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El regalo de Loki por rurouni-kaze

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(1)Æsir: Dioses nórdicos que viven en Asgard.

 

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Pasó el tiempo. La tribu ahora gozaba de varias plantaciones que se extendían cubriendo las inmediaciones y varias casitas se podían ver flanqueando el terreno. 

 

La gente, había capturado algunos animales para domesticarlos y utilizarlos como animales de granja. Habían comenzado con la ganadería.

 

Cada familia ahora cultivaba su propia finca y tenían de todo para procurarse suficientes alimentos y vivir una vida acomodada.

 

Sentado sobre la arena, a lo lejos, Loki los observaba trabajar la tierra, mientras sus sentidos disfrutaban del paisaje y del silencio.

 

Su nariz hormigueaba con el aroma de la frescura de los campos y la brisa refrescaba su piel.

 

A su lado, Stark ensoñaba en un plácido letargo.

 

Cerca de una de las plantaciones,  Loki divisó, dos niños, que corría de un lado a otro por el terreno. Estaban persiguiéndose, seguramente jugando a algún tipo de juego Midgardiano. 

 

Reían mientras aceleraban su carrera y de repente, uno de ellos (su hermano, Loki adivinó), advirtiendo que el otro iba a ganar, lo derivó de forma juguetona. Ambos cayeron y se quedaron tendidos de espaldas hacia el cielo. Loki, los escuchó gemir de dolor para luego de pronto, explotar en sonoras carcajadas.

 

Los padres que labraban en las cercanías, se acercaron a los niños todavía adoloridos y después de asegurarse que estaban bien, los ayudaron a ponerse de pie.

 

La madre, se acercó al chico que parecía el menor, era el mismo que había derribado a su hermano. Lo observó por un momento y luego, lo amonestó por su actuar, instándolo a ser más cuidadoso. Sin embargo, su mirada no era severa, al igual que su hijo, conservaba en sus ojos una luz juguetona, una que a pesar de la adultez, parecía no haber desaparecido de su rostro. 

 

Después de la pequeña charla, despidiéndolo, depositó un tierno beso en su mejilla.  

 

Al niño, se le iluminó la cara y luego corriendo, volvió a reunirse con su hermano y padre, el cual esta vez, también se había unido a los juegos.

 

La madre lo vio alejase, girando su cabeza de un lado a otro con una sonrisa divertida. Finalmente, con un suspiro, se reunió con el resto de la familia. 

 

Loki, los siguió con la mirada, observando como reían y se divertía bajo el sol.

 

Una sensación curiosa hizo crepitar la boca de su estómago. Había algo en esa escena que lo hizo percibirse turbado, intranquilo. Su respiración se aceleró y de repente, lo embargó la necesidad creciente de correr, de escapar de todo. Quizás si hubiera podido mover su cuerpo, lo hubiera hecho, pero como no era el caso, se forzó a si mismo a calmarse, a sacudiese esa sensación asfixiante.

 

No era como si fuera la primera vez que hubiera sentido esto. Muchas veces antes se vio en una situación similar, y cada vez que sucedía, se obligaba a enterrar ese sentimiento, empujarlo hacia abajo y así, seguir con su vida.

 

-Sabes exactamente que emoción es esta, y es por eso que no quieres enfrentarla-Alguien susurró viciosamente en su interior. 

 

Ignorando aquella voz, Loki hizo un último esfuerzo desesperado para desterrar sus sentimientos, pero esta vez, fue en vano. Su mente traicionera comenzó a divagar.... 

 

Sin poder contener la fuerza de su conciencia por más tiempo, Loki dejó de luchar. Se sintió de pronto, arrastrado por un mar turbio de sensaciones que lo sacudían, llevándolo de un lado a otro.

 

Sus pensamientos, como si tuvieran voluntad propia, llamaron el recuerdo de los que alguna vez había llamado su familia, apareciendo como imágenes fantasmales dentro de su cabeza. 

 

Espero aquella reacción de odio que venía inmediatamente después de evocar su memoria, y se sorprendió a si mismo al no encontrar nada.

 

Los vio con claridad como si ellos estuvieran parados frente a él, tan fuertes, imponentes y brillantes.        

 

Ellos lo miraron directamente, con unos ojos que parecían atravesarlo, pero él desvió la mirada. Lo hizo por temor, se dio cuenta, miedo de encontrar en ellos solo disgusto y  decepción. 

 

Pero, ya era suficiente de cobardía, estaba cansado de escapar. Había llegado el momento en que debía de enfrentar su pasado, hacer frente a sus miedos, dejar de luchar contra un enemigo que al fin y al cabo, no era más que sí mismo.

