Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hyoga se movía sobre su alfa, que sostenía sus caderas con delicadeza, tenía sus ojos cerrados debido al placer que sentía, mordiendo sus labios, acariciando el pecho de su amado, pellizcando sus pezones de vez en cuando.

 

-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

 

Shun sonrió, pero como todo alfa en el santuario no era inmune a la locura del vino de Dionisio y sentia algo removiendose en su interior, en el mero centro de su cosmos, recordando el torneo galáctico, cuando se prendó del joven de apariencia fría, que era el mismo niño que tuvo que marcharse a entrenar a Siberia, bajo la tutela de Camus, pero eso no lo sabía él, sólo que desde que lo vio deseaba estar a su lado.

 

-Eras impresionante…

 

Fue su respuesta, sintiendo como estaba a punto de venirse en ese cuerpo fuerte y delgado, más alto que el suyo, perdiéndose en esa mirada azul, que le veian fijamente, moviéndose erótico sobre su cuerpo.

 

-Tu eras muy fuerte… y no te gustaba dañar a nadie más..

 

Hyoga llevó una mano a su sexo, sintiendo que también estaba próximo a derramarse entre ellos, cerrando los ojos de nuevo, recordando esa batalla y al niño delgado que golpeaban los demás, sintiéndose culpable por nunca haberle ayudado.

 

-Eras tan gentil…

 

Y recordaba su sacrificio por devolverle a la vida, como dio su cosmos, su cuerpo, para salvarle, agachándose para besar sus labios, llevando sus manos a su vientre poco después, el que estaba abultado debido a la vida creciendo en su interior.

 

-Todos pensaban que eras un omega… pero ahora, espero un hijo nuestro…

 

A Shun le había costado demasiado trabajo declararse ante su cisne, porque temía que sería rechazado, porque no se veía como un alfa debería hacerlo, era delgado, femenino, no era alto, no era lo que se esperaba de uno de sus hermanos, pero, un santo dorado le convenció de arriesgarse, de dar el paso, porque tenía mucho más que perder si no hacía nada, a que si era rechazado por su cisne.

 

-Un bebé… nuestro…

 

Shun en ocasiones estaba celoso de su hermano, porque él tenía una apariencia varonil, era fuerte y apuesto, poderoso e imponente, aunque no era un alfa, tal vez era una broma de los dioses, que él siendo el más delicado fuera el alfa, en cambio su hermano mayor, no lo era.

 

-Así es… un conejito…

 

Pronunció Hyoga, seguro de que eso era lo que tendrían, un hermoso conejo, porque se parecería a su alfa, seria gentil, seria hermoso y seria fuerte, como su Andromeda, su Shun, que siempre era delicado con él, que en un principio tuvo miedo de ser rechazado, sin saber que él ya estaba enamorado de su amigo, que había salvado su vida, que nunca lastimaba a los demás, de su gentileza única en cualquier persona de ese mundo.

 

-El hijo de un dios…

 

Hyoga sintió como un cosmos mucho más fuerte que el de su alfa se elevaba en esa habitación, sintiendo como cambiaban la postura en su cama, recostandolo de espaldas, sosteniendo sus muñecas, con fuerza, sin dejar de moverse.

 

-¿Shun?

 

Los ojos de Shun fue lo primero que cambió, tomando un color azul verdoso, sin pupila, su cabello fue lo siguiente en cambiar, por un negro azabache, como la oscuridad del Inframundo y la expresión de su alfa, cambio por una un poco más maliciosa.

 

-Si, soy Shun y también soy tu dios…

 

Shun siguió moviéndose sobre su cuerpo, un Shun de cabello negro, ojos verdes sin brillo alguno y una expresión siniestra, sosteniendo sus muñecas, con tanto cosmos que no pudo liberarse, además, era su alfa, seguía siendo su compañero, aunque de momento no lo reconociera.

 

-¿Hades?

 

El dios que ya no tenía cuerpo, al menos, no su cuerpo divino, pero mantenía el del mortal, como la diosa Athena hacía con el cuerpo de Saori sonrió, había estado latente en su reencarnación, viendo su vida con sus ojos, sintiendole, enamorándose de ese humano, ese omega hermoso, como una mañana de primavera, tan hermoso como Persephone, con su misma apariencia, si esta hubiera nacido como un varón.

 

-Me alegra que me reconozcas mi amor…

 

Shun o Hades empezó a moverse con mayor fuerza y más velocidad, besando los labios de Hyoga, que llevó sus manos a sus hombros, tratando de apartarlo de su cuerpo, pero no pudo, gimiendo cuando empezó a moverse justo como le gustaba que lo hiciera.

 

-¡Detente! ¡No sigas!

