Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Había sido una semana maravillosa, aunque la búsqueda por el omega que dormía en esa habitación aún no se terminaba, en realidad, solo había empeorado y pronto comenzaría la búsqueda casa por casa, pero a Kanon eso no le importaba, solo estar en compañía del chico menor, que pronto había aprendido a sobrevivir como ellos, a defenderse, que reía y le sonreía, haciéndolo sentir importante. 
 
Esa mañana salió a comprar unos panes con higo y miel, unos frutos secos, así como un poco de pescado seco, esperando sorprender a su amigo, no obstante, cuando iba a ingresar en el callejón, una persona lo sostuvo del cuello, cortando su respiración, así como de la boca y nariz, evitando que pronunciara cualquier sonido, escondiéndolo en las sombras. 
 
-No es el hijo de un noble, es el hijo menor del emperador, cuando sepan que tu tuviste que ver con esto, van a matarte. 
 
Kanon trato de luchar, pero no pudo liberarse, mucho menos cuando los guardias acompañados de dos omegas jóvenes salieron de su pequeña casa, que quemaron, a pesar de las protestas y órdenes de Radamanthys, a quien arrastraron a un caballo, en donde le hicieron subir, para llevarlo lejos de su vida, todo frente a su mirada cubierta de lágrimas de la más profunda desesperación. 
 
-Tengo todo lo que nos dio como pago y la recompensa por su paradero, les dije que le habían secuestrado, que estaba oculto en una pequeña casita y me lo creyeron, podremos sobrevivir por mucho tiempo con todo lo que tenemos. 
 
Cuando Saga por fin lo soltó, Kanon en vez de aceptar esas palabras, golpeó el rostro de su gemelo, atacandolo con furia, porque ni siquiera pudo despedirse, decirle que lo quería, que le agradaba demasiado, que nunca se dejará manipular, pero su hermano lo arrancó de sus brazos.
 
-¡Debiste dejar que me despidiera de él! 
 
Le grito, llorando porque sabía que nunca más le volvería a ver, ellos no eran nada, eran menos que nada y él era un omega, hijo del emperador, estaba fuera de su alcance, de su vida, para siempre. 
 
-¡Al menos eso debiste darme! 
 
Porque sabía que no debía siquiera soñar con ese chico rubio, con envejecer a su lado, era ridículo y tan estúpido como pensar que existían buenas personas en ese mundo, así que al menos, debió despedirse, para pedirle que se cuidara, que no le permitiera a nadie usarlo como una maldita yegua de cría, él era demasiado valioso para eso. 
 
-¿Y entonces que? ¿Le habrías prometido verse de nuevo cuando fueran mayores? ¿Escapar con el? 
 
Kanon no supo qué responderle, limpiando sus lágrimas, era absurdo, lo sabía, pero tal vez pudieron escapar juntos, quedar de verse en alguna zona de la ciudad una vez al año, pero no, era una locura, ese chico era rico, era poderoso, no se interesaria en el, ademas, que podía ofrecerle, no era nadie y nunca sería nadie, su hermano tenía la razón. 
 
-Solo quería despedirme... aunque se bien que me va a olvidar, que no soy nada, ni seré nada nunca, pero... me hubiera gustado despedirme. 
 
Saga negó eso, abrazando a su hermano, porque pensaba que ese chico si le olvidaría, especialmente cuando lo entregaran a su alfa, que seguramente se trataría de un hombre rico, joven, tal vez guapo, sin embargo, no creía que no fueran a ser nada, todo gracias al chico rubio, especialmente por todo el dinero que tenían en ese momento, lo rico que eran. 
 
-Seremos alguien con todo el dinero que tenemos ahora mismo, esas joyas y la recompensa nos darán todo lo que alguna vez deseamos, por eso debemos estar felices. 
 