 

Loki entonces, dejó que sus miradas se encontraran y cuando lo hicieron, su familia le dedicó una de las sonrisas más resplandeciente que nunca hubiera visto. Sus bocas se curvaron en un gesto sincero, sin pretensiones ni enjuiciamientos. 

 

Sin embargo, al mirarlos de forma detallada, Loki pudo percibir también algo muy sutil. Detrás de aquella expresión, había un sentimiento parecido al anhelo, una tristeza que hablaba de nostalgia y añoranza.

 

 Un escalofrío lo recorrió por entero. Se sintió expuesto, como si de repente, lo hubieran dejado desnudo en un campo baldío, sólo con sus emociones por ropaje. Como si con aquella sonrisa, hubieran abierto una puerta para mirar directamente en su interior.  

 

Recuerdos entonces, lo asaltaron de otra época, una en la que había amado y había sido feliz. Un tiempo, en donde las ilusiones eran dadas por sentado y el odio no era el sentimiento predominante. Momentos, que le hicieron recordar, que en su corazón, en el lugar guardado para su familia, hubo una vez, algo más que sólo un espacio vacío.

 

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Loki estaba soñando, se revolvía en su cama enroscando las sábanas con sus extremidades. 

 

Estaba en su habitación de Asgard, pero sus sueños lo llevaron mucho más allá de las paredes del palacio. Lo transportaron hasta un reino desolado, un mundo vacío.

 

Había solo hielo a su alrededor y kilómetros de nieve se extendían en el horizonte. 

 

Estaba solo, alguien lo había abandonado ahí, pero no podía recordar quién. Había visto su silueta alejarse en rápidas zancadas, y pudo sentir la desesperación invadiéndolo a medida que se perdía de la vista.  

 

–¡Vuelve! ¡No me dejes! ¡No te vayas!– Había gritado en su mente.

 

En este desierto, permaneció tendido no sabía cuanto tiempo, hasta que el hambre hizo doler sus entrañas y una profunda tristeza hizo sus ojos llenarse de lágrimas.

 

Podía sentir el frío desgarrándolo, pero no desde afuera, la frialdad venía de dentro de él. Donde se suponía que debía estar su sangre, solo había hielo.

 

Vuelve, vuelve...– Seguía repitiendo en su mente una y otra vez, como un mantra, un ruego.

 

Vuelvevuelvevuelvevuelve– Hasta que los pensamientos perdieron sentido, hasta que todo lo que verdaderamente importaba era aquella cegadora blancura, hasta que se sintió a sí mismo desvanecerse, disolverse en la nada, hasta que...

 

Despertó empapado en sudor. Una sensación fría se extendió desde su estómago hacia sus extremidades temblorosas. Espasmos consecutivos le recorrieron el cuerpo y su piel se sintió entumecida, como si todavía pudiera sentir la nieve cortante y el viento gélido azotándole en la cara.

 

Debía de haber estado gritando, porque momentos después la puerta de su habitación se abrió y rápidamente su madre se sentó a su lado.

 

Le contó a ella todo su sueño, mientras sollozaba en su falda. El corazón de Loki dolía. La mano de Frigga era suave contra su cabello.

 

Ella, pareció por un momento impresionada ante su relato y luego como si la comprensión hubiera alcanzado su rostro, sus ojos brillaron emocionados.

 

–Loki, no llores por favor, fue sólo un mal sueño. Nada ni nadie va a dañarte. Nunca más estarás solo, lo prometo. Aunque no me encuentre a tu lado, siempre voy a estar ahí para ti. Mi amor será tan grande que te alcanzará a donde quiera que estés, te acompañará  a donde quiera que vayas, incluso en tus momentos más oscuros.  Mi pequeño, te amo con toda mi alma, nunca olvides eso, pase lo que pase, nunca lo olvides–

 

Él le sonrió y luego ella frotó su espalda y secó su cara. 

 

Loki, nunca más volvió a soñar con desiertos de hielo de nuevo.

 

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Esto había pasado mucho tiempo atrás ¿Por qué lo recordaba ahora? 

 

Frigga... ¿Hace cuanto que no se permitía pensar en ella?

 

La pensó como si nada hubiera cambiado. La vio hermosa y valiente, con su eterna amabilidad y voluntad de acero.

 

Su madre… como la extrañaba….

 

Y luego lo encontró, ahí estaba, oculto dentro de alguno de los pliegues de su corazón. El cariño de su madre, lo había acompañado durante todo este tiempo, sólo que había sido muy ciego y obstinado como para haberse dado cuenta.   

