Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-De que… 

 

Quiso saber de qué estaba hablando, porque actuaba como si hubiera olvidado lo que paso el dia anterior, como intentaron lastimar a Kiki, la única razón por la cual estaban juntos, que durmieron en la misma cama. 

 

Pero lo supo cuando vio la mirada de Mu, que parecía hasta cierta forma perdida, como si no recordara nada de los últimos acontecimientos, su mente fija en su deseo por estar juntos, por cumplir su sueño de juventud. 

 

-Tal vez podríamos salir los tres juntos, enseñarle a Kiki a nadar… 

 

Aldebaran conocía muy bien a Mu, lo conocía mucho menor de lo que él mismo se conocía y podía decir que lo mismo sucedía con su alfa, que se arrodillo frente a él, ajeno a lo que pasaba en ese momento, el peligro, sus preocupaciones. 

 

-Como una familia, tu, yo, Kiki, los tres juntos, como siempre debe serlo.

 

No entendía muy bien que estaba pasando, las razones detrás de este letargo, pero lo que sí comprendía era que su mente, su único sueño era que los tres estuvieran juntos, que nada los apartara y podía darse cuenta, que una vez que tenía lo que deseaba, Mu regresaba un poco más en sí. 

 

-Una familia… 

 

Era su omega, Mu era su alfa y se sentía seguro, comprendía bien que nunca le haría daño porque le amaba, porque sus almas estaban entrelazadas y aunque no fuera del todo amoroso, que fuera algo distante, tal vez demasiado, durante la guerra estaba seguro de su amor, durante la paz, en ese momento comenzaron sus dudas, pero se iban disipando al ver que su único sueño era estar a su lado, ser una familia. 

 

-Si, asi es. 

 

Mu se acercó a sus labios, recorriendolos con su dedo pulgar, antes de besarlo con delicadeza, gimiendo en su boca, para apartarse unos centímetros, esperando alguna señal de que quisiera continuar y aunque Aldebarán se sintió tentado por esos labios, únicamente le sonrió, ahora él acariciando su mejilla. 

 

-Pero no me sentiría seguro saliendo con esos dos monstruos en el santuario.

 

Mu estaba confundido, como si no recordara de que monstruos estaba hablando y probablemente no lo hacía, porque sus ojos estaban como opacos, con una nube cubriendolos, arrebatándole cualquier clase de consciencia. 

 

-¿Monstruos? 

 

Era imposible que no recordara que había pasado, como esa bestia intentó dañar a su pequeño y otro más evitó que le hicieran daño, pero no dijo mucho, comprendiendo de una forma instintiva, que alguna fuerza, algo siniestro estaba jugando con sus pensamientos. 

 

Apartandolo de ellos, comprendiendo de la misma forma en que lo hacía Saga, que Mu era un peligro latente y que esto también lo ponía en riesgo, porque si se convertía en un alfa sin control, podrían lastimarlo, podrían llegar a herirlo. 

 

-Si, quienes atacaron a Kiki, quienes quisieron hacerle daño.

 

De esa forma logró que su alfa recordará los sucesos del día anterior, su cosmos elevándose con sus memorias regresando a él sintiendo las manos de Aldebarán en sus mejillas, para tratar de tranquilizarlo, creyendo que era su responsabilidad, de alguna manera, mantenerlo controlado y seguro. 

 

-Esa bestia repugnante… 

 

Estaba enojado con Mu, si, no estaba seguro si deseaba continuar con esa relacion, tambien era cierto, pero no podía dejarlo a su suerte, sin brindarle ayuda, porque era su borrego, su alfa, quien terminaria por lastimar a algún inocente y ser castigado por ello. 

 

-Así que, si en realidad quieres hacerme feliz, tendrás que hacer lo que yo te pido…

 

Beso sus labios de nuevo, con delicadeza, gimiendo cuando Mu recorrió sus pectorales, pellizcando sus pezones a través de la ropa, apartandolo de pronto, con su atención puesta en él, por completo, ansioso por complacerle y tal vez de esa forma, recuperar lo que pensaba había perdido. 

 

-¿Que? ¿Qué necesitas? 

 

Aldebaran comenzó a acariciar el cabello de Mu, quien se recargo sobre su pecho, rodeando su cintura, gimiendo al estar a su lado, al sentir su calor, contento, regresando en sí muy lentamente. 

 

-¿Recuerdas la misión en que nació Kiki?

