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B I O T I C por kurokaze

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Estados Unidos nunca decepciona. De todos los países, como una de las potencias mundiales más antiguas, era el puntero en cuanto a guerras se trataba, y Roll no podía estar más feliz por ello. Desde que había conquistado México y los países de centro América las guerrillas internas se habían hecho moneda frecuente, sobre todo en las zonas fronterizas.

Roll Smith tenía 17 años, llevaba el cabello en picos de un color violeta oscuro y vestía al más puro estilo punk, difícilmente podían pasarlo por alto. Era violento y competitivo así que, ¿Qué mejor para alguien como él que pertenecer al ejercito? Amaba a su país por ser tan bélico y caótico. Dentro de su escuadrón era el soldado más joven en tener un alto rango, pero nadie se atrevía a cuestionarlo, sabían que se lo había ganado. Roll siempre estaba en frente de la batalla, en la primera línea de fuego haciendo los trabajos más peligrosos. Había eliminado tantos soldados enemigos como instalaciones completas, lo cual no siempre era bueno. Era fuerte pero también irresponsable e imposible de manejar. Imposible para todos salvo para alguien.

Yeon Jung Lon, un chico nacido en Corea, actualmente perteneciente a China, que se había mudado a Estados Unidos y servía como soldado. Para sus 22 años ya poseía un titulo en medicina y su personalidad serena y amable lo convertía generalmente en el sublíder del escuadrón. También era la única persona quizá en el mundo entero que podía controlar al indisciplinado Roll.

Actualmente el escuadrón al que ambos pertenecían acababa de reducir a un grupo de rebeldes en la frontera mexicana por lo que se encontraban en descanso antes de partir mañana por la mañana. La mayoría aprovechaba para recorrer el lugar y obtener provisiones y otras cosas de los lugareños, Lon por su parte se había quedado en el pequeño edificio que usaban como base temporal para atender a los enfermos y terminar el papeleo. Fue entonces, cuando Roll entró azotando la puerta tras de sí, que dejó los papeles a un lado de la cama y lo miró divertido.

– Pareces de mal humor. Creí que serias el primero en salir por ahí para buscar pelea con alguien. – Comentó el mayor con una sonrisa.

– Cierra la maldita boca y borra esa sonrisa. – Respondió Roll malhumorado. – El sargento me prohibió salir, dijo que necesitamos abandonar este sitio sin contratiempos. – Maldijo por lo bajo dejándose caer en su cama.

– ¿Y decidiste enojarte y romper mi puerta a comportarte? – Cuestionó divertido.

– Comportarme no es exactamente mi especialidad. – Respondió este sentándose en su cama. – Hablando de eso, ¿Qué demonios haces?

– Papeleo. – Respondió el mayor regresando a este. – Ya revisé y me encargué de los heridos, ahora solo debo terminar este informe y estaré libre de trabajo.

– ¿Y no puedes dejar eso para mañana? No le crecerán piernas al papel y se largará. – Refunfuñó este.

Lon sonrió siguiendo con su trabajo pero intentando darse prisa, ya se esperaba lo que pasaría a continuación. – No te cuesta nada esperar cinco minutos. – Replicó divertido con el comportamiento del menor.

Paciencia era una de las cosas de las que Roll carecía, en realidad encabezaba la lista. Así que cuando se vio ignorado por el asiático tomó su mentón y lo giró bruscamente devorando sus labios con una ferocidad salvaje. El beso se mantuvo, ambos disfrutándose con un salvaje deseo, sin embargo cuando Roll buscó pasar sus manos por debajo de la camisa del mayor este le pellizcó la mano alejándose de él con una mirada de reproche. 

 – Cinco minutos, hasta que termine mi papeleo. – Le repitió. 

 – Puede esperar a mañana. – Protestó frustrado. 

 – Y tú a la semana que viene, Ronald. – Amenazó Lon con una sonrisa triunfante. 

 Roll decidió dejarse caer en la cama y esperar, sabía que Lon no amenazaba en vano y menos si lo llamaba por su nombre completo, el bastardo no le dejaría ponerle un dedo encima en una semana así que tuvo que ser paciente. 

 – No me llames así, sabes que odio mi nombre, es patético. – Se quejó con la mirada fija en el techo. – ¿Acaso quieres que yo te llame Yeon Jung o algo así? 

