Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stony Stories por Wind Girl

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siento mucho la espera tan larga, pero espero que este tierno capítulo lo compense! ♥

Tony

Revisé nuevamente el barniz de la madera y sonreí enormemente cuando al fin estaba seco.
– Pete, ¿puedes subir esto?
Peter me miró desde el final del taller, trabajando en alguna de sus chatarras que tanto le gustaba arreglar. Sonrió viendo mi trabajo final y se acercó.
– A Papá le va a encantar.
– Súbela para que la vea.
Asintió cargándola rápidamente y emprendiendo su camino hacia arriba. Fui tras él y comencé a oler a pintura cuantos más peldaños subía.
Steve había comenzado a pintar la habitación de la bebé ya que tan solo quedaban menos de dos semanas para que Cloe saliera de cuentas. Estábamos completamente emocionados pensado en ello y por eso había hecho la pieza clave para su habitación, la cuna. La he diseñado con lo mejor, es regulable, con un buen seguro y le incorporado un par de cámaras para conectarlas al escucha-bebés. Por ahora no sé qué más necesita un bebé en su cuna, pero iré añadiendo con el tiempo mientras aprendo más de cómo cuidar a la pequeña Maria.
Peter dejó la cuna una vez llegamos arriba y le quité el freno de las ruedas para empujarla por el pasillo, que ahora estaba repleto de muebles y juguetes por montar, y me paré en la puerta de la habitación.
Sonreí al ver a Steve completamente absorto repasando la pintura de la última pared y por un segundo me perdí en lo maravilloso que era verle tan casero y familiar. Su ropa estaba manchada con pintura gris claro, como ahora lucían las paredes, y su concentración era extrema, completamente dedicado a terminar la habitación para Maria. Después de eso iba a seguir con el rosa, haciendo dibujos por toda la habitación. Me había enseñado los diseños de animales que iba hacer y se notaba lo emocionado que estaba por hacerlo. Nunca le había visto tan decidido en algo fuera de los Vengadores, lo que era muy gratificante al saber cuánto había cambiado su mentalidad.
Al inicio de nuestra relación también hubo un tiempo que era así, pero cuando Peter ya dejó de necesitar nuestra constante atención ambos volvimos a estar más atentos a los Vengadores y Shield, al poco tiempo Steve supo que Barnes estaba vivo y todo se volvió un poco inestable por unas semanas, después Ultrón, los poderes de Peter, el estallido final con los acuerdos y Zemo, hasta que nos reencontramos después de vencer a Thanos.
Todo fue una cosa tras otra lo cual hizo difícil que pudiéramos quitarnos de encima el modo Vengadores. Así que ahora era agradable el por fin poder sentir que volvíamos a ser más familia que héroes.
Di un suspiro para borrar de mi rostro la sonrisa de estúpido enamorado y poder prepararme para sorprender a Steve con la cuna.
– ¡Sorpresa! –Dije para que se diera cuenta de mi presencia.
Se giró dando un respingo y al instante su cara se iluminó con una inmensa sonrisa.
– ¡Dios mío, Tony! ¡Es hermosa! –Exclamó con emoción.
Dejo el rodillo de pintura y se acercó, mirando asombrado la cuna.
Acarició la madera y observó hasta el mínimo detalle, sin poder quitar la sonrisa de su rostro. Parecía que realmente no esperaba que fuera a construir algo. Aunque no podía juzgarle, porque habíamos pasado largas semanas escogiendo todo el mobiliario, juguetes y seguros para Maria y le dije que yo me encargaba de la cuna. Supongo que creyó que iba a comprarla y además nunca le dije mis planes y no dejé que viera que andaba haciendo. Y ha merecido la pena por ver su cara ahora.
– Es perfecta, Tony –alzó la vista y tomó mi rostro para dejar un beso en mis labios–. La habitación tendrá un poco de los dos.
– Yo también he hecho algo –murmuró, Peter, con extraña timidez.
Ambos le miramos y se mordió el labio nervioso.
– ¿Qué has hecho? –Pregunté.
– Es que vi el cómo instalabas las cámaras en la cuna y quise ayudar en algo para completar eso –dijo casi en un susurró–. En seguida os lo enseño.
Peter dio media vuelta subiéndose sobre la barandilla y salto a la planta de abajo.
– Dios, Peter. No hagas eso –le regañó, Steve.
– Lo siento –se escuchó en la lejanía.
Steve negó con la cabeza mirándome y me encogí de hombros con una sonrisa en respuesta a su gesto.
– Mientras vuelve enseñarme cómo va la habitación –dije, entrando para ver cómo estaba quedando.
– Todavía no he comenzado a dibujar, me falta terminar media pared.
– ¿Qué tal si la termino yo así tú puedes comenzar a dibujar en la otra pared?
Asintió con una sonrisa dulce sujetándome de la cintura para atraerme a él y besarme.
– ¿Por qué vas a comenzar? –Le pregunté devolviéndole el beso.
– Por el cerezo, así luego añado los animales a partir del árbol.
– Suena tan bonito –sonreí.
– Espero que quede así.
– Lo será –respondí–. Aún recuerdo cuando pintaste la habitación de Peter por primera vez, él estaba tan feliz.
Me invadió una repentina nostalgia con el recuerdo. Había pasado tanto tiempo desde entonces que me parecía toda una vida, sin embargo, solo hacía 10 años.
Peter ha crecido tantísimos que quiero llorar de solo pensarlo. Me siento inmensamente orgulloso de él, del cómo ha madurado y como nunca se ha dado por vencido en nada. Ya no es el niño hiperactivo, emocionado y puro que conocimos, pero en cierta manera creo que sigue conservando parte de esa inocencia que le hacía tan puro. Es una gran parte de su esencia propia. No podía sentirme más orgulloso de él y el hombre en el que se estaba convirtiendo.
La única pega que tenía sobre él es que en ocasiones era demasiado bueno y temo que se aprovechen de él, como con el caso del mercenario Deadpool que siempre anda a su alrededor. Peter dice que lo tiene todo bajo control, quiero pensar que es así porque ya lleva mucho tiempo que le conoce y sale con él a las calles, aun así, eso no deja de preocuparme porque sabemos la mala influencia que es para él. Peter insiste en que es al revés, que él es buena influencia para ese idiota, pero jamás voy a confiar en un mercenario de esa clase, por no hablar de Steve. Él ha sido siempre más blando con Peter sin embargo cuando sale el tema de Deadpool Steve enloquece. No puede soportar que Peter vea a ese tipo sabiendo con los crímenes que se le llegan asociar. Las pocas cosas que hemos sabido de él no son buenas y no nos gusta que Peter tenga que ver con él. Sin embargo, ya sabemos que va a hacer lo que quiera se lo prohibamos o no, y Peter dice que sin pruebas fiables al 100% contra Deadpool no podemos hacer nada. Para ser sincero, realmente él no ha cambiado en nada y eso me da esperanzas de que de verdad esa amistad extraña no le termine haciendo daño, de lo contrario ese tipo puede darse por muerto.
Aunque por otro lado creo que eso no va a durar mucho más ya que siento que Peter tiene algo con ese chico que le gustaba. Siempre está diciendo que queda con un tal Wade y algo me dice que es del chico del que nos habló. Insistiría en saber más de él, pero Steve me pidió que no fuera insistente con Peter y le dejara espacio para que decida él cuando decirnos que pasa en su vida. Aunque no me gusta quedarme sin saber las cosas sé que tiene razón.
Di un suspiro comenzando a pintar la pared y miré de reojo como Steve había comenzado a pintar una línea horizontal en el centro de la pared. Estaba levemente inclinado y sin darme cuenta ladeé la cabeza viendo el cómo se marcaba su trasero en los pantalones deportivos. Siempre me ha gustado como le quedan este tipo de pantalones.
– Pops por favor, contrólate –dijo la voz de Peter, haciéndome sobresaltar.
