Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Living Together por NeblinaLlameante

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

~

Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto

.

RUTINA

 

VI.

Sasuke lo vio salir desde su estudio con ropa deportiva, mochila en mano, y con Lucy pisándole los talones antes de que se asustara por un tropezón muy poco digno del rubio frente a la puerta. Volteó hacia el estudio de Sasuke, seguramente esperando que no lo hubiera visto, y le hizo un mohín cuando se dio cuenta de que, en efecto, lo hizo.

— Con cuidado, no quiero tener que irte a recoger por una lesión — Comentó burlón, a lo que el rubio sólo atinó a mostrarle el dedo medio mientras le sacaba la lengua; luego desapareció por el pasillo del edificio.

Definitivamente, Naruto seguía siendo el mismo chico torpe del bachillerato. Una parte de él se alegraba de poder haberlo visto de nuevo. El Naruto incómodo y nervioso que se cruzaba con él en el departamento, había desaparecido gradualmente. Aquello le sacó una corta sonrisa antes de volver a su trabajo. Bueno, “trabajo en casa”, como le gustaba decirle su jefe cuando ya no lo soportaba en la oficina.

Un rato después, al buscar un libro de consulta en su estante más alto, su mano chocó con una figurita que casi cayó al suelo. Sus antiguos reflejos le habían salvado de una muerte segura, sobre todo porque era un objeto muy viejo: un antiguo jugador de la liga japonesa del que ya ni podía recordar su nombre.

La figurita estaba percudida y cubierta de polvo. Sasuke recordó que era parte de un grupo mayor para colección que vendían cuando era apenas un niño. Su papá se la había comprado un día al salir de la primaria. Los primeros días, no la soltaba ni para dormir.

Los recuerdos se abrieron paso como un toque suave sobre su cabeza. A veces le sorprendía la cantidad de cosas que podían olvidarse, y la gran diferencia con aquellas memorias que parecían brillar como luces navideñas apenas uno se remitía a ellas.

Recordó el aroma del campo de béisbol del bachillerato, el tacto del pasto grueso bajo sus dedos. Recordó la pelea con el rubio. Sasuke había intentado hablar con Naruto desde que Sakura le mencionó la situación y entendió que había metido la pata. Sin embargo, no era tarea fácil.

El rubio lo evitaba a toda costa y apenas terminaban las clases, se desaparecía con sus amigos hacia las canchas o fuera de la escuela. No tenía oportunidad de buscarlo, porque justo veinte minutos después de finalizado el horario, debía ir a entrenar con sus compañeros al campo de beisbol.

Una parte de él pensaba que no era culpa suya y no tenía por qué tomar cartas en el asunto, pero eso no lo hacía sentir mejor consigo mismo. A fin de cuentas, él también habría deseado un poco más de tacto de parte de todos esos compañeros que le recordaban diario que no era Itachi, o que insinuaban, no sin cierta malicia, que había entrado a esa escuela por las influencias de su padre.

Para su desgracia, su oportunidad de hablar con Naruto se dio hasta un mes después, cuando terminaba de arreglar el equipo luego de un entrenamiento y lo vio a la distancia recostado en el pasto del campo de fútbol americano. Había dejado pasar mucho y, a decir verdad, se sentía algo nervioso de la reacción que pudiera tener su compañero. Lo único que le armó de valor en ese momento fue recordar los monólogos de su madre respecto a aprender a convivir con sus compañeros, algo que le había inculcado desde crío.

— Hey — Dijo cuando estuvo a un par de metros de distancia. Como el chico había perdido la vista en el cielo despejado, dio un salto de sorpresa al escuchar su voz. No lo había visto antes.

— ¡¿Estás loco?! ¡Uno no se acerca así a la gente-ttebayo!

— Lo siento.

Hasta ese momento Naruto pareció entender de quién se trataba. Apartó la vista del cielo y le miró con evidente recelo.

— ¿Qué quieres aquí?

Por la expresión del chico, parecía muy dispuesto a continuar con los reproches mientras se levantaba, pero entonces Sasuke habló.

— He venido a disculparme.

