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B I O T I C por kurokaze

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Notas del capitulo:

 

 Hola gente!!!! 

 Ya estamos en la tercera historia de esta novela, listos para conocer a nuestro siguiente dúo. Les agradecemos enormemente su apoyo y que nos sigan a lo largo de este proyecto que recién esta empezando. 

Espero sea de su agrado y sin más les invito a seguir leyendo y a dejarnos su opinión al respecto ^^

 

     

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"MANICOMIO SHEM – Precaución ¡¡Animales sueltos!!"

 

 

    

  

 

 

Afirmando su posición como uno de los países más fuertes económica y militarmente Alemania pudo mantenerse casi impugne durante la tercera guerra mundial. Si bien tuvo muchos problemas dada a la repentina y explosiva expansión del Imperio Italiano y a la fuerza de Francia, pudo no solo evitar perder territorio sino que además adueñarse de Suiza, Liechtenstein y Austria, así como también conseguir como colonias y tierras de producción a países como Argentina y Paraguay.

Las principales fuente de poder militar y político se encontraban en la capital, Berlín, por lo que exceptuando aquella zona y las fronteras el resto del territorio alemán solía gozar de una paz casi ridícula si se consideraba la situación mundial. Su poder militar era de los más fuertes, rivalizando únicamente en esos momentos en potencia con Estados Unidos y quizá Rusia, pero además de eso al haber integrado a Suiza a su territorio Alemania había ganado un fuerte poder económico y muchas riquezas además de la posibilidad de grandes negociaciones con sus vecinos en el continente europeo.

 

 

       

 

 

Un claro ejemplo de tranquilidad y mejora era Munich, situada al sur en los límites con Liechtenstein gozaba de una calma única además de una remodelación completa de la infraestructura de sus ciudades. El estar tan cerca de Suiza le hacía gozar de los beneficios económicos y la protegía de ataques terroristas, después de todo Suiza seguía trabajando como el banco del mundo y los conflictos de intereses hacían que toda la zona disfrutara de inmunidad, por lo que los únicos problemas restantes no eran nada de lo que la policía no pudiera ocuparse. Las personas disfrutaban de las distintas tiendas, plazas y bares del lugar, pero había un bar que sobresalía de entre todos, el Eglantina. El mismo era dirigido por un militante retirado bien conocido por todos allí, y por su hermosa hija.

Mónica Schuster era el nombre de la hermosa y dulce joven, su piel suave y clara parecía hecha de porcelana, su largo y sedoso cabello hebras de oro y sus ojos, solo el cielo podría rivalizar con tan hermosos orbes celestes. La creciente fama del bar se debía indudablemente a ella, no había hombre en Munich que no cayera ante sus encantos ni persona que no se sintiera impulsada a tratarla de forma especial. Se la mirara como se la mirara Mónica era como un ángel.

Sin embargo eso solo la hacía un objetivo más llamativo. Mientras la joven caminaba por las concurridas calles hablando alegremente con los vendedores y comprando lo necesario para el bar alguien la asechaba. En el techo del edificio en la calle contraria se encontraba un francotirador con la mira lista para incapacitar a la rubia. Una vez que el trabajo estuviera hecho, o en el remoto caso de que fallara, otros dos hombres escondidos entre la multitud se encargarían de ella. Las órdenes de su contratista habían sido claras, llevarle a la chica a toda costa pero sin matarla, se la necesitaba viva para poder pedir un rescate. No era de su interés el para qué querían a la chica, no era hija de ningún político o magnate, pero por la suma de dinero prometido eso daba igual.

– Veamos, desde aquí seria un tiro limpio en la clavícula, eso le asustaría y paralizaría dando tiempo a los otros dos de actuar. También podría darle en la espina dorsal pero el viejo no específico si dejarla paralitica era una opción. Que problemático. – Exclamó chistando mientras se preparaba para disparar.

– Pues si te molesta tanto entonces no lo hagas. – Soltó repentinamente una voz femenina.

El francotirador se giró con un extraño presentimiento, una especie de escalofrió. Había estado en lugares peligrosos y bajo situaciones extremas muchas veces, pero aun así aquella voz había logrado poner en alerta cada fibra de su ser. La dueña de aquella voz era una chica joven de unos 19 años, llevaba el cabello corto de forma salvaje y desprolija de un negro azabache pero sus ojos, si su voz había hecho que se le erizara la piel sus ojos le congelaron las venas. Unos orbes de un brillante rojo sangre con un aura poderosa y salvaje, como los de un lobo a punto de atacar.

