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Linaje por 1827kratSN

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—Fabricaste collares para los niños.

—Lo hice.

 

Tsuna había notado eso en una mañana cuando al fin sentía su corazón volver a latir completo. Se fijó en un detalle que había pasado por alto y que ahora le causó curiosidad. Sus niños de siete y cinco años respectivamente, portaban en sus cuellos collares semejantes al igual que el dije en forma de escudo en el que destacaba una bala… dos collares que eran la copia exacta del que él le regaló a Reborn el día de su boda.

 

—¿Por qué?

—Para que denoten su herencia.

—¿Cuál? —miró a su esposo con duda.

—Tu sangre y la mía… esa es la herencia.

—¿Y el título de duques?

—También.

 

Y entonces se dio cuenta de detalles que no notó en esos años, detalles que podrían haber sido notorios para cualquiera pero que para él no lo fueron porque estaba tan acostumbrado a vivir en su casa que… lo obvio parecía no serlo.

El escudo de su cadena se hallaba replicado en varios sectores de su casa —que no era casa, ya era más grande de la que recordaba y ahora parecía ser una mansión—, en algunos adornos en las puertas, en cuadros que adornaban los salones, en adornos que portaba el auto e incluso en un sello que reposaba en el despacho de su esposo.

Estuvo tan enfrascado en su dolor durante esos años que no llegó a notar algo tan simple.

Entonces llegó algo para distraerlo, pero en esa ocasión sí lo notó… su cuarto embarazo. Y se puso a pensar en algo muy, pero muy singular. Su primer hijo llegó a la par que el título de Duque para su esposo y para él debido a su matrimonio, su segundo hijo llegó a la par que la ampliación de su casa… y su tercer retoño cuando Reborn salió de viaje por dos meses en pro de resolver unos asuntos de vital importancia para la corona… Ahora con su cuarto ciclo gestante la noticia no se diferenció en importancia pues iban a ser mostrados como candidatos directos a la herencia de la corona debido a la esterilidad de la cadena que hasta ese punto fue la principal.

 

—¿Por qué?

 

Su hijo mayor era su viva copia, una muy especial porque incluía las patillas rizadas de su padre. Era gracioso. Su segundo varoncito era un azabache galante con el cabello liso y un aura dulce que encantaba a todos, una combinación entre Reborn y él. Esperaba con ansias a que su pequeño bebé gestante se pareciera a Reborn para tener un bonito cuadro del cual presumir. Adoraba a su familia, pero… dudaba de ella también, y la razón llegó en la fiesta en donde se reuniría con los antiguos sucesores a la corona.

 

—Eres tan hermoso… Me recuerdas a Nana.

—Gracias…, aunque no sé de quién habla.

—Es raro que no lo sepas —aquel anciano rio dulcemente— pues Nana fue tu madre.

—¿Madre?

—Sí —Tsuna recibió una caricia dulce y una mirada nostálgica—. Tus ojos y tu sonrisa son idénticas, tu cabello se parece más al de tu abuelo, claro está.

—Señor…, ¿puede contarme más acerca de eso?

—Claro, cuando desees…, pero ahora vamos porque empieza el primer baile.

 

No pudo hablar más con aquel hombre —que ya llevaba una edad quizá superior a la de su esposo—, por asuntos formales en esa cena y porque le ganó el cansancio y tuvo que retirarse. Pero la duda quedó colocada…, pero nació el miedo a preguntar y descubrir una nueva desgracia en su vida.

No soportaría otro golpe, no después de esos años llevaderos en donde pudo respirar la dulzura de la calma y la felicidad. Y aun así quiso al menos escuchar a alguien hablarle sobre el pasado que tenía olvidado.

 

—¿Quieres que hagamos negocios con ese hombre?

—En realidad quiero que mantengamos contacto con él, los negocios son algo que pensé podrían beneficiarnos.

—No estás tan equivocado, pero me sorprendió tu pedido repentino.

—Reborn…, por favor.

—Sabes que no te negaría nada, Tsuna.

 

Y entonces, a sus seis meses de gestante, pudo reunirse con aquel conde que amablemente se ofreció a rebelarle algo tan… impactante, tanto que esa noche no pudo dormir porque la información a procesar fue demasiada.

Su madre y padre formaron parte de la línea sucesoria a la corona, su hermano mayor iba a ser el heredero y su segundo hermano tenía el destino de ser el enlace con una familia alterna a la corona… y el tercer hijo y último de ese matrimonio era él. Su familia había sido adinerada y de gran estatus, por su sangre recorría una herencia de estirpe azulada.