— ¡¿Ah sí?! ¡Pues no me importa lo que…! Espera… — Sasuke pudo jurar que el rubio casi palideció al entender lo que dijo. Su expresión abandonó todo indicio de molestia y en vez de ello, le miró como si fuera un raro espécimen —. ¿Que viniste a qué?

Esos ojos azules eran muy intensos. Sasuke se sintió incómodo, pero se esforzó por no hacerlo evidente y se limitó a asentir con lentitud, dándole tiempo al otro para asimilarlo.

— Dije cosas que no debía y te hice sentir mal. No fue mi intención.

La ira que pudo haber sentido con las palabras de Naruto aquella vez, fue opacada rápidamente por un sentimiento extraño de preocupación cuando el rubio comenzó a ignorarlo. Sin embargo, pareció que él no lo había hecho, porque bajó la vista con claros signos de vergüenza.

— Yo tampoco dije cosas muy agradables sobre tu padre… — Dijo en un murmullo. Sasuke iba a decirle que no importaba, que no era el primero ni el último que lo hacía —. ¡Estaba tan enojado! ¡Y tú tenías cara de un completo patán!

Pausó, al parecer arrepentido. Sasuke pensó que no quería ver esa expresión en el chico.

— Mi madre se separó de nosotros hace mucho tiempo — Soltó el azabache de repente. Se sorprendió de sí mismo, porque no era algo que gustara de comentar con nadie. Algo lo había impulsado a hacerlo y decidió, por una vez, hacer caso a esa sensación —. Tuvo problemas con mi padre y nos dejó hace un par de años. Estoy seguro de que si hubieras mencionado algo relacionado con ello, me habría enfadado. Por eso entiendo que te molestaras.

— ¡Pero te lastimé la nariz!

— No mucho, tampoco me golpeaste tan fuerte.

Entonces Sasuke intentó una sonrisa, y fue un intento ridículo a juzgar por la expresión de Naruto; pero entonces, este se levantó y se acercó a su rostro con tal rapidez que casi lo hizo dar un paso atrás.

— ¿De verdad te estás disculpando? ¡Dime ahora si es un tipo de broma!

Sasuke frunció el ceño, pero negó.

— No es ninguna broma, pero la verdad es que no vengo sólo a ofrecer disculpas.

Con aquello, el rubio abrió los ojos como platos, aunque un momento después recuperó la expresión inquisitiva. Se separó de Sasuke (gracias a Kami) y se cruzó de brazos frente a él.

— ¿A qué más, entonces?

El tono no le gustó, pero se negaba a apartarse del plan original.

— Ser hijo de un jugador profesional tiene algunas ventajas, una de ellas es que sabes a la perfección la mayoría de lo que hay que saber de béisbol — Carraspeó, mientras fruncía el ceño y apartaba su mirada de la otra. Era demasiado intensa y él estaba nervioso —. No tengo inconveniente en enseñarte algunas cosas.

Una pausa. Naruto no dijo nada en el momento, pero su mirada ahora era de completa incredulidad. Había descruzado los brazos y lo miraba como si esperara que continuase. Sasuke tomó aire.

— Es decir, creo que tienes buena complexión para el juego y…

— ¡No necesito lástima de tu parte-ttebayo! — Gritó el otro de repente.

—… ¡que tienes lo que se necesita! ¡Sólo te falta algo de práctica y yo puedo ayudarte con eso!

Sasuke se negó a dejar hablar a Naruto porque estaba en el límite de su paciencia. ¡¿Cómo podía ser tan cabeza dura?!

— Pero… — El chico intentó objetar y Sasuke puso una mano sobre su boca.

— Tienes potencial, te he visto practicar porque soy el último que se va y siempre te veo en el campo de béisbol, lanzando una pelota al aire para golpearla — Otra confesión no tan agradable. Naruto frunció el ceño y el azabache sentía que se le escapaba la conversación de las manos —. Sé que te esfuerzas, sólo necesitas un guía y ese puedo ser yo.

Naruto apartó bruscamente la mano de Sasuke y aunque hizo su esfuerzo por mirarlo mal, lucía bastante sorprendido todavía para conseguirlo. El azabache tomó aire, deseando internamente que quien lo había mandado al mundo, no hubiera tenido inconveniente en darle un poco más de paciencia y tacto con los otros.