– ¿Qué quieres? – De alguna forma se las había arreglado para que esa oración saliera de su garganta sin parecer débil y patética. Sin importar lo que sintiera era como mínimo el doble en edad y músculos que esa chica, si le causaba problemas solo debería derribarla de un golpe.

– ¿Qué quiero? – Repitió la chica antes de sonreír de forma atemorizante enseñando sus filosos dientes. – Quiero que te apures en sacar tu mugroso trasero de esta ciudad.

– No me jodas ¿Y quién va a obligarme? Si no desapareces ahora mocosa no respondo por lo que podría pasarte.

La pelinegra rompió en una corta carcajada. – Que gracioso, estaba por decirte lo mismo.

La insolencia de esa chica era en verdad irritante, deseaba pegarle un tiro en medio de la frente pero no podía, el sonido del disparo alertaría a todos y echaría sus planes a perder. Sin embargo que estuviera acostumbrado a las armas no significaba que no supiera pelear, tomaría a la chica por sorpresa y le rompería el cuello antes de que pudiera gritar.

O ese era el plan, pero en cuanto dio unos pasos sintió con creciente pánico como las manos de la chica se cerraban en su cuello apretándolo con una fuerza inhumana. En unos segundos su cuello se rompió matándolo al instante.

– Todavía hay dos desgraciados más, acabaré con ellos antes de que Mónica lo note. – Decidió la pelinegra saltando desde el techo a uno de los callejones para evitar llamar demasiado la atención.

Los otros dos hombres se impacientaron al no ver que el francotirador hiciera su trabajo. Sabían que no demoraría tanto a no ser que algo hubiera pasado. De ese modo decidieron proseguir con la misión sin él, si en verdad alguien ya se había hecho cargo de él entonces tenían menos tiempo para lograr su cometido antes de ser descubiertos. Siguieron a Mónica hasta una zona con poca o casi ninguna persona, donde la rubia ingresó a una panadería. Emboscarla ni bien saliera seria sencillo y no había riesgo de testigos ni nadie que armara un alboroto cerca.

– Bien, al menos me lo han dejado fácil y están los dos juntos. – La voz de la pelinegra penetró en el silencio de la calle erizándole el cabello a los dos hombres. – No tengo todo el día así que acabemos con esto rápido.

– ¿Una niña? ¿Qué sucede, preciosa? ¿Estás perdida? – Comentó uno de los hombres acercándose a ella con una sonrisa picara en el rostro y sus ojos bastante ocupados examinando el voluminoso pecho de la chica.

– Estoy bien, no necesito nada tuyo salvo tu muerte, maldito asqueroso. – Contestó observándolo con un semblante frio y algo siniestro, sus ojos rojos penetraban en su próxima presa como frescos puñales.

– Vaya, parece que tenemos a una chica brava, bien, me gustan las difíciles. – Dijo acercándose más.

Si bien le habían prohibido matar a Mónica no le habían ordenado nada en cuanto a cualquier otra persona que interviniera. Poseía un cuchillo oculto en su manga, con un rápido movimiento de su muñeca podría sacarlo y abrirle la garganta, aunque consideraba una lástima desperdiciar así un cuerpo tan tentador. Con una sonrisa relajada se acercó a la chica que no había cambiado su posición, ambas manos en los bolsillos de su chaqueta, y con un abrupto y rápido movimiento apuntó a su garganta, pero el cuchillo jamás llego a hacer contacto. A una velocidad aun más impresionante la chica le había tomado del brazo girándolo y haciéndole tirar el cuchillo, con una fuerte patada en sus piernas lo hizo quedar de rodillas y dobló su brazo por detrás de su espalda con suma facilidad.

Una extraña corriente eléctrica pasó por el cuerpo de la chica mientras sus salvajes ojos rojos se clavaban en él. – ¿Hay más como ustedes? – Indagó presionando con más fuerza el brazo del hombre.