 – ¿Por qué no? Ese es mi nombre, que mi apellido sea más sencillo para todos es otro tema. Además, a cierta persona si le gusta. – Respondió Lon con una sonrisa ladina. – Si no te gusta puedo llamar a Kate, ella me deja terminar mi trabajo antes de hacerlo y nunca se queja de estar insatisfecha. 

 – ¡No la invoques! Por una vez que tengo unas vacaciones en las que no tengo que compartirte con ella… – Replicó Roll celoso. 

 – Pero bien que te encanta cuando estamos los tres juntos. – Respondió el mayor divertido. – Kate y tú pueden pelear todo el tiempo como niños, pero en la cama ambos la pasan muy bien. 

– Tch, eres insufrible… – Respondió desviando la mirada. – Si sigues tardando tanto entonces seré yo quien vaya a cogerse a unas morras. – Soltó finalizando la frase en español. 

 Ante las palabras del pelivioleta el asiático se levantó, habiendo terminado su papeleo, y se sentó sobre este pasando sus manos por su torso y dejándolas a ambos lados de la cabeza del otro sosteniendo su peso al inclinarse. – ¿A quién planeas coger? – Inquirió también en español.

Con una sonrisa lasciva Roll pasó sus manos por los muslos del otro masajeando su trasero. – No lo sé ¿Quieres ofrecerte voluntario? – Preguntó divertido volviendo al inglés. 

– De acuerdo, pero sabes las reglas, nada demasiado drástico mientras aun estemos de servicio.

– Nada drástico mi trasero, si alguien dice algo se las verá conmigo.

 

 

Roll estaba harto de los superiores creyéndose la gran cosa y mandoneandolo como querían, la única razón por la que estaba en el ejército era que podía pelear tanto como quisiera, no tenia porque escucharlos. Bueno en realidad la razón principal por la que estaba allí era Lon, a donde él fuera iría y no podía estar más agradecido de que eso fuera a una guerra. Mordió el cuello del mayor clavando sus dientes y dejando profundas marcas, a veces podía llegar al punto de hacerle sangrar y dejarle mordidas que tardaban semanas en desaparecer del todo, pero así era él, quería marcarlo, poseer su cuerpo salvajemente y sin restricción alguna.

Lon soltó un pequeño quejido pero no se apartó, ya estaba acostumbrado. Roll tenía una forma muy brusca y a veces dañina de demostrar amor pero sabía que eso era debido a su naturaleza, era inseguro sobre sus sentimientos, Roll no creía que alguien pudiera amarlo tanto como para quedarse a su lado. Por lo mismo solía hacer aquello, lastimarlo y ver si aun así permanecía a su lado, si a pesar de su forma de ser y de las heridas seguía a su lado entonces y solo entonces confiaba en esa persona. Lon veía aquello como algo muy lindo, aunque sus compañeros lo trataban de masoquista por voluntariamente abrazar un alfiletero.

La temperatura no hubiera tardado en elevarse más de no ser porque la radio comenzó a sonar. Roll gruñendo por lo bajo optó por ignorarlo y seguir con lo suyo, pero cinco minutos después los insistentes golpes a la puerta les hizo desistir, en realidad Lon le obligó, por él podría entrar el sargento y sentarse a observar, no le importaba solo deseaba seguir con el pelinegro. Lamentablemente su pareja tenía un asqueroso "sentido del deber y de lo correcto".

Si no fuera porque los llamaron para una misión que involucraba un combate Roll hubiera despellejado vivo al infeliz que les interrumpió. Habían recibido una llamada de sus superiores informando sobre un caso de tránsito de drogas e inmigrantes en el estado de Tamaulipas, Ciudad Reynosa, territorio mexicano en la frontera al sur de Texas. Como eran el equipo más cercano se les asignó el liberar el lugar, confiscar la droga y eliminar a la resistencia. Podía sonar algo extremista pero donde antes había sido la frontera entre ambos países siempre era un baño de sangre donde cada paso era de vida o muerte.

