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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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La jungla, es un lugar aterrador para quienes no le tienen respeto ni conocen de ella. Dentro, en su espesura podrás encontrar deliciosos frutos que llenarán tu barriga, mientras dos ojos ambarinos y su hilera de dientes te miran con premura. Lianas que cuelgan de los verdes techos que nunca se ven, solo te cubren y te esconden, porque eso hace la jungla, esconde todo aquello, para que en su paraíso de colores, aromas y sonidos puedas gritar y gritar, y nadie pueda escucharte. Un depredador de hermosos atuendos la jungla es.

No era obstáculos para ella, pero debía tener de cualquiera manera cuidado, uno nunca sabe lo que puede encontrar cuando se encuentra en aquella condición, si es que se le puede dar un nombre. En sus manos llevaba una bandeja de plata y sobre esta, platos rebosantes de comida. 

Intentó apartar una gran hoja, y solo así pudo ver que se colaba la luz del sol, desde la cúpula más alta. Justo allí, bañada en sol y dentro de un precioso ojo de agua estaba ella.

Frigga tomó aire y se acercó. La muchacha desnuda no se inmutó, pero su cabello de estar rojo pasó a ser verde. Estaba tranquila.

-Te he traído algo de comer.- Dijo con dulzura maternal. 

Con movimientos bruscos un tronco se acercó rodando "¿De dónde habría salido?" se preguntó la diosa y  el tronco se volvió un soporte para que la reina se sentara.

-¿Deseas que me quede?

No hubo contestación, pero no había señal de que fuese un "no". La bandeja la sostuvo hasta que una pequeña columna de madreselvas escaló sobre sí misma y se formó una mesa.

Aguardó a que dijera algo, pero no lo hizo. Permanecía callada, dándole la espalda mientras solo se recargaba con los brazos cruzados en la orilla de verdes hojas.

-¿Tu has hecho ese ojo de agua?

El agua apenas se inmutó, como si tuviese personalidad propia y se sintiese avergonzada.

-Dejaré todo como estaba antes, tía.- Respondió Liv finalmente.

-No te preocupes, querida. Lo que ahora más necesitas es estar cómoda, sea del modo que sea.

Otra vez hubo silencio, pero Frigga no estaba del todo de acuerdo.

-¿Cómo ha ido todo? ¿has podido dormir?

-Solo unas cuantas horas, pero nunca descanso realmente. 

De nuevo silencio. No podía continuar así, tenía que entrar de lleno al tema, y aunque su sapiencia le decía cómo hacerlo, temía herir los sentimientos de la muchacha.

-Liv.- Dijo y se levantó, caminó hasta quedar frente a ella, pudo ver bajo el agua sus hermosos pechos ahora maduros, llenos de tanta vida como los tuvo ella cuando Thor aún no nacía. Su barriga que sobresalía de una manera tan voluptuosa, algunas marcas en ella no demeritaban la hermosura de la futura madre. Sus cabellos verdes, aún pegados a su espalda por el agua solo resaltaban su figura gestante, una verdadera diosa que era portadora de vida.

Ninguna sintió pudor. Después de todo, Liv era también 'hija' de Frigga, era la otra mitad del alma de Thor cuando decidieron separarlos para que la reina de Alfheim tuviese un primogénito. Se sintió orgullosa de haberla formado bajo su seno con mucho amor y ahora rebosante de inusual belleza estaba tan distinta de como la había conocido.

-Mi niña.- Dijo.

Se sentó a la orilla.

-Por favor, no me llames así, hace mucho que deje de serlo.

Igual de obstinada que Thor, después de todos eran dos mitades de un solo ser.  Aguardó, había acortado muchísimo la distancia ahora era turno de Liv fuese sincera y abierta.

-¿Vas a preguntarme qué voy a hacer?

Frigga sonrió.

-¿Tu deseas contármelo?

Liv sonrió por lo bajo.

-Ya casi está listo el elixir. Denme un par de horas más y estará tan rebosante como para ayudar a la tierra a regenerarse.- Chapoteó como una inocente niña.

Era bien sabido que la gracia de ella residía en el poder de la naturaleza, ser portadora de la flora en todo su ser y saberlo comprender y amar. Por ello su cabello cambiaba tanto de colores conforme a su estado de ánimo, del mismo modo que lo hacen las hojas durante las estaciones del año. Su regordeta figura, era demostración de la gran fertilidad que llevaba en todo su cuerpo y cómo iba regándolo por donde fuese.

Ahora mismo, había ideado durante las terribles sequías del frío qué era bueno bañar la tierra muerta con agua que ella misma bendijese, pero su estado gestante le impidió poder elaborar el antídoto, así que ingeniándoselas con su tía, madre y reina Frigga coincidieron en que lo mejor era usar toda aquella fuente mágica de elixir donde Liv estuviese.

Por ello se encontraba en aquél ojo de agua, ella misma sería la bolsita de té que apaciguaría la resaca de una tierra colmada en hielo, soledad y muerte.

-Muchas gracias por tu esfuerzo, Liv.- Asintió la reina.

-Yo, la verdad es que quería preguntarte...-Agregó pero enseguida fue cortada su conversación.

-Estaré bien, ahora mismo tomaré un receso y comeré, así que por favor, no te preocupes. Dejaré mis platos y todo en orden.

Se había girado bruscamente, el agua alcanzó a salirse un poco. Ahora le daba de nuevo la espalda. 

No había manera de hablar con ella, y Frigga lo sabía. Se sintió, rechazada. Cuando se alejó unos pasos escuchó detrás de ella:

-Me cuesta trabajo porque... toma mucha energía.-Su voz sonó al borde de las lágrimas pero Frigga estuvo a punto de decirle algo, la mirada de Liv se oscureció del mismo modo que su cabello ahora negro.

-¿Qué haces tú aquí?

Syn estaba parada a unos cuantos metros en estoica postura.

-Liv, ¿por qué le hablas de ese modo?- Estuvo a punto de reprimirla cuando Syn la tomó del hombro.

-Está bien, creo que sé a que se debe, ¿me regalaría unos momentos con la princesa a solas?

No podía decir que si, ni que no, solo miró los ojos verdes de ella y su instinto le dijo que era mejor irse.

-Por favor, come.- Fue lo último que dijo Frigga y se alejó. Una vez transcurridos los minutos se acercó.

-No voy a continuar tu maldita mentira.- Masculló Liv, con gran fuerza sacó medio cuerpo del agua dispuesta a hacerle frente, sin embargo su pie resbaló en el último esfuerzo y se golpeó, bueno, eso hubiese ocurrido pero Syn la tomó con cuidado antes de que tocara el suelo.

Una vez de pie, se agitó y se apartó del agarre de la hechicera.

-Mejor vete, pronto terminaré el elixir y tengo que ocuparme.

-Liv, ¿no me dejarás disculparme?

-¿¡DISCULPARTE!? - Gritó y mientras intentaba envolverse en una manta, sobresalió su vientre.

-¿No te parece un poco tarde para hacerlo?

Syn claro que comprendía su sentir.

