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B I O T I C por kurokaze

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Notas del capitulo:

KUROKAZE: Hola gente!!!
Tanto tiempo XD
Ya ha llegado el quinto cap de esta historia. Orphen y yo estamos muy felices por ello ya que este proyecto es importante para ambas y nos anima mucho ver la aceptación que poco a poco va consiguiendo. Esperamos lo disfruten y nos dejen saber su opinión.
Sin mas les dejo leer, besos <3

 

 

 

Todo había sido demasiado repentino, la explosión, el humo; el caos había explotado en su pequeño paraíso sin previo aviso. Shif había crecido en el laboratorio y nunca había salido de este, ningún Biotic salía a no ser que le hubieran encontrado un dueño. Sus hermanos se habían ido uno a uno hasta que finalmente solo quedaban Akutsu, Kain y él.

Shif era el B-009, el segundo menor, su piel era suave y blanca como la porcelana, sus ojos eran grandes y de un violeta que resaltaba aun más al ser enmarcado por su larga y lacia cabellera albina. Su apariencia era por lo cual Kain constantemente le molestaba, y justamente en uno de esos "juegos" se encontraban antes de que todo sucediera.

– ¡Vamos, zorra! ¿Acaso no puedes trepar árboles? ¿No lo quieres de regreso? – Se burlaba el castaño agitando un pañuelo brillante. Si bien tenían prohibido salir de las instalaciones Marvelous había creado un pequeño bosque con un lago y zona rocosa para sus entrenamientos, el cual usaban como patio de juegos constantemente si los científicos no les necesitaban para algo.

– ¡¡No me llames así, gato estúpido!! – Contestó el albino con un berrinche. Originalmente Shif era un zorro antártico, razón por la cual debido a su forma de vestir y ser Kain disfrutaba de llamarlo zorra. – ¡¡Devuélveme mi pañuelo, vas a romperlo!!

– Oh, entonces ya no tendrás nada que combine con ese vestido, ¡Qué tragedia! – Dramatizó en burla. Su hermanito tenía la costumbre de vestir como una chica, y dado a su físico si no lo conocías no podrías darte cuenta de que en verdad era un chico. Simplemente le dejaba muy fácil el burlarse. – Si vas a llorarle a Marvelous destrozaré esta cosa, estas advertido.

– ¡¡No es justo!! – Sollozó el menor. – Siempre me molestas así, yo no te hago nada ¿Si estas aburrido porque no juegas con Akutsu también?

– No, a Kuma si lo quiero. – Contestó con una sonrisa maliciosa.

Kain soltó una carcajada mientras veía como su hermano hacia un berrinche, hubiera seguido molestándolo si alguien no los hubiera interrumpido. – Kain ya basta. No seas así con Shif, él es menor que tú, pon el ejemplo. – Le regañó con cariño el profesor Marvelous.

– ¡¡Profesor!! – Shif se secó las lágrimas y corrió a abrazar al pelirrojo con una sonrisa. – ¡Bienvenido! Pensé que hoy no vendría.

– ¿Y dejarlos solos? Claro que no, sabes que a no ser que tenga mucho trabajo siempre vendré a verlos. Ahora dime ¿Qué te hizo Kain esta vez?

– ¡¡Yo no hice nada!! – Se apresuró a defenderse el castaño bajando del árbol. – Ten tu estúpido trapo. – Le dijo a su hermano lanzándole el pañuelo a la cara. – Y tú, vejestorio, ¿Está bien que estés aquí? ¿Qué no tienes un hijo propio que molestar?

Marvelous sonrió y acarició la cabeza del castaño antes de que este apartara su mano de un golpe. – Por supuesto que cuido de mi hijo, pero ustedes son importantes para mí también. Eres mi niño especial Kain, no tienes que estar celoso.

– ¡¡Cómo si fuera a estarlo!! – Respondió bruscamente mientras su cabello se crispaba como el de un gato.

– Pfff ¿Especial? Si claro, especialmente inadoptable. – Comentó por lo bajo Shif. – Akutsu y yo somos los más jóvenes así es que es normal que aun estemos aquí, pero tú tienes tan mala actitud que nadie te quiere.

– ¡¿Qué dijiste zorra?! ¡Cómo si quisiera un dueño de todos modos! Una basura humana no merece ni pararse a la sombra de alguien como yo.

– El profesor quiere encontrarte un dueño porque teme que te conviertas en un gato callejero, maldito ególatra. – Le riñó el albino.