El plan era sencillo, o más bien era el de siempre para esas ocasiones. Una vez localizaron el lugar, unos galpones alejados, hicieron un reconocimiento y ubicaron al enemigo. Se postrarían para poder disparar desde la distancia y mientras llamaban la atención en la parte delantera un equipo liderado por Lon iría desde atrás y se infiltraría buscando reducir a los atacantes y revisando en busca de "víctimas". Esos sujetos eran famosos por engañar inmigrantes y una vez conseguían traerlos allí los convertían en prostitutos, la prioridad sería liberarlos. Pero la clave del éxito del plan radicaba en una cosa, o persona, Roll. Francotiradores los pondrían alerta pero no crearían la distracción necesaria para que el segundo grupo se infiltrara sin problemas, ahí entraba Roll. Él iría de frente y se enfrentaría a ellos cara a cara matando a todos los posibles y haciendo suficiente escándalo como para atraer a la mayor cantidad posible para luego reducirlos.

– ¿Entendiste bien las instrucciones? – Cuestionó Lon al ver como el menor mataba enemigos en su mente con suma emoción. – No queremos que se repita lo de Florida.

– ¡Oh, vamos! Nunca vas a olvidarlo ¿verdad? – Reprochó le otro molesto al ser sacado de su mutilación imaginaria para recalcarle un viejo error. – Si escuché bien, ahora lo importante, ¿Entendiste tú?

Una corta risa se escapó de entre los labios del coreano. – Que yo sepa el desobediente no soy yo.

– No, tú eres el suicida. Pareces tan enamorado de la muerte que hasta me dan celos, en serio siempre haces algo estúpidamente arriesgado. ¿De veras buscas que te maten?

– Aww, no te pongas celoso, estoy seguro que a la muerte no le importaría un trío. – Bromeó viendo a su pareja fruncir el ceño. – Tranquilo, solo es un chiste. Y si hago cosas arriesgadas como dices es porque tengo completa confianza en que tú me protegerás si algo sale mal.

– Claro ve a suicidarte y déjame el cargo de conciencia de que si algo te pasara es porque fui lento. – Rezongó el más alto haciendo mala cara.

Lon puso los ojos en blanco y se acercó al menor robándole un beso. – Si ya terminaste empecemos con la misión, yo rescato gente mientras evito matarme y tú matas gente.

– Seguiremos con esto y con lo anterior luego. – Replicó Roll pero ya con una sonrisa en el rostro. – Bien cariño iré a matar algunos idiotas. Wait for me back, baby. – Se despidió dándole una palmada en el trasero.

Bien, solo sería divertirse matando a unos idiotas y luego podría regresar con Lon y si el jodido papeleo no les seguía estorbando, pobre de quien quisiera darles más reportes que hacer, tendrían sexo hasta hartarse. Varios soldados empezaron a rumorear cuando lo vieron acercarse, lo normal ya que muchos eran nuevos o de otro pelotón y nunca lo habían visto en acción. Los humanos del ejército eran estúpidos y violentos, Roll apreciaba eso. Se había pasado toda la vida rodeado de gente intelectual en el laboratorio y estaba hastiado de ello. No soportaba que la gente se creyera superior a él, que lo mandoneara o que empezara con esos debates interminables en los que siempre terminaba como el salvaje inadaptado. Roll era un biotic, el B-007 para ser precisos, y a diferencia de sus otros hermanos que les fascinaba aprender de los humanos y de cosas aburridas él prefería ir a lo sencillo: peleas. Ellos no habían nacido como humanos, eran animales que ahora caminaban como humanos, eso debería colocarlos como algo superior, con la libertad de hacer lo que quisiesen. En lugar de eso Roll se la pasaba escuchando regaños sobre lo salvaje que era y como debía adaptarse a la sociedad. Hasta que conoció a Lon.

De eso habían sido ya tres años. Por aquel entonces además de él los únicos otros Biotics eran Akutsu, Shif y el insoportable de Kain. El profesor Marvelous se ensañaba en encontrarle un dueño apropiado tanto a él como a Kain, estaba casi desesperado. A Roll no le gustaba que lo encasillaran con Kain pero hasta él debía admitir que ambos tenían una actitud horrible y eran igual de reacios a congeniar con humanos. Marvelous comenzaba a pensar que nunca podría encontrarles un compañero, no era como si quisiera deshacerse de ellos pero, según él, salir al mundo y compartir un lazo con un ser humano les serviría para aprender y entender cosas que de otra forma jamás podrían experimentar.