-Dejé a mis padres morir, dejé que un monstruo me tocase y ahora mírame...- Haciendo una mueca en su colérico rostro hablaba. Se volvió para envolverse. En ello escuchó una fría voz.

-¿Quieres deshacerte de él? Ambas sabemos que eso no supondría un gran desafío.

Se refería a la criatura en el interior de la joven. 

Con lentitud llevó su mano a donde su bebé estaba ya terminando de crecer.

-¿Deshacerme de él?

Guardó silencio. Era cierto, en el mundo de los dioses, algo como apartar una vida de su fuente vital, no era un gran problema, aunque hacerlo en embarazos avanzados no era bien visto, no era realmente algo difícil.

Las lágrimas cayeron a raudales al igual que ella al sus rodillas tocar el suelo.

-No... por favor... no te lo lleves de mi lado...

Se abrazó a sí misma, sus cabellos que se tornaron grises se curvaban al final y cosquilleantes caían por su espalda.

-Jamás lo haría... Sé que tu tampoco lo deseas.

Se colocó a su lado y un segundo después tenía a Liv llorando entre sus brazos.

-¿Por qué Syn...? ¿Cómo pudiste dejarme esta carga? 

Balbuceaba las palabras y gimoteaba.

-¿Tanta importancia tiene tu objetivo que tuviste que usarme a mí?

Había odio, podía sentirlo. Mucho resentimiento, temor. El mismo que una vez ella también sintió. Frunció el ceño al recordarse en aquella situación. Hace mucho tiempo, ella también le hacía esas mismas preguntas a... él.

Acarició su cabello.

-Lo lamento tanto, Liv. No quería condenarte a la desdicha, sé que no te dije los detalles. Pero, ¿recuerdas el papel que te revelé que tendrías? Esa es la única razón que puedo darte, no quería lastimarte, lo hice por un bien mayor. Creí... 

-Creí que el amor que sentías por él sería suficiente para saltar este peso.

Cubrió su desnudez. Pasaron varios minutos hasta que pudo estarse tranquila y dejar de sollozar.

-Eso es lo que más me duele, Syn.

-¿Qué te duele? - La observó detenidamente pensando en que se refería a un dolor físico.

-Lo que me duele, es que no puedo odiarlo. Ni tampoco a su hijo que llevo en mi interior. 

Su voz entrecortada, creó un repentino alivio en la hechicera. La abrazó con más fuerza.

-Tienes que aferrarte a ese sentimiento, es lo único que podrá sacarte adelante, tienes que vivir mucho para que explores el amor que le tienes al fruto de tu vientre.

La acarició, con las mismas ganas que hubiera querido hacerlo a su descendiente, al que perdió hace tanto tiempo atrás. Guardó su voz en lo más profundo de su garganta, porque unas salvajes lágrimas estaban amenazando con salir.

-Debes comer.- Agregó y vistiéndola pronto la dispuso a tomar los sagrados alimentos.

-¿Estarás aquí para cuando nazca? Sé que te necesitaré aquí.

Syn le sonrió.

-Por supuesto.- Un destello de mentira salió por sus labios. 

Crujió por enésima vez y las lenguas del fuego lamían el ambiente tenso además de opuestamente frío.  Unos labios cortados se movían velozmente y su voz vuelta susurro acompañaban el ritual.

El príncipe de Asgard llevaba descubierta la espalda, y de ella escurrían incontable gotas de sudor. Con los ojos cerrados, llevaba acabo un ritual de purificación necesaria para calmar las ansias que en su alma se recargaban actualmente. 

El entrecejo fruncido y su voz ya casi como un cántico le transportaban a recuerdos que ya no podía decir si eran agradables.

Recordar la imagen del moreno, piel color nata, ojos del color de la esmeralda. Como memorias corriendo en cascada, veía los cabellos mecerse con nitidez increíble, los labios curvarse, los ojos entornarse y las mejillas sonrojarse.

Era tan hermoso. Descubrir el ceño fruncido en su mirar, la risa que parecía ocultar pero si se trataba de gastar bromas reflejaba sin pena, la clara piel que guardaba en sus atavíos, los fornidos brazos que lo estrecharon, las piernas que lo envolvían pidiendo su compañía entre sábanas. Recordó los ojos cristalizados y la voz que en cánticos de placer proclamaba su amor en el lecho de amor.

El susurro se convertía en frases más audibles.

El rasgo de su cabello más largo, las ojeras bajo esos ojos hermosos, hermosos y letales. La delgadez que presentaba cuando estaba ante el soberano de Asgard, y esas palabras.

-Podrá diezmar nuestros cuerpos al escuchar nuestra historia, pero si hemos vuelto a una muerte segura es porque tenemos la esperanza de que podrá escucharnos y buscar la solución para ambos reinos.

-¿Hablas de Alfheim? - Preguntó Odín.

-No, hablo de Jötunheim.

Y después de eso, la terrible metamorfosis que quitaba la dulce venda de sus ojos.

-¡Eres un ser incompleto, hijo de Odín! Por eso no puedes contra mí.- Replicaba el guardián de la frontera con Jötunheim, esa era la imagen que más temía y más odiaba.

Verlo moverse con esa calculadora frialdad, los cabellos negros que corrían por su espalda hasta el suelo, los ojos inyectados de la sangre de todo un ejército. Porque eso era, en realidad era un asesino. Sobre esa bella imagen que se había formado, a la que tanto amor le había entregado se trataba de un verdugo de negras intenciones que nunca había sentido por él, más que el repudio que demostró en la frontera.

Un grito bestial brotó de su garganta, las aves volaron a lo lejos. Sleipnir relinchó, mascaba con calma un poco de verduras que habían trasladado hasta esa cueva a la entrada de Asgard. El sol casi se ponía. Con una piel protectora sobre él comenzó a alejarse del recinto de purificación. Un príncipe no debía estar lejos de su patria. Menos ahora. Miró a lo lejos la entrada que dejaba atrás.

-¿Cuánto tardará el ejército de Muspelheim en llegar?- Se encongio de hombros por el frío y prosiguió el camino al palacio.

Las imágenes antes convocadas volvían en pequeñas ráfagas, como el frió golpeando una herida tan fresca como profunda. 

Una vez que dejó su montura en el establo, se dirigió pronto en busca de su padre. Debían planear la siguiente estrategia de preparación el ejército además de controlar la recolección de comida para el pueblo. Había varias cabañas improvisadas cercanas al palacio y las puertas ahora estaban abiertas. La playa y el puerto fueron reducidos a estructuras y estatuas de hielo inservibles y estériles, tuvieron que recorrer el asentamiento. 

Mientras ideaba más maneras de ir en busca de comida sin dejar desprotegida la ciudad pudo ver una pequeña escolta, casi como a hurtadillas entraron y se dirigieron enseguida al pasillo opuesto donde estaban los salones y el propio rey.

Caminó detrás de ellos a distancia prudente y cuando giraron en una esquina donde el sol ya no llegaba y comenzaba la iluminación con antorchas, se detuvo.

Sabía a donde iban, pero no quería seguirlos.