– Muy bien los dos, alto. Son hermanos, no tienen por qué decirse cosas que luego puedan lamentar. – Les regañó con un tono paciente el mayor. – Kain, Shif no lo dice para molestarte, lo dice porque te quiere y le preocupa que te quedes solo. Y Shif, si Kain te molesta ¿No crees que sea porque considera que eres digno de su atención? Él no estaría siempre contigo si no le agradaras.

Kain protestó, su rostro estaba al rojo vivo por la mezcla de rabia y vergüenza mientras le dirigía unas palabras insultantes al mayor y este solo sonreía. Shif abrazó su pañuelo y disfrutó del momento, poco a poco sus hermanos se habían ido y se sentía muy solo, por eso apreciaba tanto que Kain estuviera allí, aunque pelearan la mayor parte del tiempo Kain y Akutsu siempre estaban con él. Mientras sus dos hermanos y el profesor siguieran a su lado todo estaría bien.

Marvelous regañó un poco al castaño y luego se llevó a ambos rumbo a la cocina para la cena, donde ya les esperaba Akutsu. Era difícil no centrar la vista en Akutsu, su cabello era de un color plateado, y le llegaba hasta los codos, sus ojos eran rosados y reflejaban el cansancio en ellos, si la comida no llegaba pronto probablemente terminaría dormido en su plato. Sin embargo lo que realmente le hacía llamar la atención era su altura, siendo el B-010 y el menor de todos sus 2,20 cm parecían algo bizarro, aunque quizá no tanto considerando que era un oso.

– ¿Mmm? ¿Ya terminaron de jugar a las atrapadas? – Preguntó ni bien vio a sus hermanos entrar junto al profesor.

– ¡No era un juego! Kain volvió a meterse en mi habitación y robó mi pañuelo. – Protestó Shif sentándose junto a su hermano.

– Oh vamos, tienes como veinte, no sigas con eso reina del drama. – Respondió Kain sentándose al otro lado de Akutsu. – ¿Qué hay de ti Kuma? ¿Ya tienes sueño?

– Sí, pero quiero comer con ustedes. – Respondió el menor soñoliento.

La comida estaba por ser servida y tras ello seguramente irían a dormir o a molestar a Akutsu en su cuarto hasta que se durmiera, otra típica noche. Sin embargo no fue así. De repente la alarma de emergencia empezó a sonar, la habitación se llenó de luces rojas, ruidos y gente corriendo. Marvelous salió de la habitación y sin saber que hacer los chicos le siguieron. Kain salió primero intentando moverse entre la gente, Akutsu algo soñoliento e irritado por la alarma lo siguió y Shif se había quedado atrás, le dolían los oídos por los ruidos fuertes y no le gustaba no entender lo que estaba pasando, todo el mundo gritaba y corría en todas direcciones. En medio del caos todo explotó.

Shif solo recordaba un fuerte impacto y luego silencio. Cuando volvió a abrir los ojos estaba afuera, veía la luna, tan plateada y hermosa como en las fotos, como en sus viejos recuerdos animales. Aun estaba aturdido y mareado, había mucho humo y su cabeza daba vueltas pero su cuerpo se movió. No sabía hacia donde pero decidió entregarse a sus instintos animales para que lo sacaran de allí. Nunca había salido del laboratorio, no sabia donde estaba, no veía a nadie, ni al profesor ni a sus hermanos. Simplemente empezó a caminar alejándose del fuego y el humo, sin un rumbo fijo se movió siguiendo la brillante luna en el cielo. Sus pies dolían al pisar descalzos la tierra pero no podía parar, si se detenía moriría, ese era su sentimiento, siguió caminando quizá por horas, forzó su cuerpo hasta lo último, solo quería alejarse.

 

       

 

La pequeña ciudad de Yahomu estaba a unos 10 km del bosque, a diferencia de otras ciudades de Japón era sencilla y sin mucho movimiento, de no ser por la famosa clínica Harumiya que se ubicaba a sus afueras seguramente nadie sabría de ella. La clínica Harumiya era famosa a nivel nacional por ser la más avanzada tecnológicamente, un lugar donde se podía encontrar cura a cualquier enfermedad. A pesar de su gran fama y renombre no estaba en zonas céntricas como Tokyo y no tenía ninguna sucursal, su único edificio se encontraba a las afueras de la ciudad Yahomu, cerca del gran bosque, en conjunto con sus laboratorios y centros de investigación. Esto se debía a que anteponían la tranquilidad del ambiente para trabajar y mantener la privacidad de sus pacientes ante todo, argumentando que el ajetreo de las grandes ciudades empeoraba las condiciones de las personas, aun así las malas lenguas soltaban toda clase de rumores negros sobre ello. Pero nada que la reputación de la clínica no pudiera aplastar.

