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Vampiros. por Seiken

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Saga suspiro con fastidio colocándose entre los dos toros y el vampiro recién llegado, para protegerlos del peligro, esperando el momento en que Mu saltará en su contra, pero no lo hizo, en vez de eso cayó de rodillas, aparentemente llorando a causa de la felicidad que sentía de verle vivo, de saber que había sobrevivido, que Shaka no había dado con él. 
 
—Pense que habías muerto, que no te volvería a ver...
 
Aldebaran al escuchar esa voz angustiada y ver sus lágrimas resbalando en sus mejillas, apartó uno de los brazos de Saga, abandonando a Harbinger, para caminar hasta donde se encontraba el vampiro casi moribundo. 
 
—Mu... 
 
Susurro tratando de tocar sus mejillas, pero Mu no se lo permitió, apartándose de sus manos, sus ojos fijos en los suyos. 
 
—No me toques, si me tocas ahora, no querre dejarte ir... 
 
Le informo, pero al mismo tiempo, Aldebaran llevo su muñeca a su boca, para que bebiera su sangre, se recuperara de esas heridas. 
 
—Bebe, por favor... 
 
Mu quiso negarse de nuevo, pero Aldebaran sostuvo su cabeza, acercándolo entonces a su torso, creyendo que ese vampiro era una buena persona, que su afecto era real, pero este no lo mordió, únicamente se recargo contra su pecho para cerrar los ojos, como si quisiera dormir a su lado, convirtiéndose en una estatua sin vida, de ojos cerrados.
 
—Mu...
 
Una estatua que cuando Aldebaran la tocó, se desmoronó en pequeños pedazos, que se transformaron en polvo entre los dedos del pacífico toro, que empezó a llorarle, sin saber muy bien porque, tal vez, debido a los recuerdos de sus otras vidas.
 
—¡Mu!
 
Grito entonces, con lágrimas cubriendo su rostro, sintiendo los brazos de Harbinger alrededor de su cuerpo, quien no entendía el dolor de su hermano, pero aún así, no lo juzgaría por eso.
 
—El por fin ha descansado... 
 
Fue lo único que atino a decir, acunando a su hermano entre sus brazos, ignorando la batalla que transcurría ahora en los rascacielos, cuando Kiki esperaba vencer a Shura, para llegar con su amado toro. 
 
—Al fin es libre de su maldición... 
 
Aldebaran asintió, pero no estaba seguro si la maldición era ser un vampiro, o fue su amor por él, como le había dicho Shaka, su mortalidad no era más que una carga para un ser inmortal. 
 
—Al fin es libre de mí... 
 
*****
 
Shaka sintió la muerte de Mu, lo sabía, porque había realizado un hechizo de atadura para mantenerle a su lado, vigilar cada uno de sus pasos y cuando murió, la joya que simbolizaba su existencia tomó una coloración gris, como el granito. 
 
Tomó la joya entre sus manos y la pego a su cuerpo, como si fuera el mismo Mu, quien habría seguido con vida de no enamorarse de ese toro, al que mataría, pero antes, le haría sufrir como el hizo sufrir a su amado compañero de armas, que pudo ser su amante, de no haber realizado ese viaje a Brasil, en donde encontró a su perdición.
 
*****
 
Harbinger no entendió a que se refería con eso, Saga si, porque había visto los recuerdos de los dos toros y sabía que habían convencido al toro pacífico de ser una carga, en cambio, el toro de lidia, el que era más agresivo, no, el fue traicionado por quien decía amarlo. 
 
—Tu hermano está listo para salir del hospital, es hora de marcharnos. 
 
Saga posó sus manos en el hombro de Aldebarán y Harbinger, para transportarlos a su departamento, seguro que Shura estaría a salvó, usando un portal para acelerar su regreso a casa. 
 
—Ya que estamos en casa, déjame conseguir algo de ropa nueva para ustedes. 
 
Harbinger apretaba los dientes, enojado, porque Saga los había llevado conduciendo a ese hospital, cuando pudieron llegar en cuestión de segundos. 
 
—La de Aldebarán ya no existe y la tuya esta llena de sangre. 
 
Sintió que debía explicarle, al mismo tiempo que buscaba en su computadora personal ropa que llegaría en cuestión de horas, en una tienda costosa, donde conseguía la mayor parte de su vestuario. 
 
—¿Qué hay de tu amigo, el maniquí? ¿No vas a ayudarlo? 
 
Shura no necesitaba su ayuda, eran ellos, por qué si bien, el vampiro que seguía al toro de cabello largo, había muerto, Shaka era un peligro aún mayor. 
 
—Shura puede cuidarse solo, son ustedes los que me preocupan, torito, aun queda un vampiro y un hechicero demente buscándolos. 
 
Harbinger dejo a Aldebaran, quien aun cubriendo su cuerpo con el abrigo de Saga, el que usaba como un taparrabos, amarrado a su cintura, se quedó sentado en el piso, aun llorando la muerte de Mu. 
 
—¡No me digas torito!
 
Le respondió aún más enojado, notando como Saga estaba tranquilo, sin demostrar su enojo, o su molestia, únicamente le veía como si fuera un niño berrinchudo. 
 
— ¡Además que demonios eres tú! 
 
Saga arqueo una ceja con una sonrisa de medio lado, el toro era más alto que el, más fuerte, pero no lo amedrentada, aunque fuera un toro de Lidia de esos que arremeten en el rodeo, pero al fin de cuentas, seguía siendo una criatura pacífica horillada a actuar con violencia.
 
—Por el momento, soy su única esperanza, yo y Shura, si es que decide ayudarnos. 
 
Harbinger no supo que decir, porque tenía razón, lo necesitaba para sobrevivir, pero aún así la actitud de Saga le colmaba sus casillas. 
 
—Si no lo hace, yo soy su única esperanza. 
 
Solo una persona le había hablado así en su vida, ese era Shion, quien tuvo que sufrir su enojo y sus malos tratos cuando le adopto, cuando trataba de alejarlo, haciéndole creer que era la peor clase de persona del mundo, pero no era así, el estaba asustado, su padre lo supo y soporto sus berrinches para darles una nueva vida. 
 
—No me amedrentan los gritos y pataleos de un niño asustado, así que baja la voz, trata de comportarte como una persona civilizada lo haría. 
 
Harbinger lo atacó entonces, tratando de golpearlo y después lanzándose contra el, para derribarlo en el suelo. 
 
—¡Cállate! ¡Sólo cállate! 
 
Saga peleó con el, para tratar de sostenerlo sin humillarlo, sin dejarle ver su apariencia y tratando de mantener intactas sus posesiones. 
 
—Aqui están seguros... no deben tener miedo. 
 
Harbinger de pronto se detuvo, el también lloraba a causa de la furia, golpeando el suelo varias veces, pensando en Kiki, en su traición y en lo que sentía por él, debido a sus recuerdos recuperados del pasado remoto, los que eran una ilusión. 
 
—Yo lo amaba, lo quería mucho... porque me hizo eso... porque no confío en mí... 
 
Saga primero coloco una mano en el hombro de Harbinger, para después abrazarlo con fuerza, dejándole llorar en su regazo, después de todo no eran más que niños, sin problemas, ni responsabilidades, con una vida mundana que se había derrumbado frente a ellos. 
 
—Porque no confío en mí... 
 

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