 

Los dos habían escapado del santuario, tardandose mucho más en una misión, como si fuera una luna de miel o un viaje de novios, en ese viaje fue que Kiki fue concebido, en una noche que jamas podria olvidar, un momento perfecto para los dos. 

 

-Si, los dos salimos del santuario, tu y yo, juntos. 

 

Mu recordaba esa época de su vida con especial cariño, y deseaba recuperarla, con su toro y su pequeño prodigio, tener lo que ambos se prometieron, la única razón por la cual peleó como lo hizo por la esperanza, por el futuro, por la humanidad. 

 

-Estuvimos mucho tiempo fuera del santuario, tuvimos un celo juntos, antes de cumplir nuestra misión y después de eso, unos meses de paz, de tranquilidad. 

 

Aldebaran no tenía porque recordarle su pasado, porque lo tenía bien presente a cada instante de su vida, en las noches de soledad, que deseaba fervientemente que no regresaran. 

 

-Lo recuerdo muy bien, fue el paraíso. 

 

Y en realidad lo fue, su paraíso en compañía de su omega, después, tuvieron que regresar, su maestro fue asesinado, decidieron ocultar su vínculo por miedo al falso patriarca, pero ya no tenían porque separarse, no tenían porque estar lejos de su amado. 

 

-Son los mejores meses de mi vida, cuando pude estar contigo. 

 

Aldebarán se daba cuenta que Mu haría lo que le pidiera, tan solo por la promesa de regresar a ese momento de sus vidas, de estar a su lado y aunque pensaba que no iba a durar, por unos momentos se sentía demasiado feliz por ello. 

 

-Y recordando esa época, es que pienso que podríamos realizar otra misión juntos, enfrentarnos a nuestro enemigo. 

 

Mu ladeo la cabeza, aún seguía acariciando su cuerpo, aunque se contenía, porque su pequeño estaba al otro lado de la habitación, dándose una ducha y no quería que los viera en esa situación tan comprometedora. 

 

-¿De qué hablas? 

 

Aldebaran tomó una decisión y actuaría conforme a esta, quería que el bastardo que mato a las ninfas, que iba a violar a su pequeño muriera, de la forma más dolorosa posible y Mu le ayudaria, por el bien del santuario, pero sobretodo, por el bien de su pequeño lemuriano. 

 

-Debemos dar con Pan, con el dios que le protegió, con esos dos monstruos. 

 

Mu asintió, les darían caza y los matarían, por lo que quisieron hacerle a Kiki, por lo que le hicieron a esas muchachas, por todo el daño que estaban provocando, por manchar de sangre el santuario, pero sobretodo, porque su toro se lo pedía. 

 

-Recuerda que nuestra mayor misión es proteger a Kiki, cuidar de él, y una vez que demos con ellos, que sean destruidos, podríamos visitar Brasil, los tres juntos. 

 

Mu lo haría, porque Aldebaran tenía razón, su mayor misión, la más importante era proteger a Kiki, darle las herramientas para que pudiera ser libre, para que estuviera seguro, por esa razón, ellos eran sus padres. 

 

-¿Brasil? ¿Me llevaras a Brasil? 

 

Quería regresar a su tierra natal y que mejor acompañado de Mu, de Kiki, los tres juntos, cuando esa locura terminara, pensando que debían conversar con Dohko, con Saga, con cualquiera que no estuviera afectado por lo que fuera que estaba corrompiendo las mentes del santuario. 

 

-Como te lo prometi, los tres juntos mi alfa, y tal vez, podamos disfrutar de otro celo juntos, darle un hermano, o hermana a Kiki, pero solo si me ayudas a dar con nuestros enemigos.

 

Mu no estaba interesado en tener otro hijo, con Kiki era más que suficiente, pero lo que se le ofrecía era lo que siempre quiso, tener su familia, vivir juntos, marcar el cuello de su toro, gritarle a todo el santuario que ese guerrero poderoso, amable y apuesto, era suyo, para siempre. 

 

-¿Te casarías conmigo? ¿Me dejarías morderte? 

 

Aldebaran asintió, ofreciendole algo que los dos deseaban, pero Mu estaba seguro que nunca tendría. 

 

 -Si me ayudas a cumplir nuestra mision, te dare un segundo hijo, me vestiré de blanco y tendrás mi cuello… 

 

Sonaba demasiado frío, por lo que deseaba escuchar de los labios de su omega, que lo perdonaria, que si lograba realizar su deber, lo amaria de nuevo, estarian juntos, como debía ser. 