Ese día había escuchado que unos militares estadounidenses habían llegado al laboratorio para negociar con el profesor. No pudo evitar colarse en la parte "exterior" de las instalaciones para escuchar por sí mismo de que iba aquello. Originalmente Roll era un erizo así que con su cuerpo pequeño no le costó nada pasar desapercibido y llegar a la pequeña sala que el profesor destinaba a sus encuentros con cualquier persona ajena al proyecto.

– Estamos dispuestos a pagarle cuanto desee. – Decía un hombre robusto, tenía la mirada afilada y potente, como un rifle recién cargado. – Sabemos que usted es muy "exclusivo" con sus creaciones, pero al ejército de los Estados Unidos le vendría bien su colaboración y no me iré sin conseguirla.

– ¿Debo tomar eso como una amenaza, general? – Respondió el pelirrojo con una sonrisa calmada.

El supuesto general se tensó un poco ante aquello, seguramente siendo mayor que el profesor y más grande en tamaño esperaba poder intimidarlo sin problemas, gran error. No importaba si el mismísimo rey de un país venia allí, que de hecho había pasado hace poco, Marvelous no se dejaba intimidar por nadie. Una vez dentro de las instalaciones el dinero, los rangos, la política y los contactos sociales perdían toda validez, nadie podía forzar al profesor a nada y si esa era la actitud del americano bien podía tomar sus cosas y retirarse, así se adhiriera a ese sillón y esperara allí los siguientes diez años no lograría hacerle cambiar de opinión.

Fue entonces cuando Roll notó que el general no venia solo, un chico joven de cabello oscuro y rasgos asiáticos se acercó con un silencio y una elegancia admirables. Roll lo había ignorado por completo, no porque esté fuera un genio del espionaje y se mantuviera oculto sino porque no tenía olor. Podía distinguir a alguien poderoso por su olor, su lado animal se lo decía, incluso si ese poder no venía de la fuerza bruta sino del cerebro, también podía oler a los que venían confiados de su poder adquisitivo o político, olían a imbéciles. Pero aquel chico sencillamente no olía a nada en esencia, una fragancia neutra demasiado desconcertante. Aunque quizá fuese algo más porque no fue el único en notarlo, ni bien este chico se había acercado Marvelous clavó la mirada en él.

– Pido disculpas por interrumpir. – Comenzó con un tono gentil y sereno. – Pero quizá el general no se expresó bien, lo cual es entendible, tiene el peso de una nación sobre sus hombros en este momento. Vera señor Shem, como ha de ser de su conocimiento U.S.A. está teniendo algunos problemas. Somos un país enorme y tenemos muchas personas por las cuales ver, no solo en nuestro territorio sino en nuestros aliados, pero desgraciadamente hay revueltas que se están volviendo exageradamente sangrientas y pecaríamos de arrogancia si afirmáramos que podemos con todo solos. Sabemos perfectamente que usted no diseñó sus Biotics con propósitos bélicos y lo respetamos. Pero la guerra como tal no es solo violencia y muerte. Peleamos porque hay algo que defender, porque hay un orden sin el cual la hambruna y el malestar se dispersarían. Le pido no vea esto como mandar a uno de sus Biotics a un campo de batalla, sino como enviarlo a tener de primer plano una vista del porque el ser humano pelea y lo que debe proteger. Que aprenda lo mala y horrible que puede ser una guerra para que sepa que deben evitarse.

Roll lo veía y no entendía como no podía haberlo notarlo. La manera en que aquel chico había soltado su discurso torciendo las palabras y endulzándolas demostraba un gran intelecto y una fuerte confianza y seguridad en sí mismo, pero así y todo él seguía sin sentir ningún aroma proveniente de él, solo esa vaga esencia neutral y extraña.

Marvelous parecía haberla notado también porque sus labios se curvaron en una sonrisa. – Es un punto de vista muy interesante joven... ¿Podrías facilitarme tu nombre? – Pidió con una gran curiosidad brillando en sus ojos.

– Será un placer, mi nombre es Yeon Jung Lon, pertenecía a logística pero se me asignó recientemente al pelotón personal del general.

– Creo entender por qué. – Confirmó Marvelous poniéndose de pie. – ¡Roll! Sé que estas escuchando, baja ahora mismo. – Ordenó sin dirigirse a ningún sitio en específico.

