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The Calling por hanneko

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Abrió los ojos abruptamente, asustado y respirando contrariado.

 

"¿Dónde estoy?" Se preguntó inquieto para luego removerse incomodo, sintiendo la cabeza palpitarle con fuerza. Aturdido aún, se encontró solo en la cama, cubierto por una leve capa de sudor. Entendió de inmediato que había sido atacado por otra pesadilla, que sería ya la quinta en la semana.

 

− Friday, ¿qué hora es? − Preguntó al aire.

− 2:57 pm, señor Stark.

− Maldición. − Susurro más para sí mismo, hastiado.

 

"Solo fue un sueño. Un sueño más."

 

Se levantó lentamente hasta sentarse en el borde de la cama, con cierta dificultad. No podía dormir y la cama se sentía de pronto gigantesca. Demasiado fría, demasiado cálida. Definitivamente no podría dormir, era un hecho.

A regañadientes se dirigió al bar en la cocina, con el firme propósito de introducir algo de alcohol a su organismo y luego, dirigirse al taller.

Esa escena era reiterativa y ultimadamente, casi interdiaria, producto inequívoco de un insomnio cuasi patológico.

Habían pasado ya varios meses desde los acuerdos, la división de grupo, la guerra de bandos, la aparición del soldado del invierno y la desaparición de más de la mitad de los integrantes del equipo, entre ellos Steve Rogers. Todos aún con paradero "desconocido".

Todo ello, el revivir la muerte de sus padres y el tener a Rhodes, su mejor amigo de siempre, incapacitado, habían terminado de acabar con sus nervios. Como resultado, su pseudo alcoholismo había resurgido con más fuerza que en otras crisis previas y su mente, siempre presta a atormentarle, le abatía con pesadillas en donde sus memorias parecían enredarse con el ayer y el presente.

 

Ya en el taller y con un vaso de whiskey en mano, recorrió con una sola mirada el recinto buscando alguna actividad pendiente, algo que hacer. No era que no tuviera nada en mente, quizá el problema era que tenía demasiadas ideas en la cabeza que no le permitían claridad.

 

Derrotado, se sentó cansado en la silla más cercana. Abrió la segunda gaveta del cajonero para sacar un pequeño teléfono que sostuvo ente sus manos.

 

El aparato, que quizá ahora podría considerarse obsoleto para cualquiera, para él resultaba casi un tesoro. Sin saber aún por qué - eso era algo que no planeaba responderse - era una distracción recurrente e irresistible que había resultado en un ritual: sin poder dormir se arrastraba hasta su taller para poder contemplar el pequeño aparato, el cual, después de tenerlo a diario pegado al bolsillo de su pantalón, había decido guardar lejos de sí en el interior de esa gaveta vacía con el propósito de tal vez poder olvidarse de su existencia. Vale destacar que poco o nada sirvió. El celular podía estar físicamente fuera de su alcance pero no fuera de sus pensamientos.

 

A veces se imaginaba a sí mismo marcando el único número registrado en el menú de contactos, para luego regañarse mentalmente y guardar de nuevo el objeto en un lugar lejos de su alcance. No lograba entender aún el motivo de tal fascinación y obsesión - no quería entenderlo -, pero estaba, existía en él y sencillamente empezaba a acabar con su paciencia, que no era mucha en general.

 

Y de nuevo las mismas preguntas azotaban su cabeza, las mismas que parecían desaparecer al llegar la mañana y volver de madrugaba.

 

¿Por qué no le llamaba? ¿Acaso era el único en esta situación insoportable? ¿Quizá pretendería que lo llamará él? ¿Acaso tenía que estar el mundo en peligro para que Rogers se dignase a llamarle?

 

− No hay manera. − Se negó a sí mismo. En definitiva no habría manera de que él diera el primer paso en comunicarse.

 

Debía repetirse que era él quien había sido traicionado, debía recordarse que él era quien estaba enojado, molesto, roto. Devastadoramente roto. Lo cierto era que esa traición había hecho trizas su amor propio, su rutina, su concepción de sí mismo y de lo que significaba familia para él. Todo.

 

No era que Rogers y él fuesen precisamente los mejores amigos pero, después de tantos roces y confrontaciones por su diferencia de caracteres, los que de alguna manera derivaron a la aceptación y admiración mutua, su relación había mejorado significativamente y también se había ido a la mierda casi en el mismo tiempo lo que le llevaba a preguntarse ahora: ¿Acaso su lazo había sido tan frágil?