El imponente edificio de blanco inmaculado gozaba de una gran vista hacia el bosque así que era de esperar que fueran los primeros en notar la columna de humo negro emergiendo de este. Sin embargo nadie hizo nada por alertar a los bomberos o a la policía, los pacientes en su mayoría tenían prohibido acercarse a la ventana y la poca luz ayudaba a disfrazar el humo, si alguien del personal lo notó no le dio importancia. Era de conocimiento público que aquella zona era propiedad privada, le pertenecía a un importante científico que vivía allí por lo que no querían involucrarse. Todos siguieron como si nada hubiera pasado.

– Debes tomar tu medicamento, solo así mejoraras. – Le repetía una enfermera a una niña pequeña.

Una de las tantas mentiras de su repertorio. Del de todos en ese lugar podrido.

– ¿Mi mamá vino a verme? – Preguntaba esperanzada la niña reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban. – Me he portado bien, he rezado por mi salud. Va a venir a verme si me pongo mejor ¿No?

– Por supuesto que si cariño. Cuando estés mejor tu mamá vendrá, pero para eso debes tomar tu medicina. – Respondía la enfermera con un cariño fingido.

Otro paciente frente al cual actuar. Otra niña a la que mentir, otra plegaria que desechar a la basura. Jill ya estaba cansado de ello. Jill era el único paciente que tenia la ventana de su habitación abierta de par en par mientras observaba preocupado el humo, también era el único dolor de cabeza del personal de la clínica. ¿Por qué? Porque era el único que podía ver la podredumbre del lugar.

Jill era listo, no existía tal cosa como la cura a todas las enfermedades, él mismo tenía una que no se podía curar y ya llevaba diez años con ella. Hacía ya cinco años que estaba en esa clínica, seguramente más tiempo que nadie, por lo mismo había podido ver muchas veces como realmente funcionaba todo. Sí, la clínica era buena, estaban al frente en cuanto a tecnología y habían tratado con éxito muchas enfermedades. Pero había algunas que ni siquiera ellos podían curar. Aunque no dejarían que eso se supiera o perderían su prestigio. Las personas que no se podían curar eran gradualmente separadas del resto, recibían cada vez menos visitas hasta quedar prácticamente abandonados, a lo largo de ese proceso se les usaba para probar medicinas nuevas. Una y otra vez tomaban cosas con la promesa de sentirse mejor mientras lentamente morían. Y cuando sus cuerpos ya no podían aguantarlo, cuando ya no les servían más, entonces los dejaban morir, solos y peor que nunca.

Pero Jill era diferente, él no tomaba ninguna medicina y a diferencia de otros pacientes a él no podían aislarlo o simplemente deshacerse de él. Jill era hijo de Satoru Hirokawa, el primer ministro japonés. Era sabido por todo el mundo que el primer ministro tenía un hijo muy enfermo y que estaba internado en la clínica Harumiya, Jill no podía simplemente desaparecer un día sin que la prensa hiciera preguntas. Su muerte no sería una cualquiera, sería una que llevaría al lugar a caer de su pedestal.

– Todas las personas son falsas. Toman las creencias de la gente y las pisotean, les dan esperanza para luego hacerla añicos. Y culpan de todo a la muerte, a la desgracia, cuando es lo contrario. La muerte nos libra de nuestro sufrimiento, no nos discrimina, todos somos iguales para ella. Dios le dio una gran trabajo, penoso y con una gran carga, pero lo hizo porque Dios sabe que la muerte es una ley natural, no hay que evitarla. La muerte obedece a Dios y sufre por ello, es un ángel que viene a rescatarnos del sufrimiento. – Pensó Jill en voz alta mientras contemplaba la luna plateada contrastando en el cielo con el negro humo. – ¿Habrá muerto alguien allí? Entonces estarás cerca salvando gente. Por favor ¿Podrías apurarte conmigo? Quiero que esto pare. Por favor ven a buscarme.

El viento nocturno se llevó su plegaria y él se quedó observando por la ventana por lo que quizá fueron horas. Estuvo a punto de cerrarla y regresar a dormir cuando un punto blanco llamó su atención. En el límite del bosque apareció una figura blanca, conforme este se acercaba al hospital pudo diferenciarla, parecía una chica. Jill nunca había visto a una chica tan hermosa, iba descalza y llevaba puesto un simple vestido blanco hecho jirones y manchado, pero la suciedad no opacaba su belleza, su larga cabellera blanca bailaba con el viento y sus ojos, sus ojos... Por unos minutos que parecieron eternos la chica levantó la cabeza y sus ojos se cruzaron con los de Jill, eran de un hermoso color violeta, parecían cansados pero eso no empañaba la pureza que reflejaban.

