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Una herida obscena como el amor por hokagay

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Notas del capitulo:

este es el capitulo que menos me convence, pero fue escrito durante un bloqueo y mucho tiempo sin escribir 

{4}

 

Las calles del distrito rojo están abarrotadas de gente aclamando a los soldados que pasan cabizbajos entre el pasillo de personas que se ha reunido para celebrar su victorioso regreso de la guerra. Los soldados parecen cansados e incomodos de tener que desfilar por las calles más concurridas del país, por orden del emperador, cuando aún cargan con los cadáveres en descomposición de sus camaradas que pudieron rescatar del campo de batalla.

 

Sanji enciende su kiseru, dando una larga calada y ofreciéndole a Shakky la pipa, quien la recibe e imita su accionar. La dueña de la casa de té no parece tener intenciones de querer devolverle su pipa mientras fuma y habla con Luffy, quien tiene el ceño fruncido por haber sido obligado a asistir. Un agudo grito proveniente de la acera del frente hace que Sanji se sobresalte y deje de observar a Luffy.

 

La emoción de la geisha se debe a que al fin se puede ver de cerca al príncipe Rosinante y su hijo, el shogun Law, quienes estaban al final del desfile. La presencia de la realeza del país parece hacer que todas las personas del distrito rojo se emocionen, las geishas y kagemas comienzan a gritar las ofertas que hay en sus locales y lo honrado que estarían de que les visitaran.

 

Sanji se voltea para ver si Shakky piensa hacer lo mismo, pero la antigua geisha solo niega con la cabeza mientras con su mano derecha tapa su oído, ante lo molesto que le parecen los agudos gritos.

 

– ¡Principe Rosinante! – grita la misma geisha que hizo que Sanji se asustara – ¡Law-dono! ¡Para ustedes nuestro servicio será gratuito!

 

Esta declaración hace que otras casas de té ofrezcan el mismo servicio e incluso sumen otras idioteces a sus ofertas, como sus mejores reservas de sake o un gran banquete. El tímido príncipe Rosinante parece cada vez más incómodo con la atención que recibe, tratando de aplacar amablemente los desvergonzados avances de algunas geishas y el shogun mira con incredulidad y molestia a los kagemas que se acercan a él ofreciendo lo mismo.

 

Sanji observa a Luffy dar un paso al frente con un gesto severo en su rostro, mientras Thatch intenta retenerlo sujetándolo de su florido yukata, pero desiste cuando Shakky niega con la cabeza.

 

– ¡Silencio, imbéciles! – Grita Luffy, su voz parece detener cualquier otro ruido que hay en el distrito y todos los ojos caen sobre él en curiosidad – ¿Pueden dejar de ser basuras inconsideradas por un minuto y darse cuenta de que este no es el momento de ofrecerse como las putas baratas que son?

 

Un jadeo colectivo se escucha luego de las palabras de Luffy y Sanji no puede ocultar su sorpresa, nunca había escuchado al kagema alzar su voz o insultar a alguien. Una indignada geisha, la misma que inicio todo el alboroto, trata de quejarse, pero Luffy parece no haber terminado y vuelve a alzar la voz.

 

–Han ayudado al emperador a hacer un circo del dolor que sienten los soldados – Dice Luffy, mirando despectivamente a la mayor cantidad de gente que puede desde el lugar en el que se encuentra – El príncipe, el shogun y todos los soldados que han tenido que desfilar por este barrio regresan de una guerra donde perdieron amigos, padres, hijos o hermanos... los cuerpos de algunos de ellos vienen en esas carretas y ustedes no son capaces de respetar ese dolor o el sacrificio que han hecho por este país.

 

Sanji puede ver el momento exacto donde los rostros furiosos de geishas y kagemas por haber sido insultados, son reemplazados por una profunda vergüenza ante su actuar. Luffy ahora mira en la dirección que se encuentran el shogun y el príncipe, haciendo una pequeña reverencia.

 

– Muchas gracias por su arduo trabajo y, sobre todo, muchas gracias por volver a salvo, su majestad príncipe Rosinante y Law-dono – Dice Luffy, poniendo una mano en su pecho, como si estuviera profundamente apenado– y por favor, disculpe el comportamiento de estos tontos.

 

– No hay nada que perdonar, pero muchas gracias por intervenir...–Dice el príncipe, deteniéndose breves segundos, como si tratara de decidirse en hacer algo y mira nuevamente al kagema – Disculpa, ¿puedo saber tu nombre?

 

– El error es mío por no haberme presentado, su majestad – Dice Luffy, inclinando levemente su cabeza en disculpa – Mi nombre es Luffy, orgulloso de trabajar en la casa de té hanamichi bajo la guía de la antigua Oiran Shakuyaku.

