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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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El gigante se fue de bruces contra el suelo, con la respiración a mil por hora y el sudor corriendo por su cuerpo azul.

Apenas pudo apoyar las manos e intentar acomodar su rostro ahora lastimado. De manera borrosa veía el bao saliendo de sus labios, sus jadeos constantes eran lo único que se escuchaba en aquella oscura cámara.

Cerró los ojos con fuerza, sentía espasmos por todo el cuerpo.

-¿Qué fue lo que viste? - Resonó una voz al final de la cámara. 

De manera gutural, con un gruñido por debajo, se alzó un gigante. Su aspecto más bien era violáceo y mantenía una pierna vendada. Dio un par de zancadas hasta llegar al que estaba hecho ovillo sobre el suelo.

-¿Qué fue lo que viste? - Repitió con palpable desesperación.

-Mi señor, espere a que se recupere, la salida del cuerpo del príncipe Býlestir debió haber sido muy agotador para el príncipe Helblindi.- Habló una voz más pausada, un anciano ayudó a que el hijo menor de Laufey se sentara finalmente. 

Echó la cabeza hacía atrás.

-Esto te sentará bien.- Habló con cierto tono siniestro. Le acercó a los labios un pequeño recipiente con agua. 

Helblindi negó una vez que el líquido pasó por su garganta pero el anciano le jaló de la cabeza calva para hacerle beber el resto.

-Si, es agua salada, pero te ayudará ahora que has perdido mucha energía.

Con gesto de desagrado el joven pudo recobrar la compostura en pocos instantes, sabía horrible, pero el agua le había echo bien.

-¿Y bien? - Volvió a cuestionar el rey de Jötunheim.

-Es... Býlestir... No sé que ha... estado haciendo... pero... parece que se ha... ganado la confianza de todos.

Laufey sonrió y enseñó los dientes como amenaza. Con esa respuesta fue suficiente para obtener tiempo y recobrarse. Dos gigantes más se acercaron y lo alzaron con los brazos tras las espaldas de ambos.

-Será mejor que el príncipe descanse. Pronto estará en condiciones de decirnos más.- Decía el anciano.

Cuando se dieron media vuelta, Helblindi replicó:

-¡Lygar!

Laufey, que le daba la espalda solo giró levemente la cabeza, esperando alguna otra cosa.

-Está planeando su traición... Se va a unir... Con el bastardo aesir... En algo... llamado el Samband.

Los ojos rojos crisparon de furia, y la sonrisa que antes había aparecido se transformó en el ceño fruncido más pronunciado, gruñó dando un golpe al aire que provocó que una poderosa ráfaga de viento apagase el fuego. El anciano, en la oscuridad, pidió a los pajes que se llevaran al príncipe en total cautela.

-Vamos, vamos.- Susurraba animándolos a seguir aunque tuviesen miedo de la reprimenda del rey.

El rey permaneció en su sitio, exhalando aire violentamente. Tras unos instantes más se dio la media vuelta y caminó con pesados pasos. El anciano le esperaba al final del largo pasillo, este logró detenerle su paso.

-¡Mi señor, sea prudente! Su cuerpo...

Quiso señalar el hombro cubierto de vendas, aunque se veían manchadas de una sangre que parecía incluso negruzca en vez de roja. 

-Recuerde la maldición, no puede generarse más heridas.- Añadió.

Laufey frunció el ceño.

-Todo estará bien, tengo un excelente peón.- Sonrió con malicia. 

Continuó su camino y en los ecos de los largos y gélidos muros del palacio se movió. Viendo cómo todos se inclinaban a su paso y exhalaban el miedo que inundaba sus cuerpos. No le importó en regresar el saludo. 

Seguido de cerca por el viejo jötun llegó finalmente hasta una puerta reforzada a diferencia de las demás. Con pernos y largos brazos metálicos. Un gran candado y puzzle se colocaba poderoso justo en medio del portal.

Estiró su brazo y con una mueca de dolor, hizo que el brazo que tenía las heridas mortales en el hombro se convirtiese en una extremidad completa de hielo macizo.

Introdujo pues, su brazo dentro del candado y lo giró. Él mismo era la llave para esa puerta, así se aseguraba que nadie más intentaría robar ese preciado tesoro, tan preciado como maldito.

Las puertas crujieron con dolor, con premura cayeron algunos pedazos del techo, como si la entrada hiriese el gran palacio. Tras largos segundos se abrieron. 

-Venga conmigo.- Habló y el viejo tras de él entró con incluso un ademán de temor. Lo que guardaba esa cámara era algo digno de paralizarse. La cámara completa estaba iluminada por un resplandor. No era ninguna fuente de luz natural. Era aquél mismo artefacto que brillaba por si solo. Suspendido en el aire.

Ambos, rey y viejo se miraron de reojo.

-¿Esta usted seguro? 

No obtuvo respuesta.

-¿La hora ha llegado?

Laufey asintió mientras tomaba entre sus manos el manejo total de su arma más poderosa.

-Con esto y con el cofre de los antiguos inviernos... Lo lograremos, Asgard... Y los demás reinos, se inclinarán ante nosotros.

Sus dientes prístinos brillaron con maldad, con la verdadera mueca de la agresividad, de la depravación y perversidad.

Ahora, el reloj de arena que hacía mucho había comenzado a derramar su contenido, ahora temblaba. El final, estaba cerca.

 Mientras tanto, uno de los primeros peones, se movía en las sombras, por los hilos de hielo.

-Mira, está teniendo de nuevo ataques.- Dijo un guardia y señaló al pobre hombre que se retorcía en una cama astillada y con el relleno regado por todo el suelo. El pobre diablo poseía una larga barba y cabellos alborotados que destilaban la poca cordura que poseía.

-¡MI CABEZA! - Gritaba una y otra vez. No había medicina o magia que le quitase aquello que él rogaba se le diera: paz.

Comenzó a golpearse a sí mismo.

-¡SAL DE MI CABEZA!  - Volvía a gritar y espuma salía de su boca.

-¿Tendrá caso que avisemos?

-No, es un peligro si alguien entra estando él en ese estado, será mejor esperar a que pase.- Resolvió uno de los dos. 

Pero el extraño comportamiento no fue disminuyendo, a tal grado que los gritos podían ser audibles, pasillos a lo lejos. 

-Esto no parece querer controlarse más, tenemos que informar al rey Odín.- Aseguró el guardia de dorada armadura y se echó a correr, por entre las mazmorras, y subió las escaleras que bajo sus peldaños escondían la primera parte de la venganza de los Jötnar.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Una mano reposaba sobre la espalda desnuda del joven. Tenían los cabellos alborotados, enredados en las sábanas habían dejado escapar risas sonoras mientras el tiempo se iba lentamente de sus manos, sin importarles otra cosa que la compañía mutua.

-...yo no sabía qué hacer, tenía a Mjölnir en la mano, los pantalones de Fandral en la otra, Sif me estaba gritando desde quien sabe donde y Volstagg solo dormía la siesta sobre la comida desparramada. No, no, definitivamente no vuelvo a ir a esos sitios de los midgardianos.- Su cubría el rostro recordando esos momentos de una lejana juventud.

Loki seguía con una risa contenida escuchando uno de los tantos relatos de Thor. Las mejillas le ardían de tanto sonreír y aún así, no deseaba dejar de hacerlo.

-¿Hace cuanto que no vas a visitar a los midgardianos?

-Realmente llevo muy poco sin verlos, unos mil años, mil quinientos. Seguro que todavía recuerdan todas esas borracheras.- Y volvían a soltar la risa entre ellos.

Thor estaba sentado en la cama mientras Loki, envuelto en las sedosas sábanas estaba recostado escuchando a su amado. Le miraba divertido. No había dicha mayor en esos momentos.

Entre una y otra charla tonta se acariciaban. Loki acariciaba los brazos del moreno, esos mismos que lo estrecharon toda la noche y Thor le quitaba los rebeldes mechones del rostro, ese rostro que vio complacido mientras sollozaba, gemía y rogaba por más. 

El rubio solo se estiró y alcanzó unas cuantas frutillas que habían ido a dejar los pajes por órdenes.

-No podemos vivir de frutas.- Decía Loki llevándose una fresa a los labios. El rojizo fruto le dejaba los labios colorados y este miraba con recelo al príncipe.

-¿Con qué provocando a tu prometido, eh?

Y se lanzaba cazador a sus labios para ser engullido por los brazos y revolcarse una vez más en el lecho mullido que les hizo compartir el calor. Entre risas y suspiros continuaron la mañana que para ellos prometía ser eterna, deseaban que lo fuera, en verdad que si, pero, tratos son tratos.

Llamaron a la puerta.

-Ahora no.- Respondió Thor alzándose antes de que una mano lo tomase del cuello y lo regresase a terminar el trabajo de continuar recorriendo su cuerpo una vez más.

Nuevamente llamaron. Thor gruñó e ignoró la interrupción. Una última vez tocaron y este se alzó. Antes de gritarle a quien quiera que fuese el que estaba del otro lado de la puerta una voz femenina sonó.

-Se solicita su presencia con los reyes, igualmente al joven Loki.

¿Joven Loki? ¿tan rápido su nombre sonaría en los pasillos?

Se miraron incrédulos.

-La ceremonia del Samband está por comenzar.- Añadió la voz y no dijo nada más.

El jötun disfrazado se volvió más pálido.

-¿Qué? ¿Tan pronto? ¿No hay que esperar algo más? No sé un sancristan, ni siquiera sé que debo hacer.

Thor en cambio irradiaba luz como si la felicidad se volviese energía luminica.

-¡Maravilloso! Es posible que antes de que acabe el día, ¡seamos esposos!

Le tomó del rostro y le depositó un beso fuerte en la boca. Loki no podía ni siquiera cerrar los ojos. ¿Abandonar tan pronto la maldita nación que lo vio nacer? ¿borrar su pasado para construir un futuro a lado del príncipe? ¿era eso posible? ¿tan sencillo como sonaba?

Se quedó callado. 

"No existe ni siquiera magia tan poderosa como para hacer eso de un abrir y cerrar de ojos" se dijo internamente. Pero Thor estaba tan feliz brincando de un lado a otro, que no le quedó remedio que cubrir su rostro con una sonrisa nerviosa.

-Quiero hablar con Aren.- Dijo. Thor le miró sin borrar la sonrisa.

-Oh, claro. Debes darle la buena noticia, se desmayó antes de que continuase la fiesta.- Decía el rubio. Loki se precipitó casi sobre él.

-¿Cómo que se desmayó? ¿está él bien?

El príncipe le tomó de las manos.

-Paraíso mío, calma. No es momento de que te agobies, en ese momento Fandral y los demás se lo llevaron escaleras arriba probablemente ahora mismo este siendo cuidado por Liv. Podrás hablar con él más tarde, de momento será mejor que nos hagan traer ropas más decorosas.- Decía esto con una sonrisa picarona. La ropa yacía arrugada, tirada en el suelo y una que otra con una rasgadura. Thor a veces se impacienta con los cierres.

Loki intentó sonreír. Esperaba que nada raro saliese de los labios de un enfermo Aren. Durante su convalecencia anterior había estado pronunciado nombres que no debían jamás ser pronunciados fuera de Jötunheim.

-¿Estás bien, paraíso?- Le llamó Thor acariciando su mejilla. Loki sonrió.

-¿Paraíso? ¿Te refieres a lo que sientes por mí o a mi cuerpo?- ladinamente se contoneaba con la ligera sábana cubriendo su vientre bajo.

Thor rió por lo bajo.

-Un poquito de esto, un poquito de aquello.- Sonreía.

Rieron una vez más y se arrojaron juntos a llenarse otra vez de acaricias, al menos hasta que llegasen los nuevos atavíos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La cabeza le daba vueltas, sentía como si aún recostado su mundo completo se volviese turbulento y sórdido. Poco a poco, durante la noche fue recobrando un poco de calma, no pudo soñar, pero por lo menos pudo dormir un poco más tranquilo.

En esos momentos, la luz entraba de lleno sobre él, ardiendo su piel bajo las sábanas que de pronto se volvieron incómodas. Intentó removerse, pero había estado sudando y se sentía pegado como mosca a la miel. Jadeó un poco y en vez de su voz parecía un ronco sonido. De modo tenue volvía la consciencia a su ser. Abrió los ojos pero todavía veía borroso.

 Intentó incorporarse pero unas manos lo detuvieron.

-Será mejor que permanezcas recostado, podrías marearte demasiado y tal vez vomitar.

-¿Liv?-Preguntó Aren, antes de poder decir algo más su vista finalmente se volvió nítida y la miró a ella a la orilla de la cama.

No respondió, en vez de eso, le golpeó el rostro con un paño húmedo que colocó en la frente, el golpe le hizo volver a la cama. Gimió de dolor mientras se removía y tomaba la toalla aún aferrada a su frente.