— ¿Por qué harías esto? — Preguntó el rubio bruscamente. En el fondo, Sasuke también se lo preguntaba.

— Porque tienes todo para lograrlo y entrar al equipo la próxima temporada — Mintió. ¡No le iba a decir que tenía una “corazonada” respecto a él! —. Busco lo mejor, ¿sabes? Contigo sólo falta una pulida para que seas un gran jugador, te lo aseguro.

— ¡¿De verdad?! — El rubio era extraño. Segundos antes, su expresión era de que ni en mil años le importaría lo que él tenía para decirle. Ahora, su expresión parecía feliz por sus palabras. Segundos después, sin embargo, parecía debatirse entre ambas posturas, y miraba a Sasuke con una mezcla de recelo y felicidad muy extraña que casi hace al azabache reír.

Se hizo cerca de medio minuto de silencio, en el que Naruto miraba a todos lados pensando en la propuesta y Sasuke deseaba que se lo tragara la tierra. Cuando estaba a punto de dar un paso atrás y salir corriendo por la tensión, Naruto alzó una mano bruscamente.

— Está bien, ¡pero no voy a hacerte tareas ni llevar tus cosas a ningún lado-ttebayo!

— ¿Qué? ¿Por qué te pediría eso? — Respondió Sasuke. Aun así, no esperó respuesta antes de tomar su mano y agitarla levemente, el contacto encendiendo su piel fría por estar a la intemperie.

— Es lo que los chicos bonitos y populares hacen, se aprovechan de los débiles.

El azabache decidió omitir gran parte del significado de la frase al encontrarse incapaz de lidiar con ello.

— Bueno, no soy así. Esto es en beneficio tuyo y del equipo.

Hasta entonces fue que Sasuke percibió una sonrisa genuina en los labios del otro. La vena competitiva que parecía apagada desde su conflicto, renació en forma de brillo en los ojos de Naruto. El azabache se sentía un poco perdido cuando escuchó la voz del otro.

— ¿Empezaremos el lunes?

— Mañana mismo, si te parece — Su respuesta consiguió una sonrisa mayor y Sasuke se sintió más desconcertado que antes.

— ¡Ya dijiste, teme!

— ¡¿Acabas de decirme...?!

— ¡Nos vemos! — Pero Naruto ya lo había soltado y corrido de vuelta a la escuela. Aquella actitud, tan contrastante con la suya, por alguna razón desconocida le pareció divertida.

Y su mano hormigueaba. Mucho.

Tocó su mano, como si con ello pudiera revivir la sensación de años atrás, y suspiró antes de dejar la figurita de nuevo en el estante.

Se negó a ser víctima de más recuerdos. Volvió a su escritorio con el libro que había buscado y se esforzó en concentrarse en la lectura y los apuntes que necesitaba.

De vez en cuando volvía a tocar su mano, pero su mente ocupada no llegaba a percibirlo.

 

VII.

— Entonces… ¿Ino Yamanaka? — Preguntó con una mediana sonrisa que intentó esconder con su taza de café. Naruto la notó, aunque se atragantó segundos después con el pan que estaba comiendo.

— ¿A qué viene ella en este momento? — Preguntó ligeramente exaltado, una vez sintió que las boronas no perforarían sus pulmones si intentaba hablar —. ¿Llamó por teléfono? ¿Dijo algo? ¡No le vayas a decir nada-ttebayo!

Sasuke frunció el ceño y bajó su taza, para acto seguido colocar sus codos sobre la mesa y sus manos bajo su barbilla. Naruto había aprendido que aquello era mala señal, al menos para lo que le correspondía.

— ¿Cómo va a saber dónde vives si tú no le diste tu dirección? Olvídalo, lo hiciste, ¿verdad?

— ¡¿Qué?! ¡Nunca! — Naruto estrujó su pan entre sus manos sin darse cuenta —. Pero esa chica es hábil. Una vez me encontró en una taberna en Kansas y ni siquiera le dije que iba de viaje.

— ¿Kansas? — El azabache lucía confundido, pero aparentemente decidió hacer eso de lado porque negó levemente antes de volver a hablar —. En realidad, mi pregunta era porque la recuerdo un poco. Nunca los hubiera imaginado juntos.

