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Living Together por NeblinaLlameante

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Notas del capitulo:

~

Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

.

PRIMER INTENTO

 

lll.

Naruto se instaló en su nueva habitación el siguiente sábado, luego de una semana ajetreada y una incómoda despedida con Sakura porque Sai estuvo presente, mencionando “sin querer” que ahora ninguno de los dos tendría que morderse los labios para contener el ruido por las noches.

Rodó los ojos con ese pensamiento. Era de esas imágenes mentales difíciles de olvidar. Acomodaba su ropa en el closet nuevo cuando escuchó el sonido de la puerta de entrada abrirse. Posteriormente, el ladrido de “Patitas” y la cariñosa respuesta de su dueño le dijeron de quién se trataba.

Su duda no tenía mucho sentido, pero el apartamento era tan grande y se sentía tan vacío, que Naruto no podía evitar tener la sensación permanente de que alguien más llegaría entrada la noche para ir a la habitación de las visitas, misma que Sasuke ocupaba como estudio.

Los ladridos cesaron y Naruto no supo qué hacer. No quería incomodar a Sasuke con su presencia, aun cuando él no había dado señales de incomodidad o molestia. Seguro ya tenía una rutina, una lista de cosas por hacer, y él no quería entrometerse y arruinarlo todo y maldita sea, ¿por qué dijo que sí?

Recordó la expresión de su amiga, entre triste y entusiasmada. No quería que Naruto se fuera, pero ambos sabían que su partida abría una nueva etapa en la vida de Sakura, una que ella añoraba y quería disfrutar al máximo. Sería la primera vez que viviría con una pareja y, a juzgar por su expresión cuando los dejó, tal vez la última también.

Suspiró.

— ¿Necesitas algo?

Naruto dio un salto y soltó la prenda que traía en las manos. Sasuke estaba recargado en el marco de la puerta, de brazos cruzados, y Patitas sentado a su lado como si se hubieran puesto de acuerdo. Tuvo un poco de problema para alzar su mirada a la de él.

— Para nada, todo va perfectamente bien-ttebayo — Sonrió, algo forzado, y Sasuke debió notarlo a juzgar por su ceja alzada, pero no dijo nada.

— La cena está en el refrigerador, sólo tienes que calentar. Llegaré tarde hoy.

— De acuerdo.

Sasuke le confundía. Su actitud hacia él le parecía un exceso de buenas maneras, de sonrisas cortas cuando le ayudó a desempacar y de un saludo amable cuando le dejó para ir a resolver unos pendientes. Tenía ganas de decirle que se detuviera, pero tampoco sabía responder cómo quería que lo tratara en realidad.

Las cosas se sentían raras entre ellos porque esta vez Sakura no estaba ahí para amenizar el ambiente. Naruto prácticamente tenía miedo de hablar y romper la precaria atmósfera de paz en la que se encontraban.

No tuvo que hacerlo.

— Me parece conveniente que hablemos de nuestros horarios.

— ¿Eh? Pero ya habíamos quedado que la cena la haría los…

— No me refiero a eso. No queremos que se suscite alguna emergencia y que ninguno de los dos se entere porque no tiene idea de qué se supone que debería estar haciendo el otro — Interrumpió Sasuke con expresión calma —. Debo saber al menos qué sueles hacer, o a quién contactar por si te pasa algo.

— Oh — Naruto dejó la prenda sobre la maleta y se llevó una mano a la barbilla. Frunció el ceño —. Yo creo que Sakura sería mi contacto más cercano. Y respecto a mis horarios, salgo al trabajo a las nueve, regreso a las cinco y voy al gimnasio después. Eh… Creo que eso es todo a excepción de los fines de semana. A veces salgo con mis amigos.

— Bien — Sasuke no anotaba, pero a Naruto le dio la impresión de que al menos lo hacía en su cabeza. Patitas le dio una lamida en su mano y eso lo hizo bajar la vista. Le sonrió suavemente mientras acariciaba su cabeza —. En mi caso, mi horario es irregular y la empresa es mi contacto de confianza. El seguro que tengo con ellos cubre todo. El teléfono está pegado en el refrigerador.

Naruto frunció el ceño. Recordaba a otras personas en la vida de Sasuke.

