todo estaría bien cuando un sonoro golpe voló la ventana directamente contra la muralla opuesta. Se giró lentamente, horrorizado al ver en el hueco que la ventana había dejado una figura alta y delgada que definida por la luz de la luna aterrorizaría a cualquiera. Aiji había despertado y ya se había puesto en guardia. Maya por el contrario estaba paralizado nuevamente. Incapaz de reaccionar ante la figura de aquella criatura.

—CREÍSTE QUE PODÍAS ESCAPAR DE MÍ —bramó una voz ronca cargada de ira. El vampiro no se había movido. Suspendido en el aire fuera aún de la habitación. Maya alcanzó a distinguir su rubio cabello rizado gracias a la luz de la luna y sus ojos rojos en su rostro cubierto por las sombras.

—¡Maya! Muévete —gritó Aiji moviéndose justo a tiempo para interponerse en el ataque de aquel ser empujando al rubio y recibiendo de lleno el impacto. Pero aquel golpe no buscaba ser mortal si no que intentaba agarrar al cazador.

—¡Aiji...!¡Suéltalo! ¡Yo maté a Teru! E-es a mí a quien... b-buscas —las lágrimas habían brotado nuevamente de los ojos del menor. Y es que su miedo más grande se había realizado. Su senpai estaba en peligro por su culpa. Se puso de pie y sin pensarlo sacó su arma.

—NO PRONUNCIES SU NOMBRE COMO SI LO CONOCIERAS —bramó nuevamente la criatura aunque guardó silencio de golpe mientras observaba atento al rubio. —¿Uh? —el vampiro se detuvo un momento mirando al castaño retorcerse entre sus manos y la mirada de pánico del rubio. —Ya veo... Yamazaki Masahito... entenderás que es lo que yo sentí por medio de tu querido senpai — exclamó la criatura antes de clavar sus colmillos en el cuello del castaño. Una mordida poderosa que le arrancó un grito ahogado de dolor al castaño que aún retorciéndose le suplicaba con la mirada al menor que escapara.

El cazador intentó alcanzar al vampiro con su arma, pero ya era demasiado tarde. Ambos, tanto la criatura como su compañero, habían desaparecido dejando tras de sí solo la niebla que algunos vampiros creaban. Le costó un poco al menor comprender lo que había pasado. Al ver los colmillos clavados en el cuello de su senpai pensó que lo mataría, pero luego entendió que no era eso. Tampoco buscaba convertirlo, aquello era otro hechizo, algo que no había visto, pero Aiji le había contado. Los vampiros poderosos podían crear sirvientes robando un poco de su sangre y transmitiendo con la mordida la maldición, eso era lo que había hecho. Había robado de su lado aquello que era más valioso para él, al igual como el rubio lo había hecho con su amado neófito...

 

 


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