Steve se giró mirando directamente hacia mí y no hizo falta decir nada para que supiera que había pasado.
– ¿Otra vez, cariño? –Rió.
– La culpa es tuya –me encogí de hombros.
– Por favor no sigáis o me iré a vomitar – Peter puso cara de asco.
– Más respeto, somos tus padres –dije rondando los ojos.
– Dejarlo ya –terminó Steve–. ¿Qué es lo que nos ibas a enseñar, Pete?
Peter sonrió repentinamente y nos enseñó una pequeña pantalla que parecía sacada de un teléfono, solo que la carcasa estaba un poco deformada.
– La he reparado y cambiado el sistema para poder conectarla a las cámaras y podáis ver a la bebé.
Me quedé mirando la pantalla y me salió una mueca al ver lo desgastada y deformé que se veía. Creo que ha hecho un gran trabajo y eso me enorgullece, pero realmente debía mejorar el acabado y para eso sería de más ayuda que fueran piezas nuevas.
– Me encanta, Peter, muchas gracias –sonrió, Steve, con emoción, dándole un abrazo.
– Es como ver el monstruo de Frankenstein hecho pantalla.
– ¡Tony! –Se quejó Steve.
– ¿Qué? No he dicho que eso fuera malo.
– No le escuches, Pete, esta increíble te lo agradecemos mucho –dijo, Steve, cogiendo la pantalla y viéndola con una sonrisa.
Di un suspiro viendo lo feliz que estaba Steve y eso me enorgulleció más porque Peter sigue alegrando nuestros días, como hacia cuando llegó a nuestras vidas. Espero que con esta pequeña bebé pase igual y nos una más, si es que eso es posible. Con mucho esfuerzo en los últimos meses hemos logrado levantar nuevamente la familia que éramos y espero que vayamos mucho más arriba que antes.
– No pasa nada, papá, todos conocemos las maneras extrañas de halagar de pops.
– Está bien, seré sincero –empecé a decir poniendo una mano sobre el hombro de Peter–. Has hecho un gran trabajo. Tú técnica parece buena, solo te falta pulir el acabado… Qué podría mejorar si los materiales fueran nuevos.
Steve dio un gran suspiro pesado.
– Tenías que estropearlo al final, ¿no?
– Me puede la sinceridad –bromeé, para después darle un beso.
– Déjalo, papá –rió Peter–. Hoy incluso ha superado su récord de halagar a los demás.
Steve se rió de la broma y le golpeé el brazo.
– Muy graciosos –respondí con ironía.
Me abrazo dándome un beso en la mejilla y no pude evitar sonreír.
Supongo que después de mis bromas diarias el karma contraataca merecidamente. Ni siquiera puedo quejarme de lo bien que sienta estar tan tranquilos en familia.
– Pasaré por alto las burlas porque hoy ando feliz.
– Por eso hoy te ves tan adorable, mi amor –sonrió Steve, dándome un beso.
– ¿A caso normalmente no me veo adorable? –Alcé una ceja para acentuar la pregunta, intentado que no notara que en esta ocasión era yo quien me burlaba de él.
– Yo no he dicho eso, cariño.
– Oh, oh, papá, creo que estas en peligro –bromeó Peter, dándose media vuelta–. Mejor os dejo solos y me preparo para salir con Wade.
– ¿Disculpa? –Me giré en el acto hacia Peter, olvidándome de Steve–. No recuerdo que pidieras permiso.
– Estoy de vacaciones todavía.
– Esa no es razón para hacer lo que te dé la gana.
– Tony no seas tan duro –interrumpió Steve–. Aprobó todo al final y ha estado pasando mucho tiempo con nosotros, dale un poco de tiempo para él.
Le miré y entrecerré los ojos.
Esto no se trataba de eso, sino de que ni siquiera nos diga cuando pretende salir de casa. Aún le queda un año para tener 18, hasta entonces sigue siendo menor para hacer lo que quiera. Con todos los cambios que están habiendo en nuestras vidas no quiero que justo ahora por dejarle libertad vaya por el mal camino. Pasé desde su niñez intentando que no cometiera mis errores y todo ha salido bien hasta ahora, pero sé que justo en esta edad es cuando comienza la verdadera rebeldía.
Los 17 es la edad en la que uno ya se cree lo suficientemente adulto para hacer lo que quiera cuando no es así. Quieres salir con tus amigos y pareja, ir a fiestas, beber, aunque no tengas edad para ello y así es como se llega el perder la virginidad. Es la edad para alocarse y terminar haciendo cosas estúpidas de las que luego en el futuro te arrepentirás.
Si Steve supiera como funciona exactamente esta sociedad, y si él hubiera tenido las hormonas a la edad correcta, sabría de lo que hablo.
– Solo pido que nos pregunte antes, no es algo tan malo.
– Eso lo sé –miró a Peter– y espero que eso le quedé claro, pero aún no ha salido de casa para regañarle como si ya hubiera hecho algo malo.
Rodé los ojos al ver lo blando que llegaba a ser a veces.
– Ajá...
– Lo siento –susurró Peter–. No discutías por mi culpa, por favor. Solo hace una hora que hice los planes y por eso no había tenido tiempo de preguntar –dijo visiblemente apenado–. Perdóname, pops.
Y ahí nuevamente estaba mi pequeño Peter, tan responsable y puro. Lo más bonito era que se preocupaba por nosotros a la mínima discusión, pero no voy a dejar escapar de nuevo a Steve y separar a esta bella familia.
– Esta bien, Pete, no te preocupes –le respondí, calmándome completamente.
Peter sonrió dándome un abrazo por sorpresa y luego a Steve antes de irse mucho más feliz.
– ¿Ves que no debes preocuparte por nada? –Sonrió Steve, abrazándome por la espalda, dejando un beso sobre mi hombro.
– Sabes que nunca podré dejar de preocuparme.
– Lo sé, amo eso de ti –me dio la vuelta para poder mirarme–. Te preocupas por todos, por eso siempre supe que sería un gran padre.
– Soy así gracias a ti –contesté abrazándome a él.
– No, eres así por ti mismo –besó mis labios y no puede evitar sacar una sonrisa.
Esta conversación siempre la teníamos y acabábamos igual. Cada uno admitiendo lo maravilloso que es el otro, parecía como un ritual. Nunca podré cansarme de esto.
– Aunque me encantaría no soltarte, la verdad es que hay que seguir pintando –murmuró, sin dejar de abrazarme y dándome un beso de esquimal.
– Pues algo me dice que aún no me has soltado –sonreí.
– Lo sé, es que mis palabras han salido antes de que la orden llegue al cerebro. Dame unos segundos.
Le escuché reír suavemente con su broma y dejé un beso más en sus labios, justo antes de que finalmente se separara.
– Eres un encanto –dije, dándole una nalgada.
Steve soltó una carcajada mientras cogía uno de los pinceles y se volvía hacia mí para señalarme.
– No hagas eso mientras pinte.
Levanté las manos en señal de inocencia, riéndome.
– Oh, antes de que lo olvide, tenía pensado algo más para decorar pero necesito tu ayuda –dijo, dejando al fin las bromas.
– ¿En qué has pensado?
– Había pensado en escribir Sarah Maria dónde vaya a estar su cuna, pero creo que sería más bonito si sobresaliera de la pared, en 3D –explicó entusiasmado–. Incluso se le podrían añadir luces para que destaque incluso más.
– Suena precioso –dije realmente sorprendido–. Es increíble que hayas pensado a lo grande por una vez.
– También puedo tener grandes ideas a veces.
– Es tierno que creas eso, cariño –bromeé, recibiendo un golpe en el brazo inmediatamente.
– Muy gracioso, Anthony –rodó los ojos, pero con una gran sonrisa–. Sigue pintando.
– Pídemelo con más cariño y pensaré si lo hago –alcé una ceja con diversión.