Era el legado perdido de los Sawada.

Era el único sobreviviente de una masacre que afectó a un país entero y a la corona en sí.

Le contaron anécdotas de la familia que él no recordaba, de los sueños, planes y negocios que su padre tenía, de la dulzura de su madre que fue objetivo de decenas de propuestas de matrimonio cuando fue soltera, de la habilidad de su hermano mayor para juzgar a la gente y la de su segundo hermano para detectar mentiras. Le contaron que fue amado hasta el punto en que su madre fue asesinada sin decirle a nadie del paradero de sus hijos para que estos tuvieran una oportunidad de salvarse.

 

—¿Tú sabías de esto? —miró a su esposo con temor a la respuesta que vendría después.

—Tsuna.

—No olvides tu promesa —le retó con la mirada y apretó los puños para no romper en llanto—. Di la verdad.

—Lo sabía.

 

Tsuna no pudo ver más a su esposo por ese día, no pudo, no se sintió capaz. El dolor en su pecho, ese apretujón tan insoportable y desagradable no lo dejó. Escapó a su habitación, se encerró en ella y cerró los ojos para calmar su estado anímico porque bien sabía lo importante que era priorizar el estado de salud de su hijo.

No soportaría una pérdida más.

Reborn le suplicó para que abriese la puerta y hablaran durante dos horas sin cesar, él no respondió ni una sola vez. Y entonces fue el propio azabache quien habló con una puerta cerrada que ocultaba al lloroso castaño quien ya no sabía qué hacer con su vida, con sus creencias y con el amor que le profesaba al idiota que llamaba “esposo”.

 

—No lo supe hasta después de dos meses de nuestra boda… No lo hubiese sabido de no ser por el dije del collar que tú me confiaste, porque ese escudo se me hizo conocido. Yo me enamoré de ti sinceramente… yo me enamoré de tu alma, Tsunayoshi.

 

Resultaba que su esposo le había ocultado la verdad sobre su familia perdida. Le ocultó que averiguó que era el sucesor perdido de los Sawada… No le mencionó siquiera que se puso en contacto con la corona para reclamar los derechos que por consanguineidad tenía.

Reborn fue quien hizo todo el procedimiento para que la reina le devolviera el título de Duque y a su vez también adquirió el mismo título debido al matrimonio consumado que tenían. Él tomó posesión de la herencia en título y en fortuna guardada en un banco de un país lejano en donde su padre mantenía guardado sus bienes más preciados.

Sin darse cuenta Tsuna había estado disfrutando de lujos que por derecho eran suyos y que toda su vida creyó eran de Reborn. Fue usado para adquirir aquello y jamás fue informado siquiera.

Fue un títere…, pero creyó ser un príncipe en su pequeño cuento de hadas.

 

—Y entonces —al fin habló—, ¿por qué?

—Por qué, ¿qué?

—Porqué —respiró profundo con temor a decir aquella pregunta—, ¿por qué no me lo dijiste?

—Porque estabas esperando a nuestro primer hijo.

—Ja —rio amargamente y golpeó la puerta que lo separaba de su esposo—. Dijiste que lo descubriste dos meses después de nuestra boda… y en ese entonces yo no estaba en cinta.

—Perdón.

—¡DIME LA VERDAD!

—Yo no quise decírtelo —nadie podría imaginar el dolor que Tsunayoshi acunó por esas simples palabras— porque de ser así… también hubiese tenido que contarte sobre cómo pereció tu familia.

—Lo hubiese soportado —sollozó golpeando inútilmente la madera de esa puerta—. Lo hubiese… soportado.

—Lo siento.

 

Nadie debería sentir el vacío existencial que Tsunayoshi estaba experimentando. Nadie debería sentir ese nudo en el estómago que lo azotaba cada cinco minutos. Nadie debería tener que aguantar el amargor en la boca debido a que su cuerpo reaccionó al estrés y no lo dejaba almacenar nada en el estómago. Nadie jamás debería vivir con el dolor de haber sido traicionado, usado y manipulado de esa forma tan vil por la persona que amó durante todos esos años.

Nadie… nadie… nadie debería vivir lo que él vivió durante toda esa estúpida y maldita vida.

 

—Piensa en nuestro hijo —lo vio por primera vez en una semana, cuando al fin se dio valor para salir de su habitación.

—Vete —lo miró con rabia y empujó para así poder encaminarse a la cocina—. Vete y no me hables.

—No te alteres. No…, no vuelvas a decaer en salud.

—Sólo aléjate de mí, Reborn.