 

-¿Me perdonarias?

 

Aldebaran pensó en ese momento que le había perdonado desde que le suplico quedarse a su lado, desde que mostro interes en el, sintiéndose de cierta forma avergonzado, porque no podía vivir sin su alfa. 

 

-Solo si nos enseñas cuanto nos quieres.

 

Sin embargo, debía ser fuerte, por Kiki, por su futuro. 

 

-Si te concentras y haces esto por mi, por nosotros.

 

Por la seguridad de su alfa, para que no cometiera ningún acto de locura, derivado de la oscura energía contaminando el santuario. 

 

-Lo que tú quieras… haré lo que tu quieras mi toro, lo que sea. 

 

Le prometió, escuchando como la puerta se abría, como Kiki entraba para ver como estaban abrazados, su alfa sentado a sus pies, haciendo que Aldebarán se sonrojara, pero él sonriera, porque si sus padres se querian, no volverían a separarse. 

 

-Bien, ahora es mi turno de bañarme. 

 

Aldebaran sacudió el cabello de Kiki, despeinandolo, a punto de cerrar la puerta de ese  cuarto de baño, escuchando lo que Mu le diría a su pequeño. 

 

-Tu omega me ama, me ha perdonado y estaremos juntos, nos llevará a Brasil, en unas vacaciones familiares. 

 

-¿Brasil? ¿Visitaremos Brasil? 

 

Pregunto completamente emocionado, abrazando a Mu primero y después al toro, que aún no cerraba la puerta. 

 

-¡Gracias! ¡Estoy tan feliz! 

 

Le dijo, aferrándose a él, dándole tiempo a Mu de acercarse a ambos, para abrazarlos a los dos. 

 

-Por fin somos una familia… 

 

*****

 

-Esto será lo más difícil que haré en toda mi vida. 

 

Se quejó Saga, deteniéndose enfrente del templo de libra, con una expresión de molestia, porque sabía que Dohko si se daría cuenta de que no era del todo el mismo, que había cambiado y ahora, estaba frente a un dilema, sin saber como reaccionaria el anciano maestro. 

 

-No tienes porque estar solo, yo iré contigo, si no quiere escucharte a ti, estoy seguro que a mi si me escuchara. 

 

Saga ingreso a la casa de libra con un paso lento, escuchando como Aioros lo seguía muy cerca, sosteniendo su mano cuando se dio cuenta que estaba demasiado nervioso, deteniéndose cuando escucharon el sonido de un vaso estrellarse contra una mesa. 

 

-Maestro Dohko. 

 

Dohko le observó apenas unos instantes, prendiendo una pipa que comenzaria a fumar, generalmente era mucho más sensato, mucho más tranquilo, pero no siempre dos dioses oscuros tomaban morada en el santuario, recordandole las promesas rotas, el cariño que le tuvo a su patriarca. 

 

-Tu no me digas asi… Saga… o debería decirte Arles. 

 

Saga jadeo al escuchar esas palabras, con esa dureza, viendo como Aioros se colocaba entre ambos, como un escudo humano, para evitar cualquier ataque de Dohko, quien moviéndose a la velocidad de la luz, sostuvo a Saga del cuello, para lanzarlo contra el mármol, escuchando un quejido de dolor, sintiendo un golpe del arquero, que de nuevo se puso entre ambos. 

 

-¡Por favor, no le haga daño, no lastime a mi alfa!

 

Dohko al escuchar la desesperación de su voz y ver que no respondía a sus golpes, ni una sola vez, se detuvo, dejando que Aioros le ayudara a levantarse a Saga, que tenía un ojo rojo, así como parte de su cabello de color gris. 

 

-¿Tu alfa? 

 

Aioros asintió, era su alfa, sin importar sus pecados del pasado, era su compañero y no deseaba perderlo de nuevo, no cuando estaban juntos, cuando tenía su mordida, mucho menos, cuando existía la posibilidad de haber quedado embarazado despues de cinco días de sexo sin protección. 

 

-Mi amor, mi Saga. 

 

Estaba a punto de decirle que ese no era Saga, pero nunca habia estado del todo seguro si era Saga quien mato a su viejo amor, o era Arles, porque si Sasha era Athena, siempre lo había sido, eso quería decir, que tal vez Saga siempre fue Ares. 

 

-¿A que han venido? 