Steve río suavemente y me rodeó con un brazo para atraerme contra su cuerpo. Rozó nuestras narices mientras su mirada estaba fija en mis ojos, haciéndome casi quedar bizco con su extremada cercanía. Sin embargo, era embriagador la calidez de su brazo junto con la tensión de sus músculos.
– Sigue pintando –susurró junto a mis labios.
– Ahora mismo lo último que quiero es pintar –respondí.
– Eso no va a pasar, Stark, tengo que terminar, así que o pintas o te marchas –negó alejándose unos pocos centímetros para acto seguido acercar su pincel y manchar mi mejilla.
– ¿Acabas de pintarme la cara, Rogers?
– Sí –se encogió de hombros.
Él sabía que esto no iba a quedar así y aun así lo admitía, o sea que quería la guerra. La tendrá.
Cogí el rodillo y lo pasé por todo su pecho, pintando parte de su brazo en el proceso.
– ¡Tony! –Exclamó mirándose la camiseta completamente manchada.
Sí, me había pasado, pero en mi defensa él comenzó.
Para mi sorpresa Steve se echó a reír y agarró una brocha más grande para perseguirme con ella hasta el pasillo dónde me atrapó y comenzó a darme por todos lados mientras yo me defendía con el rodillo.
Sé cómo debíamos vernos de estúpidos desde fuera, esta misma escena aparecía en toda película romántica, pero la verdad es que vivirla en primera persona le da todo el sentido del mundo. Nunca algo tan estúpido me había parecido tan perfecto y romántico. Solo Steve podía lograrlo.
– Para, para –reí cuando vi que el rodillo ya no pintaba más.
Steve rió conmigo y me dio un beso, terminando así la pelea de pintura.
– De acuerdo, ve a pintar, yo limpiare las gotas de pintura del suelo antes de que se sequen y nada las quite de ahí –dije al ver el estropicio que habíamos hecho.
Si Peter saliera ahora quedaríamos como un mal ejemplo y nos lo estaría recordando eternamente en cada cosa que hiciera mal.
– Esta bien, cariño, y cuando acabemos nos damos una ducha juntos para que cada uno limpie lo que ha ensuciado en el otro.
Mordí mi labio con lo que sus palabras prometían y rápidamente me puse a limpiar el suelo para acabar cuanto antes. Ahora incluso tenía muchas ganas de ayudar a Steve a pintar.
Limpié el rastro de gotas de pintura con la fregona hasta la habitación y al terminar me quedé mirando lo concentrado que estaba Steve dibujando el tronco de un árbol. Lo hacía con grandes detalles, tanto que se podía ver la textura de la corteza del árbol. Su manera de crear e imaginar era fascinante, e incluso, aunque no vaya a decir esto a nadie, diría que lo hace mejor que yo. Cada uno teníamos nuestra forma de crear y quizá su idea para el nombre de Maria quede perfecto si está hecho por los dos. Cuando termine de pintar la habitación ese será nuestro siguiente trabajo.
– Oye, Steve, que tal si…
El sonido del teléfono de Steve nos interrumpió y me miró haciendo un gesto de disculpa mientras descolgaba.
– ¿Sí? –Contestó–. Sí, soy yo.
Dejé que hablara y me volví a la pared, cogiendo el rodillo y mojándolo en pintura. En cuanto puse el rodillo en la pared la voz de Steve me sobresaltó.
– ¿Qué? ¿Ya? –Exclamó con sorpresa.
Me volví hacía él con preocupación y me quedé expectante por una respuesta.
– Sí, vamos de inmediato. Cualquier cosa vuelva a llamar –finalizó antes de colgar, mirándome fijamente.
– ¿Qué? –Pregunté sin aguantar más la incertidumbre.
– Vamos a ser padres –dijo con incredulidad–. Los Lambert están en hospital.
– ¿Tan pronto? –Casi grité.
– Ha dicho que Cloe sentía unos dolores y fueron al hospital creyendo que sería una falsa alarma, pero al parecer se ha puesto de parto.
– ¿Entonces vamos a ser padres hoy? –Dije sin poder llegar a creerlo.
– Eso parece.
Dios mío, aunque llevaba esperando esto desde hace meses ahora mismo me sentía completamente atacado, los nervios me estaban devorando por dentro. Incluso sentía que me iba a marear por la adrenalina que repentinamente corría por mi cuerpo.
– Hay que avisar a Peter –dijo saliendo de la habitación casi corriendo.
– ¡También hay que coger la bolsa con las cosas de Maria! –Exclamé, saliendo a la misma velocidad que él hacía nuestra habitación.
No puedo creer que de verdad era el momento. En un segundo estábamos soñado con esto y en la espera que nos quedaba mientras preparábamos todo para su llegada, y un segundo después estamos corriendo porque la pequeña Maria tiene prisa por llegar al mundo. Aunque no iba a negarlo, yo tengo la misma prisa por conocerla.

•••

– Dicen que todavía nada –le dije a Steve, por decima vez, después de volver a preguntar.
Estaba realmente desesperado por saber cómo iba, pero lo único que decían era que todo iba bien y que nos avisarían cuando naciera. Aunque pueda ser pesado no puedo estar sin saber que está ocurriendo. Si tan solo alguien de su familia saliera a decirnos algo me tranquilizaría, pero nadie venía a decirnos nada.
– Calma, cariño, seguro todo está yendo bien. Un parto lleva su tiempo y seguro sus padres quieren estar con ella en todo momento –trató de tranquilizarme Steve.
– Piensa que solo es cuestión de horas, o incluso minutos, pops –dijo con entusiasmo, Peter.
Le miré y mi estomago dio un vuelco por los nervios. Sé que tiene razón y quizá eso es lo que más miedo me da. Por mucho que hayamos criado a Peter y por mucho que quisiéramos un bebé, la realidad es mucho más complicada de lo que parece desde fuera. Y desde hoy Iba a vivirlo desde dentro, creo que eso es lo que realmente me está aterrando en estos momentos. Más que el que algo pueda ir mal, mi miedo es no saber si criar a un bebé será algo demasiado complicado para mí.
Steve tomó mi mano y me sentó en su regazo.
– Todo irá bien, vamos a ser una familia de 4 –sonrió acariciando el dorso de mi mano con su pulgar–. Vas a ser el mejor padre, como has sido hasta ahora y vamos a consentir a esa niña como si fuera una princesa de verdad.
– Siempre sabes que decir en cada momento, mi amor, pero debo decir que esta vez no puedes calmarme.
Era muy dulce su intento y eso me hacía extremadamente feliz, sin embargo, nada iba ayudarme ahora, sentía como si fuera yo quien fuera a dar a luz y los nervios me comían por dentro por si algo salía mal.
Peter se acercó y se apoyó contra mi hombro dándome ánimos también. Me sentía feliz porque hubiera venido, pensé que iba a preferir ir con su amigo, pero me ha sorprendido y lo primero que ha hecho al saberlo era anular su cita y luego ayudarnos a preparar todo en el coche mientras nosotros nos deshacíamos de la ropa llena de pintura, ya que de la cara nada podíamos hacer, no teníamos tiempo ni de darnos una ducha rápida. Aunque debo decir que lo último que me importaba ahora era si tenía la cara manchada. Lo más importante este que estábamos los tres aquí y nos iríamos siendo cuatro.
– Tony –susurró Steve, sacándome de mi mente.
Señaló al frente por dónde llegaba el padre de Cloe y ambos nos pusimos en pie al momento.
– Hola, señor Stark, Capitán Rogers –saludó dándonos la mano–. Cloe ha pedido veros antes de que la lleven al paritorio. Síganme.
Contuve el aliento por un segundo y di un asentimiento. Tomé la mano de Steve y dejé que él me llevara todo el camino por miedo de no tener la suficiente fuerza de hacerlo solo.