Naruto intentó sentirse ofendido por ello, pero no pudo. Honestamente, él tampoco lo imaginaba hasta los últimos meses que compartieron en aquel instituto.

Ino Yamanaka fue la chica guapa y popular de los primeros dos años de bachillerato, que se fue acercando a él por formar parte del equipo de fútbol americano. Había sido cosa de una noche hasta que se dieron cuenta que en realidad se caían bien.

Lo intentaron unos meses, pero una vez la escuela se quedó atrás, rompieron y perdieron contacto. Se reencontraron dos años después y las cosas habían fluido de forma agradable para ambos. Hasta que empezaron a vivir juntos, Naruto había creído que eran la pareja perfecta.

Suspiró y le dio un sorbo a su café con azúcar, el pan olvidado sobre su servilleta. No se sentía muy bien hablar de ella cuando la estaba pasando tan tranquilo, sentado en la mesa de la cocina con Sasuke en la mañana y sin tener que pensar en otra cosa por tratarse de un sábado.

Sin embargo, también era consciente de que era un tema que tenía que salir en algún momento. Ya no eran adolescentes, sino adultos jóvenes que debían aprender a manejar sus problemas antes de que se los tragara el mundo. No era una tarea sencilla, pero por algo se empezaba. Contando a alguien más, por ejemplo.

— Sí, bueno, ella cambió mucho en la universidad. Quiero decir… Descubrimos que nos gustaba la misma música, películas similares y que ambos éramos fans de salir a buscar aventuras — Sonrió un poco, invadido por la nostalgia —. Aunque peleábamos, mucho. Creo que eso empezó a arruinar nuestra relación desde el principio, pero ambos éramos tercos y nos esforzábamos para hacerlo funcionar-ttebayo.

Se hizo un silencio incómodo, que Naruto aprovechó para apurar su café y picar trocitos de pan magullado. Sasuke hizo algo similar con su galleta de avena.

— Una relación no debe costar tanto esfuerzo — Murmuró antes de otro sorbo a su café. Naruto coincidió con un asentimiento silencioso —. ¿Cómo la llevas?

El rubio no podía saber a ciencia cierta si Sasuke lo decía porque lo notó taciturno o sólo se sentía con la obligación de preguntar. En realidad, estaba más interesado en ello que en su propia respuesta, aunque no le costó mucho encontrarla.

— Estoy bien, pero no me siento listo para verla y aparentar que terminamos bien.

— ¿Tan malo fue?

— Horrible — Admitió con una mueca —. Me sacó del departamento semidesnudo y arrojó mis cosas por la ventana que daba a la calle — Hizo un mohín; el mero recuerdo lo ponía de malas —. Se molestó porque me negué a ir con ella a Francia a visitar a una amiga… En realidad, ese fue el pretexto. Aquellas últimas semanas peleábamos por todo-ttebayo.

— Ya — Sasuke dio otro sorbo a su bebida y perdió la vista en la pequeña ventana de la cocina, el ceño fruncido y los labios apretados. Naruto había interactuado lo suficiente con él para saber que algo le molestaba, pero a la vez no creía que externarlo valiera la pena.

— Vamos, dilo.

— ¿El qué?

— Sabes de qué hablo. No me enojaré-ttebayo.

Orbes oscuros se posaron entonces en los suyos, una mirada tan intensa que a Naruto se le movió el suelo por unos segundos. Hizo un esfuerzo por mantenerla, sobre todo porque la expresión de su compañero no había menguado en su enojo.

— No me parece correcto que permitieras que ella llegara tan lejos. Nadie tiene derecho de tratarte así.

— Bueno, ambos estábamos siendo unos idiotas.

— Eso no importa — Lo cortó —, sus problemas nunca deben de llegar a esos extremos. Se aseguró de avergonzarte, y eso es terriblemente inmaduro.

El rubio asintió, pero su atención se había quedado en el hecho de que Sasuke parecía verdaderamente ofendido por la anécdota, aunque el problema no fuera suyo. Eso provocó un calor agradable en su pecho. Tenía tiempo que alguien mostraba genuina preocupación por él. Básicamente, desde que Sakura se había marchado con Sai al otro lado de Japón por una comisión corta de dos semanas.