 

Su pasaje mental de nuevo comenzó a cambiar…

  

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 Loki y Thor se habían escabullido nuevamente por uno de los terrenos del palacio. Se habían escapado, huyendo del resultado de una de las bromas que le habían jugado a su nuevo tutor.

 

Era una inocente, una pequeña travesura destinada a sacarlos del aburrimiento y del tedio que aquella lección había acarreado.

 

Una vez seguros, protegidos por el follaje del jardín, Loki volvió a revivir la broma, y Thor se reía, oh, cómo se reían los dos. Lo suficientemente fuerte como para hacer que su estómago doliera y sus ojos se aguaran con lágrimas.

 

Cuando las risas su hubieron agotado, cansados, se quedaron ahí por horas tendidos en el césped, solo disfrutando de la compañía del otro.

 

Un pájaro, llamó a lo lejos, con una canción larga y tintineante y la fragancia de las flores era un bálsamo suave y adormecedor. 

 

El tiempo perdió su significado y nada más en el mundo importó, excepto la presencia cálida de aquella figura a su lado. Loki se encontró inundado de aquella sensación de seguridad que la sola presencia de su hermano podía proveer, como si nada malo en el mundo pudiera tocarlo; como si cuando el estuviera presente, el mundo fuera un lugar inexpugnable, una fortaleza sin más peligros que el de ser descubiertos en una de las nuevas bromas que habían ideado. 

 

En ese estado de contentamiento, Thor había interrumpido el silencio.

 

–Nunca dudes del afecto que tengo por ti, hermano–Le había dicho de repente. 

 

Eso lo sacó de su sopor. Fue una frase tan súbita que Loki pensó la había imaginado. Pero cuando fijó la vista en su hermano, en sus ojos encontró un profundo pozo de cariño, una mirada con una intensidad que sabía estaba dedicada sólo a él.

 

Thor no dijo nada más. Debió de haber encontrado en Loki algo que lo complació, porque volvió a cerrar sus ojos y apoyó sus palmas en la nuca, mientras volvía a su letargo, tarareando de forma suave. 

 

A su lado, Loki se quedó congelado, sin saber que como reaccionar a este repentino desplante. No había una pizca de vergüenza en aquella frase y la sinceridad expresada le llegó como un rayo atravesando su pecho.

 

Sin saber que más hacer, volvió a acostarse en la hierba. En su mente, danzaba todavía la frase de su hermano.  

 

Thor le había dicho que no dudara de su afecto y Loki no lo hizo. En esa época, le había creído con todo el sentimiento cándido de la juventud y la confianza dada por una amistad todavía no teñida por el rencor.

 

Loki le había creído, y si era sincero consigo mismo, todavía lo hacía.

  

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Los recuerdos continuaron. Circulaban por su mente, como cuadros de sensaciones y colores pasando frente a sus ojos.

 

Estaban sin control, desbocados, como un desfile de imágenes, sin orden ni sentido. 

 

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Loki estaba sentado bajo un árbol, cerca del campo de entrenamiento del palacio. Miraba hacia un punto fijo, sin prestar atención a nada en específico. En su ceño, había un profundo surco y sus manos sostenían una rama que rompía, una y otra vez, aplicando en cada moción más fuerza de la que era verdaderamente necesaria. Varias otros restos de ramas estaban en el piso a su alrededor, ya pulverizadas, resultado de su efusivo ademán.

 

Dos meses faltaban para que pudiera alcanzar la mayoría de edad, lo que significaba que podría por fin ir a las mismas misiones a las que iba su hermano, las que antes le habían negado por ser muy “peligrosas”. Por eso, se había dado a la tarea de practicar, de volverse mejor. Quería acallar todas esas voces que lo llamaban “débil” a sus espaldas, les iba a demostrar a todos lo equivocado que estaban.

 

Esa tarde, había estado practicando con la espada. Sabía que era su punto débil, así que le había dedicado especial atención, entrenando y esforzándose para mejorar su técnica.

 

Sin embargo, su profesor, parecía molesto. Lo corrigió una y otra vez y le obligaba a repetir las mismas poses, sin darle si quiera una dirección clara a seguir.

 

La lección llegó a un punto álgido, cuando Loki le enfrentó, alegándole su incapacidad de enseñanza.

 

El profesor, pareciendo ofendido se negó a seguir impartiendo su clase. Cuando Loki demandó saber el por que de aquella decisión, él simplemente señaló, que alguien como Loki, con una contextura tan magra y poco muscular, tan diferente a los otros Æsir(1) de su edad, simplemente no contaba con lo necesario para aprender el arte de la espada.