Cuando llegamos a la habitación la madre de Cloe saludo con un asentimiento y luego salió rápidamente para dejarnos a solas con ella.
– ¿Cómo te encuentras? –Preguntó Steve.
– Como si estuviera a punto de explotar –bromeó.
– Al menos tienes buen humor todavía –le respondió con una sonrisa.
– Sí, alguien debía tenerlo ya que mi padre quiere amargarme el día.
– No debería amargarte un día como este –dije, casi ofendido.
La actitud de su padre siempre había sido fría, pero pensé que se le pasaría cuando llegara el momento. Es un día que marcara a su hija para bien o para mal y debería apoyarla y no amargarla.
– Bueno, ahora al menos el problema no es el que vosotros os quedéis a la bebé, sino el que haya perdido mucho tiempo y oportunidades para ir a la universidad –rodó los ojos, pero enseguida volvió su sonrisa–. Pero para mí lo importante ahora es que ella nazca bien y esté bien con vosotros –acarició su gran vientre, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas–. ¿Ya sabéis como la vais a llamar? Me gustaría saberlo.
– Sí –respondí–. Sarah Maria, por nuestras madres.
– Es bonito, me gusta –murmuró mirando su vientre, justo en el momento en el que se vio un movimiento–. Creo que a ella también le gusta.
¿Ese gran bulto había sido la bebé? Dios mío, debe ser tan grande. Aunque supongo que era obvio si estaba ya por nacer. No quiero imaginar cómo debe de ser sentir como una personita se mueve dentro de ti. La vida podía ser un milagro maravilloso.
– Es bueno saberlo –contestó Steve, conteniendo las lágrimas al ver el movimiento de la bebé–. Espero que le guste todo lo que le espera en casa también.
– Estoy segura de que sí, se ve claramente que estabais trabajando duro en ello –rió, señalando su cara, en señal a nuestras manchas de pintura.
Ambos reímos e instintivamente froté mi cara tratando de limpiarme.
– Sí, pero parece que no nos ha dejado tiempo para terminar y ya quería venir a verlo –bromeó Steve.
–Lo siento –dijo apenada con una sonrisa tímida.
Un segundo después apretó su mano sobre el vientre e hizo una respiración profunda.
– ¿Contracción? –Le preguntó Steve.
Ella asintió y luego soltó el aire despacio.
– Habían dicho que en 15 minutos estaría lista, así que creo que es momento de despedirnos –comenzó a decir luego de reponerse–. Quiero agradeceros de ante mano que vayáis a cuidarla, sé que la dejo en las mejores manos posibles. Me ha gustado conoceros, ahora sé que sois más que los superhéroes que veía en televisión de niña.
– Gracias, Cloe –murmuró Steve, tomando su mano–. Vamos a cuidar de ella hasta nuestro último día.
– Nunca le faltará nada, lo prometemos.
– Lo sé. Gracias a vosotros.
Di una bocanada de aire al sentir lágrimas tras mis ojos a punto de salir.
La enfermera entró abruptamente en la habitación y todos nos volvimos hacía ella.
– Cuanta gente por aquí. Va a ser mejor que esperen fuera, ha llegado el momento para Cloe.
– Ellos son los padres –aclaró Cloe.
– Oh, así que ellos son de quienes me hablabas. Entonces nos veremos en un rato cuando saque a vuestra hija, pero ahora fuera –exigió, pero con gran humor en su voz.
– Esta bien, ya nos vamos –respondió Steve tomando mi mano–. Mucha suerte, Cloe.
Steve me llevó hacia fuera y volvimos a la sala de espera con Peter.
Ya era el momento, estábamos a tan poco de tenerla en nuestros brazos que una enorme sensación creció en mi pecho. Me invadió por completo y supe que ya la amaba. Estaba amándola completamente.

Steve

Al volver a la sala de espera me sentí mucho más nervioso que antes al saber que la bebé estaba a pocos minutos de nacer. Todo había ido tan deprisa y de sorpresa que aún me costaba asimilar que estábamos a punto de ser padres de nuevo. Tengo fe en que en esta nueva etapa todo siga igual de bien como hasta ahora y Maria nos una mucho más si es que eso se puede.
No tenía dudas de que nuestro pasado había quedado atrás. Con solo recordar todo lo que ha pasado esta mañana hasta llegar al hospital era más que suficiente para saber que nuestro matrimonio estaba mejor que nunca. Sigo teniendo mis momentos de bajón por lo que pasó, pero ya es tan poco que disfruto el día a día con Tony como cuando comenzamos juntos y todo era puro amor. Es cierto que no de la misma manera, pero incluso diría que tiene un toque especial por el hecho de que se siente como si fuera todo primeras veces, sin embargo, con el plus de que ya nos conocemos perfectamente. Ojalá dure esta etapa por mucho tiempo.
Aunque los problemas no desaparecen, Tony está cada vez más obsesionado con lo que hace Peter y tengo miedo de que eso haga alejarse a Peter y luego Tony se sienta peor. Sé que es superior a él el controlar eso, se preocupa demasiado y se cuestiona hasta la última decisión que hace con él. Se exige demasiado como padre, especialmente desde que Peter se volvió Spider-Man. Comprendo su temor y la verdad es que sus escapadas con ese mercenario me tienen en vilo. Sin embargo, quiero pensar que Peter es suficiente maduro para saber qué es lo correcto, de lo contrario al primer indicio de algo criminal por su parte seré yo quien le prohíba esa compañía, y eso si no le quito el traje. Yo también tengo un límite y espero que no lo cruce por su bien.
Aunque debo decir que últimamente prefiere salir con sus amigos y eso me ha relajado bastante. Tony sigue al acechándole para saber qué hace, pero yo me siento más tranquilo desde de sale más con ese chico llamado Wade. Espero que eso signifique que tiene una relación y así prefiera tener una vida más normal para poder estar con él y de esa manera nosotros debamos preocuparnos menos por su bienestar.
Pero obviamente Tony ni así le dejaría, y justo en este instante me lo estaba demostrado mientras me codeaba el brazo para llamar mi atención.
– Escúchale, mi amor, seguro está hablando con ese chico –susurró, cabeceando en dirección a Peter mientras hablaba por teléfono.
– Tony déjale –le regañé.
Rodó los ojos e hizo caso omiso, volviendo a mirar de reojo hacia Peter, haciendo que incluso yo le mirara. Finalmente lograba sacarme la curiosidad.
– No, me gustaría quedarme en casa hoy y mañana, ya sabes las ganas que tenía de tener a mi hermanita –escuchamos murmurar a Peter al teléfono–. Prometo compensarte después, ¿sí?... No, estoy en hospital todavía, no vengas… Que no. Te gusta jugar con fuego. Mejor te llamo por la noche… Vale, luego hablamos… –Alzó la mirada y Tony y yo desviamos la vista a otro lado de la sala–. Cuelgo ya, mis padres están espiando.
Tony chaqueó la lengua y le golpeé con el codo por haber provocado que también le escuchara. No quería ser así, pero Tony siempre logra lo que quiere, no sé cómo lo hace.
Cayó una revista en mi cabeza y me giré para ver a Peter avergonzándome de mi mismo.
– Lo siento, tu padre me ha arrastrado a eso…
– ¡Hey! Yo no he obligado a tus oídos a escuchar –se quejó Tony.
– No importa, supongo que ya va siendo hora de que lo sepáis.
– ¿Saber el qué? –Fingió Tony no saber de qué le hablaba.
Rodé los ojos sin poder contener una risa.
¬– Claro, pops, ahora resulta que no sabes –dijo Peter con ironía.
– Basta de tonterías, dinos ya, Peter –les interrumpí.
– Es obvio que ya sabéis que he quedado mucho con un chico…
– Wade –murmuró Tony.
Le golpeé el brazo para que se callara y le dejara hablar.
– Sí, el mismo –asintió Peter, ruborizándose repentinamente–. Pues desde hace unas semanas empezamos a salir.