El otro hombre observaba con creciente terror la escena. No era idiota, no había manera que una chica de esa edad pudiera hacer eso, de hecho era poco probable que un humano pudiera. Mientras la observaba atónito sentía como si estuviera viendo a un lobo negro clavando sus afilados colmillos en su presa. No solo eso, podía ver unos finos destellos de electricidad condensada surcar el cuerpo de la chica. No necesitaba ser un genio para llegar a la conclusión, por algo el pago era tan alto, por algo la dificultad de la misión era de las más altas, por algo la misma había sido encargada en el mercado negro.

Presa del pánico no le importo abandonar a su camarada, corrió lo más rápido que pudo sin mirar atrás dejando las calles mientras gritaba una única palabra: Biotic.

– ¡Ja! Menudo cobarde, al menos tú estas aguantando, pero no te preocupes, pronto aliviare tu dolor. – Le prometió la chica mostrando una afilada garra dispuesta a clavarse en el cuello del hombre.

– ¡¡Lily, no!! – El desesperado grito de Mónica frenó a la pelinegra y por ende salvó la vida del hombre.

– ¿Mónica? Eh... yo... no es lo que crees, te lo puedo explicar. – Se apresuró a excusarse nerviosa soltando al mayor.

La rubia le regaño con la mirada pero pasó de ello y se sentó junto al malherido. – ¿Se encuentra bien, señor? ¿Quiere que lo acompañe al hospital? – Ofreció revisando su brazo preocupada. – Que alivio, parece que no está roto. ¡Lily! Tienes que disculparte, no puedes irle causando daño así a la gente. – Le reprendió con un pequeño mohín.

Lily se cruzó de brazos chistando por lo bajo. – Eres demasiado blanda.

– Ese monstruo tiene razón señorita... no debería ser tan descuidada. – Le advirtió el hombre colocando una pistola en la frente de la rubia.

Sin embargo Mónica le sonrió, una sonrisa radiante y llena de compasión, y le acaricio la mano que sostenía la pistola. – Por favor bájela. Siente mucho dolor ahora ¿Verdad? – Dijo buscando algo en su bolso y dedicándole otra cálida sonrisa cuando se removió inquieto por sus movimientos. – Aquí tienes, esta pastilla aminorará el dolor. Siempre llevo conmigo por si Lily se mete en problemas. – Le ofreció junto con una botella de agua. – Si gustas también tengo pan recién horneado.

– ¿Acaso no entiendes tu situación? – Cuestionó el hombre desconcertado. Había esperado y visto muchas reacciones cuando apuntaba a alguien, pero era la primera vez que alguien se mostraba tan tranquilo e incluso se preocupaba por él.

– La comprendo, te pagaron para asesinarme ¿Verdad? – Contestó la chica sin inmutarse. – Por eso te pido mil disculpas. No puedo morir ahora, mi padre no tiene a nadie más y debo cuidar de él, además si sigue intentándolo mucho me temo que terminará mal herido. Lily no es una mala persona pero su deber es protegerme. Por lo mismo por favor, le pido encarecidamente que evitemos más dolor.

– Pedir encarecidamente una mierda, si intentas volver a acercarte a Mónica te despellejaré vivo. – Le amenazó Lily mostrando unos filosos colmillos.

– ¡Lily! Por favor no le haga caso. – Le pidió educadamente para luego agregar. – ¿Qué tal si nos acompaña al bar? Podría tomar una cerveza fría y olvidaremos que todo esto sucedió. ¿Le parece bien?

Lily tuvo que reprimir sus insultos, no le agradaba pero yendo al caso esa era ya la rutina. Alguien enviaba sicarios a matar u secuestrar a Mónica prácticamente cada mes y si ella no se apresuraba a eliminarlos la rubia les ofrecía una comida y cuidados ¿Qué clase de persona en su sano juicio ayudaría a quien intentó matarla? Bueno esa era Mónica. Hija de Klaus Schuster, un militar retirado y el mayor constructor de armas de toda la nación alemana Mónica era un blanco bastante deseado ya fuese para obligar a su padre a fabricar armas para otros países o para que saboteara las que les daba al ejercito de su propio país.

Klaus era un hombre robusto y musculoso, Lily lo había visto partir troncos con las manos desnudas, nada para ella pero increíble para un ser humano. Hacía cinco años el ex militante había llegado a Japón rogando por un biotic al profesor Marvelous, no por poder, no por interés como constructor de armas, ni siquiera para uso a beneficio de su país, para lo único que Klaus deseaba uno era para proteger a su hija. Ya había perdido a su esposa hacia casi dos años por situaciones similares con su trabajo y su hija, la luz de su vida y su único motivo para seguir adelante, era todo lo que le quedaba.

