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Vampiros. por Seiken

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Mu al escuchar esas palabras, esa declaración comprendió por fin como su pobre e inocente toro llegó a pensar que era una carga para él, porque pensó que se trataba de una enfermedad, un obstáculo, fueron las palabras insidiosas de Shaka las que lo envenenaron, las que le llevaron a la muerte. 
 
Y por eso jamás podría perdonarlo, no solo era su enemigo, porque se trataba de un vampiro, sino, porque había asesinado a su hermoso toro, a su amado Aldebaran. 
 
-Tu... tú lo mataste... 
 
Mu estaba furioso, su sangre hirviendo, Kiki veía al mayor, con una expresión que decía claramente que lo sabía, que siempre tuvo razón, porque Shaka era un hombre sin sentimientos, enamorado de la belleza de Mu, creyéndolo débil, únicamente porque era bello, tan hermoso como su país natal. 
 
-Tu destruiste a mi alumno. 
 
No solo había destruido a su alumno, también a su Harbinger, así que no podía dejarlo ir, no podía dejarlo huir, eso nunca. 
 
-No fue al único que mató. 
 
Esa respuesta vino de Kiki, que deseaba matar a Shaka, con ayuda de Mu, para que sus toros nunca más pudieran sufrir algún daño, para que sus amados estuvieran seguros. 
 
-¡Y por eso morirás! 
 
Harbinger y Aldebaran observaban ese intercambio en absoluto silencio, comprendiendo bien que de perder sus vecinos, a los que apenas conocían, pero aparentemente deseaban protegerlos, ese hombre, ese completo desconocido, los mataría sin piedad. 
 
-No te metas Kiki, Shaka es mío, por lo que le hizo a mi Aldebaran, por envenenar la mente de mi amado alumno. 
 
Shaka apretó los dientes, sin comprender porque Mu se enamoró de ese bastardo, de ese gigantesco adefecio, porque amarlo a él, cuando pudo corresponderle al hombre más cercano a dios, a todos los dioses. 
 
-¿Acaso no ves lo que dices? 
 
Le pregunto señalando al gigante, que seguía teniendo cejas unidas, que seguía teniendo piel morena, que seguía siendo tan feo como en el pasado. 
 
-Ese toro sigue siendo tan feo como siempre lo ha sido, tan desagradable, y no entiendo porque alguien como tú dice amarlo, tu qué eres hermoso, que mereces tener a alguien como tú. 
 
Mu estaba cansado de escuchar esas mentiras, en especial al ver la expresión de Aldebarán, como creía cada una de aquellas palabras, furioso, tan enojado, que no podía hacer nada más que atacarlo. 
 
Kiki al ver que Mu se lanzaba al ataque, como la batalla daba inicio, lo siguió, ambos atacando a Shaka, quien al principio esquivo varios golpes, respondiendo con varios más. 
 
Su poder, la violencia de aquella batalla, llamando a alguien más, una aberración que había viajado por todo el mundo, por todos los mundos, quien al sentir aquel combate se acercó en silencio, para ver con sus propios ojos, usando unos portales para acercarse, dos vampiros de unos trescientos años, tal vez más, y un mortal, un mago, un hechicero, un caballero de la iglesia a juzgar, por la ropa que tenía puesta, las cruces, las señales que estaban en su vestuario. 
 
No muy lejos de aquella batalla dos humanos muy altos, más bien, dos humanos muy grandes, porque no eran solamente altos, sino parecían ser personas, un veinte por ciento más altas, observaban ese combate en silencio. 
 
Saga que ya había presenciado esa clase de batalla, simplemente decidió acercarse a ellos, usando sus portales, que pasaron desapercibidos por el momento. 
 
-¿Necesitan ayuda? 
 
Pregunto de pronto, asustando a los dos toros, que le veían como si no creyeran que un humano pudiera estar presente en ese campo de batalla, mucho menos sin ser visto. 
 
-¿Como... como te acercaste? ¿Quien diablos eres? 
 
Saga estaba vestido aun como lo hacía en sus actos, así que Aldebaran lo reconoció inmediatamente, era el de la television y tal vez no era únicamente un charlatán.
 
-Eso no importa por el momento, importa si necesitan ayuda. 
 
El pensaba que lo hacían, que necesitaban ayuda, pero lo mejor siempre era preguntar, así no cometias ningún acto imprudente. 
 
-Eres Saga... ví tu entrevista. 
 
Aldebaran pronunció, asombrado y maravillado de verlo, Harbinger no estaba tan emocionado, para el solo era un emo, o algo parecido, nada que pudiera servirles en ese momento. 
 
-Vaya si tienes buen gusto, si, yo soy Saga, y puedo ayudarles, si desean huir de esta batalla. 
 
Antes de que Harbinger pudiera responder, ya que no deseaba alejarse de Kiki, Aldebaran asintió, quería pensar con claridad, no de forma apresurada, si quería darle una oportunidad a Mu, o no lo deseaba. 
 
-Si puedes hacerlo, ayúdanos a salir de aquí. 
 
Saga asintió y en un parpadeo, ya no estaban presenciando la batalla a sus espaldas, sino, un departamento con demasiadas reliquias.
 
-Bienvenidos a mi humilde morada, espero que puedan sentirse seguros en esta vieja casa. 
 
Saga empezó a quitarse la ropa, al menos parte de esta, la gabardina, la camisa, aun la peluca y los lentes de contacto, toda prenda que tenía, ingresando a la ducha, en donde termino de desvestirse, dejándolos solos en su salón de trofeos. 
 
-Yo soy un cazador de vampiros, o de otras cosas, que han decidido ignorar la tregua y alimentarse de más. 
 
Saga salió con una bata que se veía muy cómoda, con una toalla en la cabeza y unas sandalias de color azul, mirándoles con una expresión amable, casi como si fueran viejos amigos. 
 
-¿Tienen hambre? ¿Desean algo de beber? 
 
Le pregunto, sentándose en un sillón de piel, cruzando las piernas, logrando que ambos se sonrojaran, desviando la mirada. 
 
-No... no necesitamos nada... 
 
Saga no lea creyó y mando traer una cena abundante para tres, esperando que esos dos jóvenes pudieran contarles sus penas. 
 
-Asi que... díganme qué pasó... 
 
Pronunció entonces, recargandose en sus nudillos, esperando una explicación de lo sucedido. 
 
-Que hacían ustedes dos en ese combate, no son guerreros, no son criaturas nocturnas, son humanos... son atlantes, pero humanos después de todo... 
 
Saga se levantó de su sillón, para observar de frente a los dos toros, quienes le miraban perplejos. 
 
-Aunque probablemente muchos o alguien, ya debió decirles toros, ya que así también se les conoce a los que son como ustedes. 
 

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