Vi de reojo como Tony logró contenerse de sacar todos sus reproches y soltó el aire antes de hablar, sonado lo más tranquilo posible.
– ¿Te trata bien?
– Por supuesto, pops, no sé ni porque lo preguntas, no soy tan ingenuo de dejar que me utilicen –replicó ofendido.
– No, Pete, no lo digo con maldad, solo es por asegurarme de que estés bien, aunque quiera sacarte toda la información, voy a hacer caso a tu padre y te daré tu intimidad –dijo, con un tic en el pie–. Pero que sepas que eso puede cambiar si me entero de que te hace daño.
Peter agacho la cabeza y dio un pequeño suspiro.
Me acerqué a él y le di un abrazo.
– Nos alegramos por ti, hijo.
Peter me devolvió el abrazo e hizo una gran sonrisa.
– Gracias –abrazó a Tony, quedándose unos segundos contra hombro–. Gracias, pops, sé qué haces un gran esfuerzo por no presionarme y lo valoro mucho.
– Gracias a ti por tenerme tanta paciencia, Pete –le respondió con orgullo–. A veces no merezco que seas así conmigo.
– Eres mi padre, lo mereces todo –se apretó más contra él, emocionado.
Los ojos de Tony brillaron por las lágrimas que luchaba por contener.
Al parecer este día nos tenía muchas emociones preparadas, Peter crecía y empezaba su propia vida, mientras que Maria estaba a punto de llegar al mundo y depender totalmente de nosotros. Eran las dos fases más complicadas para los padres y nos iba a tocar vivirlas a la vez. Aunque sería mucho peor el año que viene cuando Peter comenzara la universidad, si se va a una lejana sé que sufriríamos mucho por su marcha, especialmente Tony, pero aún queda un poco para preocuparnos por ello y era mejor dejar el tiempo al tiempo. Ahora era momento de disfrutar del crecimiento de la familia y absorber cada instante con Maria ya que en el primer año todo está lleno de primero momentos de un bebé y deseo poder vivir lo máximo de ello.
Solo de pensarlo ya ansiaba poder conocerla y tenerla en brazos. Era increíble el cómo se podía amar a alguien tanto sin conocerle, o incluso más, sin siquiera haber nacido. Son de esas cosas maravillosas que no tiene explicación alguna, son cosas de la vida.
Vi de reojo a Tony saltar de su asiento y alcé la mirada. La enfermera venía hacia nosotros con una sonrisa y mi corazón se aceleró.
– ¿Ya está? –Preguntó Tony apresuradamente.
– Sí –asintió con entusiasmo–. Ha ido todo perfecto y ahora le están haciendo unas pruebas de rutina y si todo está bien luego será toda suya.
– ¿Cuándo podremos verla? –Dije entusiasmado.
– Ahora, síganme.
Tony y yo nos miramos al instante y sentí como me atacaban los nervios. Íbamos a conocer a nuestra hija al fin.
Los tres seguimos a la enfermera y nos llevó a una sala a parte donde tan solo había un par de sillones y una pequeña cuna a la espera de ser llenada.
– En breve la traeré, esperen aquí.
Tan rápido como lo dijo salió de la habitación y Tony se volvió hacia mí y me abrazo prácticamente temblado de los nervios.
– Todo ha ido bien, mi amor, tranquilo.
– Lo sé, pero no puedo creer que al fin tengamos una hija –sonrió con un suspiro.
– Pues la tenemos –le sonreí de vuelta y le abracé besando su frente.
– ¿Cómo creéis que será? –Preguntó Peter.
– Seguro que es preciosa –dije, fantaseando ya con su dulce rostro.
– Eso es seguro, la madre es bonita, así que al menos tendrá buenos genes.
La puerta se abrió repentinamente y la enfermera volvió, esta vez con la pequeña bebé en sus brazos.
– Ya llegó la reina de la casa –bromeó acercándose a la cuna para dejarla–. Les dejo que la conozca y luego volveré para el papeleo antes de que puedan marcharse.
Ninguno la vimos salir porque nuestras miradas estaban ya puestas en la cuna.
Justo en ese instante la vi, aun con su piel enrojecida, los ojos a medio abrir y con una expresión que prometía un gran llanto. Mi pecho fue invadido por una enrome calidez que me aceleró el corazón y me dejó sin habla. Me acaba de enamorar de ella, era simplemente perfecta. Varias lágrimas se me escaparon y las limpié rápidamente.
Tony alargó su mano para tocar la de ella y le vi conteniendo el aliento mientras no despegaba la mirada de la bebé. Estaba completamente embelesado, tanto que ni siquiera el llanto que comenzó un segundo después le hizo apartar.
– No, preciosa, papi está aquí –le susurró con un nudo en la garganta de la emoción.
Me miró con los ojos llenos de lágrimas y la señaló sin poder decir palabra, pero supe perfectamente que quería cogerla. Con un asentimiento le cedí el que lo hiciera por primera vez.
No lo dudo y con mucho cuidado la levantó y la sujeto con fuerza contra su pecho. En seguida no pudo contenerse más y se puso a llorar y ambos estaban llorando, aunque él era de completa felicidad, lo que provocó que yo también lo hiciera.
– Oh no, me vais hacer llorar también –murmuró Peter, tomando aire para tratar de controlar sus emociones.
Lo atraje a mí y besé su cabeza mientras no podíamos quitar los ojos de Maria. Con solo un minuto ya nos había robado el corazón completamente. Aunque a decir verdad ya la amábamos antes de verla, desde el día en que decidimos que queríamos una hija ya la comenzamos a amar sin saber si se haría realidad, pero aquí estábamos ahora conociéndola para hacerla parte de la familia.
– ¿Quieres cogerla? –Me preguntó.
– Sí –dije en apenas un susurró.
Muy despacio me la pasó, casi sin querer despegar las manos de ella. Hasta que no la acomodé completamente contra mí no la soltó, y aun así se quedó pegado a mí para seguir viéndola de cerca.
Mire el pequeño rostro de Maria que, aunque había dejado de llorar parecía que pronto lo volvería hacer. Sin embargo, sus ojos comenzaron a abrirse un poco más y mi corazón se llenó cuando me miró.
– Hola, pequeña princesa, eres preciosa –le susurré mientras la acunaba lentamente al notar que iba a comenzar a llorar–. ¿No te gusto? ¿Prefieres a papi? –dije con un puchero, el que obviamente le dio igual y le hizo ponerse a llorar.
– Creo que le gustas tú –bromeé pasándosela de vuelta.
– Más bien no le gusta nadie –respondió meciéndola.
Y así era, porque seguía llorando.
Tony se sentó en el sillón recostándose un poco para poner a Maria sobre su pecho y acarició su cabecita mientras dejaba un beso en su frente. A pesar de los llantos Tony sonreía como nunca y le susurraba algo con suma tranquilidad, y fuera lo que fuera que le decía la hizo callar.
– Definitivamente ya tiene preferido –bromeó Peter acercándose al sillón contiguo y acariciando la mano de Maria.
– Ni siquiera me puedo ofender porque yo también escogería a Tony –sonreí.
Tony me lanzó un beso y extendió la mano hacia mí para que me acercara a ellos. Me senté en el reposabrazos y me quedé mirándoles completamente enamorado de la maravillosa familia que teníamos.
No sé cuánto tiempo pasamos mirándola, abrazándola y llenándola de besos cuando apareció nuevamente la enfermera. Hicimos el papeleo final para Maria y nos dieron luz verde para llevárnosla a casa cuando quisiéramos. Antes de que se fuera preguntamos por cómo estaba Cloe y nos dijo que ella también enseguida podría irse pero que ahora estaba reposando en otra habitación ya que no había querido ver a la bebé.