-¿Por qué hiciste eso? - preguntaba con molestia.

Liv no respondió. Recogió algunas pequeñas tacitas de porcelana, en ellas había vertido algunos medicamentos herbolarios.

-Te repondrás en una media hora cuando mucho, será mejor que tomes toda el agua que te dejé.- Tomó con la bandeja las cosas que habían sido usadas y se levantó. Antes de poder dar un paso, Aren la tomó de la muñeca.

-¡espera, por favor! - Exclamó con las pocas fuerzas que iba recobrando.

Ella no quería verlo de frente, se limitó a mirarlo por el rabillo del ojo.

-Yo... sé que estás enojada, tienes todo el derecho. Me comporté como un idiota.- Intentaba explicar. No estaba seguro de cómo hacerlo, simplemente no podía decirle que en realidad se trataba de su hermano gemelo malvado, cielos, incluso describiéndolo así sonaba mal.

Nuevamente no obtuvo respuesta, pero por lo menos ella no parecía querer irse. Permaneció de pie.

-¿Solo eso? 

Aren no pudo articular palabra alguna.

-No tienes idea de lo mal que me hiciste sentir, esperaba que fuera un tiempo especial para nosotros... ¡y lo arruinaste!

Se giró al gritarle esto último. Aren notó en los ojos de Liv unas pequeñas bolsas bajo de estos. Había estado llorando. Él sabía que no había manera de explicarle lo que había pasado, simplemente tendría que aceptar los errores de otra persona.

-Lo... Lo siento mucho.- Bajó la voz y la soltó, tal vez no era momento de pedirle que se quedara.

-Algo más pareció apoderarse de mi y no medí las consecuencias. En verdad lo siento.

La jaqueca desaparecía y poco a poco sentía como el estómago estaba haciendo ruido bajo sus ropajes. Tenía unas ganas inmensas de tomarla y estrecharla entre sus brazos, decirle una y otra vez que ese patán no era él, que jamás se atrevería a hacerle daño. 

Percibió el aroma de la sal, cuando alzó la mirada, vio los caudales de lágrimas que salían de sus ojos. Sus manos parecían temblar y la bandeja hacía su peculiar ruido. Aren se levantó lo mejor que pudo, le quitó de las manos aquello que cargaba. Liv dejó caer su rollizo cuerpo en la orilla de la cama y sollozaba quedamente.

¿Qué pasaba por su mente? Aren deseaba saberlo, intentar saber qué sinsabor le dejó esa experiencia, tal vez así, a partir del dolor podría ayudarla. Porque a final de cuentas, él funcionaba así, así fue criado, a medir las experiencias por el dolor. Aunque había nacido en cuna de oro a diferencia de Lygar, aunque era el mayor de los gemelos, aunque él era...

Aún con todo eso, no se sentía lo suficiente capaz de poder saber qué sentía ella, qué era esa emoción que le hacía sonreír, bailar y soñar con él. ¿Cómo medir el amor cuando solo se ha conocido la soledad, reglas y milicia?  Se preguntó cómo podría consolarla. 

Con delicadeza se acercó a ella lentamente y posó su mano sobre la cabeza de ésta. Sin saber cómo, finalmente una parte verdadera de Aren, no, de Býlestir salió a la luz:

-Primero moriría antes de hacerte daño, Liv. Jamás permitiré que algo así vuelva a suceder.

Seguían bajando las lágrimas por sus rechonchas mejillas. Mirándolo de ese modo, dejó escapar un sollozo pronunciado y se echó a los brazos de Aren. 

Sin palabras necesarias, él acarició su cabello, hasta que ésta dejase de llorar. Casi cayendo en un sueño reparador, alzó la mirada para verse reflejada en el brillo de los ojos verdes del joven.

-¿Te sientes mejor? - Preguntó dulcemente.

-Contigo aquí, ya estoy más que bien.

Compartieron una pequeña risa. Quietos y estrechados percibieron la ansiedad en sus cuerpos que se iba acumulando. Liv se sonrojó cuando notó el mismo brillo en los ojos de él.

-Tal vez debas descansar más.

Ni siquiera intentó moverse, no era necesario. Él la tomó de los hombros y sin romper la conexión de sus ojos, le besó con infinita ternura. 

-Quédate... Por favor.

Su voz a diferencia de momentos antes salió aterciopelada, cargada de muchos sentires que nadie había sabido explicarle.  Liv sonrió y antes de entregarse de nuevo a su amado, solo dijo:

-Deja que cierre las cortinas.- Así lo hizo.

Prendados de lo que no pudieron hacer ni vivir en la fiesta asgardiana, Liv se metió bajo las cobijas cuales niños se miraron, se acariciaron y al igual que las noches pasadas... Se entregaron con calma y deseo.

-No te presiones de más.

-Ahora mismo, estoy completamente curado de esa horrible resaca. Ven.

Tomó su mano y acoplándose como un guante al cuerpo desnudo de ella se llamaron por sus nombres con misma pasión y ¿por qué no? amor, amor que Aren conocía por primera vez y no sabía a quien más entregárselo. No se veía con nadie más que con ella y así lo hicieron.

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El largo pasillo y el eco de sus pasos hizo que los cabellos de la nuca se le erizaran. Pronto sintió el apretón de manos de su acompañante.

-Calma, todo estará bien.- Susurró Thor intentando transmitirle la calma necesaria.

Finalmente se detuvieron, ante una alta y estrecha puerta de color dorado. Ahí esperarían hasta que la audiencia del otro lado los llamase. Permanecieron callados. La mirada puesta en el suelo y los pies nerviosos del príncipe. Había tomado una decisión tal vez un poco precipitada pero eso no quería decir que no deseaba con inmenso fervor el resultado. 

El joven a su lado, cubierto de silencio y misterios era con quien había alcanzado algo más allá de un contacto físico. Pudo sentir desde el instante mismo en que lo vio, que algo había entre ellos. Una conexión, una chispa divina que residía en ambos y que solo estaba allí, esperando que ellos se encontrasen para poder aparecer. 

Quería hacerlo lo más duradero posible, de la mejor manera para poder atesorar esos recuerdos, pero...

Recordó la imagen de la mujer en medio de la nieve, la hamingja que le había profetizado terribles sucesos bélicos que sacudirían a todos los reinos.  

"Esos sucesos, están próximos a suceder, no se ha detenido su curso pero aún no es momento de que usted enfrente a los Jötnar"

Sus palabras sonaban agridulces, deseaba saber más, no sentirse a ciegas como ahora. Como era tanta la incertidumbre, Thor tomó una decisión que para muchos fue precipitada, pero que vio necesaria.

Si Loki se casaba con él, cualquier cosa que pasara en los reinos, Loki sería protegido por todo Asgard y por los aliados de éste. La unión que propuso le daba la protección necesaria en cualquier caso necesario. Por mantener a salvo a la persona que amaba, estaba dispuesto a dar un gran paso. Pues el perderlo era algo que ni siquiera quería pensar.

Lo miró nuevamente por el rabillo del ojo, a su lado, inconsciente de todo el peligro que se avecinaba. 

Curiosamente, ambos pensaban lo mismo.

"El lío en el que te he metido" recitaban en sus mentes. Eran dos tontos peones de una batalla que ni siquiera sabían que ya estaban combatiendo. Thor regresó la mirada a la puerta dorada ante ellos. Ahora. Estaba a la espera de que la ceremonia se llevase a cabo. 

Thor carraspeó.

-Ten fe, esto puede parecer un poco apabullante pero, sé que podrás hacerlo.

-No sé ni siquiera lo que tendré que hacer.- Añadió tajante, Thor se desanimó.

-Pero... Si tu eres la recompensa... Sea lo que sea, lo haré.

Compartieron una mirada renovada, ambos eran unos mentirosos. 

De pronto la gran puerta crujió y lentamente se abrió. Thor fue el primero en dar un paso y una rápida mirada a su acompañante hizo que Loki se apresurara a estar a su lado. Por un largo pasillo recorrieron la misma sala que había tenido a todo Asgard lleno de júbilo.

Ahora que no había demasiada gente, Loki pudo notar lo espaciosa que era la sala real. En medio del sitio, un palco se abría a la derecha del rey. Cerca de veinte personas les miraron llegar con fingido recato. En el trono, Odín y su esposa y reina Frigga.

Temió, por un momento, un frío inusual comenzaba a brotar de sus pies. 

"Contrólate"

Entre las miradas inquisitivas, supo distinguir a Syn, quien junto con su padre los recibía a ambos con una sonrisa. Al menos aquello era reconfortante. Una vez terminado el camino de pulcro marfil quedaron en silencio e hicieron una reverencia permaneciendo de rodillas.

Odín de pie se acercó con su lanza en mano.

-Bienvenidos somos todos, a la celebración de esta grata y antigua costumbre que por milenios nos ha acompañado hasta nuestros días. No únicamente a Asgard sino a todo el cosmos conocido. La unión entre las naciones siempre debe ser equilibrada para poder sobrevivir.

Guardó silencio unos momentos.

-La unión, es lo que hace que preservemos nuestra esencia, en nuestros futuros hijos, súbditos y nuevas costumbres. 

Algunos del palco, asentían solemnemente.

-La unión debe comenzar por una intención, y debe ser compartida de uno a dos, de dos a cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho...

-Cariño.- Llamó Frigga. Odín carraspeó regresando en sí.

-Es por ello, que plantados aquí, con su lealtad, su compromiso y humildad, serán puestos a prueba para demostrar que lo que los unió a ustedes, también puede ayudar a unificar los reinos, puesto que jamás concederemos a aquellos que busquen diezmar el sagrado equilibrio de las cosas.

Invariablemente Loki sintió una daga atravesar su máscara.

-Thor, toma tu lugar, por favor.- Dijo Odín. El mencionado tardó un poco en levantarse, suspiró y reverencio de nuevo para unirse al grupo de su madre y el rey Vanir con su hija. 

-Loki de Alfheim.- Pronunció Odín.

-Levántate. 

Y así lo hizo, intentó ser cortés y con un pequeño contacto de miradas hacia el rey regresó su mirada al suelo.

-Nuestro consejo entero, no se compone por las riquezas acumuladas de Asgard. - Dijo señalando al grupo que esperaba detrás suyo. 

-Todos ellos, han dado honor, libertad, voz y miles cosas que nos han forjado como nación independiente y fuerte. Entre ellos hay guerreros, hay doncellas que por comunidades casi perdieron la vida, jóvenes que perdieron todo para poder darle a la patria todo lo que tenían. Y también...

Se acercó un poco al palco, en una esquina, había una pareja de ancianos. Loki supo distinguirlos, los había visto danzar en la fiesta celebrada.

-Ellos, que son los más antiguos de mi pueblo, que han estado antes de que yo tomara posesión del trono, ellos serán los ojos y oídos del pueblo. Tan importantes como la lanza en mi mano, serán todos ellos los que verán que seas digno de estar en la balanza que prolongue la paz que tanto se merece el cosmos.

Hinchados de orgullo, permanecieron en silencio. Odín se alejó y esta vez llegó el rey Vanir. Le sonrió a Loki, éste no estaba tan seguro de poder corresponderle el gesto pero al menos lo intento aunque fuese una extraña mueca.

-Yo fungiré como testigo y como tu padrino.- Susurraba como queriendo mantener una conversación íntima. El chico asintió comprendiendo.

-La ceremonia de Samband, es un recorrido simbólico por los nueve reinos del Yggdrasil. En donde demostrarás tu sabiduría y fuerza en nueve pruebas que tendrán como finalidad el saber si eres capaz de lidiar con los posibles problemas y situaciones políticas de los nueve reinos, aunque te unas con Asgard no significará que seas insensible a los otro ocho reinos.

Guardó silencio mientras unos sirvientes traían un gran recipiente con forma de concha de mar y puesto en el suelo fue llenada con agua.

-Aunque sean ilusiones, deberás ser lo más realista con tu toma de decisiones, de ello podremos saber si podrás unirte con el príncipe de Asgard. Comenzaremos pues, con tu nación natal.

Tembló un poco.

-Alfheim, por supuesto.- Dijo Vanir con soltura.

Se colocó delante del gran recipiente de agua. Cerró los ojos y comenzó a recitar antiguos conjuros mientras sus brazos parecían trazar extrañas figuras en el aire. De pronto una fuerte ráfaga le hizo cubrirse de repente.

-¿Qué pasa?-Se dijo. Tuvo que cubrir sus ojos mientras se le alborotaban los cabellos. Sintiendo su cuerpo ser arrastrado por una humedad y un torrente de salvaje viento. Apenas pudo apartar un poco sus puños de los ojos cuando escuchó el crujir de las ramas de los árboles.

Pudo finalmente darse cuenta de que todo el sitio había cambiado. Las aves trinaban a lo lejos y la hojarasca bajo él que crujía con su caminar.

-¿Cómo es posible que este yo aquí? - Tardó unos segundos en comprender que todo aquello, era una ilusión.