– Un ángel. – Comentó Jill asombrado. Y entonces la chica se desplomó.

Shif abrió los ojos algo desconcertado, no recordaba bien que había pasado pero repentinamente se halló en una cómoda cama en una habitación blanca y pulcra. Junto a él en la cama se encontraba un chico delgado de cabello de un rubio ceniza, estaba leyendo en una tablet cuando su mirada pasó a centrarse en Shif, sus ojos azules le recordaban al albino a un par de zafiros, no pudo evitar sonrojarse.

– Emm... ¿Qui vous êtes? – No quería sonar grosero pero su corazón estaba latiendo muy rápido y no sabía siquiera donde estaba.

– Me llamo Hirokawa Jill, si fue eso lo que preguntaste. – Respondió llanamente, evidentemente no había entendido al albino pero podía imaginárselo.

Shif desvió la mirada avergonzado, en el laboratorio hablaba en ingles normalmente y cuando despertaba tenía la costumbre de hablar en su lengua principal programada: francés. Era normal que el chico no le hubiera entendido del todo, por lo que concentró sus sistemas en cambiar el idioma para hacerse entender.

– Perdón, pero al menos pudiste entenderme. – Dijo con una risa nerviosa ya en japonés. – ¿Dónde estoy?

– En la clínica Harumiya. Saliste del bosque, de una especie de incendio. – Le informó estudiándolo con la mirada.

– ¿Un... incendio? – Preguntó confundido, hasta que las imágenes volvieron a él de golpe. – ¡¡El laboratorio!! Debo volver, el profesor y mis hermanos, y las personas que trabajaban ahí, yo debo...

– Debes mantener la calma. – Le aconsejó Jill tomándole la mano. – Llevas horas dormido, ya son las 4 am, no hay fuego. Si alguien salió vivo ya debieron encontrarlo, si no fue así nada podrás hacer a estas alturas. Tampoco es como si estuvieras en condiciones de hacerlo.

– Pero... mis hermanos, no puedo no hacer nada. – Una lágrima se deslizó por su rostro mientras sentía como la angustia le hacia un nudo en la garganta.

Jill apretó su mano y le acaricio la cabeza. – Déjalo salir, te hará mejor. No conozco a las personas que nombras pero si tú estás bien, ¿Por qué ellos no habrían de estarlo?

Shif levantó la cabeza y se quedó contemplando a aquel extraño que le consolaba. Era verdad, sus hermanos eran más fuertes que él, si había podido sobrevivir ellos con mayor razón, una explosión no le haría nada a la piel de Akutsu, y Kain bueno, yerba mala nunca muere, además se suponía que los gatos tenían 9 vidas. El profesor también debía estar bien, tenía que creer en ello.

– Parece que ya estás un poco mejor. – Continuo Jill con una ligera sonrisa. – Debes tener hambre, no me dan la gran cosa para comer pero puedes tomarlo. – Le ofreció trayendo una bandeja de la mesa, esta tenía un poco de carne, puré y manzana cortada en pequeños pedazos.

– ¿De verdad puedo comer esto? – Con lo de la explosión no había tenido tiempo de cenar y ya habían pasado muchas horas de eso, necesitaba comer algo. Agradeció los alimentos y empezó a comer mientras el otro volvía a su lectura.

Jill aguardó hasta que el albino terminara de comer, mientras leía su mirada lo vigilaba detalle a detalle, estaba muy interesado en él. – Si hay algo que necesites no dudes en pedírmelo, Shiten. Conseguiré lo que sea.

– Emm gracias pero, mi nombre es Shif Gaultier, no Shiten. Sé que debí presentarme antes, lo siento.

– No hay problema, además Shiten es un apodo, creo que te queda.

– "Shiten" ¿Es una combinación de dos palabras? Por más que la busco no aparece en mis datos así que es lo único que se me ocurre.

– Shi Tenshi, "Ángel de la muerte". Eso eres para mí. – Se limitó a explicar el mayor. – Ahora descansa, mañana hablaremos mejor. Puedes seguir usando la cama, yo iré al sillón.