— ¿Algún familiar? ¿No tendré que contactar a tus padres después?

— Bueno, suerte con encontrarlos — Puede que él mismo se diera cuenta de lo hosco de su respuesta, porque volvió a alzar la vista para dirigirse al rubio —. No te preocupes por ello. Con asegurarte de que no muera todo estará bien.

— He, espero no sea trabajo difícil — Dijo Naruto en tono bromista. Sin embargo, la expresión de su compañero no cambió y optó por volver a tomar la prenda sólo por tener algo que hacer.

Se hizo silencio. El rubio no pensaba que tuviera que decir algo y el azabache había perdido la vista en una de las paredes. Se mordía el labio, como si estuviera pensando algo.

— Escucha, no tengo ningún inconveniente en si quieres traer a alguien aquí — Dijo Sasuke, con un tono simple que inquietó a Naruto —. Sólo avísame con tiempo. Las recámaras están bastante separadas, así que eso ayuda también.

— E-está bien.

Sasuke le sonrió de nuevo, pero esta vez Naruto podía afirmar que era su sonrisa la forzada. Tal vez era por el tema incómodo, o porque él mismo sintió las mejillas enrojecer por ello y seguro lo notó. ¿Acaso su nuevo compañero no sabía que esas cosas no se comentan tan a la ligera? Pensó incluso en reclamarle, pero no dijo nada. Concluyó después que era una queja estúpida.

— Nos vemos en la noche.

— Bien.

Un parpadeo y Sasuke se había ido.

Naruto esperó un diez segundos antes de continuar con su ropa, algo molesto porque la sensación de incomodidad no había desaparecido.

¿Así sería siempre?

 

lV.

A veces, Sasuke no podía evitar recordar esa etapa de su vida con cierta añoranza, rayando en una nostalgia hueca porque, en realidad, no podía extrañar muchas cosas de esos años de bachillerato. Años antes, volver la vista había sido muy difícil, pero con el tiempo aprendió a manejarlo con un sano distanciamiento, como si no hubiera sido él y aquel bate descuidado de la escuela nunca hubiera tocado sus manos.

Excepto cuando se trataba de Naruto.

Había sido el titular del equipo de béisbol prácticamente desde que entró al colegio. Tenía habilidades adquiridas de su padre, un ex beisbolista profesional, y su hermano, que en ese entonces estaba por introducirse en las ligas mayores.

Así que cuando Naruto bateó sin ningún tipo de cálculo previo, y le dio en las bolas a su compañero de equipo que estaba a unos pocos metros a su derecha, ni siquiera lo pensó mucho antes de decirle que había cosas que mejorar, pero no podía aceptarlo en el equipo con tal mala puntería.

La rivalidad había empezado desde ahí, porque Naruto era testarudo, pero Sasuke también y a un nivel muy similar. Las súplicas de Naruto se convirtieron en provocaciones y el Uchiha no se quedaba atrás con sus insinuaciones de que el rubio no tenía lo necesario para el juego.

Si eran completamente honestos, las peleas estaban lejos de un pleito real. Resultaba estimulante la idea de tener un “rival”, alguien dispuesto a tomarte en cuenta durante su avance. Con ello se pasaron meses, hasta que Naruto volvió a presentarse a las pruebas y Sasuke debió rechazarlo de nuevo.

— ¡Tú no sabes nada de béisbol! — Había gritado Naruto —. ¡Sólo te tienen aquí por la influencia de tu padre!

— Entonces te sugiero que vayas a buscar al tuyo para que haga frente a tus problemas por ti — Respondió Sasuke.

Realmente, no había dicho nada de eso con mala intención. Durante mucho tiempo, no entendió por qué el rubio se molestó tanto al punto que lo golpeó con fuerza en la cara y le hizo sangrar la nariz, ni por qué las provocaciones entre clases y los insultos desaparecieron por completo.

Tiempo después, sólo pudo pensar que debió haber pedido explicaciones mucho antes.

Suspiró, a la vez que hundía la cabeza en la almohada. Ahora se mostraba, cínica, la misma inquietud, la certeza de que la distancia entre ellos se había acortado de nuevo y que podía tomarse de muchas maneras posibles.

Sasuke no creía en el destino, nunca lo haría.