Claro, el agua que habían traído la habían usado para crear un escenario fantástico. En ese lugar debería encontrar su primera prueba. Se irguió, caminó un poco entre el follaje. ¿Qué se suponía que debía encontrar?

De pronto escuchó un quejar bastante peculiar. Sin problemas supo identificar el sonido que provenía cercano. Entre las espesas hojas, pudo ver atrapado bajo un arbusto un pequeño ciervo de color ocre.

Era una cría. Chillaba de dolor. Loki se percató de que tenía una pata lastimada y de la cual brotaba sangre de manera constante. Por un momento pensó en ignorar aquello y alejarse, no debía perder el tiempo en esas cosas tan insulsas. Probablemente tendría que estar buscando algún palacio, algún monarca que le pusiera la verdadera prueba.

Apartándose un poco, volvió a gemir, pidiendo atención y clamando por ayuda. ¿Dejarlo morir solo? Se trataba de una simple distracción, pero algo más que eso le carcomía la consciencia en esos momentos.

¿Dejarlo moribundo en un solitario lugar? ¿Llevar dolor hasta en sus últimos momentos? 

Sintiéndose reflejado en esa situación, no pudo dar un paso más. El animal seguía gimiendo y berreando por lo que llegase primero, vida o muerte.

Sin que pudiese preverlo notó como brillaba un objeto cercano al animal. Loki se acercó y lo tomó en sus manos.

-Un cuchillo.

El metal entre sus dedos se veían limpio y afilado. Listo para cortar lo que fuese que en su camino estuviese. Relució un poco más y sintió sobre él la mirada del animal moribundo. En sus cristalinos y grandes ojos veía el cansancio y la desesperación que lo embargaba.

¿Morir con rapidez? Era lo más sensato. Incluso el animal parecía pedirlo. La misma fuerza en sus ojos rogaba por una pronta decisión.

Y sin embargo, con rapidez una idea llegó a su mente.

¿Qué propósito tendría en morir? ¿Realmente el nacer y el morir están siempre llevados en el azar? Se lamentaba sentirse identificado con esa escena. Un pequeño niño que pudo ser destruido fácilmente por las manos de su padre y dejar este mundo sin rastro alguno. 

Acalló su mente y acercó ambas manos a la pata herida. Cerró los ojos un poco y susurrando un conjuro de sus manos brotó cual agua una calurosa estela de luz verde, cubrió la herida y tras unos segundos ya no había herida visible.

Loki lo miró, el animal giraba la cabeza como extrañado y se olfateó así mismo. Una vez dándose cuenta de que ya no sentía dolor se puso de pie y antes de que pudiera advertirlo se echó correr bosque dentro. 

Sonrió de medio lado, no esperaba recibir un "gracias" pero verlo alejarse le dio una sensación de tranquilidad. En eso, una nueva ventisca violenta lo sacudió y cubriéndose otra vez fue recibido por varios aplausos. Descubriéndose, se encontró de nuevo en la sala del trono de Asgard. La ilusión había acabado. ¿Había acabado la prueba? 

Cosquilleos en su espalda lo dejaron intranquilo. Fue recibido de nuevo por el rey Vanir.

-No se podía esperar menos de un habitante de Alfheim.- Dijo. 

Fue cuando comprendió que aquél acto, había sido la prueba en sí misma. Sintió una cama recorrerlo.

-Milenios atrás, existía una única raza. Pronto comenzaron a dispersarse, a querer conquistar todas las tierras y con ello, diferencias fueron apareciendo. Cuando en un inicio compartíamos los mismos conocimientos, nos ramificamos para abarcar todavía más de lo que podíamos saber. Mientras los Vanir estamos encargados de la protección del saber, de la naturaleza y vida en su forma intangible, los elfos nacieron para proteger esos mismos elementos en su forma tangible. En los ecosistemas, la fauna y la flora. Por ello, haz demostrado tener el temple de un protector de lo tangible.

Vanir hizo una leve reverencia.

-Siguiente prueba; ahora nos moveremos a Vanaheim, de donde es tu padrino.

Sonrió con un dejo de diversión y nuevamente las ilusiones continuaron. Thor sonreía orgulloso y así, continuaron las pruebas.

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La espada se blandió y cuando se deslizó salió cubierta en carmín. Solo se escuchó un gruñido de dolor y el soldado cayó con su poderosa armadura mancillada. 

-A-avisen... al... rey.- Masculló con las pocas fuerzas que quedaban.

Cuando quedó inconsciente y desagrándose solo se escuchaba la respiración agitada del hombre ante él. El asesino de aquél caballero se movió tambaleante con la espada en su mano, se movió entre los pasillos y a momentos tomaba su cabeza y se quejaba de un dolor. 

-Basta, por favor.

Cumple con el destino que te he impuesto .- Escuchaba dentro de él.

Sus ojos brillaron, y como recobrando fuerzas subió las escaleras a paso seguro, se abriría camino para ser peón de la desgracia que llegaría a Asgard. Solo unos pisos más y estaría fuera. Una vez allí, sería quien diera bienvenida a los enemigos.

-Debo llegar al Byfrost, debo llegar al Byfrost, debo llegar al Byfros...-Repetía con un hilo de voz hasta que la oscuridad de aquella prisión lo engulló. Detrás de él, la celda que una vez había estado sellada, mostraba un inmenso agujero y de este, corría la nieve y el hielo. Los autores de aquél ataque, estaban en un reino lejano.

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Se removió un poco entre las sábanas.

-Arriba dormilón.- Hablaron a su lado.

Los cabellos negros alborotados y los ojos verdes la saludaron.

-Hola, luna mía.- Le dijo Aren antes de hundir su rostro en el cuello desnudo de ella. Llevaban en cama un buen rato, prodigándose caricias y besos. El sol había comenzado a declinar poco a poco. A su lado, había una bandeja cubierta de bocadillos diversos.

-Tus habilidades culinarias son lo mejor que he probado en este mundo.- Agregaba. Liv sonrió mientras lo abrazaba con ternura.

-Aprendí durante el tiempo que estuve en Midgard, era necesario que supiera cómo sobrevivir.

-¿Cómo era allá? - Preguntaba curioso.

Liv se llevó una dedo al mentón, meditando su respuesta.

-Bueno... Estuve cerca de unos 800 años con ellos, fue bastante interesante, al principio no paraban de moverse por la tierra media.  Cuando encontraban un sitio con comida, simplemente tomaban lo que necesitasen y se marchaban. 

Aren se llevaba un dulce a la boca y escuchaba atentamente.

-Luego comencé junto con otros más sabios de Vanaheim y Alfheim a intentar mostrarles los beneficios de cosechar sus propios alimentos. Solamente así, permanecieron en un sitio por más tiempo que antes. Además de eso, fuimos testigos de todas las costumbres que fueron creando, los midgardianos no son tan distintos de nosotros. Tal vez solo son un poco más lentos, torpes y efímeros pero en esencia somos muy parecidos.

Sonreía recordando.

-Tenían costumbres para dar entierro a sus familiares, para recibir una nueva vida, para agradecer lo que la tierra les prodigaba. Incluso...

Se sonrojó, su cabello se tornó color rosa. Cubrió su rostro con un poco de la sábana que ya cubría su desnudez. El joven a su lado esperó a que hablará y la miraba con inocencia.

-También, gustaban de celebrar la unión de dos personas.

El sonrojo se propagó en las mejillas de él también, quedaron callados por un momento. Luego de eso, él se acercó más a ella y la abrazó de la cintura.

-¿Te gustaría hacer alguno de esos... rituales?- Escondió su rostro en el pecho de Liv. 

El aire parecía faltar en aquellos segundos. Se quedó muda. ¿Estaba haciendo una proposición Aren enredó sus dedos entre los cabellos de Liv que se tornaron azules.

-¿Estás bien?- Preguntó ante el repentino cambio y la miró más pálida que nunca.

-Sam...band.- Murmuró.

-Creí que eso solo era para la realeza.- Añadió Aren quien se puso nervioso.

-Olvidé que hoy... era el Samband de Thor y Loki.- Con un hilo de voz se llevó la mano a la boca.

Aren palideció.

-¿¡ERA HOY!? - Gritó. Se levantó sin pudor alguno paseándose desnudo.

Las ropas parecían volar de un lado al otro.

-Aquí está tu ropa.

-¡Espera, ese es mío!

-¿Traía puesto esto?

-Eso es una funda de almohada.

Liv fue la primera en quedar lista. 

-Aren, tengo que apresurarme. Quiero estar ahí para cuando ellos estén listos. Loki necesitará mucho de tu apoyo también.

-¡Lo sé, pero no encuentro mi otro zapato! Adelántate tu, enseguida te alcanzo.- Dijo cuando hacía volar las sábanas en busca de su otra bota café.

Liv asintió y salió corriendo de la habitación.

Par de enamorados, par de despistados. Mientras ella corría, sonreía.

"Quiero que esta felicidad, también la sientas tu, Thor" Pensaba y sus pasos con eco se perdieron en el palacio.

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Los aplausos continuaron por un lapso más. Syn que observaba de cerca tenía en su rostro una amplia sonrisa, por el rabillo del ojo vio a Thor con las mejillas hinchadas y el rostro con un leve sudor, parecía estar tan nervioso.

-Bien hecho, Loki. Tu sapiencia ha sido tu mejor arma en los acertijos de Vanaheim, demostraste tu valor y a la vez tu compasión en las tierras de los elfos negros, la paciencia en las tierras candentes de Muspelheim, el temple del silencio en tierras de Nilfheim y tu humildad y sensatez en las tierras desprovistas de vida del Hel. 

-Sobretodo en Midgard, no es fácil tratar con los de la tierra media.- Añadió uno de los nobles de la corte. Conforme las pruebas habían avanzado poco a poco la mirada que le prodigaban iba transformándose de la arrogancia que podían sentir hasta el respeto que merecía las proezas del joven desconocido que había robado el corazón del príncipe as.

Por otra parte, Loki tenía la endemoniada sensación de la deshonestidad, una vez que había librado su primera prueba en Alfheim supuso y previó con cautela que cada una de aquellas ilusiones pondría en prueba los valores, morales y cuantos más para dar un resultado. Sentía que los estaba engañando. Aún así, continuó puesto que cada vez que la ilusión desaparecía lo primero que buscaba en aquél publico eran los ojos azules de Thor. Había sido una gran parte de su decisión de continuar con todo ese teatro, con tal de olvidar su origen y verse aceptado en los brazos de él.

-La siguiente prueba, será en Jötunheim.

La sola palabra le hizo girar la cabeza con total sorpresa.

-Si bien es cierto que hace mucho que no sabemos de ellos, siguen siendo parte de nuestro universo y fuente de nuestro presente, en las tierras gélidas ellos fueron los primeros en ordenar todos los conocimientos obtenidos a través de los milenios y enseñaron a las generaciones siguientes a sobrevivir y a conquistar. Aunque hayan decaído en el salvajismo, no podemos olvidarnos que la gran fuente del conocimiento que fue custodiada por Mímir, el gigante.

Loki sintió un pequeño punzón en la sien al escuchar ese nombre.

-¿Estás bien? - Preguntó Vanir. 

-Si, estoy bien. No ha sido nada.- Mintió.

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Mientras tanto Aren continuaba buscando por toda la habitación el zapato desaparecido. Se asomó debajo de la cama pero no lo encontraba. 

-¿Dónde diablos puede estar un zapato?- Se rascaba la cabeza. Ciertamente sintió un pequeño malestar en ese instante.

-Vaya resaca.- Se dijo así mismo.

Pero el mareo se intensificó más pronto que después. Tambaleándose apenas llegó a la orilla de la cama donde se tumbó.

-¿Qué me está pasando? - Con los ojos cerrados buscaba encontrar la vertical y poder estar en posición estable. 

Tal vez la adrenalina de buscar su ropa había sido demasiado para alguien que había sido ultrajado de su ser, embotado en otro cuerpo y dejado en el olvido fingiendo una resaca. Se relamió los labios tratando de apagar el saber insípido en su lengua.

Býlestir

Abrió los ojos de golpe, sintió como la sangre le corría desde los pies hasta la cabeza. Agitado se golpeó con el puño las sienes.

No hace falta que luches, yo también estoy muy cansado por la conexión anterior.

La voz sonaba cansada, era Helblindi, probablemente también estaba sufriendo los mismos síntomas que él. Aren se puso de pie y cayó de nalgas al instante.

-No, fuera. ¡Fuera! - Se removió en su sitio tapándose los oídos como si eso acallase la voz que en realidad estaba en su cabeza. Apretó los dientes y rogó porque ese episodio acabase pronto.

No te preocupes, no estoy aquí para manipular tu cuerpo, no tengo la misma fuerza que la última vez. Sin embargo, si tendrás que hacer algo muy sencillo, por mí, por padre y por la nación gélida de Jötunheim.