Shif no quería dejar las cosas así, pero entonces reparó en las ojeras del otro, le había respondido con exactitud cuánto llevaba dormido así que era lógico pensar que se había quedado despierto cuidándolo todo ese tiempo, tomando eso en cuenta decidió dejarlo descansar. El día siguiente fue un poco más extraño, Jill le pidió que se escondiera en el armario cuando unas personas, aparentemente enfermeros, entraron a dejar el desayuno. Para ser el personal de una clínica lucían algo hostiles pero se fueron en poco tiempo. Mientras desayunaban Shif explicó todo, sobre el laboratorio, los Biotics y lo que había pasado esa noche, el profesor le había dicho que se suponía que los Biotic eran secreto de estado pero viéndose solo decidió que confiar en Jill sería lo correcto.

El mayor lo escuchó atentamente sin interrumpirlo ni cuestionar nada, ni siquiera parecía muy sorprendido al respecto. Para cuando Shif terminó su relato volvieron a tocar la puerta de la habitación y tuvo que repetir la escena del armario. Jill le dio la bandeja a la enfermera y recibió unas bolsas de esta.

– Ya puedes salir. – Le indico entregándole las bolsas. – Tengo tarjeta de crédito y una tablet, hice unas compras, espero te gusten. Eres un chico pero creo que te veras bien de todas formas.

Shif no preguntó nada y fue al baño de la habitación, el vestido que traía estaba muy arruinado así que saltó de la felicidad al ver que lo que Jill había comprado para él era ropa. El conjunto constaba de una camisa de tirantes y unos shorts blancos, unas botas cortas también blancas y una especie de abrigo ligero largo sin mangas en color celeste.

– ¿Cómo luzco? – Preguntó con entusiasmo saliendo del baño.

– Muy bien, sabía que eso te quedaría perfecto. – Le elogió el rubio. – Ya has descansado lo suficiente y no tienes que preocuparte por la vestimenta así que supongo que puedes volver a buscar a tu familia.

Las palabras de Jill desconsertaron un poco a Shif, sabía que debía irse y buscar a los otros, pero un hueco se formaba en su pecho al pensar en marcharse. Quizá fuera poco tiempo pero en verdad disfrutaba mucho de la compañía de Jill, había sido tan amable y desinteresado con él que no podía creerlo.

– Jill... emmm... ¿Por qué estas en la clínica? – No sabía qué hacer o que decir así que intentó con lo primero que vino a su mente. Además quería saber más sobre él, se sentía bajo algún hechizo extraño, como si algo los atara juntos. – Quiero decir que te he visto muy saludable, bueno no comes mucho y no tomas tus medicinas pero... em...

El rubio soltó una corta y ligera risa. – Esta bien. Si quieres resumir, mi corazón me odia. – Comentó ya con una risa seca. – Empecé con arritmias debido a una vena extra que tengo, los médicos no pueden quemarla ya que esta junto a la vena principal, para colmo esto se desencadenó luego en una insuficiencia cardiaca del lado izquierdo que terminó en edema agudo de pulmón, ya sabes, se acumula liquido en los pulmones lo que dificulta el intercambio de oxigeno entre el pulmón y la sangre.

Shif se quedó en silencio, sabía que los humanos eran personas frágiles y no sabía que decir. El único humano que conocía era el profesor, y sus hermanos al ser Biotics rara vez se enfermaban, y de ser así nunca llegaban a nada tan grave así que no sabía cómo actuar o que decir.

– No me tengas lastima, es lo único que pido. – Le interrumpió Jill. – No necesitas decir nada, no es como si unas palabras fueran a cambiar mi cuadro clínico de todas formas. Solo, no quiero que sientas lastima.

– No, yo no... Tienes razón, no diré nada. – Cedió cabizbajo. Sabía que tenía que irse pero no quería hacerlo, cada vez más se sentía más reacio a dejar solo a Jill, y menos después de esa desastrosa charla. – Jill yo...

– ¡Escucho pasos! – Le interrumpió el mayor. – Escóndete, tendremos problemas si te ven, será la última vez.

El albino no protestó y volvió al armario. Esta vez el que entró en la habitación fue un enfermero robusto y con una expresión de malhumor que lo hacían parecer más adepto a las luchas clandestinas que a un hospital.

– Hola Sato, ¿Necesitas algo? – Inquirió Jill con una sonrisa de superioridad.

– Que respondas de una vez. – Contestó el hombre con brusquedad. – De repente comes todo lo que te sirven y recibes cosas.

– Según tengo entendido no estoy en la cárcel, tengo libertades dentro de esta jaula. – Le interrumpió viendo como la paciencia desaparecía del rostro del hombre.