 

– Príncipe, el emperador nos espera – dice el shogun, interrumpiendo a Rosinante quien iba a abrir la boca para responderle al kagema. Los ojos de todas las personas en el distrito rojo están sobre ellos y esto podría suponer rumores mal intencionados –

 

Luffy hace una pequeña reverencia ante ambos hombres, entendiendo la indirecta del shogun, antes de volver a donde se encuentra todo el grupo de la casa de té hanamichi, sin saber que los ojos de una persona de la realeza siguen atentamente cada uno de sus movimientos antes de mirar al frente y dirigirse al palacio.

 

– Eso fue genial, Luffy – dice Thatch, pasando su brazo sobre el hombro del hombre más pequeño –

 

El joven kagema se encoge de hombros, restándole importancia a lo que hizo y diciendo en voz alta que ya es hora de que el cocinero comience a preparar el almuerzo. Shakky observa con orgullo la espalda de Luffy, su mano izquierda descansa en el interior de su yukata y sostiene el kiseru en su mano derecha que guía a su boca para dar una última calada.

 

– Es un buen tabaco – dice Shakky, estirando su brazo para devolverle la pipa a su dueño – no es pesado alrededor de la lengua y tiene un ligero sabor a menta

 

– Me alegro de que le guste, le comprare una bolsa a usted también la próxima vez – responde Sanji, botando la ceniza del tabaco quemado de su pipa. Shakky le sonríe, antes de entrar a la casa de té –

 

– Shakky-san esta tan orgullosa de Luffy – dice Laki, quien está parada junto a Sanji – Incluso su postura cambio, ¿viste la manera en que llevaba la cabeza en alto mientras miraba de reojo y con sorna a las casas de junto?

 

– ¿Shakky-san hizo todo eso? – pregunta Sanji, confundido, porque él realmente no capto nada de eso e Izo, quien también se ha sumado a ellos, asiente–

 

– El lenguaje corporal es muy importante en nuestro trabajo – dice Izo – quizás por eso podemos notar ciertas cosas

 

– pero si Shakky-san esta tan orgullosa de Luffy, ¿por qué no se lo dice? – pregunta Sanji –

 

– A veces las palabras no son necesarias – contesta Laki – No cuando has conocido a la otra persona por tanto tiempo como esos dos.

 

Ni la geisha ni el kagema ofrecen más información al respecto de lo que se acaba de decir y Sanji se resigna a no preguntar, después de todo, no es de su incumbencia la manera en que maestra y alumno lleven su relación profesional.

 

{5}

 

Sanji despierta en medio de la noche debido al angelical sonido de un koto, la relajante melodía hace que se quede recostado mirando el techo por algunos segundos y cierre sus ojos, pensando en volver a quedarse dormido hasta que se da cuenta a que se debe aquel sonido que proviene del cuarto de junto. Se quita el futón de encima y con cautela se acerca a la puerta por la que ha espiado tantas otras veces.

 

Luffy viste un elegante kimono negro que tiene bordado cientos de pequeñas rosas rojas y el obi alrededor de su cintura es del mismo color rojo. Su cabello negro, que ha dejado crecer más de lo habitual, esta estilizado hacia atrás y sus labios han sido pintados de rojo. Hay varias botellas de sake sobre la mesa, dos copas, la caja de tabaco y además un valioso kiseru con piezas de oro.

 

El cliente mira al kagema embelesado, mientras los dedos de Luffy se deslizan con delicadeza y experticia a través de las cuerdas del koto. Luffy no canta, solo se limita a tararear en voz baja y mirar de vez en cuando al cliente quien le sonríe tímidamente de vuelta.

 

Sanji realmente no puede creer que incluso alguien tan distinguido como el príncipe Rosinante cayo rendido a los encantos de Luffy.

 

La música se detiene, Luffy se quita las tsume hechas de bambú utilizadas para pulsar el instrumento y las deja sobre la mesa, haciendo una pequeña reverencia cuando el príncipe Rosinante aplaude.

 

– Luffy-chan, habíamos acordado que nada de reverencias – dice el príncipe –

 

– Lo sé, príncipe-... – dice Luffy, deteniéndose ya que Rosinante tampoco quiere que se dirija a él como príncipe – quiero decir, Rosi. Es un hábito, pero evitaré hacerlo.

 

– Muchas gracias por tocar para mí – dice Rosinante, estirando sus largas piernas de la dolorosa posición seiza en la que se encontraba sentado. En un gesto que sorprende a Sanji, el príncipe abre sus brazos, invitando a Luffy para que se acerque –

 

Luffy se pone de pie, caminando los breves pasos que lo separan del príncipe antes de sentarse sobre su regazo con ambas piernas abiertas. La mano de Rosinante está en la cintura de Luffy, sus dedos se deslizan hasta la espalda y tiran con delicadeza el nudo del obi hasta que la tela queda en su mano. El kimono se abre mostrando a Luffy desnudo debajo de la cara tela del kimono.