Pero a veces no podía evitar pensar que, de alguna manera, Naruto siempre volvía.

 

V.

Apenas una semana después, Naruto se dio cuenta de que vivir con Sasuke se podía traducir fácilmente a no vivir con él en lo absoluto.

Sasuke nunca estaba en casa. Sólo a veces, los sábados y domingos, y algunas noches entre semana que se había “escapado temprano” de la oficina. El resto del día, el lugar estaba solo, y el rubio entendió a la perfección la inquietud de Sasuke por dejar el lugar y a sus mascotas por tanto tiempo.

Tanto Patitas como la gata, de nombre Lucy, eran dos animales adorables. Desde sus primeros días en la casa el perro ya le había tomado confianza, pero con la felina fue más difícil. La primera vez que el rubio intentó acariciarla, terminó con un rasguño que le abarcaba del ojo derecho hasta la comisura de los labios, mismo que tardó días en sanarse.

Lucy sólo se acercó a él días después, con intención de limar asperezas. A pesar de ser una gata malhumorada, era evidente que se había sentido mal por su agresividad con un pobre ciudadano responsable.

O eso era lo que se decía Naruto cada vez que encontraba a la felina acariciándose con sus pantorrillas descaradamente, o acostada a su lado en el sillón cuando se decidía a ver televisión. Él nunca había tenido mascotas, pero empezaba a acostumbrarse a recibir tanto cariño de ambas criaturas.

Y así como sentía su aprecio, también pudo notar su tristeza. Así supo que ambos animales extrañaban mucho a Sasuke una vez este desaparecía temprano en la mañana. Estaban inquietos un rato y sólo hasta que Naruto les daba su desayuno y unos cuantos mimos antes de irse, lucían más tranquilos y resignados.

Naruto no podía evitar pensar que si lo extrañaban de esa forma, era debido a que antes Sasuke pasaba más tiempo con ellos; más allá de las caricias que daba a Lucy al llegar y del breve paseo a Patitas antes de acostarse o encerrarse en su estudio.

¿Qué podía haber cambiado? Sasuke era alguien de costumbres, lo sabía desde siempre, y le costaba imaginar al chico aceptando tener mascotas a sabiendas de que no podría pasar tiempo con ellos.

Pensó en el valor sentimental del departamento, y en el hecho de que había dos recámaras en vez de una. Tal vez había un trozo de historia que no sabía, pero que explicaba esa y muchas otras cosas que el rubio veía todos los días y no podía entender.

Naruto pensaba mucho en ello por las noches, mientras escuchaba los pasos suaves de Sasuke en la sala intentando no despertarlo. Otro aspecto que le inquietaba era lo poco que el azabache dormía. Apenas cuatro horas, si consideraba que se acostaba cerca de la una de la mañana y estaba listo para trabajar a las seis.

A veces, en las noches, sonaba el teléfono de la estancia, ese que pensó que no servía los primeros días. Escuchaba entonces una breve conversación y de nuevo silencio. Pasaba un par de veces a la semana y el tiempo nunca variaba, como si fuera una llamada de negocios, o algo de ventas por teléfono.

Nunca sonaba el timbre, ni pasaba algún vecino. De no ser por las llamadas del trabajo que Sasuke contestaba en su celular, podía pensarse que estaba completamente aislado del mundo

Todas aquellas incógnitas en la vida de su compañero lo llevaron, tiempo después, a la idea de que evitar la convivencia con Sasuke se trataba de un gran error. Después de todo, era alguien curioso, y su viejo rival del colegio siempre había impulsado esa parte suya, aunque no de forma consciente.

Había conseguido sentirse a gusto en el departamento, pero constantemente lo envolvía la sensación de que no todo estaba bien. ¿Qué clase de amistad, o de menos camaradería, podía haber entre dos personas que apenas y se veían a pesar de estar bajo el mismo techo? Naruto no quería que eso le importara, pero lo hacía.

Lo hacía y se descubría pensando qué podía hacer al respecto. Sasuke siempre parecía tener la agenda apretada, aunque no lucía especialmente cansado o harto de tener esa rutina. Sin embargo, eso llevó a Naruto a pensar que tal vez esa incomodidad podría empezar a calmarse si él daba un primer paso a mejorar su relación.