Lo que sea que estaba ahí encerrado, no quería verlo nunca jamás...

Negó con la cabeza y volvió a su rumbo original.  

Mientras las armaduras doradas se volvían cobre con la lumbre desprendida por las antorchas.

-Quédense dos en la puerta. Los demás vigilen bien la cubierta mágica, nada de dejar armas a la vista y procuren no acercarse de más, eviten contacto visual, no sabemos que más artimañas podría estar ocultando.

Tras las advertencias dadas, se abrieron las capas de protección, poder creado por la reina misma.

Ya había luz en el interior de la celda, y ahí como guardado entre telarañas estaba el traidor, envuelto en cadenas con sellos mágicos, seguía imposibilitado de hacer movimiento alguno, pero nada era demasiado por la seguridad de Asgard. Una cadena en su cuello, otras en sus pies y las más importantes que mantenían sus manos tras la espalda.

-Pónganse el ungüento en las orejas.- Ordenó el general.

En un apartado buró había un tarro con un aceite color lila. Cortaba la capacidad de poder escuchar algo por un lapso de 5 minutos, los necesarios para darle de comer a la bestia.

Uno se puso delante de él. Lo tomó de los cabellos negros y lo obligó a inclinarse, las vendas en sus labios le impedían replicar.

-Quítaselas.

Obligado a arrodillarse con el rostro en el suelo, se le colocó enfrente una mísera porción de comida, solo la necesaria para no morir.        

Los ojos rubí del jötun viajaron del cuenco a sus captores, los analizaba con una mirada que no sabían si era de superioridad o de tranquilidad, pero con una calma inigualable. Era de locos tener esa pasividad, no era propia de alguien normal.

Uno de los soldados se removió. Sentían escalofríos de tener que alimentarlo. Le tomaron del cabello y lo obligaron a abrir su boca, el nada sabroso alimento corrió por su garganta, algunas gotas salieron de las comisuras y se regaron en el frío piso. 

Le trajeron una jarra e hicieron la misma acción con el agua. Una vez hecho esto, le volvieron a envolver los labios en las vendas y le pusieron de pie.

Con señas precisas, revisaron el perímetro y salieron.

-No olvidan nada, ¿cierto?- El general hizo en lenguaje en señas la pregunta.

La negativa le dejó tranquilo y volvieron sobre sus pies para regresar a la zona iluminada por el sol.

En la celda poco a poco volvía a una luz más tenue, los ojos rojos brillaron. Tontas ataduras... Fingir su cautiva imagen no era difícil, pero si irritante. La verdadera presencia se encontraba recostada en el suelo, sabía que la imagen ante él debía ser muy vergonzosa y agradeció que todo estuviese en total oscuridad. Se estiró sobre el frío piso e intentó conciliar un sueño reparador que nunca llegó.

-No podemos reclutar más soldados, perdimos a muchos en el primer ataque, aunque hay comida esta es reservada para cumplir solo lo necesario y eso provoca que los ánimos estén muy bajos. Necesitamos hacerles recobrar el aliento para poder levantarnos.

-¿Qué sugieres?-Preguntó Odín con voz sumamente pausada después de escuchar atentamente a su hijo.

-Primero, aceptar mis errores. No debo ser yo el estandarte de las malas decisiones que tomé y no quiero decir con eso de que me lave las manos, pero simplemente no es momento de llorar sobre la leche derramada.- De nuevo el destello de los ojos rojos pasó por su mente.

-Así mismo, creo que deberé ir personalmente a levantarles la moral, ahora que Liv tenga lista el siguiente elixir encontraremos algo nuevo en las zonas que se logren sanear. Hay que buscar el milagro que todos necesitamos.- Decía entusiasmado. Su razonamiento ligado a su sentir derivaba aquellas conclusiones, muy embellecedoras pero poco probables de medir su eficacia.

Odín podía ver en su hijo la verdadera cara del arrepentimiento, sin decir palabra, estaba seguro de que estaba pagando casi con sangre, los actos cometidos en el pasado.

Abrirle la puerta al enemigo... incluyendo la puerta del corazón.

-Rogaré porque así sea hijo.-Añadió Frigga intentando añadir más emoción a la situación, aunque en el interior estaba igual de suspicaz a lo que podía pasar, en verdad necesitaban un milagro. 

La guerra silenciosa había comenzado, a la que Thor le fue vaticinada, tal vez por ello permanecía tranquilo aunque muy, muy herido. Heridas que no curaban con vendajes ni ungüentos.

-¿Cómo está? ¿Comió?- Se apresuró a preguntar.

-Ah si, Syn se quedó con ella.

El solo nombre le hizo respingar. Asintió con la cabeza en señal comprensiva. Syn... Tan misteriosa, tan apegada a ... él. Y al parecer era la más ecuánime, indiferente al dolor que en Thor era tan palpable. ¿Por qué?

-Bien, entonces iré a ver si está lista e iremos juntos al riego del exilir.- Hizo una reverencia a su padre y madre, el anciano que se hallaba recostado, lejos de la mirada del pueblo. Estiró la mano e hizo un ademán con la mano intentando alcanzar a su hijo. Thor regresó con rapidez y le tomó.

-¿Qué pasa padre? ¿no te sientes bien?

Su semblante se veía todavía más deteriorado, estaba llegando hasta sus límites, pronto no quedaría más remedio y caería en el sueño de las tantas profecías. Se negaba a aceptarlo y vivía de encantos de Vanir para mantenerse despierto, aunque eso fuertemente atentaba contra su integridad.

Frigga salió enseguida a buscar ayuda.

-Aquí estoy.- Susurró Thor. 

Sus manos temblorosas se enroscaron en su mano, el ojo azul que le quedaba lo miraba y sus pupilas parecían temblar. Separó sus labios, y exhaló para poder pronunciar las siguientes palabras y Thor acercó su oído.

-¿Estás lista?

La mujer embarazada asintió y bajó las últimas escaleras. Se negaba a ser asistida, decía que el ejercicio era mejor para el bebé. Soltó un gran suspiro hacía adelante.

-Estoy bien.- Dijo con una gotita de sudor corriendo por su frente. Dieron unos pasos, el eco de sus pisadas fue el último rastro de calma que quedó ese día.

Como una lanza de tremendo fulgor llegó el gran sonido del cuerno de batalla. Su voz grave y amplia llegó a cada rincón. Las paredes temblaron, los ánimos se estremecieron. 

-¿Qué pasa?

No tuvieron tiempo de contestar cuando llegaron varios soldados.

-Alteza, regrese a su sitio...

-¿Qué es lo que sucede?- Directamente preguntó.

-Estamos bajo ataque, extrañas criaturas.

Como pudo Liv corrió hacía el pasillo que daba vista al espacio abierto, estaban todavía lo suficientemente alto para ver sobre la llanura donde terminaba el hielo subir decenas, no, tal vez centenas de aves de gran envergadura.

Syn la alcanzó y la jaló del brazo.

-¡VAMOS!- le gritó, Liv todavía no quitaba la vista de las aves cuando pudo ver como estas al aletear a momentos, sus oscuras plumas disparaban largos y puntiagudos trozos de hielo. 