El menor no tuvo otra que obedecerle, cuando se trataba de ellos el profesor parecía reaccionar como si tuviera un detector implantado, era imposible sorprenderle. Roll volvió a adoptar su forma humana detrás de unas maquinas y luego se dejó ver. Fuera lo que fuese que estaba planeando el profesor no le convenía mostrar una habilidad como el cambio de forma delante de esas personas. Mientras se dirigía a su lugar, junto al profesor, intercambio miradas con el chico asiático el cual se mantenía con su sonrisa serena, pero sus ojos eran diferentes. Eran de un color café pero el brillo en ellos parecía escanearlo y revelar todas sus falencias en segundos, a Roll se le erizaron los cabellos y tuvo que luchar para no sacar sus púas.

Afortunadamente el toque familiar de las cálidas manos del profesor en sus hombros lo relajaron. – Este de aquí es uno de mis niños, su nombre es Ronald Smith. – Le presentó utilizando apropósito el verdadero nombre de Roll solo para fastidiarle un poco. – Casualmente también es estadounidense, quizá sea por ello pero su comportamiento es un tanto... hiperactivo. – Finalizó con una corta risa, no de burla sino esa clásica risa que daban los padres cuando decían que sus hijos eran simplemente traviesos.

– Así que Ronald Smith, un buen nombre. – Respondió el general recuperando la voz. – América no olvidará esto profesor, cuidáremos muy bien de su invento y nos aseguraremos de donar cuanto podamos como patrocinadores.

Invento, odiaba ser tratado como si solo fuese un juguete inanimado, aquel hombre ni siquiera se había molestado en mirarlo, seguramente solo pensaría en él como un arma con piernas. Si Marvelous pensaba entregarlo a alguien así le clavaría a ambos una espina en el cuello. Sin embargo antes de que aquel hombre pudiera poder un solo dedo en él Marvelous le apartó la mano.

– Creo que tenemos un pequeño malentendido general. – Respondió el pelirrojo a la pregunta no formulada por el otro conservando su sonrisa. – Estoy dispuesto a cerrar un trato, me han convencido y creo que Roll estaría bien allá. Pero no es a usted a quien se lo estoy entregando. Mis niños cierran un contrato con alguien y solo le deben lealtad a esa persona, por ende mucho me temo no puedo dejárselo a alguien como usted. No lo tome personal por favor, muy raramente los entrego a quien viene a solicitármelos. Prefiero dárselos a quienes se han ganado de alguna forma mi confianza y sé que no los ven como un arma andante. – Agregó mirando a Roll ahora. Como odiaba cuando parecía que el viejo podía leerle la mente. – A quien le estoy ofreciendo cerrar el trato es al joven Lon.

El oriental levantó el rostro ligeramente sorprendido, evidentemente aquello no estaba dentro de sus planes. Seguramente él había sido enviado como ayudante diplomático, alguien que pudiera convencer por lógica y dialecto si la fuerza y el poder no podían.

Antes de que el general pudiera protestar Marvelous prosiguió. – Me considero alguien muy hábil cuando de juzgar a las personas se trata. Ahora mismo el joven Lon es su mejor oportunidad de llegar a un trato conmigo y como ya hemos aclarado que el poder y el dinero no funcionan conmigo mucho me temo que es su única oportunidad. Dicho sea de paso cuento con muy buena relación con personas influyentes con el reino de Francia, Portugal y el Imperio Italiano, así que por favor absténganse de amenazas o ataques.

El hombre mayor se vio visiblemente molesto pero se limitó a apretar los dientes y fulminar al profesor con la mirada en silencio. Por su parte el joven, Lon, parecía divertido con el asunto, una apenas percibible curva se formó en sus comisuras como única delatora de su sonrisa. Si bien Roll estaba en desacuerdo en pertenecerle a aquel viejo general la idea de pertenecerle a aquel chico, por raro que le pareciera, no le molestaba. Había algo en su particular aroma que le llamaba la atención de forma poderosa.

Como si hubiera captado el hilo de sus pensamientos Lon se acercó a él con una sonrisa y le extendió la mano. – Mucho gusto, Ronald. – Dijo con una sonrisa resaltando el nombre de este.