Eso me entristeció porque seguro se le hacía difícil el tener que darla, pero era mucho mejor no verla y no llegar a sentir más cariño por ella. La verdad es que esta era la peor parte, no esperábamos que adoptar así podría tener su parte mala. No para nosotros por supuesto, sin embargo, no podíamos evitar sentir pena por ella ya que tanto nos había dado. Por eso a la salida ambos decidimos pasar por la floristería y le mandamos un pequeño jarrón con tulipanes de distintos colores y una nota de agradecimiento a su habitación. Nada le hará sentir mejor, pero debíamos agradecer su gran gesto con nosotros ya que hizo todo para que su hija quedara con nosotros.

•••

Llegamos a casa cuando ya casi había anochecido, pero aun así en la puerta estaban esperando Nat y Bucky con una gran cesta de color rosa.
Peter, que iba de copiloto, prácticamente saltó del coche y fue a saludarles en lo que Tony y yo sacábamos a Maria de su sillita de bebé.
– Hora de conocer a los primeros tíos –susurré dándole un beso en la cabeza mientras Tony la cargaba.
Fimos hasta la puerta y Nat no tardó en asomarse a los brazos de Tony.
– Oh, mira que cosita tan pequeña –acarició la mejilla de Maria.
– Gracias a Dios que no puede tener vuestros genes y es hermosa –bromeó Bucky tras ella.
– Muy gracioso –dije yendo hasta él para saludarle–. Gracias por venir, a los dos.
– No podía perderme este momento –sonrió–. Muchos me perdí, pero ahora te molestaré siempre.
Era tan gratificante volver a tener parte del Bucky que conocía, aunque tiene sus momentos de tormento, la mayor parte del tiempo vuelve a ser. Desde que él y Tony arreglaron todo hemos podido hablar más seguido y es bueno ver que va recuperando un poco de su vida, especialmente su amistad con Natasha. Sé que algo pasó entre ellos en el pasado y aunque no me lo han contado sé que no se trata simplemente de lo que sucedió con el Soldado de Invierno. Creo que esa es la razón por la que se encuentra tan bien teniendo a Nat cerca en el complejo. De algún modo todo estaba volviendo a su lugar y parecía que al fin podríamos tener algo de paz después de los años tan duros que hemos vivido todos.
– Espero que tengáis algo para picar porque el resto han dicho que se pasarían enseguida también –comentó Nat, ayudado a Tony abrir la puerta.
– Siempre tenemos de todo, aunque conociendo a Thor quizá acabe con todas las reservas –bromeó Tony.
– No te creas, dudo apenas y que vaya a aparecer.
– ¿Por qué no? –Dije extrañado, entrando hasta la sala para dejar la bolsa con las cosas de Maria.
– A penas momentos después de vuestra llamada los Guardianes contactaron con nosotros –comenzó a explicar–. Al parecer han dado con la otra mitad de la nave de Asgard y Thor quiere ir.
– ¿Ha dicho que va a hacer?
– No lo sabe todavía.
– ¿Por qué no los trae aquí? –Propuso Peter.
– Eso le dijimos, pero creo que espera la aprobación de todos por no volver a empeorar las cosas con el Estado. Entre Bruce y Visión están viendo si hay otras opciones mejores y luego decidirán.
– A pesar de la complicación hay que ver el lado bueno y es que su pueblo ha sobrevivido –trató de animar Tony.
– Exacto, esa es una noticia muy buena y lo otro ya se pensará.
Maria comenzó a llorar de repente y Tony puso mala cara cuando supo la razón.
– Tu turno, cariño, esto está lejos de mi zona de confort –dijo pasándomela.
Enseguida me llegó el olor y miré mal a Tony.
– Para cargarla todo el rato y hacerle caritas bien que la quieres, pero cuando toca el trabajo duro… –Agarré la bolsa de Maria y fui hacía las escaleras–. Vamos a hablar de esto más tarde, Anthony.
– Te amo mucho –me gritó Tony.
Escuché como se reían Bucky y Nat muestras iba de camino a la habitación.
Dejé la bolsa y estiré a Maria sobre la cama. Di un beso sobre su frente y continuó llorando sin parar.
– Ya, princesa, ahora te cambio. Ten paciencia con papá que todavía no sé bien como hacer esto –le dije mientras le levantaba la ropa.
Escuché un toqué en la puerta abierta y giré la cabeza para ver a Bucky sonriendo mientras veía como abría el pañal.
– Qué hogareño te ves –dijo dando un par de pasos–. Aun no me acostumbro a esto.
– Lo harás porque esta será mi vida por muchos años, igual que lo fue en el pasado.
– Es bueno ver que de verdad todo ha vuelto a la normalidad para ti, de lo contrarío no me lo hubiera perdonado.
– Todo esta muy bien, ya no te preocupes –traté de animarle–. No hay más que ver a esta cosita tan pequeña –murmuré tocando los piececitos de Maria, provocando que me pusiera mala cara y soltara un gran llanto–. Oh, que mal humor.
– Como tu cuando hacía algo que no te parecía bien –rió.
– Muy gracioso, James –sonreí, finalmente limpiando bien a Maria antes de colocar el pañal limpio–. Ya que has venido, sujeta esto –dije dándole el pañal sucio a Bucky.
– Si lo llego a saber no subo –respondió con cara de asco.
– Lo siento, tío Bucky, pero tienes que ayudar a tu nueva sobrina.
– ¿Tío Bucky? Suena extraño, pero a la vez muy bien.
Sonreí terminando de acomodar la ropa de Maria y la alcé dándole un beso antes de cedérsela a Bucky.
– Tómala, así ya va cogiéndote cariño.
Bucky dudó por unos segundos hasta que vio que Maria iba a ponerse a llorar de estar tendida en el aire esperando por unos brazos. Me pasó el pañal sucio y luego la cargó poniéndola contra su pecho. Ella enseguida se calmó, abriendo sus grandes ojos hacia él.
– Creo que ya te quiere más que a mí -bromeé.
Bucky rió suavemente para no molestar la tranquilidad de la bebé.
Finalmente volvimos con el resto, encontrándonos también con Banner, Clint y su familia, Wanda y Visión.
– Ahí llega la princesa de la casa –anunció Tony al vernos aparecer.
Por un segundo me atacó la duda de si Tony se sentiría mal porque hubiera dejado que Bucky cargara a Maria sin mencionarle primero, sin embargo, me sorprendió cuando vino felizmente hacia Bucky como si no pasara nada.
– Quizá deberías cogerla –le dijo Bucky un poco preocupado–. No sé si mi brazo pueda causarle alguna incomodidad.
– No creo que este incomoda, se ve muy tranquila –respondió–. Se ha quejado más cuando la cogía Steve.
– Sí, no hemos empezado con buen pie –rodé los ojos con una risa.
– No te preocupes, seguro luego cambiará –comentó Laura, la esposa de Clint–. Lila también lloraba más en brazos de Clint, pero a partir de un par de meses era todo lo contrario.
– Eso me tranquiliza –contesté, realmente aliviado.
Tras un breve saludo de todos y conocieran finalmente a Maria nos trasladamos al jardín y decidimos pedir algo de cenar y así pasar una gran velada todos juntos ya que en los últimos meses no habíamos tenido mucho tiempo para esto.
Ahora era Laura quien cargaba a Maria mientras Wanda que estaba a su lado le hacía formas con su magia, dejándola completamente absorta en cada figura que creaba. Habían conseguido el récord de mantenerla callada por más de quince minutos. Aunque eso no duró mucho más cuando de repente sonó un estruendo y una luz iluminó el jardín completamente haciendo sobresaltar a todos cuando aparecieron Thor, Rocket y otra mujer que no lograba reconocer.
Maria se echó a llorar y Tony se levantó completamente enfadado, yendo directo hacia los recién llegados.
– ¿No podían entrar por la puerta como todo el mundo? Hay un bebé presente.
– Lo sentimos –se disculpó Rocket.