Palidecieron. 

Las armaduras resonaron, algunos que habían tomado ventaja sobrevolaban con armas y arcos, listos para el combate con seres tan extraños.

Se esparcieron y nublaron el gran cielo que ya no era resplandeciente. Los graznidos eran como tambores sin cesar. Pronto la gran plaza del palacio también se vio cubierta de estos mortales trozos de hielo macizo.

Uno de los soldados cayó inconsciente cuando ni su escudo pudo tener la velocidad del proyectil gélido. Sus compañeros lo tomaron lo más rápido que pudieron y otros más se unieron con alabardas y flechas. Con esperanza, se apresuraron con las armas al ver caer a un par de aves, las plumas se comenzaban a desparramar por la plaza y los techos de las casas restantes.

El pueblo entero corría hacía el palacio, los guardias escoltaban cubriendo con los escudos el andar el pueblo atemorizado. Debían entrar pronto.

-¡Dios mio, las bodegas de comida! - Gritó Sif que ya se encontraba junto con los demás guerreros entre las filas.

Efectivamente, los proyectiles impactaron y destruyeron las humildes construcciones. Las verduras, semillas, se regaron por el suelo árido y no conforme con ello, las bestias bajaron como simples palomas a devorar todo aquello.

-¡Protejan las provisiones!- Ordenó la mujer y un grupo de arqueros y lanza hondas llegaron al instante y tensaron sus armas.

Las aves caían, pero estas no se detenían.

-¿Qué clase de seres son estos?- Decía Hogun alzando el hacha en las entradas principales al palacio.

Como buenos guerreros movieron las neuronas, toda ave tiene una organización de vuelo, estas debían tener su organización de ataque.

-Pero... ¿cuál?- Dijo Fandral con espada en mano. Miró el cielo ennegrecido, las terribles bestias no paraban de llegar, a este punto, acabarían con la comida y el poco terreno fértil que quedaba. En ello, estaba cuando escuchó una voz familiar.

-Los túneles hay que abrir.- Ordenó Thor a viva voz, los soldados e incluso pajes que se encontraban corrieron a las compuertas cercanas a la entrada, cualquier sitio donde esconderse tenía que ser bueno, para proteger al pueblo y poder pensar en una estrategia.

Regresó corriendo a la habitación donde ahora estaban Odín y Liv.

-Ustedes se quedan aquí.- Iba a decir algo más cuando notó la ausencia de su madre.

Un arco lanzó un poderoso rayo solar y asestó con un golpe a derribar a diez aves. La poderosa reina también era una excelente cazadora, bajo su frágil silueta, escondía su bracera de bronce y su brazo de milenios se tensaba certero.

-¡Ve!- Le gritó Liv y sin repetirlo Thor salió. 

-Rey...- Añadió Liv y abrazó el cuerpo casi frío de Odín.

-Estaremos bien tío, yo te cuidaré, tu duerme, sé que tu hijo lo hará brillantemente, confía.-Susurraba abrazándole.

Como nubes de lluvia, la parvada no cesaba. Nadie podía prestar atención a las cadenas que se tensaban una y otra y otra vez. Las mallugandose las muñecas y los tobillos, sin importarle el dolor.

Por favor... ¡Tienes que hacer algo!

Se gritó internamente, y brotando de él la energía que llegó como paloma mensajera las cadenas se destruyeron haciendo con esto gran estruendo. No tuvo tiempo ni de sobarse las muñecas y recobrando su altura original, destruyó la puerta de cedro para correr por los pasillos.

¿Dónde estás? Muéstrame el camino

Los cuernos de su hermano brillaron y se alargaron por encima de su cabeza. Lo dirige y lo llama.

El chirrido de aquellas garras posándose por los grandes ventanales. Algunos pajes todavía corrían buscando donde protegerse. Las flechas lograban atravesar a uno o dos, tal vez tres pero en seguida emprendían el vuelo y se volvían casi imposibles de derribar.

Los rayos hicieron acto de presencia, el plumaje gris se volvía negro y quedaban chamuscadas en el suelo, los soldados se agrupaban y formaban anillos alrededor de Thor. Los que estaban en el aire permanecían cerca de las torres y giraban con las lanzas listas.

Sin embargo, cuando parecían desistir en número volvían en grandes grupos arrojándose sobre ellos, algunos desafortunados eran tomados y eran soltados cuando subían a gran altura, no es necesario decir que no había vida en aquellos guerreros. Thor miró de reojo el rostro de todos ellos, aunque hinchados de furia estaban también mostraban miedo en sus miradas. Tenía que protegerlos, a toda costa.

-¡Todos vayan hacía adentro! - Ordenó. Los cascos de las armaduras sonaron y antes que después muchos estaban protegiéndose.

-¡Hay que cerrar las puertas! No dejen que ninguno entre.- Volstagg tomó ventaja. Pronto en los balcones se cerraron las grandes puertas. Las aves que llegaban a tratar de entrar fueron sometidos prontamente.

Ahora las fuerzas estaban ahora dirigidas en mantener las puertas cerradas, colocaban lo que fuesen necesario, sillas, mesas.

-¿Cuánto tomará alistar los escorpiones? (Digamos que son como ballestas pero de gran tamaño)

-Menos de 5 minutos.

-Háganlo.- Ordenó el nuevo rey.

Dividiéndose los grupos corrieron, uno de ellos fue atacados cuando una ave de rapiña destruyó las altas ventanas cerradas, el asedio entre los pasillos fue tremenda, sin embargo, después de acabar con ella se desviaron en intentar volver a tener cerrada esa misma ventana.

Thor se dirigió a la habitación escondida de Odín.

Al entrar vio a Liv tomando en su regazo al rey dormido, Frigga entró enseguida para ayudarla.

-Tienen que irse con el pueblo, están bajando a los túneles, madre, por favor ayudalos.- Ordenó, Frigga asintió. En ese momento se destruyeron las puertas de ventana que daba a la habitación. El ave antes de batir las alas escupió un viento helado y este recayó por completo en el brazo derecho del rey Thor, Mjölnir y su mano quedaron completamente encerrados en un cubo de hielo, de su piel pronto brotó vapor debido al calor de su cuerpo y el hielo además quemaba su armadura y pronto su piel.

Masculló con fuerza. 

-¡REY!- Gritaron las fuerzas de la milicia, encabezados por Fandral pudo verlos venir pero fue demasiado tarde, entraron otras más aves listas para atacar. 

Frigga tomó a Gungir, debía ser suficiente, pero antes de poder hacer movimiento alguno, el ave nuevamente escupió el viento y congeló las piernas de la soberana. Sin esperar un intento de ataque, tomó aire y cubrió con fatal ventisca el cuerpo de ellos incluyendo al rey dormido y a Liv. Su piel se comenzó a tonar azul. 

Liv en acción natural se protegió el centro de su cuerpo pero pronto sería inútil, sintiendo como eran encerrados en una gran esfera de nieve poco a poco el calor abandonaba sus cuerpos. Era tan rápido que pronto perderían la consciencia.

