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Lo que amamos de ti por xMaiia

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Notas del capitulo:

Wattpad.

¿Quién iba a decir que ser padres es peor de lo que decían? Estaban agradecidos infinitamente por la vida de su hijo, pero estaban cansados.

Yuri se levantaba cada dos horas a pedir leche, cambiaban alrededor de ocho pañales al día, hacerlo dormir era difícil, así que, aprovechando la extensión de cama para su bebé, lo acostaban y ellos también.

Los entrenamientos para Yuuri eran cada vez más pesados, sus ojos tenían bolsas y ojeras oscuras, su cabello estaba seco, su piel también… Pero, repitiendo, amaban la vida de su hijo.

Un llanto se escuchó por toda la habitación, despertando a ambos padres, que se sentaron con pereza sobre la cama. Victor se estiró para tomar a Yuri en brazos mientras que Yuuri estiraba el brazo para encender la lámpara de noche, tanteando después el buró en busca de sus lentes, colocándoselos cuando los encontró.

- ¿Tiene hambre? -Preguntó el japonés, adormilado. Victor negó con la cabeza, percibiendo un olor que sabía de donde provenía.

- Necesita un cambio de pañal… -Murmuró también adormilado. Se levantó de la cama, buscando sus pantuflas, saliendo de la habitación principal para dirigirse a la de su hijo, viendo que de la habitación de invitados salía su suegra, dedicándole una sonrisa.

- ¿Yuri necesita algo?

- Un cambio de pañal…

Sin decir más, su suegra se acercó, tomando en brazos al bebé que lloraba desconsolado. Se metieron a la habitación, encendiendo las luces. Hiroko se dirigió al cambiador, donde acostó a su nieto, acariciándole su carita para calmarlo, prosiguiendo a desvestirlo, quitándole el pañal sucio al final. Tenía todo a la mano, así que, en un abrir y cerrar de ojos, Yuri tenía el pañal limpio.

La japonesa lo tomó en brazos, acunándolo para hacerlo dormir, colocándole un chuponcito en la boca.

- Ya está, con esto esperemos que los deje dormir un por un rato más. -Le sonrió la mujer, entregándole a su hijo ya dormido.

- No sé qué haríamos sin usted, suegra. -El ruso sonrió, tomando con delicadeza a su cachorro.

Su Yuri ya tenía un mes de nacido y en todo ese tiempo quien se había encargado de casi todo era su abuela, alegando que sentía como si reviviera la época en la que Mari y Yuuri eran bebés, sin apartar a los primerizos padres.

Se despidieron, pues el ruso y la mujer comenzaron a bostezar, dirigiéndose cada quien a la habitación que les correspondía.

El resto de la noche, casi por milagro, Yuri sólo despertó inquieto dos veces más, calmándose cuando Victor estiraba su brazo y daba suaves palmaditas sobre su pancita, además de estirarse y colocarle el chupón entre sus labios.

//

- ¡Estoy tan cansado de preparar biberones! -Murmuró desesperado el ruso, parado frente al microondas donde el agua del biberón se calentaba. Su suegra, que estaba a un par de días de regresarse a Japón, se acercó a él, colocando una mano sobre su hombro.

- ¿Has intentado darle leche?

- ¿Yo? -La mujer asintió, mientras Victor negaba con la cabeza.

- Podrías intentar, los omegas tienen la capacidad de dar pecho… Y estoy segura de que la leche que le des tú, le hará mejor que la de fórmula. -El ruso se quedó pensando un poco, mientras asentía. Lo intentaría en la próxima que Yuri le pidiera de comer.- Debes masajear tu pecho, para aumentar la producción y que el bebé sólo succione.

- ¿Y cómo debo masajearlo? -Colocó un dedo frente su boca, en una posición pensativa.- ¿Puedo hacerlo yo mismo? -Su suegra asintió, explicándole brevemente qué movimientos debía hacer.- Lo intentaré, gracias por el consejo.

Sacó el biberón del microondas, colocando después la leche en polvo. Se quedaría un rato solo, pues tanto Yuuri como su suegra saldrían a comprar unas cosas para llevarse a Japón en su regreso y tenía entendido que aún le faltaba mucho por comprar. Tal vez se irían algunas horas.

Aprovecharía ese tiempo para intentar darle de comer a su cachorro.

//

- Esto duele… -Susurró dejando caer sus brazos a los lados de la cama, girándose para después tomar la almohada que su esposo utilizaba al dormir, aspirando su olor.

El Yuri dormía, pero estaba a media hora de su siguiente comida, así que había pensado que sería buena idea darse el masaje que su suegra decía. Fijó su vista en la fotografía que tenía sobre el buró, sonriendo. Estaba feliz. Su vida marchaba de maravilla.

Girándose sobre su espalda de nuevo, escuchó que tocaban la puerta de la habitación. Todavía no era hora para que regresaran, pero parecía que así era.