Me acerqué a Laura y le pedí si podía llevar a Maria a dentro ya que obviamente esto se podía poner feo si esta discusión llegaba a más. Ella rápidamente lo hizo y entró también con sus hijos.
– Un lo siento no es suficiente –respondió Tony casi en un gruñido.
– Antes de que esto llegue a más recuerda tus propias palabras, Tony –le dije tratando de calmarle.
También me molestaba lo que había hecho Thor, pero nada iba a cambiar lo hecho y era mejor no hacer una montaña de un grano de arena.
– Cuidado con lo que dices, Rogers –me advirtió.
– Cariño, estoy igual de molesto que tú, pero esto no hará que Maria deje de llorar, sino todo lo contrario.
Le escuché susurrar un “idiota” y luego volvió a su lugar en el sofá.
– ¿A que ha venido esta repentina intrusión? –Pregunté a Thor.
– Solo quería venir a visitaros por la bebé después de comprobar que mi pueblo esta bien. Siento haber entrado así, amigos.
– Está bien, gracias por venir.
Se escuchó el bufido de Tony y rodé los ojos.
– Deja el mal humor y ve a buscar a Maria para presentársela.
Tony prácticamente saltó del sofá como si un muelle le hubiera empujado y fue directo a dentro.
– Le han faltado piernas para ir a ver a la bebé –rió Nat–. Es extraño verle tan entusiasmado con algo que no sea tecnología.
Varias risas rebajaron al fin la tensión y me volví a mi lugar para esperar a Tony.
Mientras centré mi atención nuevamente en quienes acaban de llegar y el que estuviera Rocket.
– ¿Cómo es que estas aquí, Rocket?
– Bueno como andaban discutiendo Quill, Gamora y Nebula preferí escabullirme con Thor.
– ¿Por qué discutían?
– A decir verdad, no lo sé, pero seguro una estupidez.
Me reí por su extraña indiferencia hacía las peleas de sus compañeros, pero porque realmente había visto que podían ser constantes y por simples tonterías. A veces me preguntaba cómo podían seguir siendo un equipo, luego recordaba el como comenzaron los Vengadores y mi pregunta se respondió sola.
– ¿Y cómo sigue la búsqueda de Thanos?
– Nada por ahora, pero seguiremos buscando en cuanto resolvamos lo de los Asgardianos –dijo, justo cuando Tony volvía.
– ¿Habéis venido a pedir permiso o algo así?
– No, al menos en principio –respondió Thor–. No queremos desviar la atención de vuestra bebé hoy.
– Es curioso que digas eso… –rodó los ojos Tony.
– Cariñó, por favor.
Le dejé más espacio en el sofá para que pudiera ponerse mejor con Maria y le sonreí cuando volví a verla. No podía evitar sentirme cautivado por ella cada vez que la veía.
– Está bien... –se resignó al fin.
– Quería presentaros también a alguien –dijo Thor señalando a la mujer que había venido con ellos–. Ella es Valquiria, es como mi mano derecha… ¿Así se dice?
– Parece que si aprendiste algo en tus años aquí, quien lo diría –murmuró Tony como una burla.
– Encantados de conocerte –contesté, ignorando el comentario de Tony.
Ella tan solo asintió desde el mismo lugar donde había aparecido.
– Quería que viera como es la Tierra por si al final podemos traer a mi pueblo.
– Yo creo que no se pueden oponer mucho –dije mientras lo pensaba–. No tuvieron siquiera argumentos para poder retenernos a quienes no firmamos los cuerdos después de salvar a la humanidad de una catástrofe. Que tu fueras un aparte vital de nuestra victoria probablemente haga que tampoco se puedan negar, y más sabiendo que tienes guerreros Asgardianos.
– No había pensado en eso –comentó Banner–. Tiene razón Steve, los Asgardianos es una buena baza para que puedan quedarse aquí.
– Bueno, yo creo que eso depende también del lugar donde piensen instalarse –añadió Tony.
– La verdad es que ya había pensado un lugar.
– ¿A sí? –Pregunté.
– Sí, en Noruega, creo es el lugar perfecto dónde instalar Asgard.
– ¿A caso sabes dónde está Noruega? –Dijo Tony, casi en todo de burla porque sabía su la respuesta.
– No, pero es el lugar dónde murió mi padre y me parece el más idóneo.
– El por qué me parece razonable, pero deberías saber que ahí hace un frío descomunal –le aclaró Clint.
– Soy un Dios Nórdico según vuestra mitología y seguro es por algo, podremos soportarlo.
– Sí tú lo dices…
La verdad es que me parecía una gran idea que fuera allí, el único problema que podía surgir es que Noruega se negara a ello, pero como él mismo había dicho, es un Dios “Nórdico” y puede que eso juegue a su favor.
Aunque hoy no quería pensar más en ello ya que como habían dicho, si su pueblo estaba bien teníamos tiempo para pensar mejor, prefería que ahora toda la atención fuera para la cosa más bella de la casa.
– Ya qué habías dicho que venías a conocer a nuestra hija te la presento –dije pasando un brazo alrededor de Tony–. Se llama Maria.
– Mira, Maria, él es el Dios de las pesadillas, no debes acercarte mucho a él –bromeó Tony.
– Tony –me quejé, con poca convicción ya que me reí con él.
– También le puedes llamar chispitas –continuó diciéndole–. Solo no le toques o te dará chispazos.
– A tu bebé nunca le haría daño, peor no puedo decir lo mismo de ti –bromeó de vuelta Thor.
– Por suerte tengo un esposo fuerte.
– Oh no, a mi no me metan en sus tonterías –reí.
– ¿O sea dejarías que me electrocutara? ¿Por qué quieres dejar huérfanos a tus hijos, Rogers?
Oh mierda… Ya había encontrado el modo de meterme en sus discusiones tontas. Era encantadoramente molesto a veces.
– Yo no he dicho eso. Sé que no lo haría así que no tengo que protegerte.
– ¿Y si lo hiciera de verdad?
– Entonces si te protegería, con mi propia vida si fuera necesario, pero estoy seguro de que no haría falta porque eres capaz de hacerlo por ti mismo.
– Tienes suerte de que sabes siempre que decir, porque si no esta discusión continuaría –finalizó con una sonrisa y luego besó mis labios.
Le abracé mientras le devolvía el beso con ganas.

•••

Media hora después todos comenzaron a irse y Tony decidió ir a preparar un biberón para Maria mientras yo despedía a los últimos en irse.
– Muchas gracias por haber venido, de verdad –dije dando un abrazo a Nat.
– No podíamos perdernos esto por nada del mundo –sonrió.
– Además, siempre hay algo divertido que ver aquí –bromeó Wanda.
– Desgraciadamente sí. En esta casa nunca faltan dramas –continué su broma.
– Como te escuche pops eres hombre muerto, papá.
– Shhh... Ni lo menciones, por favor.
Peter levantó las manos y se fue riendo. Me volví nuevamente hacia los demás y terminé de despedirles, abrazando a Bucky.
– Me ha alegrado verte tan bien, pasa algún otro día a vernos.
– Lo haré –respondió con una sonrisa antes de marcharse con Nat, Wanda y Visión.
Finalmente cerré la puerta y fui directo a la cocina para ver como le iba a Tony con Maria.
– Sí, es perfecto. Gracias, Friday –dijo justo cuando entraba.
– ¿Qué has hecho? –Pregunté a sabiendas de que si le había pedido algo a Friday estaba metido en algo.
– Te lo cuento pero no te enfades, ¿sí?
– Tony… –dije como una advertencia ante sus palabras.
No era difícil adivinar cuando había hecho una locura, pero en estos momentos estando tan lejos de los Vengadores no sé que debía traerse entre manos y eso me preocupaba bastante.
– Déjame primero terminar de hablar antes de que te enfades. Luego si te parece mal me regañas –trató de calmarme, meciendo lentamente a Maria en sus brazos.