Thor intentó mover su brazo, invocar el rayo pero los ojos le comenzaron a hacer escozor. Los brazos no le respondían y de su garganta no provenía ningún sonido. Parecía ser el último recurso y ahora era imposible. Por el rabillo del ojo vio a su madre abrazando a Odín y Liv a sí misma. 

¿Morirían allí? ¿serían consumidos por el terrible hielo? ¿Por qué? ¿Por qué nunca se preparó para esto? Se sentía inútil y frustrado, incluso en esos momentos donde parecía que los gritos a lo lejos disminuían su lucha interna estallaba hasta hacerle doler la cabeza. Perdería la vida...

Cerró los ojos contra su voluntad. ¿Qué vería en cuanto los abriese? ¿El Vallhala? ¿Era digno de ello? Una ola de sonido retumbó en sus oídos tan profundamente que casi fue dolorosa como un agarre de los brazos.

Esperen un momento, era el verdadero agarre de un brazo, contacto que no le resultó desagradable, como pudo vio un brazo azul de grandes dimensiones tomándole del hombro, después salió y entró de nuevo, tomó de la cintura a Frigga, salió y finalmente destruyó la parte de arriba del extraño domo de hielo a donde estaban condenados a morir.

De pronto sintió una calidez recorriendo su cuerpo, cuando recuperó más o menos la consciencia se vio envuelto en una suave frazada, la misma que mantenía en descanso al rey dormido pero ahora albergaba además a su prima Liv y a su madre.

-¿Qué---

Parpadeó varias veces, hasta finalmente comprender que estaban siendo todos tomados entre los brazos gigantes y azules de un hombre.

El golpe de realidad le hizo abrir los ojos de manera abrupta.

-¡TU!-Gritó Thor molesto. Aren corría con la familia real en brazos por el pasillo. 

Con un estruendo Aren se detuvo en seco cuando un ave de rapiña cayó justo delante de ellos, sin vida. Girando la cabeza en dirección de donde descendió se topó con una imagen tan extraña como... 

-Ese rescate no resultó muy sutil que digamos.- Su voz sonaba todavía como la recordaba.

Sus ojos rojos y los cuernos en su cabeza brillaban. No pudo evitar mirarle de arriba a abajo. Solo una prenda de tela cubría desde su cadera hacía abajo casi la rodilla además de una bracera que protegía su hombro.

-Ahí vienen.

La espada de hielo macizo en la mano del jötun de menor tamaño se volvió una más de sus extremidades y batiéndola en el aire, se elevó en el aire y acabó con los que se habían logrado infiltrar.

-Llévatelos.

Aren se echó a correr de nuevo y se detuvo finalmente al doblar hacía las escaleras que bajaban por el tunel, se escondió. Dejó a Thor en el suelo, recargó a la reina en la pared, ésta todavía sujetaba a Odín, pero pronto se olvidó de estos cuando giró a tomar a Liv entre brazos.

-¡Liv, Liv, por favor! ¡DESPIERTA! - Le llamó y le sacudía con ligereza, le tomó de la mano para intentar proveerle de calor. La miraba tan pálida como nunca. 

Thor todavía no podía moverse y Mjölnir seguía guardado en aquél cubo de hielo junto con la posibilidad de mover su mano y casi brazo completo. Intentó ponerse de pie pero fue imposible. 

-Espera a que se derrita.- Le dijo Aren intentando sonar calmado pero solo obtuvo una mirada fúrica.

-Debo ayudar a mis soldados.

-Ellos están bien. Ahora están socorriendo a los del pueblo ya debajo de nosotros.

-¡¿Qué?!

-Digamos que mi hermano tiene facilidad de convencer a la gente.- Dijo con un cierto dejo de sarcasmo.

Acalló por unos momentos pero enseguida regresaron los graznidos de las rapiñas aquellas.

-Debemos irnos.- Dijo Aren mirando a Liv que todavía no recobraba la consciencia.

-No se muevan.- Era Loki de nuevo, les había alcanzado. No se veía cansado, pero si un poco agitado, su cabello suelto caía en varios mechones. Ni siquiera posó su mirar en el nuevo rey.

-¿Cómo diablos escapaste?-Masculló Frigga. Cierto, sus cadenas eran especiales para detener cualquier conjuro.

-Ese que apresaron no era yo, solo una copia.- Respondió sin mostrar arrepentimiento. 

-Reina, necesito que me preste uno de sus cabellos.- Añadió. La petición fue tan extraña que no generó respuesta. Estiró su mano, y esta vez fue la mano libre del ya no príncipe.

-No te atrevas.- Su respuesta casi rabiosa dejó sin emoción al rostro de Loki que no se giró a verlo.

-Si no lo hacemos, morirán aquí.- Respondió.

Frigga asintió dando su consentimiento. Aren retiró la mano de Thor de la de Loki y este procedió a retirarle un dorado cabello. Se puso de pie rápidamente e invocando en un extraño susurro la magia nuevamente brotó de sus dedos como una misteriosa serpiente verde. Envolviendo el cabello, este brilló como el mismo oro, formó el sello real y de pronto tomando la forma sólida tomo la silueta de una flecha. 

-Esto será suficiente.

-Son cientos de esas espantosas aves.- Le dijo Thor en reclamo, no le respondió. Se puso en posición de ataque y de su muñeca atravesando un rayo de sol apareció un brillante arco y la flecha se encontró en su gran amplitud.

Respiró hondo, tensó el abdomen y los músculos se marcaron como dunas sobre el desierto , esperaron el momento adecuado, justo cuando los graznidos subían más y más de volumen.

-Se están acercando.- Dijo Aren.

Era cierto, pronto la gran mancha giró y entraron al amplio pasillo, listas para atacar, una vez que estuvieron acorraladas, Loki destensó el arco y la flecha rauda y veloz cruzó el aire. Brillando como el mismo sol, se dividió en tantas como aves había y todas estas fueron atravesadas y cayeron en el instante en el que sus cuerpos se desintegraban.

Pronto, no quedó ninguna. El arco de luz desapareció.

-No tenemos mucho tiempo, el campo de protección que puse será derribado sino hacemos algo pronto.- Agregó después de un momento de silencio. Sin decir algo más, atravesó con la mirada al rey que seguía con las extremidades tensas. Thor se removió en su sitio, no quería tener ante él esa horrible presencia una vez más, quería que desapareciera.

Acercando su mano, de esta brotó una esfera de luz roja y no solo eso, sino en exceso cálida. Pronto el hielo que tenía encerrado a Mjölnir se volvió líquido y dejando un gran charco liberó los dedos casi azules. Estando Thor intentando recobrar la movilidad abriendo y cerrando el puño vio un trozo de un objeto marrón en el suelo.

-Cómelo, hará que la sangre fluya y no se gangrene.

Nuevamente sin compartir miradas, hizo lo mismo con las piernas de la reina, con el cuerpo del rey dormido y finalmente con el cuerpo de Liv que reposaba entre los brazos de Aren.