Aren se levantó de golpe y caminó golpeándose con las paredes.

Seguramente Lygar cree que nos ha vencido y que se ha librado del castigo por su falta grave. Su deserción será pagada a un alto costo. Tú, próximo rey de Jötunheim tendrás que cobrar la venganza que se debe.

-¡NO, NO, DEJA EN PAZ A LOKI! 

¿Loki, eh? Parece que está muy metido en su papel. Abre tu mano, hermano.

Controlado por su hermano gemelo malvado Aren miró anonadado lo que en su mano se movía.

Si, lo que estas viendo son semillas de bellatropnier, la misma que usamos para asesinar a aquél anciano elfo. Será suficiente para hacer desaparecer del mapa a ese traidor. No te preocupes, no dejará rastro y ningún as dudará de ti. Aunque lo hicieran, ya no tendrán tiempo para enjuiciarte.

Aren se derrumbó con la mano apretada. Tenía que deshacerse de aquella hierba asesina.

Es inútil hermano, nuestro padre ha tomado las precauciones debidas, hoy mismo ese malnacido, morirá.

Fikir llevaba un buen rato escuchando los golpes dentro de la habitación. ¿Estará bien el joven Aren? Tal vez era prudente que entrase para cerciorarse de ello.

Tomó el pomo en sus manos, pero antes de poder girarlo la puerta se abrió de golpe. Dio una especie de chillido.

-¿Fikir? -Preguntó Aren.

-L-lo lamento mi señor. Creí haber oído ruidos extraños y quería saber si estaba bien.-  El joven de verdes ojos sonrió.

-Estoy de maravilla. Vamos, ¿podrías llevarme a donde se está llevando la ceremonia de mi hermano?

El chico asintió y con un ademán de respeto le señaló el camino. Un destello apareció en los ojos de Aren, una pizca de malicia que no era propia de él.

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Como las veces anteriores, la ilusión terminó. Sin embargo, en vez de aplausos y comentarios de júbilo la sala se llenó de un silencio sepulcral. A momentos osaban mirarse los unos a los otros con suma extrañeza.

Loki volvió a sentir aquél nerviosismo en el estómago. ¿Lo había hecho mal? La prueba de Jötunheim, se produjo en las inmediaciones de las tierras gélidas de dicho sitio, de pronto, una silueta misteriosa se arrojó sobre el joven.

Había caído a la nieve y antes de poder levantarse vio una hilera de filosos colmillos que se abrían amenazantes ante él.

-Un snjó köttur.- Había pronunciado en susurro.

Una bestia felina de blanca existencia con poderosas y filosas garras y dientes del mismo modo que una infinita sed de sangre. Era oriundo de aquellas tierras, particularmente en manadas este espécimen se mostraba solitario en medio de un escenario de día cuando en realidad son nocturnos.

Pelear con el, sería absurdo. No cualquiera vence a un snjó köttur sin las armas necesarias. Ahora mismo aquél peligroso animal se arrojaba sobre él, Loki apenas podía eludirlo. 

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Matarlo? ¿Ahuyentarlo? Nada había en el campo de batalla que le fuese útil.

Fuera de la ilusión Thor tenía los dedos apretados contra el trono donde estaba. Todos los espectadores veían en el espejo de agua lo que ocurría. Él mismo se había enfrentado a esas bestias y casi muere a mano de ellas.

Cuando estuvo a punto de ser devorado, una luz verdosa salió de sus manos. Su fulgor fue volviéndose incandescente, pasando por el verde, el azul, rojo y finalmente amarillo. 

Los ojos del felino se cerraron ante la sorpresa pero detuvo su ataque. Loki se dio cuenta de que lo hizo sin pensarlo demasiado, él, siendo un domador natural de las bestias de Jötunheim sabía que aquellos animales sentían una atracción por las relucientes luces. Es por ello que eran nocturnos, era cuando las estrellas y auroras boreales salían y prácticamente se volvían dóciles.

El animal soltó una especie de gruñido y tras rodear la centella en manos del joven, se acercó tanto que se terminó tumbando cerca de él. La cabeza enorme se repegaba contra su pierna, en busca de calor y de contacto. Loki, llevado por la emoción de haberlo logrado, le prodigó unas caricias en el lomo.

Todo aquél espectáculo había causado la conmoción que se vivía en esos instantes.

Loki finalmente pudo hablar.

-¿He fallado?

Vanir le miró extrañado y nadie podía decir nada, ni siquiera cuchicheaban. Pasaron así unos segundos y Odín fue quien tomó la palabra.

-Loki. 

El mencionado le miró.

-Aunque sean 'pruebas' o 'misiones' como quieras llamarlas. No existe una única respuesta correcta a cada una de ellas. El fin de las cosas es saber resolverlas, ¿cómo? eso es algo que te tocaba descubrir.

Vanir se adelantó.

-Simplemente por las circunstancias en las que te encontrabas, creímos que terminaría de otra manera. Eso no quiere decir que has errado, felicidades.

Intentó ser lo más directo posible para alejarse de la muda atmósfera que se había formado. Tras una cortina de silencio se llenó de nuevo júbilo la sala. Thor, quién se había puesto de pie dio unas zancadas intentando llegar a su prometido.

-Ah, ah, ah.- Dijo divertida Syn.

-Todavía no, príncipe. Espere un poco más.- Decía ella. Los amantes separados a un escaso metro se miraron de reojo y sonrieron.

Odín nuevamente habló:

-¡Joven Loki, haz demostrado tener la entereza, valentía, temple y sabiduría que se requiere para ser uno con la armonía de los nueve reinos! Ahora... Tu última prueba.

Tragó saliva ruidosamente. El rey y Dios se acercó y con una sonrisa cálida habló dulcemente.

-Tu última prueba, será demostrar que tu vínculo con mi hijo es sincero y que prometes adorarlo y protegerlo por cuanto tiempo permanezcas aquí.

Varias sonrisas se abrieron en silencio. Syn se mordía el labio emocionada, Thor estaba sonrojado en su puesto y Liv (quién había llegado hace poco) tomaba el brazo de su primo emocionada.

-Ante de eso, tomemos un receso, debes estar cansado por tan arduas tareas.- Añadió el rey y todos se pusieron de pie. Thor quería arrojarse a su amado, pero fue interceptado por su madre.

-Vamos, ahora te toca a ti prepararte.- Decía con dulzura y lo escoltó lejos de allí, el rubio quiso mirar una última vez a su prometido pero tuvo que salir de la sala.

Llegaron sirvientes con copas rebosantes de vino, algunos bocadillos y demás dulces, la sala se llenó de aromas exquisitos y especias.

Liv corrió hasta Loki y se arrojó en sus brazos. El chico que no estaba demasiado acostumbrado a las muestras de afecto logró en último momento estrecharla entre sus brazos.

-¡Muchas felicidades, Loki! Finalmente has llegado a la prueba final.- Decía cogiéndole de las manos, el joven le sonrió con verdadera emoción. Tomaron un par de platos y caminaron al balcón más cercano. Desde aquella altura, se podía ver los dorados caminos de Asgard, el aire salado y cómo las estatuas de oro de antiguos guerreros y reyes brillaba por la luz de un sol que ya estaba por esconderse pronto.

-¿Cómo te sientes? - Preguntó ella. 

El guardó silencio por un momento.

-No lo sé. Intento pensar en las palabras adecuadas, pero nada parece lo suficientemente bueno como para expresarlo.

Liv sonrió.

-Entonces es amor verdadero.- Suspiró y el joven se coloreó.

-Cuando es así, es porque no hay nada que explicar ni preguntar, solo sentir.- Suspiraba y miraba el mismo paisaje. Pronto las estrellas brillarían más que nunca.

-Liv, ¿puedo preguntarte algo y serás sincera?

-Por supuesto.- Respondió.

-¿Qué se supone que esperaban los demás en la prueba de Jötunheim?

La sonrisa dispuesta a contestar todo se esfumó en un momento. Pensó con detenimiento las palabras. 

-A decir verdad, no sé si estás enterado de todo la situación que hay en Asgard sobre los gigantes y todo el misterio que ellos guardan. De momento nadie sabe de ellos, pero, si tuviese que darte un juicio en base a las relaciones que existían antes de que ellos desaparecieran, es que eran muy hostiles.

La miraba de reojo.

-Las predisposiciones de los demás pueblo para con los Jötnar eran meramente bélicas. Así que creo que al haberte enfrentado a un temible monstruo de por allá, lo más lógico era que acabaras con él.

Llegó una respuesta.

-¿Es como siempre habrán de reaccionar los demás? ¿destruir a todo gigante que se llegue a aparecer?

Liv era una dulce chica, una regordeta princesa que demostraba mucha compasión por toda alma viviente del mismo modo que tenía el coraje para enfrentarse a lo que fuese necesario, pero las preguntas tajantes de aquél tema, no eran fáciles de tratar.

-No sabría decirte cuál es la respuesta correcta, Loki. Como bien dijo el rey Vanir, no existe un único camino. Tal vez, tampoco exista una única reacción para cuando nos enfrentemos a ellos. Yo en lo personal no podría decirte que los asesinaría en cuanto los viese, del mismo modo que tampoco podría abrirles las puertas de mi reino con toda la hospitalidad posible. 

-Tal vez sería mejor considerar que hay más caminos, Liv. Así como tu lo haces. Tal vez la guerra con Jötunheim acabaría con ello.- Sonrió de medio lado y ella le respondió.

Se quedaron en un agradable silencio compartiendo miradas y alguno que otro comentario insulso, hasta que de pronto un golpe en la espalda de él le hizo girarse.

-¡Felicidades, hermano! - Decía Aren feliz.

-¿Por qué te has tardado tanto? - Preguntó Liv con la boca llena.

-No encontraba mi zapato.- Respondió rascándose la cabeza con desvergüenza.

Loki alzó la ceja.

-Veo que ustedes ya se adelantaron a la celebración de mi boda.- Liv se sonrojó violentamente y el cabello que era rubio se volvió rojo.

Después de eso, ninguna palabra coherente salía de los labios de ambos, habían sido descubiertos de la manera más vergonzosa posible. Loki sonreía por lo bajo.

-O vamos grandulón, tu no te quedarás atrás está noche, ¿o si?

El mayor no quiso girar la mirada hacía su hermano. La sonora carcajada de Aren llegó a oídos de alguien que no lo había dejado de ver desde que entro a la sala. 

Syn tenía sus verdes ojos puestos firmemente sobre él y la forma en que lo escrudiñaba no era del todo feliz. Le pidió un permiso a su padre y se alejó del bullicio de la sala. 

-Iré por un poco de vino.- Balbuceó Liv para alejarse de la extraña escena que se había montado. Fue entonces que apaciguadas las risas, Aren recargó su espalda en el balcón junto a su hermano. En silencio aguardaron unos momentos hasta que el menor le dio un leve golpecito en el brazo y susurró:

-¿Estás seguro de lo que estás haciendo? -Había un universo más allá de esa simplona pregunta. Loki fulminante con sus ojos intentó hacerle ver que no era el mejor de los momentos o lugares para tal cuestionamiento. 

-Lo dices como si fuera yo el único que ha hecho cosas que están fuera de sí.- Fue su respuesta. 

Sonrió Aren.

-Lo sé, sé que no soy nadie para criticarte y créeme que no es lo que quise decir, es solo que... nada será igual después de que unas a ellos.

Con un movimiento de cabeza quiso apuntar a todos los nobles que aguardaban en la sala. Loki arqueó una ceja.

-¿Te irás?

Y aunque se recriminó por ello, también lanzó esa pregunta con un trasfondo. Su hermano menor no contestó.

-Creí que era yo el más dubitativo. En un momento creí que serías tu el más interesado en quedarte. Aún en contra de todo.

Los ojos verdes del menor regresaron la vista y vio a Liv volver con tres tarros de vino fresco. Con una sonrisa chispeante le dijo.

-Hagas lo que hagas. Yo te apoyaré, hermano. Si quieres quedarte, entonces yo me quedaré contigo.

Antes de que Liv le entregase su respectivo bebraje, Aren tomó el recipiente y miró a Loki.

-Yo estaré contigo, en el final.- Y ante la mirada atónita de su hermano, lo abrazó. No abrazaba únicamente a Loki, abrazaba a quien en verdad se escondía en esa piel, a Lygar. Con un poco de retraso pero le regresó el afectuoso gesto. Cerró los ojos mientras el gran cuerpo de su hermano menor lo estrechaba. La chica contempló la escena con ternura.

Se separaron y bebieron. Antes de que Aren se terminase el vino, vio correr el líquido fresco por la garganta de Loki.

-¡Venid, venid nuevamente, por favor! - Alzó los brazos Odín y todos comenzaron a congregarse nuevamente. El prometido del príncipe dejó a un lado el tarro y se encaminó de nuevo. Se lo había tomado todo. 