 

Hyoga trataba de responder como lo haría un santo de Athena, pero no podía dejar de sentir placer cuando era penetrado por su alfa, que seguía besando su cuerpo, era Shun, aunque se viera diferente.

 

-Sigo siendo yo mi cisne… no temas…

 

Hyoga trataba de negarse a esa voz, a esa suavidad, esa expresión, pero lo que sabía en ese momento respecto a la diosa, le hacía pensar que era cierto, que Shun seguía siendo Hades, aunque lo pensaban derrotado, el Inframundo seguía de pie, sus soldados vivos, pero ese cuerpo, tal vez ese gigante era tan solo una ilusión, no lo sabía, pero estaba seguro de que este alfa seguía siendo el suyo.

 

-O puedes dar la alarma, dejar que me maten…

 

Hyoga abrió los ojos, negando eso, al comprender que matarían a su alfa cuando apenas tenía pocos meses de embarazo, sin importar que Shun fuera una persona amable, suave y delicada, buena, tan buena, que no sabía qué hacer, no cuando llevó sus manos a su vientre, para sentir la vida de su pequeño creciendo en su interior.

 

-Pero no quieres eso verdad… no matarás a tu alfa… a tu dios…

 

Hyoga cerró los ojos, desesperado como nunca antes, tratando de ignorar el aroma de Hades, de su Shun, pero no pudo y terminó por vaciarse entre ellos, al mismo tiempo que el dios de la muerte le llenaba con su semilla.

 

-Porque no dejarás que me maten y yo no dejare que te lastimen…

 

Hades salió del cuerpo de su amado, besando sus labios una última vez, antes de cambiar de apariencia de nuevo, notando la expresión de su omega, que mantenía sus ojos cerrados, sin saber que hacer o cómo reaccionar.

 

-¿Hyoga? ¿Estas bien?

 

Hyoga al verle asintió, besando sus labios, sin saber que hacer, pero al mismo tiempo tomando una decisión egoísta, no entregaría a su alfa, porque de entregarlo, lo matarían, lo destruirían, porque era su enemigo.

 

-Si… lo estoy…

 

Hyoga abrazo con fuerza el cuerpo de Shun, que estaba acostado a su lado, notando como sus ojos brillaban de ese color azul, pero seguía siendo su alfa, su compañero, su pareja, así que no lo entregaría.

 

-Lo estoy…

 

Y cerrando los ojos, llevando una mano a su vientre, se prometió que no dejaría que lastimaran a su alfa o a su pequeño, comprendiendo que al ser fecundado por quien era la reencarnación del dios de la muerte, también querrían destruir al fruto de su unión, a su conejito.

 

-Sólo… sólo estoy cansado…

 

*****

 

Minos sintió el cosmos de su dios elevarse en el santuario, a sus espaldas estaba Afrodita, que le miraba desconcertado, al notar su sorpresa, tratando de acercarse a él, colocando una mano en su hombro.

 

-Alejate de mi Afrodita…

 

Le ordenó de pronto, buscaría a Aiacos y a Radamanthys, para saber si ellos tambien lo habian sentido, su dios, su señor estaba vivo, alejándose de allí con varios saltos, tratando de apartarse del santo más hermoso al servicio de Athena, que no comprendió su repentino cambio de actitud, evitando que se marchará.

 

-¿No habías aceptado mi ayuda?

 

Minos le miró fijamente, si dejaba que un santo de Athena le siguiera a todas partes, no podría averiguar por qué razón había sentido el cosmos de su dios, y si tenía razón, su dios podría proteger a su hermano.

 

-Solo fue para que no me siguieras molestando, pero la verdad, no tolero tu presencia ni tu aroma, es excesivamente dulce… con un dejo de hierro… tu hueles a veneno.

 

No se merecía que le hablara de esa forma, pero esperaba que así se apartara de su lado, no buscaba compañía y sabía que eso era lo que esperaba a fin de cuentas, un lugar en su lecho, en su cama, en donde no deseaba a nadie más que a él mismo.

 

-Tu aroma me da nauseas…

 

Sin más se fue, saltando, si llamar a su armadura, primero vería a Aiacos, después, a Radamanthys, suponiendo que en ese momento estaba en compañía del otro dragón.

 

-Bien… supongo que…

 

Afrodita supuso entonces al recibir ese rechazo, esas duras palabras, que simplemente era que Minos, el juez de cabello blanco, no deseaba saber nada de él y esa forma era una manera de apartarse de su lado, pero no necesitaba una excusa, ni una razón, solamente para rechazarlo, después de todo era cierto, no era otra cosa más que veneno.

 

-Simplemente no está interesado en mi…

 

Eso le ponía triste, porque en realidad trataba de ganarse al espectro, que era tan esquivo como las mismas criaturas de las que tenía una armadura, un animal ficticio, que nadie había visto nunca.