 

Aquello había pasado en la tarde y ya era entrada la noche cuando Loki, todavía seguía en el campo de entrenamiento, sintiéndose enfurruñado y humillado. 

 

En medio de todo su resentimiento, su padre lo había hallado. Mirándolo un momento, sin preámbulos, le había entregado una pequeña daga engravada.

 

–Úsala bien–Le dijo –Recuerda que uno no elige las capacidades que la existencia ha predestinado para nosotros, pero si podemos escoger el cómo aprovechamos aquellos dones que ella ha decidido otorgarnos. Yo, sin lugar a dudas hijo mío, sé lo mucho que todavía tienes por entregar– 

 

Su padre se marchó como había llegado, de forma súbita y en silencio, sin embargo, su visita le había dejado algo mucho más importante que solamente la daga que ahora tenía en sus manos. Sonriendo, pasó sus dedos por el afilado filo y notó con su tacto las sutiles runas que decoraban su mango.

 

Loki, había practicado con aquella daga hasta volverse un experto, hasta que fue el mejor lanzador que Asgard hubiera visto. Pero siempre, en cada una de las batallas, llevaba aquella primera daga, empleándola como amuleto, como un talismán de buena suerte. Era un recordatorio de lo que su padre había dicho ese día, un recuerdo de que aún en un momento en el que se había sentido débil, alguien había creído que era fuerte. 

 

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Loki se sintió sobrecogido ¿Qué pasaba con su mente que precisamente en ese momento comenzaba a pensar en ellos? ¿De donde venían todos aquellos recuerdos? 

 

Era como si justo en ese mismo momento, se hubiera levantado un velo de odio sobre sus ojos y aquellas memorias que su rencor había decidido borrar, volvieron a resurgir desde un lugar oculto y polvoriento.

 

Nada era diferente y sin embargo todo. Loki sintió una sensación cálida, por todas partes. No había nada más que esta calidez, envolviéndolo por completo, surgiendo desde adentro.

 

–No los perdono– Loki se sintió obligado a constatar en un susurro.

 

Aún existían demasiados pensamientos oscuros y viejos recuerdos persiguiéndolo como para eso. Su mente, todavía no podía liberarse de los grilletes del resentimiento de las expectativas incumplidas, ni podía sanar de su alma toda aquella amarga desilusión. 

 

Sin embargo, también era consiente, que su familia no siempre le había traído dolor, lo malo no borraban todo lo bueno que alguna vez hubiera vivido con ellos. El odio, no implicaba que no pudiera recordar también el cariño que alguna vez hubiera tenido por ellos (el que todavía sentía.)

 

El dolor ardió en su pecho, pero su corazón estaba más liviano de lo que había estado en años.

 

Loki no los perdonaba, pero el futuro se veía un poco más brillante ahora. No los perdonaba, pero quizás lo haría, algún día.

 

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Minutos pasaron. Loki cerró sus ardientes ojos y se mantuvo muy quieto. Su respiración tambaleó y él solo se quedó ahí en completo silencio. 

 

A su lado, Tony despertando, estiró sus brazos en amplios gestos. Pero su moción se detuvo a medio camino al fijarse en la expresión de Loki. 

 

–¿Que sucede?– Le preguntó preocupado.

 

Y entonces como si se hubiera abierto una válvula, las palabras salieron a borbotones.

 

Loki, le contó todo. Relató toda la cadena de acontecimientos que lo habían llevado a estrellarse con la tierra y como nunca antes había hecho, se refirió a su caída y a su decisión de soltarse. 

 

Habló de lo que acababa de experimentar y rememoró a su familia, relatando esta vez, los buenos y malos momentos vividos. 

 

 Platicó de su pasado y de lo que pensó sería su futuro. De su antigua vida y de los muchos nudos que había dejado sin resolver. Todos aquellos anhelos incumplidos y sentimientos que se quedaron en el olvido. 

 

Habló de lo que quiso, todo el tiempo como en una especie de transe, una catarsis que no le permitió dejar nada adentro. 

 

Tony lo escuchó atento, sin interrumpir, presintiendo que aquel no era el momento para palabras. Algo en su interior, le dijo que Loki solo necesitaba que estuviera ahí para él, para ser escuchado, para ofrecer su presencia y apoyo.

 

Cuando Loki terminó su relato, dejó escapar una exhalación temblorosa. Una parte de él aliviado, una parte de él todavía doliente.

 

El hecho de repetir su historia, se sintió como si hubiera arrancando una punta de flecha que había estado enterrada en su pecho desde hacía mucho tiempo.