Además de la armería y taller personal del mayor los Schuster poseían un bar, el Eglantina, donde Mónica pasaba casi todo el día trabajando como mesera. Pero a pesar de la gran fama de sus platillos pocos eran lo suficientemente valientes como para ir. ¿La razón? El cocinero y la otra mesera eran ex militantes amigos de Klaus, el 35% de sus clientes eran hombres y mujeres del mismo rubro y el 65% restante sicarios que habían intentado matar a la joven rubia y habían sido derrotados por la biotic. Nada apto para familias y turistas. La amabilidad de Mónica y sus cuidados tocaban los duros corazones de sus agresores y estos, en parte fascinados por la amabilidad de la joven y también maravillados con la fuerza de Lily, se volvían clientes frecuentes del bar dispuestos a todo por proteger a los Schuster.

La pelinegra entró al bar cargando con el hombre de recién mientras Mónica se adelantaba a la sala de atrás por el botiquín de primeros auxilios y algo de comer o una cerveza para este. Lily soltó con brusquedad al mayor en el primer banco vacio que vio y escuchó inmediatamente a los otros clientes romper en carcajadas.

– ¡Oye Lily! ¿Solo uno? ¿Mataste a los otros o enviaron novatos esta vez? – Le preguntó Gunter, un mercenario tuerto al que había vencido hacia un año más o menos.

– Novatos, había otros dos, uno muerto y el otro escapó. – Contestó la pelinegra dejándose caer en la barra.

– ¡Ja! Vaya imbéciles, como si hubiera humano capaz de vencer a nuestra Lily. – Se jactó Julench, la otra mesera. Era una mujer hermosa de un sedoso cabello color ceniza, había servido en el mismo pelotón que Klaus y se había dedicado varios años al espionaje pero ahora solo tomaba trabajos ocasionalmente. Ella había sido prácticamente una madre y un divertido ejemplo a seguir para Lily.

– Vamos Julench, no seas así. Si los imbéciles advirtieran a la hora de contratar que se enfrentarán a una maquina invencible nadie tomaría el trabajo. – Agregó otro de los hombres dándole un largo trago a su jarra de cerveza.

–  Cierto, cierto. Lily ya nos hubiera masacrado a todos aquí si no fuera por Mónica. Si podemos beber y respirar es gracias a su bondad.

– ¡Oigan! Me importa un carajo que tan ebrios estén, una palabra fuera de lugar sobre ella y tendrán que tomar su cerveza por un tubo. – Les amenazó la pelinegra logrando otra ronda de carcajadas.

– ¡Esa es nuestra Lily!

– Nadie golpea como ella y doy crédito de ello.

– Oigan, vamos cerdos, cierren la puta boca. – Les acalló Pauline. Una asesina que llevaba ya tres años como clienta y siempre lograba sacar a patadas a más de uno quedándose con todo su dinero. – Tranquila cariño, ninguno de estos viejos verdes les pondría una miserable mano encima a tu pequeña. Nadie sería tan estúpido, los destrozarías por completo.

El rostro de Lily se puso a tono con sus ojos, cosa que pasaba cada vez que Pauline abría su desvergonzada boca. – No digas que es mi "pequeña", el tono que usas suena simplemente mal.

–Jajajaja, perdón, perdón. A veces olvido que a pesar de tu actitud aun eres una niña. Ya hablaremos de cosas de adultas en otra ocasión, podría incluso enseñarte unos movimientos realmente buenos. – Ofreció divertida viendo enrojecer a la menor.

– Deja a Lily en paz Pauline. Ella no es una mujer vulgar que va por ahí dejándose las bragas en camas ajenas por dinero. – Le regañó Alberich, el único hombre al que Lily le había perdonado la vida por voluntad propia y con el que solía entrenar. – Si intentas pervertir a mi niña tendrás problemas.

– Agh odio cuando te las das de padre sobreprotector. Los hombres correctos como tú que aun así trabajan de esto son las contradicciones que odio. Tan guapo y tan aburrido, vaya desperdicio. – Bufó Pauline yéndose al sector del bar donde había mesas para juegos de cartas, pool y diversos juegos de apuestas.