—Ya pasamos por esto una vez —Reborn lo sujetó con desesperación y el corazón de Tsuna saltó de alegría a pesar de que no debería—, y no dejaré que suceda de nuevo.

—Mi hijo nacerá sano.

—Nuestro.

—Mío —lo empujó y miró dolido antes de elevar su frente y encaminarse lejos de ese hombre— ¡ES MÍO!

 

¿Pero cómo forzarse a odiar a aquel hombre que amó por tantos años? No había forma y eso dolía más… porque con cada mirada de súplica, con cada pedido de perdón y gestos amables como los dados en su noviazgo, sólo hacían que su voluntad flaqueara cada vez más… y más… y se sintiera como una hoja seca que se deshace entre los dedos de un niño.

Era débil. Demasiado débil. Era patético.

Se sintió un asco cuando cayó entre los brazos de su esposo cuando su octavo mes trascurría sin prisas. Se sintió un traidor al recuerdo de su familia olvidada cuando dejó que lo besasen y abrazasen en las noches mientras su vientre era acariciado con calidez y ternura. Se sintió un hipócrita cuando pidió perdón a la memoria de sus padres y hermanos a la vez que rogaba al cielo porque Reborn no le volviese a mentir u ocultar más cosas. Se sintió un imbécil porque decidió confiar de nuevo en ese hombre que ya le había fallado.

 

—Yo te amo.

—No me ocultes más cosas.

—Está bien.

—Quiero la verdad entera —miró a Reborn—, la completa… porque no soy idiota y sé que me estás ocultando algo más.

—Lo sabrás… después de que nuestro hijo nazca —fue una promesa que sólo causó ardor en sus ojos y dolor en su garganta.

—¿Por qué?

—Porque ya has decaído mucho… y no quiero que ni tú ni nuestro hijo enfermen.

 

Cuánta razón tenía Reborn… Cuántos malos recuerdos llegaron a la mente de ese padre abnegado que ya una vez tuvo la desdicha de ver un bultito ser arrancado de sus manos porque estaba carente de vida… Cuánta agonía al sentirse incapaz de oponerse a ese pedido insignificante.

 

—¿Papi?

—¿Qué pasa cariño? —sus dos lucecitas lo miraban tan intensamente como Reborn hacía.

—¿Estás bien?

—Lo estoy.

—No lo estás —los ojitos de sus dos hijos mostraban preocupación pura—, no te ves bien.

 

Y en realidad no lo estaba pues en ese último periodo antes de su parto habían pasado tantas cosas y se enteró de tantas más, que su cuerpo no se sentía preparado para alumbrar a otro retoño sin sufrir consecuencias. Algo le decía que las cosas saldrían mal y ese temor se acrecentó cuando el primer dolor de labor de parto se dio.

Mientras apretaba la mano de su esposo y de la enfermera que lo ayudaba en aquel laborioso proceso, lloró a todo pulmón. Lloraba porque deseaba traer al mundo a un hijo sano, pero lloraba también porque su pecho se estrujaba por la verdad que le faltaba conocer. Lloró porque le informaron que no traería al mundo a un solo bebé… sino a dos… y que tendrían que hacerlo parir como fuera.

Nunca se imaginó pasar por un calvario tan cruel como ese.

Se desmayó en varias ocasiones, la enfermera tuvo que empujar su vientre y forzar a su segundo bebé a salir, le inyectaron algunas cosas de las que no supo el nombre para hacerlo reaccionar… y perdió tanta sangre que simplemente palideció y ni siquiera pudo ver a su segundo recién nacido pues le ganó el sueño y desfalleció.

Despertó después de doce horas, pero no volvió a ser el mismo. Sus ojos estaban opacos, su piel pálida, sus fuerzas casi nulas, su respiración muy tranquila y tenía un sangrado que no podían detener.

 

—Reborn.

—No hables… Sólo descansa.

—Quiero saber.

 

Ambos lo sabían. Reborn debido al informe del médico y Tsuna porque su propio cuerpo se estaba preparando para el suceso. Y por eso el menor de ellos se quedó viendo al azabache que sollozó quedito antes de buscar una silla y sentarse a su lado.

Tsuna detalló las facciones de Reborn con cuidado hasta que su esposo retomara la calma y dejase de llorar. Tenía leves arrugas en los lugares en donde se marcaban las expresiones faciales, eso a pesar de que Reborn no sonreía a menudo. Se denotaban un par de mechones canos que le daban un aire de madurez única, en una ocasión le dijo que aquello sólo lo hacía ver más guapo y era verdad. Reborn jamás dejó de ser atractivo ante sus ojos. También destacaba el collar que él mismo le dio… aquel que tal vez debió arrojar junto con el saco de su hermano mayor para que no le trajera todo ese dolor que experimentó en el último trimestre de su último embarazo.