Aren se alejó del bullicio sin que nadie lo percibiera. Antes de poder entrar en los extensos pasillos una mano le cubrió los ojos y lo tomaron de la espalda.

-¿Qué hac--

No pudo terminar la frase, intentó desprenderse del agarre pero antes de poder ejercer fuerza una estela de luz verde entró por sus ojos en forma de serpientes color verde. No hizo sonido alguno, solo la chica que lo tenía agasajado cerró los ojos con fuerza mientras corrían las gotas de sudor por su frente. Tras unos segundos Aren se desmayó.

-Pobre chico, siendo controlado de esta manera.- Se decía.

Syn se aseguró de que no quedara a la vista y lo escondió detrás de un gran pilar. Tendría que averiguar qué hacer una vez que la ceremonia acabase, pero tuvo un terrible presentimiento. Las imágenes que había visto a través de los ojos del chico, no eran sino escenas de una terrible predicción.

Perdió fuerzas en sus piernas y cayó sobre una rodilla con la respiración agitada. Se limpió el sudor de la sien.

-Ya están aquí.- Susurró con el poco valor que tuvo e intentando acomodarse el ropaje y el semblante, salió de nuevo. 

-Despertarás pronto.- Añadió y se alejó a paso seguro a unos pasos de su padre quien la recibió con una ceja arqueada.

Guardar silencio del terrible destino que se cernía sobre los ases. La noche se hizo presente. Odín finalmente con su lanza en mano y sus dos cuervos en el hombro. Las grandes cortinas que flanqueaban los balcones fueron cerrados, quedando todos en plena oscuridad. En mitad de aquél oscuro mar, dos místicas esferas aparecieron. Eran las manos de Vanir que se movían con delicadeza, se desprendieron del hechicero y llenaron de luz tenue al alumbrar una por una las antorchas que rodeaban la gran sala.

El crispar de las llamas fue lo único que se podía interponer en aquella atmósfera. Loki permanecía en medio de todos ellos, con el nervio bajo la planta de sus pies pero la felicidad en sus labios curvos. Esperaba, quieto y extasiado.

Odín a paso lento se detuvo y habló:

-He aquí la última prueba de que eres digno de ser un pilar del gran equilibrio de todo el cosmos.

Abriendo su pecho y extiendo su brazo sublime, dio aviso a los guardias. Las puertas del pasillo principal se abrieron de par en par. Los ojos verdes del joven se abrieron en marcada sorpresa. La silueta desdibujada por la larga sombra que provocaba el fuego de las antorchas. Con porte elegante, se quedó en el portal unos momentos más y con seguridad los pasos comenzaron a escucharse. La imagen vívida de un príncipe de cuentos y de batallas épicas entraba por aquella puerta. Su cabello rubio recogido bajo el casco plateado que llevaba dos alas a los lados. Los ojos azules que le brillaban cual estrella y la sonrisa que se colocó en sus labios. 

Ondeando su capa roja y con el casco reluciente se colocó a pasos de su prometido. Loki no supo en que momento sentía la boca seca, debía ser porque llevaba rato con ella abierta. Parpadeó varias veces y sorprendido, sonrojado y enamorado hinchó el pecho al recibir a aquél por quien había caído en extraños sentimientos. ¿Quién hubiera pensado que las cosas se tornarían así?

Thor estiró ambas manos, sin pensarlo demasiado y sin quitarle los ojos de encima, Loki le tomó con suma delicadeza, temiendo que la perfecta escena fuese solo una ilusión más del rey Vanir. El calor corrió por sus dedos. Era real.

-Thor. Haz esperado hasta el final, deseando que pueda decir estas palabras, pero no debes pensar que lo que voy a decirte es fácil. Antes que nada, eres resultado de un largo linaje de guerreros, de batallas milenarias y honores innumerables.- Explicaba Odín.

-Thor, hijo de Odín, príncipe y heredero al trono de Asgard. ¿Aceptas a este hombre delante tuyo para protegerlo en todo momento de su vida, en la situación más difícil e inimaginable? ¿Aceptas cuidar de tu pueblo bajo la mirada afectuosa y la vasta sabiduría demostrada por este joven? 

Guardó silencio.

-Dame tu respuesta, Thor.

-Acepto.

De las manos de Thor comenzaron a brotar pequeños y delgados rayos, como si fuesen pequeños hilos luminosos, rodearon las manos del rubio y en constante movimiento se quedaron allí. Esta vez el padre de todo se dirigió a Loki.

-Loki, nieto de Egil, protegido del reino de Alfheim. ¿Aceptas a este hombre delante tuy para protegerlo en todo momento de su vida, en la situación más difícil e inimaginable? ¿Aceptas cuidar al pueblo del que ahora eres parte bajo una mirada afectuosa, humilde y compasiva, de tomar las decisiones con tu nuevo rey y saber seguirlas?

Quería soltar el aire contenido en su pecho. Como si las palabras se agolpasen en sus labios, buscaban salir.

De sus manos, salieron pequeños copos de nieve, astillas de hielo, pero de esto, nadie se percató, pues cuando Loki abrió sus labios para finalmente formar parte de su nuevo corazón, de su nuevo pueblo y olvidarse de su pasado, éste le hizo recordar que jamás podría dejar de ser quien es.

En vez de palabras y emoción, sus labios soltaron una terrible bocanada de aire acompañada de sangre que manchó el suelo.

-¡LOKI!- Gritó el príncipe y le intentó atrapar en los brazos antes de que se desmayase.

-N-no... no... me siento...b-bien.- Balbuceo mientras sus labios seguían expulsando el líquido carmín.- El rubio intentó levantarlo pero no pudo, puesto que el cuerpo del joven desapareció. Después volvió a aparecer, metros a lo lejos, con la mirada perdida y la tez pálida.

-¿Qué está pasando? - Decían todos con preocupante semblante. La luminosidad regresó a la sala. Thor se acercó corriendo a él pero no pudo tomarlo puesto que nuevamente volvió a desaparecer.

-¿A dónde se fue? 

-¿Qué ha sido eso?

-¿Ese chico se puede teletransportar?

Pero no era momento de aquellas preguntas, Loki desaparecía y se volvía visible en varias partes de la sala, cada vez con el semblante más descompuesto, la mancha de sangre que salía de sus labios fue creciendo. Estaba disperso, chocaba con todo aquello que en su camino estuviese.

-¡Atrápenlo! 

Los guardias intentaron tomarlo para enseguida llevarlo a las cámaras de recuperación y sanación pero era imposible. El joven seguía desaparecieron y apareciendo cada vez más lejos. 

Cuando las impresiones y los gritos aumentaron otro chico fue despertando poco a poco de su dolor de cabeza.

-¿Qué me sucedió? - Se preguntó Aren, pero no tuvo tiempo de poder descubrirlo, escuchó los gritos y se asomó por detrás del pilar. La escena terrible de su hermano convulsionando en el suelo, luego desaparecía y regresaba cerca del balcón.

Liv se llevó las manos a la boca con suma impresión. Corrió pronto intentando atrapar a su amigo, pero esta vez al desaparecer, ya no volvió.

-¡LOKI!- Gritó esta vez su hermano menor, pero ya era tarde, el chico había desaparecido. 

No apareció en ningún momento. Odín tomó la lanza y golpeando el suelo, se abrió el gran portal del Hlidskjalf, el trono donde él podía ver todo y a todos. El sitio en medio desdibujó toda serie de escenarios.

-¡VAMOS, MALDITA SEA!- Exigió el príncipe.

Casi como una orden, la imagen se abrió de nuevo, Loki estaba tambaleándose en una de las grandes ojivas de las torres del palacio. Para que se den una idea, estaba en la zona más alta de todo el castillo del padre de todo.

Thor estiró el brazo y Mjölnir no tardó en aparecer, lo giró con potencia y desesperación. Salió volando por el gran balcón. El único modo de llegar, era volando y lo haría, cueste lo que cueste.

Aren impasible fue asaltado por Liv.

-¡Tenemos que alcanzarlos! 

No pudo decir algo más, pues ella lo tomó de la mano y mientras corrían para llegar a la parte más alta, Aren sintió como el torrente de recuerdos lo golpeaba con rudeza.

"Las semillas tóxicas que me dio Helblindi... Las puse dentro de la bebida de Loki"

Los ojos le dieron escozor.

"Si algo le pasa... Será mi culpa."

-¿...cabalgar?

-¿Qué? - Preguntó de nuevo Aren.

-¿Sabes cabalgar? 

-No.

Mientras algunos salieron en tropel para intentar resolver la situación, varios guardias entraron de manera agitada y se fueron directamente sobre el rey.

- Rey... Tenemos malas noticias.- Dijo en voz baja el portavoz, aún así sonaba bastante agitado.

-¿Qué sucede? - Respondió, incluso Frigga se acercó ante la aura misteriosa de su esposo.

-Escapó.- Habló el guardia de manera lúgubre.

-Sin decir nombre alguno la ceja blanca del rey se alzó.

-¿Hace cuanto?

-Tememos desde hace unas horas, lamentablemente escapó asesinando a dos de los hombres a cargo, pero... lo más desconcertante fue el método que usó.

El rey tragó por lo bajo, miró de reojo, los nobles habían comenzado a comentar lejanos de lo sucedido. Odín dio unas cuantas órdenes, llevar a los nobles de vuelta a casa, Vanir fue solicitado y finalmente pospuso la ceremonia.

-¿Qué pasa, padre de todo? - Preguntó Vanir.

-Algo que debí decirte desde hace mucho.- Le respondió y ambos salieron de la sala. Syn miraba con los ojos cargados de todo el conocimiento y verdad de aquellas escenas, Frigga desapareció en busca de las brujas que podrían cuidar al irascible joven que había caído en una extraña ansiedad.

-¿Puedo ayudar? - preguntó la hija del rey vanir con sus ojos verdes muy abiertos.

-Toda ayuda, será bienvenida.- Y las mujeres partieron a velocidad hacía las cámaras de recuperación.

Cuando Aren y Liv salieron de la sala, corrieron unos cuantos escalones pisos abajo y casi cayendo en tropel abrieron la puerta que daba a las caballerizas. Había dispuesta toda una mesa, repleta de deliciosos platillos. Sif estaba terminando unas flores, mientras Hogun traía más y más comida.

-Deja de comerte la cena.- Puntualizó Fandral a Volstagg. En ello la guerrera se percató de la entrada de Liv y Aren.

-¡Eh, chicos! ¿Ya ha acabado la ceremonia? ¡Tenemos toda la noche para festejar! - Decía señalando la cena, pero no tuvo la atención requerida, Liv se arrojó a tomar uno de los caballos alados, eran las monturas que usaban los guardias del cielo.

-¿Qué pasa? - Preguntó Fandral.

-Loki está en problemas.- Fue lo único que pudo decir y los guerreros se levantaron.

-¿Dónde? - Preguntó Volstagg.

-Está en la ojiva del ala norte.

-¡¿QUÉ?! ¿¡Cómo diablos ha podido llegar hasta ahí?!

El animal que había sido sacado de su reposo relinchó, Liv le acarició el lomo y como buena cuidadora de la fauna, el caballo se apaciguó. A pesar de su baja estatura logró subir con destreza.

-Ven.- Le extendió el brazo a Aren y este sin pensarlo montó detrás de ella.

-Por favor, vigilen desde el tierra. La altura y el precario estado de Loki es una combinación fatal.- Hizo hincapié en ello y emprendió el vuelo. Relinchando se olvidaron de la celebración y tomaron partido en aquella extraña situación.

Aren sentía el frío golpe del aire en su rostro. Además de ello, tenía la sensación de un inmenso agujero en su pecho, había hecho algo, pero no recordaba cómo fue qué lo hizo. ¿Cómo pudo envenenar a su hermano mayor?

-No te preocupes, estará bien.- Fue sacado de sus cavilaciones cuando escuchó la voz de Liv. Intentó aferrarse a la esperanza que ella le daba y esperó a que ascendieran lo más pronto posible antes de que algo malo pasara.

Mientras tanto...

Sus pies retumbaron en la cúspide del gran palacio, buscó con la mirada al desaparecido. Lo vio, caminando sin reparo ni cuidado por las orillas del lugar.

-¡Loki! - le llamó, pero no hizo caso. Conforme se fue acercando escuchó como balbuceaba palabras sin sentido, debía estar teniendo alucinaciones.

El joven de pronto giró sobre sus talones y aunque podía ver  a Thor no tenía poder sobre sus sentidos y no podía enfocarlo.

-Aléjate. No me hagas daño.- Decía.

-No, amor, soy yo, Thor. - Pero negaba violentamente con la cabeza y se frotaba los laterales. Sus pulcros cabellos negros ahora estaban bastante alborotados.

-Mi cabeza me está matando.

El rubio estiró el brazo.

-Lo sé, sé que debes estar confundido, toma mi mano, podremos curarte. Solo acércate.

