EPÍLOGO
No fue fácil. Kaoru estuvo a punto de rendirse, de tirar la toalla muchas veces. Ryu a veces lo trataba como a un esclavo, otras lo ignoraba completamente. Pero todo era producto de la desconfianza.
Y Ryu simplemente no sabía qué hacer con su vida. Sabía que nunca había dejado de amar a Kaoru, y seguramente no amaría a nadie más, pero tenía miedo. Tenía tanto miedo que incluso era capaz de hacerle daño, de alejarlo de su lado antes de que Kaoru volviera a fallarle.
Les costó muchos intentos construir una relación sana. Debajo de todo el resentimiento, desconfianza y sentimiento de culpa había amor, un gran amor que seguía ahí después de tanto tiempo. Pero antes, debían curar sus heridas y sobre todo, perdonarse a ellos mismos.
Y poco a poco, fueron cumpliendo sus sueños. Aprendiendo a dar amor, y a recibirlo...
***
A los 32 años, Isaka Ryuichiro era el dueño y presidente de su propio negocio, una editorial en ascenso llamada Marukawa, orientada a mangas y publicaciones para gente joven. Kaoru seguía a su lado, primero como su asistente personal, y desde hacía unos meses, como su esposo.
Se habían casado en las últimas vacaciones, en una ciudad española con fama de ser gayfriendly, en una ceremonia sencilla. Pasaron también su luna de miel por allí, fue corta ya que tenían mucho trabajo en la editorial. Pero no les importaba. Habían luchado tanto por su relación, que sólo querían estar juntos, daba igual donde.
En el ámbito laboral, también habían conseguido el éxito. Ryu y Kaoru eran un magnífico equipo que, ayudado por los abuelos Isaka y el señor Onodera, había conseguido una editorial con una buena plantilla, entre los que se contaba Aikawa, con la que Ryu recuperó la relación, y el propio hijo del señor Onodera, un joven que había llegado allí refunfuñando algo sobre que no quería ser un enchufado. También había llegado recientemente un editor con excelentes recomendaciones, fue gracioso porque Ryu pensó que se trataba de un estudiante de secundaria, pero en realidad tenía alrededor de treinta años.
Pero había algo que preocupaba a Ryu. Estaba esperando un hijo o una hija, que nacería en el mes de julio, y tanto él como Kaoru estaban muy ilusionados con esa nueva etapa. Pero Ryu tenía miedo de ser como su padre. Un tipo ausente, tóxico, al que no le importaba nada más que él mismo.
Todo el trabajo psicológico que había hecho Ryu los últimos años, parecía que no servía para nada ante la perspectiva de traer una nueva vida al mundo. Pero allí estaba Kaoru, el que le había demostrado que las personas pueden cambiar. Kaoru sería un excelente padre, pero ¿y Ryu?
Una noche, Kaoru entró en la habitación de matrimonio que compartían. Ésta se hallaba a oscuras, con un Ryu en bata, sentado mirando por la ventana.
-Amor, ¿ocurre algo?
-Estoy preocupado...
-Dime, ¿qué te inquieta? -Kaoru se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros, era algo que al menor le gustaba mucho.
-Tengo miedo... De ser como él.
-No serás como él. Tú amas a nuestra hija, lo sé, lo he visto. Y además, somos una pareja de pingüinos, ¿recuerdas? -Kaoru hizo alusión a una pequeña broma privada. -Y ahora vamos a ser una familia de pingüinos.
-Tienes razón. Nuestra hija no tendrá unos padres ausentes. -Y allí, entre los brazos de Kaoru, Ryu se sintió capaz de todo...
FIN