Cuando llegó a compartir apartamento con viejos compañeros de la universidad, le habían gustado las noches de desvelo jugando videojuegos y pláticas que terminaban hasta que el sol empezaba a salir. Sasuke no parecía ser ese tipo de persona, pero Naruto quería que al menos su convivencia llegara a un punto en que pudieran confiar el uno en el otro. De todas formas, ¿cómo no confiar en alguien que vive contigo?

Ignoró la leve ansiedad que se reflejaba en los movimientos torpes de sus manos, así como la vocecita insistente en el fondo de su mente que le pedía alejarse de los problemas. Logró serenarse, ya que era algo que ya estaba acostumbrado a hacer: preparar una cena para dos, una que él empezaba a comer a las ocho y que Sasuke debía recalentar a las once de la noche.

Se esmeró en que la comida fuera presentable, y que él mismo no apestara a su oficina o a humo de cigarro que a veces rebasaba el límite de lo aceptable en la zona de cubículos. Hizo unas cuantas cosas del trabajo y, cuando el reloj marcaba diez minutos para las once, volvió a sentarse en la mesa y esperó.

La puerta de entrada se abrió poco después, sorprendentemente puntual. Sasuke entró como de costumbre: con el traje levemente desarreglado y a punto de quedar peor por la recibida efusiva de Patitas. Siempre dejaba su portafolio al lado de la puerta para recibir al can, luego de lo cual se acercaba al lugar de la gata en el sillón y palmeaba con cuidado su cabeza.

Generalmente la estancia estaba a oscuras o, cuando Naruto seguía despierto, iluminada por la luz de la sala mientras se decían buenas noches antes de que el rubio se fuera a su cuarto. Por ello, su expresión fue de sorpresa y ligero desconcierto cuando lo vio sentado en la mesa, comida caliente y con una expresión ansiosa.

Hubo una pausa, entre tensa e incómoda, antes de que los ojos de Sasuke rondaran por todo el lugar, como si buscara algo.

— ¿Interrumpo? — Preguntó. El rubio frunció el ceño.

— ¿Qué?

— Puedo irme al cuarto si lo necesitas, pero quiero mi cena primero.

— ¿Qué? — Le tomó cerca de cinco segundos más entender, luego de lo cual abrió los ojos como platos y movió sus manos frenéticamente en negación —. ¡NO! ¡No, no, no! ¡No es eso-ttebayo!

— ¿Ah no? — Eso lo relajó visiblemente.

— ¡No! Es decir, sí es cena para dos, pero no… ¡No es para alguien más! Es para ti.

— ¿Ah? — Sasuke tenía la expresión de alguien a quien le ponían un complicado ejercicio matemático enfrente. En parte, Naruto no podía culparlo. Llevaban dos meses viviendo juntos y apenas se veían las caras más de cinco minutos al día.

El rubio hizo acoplo de valor y un esfuerzo casi inhumano para acomodar sus palabras antes de decirlas. No ayudaba que estuviera nervioso como pocas veces. ¡Y sólo era una maldita cena!

— ¡Se supone que somos roomies! Eh… Sí, eso, y no quiero que sientas que soy un extraño ni yo sentir que prácticamente no vives aquí… ¡Es extraño-ttebayo!

— Es mi rutina — La respuesta fue automática, pero Naruto bufó.

— No estoy diciendo que la cambies — Volvió la vista al plato, la comida todavía humeante. Se le hacía agua la boca y se obligó a pensar que cuanto antes terminara eso, podría comer —. Me refiero a que... No nos matará compartir algunas cosas, ¿o sí?

La expresión de Sasuke era neutra. Naruto se esforzó en sostener su mirada y sonreír suavemente, buscando algo en el gesto del otro que le ayudara a saber qué estaba pensando. No tuvo suerte, y le empezaron a sudar las manos. Sin embargo, pronto el azabache se encogió de hombros con una breve sonrisa y caminó hacia la mesa, para luego sentarse con un suspiro entre cansado y resignado.

— Sí, supongo que no nos matará.

Naruto sonrió. Sasuke bajó la mirada al plato.

— Se ve muy bien el… Eh.

Naruto refunfuño. Sasuke mantuvo la mirada en el plato.