Alberich suspiró observándola marcharse y se acercó al recién llegado. – Mónica no debe tardar con el botiquín y la comida, revisemos tu condición. Por cierto puedes llamarme Alberich ¿Cuál es tu nombre? – Indagó mientras revisaba las heridas del hombre.

– Karl Madxon... ¿Acaso esto es común? – Preguntó entre muecas de dolor, cualquier esfuerzo le provocaba incontables punzadas profundas de dolor, incluso el respirar.

Alberich soltó una carcajada pero sin malicia, por el contrario sus ojos reflejaban comprensión. – ¿Qué cosa? ¿Qué te ayude o que terminaras en este estado? – Replicó divertido. – Mira, mientras no vuelvas a intentar agredir de ninguna forma a ningún miembro de la familia Schuster podrás vivir tranquilamente aquí. La comida y la cerveza de Eglantina es la mejor de Alemania, y Julench tiene una posada bastante económica de buena calidad aquí cerca.

– No tiene sentido. ¿Me estás diciendo que todas estas personas han intentado asesinar a Mónica Schuster, han fracasado y ahora viven en los alrededores y frecuentan aquí como si nada? Es lo más ridículo que he escuchado. – Contestó Karl con un deje de desprecio en su voz.

– No es ridículo, se llama seguir adelante. – Le corrigió Mónica llegando con un plato de wurst y el botiquín. – Creo firmemente que las personas pueden cambiar para mejor, solo hay que darles una oportunidad. – Dijo mientras empezaba a desinfectar y vendar las heridas de Karl. – Por eso no dejo que Lily los mate, porque sé que algunos de ustedes tienen esta vida por qué no hubo de otra, que no son malas personas.

– Ja, eso es demasiado ingenuo. Hay personas realmente retorcidas y crueles en el mundo ¿Cómo puedes confiar tan fácilmente?

– Solo lo hago. – Respondió honestamente mirándole a los ojos. – Si traicionan mi confianza, con mucho pesar en mi corazón dejaré a Lily cumplir con su trabajo pero si puedo evitarlo lo haré.

– Tch, esa forma de pensar será lo que te lleve a la tumba un día de estos, niña estúpida.

– ¡¿Eso es una amenaza?! – Le gritó Lily dejando ver una corriente de electricidad pasando por su cuerpo.

– Lily. – El tono de Mónica era dulce y amoroso, solo con decir su nombre sabía que podía tranquilizar a la pelinegra. – Beto necesita ingredientes ¿Crees que podrías ayudarle? – Pidió calmada, tanto por que el cocinero en verdad lo necesitaba como porque quería que Lily se tranquilizara.

La pelinegra chistó con desagrado pero hizo caso y salió del bar protestando. En las cercanías había un bosque a los pies de una gran montaña y de allí era de dónde sacaba la carne fresca, cazando animales. Los mejores platos de Beto hechos a base de aves los hacía pidiéndole a Lily que cazara para él, y para esta era entretenido, le recordaba a sus raíces, a su vida antes de ser una biotic. Mientras caminaba por el bosque llego a un punto donde creyó que nadie la vería y con una sonrisa volvió a su forma original.

El cuerpo de Lily comenzó a cambiar y a cubrirse de pelo, cola y orejas brotaron mientras sus colmillos y garras crecían y se afilaban, en cuestión de segundos donde antes estaba la chica ahora yacía una loba de lustroso pelaje negro. Sintiendo la tierra húmeda entre sus patas se lanzo a toda velocidad a la caza de algunas aves. Le gustaba aquella sensación familiar, llena de adrenalina y libertad.

Los biotics, antes de ser escogidos como tales, fueron animales. Sus almas fueron encerradas dentro de los SOURENS y desde entonces habitan bajo su nueva forma humana, sin embargo aun podrían regresar a su vieja forma si lo desearan, un escape de aquel entorno extraño, un poco de la normalidad salvaje a la que antes estaban acostumbrados. Regresar de alguna forma a su aspecto anterior los mantenía sanos, lejos de la locura y los aspectos negativos del ser humano, era su forma de recordarse así mismos, a lo que eran antes y el porqué de haber sido creados: demostrar que hay más de una forma de vida.