 

—Nunca quise contarte esto… porque no quería que me vieras con odio —Reborn estaba siendo sincero, Tsuna lo percibía por el temblor en las palabras y las lágrimas amargas que estaban siendo derramadas por su causa.

—Pero quiero saber.

—Sólo… no dejes de mirarme con tanto amor como hasta ahora.

—Reborn —Tsuna negó porque no podía prometer aquello… pero en el fondo sabía que jamás dejaría de sentir ese inmenso amor por aquel viejo tonto—. Por favor.

 

Tardaron un poco pues en silencio se miraron y detallaron en totalidad… porque Reborn negó y le besó los labios hasta que ambos sintieron que era suficiente… porque sabían que después de eso nada volvería a ser igual.

 

—Tu segundo hermano era doncel… y mi padre pertenecía a una rama terciaria a la corona… Tu familia y la mía casi no tenían parentesco sanguíneo y por eso cabía en la posibilidad de una unión mediante matrimonio.

 

La respiración de Tsuna se detuvo momentáneamente porque su pequeña mente dio un brinco trayéndole los recuerdos infantiles que tenían por objetivo el despacho de su padre, sus dos hermanos mayores y los señores de traje negro que a veces llegaban de visita.

 

—Tu padre se negó a ese matrimonio arreglado porque decía que sus hijos se casarían por amor… y mi padre no pudo controlar su furia. Él ordenó, pagó y presenció lo que sería el ataque a la casa de la familia que consideraba su enemiga.

 

Gritos, aquellos gritos resonaron en los oídos de Tsuna… y recordó a su madre llorar antes de dejarlo en brazos de su hermano mayor. Recordó también el miedo en la mirada dorada y marrón de sus hermanos mayores. Su pecho se estrujó al entender lo que pasó.

 

—Mi padre fue el causante de la muerte de toda tu familia… y yo… yo asesiné a tu hermano mayor.

 

Al fin, después de tanto tiempo, Tsuna pudo forjar en su mente el rostro de sus hermanos; rostros completos y visibles. El mayor de cabellos rubios y ojos dorados, el segundo castaño de largos cabellos cuya mirada amarronada se parecía a la de su madre. Sus dos hermanos que lucharon por darle de comer, abrigarlo y mantenerlo con vida en medio de un escape… Escapaban de la familia de Reborn.

 

—Él se negó a decirnos en dónde tenía a sus dos hermanos menores… Yo estaba perfeccionando mi habilidad con las armas y mi padre me ordenó que apuntara y disparara… No creí darle en un punto vital, pero el cuerpo de tu hermano cayó inerte y nosotros jamás pudimos saber del paradero de los otros dos hijos de los Sawada.

 

Tsuna miró momentáneamente al que era su esposo… y a la par recordó a su querido hermano mayor que trepaba a los árboles para bajar manzanas con las que podían mitigar el hambre en esas tardes donde no había nada más que bosque que los cobijara.

Sus lágrimas se desbordaron porque le parecía inconcebible que la persona a la que le entregó su alma y su cuerpo de todas las maneras imaginables… hubiese matado a la persona que más admiró cuando era apenas un niño.

 

—Maldito —Tsuna estiró su brazo trémulo para alcanzar el pecho del hombre que lo miraba con ojos cristalinos y llenos de lágrimas—. Maldito —le golpeó el pecho con las pocas fuerzas que le quedaban—. Mal… Maldito —y a pesar de que ni siquiera podía con su propia existencia quiso acabar con la de ese ajeno.

—No fue mi intención.

—Maldito —se negó a escuchar, se negó a parar y siguió golpeando torpemente el pecho de ese hombre.

—Yo no creí que todo eso fuese a pasar.

 

Tsuna no escuchaba, no quería escuchar… no quería aceptar que ese hombre delante de sí había acabado con su vida. No quería aceptar que traicionó a su familia, a su memoria, a sus almas al casarse con un asesino, hijo de otro asesino sin piedad.

Amargas lágrimas cayeron de sus chocolates orbes a la par que se imaginaba el cómo hubiese sido su vida si su hermano mayor no hubiese desaparecido.