— ¡Es pasta con carne! ¡No es tan difícil!

— ¿Pasta? ¿Y qué es eso verde de allí?

— ¡Son hierbas para condimentar!

— Pero la forma es de…

— ¡Son hierbas especiales!

— De acuerdo, de acuerdo…

— ¡Si no quieres comer entonces ve a prepararte un-!

— Dije que de acuerdo, dobe, igual sé que no sabe mal.

Naruto se tensó y pudo notar que Sasuke también lo hacía. Dobe, dijo. Por su parte, el rubio no había vuelto a escuchar esa palabra de labios del otro desde el bachillerato. Pero allí estaba, y se obligó a no pensar que una parte de sí la había extrañado.

— ¿A qué te refieres? — Preguntó, intentando calmar sus propias manos bajo la mesa —. ¿Por qué dices que sabes que no tiene mal sabor?

Pasaron unos segundos, luego de los cuales Sasuke le regaló una media sonrisa discreta.

— Todo lo que cocinas parece todo menos comida, pero por alguna razón que no puedo explicar, sabe bastante bien.

Como si quisiera mostrar el punto, hundió su tenedor entre los fideos y se los llevó a la boca. Naruto quiso hacer lo mismo, pero ni sus manos ni sus ojos se movieron de su lugar.

Sasuke saboreó los fideos; masticó y tragó antes de hablar de nuevo.

— Tienes muy buena sazón, aunque admito que me sorprendí la primera vez que te tocó preparar — Una pausa, una media sonrisa burlona —. Pensé que me intoxicaría o algo parecido.

Eso fue suficiente para que Naruto saliera del trance.

— ¡Hey! ¡En ese caso espero que esto te caiga mal! — Señaló su propio plato. Entonces Sasuke emitió una corta risa burlona y el rubio se enfurruñó más. Aunque, ciertamente, estaba muy lejos de sentirse enojado.

— Si eso pasara, probablemente tú caerías conmigo.

— ¡Ja! Hasta crees. Tengo uno de los estómagos más fuertes del mundo-ttebayo.

— Eso no puedes saberlo.

— ¡Claro que puedo! Tengo una lista de lugares de dudosa calidad donde como al menos una vez al mes.

—… Debo admitirlo: eso es repugnante.

— Jeje, gracias, es que… ¡Oye!

— ¿Qué querías escuchar? ¿Admiración? No quiero ni pensar en qué estado están tus órganos dedicados a procesar tanta porquería.

— ¡Mis órganos están perfectamente bien!

— En serio, ni siquiera deberías saber lo que es la buena sazón.

— ¡Cocino desde los quince! ¡¿Quieres una lista de las cosas que puedo preparar?!

Sasuke iba a intervenir, pero Naruto no se lo permitió. Se dedicó a enumerar platillos distintos por media hora y cuando Sasuke dejó de intentar callarlo (muy ocupado con su propia cena), optó por hacer comentarios sobre qué y cuál eran mejores ingredientes, platillos o para qué época del año.

A tientas y luego del tropiezo inicial, la conversación se volvió más fluida. A decir verdad, Naruto pensaba que hablar con Sasuke sería más difícil, pero en realidad se mostraba abierto a escucharlo a pesar de que sentía que la mitad de las cosas que salían de su boca eran pura estupidez.

Los nervios de Naruto mermaron poco a poco (llegó un punto en que ni siquiera entendía por qué se había sentido así) y la conversación llegó a su fin cerca de la una de la mañana. Pudo haberse alargado, pero ambos estaban cansados y tenían cosas que hacer al día siguiente.

Sasuke se ofreció a lavar los platos, en vista de que Naruto apenas podía mantener los ojos abiertos. Después de una corta despedida, el rubio caminó rumbo a su cuarto, sintiéndose mucho mejor consigo mismo por haber logrado su propósito.

— Naruto.

El aludido se giró, un vuelco en el pecho por el llamado repentino.

— ¿Qué ocurre?

Sasuke señaló los restos de la comida en el plato que lavaba. Sostuvo con el guante algo verdoso.

— Las espinacas no son especias.

A Naruto le costó dos semanas encontrar una buena excusa para ese desliz, una que no aludiera a sus nervios aquella noche.

.

.

.

Continuará.

Notas finales:

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