Le dio un beso en la frente y luego con una sonrisa me la cedió para que le diera el biberón.
– Así no podrás enfadarte mucho si la tienes tú.
– Buena jugada, Stark –bromeé intentando reprimir una sonrisa–. Ahora cuéntame que has hecho.
– Desde que salimos del hospital no he dejado de pensar en la chica, Cloe –comenzó.
Oh, Dios, siento que esto no va por buen camino. Ya le había regañado antes por interesarse demasiado por ella, pero sé que es terco e impulsivo.
– Había dicho que su padre se enfadó porque había perdido muchas oportunidades para su futuro, lo que me hizo recordar que renunció a una beca de Oxford, así que he empezado a mover hilos para poder pagarle la universidad –explicó con calma, vigilando mis reacciones–. Pero será sin que ella sepa quien lo hace, sé que debemos quedarnos lo más lejos posible –añadió antes de que pudiera responder.
Quisiera poder enfadarme por meterse en dónde no debe, pero la verdad es que siempre amaba esos detalles que tenía. No era la primera vez que le pagaba los estudios a alguien. Llevaba años pagándole a Harley Keener, el niño que le ayudo cuando terminó en Tennessee después de Aldrich Killian destruyera su casa. Me explicó sobre él un tiempo después de que comenzáramos juntos y tuviéramos a Peter. Me estuvo contando que a pesar de que era un poco insoportable, era un niño muy listo y sabía que llegaría lejos si tenía buenos estudios. Pero él sabía que no podría sin su ayuda ya que el niño tan solo tenía a su madre y dependía de un sueldo bajo para criar a dos hijos.
Tony siempre está ayudando a jóvenes, haciéndoles prosperar correctamente para que no cometan sus errores. Comenzó con Peter, poco después siguió haciéndolo con Harley, y ahora quería hacerlo con Cloe. Sabiendo las razones que le llevan hacer esto no tengo como negarme, sé que es algo que necesita hacer y no le impediré en absoluto porque es una de las razones por las que le amo tanto como lo hago.
Di un suspiro y luego solté el biberón para poder tomarle la mano y dar un beso en el dorso.
– Siempre estás haciendo estas cosas y sé que no tengo como detenerte, aunque realmente no quiero hacerlo porque amo cuando haces estos gestos tan altruistas –me acerqué a él y besé sus labios suavemente.
Sentí como le aparecía una sonrisa mientras le besaba y eso removió todo dentro de mí. Con solo saber cuan feliz era yo no podía evitar sentirme pleno, por que esto era precisamente lo que me había prometido a mí mismo, puede que no fuera el hombre perfecto, pero haría todo lo que estuviera en mi mano para ser el hombre perfecto que Tony merecía.
– Y yo amo cuando no te opones a mis locuras –susurró cuando se separó.
– No puedo negarme a que hagas cosas tan bellas, y al fin y al cabo es tu dinero.
– Es de los dos, aunque te niegues admitirlo.
– Lo has ganado con tu esfuerzo, aunque técnicamente también sea de mi propiedad por estar casados eso no lo hace realmente mío.
Agitó su mano en señal de desacuerdo.
– No vamos a tener esta conversación otra vez, Steven –dijo para terminar una vez más una de nuestras discusiones absurdas.
Le sonreí en respuesta y le acerqué por la cintura con mi mano libre.
– Te amo, mi amor.
– Te amo, mi idiota.
Me reí levemente, pero paré enseguida la recordar que podía molestar a Maria.
Bajé la vista y al ver que se había quedado dormida simplemente se me cayó la baba por ella.
– Oh, Dios… Es tan bonita.
Tony bajó la vista y sus ojos se iluminaron por la emoción.
– Me tiene enamorado. Creo que va a sacarnos miles de suspiros –susurró dándole un beso en la cabeza–. Hace años que una chica no provocaba eso en mí.
– Me voy a poner celoso –bromeé, sin mucha credibilidad cuando yo también estaba suspirando por ella.
– Piensa que al menos es contigo con quien duermo.
– Por ahora, seguro cuando crezca terminará en nuestra cama.
Tony rió mientras salía de la cocina, camino a las escaleras.
– No huyas –dije yendo tras él–. Estas feliz con eso porque pretendes cambiarme por ella.
– No me obligues a mentirte diciendo que no.
– ¡Auch! –fingí dolor.
Tony soltó una carcajada y luego se tapó la boca para no reír fuerte.
Entró en nuestra habitación y colocó los cojines en el centro de la cama para que dejara a Maria. No nos había dado tiempo de preparar su cuna antes de salir de casa así que ahora nos tocaría acomodar todo para ella y tendría que terminar rápido de pintar su habitación. Supongo que me tocaría estar toda la noche para ello ya que tendremos que esperar a que sequé completamente y se vaya el olor de pintura antes de que podamos llevarla a su habitación. Teníamos toda su ropa, muebles y decenas de peluches que Tony compró esparcidos por la casa esperando para poder amueblar la habitación. Así que tenía mucho trabajo por delante y quería que fuera cuanto antes para poder instalarla en su habitación.
– Voy a cambiarme para preparar su cuna y luego terminar de pintar.
– Mi amor no es necesario que lo hagas ahora, deja eso para mañana –dijo pasando sus manos tras mi cabeza para empujar mi rostro contra el suyo y dejar un beso en mis labios.
– Prefiero terminarlo pronto, son muchas cosas por hacer y ahora que está en casa debemos cuidarla a la vez que lo hacemos.
– Pero no tienes por qué hacerlo solo, déjame que te ayude al menos.
– Estaré encantado de ello –sonreí, acariciando sus labios con los míos.
– Así es como debe de ser un matrimonio, ¿no? Hay que estar unidos en lo bueno y en lo malo.
– Sí, lo que me recuerda que vas a tener que aprender a cambiar pañales, Stark, no voy a hacerlo solo.
– Bueno…
– Tony… –le advertí.
Rió débilmente y me dio otro beso.
– Está bien, pero me tendrás que enseñar hacerlo.
– Estaré encantado.
Le devolví el beso, pero esta vez dejando entrar mi lengua en su boca, intensificándolo.
Tony no tardó en presionarse contra mi cuerpo y tirar del cabello corto de mi nuca mientras se dejaba llevar por la pasión del momento. Era tan fácil avivar la chispa que con solo tocarnos llegaríamos hasta el final, sin embargo, teníamos a Maria dormida en nuestra cama y no podíamos dejarnos llevar más allá de los besos.
Desgraciadamente tuve que pararnos para así finalmente ponernos hacer lo que tocaba ahora. Tony prepararía la cuna en nuestra habitación en lo que yo continuaba pintado. La verdad es que estaba muy feliz de poder hacer esto, me encantaba dibujar y mucho más cuando era para nuestros hijos. Me recordaba a cuando pinte la habitación para Peter en la torre, lo hice con él y realmente fue el primer momento en el que me sentí por un segundo como un verdadero padre. Eso me llenaba ahora de recuerdos, porque literalmente ahora volvía a ser padre por segunda vez. Todo era completamente distinto, aunque no por ello menos especial.
Me sentía tan bendecido por la vida que había conseguido, nada de lo que pudiera haberme imaginado alguna vez para mi futuro podría haber sido más perfecto que la vida que tengo ahora. Tengo la mejor vida junto a la mejor familia, con unos increíbles amigos que jamás imaginé. Recuperar a Bucky también me había hecho tan feliz, no esperaba que Tony fuera a sentirse tan rápido cómodo estando a su alrededor, pero hoy me había demostrado cuanto ha madurado y que no tengo por qué temer. Ahora sé que no debo preocuparme por lo que sucedió y es momento para mirar al futuro, especialmente ahora que teníamos nuevamente una razón para estar más unidos que nunca.
Maria abrió levemente los ojos y acaricié su manita mientras le sonreía sin poder evitarlo.
– Bienvenida a la familia, princesa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).