Harry y Draco veían como un emocionado Blaise que llevaba con ellos más tiempo del que había deseado la pareja empacaba sus cosas y se mudaba.
Finalmente había comprado la casa que Pansy le había recomendado, mucho más cara del precio inicial. Pero era la casa que quería y que estaba convencido que compartiría con determinado pelirrojo al que no dejaba de frecuentar aunque no hubieran vuelto a hablar sobre "Qué eran".
Harry besó a su novio con la tranquilidad de saber que por fin estarían solos.
—Por fin solos—gimió Draco agarrándolo para sentarlo sobre él en el sofá.
El chisporroteo de las llamas en la chimenea le hizo gruñir de insatisfacción.
—¿Y ahora qué?—se quejó Draco.
En las llamas aparecieron dos de las personas más queridas para Harry, pero por mucho que los apreciara no era el mejor momento cuando Sirius y Remus entraron al salón.
—Hola chicos, ¿molestamos?—preguntó algo arrepentido Remus al ver la postura de ambos.
Harry se levantó del regazo de su novio, esos dos eran como los padres que nunca tuvo y se sentía avergonzado delante de ellos en esa actitud.
—No, no, claro que no—dijo mucho más sonriente que Draco que se había hecho con el cojín más cercano para ocultar su entrepierna.
La mirada de Sirius a su sobrino de un modo cómico casi le hizo lanzarle un crucio, pero pensó que Harry le cruciaría a él después y eso arruinaría toda la velada sexual que pensaba tener con su novio cuando esos dos se fueran, no sin antes cerrar la chimenea por una semana.
Los dos hombres se miraron por un momento, y Harry pensó que lo que fuera que le iban a pedir le iba a dar más de un dolor de cabeza.
—Cariño, ¿nos harías un té?—preguntó Harry a Draco sin darle muchas opciones de réplica al rubio.
—Un maldito elfo doméstico ... eso es en lo que me he convertido... maldito el día en que accedí....—el discurso que iba dándose en voz baja Draco camino de la cocina hizo sonreír a los tres hombres que quedaron en el salón.
—Bueno Harry, sentimos esta visita tan inesperada—dijo Remus, mientras Sirius se sentaba a su lado y le tomaba de la mano. Después de muchos años negando lo que sentían, ahora eran la pareja que siempre debieron ser y eso alegraba mucho a Harry.
—Moony, ve al grano, los chicos tienen prisa—dijo Sirius poniendo más nervioso a Remus.
—Pues hazlo tú, rey de la sutileza—se quejó Remus.
—Venimos a que nos prestes a Gatito un par de semanas—dijo este, los tres miraron hacia la camita de Gatito que había sido pillado en flagrante delito cuando aseaba con esmero sus partes íntimas. Este a su vez los miró con su pequeña lengua fuera.
—¿Para qué?—dijo Harry volviendo a mirarlos a ellos.
—Bueno, a ver, esto puede sonar un poco extraño—dijo Remus algo azorado—Tenemos un nuevo vecino.
—Un viejo conocido—señaló Sirius.
—Nos hemos enterado que tiene adoración por los gatitos—continuó Remus.
—Ese animal tiene un don, y le necesitamos—concluyó Sirius.
—Un momento, un momento—dijo Harry—Me estáis diciendo que queréis usar a Gatito para acercaros a vuestro vecino, ¿con qué intenciones?
El sonrojo en las mejillas de Remus y la sonrisa pícara en la de Sirius le dejó claro que sus supuestos ejemplos paternales estaban ideando montar un trío con su nuevo vecino.
—¿Quién es vuestro vecino?—se arriesgó a preguntar.
—Snape, Severus Snape.
FIN