Había logrado conseguir dos patos y tras entregárselos a Beto se dirigió hacia la armería de Klaus para hablar con él. El padre de Mónica se la pasaba encerrado allí casi todo el día fabricando armas o hablando con quienes se las pedía, a Lily le gustaba allí porque de cierto modo le recordaba a su hogar con el profesor Marvelous pero mucho más silencioso. Para disfrutar alborotos como los que solían hacer sus hermanos iba al bar, aquí se relajaba oyendo las maquinarias y charlando ocasionalmente con el alemán.

– Hoy hubo otros tres, uno murió, otro escapo y el último esta aquí en el bar. – Informó regresando a su forma humana y sentándose en un banco balanceándose a causa de una de las patas chuecas de este.

Klaus pasó su mano grasienta por sus rubios cabellos peinándolos hacia atrás, traía la barba bien recortada con algunas partes quemadas debido a algunas chispas que saltaban cuando el mayor olvidaba colocarse la máscara. Sus ojos, grises y duros, parecían cansados pero el mayor tenía tan pocas variaciones de expresión facial que era difícil saberlo.

– ¿Otra vez el mismo sujeto? – Preguntó dejando su trabajo para sentarse frente a la pelinegra.

– Sí, Al Rashid Bin Maktum Zayed, el primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos. Confirmé que fue el responsable de estos tres así de cómo los últimos este año.

Klaus suspiró revisando con la mirada un mapa mundial que estaba pegado en la pared junto a su escritorio y sus papeles. – Los árabes son insistentes, desde que los rechacé han insistido con más fuerza. No te confíes Lily, si enviaron tontos inexpertos habrá sido para probarte únicamente. Ya saben que eres una biotic, quieren ver hasta donde llegan tus poderes.

– Por mí que vengan, los eliminare a todos. Nadie ha podido conmigo hasta ahora.

– ¡No seas idiota! Si sigues siendo arrogante y confiada terminaras cavando tu propia tumba. – Le regañó con un tono severo. – No subestimes a los humanos, Lily. Los animales pelean por supervivencia pero la guerra la inventamos nosotros. Ten eso en mente.

– Perdón, Klaus. – Se disculpó agachando la cabeza avergonzada. Ella podía ser una maquina, podía ser considerada por casi todos como un arma viviente, pero no la hacía una experta en ello. Klaus había servido como verdadero soldado, había estado en incontables batallas y por ende entendía lo que ello en verdad significaba. – Aun tengo mucho que aprender, perdón por ser tan arrogante a veces.

– Mientras puedas reconocer tu error y aprender está bien. Si vas a cometer errores que sean corregidos ahora, de lo contrario llegado el momento dado será demasiado tarde. Cuando el momento de la verdad llegue, biotic o humano no importa, si no podemos proteger lo que amamos todos somos carne inservible. – Dijo tomando con delicadeza y una mezcla de nostalgia y profundo dolor un cuadro que estaba sobre su escritorio. Un hermoso marco donde salía una mujer de largo cabello rubio y ojos azules como dos zafiros, amables y cálidos, sin dudas dos de las más hermosas joyas que Klaus jamás pudo ver.

Lily miró el cuadro, era Anneliese, la difunta esposa de Klaus. Ella no había podido conocerla y el mayor jamás hablaba sobre su esposa pero Lily podía ver el increíble parecido que tenía con su hija Mónica y, según lo que esta y Julench le contaban, madre e hija eran iguales en personalidad. Klaus había perdido lo más preciado una vez, la poca felicidad que le quedaba ahora, su amada hija, estaba confiando en Lily para protegerla y ella hacia el idiota.

– Lo lamento mucho, señor. No volveré a bajar la guardia, prometo que nadie tocará a Mónica, la protegeré incluso si en eso se me va la vida.

– Es no me tranquiliza, sigues siendo cabeza hueca. Quien no puede cuidar ni siquiera su propia vida mucho menos podrá cuidar la de alguien más, aprende eso primero. Ahora déjame solo, tengo mucho trabajo. – Dijo con su típico tono seco y duro antes de volver a su trabajo sin volver la mirada hacia la pelinegra.

Sin decir nada Lily se dio la vuelta y regresó, pero no al bar. Detrás del mismo se encontraba la residencia de los Schuster donde además vivían Julench y Beto. Buscando alejarse del griterío del bar la pelinegra entró a la casa y se encaminó a la habitación que compartía con su dueña. Ni bien abrió la puerta de la habitación se dejó caer en su cama hundiendo el rostro en la almohada por lo que ella juraba habían sido unos minutos. Sin embargo cuando sintió una dulce sacudida en su hombro y abrió los ojos notó que ya había caído la noche.