Tenía la tez pálida. La sangre parecía haber cesado de brotar, solo llevaba un rastro negruzco en su ropa y la comisura de sus labios. Le miraba desconociéndolo, se retorcía de un dolor punzante tal vez en su estómago, no dejaba de llevarse las manos a esa parte de su cuerpo.

-¿Te duele el estómago? 

No obtuvo respuesta, Loki cayó de rodillas. Comenzó a toser. De pronto, su cuerpo mismo hizo unas arcadas, con las pupilas dilatadas terminó vomitando algo de color sangre.

Thor se apresuró y le colocó la mano en la espalda.

-Está bien, calma, ya ha salido de tu cuerpo seguramente. - Le dio unas palmadas tras de sí, un par de arcadas más y el veneno había salido de su cuerpo. ¿Cómo? Falacias del destino quizás.

-Tengo que llevarte a donde están las cámaras de sanación.

Una parte de la poca razón que tenía en aquellos momento afloró en la mente de Loki, tomar rumbo a ese sitio significaba una única cosa: tendrían que examinar su ser y con ello, descubrir su verdadera naturaleza.

-¡No, no puedo ir! - Gritó poniéndose de pie, Thor hizo lo mismo intentando estar cerca porque seguía teniendo un pésimo equilibrio.

-¡Thor! - Liv gritó a lo lejos. El caballo alado permanecía suspendido en el aire.

-No puedo dejarte así como así, tenemos que revisar que lo que sea que esté en tu cuerpo.- Regresó la mirada al joven.

-¡No deben ver en mi interior, no pueden, no deben!

-¿De qué estas hablando?

-¡Aléjate, si ellos buscan en mi interior descubrirán el monstruo que soy! ¡Aquél con el que asustan a los niños que no quieren dormir!

Aren se percató del horrible rumbo que estaba tomando aquella escena de falta de raciocinio.

-Loki no tiene sentido lo que estás di-

-¡Cállate! ¿No te das cuenta de que soy tu enemigo?

Era demasiado.

-¡Thor, debe ser el ataque, está teniendo alucinaciones! - Le aseguró la chica en el caballo. En eso Aren notó una sensación peculiar en la yema de sus dedos que le resultó lejanamente familiar. Sus dedos parecían estar volviéndose azules.

Abrió los ojos con impresión. Regresó la vista a Loki, estaba totalmente fuera de sí, estaba perdiendo control sobre su propio conjuro de ilusión, si esto seguía así iba a terminar exponiéndose frente a la persona menos indicada.

-No te estoy entendiendo.

-Yo soy...

Sus dedos se movieron rápido como el viento y bajo los pies de su hermano mayor apareció una fina capa de hielo que fue sumamente resbaladizo. Loki perdió el norte y estando tan alto no pudo reaccionar. Fue como si todo hubiese ocurrido en cámara lenta.

Cayó de la zona más alta del castillo, al vacío y tal vez a una muerte segura.

-¡Liv!- Gritó Aren y se arrojó al vacío.

Un grito de ella y de Thor retumbó en los oídos de todos. En la engullidora caída, Aren logró tomar a Loki entre sus brazos.

-Estaré contigo siempre, hermano. - Asumió su culpa en esos momentos y le estrechó fuertemente.

Todavía llevado por el seso desecho Loki no respondió, pero seguía con los ojos puestos en aquél que se alejaba conforme caían, en los ojos azules que le miraron con verdadera preocupación. Ahora solo podía ver algunos mechones negros de Aren, quien oprimía su pecho. 

Los hermanos, se habían arrojado juntos a la terrible desdicha de una muerte sin gloria.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Claro, eso sucedería en alguna novela de Bukowski con mucho alcohol de por medio. Sin embargo, no fue el caso.

Mientras en su mente se repetía una y otra vez aquellas palabras y regresaba a contemplar esos ojos, sabía que había librado la muerte que tanto ansiaba por enésima vez. 

Frunció el ceño, sentía una extraña ligereza en su cuerpo. Como si estuviese flotando. Había una sensación en especial que llevaba embargándolo cada cierto tiempo. Sentía como algo lo tomaba de un brazo y lo recorría desde el hombro hasta la palma de la mano. Lo volvía a sentir en su cuello y bajando por su espalda.

Hizo un quejido, intentando protestar, la sensación se detuvo. Sin embargo, poco después escuchó a lo lejos el eco profundo de una voz que lo llamaba.

¿Quién era?

Un tamborileo le hizo volver a emitir un quejido, ¿qué diablos pasaba con su boca? ¿por qué no podía hablar de manera normal?

-¿Loki?

La voz tomó forma y el nombre que entró a sus oídos le hizo dar un respingo.

Con mucha dificultad abrió primero un ojo, después el otro, a su alrededor no podía ver nada más que borrosidad, objetos desdibujados y de momento le dio vueltas la cabeza.

-Aquí estoy, no temas.- Como si de un bebé se tratase le sostuvieron desde la nuca.

-¿Dónde estoy?

-En la tina de tus aposentos.- Le respondió con ternura. El sonido del agua poco a poco fue cobrando presencia.

Otra vez aquella sensación que le recorría las extremidades.

-Solo estoy dándote un poco de tacto, para que puedas recobrar un poco de movilidad.- Explicaba.

-No tienes que esforzarte de más, paraíso.

-¿Thor?

Y con más dificultad giró su vista, podía ver el celeste de sus ojos y el brillo de sus cabellos, pero tardó bastante en poderlo ver nitidamente.

-Hola.- Lo saludó y le besó la frente.

No pudo reaccionar enseguida. Apenas volvió la vista al agua de color violáceo. Algunas ramas atadas con hilo flotaban y otras más permanecían en el fondo. Había un aroma dulce pero a la vez penetrante en el aire.

-Deberías agradecer a Syn, fue ella quien ideó el baño especial. No creímos que fuese necesario después de que pasaras por las cámaras de recuperación pero-

Giró su cabeza de manera más rápido de lo que podía y se mareó. Thor lo tomó de la nuca.

-Wow, calma. No es necesario que te pongas así, de cualquiera manera saliste excelente en el examen que te hicieron.

-¿Cómo? - Preguntó desconcertado. Era imposible que haya pasado por la mirada de las brujas de asgard y que éstas no se hubiesen dado cuenta de la verdadera criatura que era.

-Si, creímos que había sido algo ajeno a lo que sucedió pero saliste en excelente condiciones, probablemente había sido demasiado para tu cuerpo el haber estado en las ilusiones del rey Vanir. Incluso él se mostró apenado por éste hecho.

Olía a gato encerrado. Regresó la vista al agua, de pronto algo le llamó la atención, estaba desnudo. Se coloreó. Cuando Thor notó esto rió por lo bajo.

-No hay de que preocuparse, paraíso. Solo yo he tenido la dicha de verte así. Syn dedujo que sería mejor dejarte descansar y preparó el agua para ti, pero me dejó a cargo de todo.

Llevaba una esponja en la mano, así que era eso lo que venía sintiendo desde hace un buen rato.

-Estaba intentando remojar las demás partes de tu cuerpo fuera del agua, para que pudieras absorber lo más posible de la magia de Syn.

-¿La magia de Syn?

-Si, nos sorprendió a todos. Aunque, hablando de sorpresas... Tu no te quedas atrás.

La mirada inquisitiva del príncipe le puso la piel de gallina. Esperó a que dijese algo.

-No sabía que eras capaz de manipular tu presencia y desaparecer y aparecer en otros lados.- Decía con calma mientras volvía a remojar la esponja y la pasaba por la espalda de Loki.

¿Aparecer y desaparecer? La realidad de las cosas era que no recordaba del todo cómo había ocurrido, si le pidieran que describiese cómo sucedió, daría final a su relato en el momento en que estuvo a punto de decir "acepto".  Solo un salto después de eso, veía la imagen de Thor alejándose a una velocidad impresionante mientras sentía como era jalado hacía abajo y Aren susurraba cosas a su oído mientras le abrazaba. 

Esos dos escenarios eran los únicos que podía describir. Empero en su fuero interno, presintió que habían transcurrido demasiados sucesos y ahora una sensación de ansiedad comenzaba a apoderarse de él. Trató de buscar en su mente las piezas necesarias para armar todo ese embrollo.

-Tendrás que descansar un poco más.

-¿Qué pasó con la ceremonia?

Thor se sorprendió de la pregunta tajante. Sonrió de medio lado, pero en su mirada también había un dejo de decepción.

-Se pospuso.

Loki agachó la mirada.

-Hasta que tu te recuperaras y...

Enseguida cerró sus labios. Había dejado salir algo que no debía decir.

-¿Qué pasa?

Negó con la cabeza.

-No es nada, es mejor que ya no pienses en eso, cuando te recuperes podremos continuar donde nos quedamos. Esta vez, me cercioraré de que nada te ponga en peligro, lamento mucho lo sucedido.- Esto último lo había dicho con la mirada entristecida.

Por supuesto que se aliviaba de saber que Loki estaba bien, integro y que no tenía ninguna secuela, pero también lamentaba que su unión se hubiera tenido que atrasar, deseaba que ya fuese un hecho concreto, más ahora después de los hechos en las mazmorras de Asgard.  Intentando no pensar en ello se levantó.

-¿A dónde vas? 

Su voz sonó un poco tímida y sus dientes castañearon.

-Se supone que debo sacarte del agua una vez que hayas despertado, iré por ropa.

Incluso la corta ausencia del príncipe le carcomía la paciencia, esperaba verlo, escucharlo y tenerlo cerca. Detrás de lo que podía saber, sospechaba que los hilos helados ya se habían empezado a mover y tenía que averiguar en qué posición se encontraba él.

¿Un ataque de ansiedad en medio del Samband? dudó demasiado de esa posibilidad.

Intentó ponerse de pie, sin éxito, el cuerpo todavía lo tenía demasiado entumido. Antes de que lo volviese a tratar Thor entró con las vestimentas para él.

-No desesperes, te sacaré de allí.

El joven enfermero metió medio cuerpo a la tina, tomó en brazos al convaleciente y lo sacó del agua.

-Lo lamento, hice que te mojaras.

-No te preocupes.- Aunque sonaba tierno y con sincera preocupación desde que había recobrado el norte, notaba en él una ligera duda, una desesperación que intentaba ocultar por todos los medios. Thor le estaba escondiendo algo de suma importancia pero no tenía de momentos los recursos para sacarle aquella información.

-¿Estarás conmigo esta noche?

Él rubio secaba con delicadeza los cabellos negros de él, con esa pregunta se detuvo y lo miró a los ojos.

-Me temo que no, paraíso. Mi padre me necesita en algunos deberes y tendré que estar fuera por un tiempo indefinido.

-¿Lejos de Asgard?

-No, no. Solo, ocupado, ¿entiendes?

 Asintió y en silencio dejó que su (todavía) prometido lo vistiera. Cubiertos de la incómoda atmósfera, dejo que nuevamente lo tomase en brazos y lo dejase esta vez en la cama. Se miraron largamente. Con las preguntas en la punta de la lengua y la ansiedad en sus ojos, Loki quería que le contara todo, Thor quería hacerlo, pero no debía. No quería ponerlo en riesgo.

Los dos estaban en el más grande de los peligros y no eran capaces de hablar, por creer que así se protegerían el uno al otro.

-Será mejor que me vaya.- Dijo Thor y Loki sintió una herida en el pecho.

-A cambiarme, ya sabes, estoy mojado.

Asintió. Volvieron a encontrarse con los ojos, amargamente, con el tiempo transcurriendo tan lento. Sin intenciones de separarse pero con la desdicha de verse en vueltos en el deber.

El deber, el deber. 

Esa fue una despedida muy seca, no hubo besos ni abrazos, solo Thor intentando evadir su mirada. Cuando salió de la habitación la puerta rechinó un poco y finalmente se cerró, dentro Loki se sentía más solo que en la habitación gélida donde nació y creció.

Thor no tardó demasiado en cambiar su ropa, se alistó y tomando las armas en su cinturón entró más decidido que nunca a proteger todo aquello que amaba, su país, su gente y el chico de los ojos verdes y cabello azabache. Sacado de sus cavilaciones, tuvo varios pares de ojos sobre él.

-Acércate, hijo.- Habló Odín.

Por primera vez en muchos años, Thor se sentó a la derecha de su padre, en aquella mesa inmensa, la misma en la que él solía esconderse de niño para escuchar los planes de los demás líderes de su padre. ¡Como deseaba regresar a aquellas épocas!

Ocupó su sitio con orgullo y la frente en alto, tal cual su padre se lo había enseñado.

-Bueno, ya estamos todos.- Se aclaró la garganta.

-¿Qué piensas hacer, padre de todo? - Fue lo primero que se le recriminó.

Odín no cambió su semblante pasivo.

-Lo mejor es hacer un recuento de lo sucedido, una vez eso, podremos actuar.- Explicaba.