Quizá hubiesen seguido comiendo manzanas y bayas. Quizá su segundo hermano no hubiese empezado a toser y quizá siguiese viviendo a su lado. Quizá nunca hubiese tenido que llorar la muerte de su hermano ni haber ensuciado sus pequeñas manos excavando la tumba que acunaría ese cuerpo sin vida. Quizá no hubiese tenido que pasar hambre o haber trabajado por miserables monedas… Quizá no hubiese tenido que trabajar en una fábrica que consumía la vida de las mujeres y donceles que tenían que lidiar con químicos cada día de sus vidas… Quizá no hubiese sido tratado como un mero esclavo o visto como un saco reproductor… Quizá se hubiese ahorrado el horror de casarse con ese hombre y haber perdido a su primer hijo… Quizá hubiese podido crecer en medio del amor que le otorgarían las cálidas manos de su madre, padre y hermanos… Quizá no estuviera ahí llorando en susurros porque ya ni siquiera tenía fuerzas para eso.

 

—No te alteres —esas súplicas ya no le causaban alguna reacción—. Tsuna… cálmate. Por dios, cálmate.

—No, no…, no…, no —jadeaba por el esfuerzo, pero seguía golpeando al hombre que intentaba abrazarlo.

—No desperdicies energías… No te dejes morir —suplicó entre lágrimas.

—No…, no…, no me toques —sollozó dejando caer sus lágrimas a la par que su garganta se comprimía.

—No me dejes.

—No —sus labios resecos y amoratados seguían negando el toque pútrido de aquel asesino.

—No dejes de amarme… por favor.

—No.

 

Lloró amargamente sintiendo que poco a poco su vida se iba deslizando a la par que esas lágrimas. Sentía dolor en su pecho y garganta, ardor en sus ojos, debilidad en las manos que ya no podía golpear al azabache… sintió desesperación por no poder alejarse de ese asesino.

Estaba muriendo y ni siquiera podía hacerlo en paz.

Jadeó y respiró dificultosamente antes de toser. Siguió negando incluso cuando los médicos llegaron a tomarle la presión y signos vitales. Siguió llorando a pesar de que su esposo le suplicase que dejase de hacerlo y le besaba los labios y frente a la vez que pedía perdón. Siguió sintiéndose el traidor más grande cuando a lo lejos escuchó las voces de los dos hijos varones que engendró con el asesino de su estirpe. Se sintió una basura cuando maldijo el haber parido a un doncel y a una niña porque debido a eso ahora estaba muriendo.

Pero el dolor de esa verdad le carcomía por dentro y por eso…

 

—Los odio… a todos —murmuró.

—No digas eso.

—Maldito tú —le susurró con sus últimas fuerzas mirándolo directamente a los ojos— y tus hijos —los renegaba, los detestaba. Maldijo a cada bebé que parió pues tenían los genes de Reborn.

—No digas eso, Tsuna.

—Malditos… sean.

—Yo te amo… No tienes idea de cuánto.

—No… es verdad —se aferró al pecho de ese hombre y apretó los labios—. No mientas.

—Yo te amo —abrazó al cuerpo que temblaba exhalando sus últimos suspiros—… pero también amé a tu linaje.

—Maldito —jadeó desesperado.

—Y esa es la verdad.

 

Nadie jamás comprendería el dolor, la rabia, la desdicha que esa pobre alma padeció antes de separarse de ese cuerpo físico que exhaló su último aliento expresando su pesar y odio a lo que él mismo creó.

Nadie debería morir de la forma en que la hizo el noble castaño que vivió atesorando la memoria borrosa de su familia entera.

Nadie debería ser usado, dañado o ultrajado en beneficio ajeno.

Nadie debería ser amado sólo por su linaje.

Nadie merecía una desdicha como esa.

 

 

FIN.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Aunque suene algo extraño, KRAT LES DESEA UNAS FELICES FIESTAS~~~

Ya sé que el fic sólo debió traerles dolor, pero así era la temática de la batalla y no pude contra eso. Sólo espero que al menos les haya gustado un poquito.

En un inicio esta idea estaba destinada a ser un long fic de suspenso o algo así, pero como no tengo suficiente tiempo para planear todo y a la vez surgió la temática de la batalla entre famiglias pues decidí plasmarlo todo en estos cortos capítulos y darle un final casi inesperado a pesar de que usé algunos clichés en la trama. En fin, Krat sólo se disculpa por si alguien lloró demasiado con esto.

Miles de besos enormes.

Lamento haberles hecho sufrir en vísperas de navidad~

Espero que les haya ido mejor que a mí en estas fechas~

Muchos abracitos~

Los ama: Krat~

 


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