 

El aire suave flotaba sobre ellos y había un cómodo entendimiento. Ese silencio guardado sólo a aquellas personas que comparten una familiaridad íntima. Aquella confianza otorgada sólo a aquellos que poseen un vínculo profundo de amistad.

 

Tony, entonces, se inclinó hacia él, con la mirada fija. De forma lenta, extendió su mano y gentilmente, apartó el cabello de Loki como si fuera una cortina, colocándola detrás de su oreja. Al hacerlo, sus nudillos rozaron sus mejillas, y dejó que su mano permaneciera allí, en un gesto reconfortante.

 

Loki se puso rígido por un momento, pero luego, al sentir la calidez de aquella mano, su cuerpo se relajó bajo aquel toque suave.

 

Así que se quedaron inmóviles sobre la arena. Un calor nervioso se extendió a través de él, y sintió un revoloteo en su pecho, como una polilla golpeando sus alas contra un cristal. 

 

El cabello de Loki, largo y deshecho, ondulaba detrás de él con la brisa y el sol que brillaba imponente, a lo lejos, arrojaba destellos claros que se reflejaban en su hebras de color medianoche.

 

Las nubes arriba, de un gris moteado circulaban perezosas sobre el firmamento y una luz dura se proyectaba en largas sombras justo debajo de donde Loki y Tony estaban sentados.

 

De repente, Loki se sintió muy consiente de todo lo que le rodeaba, de la calma de la naturaleza y la presencia reconfortante del hombre a su lado. Dejó que los ruidos a su alrededor lo inundaran y se llenó de una sensación profunda y limpia de paz.

 

No pudo describir lo que sintió en ese momento. Un extraño sentimiento se deslizó por su espina. Al mismo tiempo era familiar y completamente desconocido para él. Le robó todos sus pensamientos e ideas, dejándolo perdido. No tenía idea de lo que le estaba pasando.

 

¿Qué emoción, en particular, lo estaba abrumando? Fue difícil de discernir.

 

Solo sabía que había sido atrapado por una profunda melancolía, tan grande como el vasto paisaje que se extendía ante ellos.

 

Sus ojos tropezaron con los de Tony y luego se encontró paralizado, atrapado en la profundidad de aquellas insondables pupilas marrones. 

 

Solo con el sonido del viento para llenar el silencio,  Loki perdió la noción de cuánto tiempo había pasado, permaneció clavado, como cautivado por algún tipo de encanto.

 

 Hubo un momento, un lapso muy fugaz de algo, en el que Loki sintió un deseo profundo, una especie de arrebato, un anhelo que a pesar de tratar, no pudo darle nombre. 

 

Pero luego, como una sombra posándose sobre él, aquel deseo fue opacado por un miedo paralizante. Sintió temor de sus propios pensamientos, de ver lo que se encontraba en las profundidades de su corazón. Se percibió pequeño e indefenso ante un sentimiento tan complejo e intenso que pensó, de haberse entregado a él, hubiera sido consumido por completo.

 

Loki entonces, desvió la mirada de aquellos ojos brillantes, y el hechizo se rompió.

 

Tony parpadeó también, como sacudiéndose de su trance y luego bajó la mano de su mejilla. 

 

Mil palabras brillaron en el interior de Loki, pero ninguna llegó a pasar de sus labios.

 

–Gracias– Dijo Tony de pronto, adelantándosele. 

 

–¿Por qué?– Preguntó Loki confundido.

 

–Por confiar en mí– Y luego, un latido más tarde, agregó –Por ser mi amigo–

 

–No es nada…– Dijo Loki un tanto incómodo.

 

–Para mí, es mucho más que nada– Le dijo Tony.

 

Cerca de allí, las plantaciones se agitaron suavemente con una brisa pasajera.

 

Cuando Loki habló, fue apenas más que un susurro –Para mi también–

 

Notas finales:

Un nuevo capítulo ¡Espero que les haya gustado!

 

En este capítulo, quería expresar que a veces el odio nos ciega de ciertos sentimientos y hace falta un poco de paz y distancia para ver las cosas bajo otra luz. El hecho de estar en la tierra, le ha permitido a Loki sanar ciertas heridas y así, poder ver a su familia de otra manera. 

 

Con esto, no quiero negar todas las injusticias o marginación  que Loki pudo haber vivido, pero me es difícil de creer que hayan habido solo momentos malos. Creo que la familia de Loki está llena de áreas grises y eso es lo que quise retratar. 

 

Espero haber sido capaz de expresarlo bien ¿Qué opinan?

 

¡Que estén bien! Como siempre, cualquier comentario es bienvenido. :)


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