-Empieza.- Dijo tajante Thor. Aunque le guardaba sumo respeto a su padre, por lo poco que se había enterado, no tuvo más remedio que sentirse traicionado por él. 

Después de todo, había jurado contarle todo a su hijo. Aquella noche, en la que Thor estaba oculto en los pilares, sabía que había notado algo extraño en los comentarios de aquél sujeto que le hablaba de un prisionero en los calabozos de Asgard.

Permanecía escondido, intentando escuchar. Ya no era el mismo chiquillo que podía colarse debajo de las mesas.

-¿...está muy mal?

-No lo sabemos, simplemente no responde.- Dijo en susurro el encapuchado.

Odín tenía una expresión grave, metió los dedos entre sus barbas.

-Bien, mantelo vigilado y en cuanto exista algo nuevo, vienes conmigo.

El sujeto simplemente asintió en una reverencia y salió por el largo pasillo. Thor se había colado al gran salón del trono y se había logrado escabullir entre las columnas. Esperó un momento y salió detrás de ésta fingiendo demencia. 
(N/A Capítulo "La meta se aleja")

Apartándose del pasado, regresó la vista a su padre.

-A los pocos días de que  mi hijo y la escolta regresara de Alfheim y de los hechos que acontecieron en tierras élficas, mi primer hombre, el general Lars cayó en una extraña demencia. Que quise ocultar, porque era de suma importancia como para que estuviese en boca de todos. 

-Define "extraña demencia". - Le exigió Vanir. Su hija, le tomó del brazo pidiéndole un poco de paciencia puesto que el tono de su voz era cada vez más exigente.

-Hablar solo, tener alucinaciones espontáneas y atacar deliberadamente a todo aquél que estuviese cerca. Es decir, se volvió un completo peligro. Como el estaba en recesión por haberme desobedecido y ocultarme información importante en Alfheim fue destituido de su cargo y ahora mi hijo ocupa esa responsabilidad.

-¿Pensaste que lo mejor era ponerlo en un calabozo? - El cinismo de la pregunta apenas le hizo responder con una especie de gruñido.

-No, pero era el sitio más seguro para los que lo rodeaban, así podrían intentar aliviarlo los médicos y demás sabios, sin embargo... nadie lo logró y Lars quedó en un estado catatónico en donde solo volvía en sí cuando estos ataques lo embargaban.

La sala guardó silencio. Los nobles se miraban unos a otros, algunos con preocupación, otros con indignación.

-Jamás podría retirar toda mi admiración y afecto hacía el general Lars, pero... si lo sucedido es en base a su falta de juicio ¿por qué es tan importante que lo estemos discutiendo de ésta manera? ¿no sería más fácil pedir que lo tomen a la fuerza y lo lleven a curar?

-Tres hombres perdieron la vida por él, Thor. Aparte de eso, hay algo que Odín está omitiendo.

No tuvo que decirlo dos veces, se levantó de su asiento y con la palma de su mano puesto firmemente en la mesa, se abrió en medio de ésta un pequeño espacio, una cantera llena de agua levitó en el aire y a través de ella todos pudieron ver lo que había ocurrido en las mazmorras.

Un inmenso agujero en la estructura de gran seguridad y saliendo de la misma, un largo camino de nieve y hielo cubriendo los resquebrajados bordes de la celda destruida. Thor fue el próximo en levantarse del asiento, no podía creer lo que veía.

-¿Hielo? 

-Las sospechas están creciendo con todo esto, es por ello, Thor que no debemos tomarlo a la ligera. No sabemos cómo, pero creo que Lars no ha sido del todo sincero desde Alfheim, o tal vez desde más atrás.

Guardaron silencio por un largo rato, nada de cuchicheos ni preguntas exigentes. Solo sorpresa y temor, mucho temor.

El hielo y nieve solo venía en invierno, no brotaba de sucesos de aquella índole. La presencia irrefutable de seres azules les pusieron a todos en la sala los vellos de la piel de punta. Thor quería arrojar lo que había visto en la frontera, pero...

La imagen de la aparición de esa mujer, le dijo que no era lo mejor, que debía esperar. ¿Qué más podía esperar? ¿Una invasión? ¿La caída de Asgard? ¿Qué tenía que pasar?

Se revolvió los cabellos dorados mientras se dejaba caer en la silla.

-No puedo creer que hayas ocultado esto por tus caprichos, padre.- Asintió y no tuvo ninguna respuesta que se negase a aquél razonamiento.

Liv estaba entre ellos, ella bajo la mirada y la calma de Syn quería soltar lo que ella también venía ocultando, veía a su primo, tan absorto en el engaño y la infamia de su padre. Se sintió igual que él, pero ella se lamentaba porque estaba haciendo lo mismo que Odín, ocultar valiosa información.

Se topó con la mirada verde de Syn y comprendió que debía seguir guardando silencio. Agachó la mirada.

Odín negó con la cabeza.

-Mi pueblo, yace en paz, puesto que si nuestro pilar se tambalea nuestro equilibrio se vendrá abaj---

-¡DESPIERTA DE UNA VEZ ANCIANO! ¡ESTO NO ES MANTENER LA PAZ! ¡ESTO ES MENTIR! ¡OCULTAR LOS GRAVES HECHOS QUE PUDIERON HABERSE EVITADO!

Frigga que hasta ahora permanecía callada, se alzó para tomar a Thor por los hombros y alejarlo del rostro cansado de su padre. Odín por primera vez en mucho tiempo se mostró taciturno, contrariado y demás emociones encontradas.

Suspiró y su suelo se movió, cayó de golpe. Thor enseguida cambió el chip y se acercó a él preocupado.

-¿Te encuentras bien?

Odín negó, no quiso que la atención se desviara. Liv le acercó un tarro de agua fresca y él apenas lo aceptó. Dio unos cuantos tragos y lo dejó de nuevo en la mesa.

-Tienes razón, siempre la tuviste. Lamento mucho lo ocurrido.- Intentó levantarse, pero al no poder hacerlo recibió ayuda de Frigga y su hijo.

Toda la serenidad que portaba su padre se venía abajo, realmente estaba desconcertado. Realmente estaba optando por un papel que le correspondía por herencia pero que ahora no estaba tan seguro de tomar. Thor miró a su madre y ésta le miraba con la sospecha de que sabía lo que tenía que hacer. El rubio posó la mano sobre el hombro de su padre.

-Odín, rey de Asgard, padre de todo.- Comenzó.

-Está pronto a caer en el sueño, será mejor que tomemos las riendas nosotros antes de que esto empeore.- Sentenció.

Frigga se alzó y todos la miraron solemnemente.

-Por derecho, una vez que mi esposo caiga en su profundo sueño, él deberá posicionarse como rey. Aunque esto no ha ocurrido, solicito a esta junta y a mi rey en especial que le concedan a mi hijo, la autoridad necesaria para llevar a cabo el plan de solución a este problema.

Cuando terminó aquello, una a una de las manos de los nobles, de Vanir, de Syn, de Liv e incluso Odín se alzaron. 

Todo estaban de acuerdo.

Thor asintió con una reverencia.

-No tomaré esto a la ligera.- Anunció y todos llenaron sus ojos de renovada esperanza. Odín, cansado y viejo en su sitio, cerró los ojos con pesadez para volver a abrirlos y rogar a lar nordas que bendigan a su hijo.

-Tenemos que dar enseguida con él, e interrogarlo, de la manera más pronta posible.- Habló. 

-Heimdall tendrá que saber dónde está y solo así podremos estar seguros antes de levantar la alarma a la comunidad, por ahora, que todos se refugien en sus casas y si alguno lo ve, que no interactue e informe al primer guardia, ulfskar o jarl que vea.

Asintieron y dos de ellos se levantaron, serían los primeros en tomar las acciones. 

-Llamaré a las escoltas para que hagan un patrullaje en las costas y límites de Asgard.- Añadió Liv que tenía el cabello negro.

-Por favor, hazlo.- Fue la respuesta del nuevo monarca y salió del sitio. Se cerró de nuevo el círculo y pronto las nuevas órdenes dirigidas por Thor se llevaron a cabo.

El rubio tomó los hombres necesarios y pronto la ciudad estuvo en completa vigilancia, ahora debía averiguar donde estaba aquél que había huido de las fuertes celdas de Asgard. 

-Heimdall...- Habló.

-A sus órdenes, majestad.- Esto último lo dijo con disimulo pero haciendo el correcto híncapie en el título nobiliario.

-Necesito que busques al ex general Lars. Dime enseguida, dónde está.

-A la orden.- Susurró en un intento de despedida mientras se ocupaba de la última orden.

Cuando Thor sentía la mayor seguridad en todo aquél asunto escuchó la voz de Heimdall.

-Está aquí.

-Excelente, ¿dónde?

-Aquí... Frente a mí. Está...

Un frío caló todos los huesos del joven.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Se removió en su cama, inquieto por la todavía dificultad motriz de su cuerpo. Restregó su cara contra la almohada, en ella, sentía un aroma dulce y parecido al del príncipe. Reconfortándose a sí mismo la abrazó, esperanzado en que regresara pronto y atravesara aquella puerta.

En silencio aguardó, no podía hacer nada en aquella posición. Contempló por la ventana, el sol ya había casi decaído, la noche estaba cerca, se sintió un inútil, había caído en cama desde la noche anterior.

Se mordió la lengua. 

Intentaba recordar todo lo que aconteció la noche anterior, pero por más que lo intentaba siempre acababa con un dolor en la sien. Temía por su estancia, por su vida, por la vida de Thor. Algo estaba siendo oculto frente a sus narices y no sabía cómo, ni por qué.

El pomo de su puerta se giró con lentitud. Con la poca rapidez que tenía, se giró sobre sí mismo esperanzado en que sería el príncipe.

-Aren.- Dijo con sorpresa cuando el chico asomó su rostro.

Saludó tontamente con una mano tímida. Por primera vez en su vida, pudo ver los labios de su hermano curvarse.

-No sabes cuánto agradezco que estés aquí.- La poca luz que había y la luna que poco a poco aparecieran le hicieron ver de manera angelical a su hermano mayor y con ello, la culpa se agolpó en su pecho.

Entró a regañadientes a la alcoba. En silencio se acercó y se tiró en la cama. Como si de un niño pequeño se tratase se arrastró por encima de las sábanas y dejó caer su cabeza en el regazo de Loki. Éste no supo como reaccionar, quedó pasmado por la docilidad que mostraba. Inseguro y sorprendido aún así, colocó su mano sobre la melena negra del menor.

-¿Ya te sientes mejor, hermano? 

Y en sus palabras cargadas del más grande arrepentimiento Loki percibió la ternura de un niño que había desaparecido muchos años atrás en Jötunheim.

-Si.- Respondió con un dejo de dulzura. Permanecieron quietos por largo rato, en un silencio que resultó tranquilo. Aún así, Loki desvió su mirada a la ventana y a todo aquél prado desconocido que se abría ante sus ojos a través de las largas cortinas.

-¿Liv también ha preguntado por mí? - Quiso saber.

No respondió enseguida, todavía seguía con la culpa en su cuerpo. Se levantó. Caminó hacía la ventana y corrió las cortinas que quedaban cubriendo medio paisaje. Finalmente con la noche bien entrada, la luz lunar entró.

-Si, está preocupada pero feliz de que estés estable.-Respondió dándole la espalda. En su voz pudo notar la sensata preocupación, pero debido a los acontecimientos tan extraños, Loki también vio algo guardado en los movimientos, miradas y voz de su hermano.

-¿Ella también se ha ido?-Si Thor tenía que salir para ocuparse de deberes, probablemente Liv estaría inmersa en ellos de igual manera.

-Creo que si.

La ambigüedad de su respuesta sacó de sus casillas al joven.

-¿Todo están resueltos aquí a guardar lo más importante? ¿se puede saber qué diablos está pasando?

Incluso con ese llamado de atención, Aren no era capaz de darle la cara.

-Mejor descansa. Es necesario que tengas todas tus fuerzas repuestas.

Un sudor frío recorrió su espalda.

-¿Cómo dices? ¿por qué? Tu sabes algo, ¿ no es así?

Intentó apartar las sábanas que lo cubrían.

-Tu sabes qué fue lo que me pasó, ¿no? al diablo con esas conjeturas del estrés, si algo así fuese posible hubiese muerto hace mucho tiempo.- Masculló con la voz cada vez más molesta. Trató de ponerse de pie, sus piernas fallaron por unos momentos y casi se arrojó a la espalda de Aren.

-¡Ten cuidado! - Exclamó y trato de que la caída de Loki no fuese aparatosa.

-El veneno ha dejado secuelas por estar en tu cuerpo.- Añadió y lo dejó reposar en el suelo con la respiración agitada.

¿Veneno? Nadie había mencionado eso en las explicaciones de Thor.

-¿Cómo?

Aren esperó a que terminase la pregunta.