 

– No creí que el príncipe volviera a visitarme otra vez – dice Luffy, descansando su cabeza contra el pecho de Rosinante, lo que es fácil debido a la diferencia de estatura entre ambos – ese día que me visito por primera vez, parecía muy nervioso

 

– Ese día cuando volví al palacio me arrepentí de todas las cosas que no hice, – dice el príncipe, inhalando profundamente el olor a manzanilla que desprende del cabello del kagema. Sus dedos ahora sujetan la cintura de Luffy, su pulgar hace círculos sobre la piel expuesta– tu aroma quedo impregnado en mi abrigo y me hizo pensar en que quería volver una vez más y probar todo lo que tenías por ofrecer.

 

Las manos de Luffy se mueven por el pecho del príncipe, sus dedos deshacen rápidamente el nudo del yukata y ayuda a deslizar la prenda por los hombros del príncipe, para dejarlo desnudo.

 

– El príncipe es tan atractivo – dice Luffy, sus manos se deslizan con reverencia por el amplio pecho de Rosinante y su pulgar se detiene en las diversas cicatrices que decoran su pecho, mostrando todas las veces que ha sido herido en batalla y sobrevivido – este es el cuerpo de un guerrero

 

El príncipe parece disfrutar de los halagos, sus caderas se mueven buscando algo de fricción contra su miembro y hace un sonido ahogado cuando los dedos del kagema se envuelven alrededor de su pene. Sus grandes manos sostienen el trasero de Luffy, tratando de apegarlo aún más a su cuerpo y frotarse contra él.

 

– ¿Qué puedo hacer por ti, Rosi? – Dice Luffy con su boca succionando pequeñas marcas en el cuello del príncipe, su mano aun alrededor de la erección de Rosinante y su pulgar presiona contra el glande, esparciendo el presemen –

 

– ¿Puedo meterlo? – Pregunta Rosinante, sus dedos aprietan con fuerza el trasero de Luffy y muerde sus labios para no gemir al sentir la sensación viscosa de la vaselina en la punta de sus dedos –

 

Las manos de Luffy presionan contra el pecho de Rosinante, haciendo que se recueste sobre el piso y aun sentado sobre el regazo del rey, se mueve contra la erección de este.

 

– Es muy grande – dice Luffy, sus dedos alrededor de la erección de Rosinante mientras la presiona contra su dilatada entrada – ¿es la primera vez que tienes sexo con otro hombre?

 

– ¡Luffy-chan! – exclama Rosinante, horrorizado de que Luffy le pregunte aquello en este momento – Sabes que sí es mi primera vez con otro hombre.

 

– Lo sé, pero quería escucharlo – dice Luffy, cerrando los ojos cuando comienza a descender lentamente sobre la erección de Rosinante y sintiéndose victorioso cuando queda sentado nuevamente sobre el regazo del príncipe – mmmm que grande

 

Los dedos de Rosinante se entierran contra las caderas de Luffy con fuerza, sosteniéndolo antes de empujar contra él y consiguiendo un gemido agudo por parte del kagema.

 

– Estas muy apretado – suspira el príncipe, Luffy utiliza el apoyo de sus manos sobre el pecho de Rosinante para levantarse unos centímetros de la longitud de Rosinante antes de volver a caer de golpe – Luffy, si sigues así no voy a durar mucho.

 

– Puedes correrte cuando quieras, Rosi – dice Luffy, acostándose sobre el pecho de Rosinante, permitiendo que sea el príncipe quien empuje contra su cuerpo y decida el ritmo que quiere llevar– Incluso puedes correrte dentro

 

Rosinante abraza a Luffy por la cintura, apegándolo a su cuerpo y sus manos se aferran a los hombros del kagema, empujando con fuerza y curvando su espalda del piso para llegar más profundo y rápido. Luffy gime en voz alta cuando siente al príncipe correrse dentro y su voz entrecortada diciéndole lo bien que se siente.

 

Luffy se levanta con cuidado, el semen comienza a deslizarse por sus muslos y su pene sigue erecto al no haberse corrido. El príncipe se da cuenta de esto y se arrodilla frente al kagema, sus dedos alrededor de la erección de este antes de metérselo a la boca.

 

– ¡Rosi! – Exclama Luffy, sus dedos se enredan de inmediato en el cabello rubio del príncipe, moviéndose rápidamente contra la boca de Rosinante y tratando de alejarlo cuando escucha una arcada. El príncipe se niega a alejarse, sus manos sujetando los firmes muslos del kagema y moviendo su lengua alrededor de la punta del pene de Luffy– Rosi, voy a correrme.

 

Es un hombre de la realeza arrodillado entre las piernas de un simple kagema del distrito rojo.

 

Luffy jadea en voz alta, corriéndose dentro de la boca de Rosinante, diciéndole lo bien que lo hizo y el príncipe lo toma del brazo, jalándolo al piso con él y uniendo sus labios en un beso.

 

Sanji muerde el puño de su mano izquierda cuando un gemido amenaza con escapar de sus labios cuando alcanza el orgasmo. Cubre la punta de su pene con su mano, intentando no manchar la puerta. 

 

 

 


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