– Demonios, dije que solo descansaría los ojos ¿Qué hora es? – Preguntó fregándose los ojos con el dorso de la mano. Y entonces un repentino sonrojo se apoderó de su rostro al ver que la rubia estaba a solo escasos centímetros de ella.

Mónica sonrió dulcemente dejando escapar una fresca y contagiosa risa. – ¿Descansar los ojos? Por un minuto pensé que habías caído en coma, si no fuera por tus ronquidos me hubiera preocupado.

– ¡¿Ronquidos?! – Preguntó exaltada sintiendo como su rostro ardía más y más.

– Tranquila, no me molesta, además lo haces todas las noches, hasta creo que es tierno. – Le tranquilizó enmarcando con ambas manos el rostro de la pelinegra. – Sin embargo te agradecería que me esperaras para dormir. – Dijo depositando un beso en la frente de la chica. – Iré a cambiarme, tú deberías hacer lo mismo. – Y se levantó buscando uno de sus camisones.

Lily sonrió y todo lo que hizo fue deshacerse del cinturón de su short y de su sostén, estaba cómoda así. Cuando Mónica regresó le hizo un lugar en su cama abrazándola protectoramente contra su pecho. Las noches en Alemania podían ser realmente frías pero si por ella fuera afuera podría estar granizando y ni lo sentiría, el calor del cuerpo de Mónica contra el suyo le hacía olvidarse de todo. Cuando estaban juntas todo lo demás desaparecía, ya no había nada malo con el mundo, ya no había nada aparte de ellas.

Sin embargo su cálido descanso se vio perturbado repentinamente. Lily se despertó con un aullido de dolor que nacía de su cabeza. Sus sistemas entraban en corto mientras le llegaba a la distancia los gritos de preocupación de Mónica. Su visión se nublaba yendo del rojo al blanco y luego al negro, un único mensaje hacía eco por todas partes: "El laboratorio ha sido destruido". La alarma en caso de emergencias que el profesor Marvelous le había instalado era jodidamente insufrible, Lily casi deseo arrancarse la cabeza para aminorar el dolor pero tuvo que soportarlo.

Tras unos infinitos cinco minutos sus sistemas volvieron a la normalidad, su respiración y pulso estaban acelerados y rastros de dolor aun permanecían en su cabeza por lo que decidió no moverse. Cuando por fin pudo recuperarse se sentó en la cama y por primera vez vio a su alrededor, Mónica estaba sentada a su lado, sus bellos ojos estaban teñidos de preocupación y angustia, a su lado las sábanas y almohadas estaban despedazadas esparciendo sus restos por toda la cama. Mientras sufría, la pelinegra había sacado sus garras y se había desquitado con todo allí, afortunadamente o por instinto no había tocado a su ama ni en lo más mínimo, eso jamás se lo hubiera perdonado.

– ¿Lily? ¿Qué fue eso? ¿Te sientes bien? – Le interrogó preocupada sosteniendo con fuerza su mano y entrelazándola con la de ella.

– Estoy bien... perdona por haberte asustado. Fue solo un muy brusco mensaje, mis circuitos duelen pero no hicieron corto así que no es nada. – Intentó tranquilizarla, pero al ver que sus palabras no hacían mucho efecto le dedico una sonrisa y beso el dorso de su mano. – Tranquila, si me pasará algo te lo contaría, esto de recién...

– ¿Tiene algo que ver con Japón? – Se apresuró a sacar conclusiones viéndose en lo correcto. – Dijiste que fue un mensaje y no se me ocurre nadie que pueda enviarte uno salvo el doctor Shem ¿Verdad? ¿Qué ocurrió, Lily?

Eso era lo que ella quería saber también, el mensaje se había enviado automáticamente por lo que algo serio debía de haberle sucedido al laboratorio y si nadie la contactaba entonces al profesor también. Si había algo que no soportaba era no saber qué estaba pasando, pero no había de otra, Japón estaba muy lejos y no tenia forma de ponerse en contacto con ellos, o al menos ella no tenía ninguna.

– Necesito hablar con tu padre, si algo le pasó al profesor mis hermanos deben estar enterados. El idiota de Kain, Shif y el pequeño Akutsu deberían de estar allí también. Necesito saber que está ocurriendo.