– No juegues, sabes porque estoy aquí. Cada vez que haces algo perjudicas a la clínica, robar medicamentos, sustituir drogas ¿No te detendrás hasta causar una muerte?

– Es misericordia, dejarles morir como humanos y no como objetos desechables. – Defendió el rubio con una expresión seria ahora.

El hombre, Sato, apretó los dientes, aquel mocoso lograba sacarlo de sus casillas. Era una amenaza constante pero nadie se atrevía a hacer nada con él debido a su padre. Sin embargo Sato ya estaba harto. El mocoso tenía una forma perversa y cruda de verse el mismo, no costaría mucho hacer pasar su muerte por suicidio, la clínica ya sabría arreglárselas luego para salir indemne. Llegando al caso el mismo primer ministro había demostrado con anterioridad que le importaba más el qué dirán que su hijo en sí, seguro se alegraría de tener una carga menos.

Sin pensarlo mucho el hombre tomó el cuello del chico con sus gruesas manos y empezó a estrangularlo. Con suerte eso podría detonar uno de sus ataques y lo dejaría simplemente como muerte natural ya que el estúpido se había encerrado en su cuarto y se había negado a pedir ayuda, era un buen plan.

Desde el armario Shif lo observó todo y el pánico se apoderó de él. Podía escuchar el corazón de Jill acelerándose, el aire escapando de sus pulmones, no necesitaba seguir analizando para saber que moriría. No quería eso, no entendía bien la situación pero no pensaba permitirlo, Jill había sido muy amable con él, Shif quería seguir a su lado, más que nada en el mundo quería estar con él. Presa del pánico salió del armario, sus brazos se tiñeron de negro desde arriba de los codos hasta la punta de los dedos, todo lo que hizo fue tocar a aquel hombre antes de que lo apartara de un golpe, pero eso bastó.

Repentinamente la piel del hombre empezó a teñirse de morado y un desgarrador grito brotó de su garganta, sangre comenzó a salir de cavidades como sus ojos, orejas y boca. Poco a poco fue cayendo al suelo dejando su cuerpo convertido en un morado saco de piel relleno únicamente de huesos y sangre.

De haber tenido tiempo el albino se hubiera horrorizado por lo que hizo, pero entonces escuchó las arcadas en busca de aire del rubio, no le importó el cadáver en lo más mínimo y salió a gran velocidad del cuarto, usó todo su entrenamiento para evitar llamar la atención, localizó lo que necesitaba y volvió a la habitación trayendo consigo una maquina de respiración artificial. Con cuidado sentó al rubio en la cama y le colocó la mascarilla ayudándolo a respirar. No se movió de su lado, lo abrazó mientras esperaba que su respiración se normalizara con los ojos fijos en lo que antes había sido el enfermero.

Shif era el Biotic especializado en el veneno. Cuando sus brazos se tornaban negros administraba su veneno a todo lo que tocara, era mortal y de efecto inmediato. Consistía en una mezcla extraña de diversos venenos que entraba por los poros de la piel y derretía cual acido la carne y los órganos dejando la piel de un color morado y vaciando el cuerpo salvo por los huesos y sangre, algo en verdad macabro.

Luego de unos minutos tanto la respiración como el corazón de Jill volvieron a la normalidad y este le indicó a Shif que podía retirar la mascarilla. El albino no se animaba a mirarlo a los ojos, después de ello el rubio debía odiarlo.

– ¿No piensas dirigirme la mirada? – Inquirió Jill divertido. – Ey, no fue tu culpa. Todo está bien mi pequeño Shiten. – Dijo con un tono dulce acariciando el rostro del menor y girándolo en su dirección. – No hiciste nada malo, la muerte nos llega a todos y él realmente se la merecía si me preguntas.

– Pero está mal... yo no quería, yo...– Las lágrimas comenzaron a desfilar por su rostro sin que pudiera hacer nada.

Jill secó cada una de las lágrimas del menor en silencio. – Shif ¿Me matarías?

Shif levantó tan rápido la cabeza que casi se hizo daño, sus ojos estaban bien abiertos buscando algún signo en el rostro de Jill que le indicara que estaba bromeando, pero no era así. El corazón de Shif le oprimió con un dolor que jamás había sentido al pensar en la muerte de Jill.

– No, no quiero... ¡No quiero que nada te pase!

Jill le sonrió y lo atrajo hacia sí. – Eres muy dulce, pero no hay nada que puedas hacer, no es la primera vez que intentan algo como esto. – Explicó observando los restos del enfermero. – Pero si pudiera elegir, creo que morir por tu veneno no estaría mal. No puedes cuidarme para siempre, debes buscar a tu familia y quizá para cuando lo hagas y quieras venir a verme ya este muerto. Así que si esta es mi única oportunidad, por favor mátame. Eres mi Shiten, toma mi vida.