 

Le había considerado su amigo, un componente importante del equipo (cuando eran aún un equipo), y una influencia inevitable en su vida que, por coincidencias irónicas, había estado presente desde su niñez: ese hombre había pasado de ser el héroe más adorado y admirado a ser la leyenda que resintió por el abandono de su padre y luego, al formar parte de la iniciativa Avengers, ser el compañero insoportable de enfrentamientos por las evidentes incompatibilidades y finalmente alguien a quien podría haber confiado su vida y, en lo profundo de sí mismo, su corazón - pero jamás lo admitiría -

 

En efecto, su relación había pasado por diversas etapas, complicadas y enriquecedoras, y todo para terminar de la forma más terrible; era frustrante para un hombre como él, que había pasado por tanto. En un contexto diferente, tal suceso podría contarse como un golpe más, una cicatriz más para su colección de desgracias pero lo no, no lo era. Ya le habían traicionado antes pero no podía engañarse. No era un golpe más, no era una cicatriz más.

 

¿Por qué no podía ser uno más? ¿Por qué tenía que doler tanto?

 

Sabiéndose traicionado y sintiéndose olvidado se tomó la cabeza en ambas manos, negándose a la consigna de Rogers que parecía llegar a él en esos momentos de soledad.

 

"Si nos necesitas, si me necesitas, ahí estaré" Recordó que rezaba el párrafo final de la carta escrita a puño y letra del Capitán pero estaba decidido a hacer caso omiso.

 

"Jodete, Rogers. Jodete." Pensó, enojado consigo por recordar con tanta claridad esas palabras. Qué se jodiera. Qué se jodiera él y sus palabras. Él y Bucky, él y Romanoff. Él y todos los demas, pero por sobre todo él. Él con su maldita cara perfecta, él y su buena voluntad, él y sus supuestos buenos valores. ¿No se supone era la viva imagen de la verdad y de todo lo correcto? ¿Cómo el consagrado "orgullo de América" había podido ocultarle algo así? ¿Por qué se había largado sin más, después de haberle ocultado lo que quizás podría ser la verdad más importante de su vida?

 

¿Por qué?

 

Preso de un odio súbito, tomo entre sus manos el pequeño teléfono y temblando ligeramente - no podía evitarlo - busco el menú de contactos, para dar con un único registro.

 

Necesita respuestas, las necesitaba. El Tony de esa realidad y el Tony de sus sueños, ambos, necesitaban respuestas. Su cabeza era un remolino de ideas, quejas y reclamos debatiendo entre sí para salir a borbotones de sus labios, acompañadas de muchas maldiciones y malas palabras. Oh, sí. Como deseaba incordiarlo con todo su repertorio de palabrotas.

 

Sin poder contenerse, presiono el botón de llamada. No había vuelta atrás. Un primer timbre se escuchó, acompañado por un segundo y luego un tercero.

 

− ¿Hola? − Pudo escuchar del otro lado y fue el detonante de su histeria. Era su voz. Era la voz del Cap. Su voz, varonil y profunda, era inconfundible.

 

Todo, todo en absoluto que tenía pensado se esfumo, dejando paso al silencio. Se quedó mudo, en blanco. De repente el locuaz Tony Stark se había quedado sin palabras. Quién lo diría.

 

- ¿Hola? ¿Stark? - Se volvía a escuchar de la bocina del pequeño teléfono, con inquietante claridad para la pésima recepción que Tony esperaba.

 

De nuevo, las palabras no salían.

 

− ¿Hola, estas ahí? ¿...Tony? − Le escuchó insistir nuevamente, escuchar su nombre pronunciado por esa voz fue la gota que colmó su vaso.

 

− ¿Qué carajos estoy haciendo? − Se preguntó en un susurro, furioso consigo mismo, esperando no ser oído. Horrorizado por su propia acción y asustado por las consecuencias, colgó inmediatamente.

 

Con la poca cordura que le quedaba prácticamente tiro el aparato dentro del cajón y la cerró con violencia. Respiró hondo, tratando de tranquilizarse y de recuperar el poco control que tenía ahora sobre sí mismo.

 

− Esto no puedo estar pasando, esto no está pasando, esto no... − Se repitió cuál mantra, recomponiéndose lo suficiente como para poder alejarse, incluso si fuese a zancadas, del lugar.

 

Maldiciéndose así mismo, se dirigió nuevamente en la cocina para llenar de nuevo su vaso, ahora vacío. Sería una larga, larga noche.

_

 

Notas finales:

A quien este leyendo:

 

Gracias por llegar hasta aquí. Sé que las cosas van un poco lentas y quizás la trama sea un tanto trillada (ya sé que hay muchos fics relacionados a Civil War pero nunca hay suficientes, ¿verdad?) En mi defensa solo puedo decir que pronto llegará el salseo (o no :V)

 

Planifico que este fic sea corto, 3 capítulos más quizá...veamos cómo nos va.

 

Déjame un comentario/un voto para saber sí te está gustando mi contenido ;) (o no :V)

 

¡Gracias por leer <3!


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