Se sentía bien, y no pudo evitar sonreír.

— No creí vivir para escucharte decir algo como “terriblemente”-ttebayo.

El azabache abrió los ojos un momento, confundido, antes de bufar.

— ¿Es lo único que escuchaste? ¿De verdad?

— ¡Hey, claro que te escuché!

— Bien.

Sasuke volvió su vista a la ventana y la leve sonrisa que se había pintado en sus labios fue desapareciendo. Sin embargo, Naruto no apartó la mirada. Había algo en la manera en que el otro se recargaba contra su silla: una posición relajada que el rubio no le había visto en semanas y sus facciones, suaves y a la vez angulosas, completando un cuadro al que Naruto no supo ponerle nombre.

— Nunca dejes que nadie te pisoteé — Añadió, sus ojos vueltos tormenta. Fue repentino, y Naruto no sabía si esperaba o no una respuesta. Quería saber la razón de aquel cambio, pero algo dentro de sí le decía que lo mejor era esperar a que el propio Sasuke estuviera dispuesto a responderlo.

— Bien — Dijo al final, y aunque no lo parecía, sentía la firmeza de su palabra. Como si de alguna manera, Sasuke pudiera asegurarse de que las cumpliría.

 

VIII.

Más meses pasaron y con ellos, su relación parecía ir mejor. Naruto se sentía muy orgulloso de sí mismo por cómo su determinación había logrado derribar gran parte de las barreras entre ellos, consecuencia de los años sin verse y lo repentino de su acercamiento.

No había sido fácil, pero tampoco una empresa imposible. Los encuentros en la cocina, el pasillo de las recámaras o la sala, dejaron de ser incómodos. Incluso llegaron a compartir el espejo del baño mientras se arreglaban para el trabajo, aunque a juzgar por la expresión de Sasuke cuando vio a Naruto limpiar su nariz, era un encuentro que no tenía por qué repetirse.

Su rutina entre semana dejó de ser forzada y extraña, a veces llena de incidentes como “Naruto, ese es mi cepillo de dientes”, junto con “No, es mío, teme”, y un “Eres el único que muerde la base, dobe”, para terminar en un asustado “¡¿Eso quiere decir que he estado usando tu cepillo toda la semana?!” y las cosas de Naruto marcadas con tinta permanente para que no se repitiera.

A veces charlaban mucho más tiempo después de cenar e, incluso, Naruto convenció a Sasuke de probar su vieja consola en un juego de carreras. El azabache ganó la mayoría de las partidas, pero la victoria le duró las únicas dos horas de sueño que tuvo antes de ir a trabajar. A partir de ahí, el acuerdo fue dejar los videojuegos para el fin de semana.

Ahora Naruto se sentía bien al considerar a Sasuke como un amigo en quien podía confiar y hacer bromas, tomar un café en la mañana y una cena caliente entre semana. Los sábados y domingos que coincidían en casa, preferían algún restaurante o el servicio a domicilio para no tener que cocinar ni lavar trastes. A veces comían frente al televisor, a veces prendían el radio. Todo marchaba bien y Naruto se sentía tan feliz por ello que, cuando Sasuke no volvió a las once aquel jueves, fue incapaz de evitar la oleada de pánico que le alteró el pulso con el pasar de las horas.

Recordó que el azabache había despertado más temprano de lo normal y se mostró poco comunicativo durante el desayuno, mismo que algunos días también compartían ahora aunque Naruto tuviera que levantarse más temprano. No se despidió al irse e incluso había olvidado las llaves de su oficina, algo que nunca pasaba.

Más asustado de lo que hubiera querido, Naruto marcó a la oficina de Sasuke cuando su teléfono particular falló, y preguntó por él a la primera voz humana que se encontró en la línea. Supo entonces que Sasuke había dejado la oficina a la hora de siempre y que no tenían idea de dónde podía estar.

Las cosas se pusieron peor conforme el reloj avanzó a la una de la mañana, luego a las dos…

Cuando ya iban a ser las tres, Naruto era presa total del pánico y se vistió apresuradamente para ir a buscarlo, no sin antes asegurarse de dejar una nota sobre la mesa en caso de que regresara antes que él.