Roll había tenido la impresión de que no se llevarían nada bien a partir de ese momento y aunque en un principio no se equivocaba, sin darse cuenta, incluso él comenzó a cambiar. Lon era casi lo opuesto a él, era calmado y amable, acataba las órdenes y su fuerte era la estrategia. Pero lejos de molestarlo esas diferencias hacían que se llevaran mejor. Roll había empezado a desarrollar un fuerte respeto por la forma de ser de Lon y por como este lograba imponerse siempre. Era como su conciencia, siempre le ponía limites y le hacía recapacitar pero sin molestarlo demasiado. Y a diferencia de todas las personas que había conocido, con excepción de Marvelous, él se tomaba el tiempo de conocerlo y comprenderlo.

Por lo mismo había siempre querido ver hasta donde llegaba aquello, probó su paciencia en infinitas ocasiones y luego pasó al dolor físico. ¿Cuánto sería capaz de aguantar antes de mandarlo al diablo? Pero para su sorpresa no parecía haber un límite, Lon se limitaba a aceptar todo de él y tomarlo como algo valioso. Antes de darse cuenta ya se había enamorado.

Y era en situaciones como la actual donde ello le jugaba horriblemente en contra. ¿Entrar desarmado a una base enemiga y enfrentarse a todos? Pan comido ¿Hacerlo sin estar preocupado como el infierno por lo que podría pasarle a su temerario compañero? Imposible. Debía entrar a lo grande, llamar la atención rápido y de gran manera, atraer todas las miradas a él y lejos de Lon, para él esa era la única misión.

Fuera del lugar había unos cuatro sujetos, civiles sin entrenamiento militar ni parecido a juzgar por cómo sostenían sus armas, blancos fáciles. Ignoró los gritos y advertencias de estos mientras se acercaba y no pudo evitar sonreír cuando, al dispararle, el rostro de los sujetos se deformaba en incredulidad y miedo al ver las balas rebotando contra su piel. Nunca se cansaría de esas expresiones. Al ser un Biotic su piel era más dura y resistente que la de los humanos, las balas no podían hacerle daño, si eso sujetos querían lastimarlo unas espadas hubieran sido más eficientes. Pero eso era algo que deberían de recordar en su próxima vida. De los brazos de Roll empezaron a emerger gruesas púas, como espinas, de un color carmesí violáceo. Solo por lucirse lanzó algunas como afilados proyectiles que se clavaron en el pecho de los más cercanos y mientras los demás se debatían entre huir y luchar púas más gruesas crecieron en sus manos y codos. Roll se abalanzó sobre estos usándolas como espadas.

Su estilo de pelea no seguía una forma fija, frenaba golpes y rebana con las púas de las manos como si empuñara dos sables y las de los codos las clavaba con golpes feroces en quienes eran lo suficientemente estúpidos como para acercársele. Algunos de los soldados en los que posiblemente serian sus últimos segundos de lucidez reemplazaron las armas por cuchillos e intentaron agredirlo, Roll maldijo por lo bajo. Si bien la piel de los Biotics no podía ser atravesada por proyectiles como las balas si podía hacerlo con objetos filosos o contundentes, seguía siendo mucho más resistente que la piel humana pero no era invulnerable. Aun así Roll tenía práctica aguantando el dolor, además la adrenalina del momento ayudaba bastante a mitigarlo.

Siempre que empezaba una pelea era igual, sus sentidos se agudizaban y perdía por completo la percepción de lo que le pasaba al resto, como si solo importaran él y sus enemigos. El tiempo parecía ir en cámara lenta, la sangre le hervía y su cuerpo se llenaba de una energía explosiva. Se sentía rápido y ligero, como si cortara agua en vez de cuerpos, el dolor era apenas una picazón, sabía que sangraba pero ni así lo notaba. También era vagamente consciente de que su "apoyo" había comenzado a disparar y que el enemigo había llamado a refuerzos, pero para él daba igual, las balas no lo dañaban y no importa cuántos humanos vinieran, sin preparación jamás podrían matarlo.