-No despertará enseguida. Al parecer ha drenado parte de su energía.- Puntualizó, Aren asintió en comprensión y la llevó más cerca de su pecho.

-¿Qué diablos está pasando aquí? ¿nos tomarás como malditos rehenes? Olvídate de que yo--

-¿Quieres callarte?- Fue Aren quien le mandó callar.

Y añadió:

-Si quisiéramos hacernos de Asgard, ya te hubiésemos asesinado a ti y a tu padre. Hace mucho que pudimos haberlo hecho.- Esto último casi como un susurro llegó como una daga al orgullo del gobernante.

-Llama a un pequeño grupo de soldados que puedan ayudarte, necesitaremos manos confiables.- Loki rompió la conversación.

-Las Ísflugar son aves que no son del todo irracionales, su gran poderío en fuerza y capacidad radica en su estrategia.- Explicó.

-¿Sabes que son esas cosas?- Incrédulo preguntó el rey, todavía sin poder creerse el hecho de que estaba manteniendo una conversación con él específicamente.

-¿De dónde crees tu que vengan? - Le cuestionó. La respuesta llegó pronto a su mente. 

-¿Ustedes lo causaron?- Fue el siguiente ataque, aprisionó a Mjölnir con premura en su mano.

-Si nos matas, ellas te mataran como casi lo hicieron. Loki es el más indicado para hacerse cargo.- Le amenazó Aren.

Su nombre resonó.

-Ese no es tu nombre.- Le escupió las palabras mirándolo.

-¿Quieres salvar a tu pueblo de esas bestias o no? - Su paciencia se acababa.

-¿Y qué harás una vez que termines? ¿nos asesinarán?

-Primero ocúpate en sobrevivir, el que conozca estas bestias no significa que no esté también en peligro.

Se acomodó los largos cabellos y se posó junto Aren quien con Liv en brazos preguntó:

-Tu decides. Puedes matarnos ahora, pero morirás a manos de las Ísflugar. O puedes usar el cerebro para salvar a tu pueblo y ver qué hacer después.

Ambos jötuns le clavaron los ojos rojizos. Frigga miró a su hijo. En su fuero interno, Thor quería aprisionar al joven azul y tal vez... ¿qué haría con él? ¿golpearlo? ¿interrogarlo? ... ¿besarlo?

Claro que no, jamás podría, el joven de piel color nata e introvertido ya no era él. Nunca lo fue. Sino una despiadada bestia de color azul. Su amor nunca fue correspondido, solo fue una careta para un plan malévolo. ¿Hacia dónde se dirigía esta guerra? ¿Qué más debía sacrificar? En su cabeza resonaban además las palabras que él le había dado en la piel de Loki.

Piensa en la energía que hace que prosigas, la que provoca que tu ánimo suba lo suficiente para hacer hazañas y pelear.

La guerra... Tu la guerra yo la muerte. 

Lo recordó y haberse puesto tan dispuesto, como en bandeja de plata lo hizo sentir estúpido. Desde el principio, Loki debió usar sus poderes sobre él para que se sintiera supremamente atraído hacía él... Claro, debía ser parte del plan y aprovechando que él no tenía conocimientos de magia, no supo repeler el hechizo. Había deshecho los conjuros de protección de su madre, había logrado una copia exacta de él haciéndose pasar por prisionero. Debía tener un gran poder y él aún en aquella situación seguía siendo indefenso.

Frigga intentó razonar con su hijo cuando notó su mutismo. Pero antes de poder proferir palabra:

-Está bien, lo haré. Pero no pueden separarse de mi, un paso en falso y sus cabezas rodarán por mis pies.- Amenazó.

Aren se levantó.

-Liv, ella necesita.

-Yo la llevaré.- La nueva voz fue recibida con sorpresa, sobretodo el jötun de menor tamaño. Se giró bruscamente.

-Syn.- Susurró, se apartó enseguida cuando ella se adelantó y tomó a la joven entre brazos.

Aren la miró de arriba a abajo, en un momento dudó de entregársela. La miró a los ojos, esos profundos ojos verdes, los cabellos negros regados por la espalda. Él sabía algo que los demás no y aún no se sentía con la seguridad suficiente para comentárselo a su hermano mayor, así que abogando por los pocos poderes que podía tener por parte de Loki, le habló sin mover los labios.

Tu y yo tenemos una conversación pendiente.

Syn sonrió por lo bajo.

Estaré esperando el momento adecuado.

La chica regordeta en sus brazos gimió un poco pero volvió a su sueño profundo. Aren vio como la llevaba bajo los túneles donde el resto de los asgardianos se resguardaba. Thor pasó junto a él.

-Por favor, haz que vengan Fandral, Sif, Volstagg y Hogun.

-Enseguida, mi rey.- Afirmó y bajó las escaleras.

-¿Conque rey, eh? Felicitaciones.- Dijo Aren y recibió un puñetazo en la pierna (era donde alcanzaba) por parte de su hermano, aunque no demasiado fuerte. Thor no dio las gracias por la felicitación.

-Tu todavía no eres rey, debemos acabar primero con ese tirano.- Le dijo.

Su hermano menor guardó silencio y apartó la mirada. Dio unos pasos asomándose por la orilla del pasillo.

-¿Cuánto tiempo tenemos?

-Por mucho 10 minutos más.- Afirmó Loki. De pronto su cuerpo se balanceó hacía adelante preso de un fuerte mareo, apenas alcanzó a sostenerse de la pared. Thor por un momento quiso dar un paso pero la mano inmensa de Aren lo pudo sostener.

-¿Estás bien? Necesitas un poco más d-

-Estoy bien.- Cortó la oración con esa contestación. Miró a Aren con intenciones de que no dijera más sobre su actual condición en desventaja.

-Tal vez menos de 10 minutos.- Dijo con un poco de cansancio. Justo entonces fue cuando subieron los grandes guerreros de Asgard.

-Thor ¿qué pasa? ¿qué sucedió con las--

Todos pararon en seco al ver a los dos hermanos justo frente a ellos. Dos segundos después estaban desenvainando las armas.

-Guárdenlas.- Ordenó el rey y lo único que hizo su orden fue que lo mirasen incrédulos.

-¡Pero--!

-¡ES UNA ORDEN!- Alzó la voz. Los guerreros lo miraban confundido y sin quitarles la mirada a los hermanos guardaron las espadas.

-¿Qué está sucediendo?- Fue Sif quien comenzó el interrogatorio.

-No hay tiempo para preguntas, todavía tenemos a esas aves encima de nosotros. Ellos...- Los señaló como si de criminales se tratasen.

-Tienen un plan, por ahora les seguiremos la corriente, después... Bueno, eso lo descubriremos.- Esto último como nueva amenaza. Aren bufó cansado mientras Loki permanecía todavía callado y con los brazos cruzados.

-Muy bien, paleta de hielo de nombre desconocido, dinos tu plan.- Dijo Fandral acercándose al hermano mayor.

-Lygar, es mi nombre. Loki, para las viejas amistades- Afirmó. Se acercó al grupo.