- ¿Victor? -Escuchó la suave voz de su esposo, abriendo la puerta con cuidado al notar que el bebé dormía plácidamente.- Pensé que dormías. ¿Qué haces cariño?

- Tu madre me recomendó masajear mi pecho para producir leche para el bebé… Pero no puedo, me duele. -Un puchero se asomó en sus labios, haciendo reír a su esposo, quien cerró la puerta detrás de él para acercarse a la cama.

- Puedo ayudarte, cariño. -Se recostó a su lado, abrazándolo por la cintura.

- ¿Ayudarme cómo?

- Mi mamá también me comentó del masaje, así que decidí investigar… Ya sabes, puedo ayudarte con mi boca. -Una sonrisa pícara nació de los labios del alfa, mientras que su omega entrecerraba los ojos.- Enserio cariño, podemos intentar, si no funciona, lo dejamos. -El ruso asintió.

Las manos de Yuuri se acercaron a la camiseta que su esposo estaba usando en ese momento, alzándola para después quitársela, recostándolo de nuevo en la suave cama y colocándose sobre él.

Comenzó a dar besos en los huesos de la clavícula, bajando hasta su pezón izquierdo, comenzando a succionar y lamer la areola, ganándose unos pequeños quejidos por el dolor.

- Yuuri… Duele… -Murmura bajito, mientras sus manos se dirigen a los hombros del nombrado.- Para. -El nipón negó con su cabeza, mientras que se separaba para atender el otro pezón. Después de unos minutos, su espalda se comenzó a relajar junto con sus músculos, el dolor desaparecía cada segundo.

- ¿Te sigue doliendo, Vitya? -Negó con la cabeza. Sentía algo extraño en el pecho, pero momentos después el japonés se alejó, mientras pequeñas gotitas de leche salían de sus pezones.- Yuri ya puede tomar leche…

El ruso llevó sus manos a su pecho y se sentó rápidamente, asombrado por lo que su esposo había logrado.

- ¡Ya podré alimentar a nuestro cachorro!

Y justo cuando miraron el reloj, Yuri se comenzó a remover, llevándose sus pequeñas manitas a su rostro, haciendo pucheros. El de lentes se estiró y lo tomó en brazos, para evitar que comenzara a llorar. Esperó a que su esposo se sentara y se lo entregó con cuidado, quedándose maravillado cuando su hijo comenzó a tomar la leche que Victor le daba.

//

- Muchas gracias por todo, mamá. -Se despidió le nipón, abrazándola para después entregarle las maletas que él llevaba. La acompañaría a documentar su equipaje y después se regresarían, ya que ella tendría que irse a la sala de espera.- Saluda a papá y a Mari, Victor y yo planeamos un viaje para allá cuando Yuri cumpla seis o siete meses. -El ruso asintió, mientras sus manos se mantenían en la carreola, donde Yuri se estaba quedando dormido.

- Gracias a ustedes por recibirme, espero que les haya ayudado para poder atender a Yuri… -La mujer se acercó feliz a la carreola, acercando su rostro para dejarle un besito en la frente al bebé.

- Sí fue de mucha ayuda, suegra. Muchas gracias.

//

La familia regresó del aeropuerto, estaban cansados, habían madrugado y Yuri había llorado mucho.

 

Los padres primerizos, dispuestos a acostarse para tomar una siesta, percibieron un extraño olor.

Yuuri tomó a su cachorro en brazos y notó que el pañal del bebé era lo que olía así. Necesitaba un cambio.

- Victor, Yuri necesita un cambio de pañal… -Le dijo el nipón, acostando al bebé entre ambos.

- Pues cámbialo cariño… -Murmuró el ruso, pasando su brazo por debajo de su almohada.

- Cámbialo tú, así me enseñas…

- Sólo debes quitarle el pañal, limpiarlo, ponerle talco y colocarle el nuevo. -El peliplateado se medio sentó, mirando a su esposo.

- Victoooor, me da asco…

- Yuuri, no inventes… ¿Crees que a mí no me da asco?

- Vityaaaaaaaa.

- ¡Yuuri! Cámbiale el pañal.

- Deberíamos hacer que mamá regrese…

Después de un rato se escucharon unas arcadas por toda la casa, Victor había obligado a su esposo a cambiar el sucio pañal.

- ¡Lo que Yuri hace no es normal! -Gritó el japonés desde el baño, intentando controlar el asco que sentía, mientras se quitaba la pinza de la nariz.

Victor sonrió, tomando en brazos a su bebé ya limpio, besando su frente.

- Descansa mi amor, que en unas horas más te toca tu leche…

Y desde ese momento, ambos padres se dieron cuenta que su hijo siempre sería muy puntual con los horarios.

Notas finales:

Lamento publicar el capítulo tarde, pero este fin de semana estuve casi tirada en mi cama porque me dio gripe.

Pero ya está aquí, que es lo importante.

¡Espero que les guste! Nos leemos el siguiente fin de semana. <3 

¡Saludos!

 


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