Se colocaba la chaqueta cuando lo escuchó, unos pasos tambaleantes del otro lado de la puerta de entrada antes de múltiples golpecitos en la cerradura. Cuando la llave por fin entró, tardó una eternidad en girar y otra más para abrirse. El alivio, sin embargo, fue indescriptible en su pecho una vez vio al azabache del otro lado, con la cabeza gacha y un ligero temblor en las manos.

— ¡Sasuke! — El aludido alzó la vista y hasta que percibió los ojos vidriosos, el rubio se dio cuenta de que algo no estaba bien.

— ¿Naruto? — Dijo en respuesta, luego abrió los ojos como si se acabara de dar cuenta de quién era —. Yo… Lo siento, lo olvidé.

Naruto se acercó, importándole poco el espacio personal, y sujetó las mejillas de Sasuke. Estaban enrojecidas y más cálidas de lo normal, sin contar el sudor de la frente y la película de lágrimas sobre sus ojos. Estaba por preguntar de nuevo cuando le llegó el aroma a alcohol, tan intenso que él mismo se sintió mareado.

— ¡Estás borracho!

— Lo siento, este día es… Es…

Sasuke cerró los ojos y apoyó parte de su peso en Naruto, lo que casi consiguió que ambos cayeran al suelo. El rubio logró reponerse y decidió que lo más sano era llevar al otro al sillón, donde pudiera descansar.

— ¿Cómo has vuelto? No me digas que condujiste.

— No soy tan idiota, pedí un taxi en el bar.

Naruto guío a Sasuke al sillón con una paciencia que no se conocía. Todo el pánico había cambiado a preocupación y ahora se debatía entre preguntar qué había pasado y llamar a una ambulancia por si Sasuke empeoraba.

— ¿Quieres que te lleve al baño? ¿A tu cuarto?

— El sillón está bien — Murmuró contra su pecho, lo que causó escalofríos en el rubio. A tientas, consiguió sentarlo en uno de los asientos de la esquina. Cuando intentó levantarse, la mano del azabache lo jaló hacia abajo —. Por favor, no te vayas.

— ¿No quieres tomar agua? ¿Alguna pastilla? Estás muy pálido-ttebayo.

— Estaré bien, sólo quédate aquí.

Naruto hizo caso, aunque todo su cuerpo se tensó apenas sintió la cabeza de Sasuke recargada en su hombro. Se vio invadido de su calidez, del aroma a alcohol y de su respiración intranquila y errática. Se moría por calmarlo, pero no tenía idea de cómo.

— Debiste decirme que no llegarías a cenar — Dijo con fingido reproche. No era conveniente que Sasuke se quedará dormido todavía y quería distraerlo.

— No lo sabía, lo siento, pensé que no me tardaría — Nuevos escalofríos recorrieron su cuerpo y Naruto sintió la necesidad de abrazarlo —. Te compensaré el fin de semana, lo prometo.

— ¡Eso no me importa! ¡¿Sabes lo mucho que me preocupaste?! — Exclamó el rubio, apretando los puños —. ¡Pensé que te había pasado algo! ¡Que te habían asaltado, secuestrado o asesinado! ¡¿Por qué no respondiste el teléfono, de todas formas?!

— Lo siento… — Fue la escueta respuesta, murmurada cerca de su cuello y causándole cosquillas. El tono, aun así, fue suficiente para que Naruto se preocupara todavía más. Algo se le escapaba.

Suspiró. Sus labios temblaban.

— ¿Qué te ocurre, Sasuke?

Era una pregunta retórica, por lo que no esperaba que Sasuke contestara.

Cuando lo hizo, con voz rota y una mano fuertemente agarrada en su antebrazo, Naruto deseó no haber dicho nada.

— Es Itachi, Naruto; han pasado dos años desde que se fue — Murmuró, ojos entrecerrados —. Han pasado dos años desde que se fue...

.

.

.

Continuará.

Notas finales:

Este amor no me permite estar en pie  ? ? ? ?

Porque ya hasta me ha quebrado los talones  ? ? ? ?

Aunque me levante volvere a caer ? ? ? ?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).