Con el grito de un hombre al que le había cortado la mano acabó todo, ya no llegaban más refuerzos y los disparos habían cesado. Mientras su respiración se tranquilizaba y la adrenalina abandonaba su cuerpo entró a los galpones para asegurarse que la misión había sido un éxito, que para él solo significa si Lon se encontraba bien. El lugar estaba muy oscuro y apestada, las chapas oxidadas usadas como cascaron exterior estaban corroídas y arrojaban aces de luz aleatorios por todas partes. Podía oler la droga que se suponía debían confiscar pero no era allí donde su pareja estaría. Entonces lo captó, aquel atrayente aroma neutro mezclado con el dulzón metálico de la sangre.

Lon se encontraba en uno de los últimos galpones ayudando a tratar a las víctimas, pobres inmigrantes que habían sido engañados y prostituidos. Pero no era lo único que su asiático hacia, además de atender a las víctimas también se molestaba en vendar a los hijos de puta de los traficantes. Roll chasqueo la lengua molesto, Lon tenía la estúpida costumbre de ayudar a todo aquel que estuviera herido, sin importar de que bando fuera este ¿Por qué esas basuras merecerían vivir después de todo lo que habían hecho? La ira se acumuló en su garganta cuando vio que junto al hombre que Lon curaba había un cuchillo ensangrentado. No necesitaba siquiera echar un vistazo para saber de quién era esa sangre, podía olerlo.

– ¡¿Qué mierda te hizo?! – Demandó saber acercándose a zancadas.

Lon pareció recién percatarse de que su pareja estaba en lugar, se dio la vuelta algo sorprendido pero en posición de alerta, sabía que necesitaría defender a su paciente si no quería que le arrancara la cabeza. Y efectivamente los ojos de Roll estallaron en cólera al ver la gran mancha de sangre que salpicaba su hombro.

– No es tan grave como parece. – Le aclaró levantando lentamente las manos y vigilando sus movimientos para intentar tranquilizarlo.

– ¡¡No lo defiendas!! – Le gritó este mientras pequeñas y finas espinas creían tanto en sus brazos como en su rostro. – No merece seguir respirando, mucho menos que intentes protegerlo.

– Una vida es una vida, ninguna es más importante que otra. – Respondió este tozudo y se acercó intentando ocupar todo el campo visual del menor para que este no intentara nada impulsivo.

Un poco tarde. Roll había conseguido disparar un par de espinas y darle en el hombro a aquel hombre cuando Lon lo inmovilizó abrazándolo. Las púas de los brazos de Roll se clavaron en los bíceps de Lon pero como eran finas y cortas causaron solo heridas menores y poco profundas. Lon se separó lentamente de él y con una sonrisa acarició su rostro causándose ligeros cortes en las manos.

– ¿Te calmaste? – Inquirió el coreano con dulzura.

En respuesta Roll soltó un bufido. – ¿Qué tus padres no te enseñaron que si no quieres salir herido no abrases un cactus?

– Si, pero sucede que amo a los cactus. – Respondió reprimiendo una carcajada y lentamente depositó un beso en sus labios.

Roll retiró sus púas inmediatamente pero aun así había conseguido arañar los labios del mayor. Aquel beso se tiñó con el embriagador aroma de la sangre y su sabor metálico. Era una mezcla tan exquisita que no deseaba soltarlo nunca, pero el resto de los miembros del operativo estaban empezando a entrar en los galpones y su líder de escuadrón siempre le reñía cuando los encontraba en "situaciones personales" durante las misiones. Además su novio aun debía terminar de atender a los heridos, a los que lo merecían y a los que no también porque así era Lon. Ya retomarían luego en su habitación.

Tras aquella misión se había decidido que pasarían la noche en un complejo de cabañas del ejército del cuartel zonal. Afortunadamente no les habían dado más papeleo que hacer así que Lon se apresuró a terminar el anterior y como no partirían de regreso a Washington hasta mañana por la tarde tenían toda la noche para hacer lo que quisieran.

Más tarde, tras el tercer round, Roll dejó al otro descansar un poco y pensaba si tomar una ducha o dormir un poco, pero como parecía que se le estaba haciendo costumbre a todo el mundo alguien interrumpió sus planes, o en este caso algo: un fuerte dolor de cabeza producto de una alarma. Sus circuitos dolían y parecían estar a punto de hacer corto, Marvelous si que sabía cómo fastidiar y llamar la atención.

– ¿Roll, sucede algo? – Inquirió Lon preocupado y acercándose a él acariciándole el rostro.