-¿Cómo es posible que no me descubrieran cuando entré a las cámaras de recuperación?

El nudo de su cuello le estaba quitando el oxígeno, quería estallar en gritos e ira, alejarse de allí y olvidarse de todo, pero ya era demasiado tarde. La realidad de las cosas, era que tenía que sacar a Loki de allí, cuanto antes.

-Vamos, te voy a ayudar.- Intentó colocar sus brazos bajo las piernas de él, pero esté le propinó un empujón que lo hizo caer de nalgas. 

-¿¡Qué diablos pasa contigo!?- Le recriminó el hermano menor, en ello, debido al jaloneo siguiente entre los dos una pequeña y mísera bolsita de cuero salió del cuello de Aren.

Era un objeto sin importancia, debía serlo, pero Aren no reaccionó como era debido y se arrojó en la pronta recuperación de aquél objeto sucio. Cuando Loki notó esto, se arrastró con las pocas fuerzas que le quedaban y la tomó entre sus manos. Antes de que Aren pudiese evitarlo, abrió la pequeña bolsa y rodaron por el suelo varias espigas de lo que parecían semillas.

No hicieron sonido alguno, pero el recorrido por el suelo que hicieron contuvo la mirada verdosa de Loki, no tenía que verlas de cerca para saber de qué se trataban. Aren se quedó inmóvil, resuelto a que había sido descubierto aún antes de poder disculparse. Sumidos en un silencio que solo fue profanado por la respiración agitada de Loki. Incluso Aren, siendo su hermano más cercano jamás había visto esa expresión en su rostro.

El ceño apenas fruncido, pero las mejillas tensas y los dientes que se asomaban por sus labios que ya no estaban curvos como cuando entro a la sala por primera vez.

Estaba más que furico.

-Tú...

Masculló, el hermano menor intentó apartarse.

-¡Tú!

Y antes de poder hacer algo, Loki se arrojó encima de él. Con el puño cerrado, le golpeó en numerosas ocasiones, Aren le apartaba con la seguridad en mente de que aún así, no podía devolverle las agresiones, las tenía bien merecidas.

Cuando la primera gota de sangre brotó de sus labios, fue entonces que lo tomó de las muñecas.

-¡Ya basta! - Exclamó. Pero el otro no dejaba de moverse violentamente en su intento de cobrar venganza.

-¡Fuiste tú! Tu maldita cara hipócrita en esa tarde, ¡intentaste asesinarme! ¡eres un maldito! 

Solo entonces se atrevió a colocar ambos pies en el estómago de su hermano mayor y lo sacó de la batalla.

Cada uno en los extremos de la habitación, uno con el rostro enrojecido y el otro con tos debido al aire que expulsó por el golpe. Tardaron minutos en recobrarse, cuando obtuvo el aire perdido habló de nuevo:

-¿Así son las cosas entonces, eh? Te enseñé muy bien el arte del engaño, tanto que yo mismo caí.- Decía Loki, la furia que sentía se transformó en una profunda decepción.

-Supongo que como tu plan principal no funcionó, ahora mismo me asesinaras.- Afirmaba.

-¡NO! ¡Cállate de una buena vez!

Los ojos verdes de él se abrieron en sorpresa.

-No fui yo el que puso el veneno en ti.- afirmó con la mano en el pecho. Loki resopló.

-Ahora me dirás que fue todo fue un plan para inculparte.

-¡Si!

No tenía sentido querer mostrar compasión ni culpa en esos momentos, Loki esperó a que siguiera hablando si es que tenía algo más sin sentido qué decir.

-Tenemos que irnos, ahora.- Aseguró.

Gateó hasta su hermano mayor y le tomó de los hombros.

-No era mi intención hacerte daño, incluso aunque estuve bajo el control de ellos logré vertir una cantidad mínima del veneno, sino hubiese luchado contra lo que me controlaba entonces hubieras muerto de verdad.- Las explicaciones cada vez estaban más retorcidas.

-No te estoy entendiendo, ¿controlado? ¿por quién?

Aren no quiso abrir la boca, no sabía quién podía escuchar aquello que estaba ocurriendo, tenía que estar seguro de que la huida que iban a emprender tenía que ser perfecta. Con toda la fuerza de su mente, colocó una mano sobre la de su hermano y habilitando un puente telepático habló:

Helblindi

Los ojos del mayor se abrieron desmesuradamente. El nombre del hermano gemelo de Aren no era algo que fácilmente podía traerse a la conversación. Sin perder la conexión en sus mentes le respondió:

¿Él ha estado contacto contigo desde siempre?

Negó con la cabeza.

No, pero...

Aguardó un poco, supo entonces que debió decirle desde el principio.

¿Recuerdas la vez que me 'enfermé'? ¿qué ni siquiera tus poderes pudieron sacarme de aquella fiebre? No sé como lo hizo, pero todo aquello fue el resultado de un puente entre él y yo. Desde entonces supe que estaba dentro de mí, pero nunca hizo acto de presencia. Simplemente seguí con mi día a día normalmente, creí que solo había sido una falsa alarma, después de todo, Helblindi no tiene la facilidad que tu posees para los poderes psíquicos.

Sin apartar su vista, Loki tomó con fuerza la mano de su hermano. Le invitó a continuar.

El día de la fiesta, volvió a aparecer en mi mente, no lo había hecho antes y entonces... Se metió en mi cuerpo, no sé exactamente que estuvo haciendo, pero cuando terminó y yo me desmayé supe que había estado husmeando en lo que ocurría en Asgard, quería saber cómo íbamos tu y yo en cuanto al plan. Se atrevió a lastimar a Liv y por ello hice todo esfuerzo para que no se repitiera. Además de ello, al parecer el que haya tomado posesión de mi cuerpo lo dejó realmente agotado y no podría volver a hacerlo.

Una ventisca nocturna entró por la ventana, le heló la sangre a ambos y se quedaron petrificados por las terribles verdades que ahora cobraban nitidez. Eran títeres nada más.

Sé que no fue él pero de algún modo me hizo hacer lo que hice, meter las semillas de abellatropnier en tu vino y así acabar con tu intención de unirte a Asgard, Helblindi dice que es alta traición. Aún así, logré despertar de su control mental, fue entonces cuando tuviste los ataques en medio de la ceremonia.

¿Cómo fue que evitaste que me descubrieran?

Para entonces, la pregunta cayó como balde frío al menor, tenía que revelar información que sabría que iba afectar la manera de ver de su hermano. Se relamió los labios en alta ansiedad.

No fui yo, fue Syn.

Soltó una bocanada de aire, ¿Syn? ¿acaso ella sabía qué estaba pasando?

Sospecho que ella sabe más que muchos de los que están aquí y es por eso que debemos irnos, no sé en qué momento los ases vengan y nos asesinen si se enteran quienes somos.

Loki soltó la mano de su hermano y se rompió la conexión. Apartó la mirada, realmente contrariado y lleno de confusión, sus piernas parecían temblar pero aun con todo ello se puso de pie. Aren le ayudó y agradeció que recibiera su ayuda.

Con dificultad se puso de pie.

-Se suponía que el que debía saber todo esto, era yo.- Después de todo, era la mente maestra de un plan que debía llevarse con cuidado y esmero. Ahora resultaba haber sido desechado desde hace quien sabe cuánto tiempo.

Tenía la mirada perdida, sin embargo a tropezones llegó hasta donde tenía dispuesta una capa, probablemente la misma que llevaba Thor antes de irse. La tomó y se cubrió con ella.

-Aren, tenemos que irnos.- Aseguró con la voz quebrada.

Incluso en aquél punto, quiso negarse. Dejar todo atrás, la comodidad, la felicidad, la amistad y el amor que habían encontrado juntos. Tensó los puños, abandonar a Liv.

-Aren, somos un peligro para ellos aquí, si nos quedamos, él traerá a todo su ejército y Asgard morirá.- Aseguró.

Se acercó a él y le tomó de los hombros.

-Tenemos que hacerlo por ellos, será lo mejor.

-Pero... no podemos cambiar el curso de las cosas, tenemos que hacer algo de tiempo, con eso, tal vez podamos regresar por ellos y sacarlos antes de que lleguen aquí.

Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí... Antes de que lleguen aquí...

Cuando se veían iluminados por la luna, esta fue cubierta en su totalidad, un terrible rayo que partió el corazón más fuerte. El estruendo fue tal cuando en las pupilas de ambos vieron el poderoso, el mítico y famoso Byfrost destruido.

Una luz azul caía de lleno en las ruinas del puente arco iris. Color azul, el color del frío y de la muerte. De pronto el crujir y el gruñir de bestias heladas.

Los gritos de los ases llegaron a cada oído. 

Habían llegado, los jötnar ahora tomaban la ciudad. En medio del gran bullicio, un gigante tomaba el arma predilecta de los gigantes de escarcha.

El cofre de los antiguos inviernos. Encabezando la gran horda de seres violáceos apareció la otra mitad de Aren, mejor dicho Býlestir, ahora él tomaba las riendas de una guerra que estaba disfrutando su comienzo.

-Es hora de volver, hermano.

Y dicho esto, accionó el arma milenaria, un rayo azul que se incrustó en la tierra y corrió a una velocidad inimaginable bajo los pies de todos, las estructuras se congelaron en sus cimientos y los que estaban cercanos a éstos se vieron pegados al suelo por el hielo que pronto subía por sus cuerpos, privándolos del calor, quitando así la vida de sus ojos.

Aquél mismo rayo entró por las paredes del gran palacio, era un aviso, los gigantes venían a por todo en este encuentro. Odín se levantó de golpe y llamó a sus hombres. Pronto vendrían los ríos de sangre que tanto quiso evitar.

De vuelta en la habitación, ese mismo fenómeno pasó por el balcón donde estaban los hermanos, Aren quién tenía puesta su mano en el balaustre gimió de dolor.

-¡AH!

Loki se acercó.

-¿Qué pas--

El sello se estaba rompiendo, el encantamiento de encubrimiento fue roto. Loki miró anonadado como la mano de Aren se tornaba azul.

-No, no ahora.

Su cuerpo fue recorrido por la marea de color celeste y pronto su ropa comenzó a desgarrarse. El cabello negro desapareció y sus ojos verdes se tiñeron de sangre, del verdadero color de sus luceros.

Loki se apartó, temía que si lo tocaba él también volvería a su forma original y por lo menos uno de los dos debía mantenerse todavía oculto. 

La transformación se completó. Býlestir apareció en la habitación, su cabeza calva casi tocaba el techo. Se miraba las manos, horrorizado, las piernas desnudas y las marcas que lo distinguían de cualquier otro. Parecía que el hechizo se había roto por completo, Loki lo tomó y se alegró de que no fuese contagiado.

-Trataré de volverte a la normalidad.

Aren tomó a Loki de los hombros.

-Tenemos que detenerlos. No es momento de--

Antes de terminar la frase, la puerta se abrió de golpe.

-¡LOKI! - Era Thor.

Sus ojos verdes se crisparon cuando vio a la gigantesca criatura tomar de los hombros a su amado. Sin pensarlo sacó la poderosa espada de su vaina, tenía que deshacerse de aquél horrible ser.

Býlestir, tomó en brazos a Loki.

-Perdóname, hermano.

Quien diría que era sería la última vez que lo vería. Se lamentaba no haberse despedido de él con un beso, con un abrazo, con un mimo, solo la soledad quedaba. Thor vio los ojos verdes de él, como estaban cargados de sorpresa, confusión, decepción, tristeza.

Fue apartado de su lado lo que más amaba, vio cómo el gigante daba un poderoso salto desde el balcón y desaparecía en la oscura noche. ¿Cómo? No pudo decir o proferir grito alguno. Solo ver como desaparecía en aquella masa azul. 

Así fue, ni Thor ni Liv volverían a saber de los hermanos hasta nuevo aviso...

-Adiós, paraíso.

Notas finales:

Para hacerlo más creíble, nos vemos en cuantos años... (es broma)

Lamento mucho haberme demorado tanto, me ocupe en demasiadas cosas y mi cerebro se acostumbró a dejar de lado mi historia. Sin embargo, les dejé este inmenso capítulo para que tuvieran bastante con qué quebrarse la cabeza jaja bueno eso creo.

Me he demorado horrores intentando darle final a este capítulo pero creo que lo mejor ha sido esto, no se preocupen no tardará el siguiente. La verdad es que creo que por no saber cómo hacer la huida de los hermanos de Asgard fue lo que más me detuvo, tenía ese grave obstáculo que no sabía cómo brincarlo. Realmente estaba ansiosa de llegar a este punto de la historia, es en donde más he tenido debrayes, espero poder llevar el rumbo por el camino que ya tenía predispuesto.

Me ayudarían mucho si me diesen sus opiniones, los estaré leyendo. Muchas gracias por los que continúan al tanto, y una disculpa nuevamente por el retraso.

¡Saludos!

 


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