¿DIOS O EL DIABLO?
Leslie miró una ultima vez por la pequeña ventanilla con rejas que le dejaba ver al exterior, ahí, enfrente se encontraba un hombre con trastorno de personalidad que había matado a su esposa e hija con una de sus tantas identidades. Era un enfermo mental grave, con muchas perturbaciones, tanto lo podías escuchar a través de la puerta llorando por la muerte de su familia, como riendo a carcajadas fingiendo charlar con alguien llamado Joseph e incluso le escucho decir que se encontraba dentro de una maquina llamada STEM ¡Gritaba para que lo sacaran de ese infierno!, ordenaba que le sacaran del lugar, que debía salvar a la humanidad, era tan lindo cuando se ponía a inventarse organizaciones secretas inexistentes que el albino juraba que si por él fuera le creería todo lo que el paciente tuviera que contarle pero entre locos permanecer quietos no era una opción.
Era raro escucharle, incluso para un paciente del hospital psiquiátrico se convertía en casi una locura pero para Leslie era música, le encantaba escucharlo, verlo incluso observar la sola puerta cerrada bajo llave del castaño le proporcionaba un placer al chico que sinceramente con palabras no podía describir. Pocas veces se atrevió a saludarlo y cuando aquel sujeto le miraba aun sin hablar hacía que el joven albino saltara de entusiasmo. No tenia nada de malo estar enamorado y tampoco era malo estar enamorado de otro hombre que te doblaba la edad o que estuviera internado en el mismo hospital y catalogado como “altamente peligroso” ¿Qué de malo tenía amar a alguien cuando lo amabas con el alma y el corazón más allá del contacto físico?
Leslie sentía mariposas en el estómago y se sentía volar ¿o tal vez serán los medicamentos? De todas maneras, en este mundo blanco de colchones lo mejor que le podía pasar era sentirse enamorado. Era un mundo de burbujas, aquel castaño era su hogar, se sentía cálido por dentro solo de saber que se encontraba frente suyo viviendo bajo el mismo techo, conviviendo con las mismas personas ¿no era eso una familia? Que hermoso pensar en que cenarían casi lo mismo por las noches, o que desayunaban a la misma hora por las mañanas.
“Oh, dios mío… en tu eterna bondad, en tu amable semblante y en tu justo juicio en alguna parte te has olvidado de mí, y aun así en tu impasible resonancia me permites ser feliz”
El chico sonrió satisfecho de estar en frente del cuarto de Sebastián, esperaba seguir ahí, estando para aquel sujeto cuando lo necesitara o por lo menos como una sombra que le siguiera sin darse cuenta. Con ese trastornado sujeto ya no tenia porque huir de los monstruos que le atormentaban en la noche, gracias a los gritos que por la noche el castaño soltaba ya no escuchaba los gritos de sus padres y hermanos al ser asesinados, era un sentimiento especial porque le hacia sentir que aun tenia que vivir, era tan especial para Leslie, porque la noche en que llegó, el hombre mato todo lo que le hacia sufrir, y no sabia como hacerle para conquistarlo. El albino no quería perder, aunque se sentía derrotado por enamorarse de un hombre que no podía tener, ni siquiera tocar y aun así en su corazón sonaba una guitarra que no dejaba de tocar canciones de amor para aquel, tranquila, armoniosa que le transmitía paz.
Estaba confiado que lo necesitaba aun si tener su lealtad, si ser su compañero, sin ser lo que el hombre buscara. Leslie se dio cuenta que lo necesitaba para que su armonía siguiera resonando, era la balanza de su vida… Leslie no sabia si llamarlo locura o amor a lo que le pasaba pero estaba feliz que finalmente le pasara a él de entre todas las personas infelices que viven en el exterior y que buscan completarse, el chico sin buscar lo había encontrado y era el más bello sentimiento que dios o el diablo podían otorgarle a un loco.