-Dejando las presentaciones para después, tenemos un grupo de Ísflugar cazando desde arriba este sitio y debemos actuar rápido. Ahora mismo tenemos un humilde escudo que su servidor puso para que no se convirtieran en botana de esas bestias y bueno, ahora deberán prestarme atención si quieren sobrevivir.- Su voz juguetona, la que solo brotaba de vez en cuando se hacía presente.

Sonrió maliciosamente.

-¿Está claro?

Los guerreros se miraron, estaban a punto de protestar cuando la reina se interpuso.

-¿Qué hay que hacer? - Preguntó con seguridad. Loki volvió a hablar.

-Primero... las Ísflugar son colonias de familias que siguen a una hembra alfa, es esta la que dirige y manda las órdenes, igualmente la más inteligente. Lo que los demás hagan será siempre bajo esta figura de autoridad.

-Perfecto, entonces solo tenemos que deshacernos de ella y asunto arreglado.- Se apresuró a decir Volstagg impaciente.

-Espera, ¿cómo sabemos cuál es la hembra alfa?- Agregó Hogun.

-Si, no puede ser tan fácil como dices.- Se unió Thor a la protesta.

-Yo nunca dije que fuera fácil.- Aseguró el jötun. 

-Necesitamos un lugar alto para mostrarles la magnitud del asunto.

Bajo las instrucciones de no separarse del rey todos quedaron boquiabiertos al estar en una de las torres más altas y ver a la poderosa 'hembra alfa'.

Volstagg tuvo que limpiarse la baba que salió al mantener tanto tiempo la cabeza inclinada hacía arriba. Loki sonrió por lo bajo.

-¿Me estás diciendo que esa mancha enorme que cubre el castillo es la hembra alfa?- Preguntó Fandral alzando la voz.  El efecto de anocher que parecía estar presente desde el inicio no se debía sino a la gran presencia del ave que se movía en lentos círculos por encima.

-A ver de nuevo. ¿Cómo es que no la vimos desde el inicio?

-Necesitaríamos por lo menos veinte escorpiones para poder siquiera intentar derribarla.- Añadió el rubio. Regresó a sacar la cabeza.

-A ver otra vez.

-La hembra es demasiado grande, cuando toman ese tamaño es que son demasiado débiles y viejas, por eso permanecen alejadas.

-¿Qué diablos pasa con ustedes pitufos agrandados? ¿qué clase de plan es ese?- Volvió a recriminar el espadachín rubio.

-Ya basta de los motes, me estoy cansando de ti.- Le amenazó. 

-Dejen de pelearse.- Habló Aren lejos de la habitación, su gran tamaño no le permitía poder subir las estrechas escaleras a la torre.

Loki bufó.

-Lamentablemente no será suficiente si la derribamos.

-Oh vaya que genial plan el tuyo.- Dijo Volstagg.

-En cuanto la hembra muera, tomará el mando el siguiente en tamaño. Así sucesivamente y será una guerra interminable.- Profetizó con fingida mirada de preocupación.

-¿Entonces? - El rey parecía renuente a hablarle pero debía hacerlo. Loki sonrió de nuevo, parecía disfrutar el espectáculo.

-La única manera de acabar con todos al mismo tiempo sería hacer que apareciera una hembra solitaria, que proclamase el poder, para ello tendría que ser todavía más grande que la que vieron o por lo menos más fuerte.

-Si bueno, no creo que haya una por el vecindario. ¿O no tendrás por tus escasas ropas el número anotado de una de ellas?- Protestó Fandral mirándolo de arriba a abajo. Como manzanas los ojos de Loki rodaron con molestia.

-Yo me ocupo de la hembra.- Nuevamente el grupo le miró sin poder creerlo.

-Ustedes tienen que hacer lo siguiente... 

La gran aura de color verde poco a poco iba perdiendo su luz y comenzaba a desaparecer, desde que había aparecido las aves de rapiña no habían dejado de atacarla con la intención de derribarla, en algunas partes del palacio ya se habían formado orificios y los picos de las bestias no dejaban de intentar abrir más y más aquella brecha. Por encima de todas ellas, la gran mancha seguía aleteando con fuerza, alentando a sus hijas a terminar su cometido.

-¿Están todos listos?- Preguntó Thor tomando entre sus manos junto con Volstagg las cadenas de la puerta principal.

Sif permanecía en el primer pasillo derecho junto con Hogun y del otro lado estaban Frigga con Fandral, Aren permanecía en medio de la gran recepción. Tragó ruidosamente, miró por reojo. Las puertas a los demás accesos del palacio estaban cerrados, tenían que actuar rápidamente sino, sería su fin. 

Cada uno de los guerreros se encargarían de no dejar que pasaran más allá de la recepción.

-Asesinen a las que entren.- Ordenó Thor.

El gran escudo comenzó a descender.

-¡AHORA!- Gritó Loki. Las cadenas sonaron estridentemente y las puertas se abrieron justo en medio de la gran apertura corría a gran velocidad el jötun mayor, cuando las puertas estuvieron lo suficientemente abiertas, su cuerpo brilló en una esfera de luz verde, extendió sus brazos y piernas, estas se alargaron tanto al igual que su cuello y su piel se cubrió de largas plumas color blanco.

Ahora el gran graznido del ave que nacía de las entrañas del castillo dejaba paralizadas a las aves de rapiña. 

-¡POR LAS NORDAS!- Exclamó Volstagg, Thor casi en shock miró al gran animal en el que se había metamorfoseado, pronto tuvo que volver a la acción y deshacerse de las aves que entraron.

Fuera, Loki seguía graznando en su inmensa figura, llamando la atención de las demás que por el instinto que él explicó comenzaron a seguirlo. Subió y batió las alas tan altas que de estas brotaron los mismos bloques de hielo puntiagudos. La hembra alfa apenas podía esquivarlas, el gran pico dorado del jötun disfrazado se enterró varias veces en su enorme cuerpo. Loki había logrado ser incluso un poco más grande que ella y las aves siguiendo su instinto también picoteaban a la alfa.

Esta sin comprender lo que sucedía comenzó a apartarse del cielo y herida de la batalla se alejaba. Lo había logrado, ahora él tenía el control sobre las demás. Podía encausarlas a irse, sería algo muy prudente. Loki había evitado decirlo, pero muy seguramente esas aves no llegaron por casualidad a Asgard, el rey de Jötunheim debía estar detrás de este ataque, sin embargo hacerlas regresar no era una buena idea, debía deshacerse del recurso de su padre del poder sobre las Ísflugar. 

El ave de blanco graznó fuertemente. Era la señal. Los guerreros ya se habían preparado con las altas cortinas del salón y crearon un túnel que obligaría a las bestias a quedarse atrapadas en el gran salón.

Batió las alas y girando hacía el gran palacio hicieron lo mismo.

-Ahí viene.- Frigga abrazó con fuerza las telas que protegerían el castillo.

Como un gran cisne sobre el lago, trazó su vuelo con elegancia y firmeza. Thor ahora estaba en el centro de la recepción con Mjölnir en la mano. El dorado pico del gran cisne entró y tras este su colosal cuerpo, todas sus 'hijas' entraron con él graznando y aleteando con rudeza.

