AMIGOS CON DERECHOS
Joseph estaba sinceramente cansado de que su compañero de patrulla estuviera coqueteando con cada chica guapa que se encontraba en su camino, parecía no conocer el pudor y el honor que significaba portar la placa y lo que más le molestaba es que siempre terminaban metidos en algún problema por esa razón.
- Venga Joseph no tengas esa cara larga, relájate, mejor vayamos por unas pollitas, me han contado de un pub donde cobran baratísimo y además son muy monas - ¡¿pero que le pasaba a este estúpido oficial?! Seguro lo habían pasado en la academia por lastima y no por méritos propios porque era un gilipollas en toda la extensión de la palabra - venga amigo - escucho que suplicaba mientas que el castaño continuaba manejando a quien sabe qué lugar.
- ¡no! - exclamo finalmente el pelinegro acomodándose los lentes - Sebastián tenemos mucho trabajo que hacer, además la última vez que me llevaste los latinos me dispararon por creer que era un yakuza -
- ¡Por eso esta vez te he traído con los tuyos!, ¡bienvenido al barrio chino! - al pobre chico casi se le desencaja la mandíbula, había estado tan entretenido regañando a su amigo que no notó que desde que salieran y antes incluso de que Castellanos le mencionara sus planes con las “pollitas” ya estaba manejando a su destino - no me agradezcas - dijo alegremente el castaño.
- ¡no te voy agradecer racista de coña! -exclamo Oda hiperventilando enojado y por la cara que había puesto Sebastián de “venga tío, no sé porque te enojas” ya que no ayudaba en nada - ¡no todos los asiáticos vienen de china! - el castaño levanto las cejas dejando salir un “¿no?” - ¡NO! - gritó demasiado molesto notando como una linda chica con cuerpo delicado y piel blanca tocaba el vidrio de Castellanos y este le ignoraba a él rotundamente para ofrecerle una de esas estúpidas sonrisas a la muchacha.
- Hola - habló la chica fluidamente - ¿están muy ocupados? A una amiga y a mí nos gustan los hombres uniformados y nos estábamos preguntando si querían llevarnos a dar una vuelta, ya saben… prometemos portarnos bien solo que ustedes quieran que nos portemos mal ¿entonces que dicen?, ¿quieren llevarnos a alguna parte? - la chica se lamio el labio superior sensualmente atontando a su compañero.
- No -
-¡Sí! -
Contestaron los dos oficiales al mismo tiempo y Sebastián miro extrañado al pelinegro.
- muchas gracias pero llevamos prisa - dijo Joseph enojado y en un tono nada amable a la chica de unos dieciocho años.
- ¿tu amigo no es muy sociable verdad? No será que lo tiene chiquito o que sea… ya sabes… un rarito de esos - la mujer ignoró a Joseph dirigiéndose a Sebastián y el pelinegro entendía que solo se estaba ganando la vida pero verla llevar sus manos de serpiente al rostro de su compañero le enchino todo la piel y le encrespo cada bello del cuerpo.
- Yo no soy un rarito – se defendió.
- yo a veces si lo soy – Sebastián tomó de la mano a la chica y le beso con suavidad haciéndola sonrojar – aunque podemos arreglarlo si aceptas hacerme un descuento – y antes de que la prostituta respondiera Joseph frustrado y enojado como estaba respondió.
- ¡Ya déjate de tus tonterías Sebastián! – Joseph se acomodó sus anteojos.
- no le hagas caso – continuo el detective – esta celoso –
- ¿Celoso yo? –
- creo que debo dejarte, es mi pareja y pensé que probar cosas nuevas le caería bien pero no todos tenemos una mente abierta ¿cierto? – la chica sonrió como burlándose y Castellanos volvió a voltear a verlo.
- No te creo - dijo ella sin borrar esa sonrisa burlona de su perfecto rostro asiático.
Y fue como si encendieran algo dentro de Joseph estaba cansado de todo este teatro, pero antes de darse cuenta Sebastián le tomo del rostro girándolo hacia él y le planto un beso que fue subiendo de tono frente a la prostituta quien soltó una fuerte exclamación - ¡Qué asco! ¡Jotos de mierda! - y golpeó la puerta de Castellanos mientras se iba alejando; Joseph quiso detenerse, pero no pudo y el castaño ni siquiera lo alejo, todo lo contrario, lo tomo de la cintura y profundizo el beso, ahora entendía el pelinegro porque buscaban tanto las amantes a Sebastián si era tan bueno besando. Y hubieran seguido besándose, pero la alarma interna de Oda se activó y se alejó de Sebastián al notar como en sus pantalones y en los ajenos crecía una caliente erección.
- mierda esto no debería pasar - murmuro regresando a su lugar acomodándose los lentes y tapándose la boca avergonzado.
- Pues a mí me gusto - dijo perezosamente Sebastián sacando un cigarrillo de la guantera - oh vamos Joseph yo nunca dije que solo me gustaran las mujeres. Jamás me preguntaste sobre mi orientación y asumir que alguien es hetero a la primera también es discriminación. Soy bisexual por cierto… me gusta tener de donde escoger -
Joseph estaba sorprendido y balbuceaba cosas inentendibles a lo que Castellanos tomo otra vez la palabra viéndolo directamente a los ojos y acercándose peligrosamente a su compañero como si fuera alguna clase de platillo exótico y él nunca lo hubiera notado - te llevaba conmigo todas estas veces a los hoteles con mujeres porque me gustas y quería verte el “paquete” aunque fuera con alguna de ellas porque me masturbo en la ducha pensando en ti - la mano de Sebastián se dirigió al miembro despierto de Joseph - sé que le temes a las relaciones largas pero si quieres podemos solo ser amigos con derechos - el castaño dejo salir una nube de humo en el rostro contrario para después alejarse y comenzar a reír mientras encendía el carro viendo por el rabillo del ojo como Oda asentía lentamente con la cabeza avergonzado.
FIN