 

-¿Quien no está interesado en ti?

 

Shion jamas habia sido cercano a los tres chicos de Saga, pero no porque no lo deseaba, era su patriarca, su deber era ayudarles, darles una forma de salir de sus problemas o un consejo para obtener lo que deseaban.

 

-No es de su incumbencia…

 

Afrodita trató de marcharse, sintiendo que sus ojos se iban llenando de lágrimas, sintiéndose completamente desesperado, porque si una persona buena, le decía eso, era que no era nada más que veneno, que ellos tenían razón.

 

-Tal vez no, pero quiero ayudar, pequeño…

 

La rosa volteo a verle, sin entender porque le hablaba así, cuando se suponía que era un hombre necio, testarudo, que era frío, al menos así era cuando les comando para engañar al dios Hades, pero en ese momento se veía como alguien amable, una persona dispuesta a escucharlo.

 

-Vamos… sólo dime que te molesta, no le diré nada a nadie…

 

Afrodita no supo qué hacer en ese momento, ni porque decidió confiar en ese hombre, cuya muerte ayudaron a mantener en secreto, como si no valiera nada, quien lo escuchó en silencio, sin decir nada hasta que terminó su relato, contando mucho más de lo que pensó que le diría, cómo era el pasado, porque siguió a Saga y porque se había enamorado de Minos, así como, la manera en que suponía que había arruinado su única oportunidad para ser feliz.

 

-No eres veneno…

 

Fue lo primero que le dijo, abrazando sus hombros con delicadeza, dejándole llorar en su regazo, tratando de imaginarse como habia sido, a su amado Albafica en esa posición, sin el veneno que le protegiera del peligro.

 

-Esos hombres y mujeres estaban equivocados…

 

Afrodita le observó por unos momentos, para después limpiar sus ojos de las lágrimas que mojaban sus mejillas, tratando de sonreír, sintiendo una caricia paternal en su cabeza.

 

-Eres un milagro de la diosa Athena, uno de sus guerreros de la justicia, eres bueno y tu belleza no es una maldición… tu belleza es un regalo de la sabiduría, que gente perversa a usado como excusa para sus actos ruines…

 

Nunca nadie le había dicho eso, ni siquiera Saga, que le había salvado, pero no le había dado ninguna clase de consuelo, sus amigos habían tratado de reconfortarlo, pero nadie le había hablado como el patriarca, que era un alfa muy alto, un alfa apuesto, sin pareja, que suspiro pensando en la forma en que Afrodita se quiso presentar ante Minos.

 

-Pero… tu forma de presentarte ante Minos fue… bastante tonta.

 

Afrodita se sintió indignado por unos momentos, pero Shion levantó la mano para explicarse, suponiendo que si Minos aun no lo mataba, era una buena señal, porque de hacerlo cualquier otro, muy probablemente ya habría muerto con sus hilos.

 

-La buena noticia es que no te ataco… y eso me da esperanzas, aunque, no debes actuar como un alfa de pelo en pecho, porque a nadie le gusta una pareja como esa…

 

Afrodita se rió, era justo lo que sus dos amigos le habían dicho, que se comportó como un hombre de las cavernas.

 

-Porque no piensas en la forma en la cual te gustaria ser seducido, podrías empezar con ganarte su confianza, la de las personas importantes para él, en este momento la familia de Minos está en peligro, podrías ayudarle a defender a esa niña de brazos y al dragón…

 

Afrodita asintió, eso deseaba realizar al ofrecerle ayuda, pero de una forma mucho más burda y tal vez, si actuaba con mucha más prudencia, como si Minos fuera un omega que seducir, no un omega, una pareja que seducir, de forma lenta para atraerlo a él, funcionarían sus encantos mucho mejor, que si simplemente se presentaba desnudo en su habitación, exigiendo su compañía.

 

-Estoy seguro que si actúas con prudencia, demostrando que eres de fiar y que no solamente están encaprichado, podrás ganarte su afecto… su atención.

 

Eso esperaba Afrodita, que beso la mejilla de Shion, quien simplemente suspiro viéndolo marcharse, preguntándose qué hacer con ese problema, esa locura que se iba apoderando del santuario, recordando que debía charlar con el gran toro, para saber si compartía los sentimientos de Dohko, y si era así, que hacer con Mu.

 

*****

 

Radamanthys había permanecido en silencio desde la visita del dios del vino, sin saber muy bien que hacer, que decirle a Kanon, que esperaba una respuesta, insistiendo en que debía saber que habia pasado en esa habitacion, que le habia dicho ese dios.

 

Y también recordaba su pasado, lo que le siguió a la mordida del senador, cuando era un muchacho al que obligarían a tomar a un alfa que no deseaba…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).