– Nada... solo una jaqueca, ya pasará... Pero si estas tan preocupado ¿Porqué no prestas tus servicios? – Sonrió conteniendo el dolor y delineando los labios del otro. – Un poco de placer va bien con el dolor, tú sabes bien de eso.

Lon dejó escapar una carcajada. – Por esta vez te la dejó pasar, pero sigue tratándome como una perra y uso los dientes. – Le advirtió divertido comenzando a besar el abdomen del menor.

Roll sonrió dejándose llevar por el placer que comenzaba a sentir, no sabía cuánto tiempo duraría aquella molesta alarma pero era un experto en ignorar cosas que le fastidiaban. Entendía perfectamente el mensaje, alguien había atacado el laboratorio, pero tampoco le interesaba mucho. Incluso si estuviera súper preocupado y tomara el primer vuelo a Japón llegaría demasiado tarde para lo que fuese que ocurría. Además si todo seguía como siempre en el laboratorio aun estaban Kain, Shif y Akutsu, sabrían arreglárselas. Y si ese no era el caso bueno... Marvelous era inteligente, algo pensaría, además también estaba Sirius, el segundo al mando del proyecto. A diferencia del profesor Shem, Sirius Beilchmighent era agresivo, no tenía ningún problema en tomar un arma y actuar. Al fin y al cabo él era quien estaba a cargo del entrenamiento en combate de los Biotics. Ellos podrían hacerlo perfectamente solos. Y si no ya no era su problema.

Ahora todo su mundo giraba en torno a Lon, en mantenerlo a salvo, en estar a su lado. Si siguiera siendo el mismo de antes se golpearía por sonar tan asquerosamente cursi y estúpido. Pero conocerlo cambio no solo su manera de ver las cosas, lo cambio a él. Eran tan diferentes que llenaban los agujeros del otros a la perfección, Lon lo hacía sentir completo, que todas sus piezas quebradas volvían a estar perfectas. Amaba a Lon y eso era todo lo que le importaba en ese absurdo y devastado mundo.

– ¿Se te fue la jaqueca o solo fue un truco para disfrutar de la vista? – Preguntó divertido el coreano lamiéndole el cuello.

– ¿Y si dijera ambas? Porque sinceramente no me molestaría sacarte una foto y dejarla de fondo de pantalla del celular.

– ¿Qué? ¿La que me tomaste mientras lo hacíamos en la oficina del sargento ya pasó de moda? – Siguió con picardía besando su miembro.

– Me ofendes, ninguna de tus fotos pasa de moda, las tengo todas guardadas perfectamente, pero si estas inseguro las reparto al resto del grupo como una encuesta. Seguramente más de uno estará feliz de tener algo más estimulante que las revistas baratas para masturbarse.

Lon volvió a besarle el cuello pero esta vez apretó con los dientes maliciosamente la nuez del menor. – Primera advertencia.

– ¡Puta madre! – Maldijo en español con una sonrisa. – Me vale mierda el dolor, ahora estoy más caliente. Déjame cogerte de nuevo, Yeon.

– ¿Tan desesperado estas para usar mi nombre, Ronald? – Preguntó subiendo y besándolo en los labios. – Tenemos toda la noche por delante, hace conmigo lo que quieras, sabes que te pertenezco así como tú me perteneces a mí.

– I love you, Lon. – Susurró volviéndolo a besar. – No, eso suena estúpido. Me gusta más en coreano ¿Cómo era?

– ¿Un Biotic como tú tiene tanta mala memoria? No me lo creo. – Replicó besándolo otra vez. – Saranghae. – Susurró sobre sus labios. – "Sa" significa "morir", "rang" significa "juntos" y "hae" significa "hacer", por lo tanto decir "Saranghae", que significa "Te amo", también quiere decir "Vamos a morir juntos".

– Vamos a morir juntos. – Repitió Roll con una sonrisa ladina entrelazando la mano con la del mayor. – Me gusta como suena, saranghae. Es una promesa.

– Si, nuestra promesa.

 

 

 

       

 

"No me gusta dudar de todos a mi alrededor, prefiero confiar y perdonar.

Al menos viviré con la conciencia limpia."

 

 

"Si el mundo realmente entendiera el dolor de la guerra no se la desearían nadie."

 

 

"Saranghae..."

       

 


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