Mónica abrazó a Lily reteniéndola contra su pecho. – Primero necesitas calmarte, si no estás en frio no podrás tomar las decisiones que necesitarás. – Le aconsejó apartándose. – Son las 3 am, sé que esto es importante pero mi padre no estará "accesible" antes de las seis. No quieres escuchar esto, pero lo mejor será que durmamos un poco más y luego vayamos juntas a hablar con mi papá. Entiendo cómo te sientes pero por más que hablaras ahora con ellos ¿Qué harías entonces? No puedes lanzarte sin un plan, además si quieres irte deberías llevarme contigo o de lo contrario tu contrato te impedirá dejar Alemania. Y por si fuera poco un humano no puede salir tan fácilmente del país así como si nada. Sé que te sonará desagradable, pero lo mejor que puedes hacer por ahora es tranquilizarte y tomártelo con calma.

Lily se apartó bruscamente, al borde de la histeria y sin medir su tono de voz comenzó a hablar, o más bien a gritar. – ¡¿Con calma?! ¡¡Mónica, mi familia está en peligro!! ¡No puedo mantener la calma! Si no hago algo ellos... – De repente se detuvo en seco, gruesas lágrimas desfilaban por las mejillas de la rubia, sus hermosos ojos desbordaban tristeza y culpa.

– Lo sé, créeme que entiendo cómo te sientes y lamento tener que actuar así, pero si te arriesgas no conseguirás nada bueno, hay que usar la cabeza. No quiero que pienses que soy fría, sé lo que sientes, cuando mi madre murió me sentí igual de desesperada e impotente. Pero precipitarnos no traerá nada bueno así que por favor... por favor espera un poco.

– Mónica... perdóname, no debí gritarte, solo te preocupas por mi bien. No haré nada estúpido así que por favor no llores. – Le pidió besando sus lágrimas y acariciando dulcemente su cabello. – Soy cabeza hueca y arrogante, muy precipitada y temeraria. Klaus me regaña por lo mismo todos los días, debo corregirlo antes de que ello me cueste algo irremplazable. – Razonó acariciándole el rostro. – Y tú eres mi irremplazable.

– Siento igual, no quiero que te pase nada malo, por eso quiero que te calmes. Si lo haces entonces iré contigo, te acompañaré al infierno mismo si así lo deseas, pero cálmate, quiero saber que pase lo que pase no tomaras riesgos innecesarios solo por tu temperamento. No lo resistiría, no resistiría perder a otra persona importante para mí.

– Jamás permitiré que eso suceda. Tú y yo estaremos juntas siempre, jamás dejaré que nada te haga daño, seguiré peleando para que puedas tener una vida pacífica. Te protegeré a ti y a ese ideal de paz que quiero para ambas. Ahora vamos a dormir, la mañana será dura.

– Poder soportarla, si estás conmigo jamás voy a perder la esperanza.

Lily le sonrió, esa era su esperanza, llegar a poder vivir juntas sin preocuparse de que alguien quisiera matarlas a cada día, viviendo con los demás en el bar, sin guerras, sin sangre, sin tener que decir "adiós" a nadie más. Mónica le daba fuerza para creer que eso podía suceder, ella le daba una razón para pelear por aquello, así que por lo mismo creería en sus hermanos y en el profesor, creería en que podían esperar por ella y en que juntos lograrían resolver lo que fuera.

Con una sonrisa tomó el rostro de su ama entre sus manos y depositó un dulce y prolongado beso en su frente abrazándola nuevamente contra sí. Sin oponer resistencia Mónica se acurrucó contra ella y se dispusieron a volver a dormir, la mañana estaría llena de cosas pero por el momento solo dormirían, se acurrucarían en el calor de la otra y se refugiarían del mundo allí, soñando con su esperanza. Con su flor en medio de la tierra reseca y manchada de sangre.

 

 

       

"Entre todo este suelo infértil y manchado de sangre aun puede crecer una flor.

Delicada y hermosa, sus colores dan esperanza y ayudan a seguir adelante,

mientras aun haya algo tan hermoso y puro vale la pena seguir peleando para proteger este mundo".

 

 

"Protegeré este pequeño capullo, porque es mi oasis, es lo que me mantiene humano".

       

 


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