Jill tenía razón, tarde o temprano descubrirían el cuerpo del enfermero y Jill seria culpado, sin nadie para protegerlo moriría pronto. Había sido poco el tiempo que habían pasado juntos pero aun así Shif sabía desde el fondo de su corazón que no soportaría que muriera, jamás podría reponerse de ello. Si seguía pensando no llegaría a ningún lado así que dejó a sus emociones elegir. Se levantó y tomó la tablet del mayor empezando a tallar unas letras extrañas al dorso con sus uñas. Yill no protestó por ello, se limitó a observarlo con su calma característica, tampoco dijo nada cuando el albino mordió su dedo vertiendo su sangre en el grabado.

Shif vertió también un poco de su sangre y entonces las marcas se tornaron carmesí absorbiendo la sangre, con una mirada decidida le devolvió la tablet a su dueño. – Es un contrato. – Explicó. – Ahora eres mi dueño y yo soy tuyo. Me quedaré a tu lado y te protegeré. Así que no digas más esas cosas.

El rubio dejó escapar una pequeña y débil risa. – ¿Irías hasta ese extremo para evitar que muera? Me lo imaginaba, eres una persona muy amable. Pero también muy incauto, hay un límite entre inocencia y estupidez. Es peligroso para un Biotic hacer esto con alguien que apenas conoce.

– No lo es. Pude que acabe de conocerte pero confió en ti. El tiempo no importa cuando en verdad llegas a conectarte con alguien y contigo siento una conexión realmente profunda, sé que no eres mala persona. – Afirmó tomándole las manos.

– Pfff... ¡Jajajajaja! En verdad eres especial, decir esas cosas sin dudar y tan seriamente... Pero, mi pequeño Shiten, me temo que no existen cosas como las personas buenas. Si te quedas conmigo te pediré dos cosas y quizá no seas feliz con ello ¿Aún así quieres quedarte a mi lado?

– No importa lo que me pidas, siempre querré estar a tu lado. De alguna forma, lo supe cuando te vi.

La noche era fría y algo aterradora en los oscuros y silenciosos pasillos de la clínica. La niña no podía dormir debido a los terribles dolores, llevaba tres años internada y cada vez veía menos a su familia. Ya no le importaba mucho curarse, para lo único que rezaba era para ver a su familia, para al fin descansar del dolor. Fue entonces que en medio de sus plegarias la ventana se abrió sola y una figura de un blanco inmaculado se posó en la ventana, una hermosa chica enteramente blanca salvo por unos hermosos ojos violetas.

La niña salió de su cama y se acercó a la extraña chica entre maravillada y asustada. – ¿Eres... un ángel?

Shif sonrió y acaricio la cabeza de la niña. – Sí, soy un ángel enviado por una persona especial para desaparecer tu dolor. Ahora ven, vamos a hacer que el dolor desaparezca.

El albino acostó a la niña en su cama y con una cálida sonrisa besó su frente. Cuando lo hizo sus labios eran negros, el veneno no era tan devastador como el de sus manos, simplemente entró por su frente hacia su cerebro y lo apagó lentamente, como si la niña solo estuviera quedándose dormida por última vez. La pequeña murió sin dolor con una sonrisa en el rostro y una pequeña marca morada en la frente.

Shif dio unos pasos fuera de la habitación y cambio su forma, un hermoso zorro blanco como la nieve con las patas negras como si usara botas largas se deslizó con gracia y en silencio por los pasillos de regreso a la habitación de su amo. El cuerpo del enfermero fallecido no había sido encontrado hasta la cena de ese día y como nadie pudo probar que el rubio fue su asesino lo dejaron ir pero manteniendo cierto recelo y una vigilancia más aguda. Pero eso solo divertía más a Jill, él había iniciado su plan, con la ayuda de Shif el rubio quería liberar a todas las personas de las cuales la clínica se aprovechaba, mientras aun viviera usaría todos sus recursos para ayudarles.

– Ya volví. – Anunció aun en su forma animal subiendo a la cama junto a su amo.

Jill acarició las orejas del zorro con una sonrisa. – Bienvenido, gracias por tu esfuerzo.

– ¿Sospechan algo? – Preguntó temeroso a la respuesta.

– Mmm sí y no. Obviamente los rumores de las muertes jamás llegaran al exterior, pero entre los pacientes dicen que todo es obra de un asesino en serie, nos han llamado "ángel de la muerte" o "ángel de la misericordia". Gracioso, ¿No?