-¡Cierra las puertas!- Ordenó Frigga y Volstagg se encargó junto con Aren.

Con dificultad Loki planeó dentro haciendo pequeños círculos. Las aves revoloteaban encerradas en el pequeño espacio, lo era ya que eran más de trescientas de ellas.

-Thor.- Habló el transformado gigante de hielo, como eco su voz llegó a sus oídos.

Dudó por un segundo... ¿Estaba bien hacerlo? Podía morir en el intento y se lamentaba estar considerándolo como una preocupación. Negó con la cabeza. Sus ojos soltaron su común fulgor y alzando su poderoso martillo invocó al rayo junto con el trueno, éste llegó como cascada. 

Lo dirigió a dónde debía. Hacía Loki.

El ave blanca se destruyó. El rey abrió los ojos con expectación. En eso, como si de una danza se tratara vio la silueta azul, con dos dedos, Loki se movía por la habitación capturando en este gesto el poderoso rayo que hacía unos momentos había caído. Además llevaba en su rostro el dolor impregnado, manejar el poderoso trueno del Dios no era fácil pero con la fuerza que le quedaba se colocó en medio como un gran estatua y los rayos se dirigieron hacía las presas atrapadas en el gran recinto. Una a una y sin escapatoria fueron casi pulverizándose. El plan fue un éxito cuando la última soltó un graznido de dolor y cayó de lleno.

Los guerreros soltaron un grito de triunfo y alzaron en el acto sus armas felices. En ese momento iban subiendo con las espadas en mano los demás soldados pero al ver la escena de felicidad dieron por dado que había sido todo un éxito.

Todo gracias al rey. Éste regresó la vista pero Loki ya no estaba en el lugar. Con la mirada los buscó por todo el recinto, tampoco Aren se encontraba allí. 

-Con un demonio.- Masculló.

Corrió hacía la entrada, sin embargo la puerta estaba cerrada. Claro,ese maldito era experto en el arte del disfraz. Con desesperación acogió la idea, lo había perdido otra vez, y esta vez como prisionero que era.

Perdió su oportunidad de venganza.

Con el rostro desencajado, fue sacado del trance al sentir el agarre de su madre. Apenas pudo proferir palabra cuando encapuchados por el bullicio de la celebración fue llevado a una sala contigua. 

En él, estaba Aren y en sus brazos: Loki con un brazo casi negro, el fuerte trueno era demasiado incluso para él. Thor permaneció en el portal sin poder apartar la vista ni decir palabra. Frigga se acercó.

-Colócalo aquí.- Le dijo a Aren quien asustado obedeció y lo recostó sobre una superficie alcolchonada dispuesta como asiento en el sitio. Loki no gritaba pero apretaba la mandíbula, tenía más de medio brazo quemado y no era una herida sencilla.

-Estará bien, dame espacio.- Aseguró Frigga al ver el estado de ansiedad del mellizo. Aren la miró asustado y luego a su hermano. Se apartó como ordenó la reina y vio como ésta se remangaba la bracera y sus ropas.

Frotando sus manos, comenzó a dibujar en susurros runas, éstas moviéndose como notas musicales sobre papel rodearon el brazo del herido. Brillando con luz dorada, se traspasaron sobre la piel del convaleciente. Con la respiración agitada, alcanzó a ver los conjuros mágicos de curación que se aferraban a su piel. Poco a poco, ésta pareció transmutar en colores, pronto sus tatuajes naturales se notaban más y su tez volvía a su color primario natural.

Logró curarle el brazo. En ese instante Loki perdió el conocimiento, los largos cabellos se regaron cuando su cabeza cayó hacía atrás y los cuernos volvieron a un tamaño pequeño.

-¡Loki! ¡LOKI!- Le llamó Aren.

-Está bien, el descanso le vendrá bien.- Aseguró Frigga.

-Muchas gracias.- Alcanzó a decir el mellizo cuando vio a su hermano sumido en un profundo sueño y le acomodó los cabellos. El gesto no pasó desapercibido por la familia real, el lazo entre los hermanos era sensatamente fuerte. Al menos eso no parecen haberlo fingido.

-No hay gracias que dar, les estoy devolviendo solo el favor. Ahora... -El rostro femenino se tensó de nuevo y mostró la misma faceta de reina despiadada. Así debía ser.

-Llama a los guardias.- Le dijo a su madre.

-¡Espera!- Exclamó Aren. En eso Thor alzó el martillo. Había acabado la tregua, ahora eran enemigos de nuevo, Aren temió y habló:

-Quisiera pedirte un favor más...

Thor alzó la ceja.

-Desde que llegue lo único que hemos deseado es una audiencia con el rey.

Aren lo justo en los ojos azules.

-Por favor, rey Thor.- Se inclinó.

-Concédeme unas palabras hacía usted. El estado de mi hermano es delicado aún y no haría nada que lo pusiera más en peligro.- Aseguró.

Frigga miró de nuevo al desmayado.

-Es cierto que es muy poca la energía que tiene, estoy impresionada que haya logrado semejante hazaña con esa escasez de energía. ¿Tú le has estado proveído de tu propia energía para mantenerlo vivo, cierto?

Aren alzó la mirada. De nuevo la agachó.

-Si reina, es casi un milagro que mi hermano este vivo, por ello... He estado dando parte de mi fuerza para que se recupere.

Se hincó más profundamente.

-Por ello, por favor rey Thor. Permíteme tener una conversación contigo, de rey a rey.

-Tu todavía no eres rey de Jötunheim, ya lo dijo tu hermano.

-¡Pero lo seré! - Aseguró.

-Por ello, necesito hacer esto, porque aunque no lo crean, deseo acabar con estas acciones hostiles y para eso, quiero darle toda la información pertinente. 

Thor encaró una ceja, sobre sus hombros logró sentir de nuevo esa fuerza y pesadez de ser el nuevo regente. Cerró los ojos.

Padre, dame tu fuerza.

-Está bien.

Los ojos rojos brillaron y sonrió ampliamente.

-¡MUCHAS GRACIAS!

Hizo una reverencia nuevamente.

-Pero deberás darnos mucho más que solo información.- Agregó el rey y Aren cambió su semblante feliz a uno serio.

Tras ellos, sin saber el contenido de la conversación dormía el poderoso jötun de largos cabellos. ¿Qué cambios radicales podrían suceder ahora? ¿esta victoria sobre las fuerzas de Jötunheim era suficiente para poder levantar el ánimo?

Pronto lo descubrirían.

Notas finales:

¡Cuánto tiempo! Espero hayan pasado excelentes fiestas. Lamento la demora, en mi defensa solo puedo decir que; perdí mi trabajo y mi casa jojojo (falsa risa) ahora estoy en una situación en la que nunca creí verme pero, gracias al amor de ciertas personas podré estar tranquila por una temporada en lo que reacomodo mi vida. ¡Qué mejor manera de levantar el ánimo que continuar el fic aquí presente! Espero les haya gustado. 


Deseo estén teniendo un excelente inicio de año.


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