 

Dohko regreso a su asiento en la pequeña mesa, donde quiso volver a servirse licor, pero se detuvo al ver la expresión del arquero, que sentándose frente a él, sostuvo su mano, para evitar que siguiera bebiendo. 

 

-Necesito su ayuda, por favor. 

 

Dohko asintió, nunca había podido negarle su ayuda a alguien que se lo pidiera, era un viejo de corazón blando, pero, aun así, deseaba escuchar que era lo que Aioros necesitaba de él, Saga no recibiría su ayuda, no confiaba en él, no cuando su cabello era gris o sus ojos rojos. 

 

-¿Qué quieres que haga? 

 

Aioros suspiro, porque no sabía muy bien cómo decirle lo que necesitaban que hiciera o como lo tomaria el anciano maestro, que le veía con una expresión meditabunda, como si dudara de sus intenciones. 

 

-Necesitamos que Shion este de nuestro lado en la guerra que se avecina, y solo usted podrá hacerle entrar en razón, darle lo que desea. 

 

Negó eso inmediatamente, porque sabía que los que bebían el vino solo se enfocaban en su deseo momentáneo, en lo que deseaban sus corazones, por superfluo que fuera, por eso muchos alfas terminaban dañando omegas, o atacando a sus amigos. 

 

-Shion es tan fuerte como usted, es el santo dorado mas fuerte de ambas generaciones, así como el más sabio, sin contarlo a usted. 

 

Dohko se rió al escuchar eso, porque Aioros lo estaba halagando, comprandolo con pequeñas palabras, pequeños discursos que le harían inflar su ego, pero Shion estaba en lo correcto, él no sentía deseo físico, o intelectual por los omegas, siempre habia sido asi. 

 

-Quieres que vaya con Shion y le haga unos cariños, le de unos besos, unas palabras dulces y le convenza de ayudarnos…

 

No estaba dispuesto a hacer algo como eso, su orgullo se lo evitaba, pero aun así, Aioros asintió, desviando la mirada, comprendiendo que era demasiado pedir, que Dohko actuara de esa forma con Shion, sin siquiera saber si le amaba o no. 

 

-Shion está desesperado, está completamente loco de amor por usted, lo quiere, lo desea y cree que lo ha perdido, aunque ustedes dos se amaron en algún momento de sus vidas. 

 

Aioros espero por la expresión de Dohko, que fue todo un poema, haciéndole pensar que si amaba al anciano maestro, pero que este le hizo daño, lo traicionó de alguna forma, Aioros pensaba saber cual, porque sino, no habría nacido Mu, pero, aun así, temía lo que pasaría si los dioses que los acechaban podían ofrecerle lo que tanto deseaba. 

 

-Shion lo necesita, y nosotros a él, solo así podremos destruir a Dionisio, que busca poseer al omega de Kanon, que busca matar niños inocentes, solo con su ayuda, la de los dos santos veteranos de otras guerras, podremos destruir a Pan, y si no podemos hacerlo, mataran a mi alfa, a mi amor, y yo seré obligado a compartir mi cama con esa cosa, yo y todos los omegas del santuario… 

 

Dohko no supo qué responder, porque sabía que lo que decían era cierto, Shion estaba actuando como un demente, porque el vino le hacía una criatura de poco raciocinio, afecta a cumplir sus caprichos y los dioses podían ofrecerle lo que deseaba, aunque no creía que lo que podria desear era él, que era inmune al vino, pero no a los viejos sentimientos que aún conservaba por su antiguo amigo. 

 

-No le estoy pidiendo nada que usted no querría, si dejara atrás su orgullo lastimado, además, cuando esto termine sabrá que usted ayudó a Shion, como solo una persona que ama a otra lo hace, sin pedir nada a cambio, solo por su afecto, aquel cariño que aún conserva por el anciano patriarca, lo se, porque reconozco esa mirada, es lo que yo tengo al pensar en Saga, en mi amor. 

 

El anciano maestro guardó silencio, meditando que responder, todo el tiempo observando la esperanza y el miedo en el joven Aioros, para asentir, no tenía demasiado que hacer, solo debía ayudarles a las nuevas generaciones, eso era lo correcto, proteger a quienes no podían protegerse, a los niños por venir, al joven arquero enamorado de un monstruo, comprendiendo bien que no debían permitir que Shion se dejara convencer por las promesas de Dionisio. 

 

-Hablaré con él, pero no prometo nada. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).