– ¡¡No lo es!! Si nos descubren estaremos en problemas, no quiero que nada te pase. – Protestó volviendo a su forma humana. Acostados juntos en la cama Shif rodeo el torso del rubio con sus brazos y descansó su cabeza en su pecho haciendo un berrinche. – Prometí ayudarte en esto, no me gusta asesinar pero después de escuchar lo que estás personas sufren entiendo que quieras salvarlas. Lo entiendo y lo respeto, pero si eso pone en riesgo tu vida no quiero.

– Es cierto que los enfermeros sospechan de mí desde que el primer cadáver y caso más extremo fue hallado en mi cuarto, además amarían tener una excusa para matarme, pero mientras no les demos nada concreto estará bien. – Respondió relajado acariciando la cabeza del albino. – Mientras ellos no te vean y comprueben que yo estoy en mi habitación tranquilamente cuando los asesinatos se llevan a cabo no podrán probar nada.

– Aun es arriesgado. Si algo te pasara Jill, no sabría qué hacer, moriría de tristeza.

– ¿Qué eres? ¿Zorro o conejo? – Se burló recibiendo algunos golpes en el pecho como castigo, pero nada fuerte. – No tienes de que preocuparte, todo saldrá bien, los rumores corren. Como es mi culpa que no puedas ver a tu familia me encargaré de que ellos vengan a vernos, hasta entonces no moriré. Además, tú y yo tenemos una promesa más, ¿Recuerdas?

Shif apretó la mano cerrándola con fuerza en el pecho del mayor, odiaba esa promesa, la odiaba con todo su ser. – Cuando el momento llegue, seré yo quien tome tu vida. Lo odio pero lo prometí, además también me lo ordenaste... lo quiera o no... tomaré tu vida...

– ¿Ya estas llorando otra vez? Eres un niño mimado. Pero también, tienes el corazón más amable y puro que haya visto, mi querido Shiten. – Dijo acariciando su rostro y besando sus lágrimas una por una.

– Y tú eres cruel, me tratas con dulzura pero me dices que debo matarte... eres muy cruel conmigo... pero eso solo hace que este sentimiento crezca más.

– ¿El sentimiento que dices que tienes en el pecho? – Preguntó divertido el mayor. – Me temo que no puedo hacer nada por ello, pero si puedo usar mi miserable existencia para salvar y cuidar a otros lo haré. Si el que yo respiré te hace feliz entonces dedicaré los días que queden a hacer buenos recuerdos para ti. Si quieres algo solo pídelo.

– Tonto, si hay algo que quiero es lo que me niegas. Te quiero a ti. – Confesó abrazándolo con más fuerza y escondiendo su rostro en el pecho del mayor.

Jill lo acercó más rodeándolo con sus brazos. – Tienes unos gustos horribles, pero si eso quieres intentaré dártelo. Mi vida entera te pertenece, por eso solo tú debes arrebatarla. Sé que puedes, eres más fuerte de lo piensas mi Shiten, y más bondadoso.

– Seguramente Kain no diría lo mismo, yo no soy fuerte como él o Akutsu, como ninguno de los otros en realidad. Pero si existe algo que solo yo pueda hacer me esforzaré, así eso me destroce por dentro.

– ¿Ves como si eres fuerte? Solo espera un poco más, seguro tus hermanos ya vienen por ti.

– Como si quisiera ver a ese estúpido gato, con ver a Akutsu me basta. – Protestó con un mohín.

– Jajaja ¿Y cuando mencione yo a Kain o Akutsu? – Inquirió divertido observando como el menor se sonrojaba. – Los veras pronto, y podrás pelear con ellos todo lo que quieras así que se paciente. Hasta que vengan por ti yo te cuidaré. Eres la respuesta a mis plegarias, lo que yo necesitaba. Gracias por permitirme conocerte, Shif.

 

 

 

       

"La muerte es justa y pareja para todos pues todos vamos a morir."

 

 

"Ya no sufras por aquellos que sofocan tus plegarias, tus lágrimas no habrán sido en vano,

la muerte enviará un ángel y liberará tu alma."

 

 

"Si mi existencia daña a la gente entonces haré que ese dolor se convierta en la salvación de otros."

       

 

 

 

       

 

 

 

NOTA:

Un ángel de la muerte o ángel de la misericordia es un término utilizado en la criminología para referirse a un tipo de asesino en serie, usualmente empleado como un cuidador o enfermero.

 


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