Saga tuvo razón por supuesto, con el dinero que obtuvieron esa semana tenían suficiente para sobrevivir y mucho más, para tener una vida plácida, una casa que los dos compartían, caballos, ganado, armas, aun soldados, pero no lo suficiente para que su hermano pudiera pagar la dote por el omega de la plaza, aquel hijo de un poderoso comerciante, y él, aunque había tenido sus amoríos, nunca le había podido olvidar. 
 
-¿Que se siente Saga? 
 
Aunque aún estaba muy enojado con él, porque había sido un acto de traición el entregarlo a esos guardias sin decirle, sin dejarle despedirse, un acto que nunca podría perdonarle, porque le causo un dolor que aun en ese momento, no podía olvidar, ni superar. 
 
-¿Que se siente saber que no eres lo suficiente bueno para tu amado y que lo entregaran a alguien más? ¿A alguien que no es mejor que tu? ¿Que tu cariño aunque sea sincero no vale lo mismo que tu riqueza? 
 
Saga no le respondió, habían tenido esa discusión en más de una ocasión, en todas le recordaba que no pudo despedirse y que de existir los pares divinos, ese chico rubio habría sido el suyo, que pudieron ser felices, porque era un omega, no iba a gobernar, demás, tenía dos hermanos, bien podían prescindir de uno de ellos, al que solamente casarían con alguien más, un viejo pavo real que le haría daño. 
 
-¿Tienes que ser tan cruel? 
 
Por supuesto que tenía que ser tan cruel, Saga lo había sido cuando lo entrego sin avisarle, así que solo se marchó, con una expresión burlona, dejando solo al mayor, que aún trataba de encontrar algún trabajo, alguna forma de ser mucho más rico, pero no había riqueza que valiera, cuando el prometido de su Aioros, era el dueño de un viñedo, amigo cercano del mismo Asterión de Creta. 
 
-Radamanthys de Creta... aunque estoy seguro que te gustaria ser Radamanthys de Gemini, o solo Radamanthys, omega de Kanon... 
 
Esa semana le había enseñado a robar, a abrir cerraduras, a engañar y mentir, en eso era muy bueno, Kanon estaba seguro que pudieron ganar muchas sumas de dinero, mucho más de lo que dos jóvenes podrían robar solos, de seguir bajo el amparo de las sombras y no intentar, como decía Saga, ganarse una vida, ser una persona honrada. 
 
-A mi si me hubiera gustado. 
 
En ocasiones visitaba el mismo sitio donde le conoció, para dejar una moneda de las que traía en ese pequeño costal, creyendo que debía pagarle a su memoria, al menos un pequeño sacrificio, suponiendo que otros dejarían flores, pero él dejaba algo que le pertenecía a ese chico. 
 
-Nunca supe que te mandarian lejos, nunca me dijo nada... 
 
Kanon siempre pronunciaba lo mismo, antes de marcharse, regresando a su hogar, en donde trataba de borrar el hueco que habían dejado en su corazón, riéndose de su absurdo, porque apenas le conoció cinco días, cinco miserables días. 
 
-Por mucho tiempo creí que si lo sabías y que no quisiste despedirte, después de traicionarme por unas mugrosas joyas, unas cuantas monedas. 
 
Kanon al principio pensó que solo estaba soñando, pero entonces frente a sus ojos vio la imagen más hermosa que jamás pudiera ver cualquier mortal, era el, vestido como un anciano, con ropa que cubría su cuerpo casi por completo, ocultandolo de cualquiera, sin joyas, ni nada llamativo, su rostro cubierto por una máscara de madera. 
 
-Fue mi hermano gemelo, fue Saga... 
 
Intento acercarse, pero no se lo permitió, retrocediendo varios pasos para quitarse la máscara de madera, descubriendo el rostro con el que había soñado desde ese primer día separados. 
 
-¿Cómo puedo creerte? 
 
Kanon en realidad no lo sabía, pero camino rápido hacia él, rodeando su cintura con delicadeza, para pegarlo a su cuerpo y besar sus labios, antes de que pudiera decirle cualquier cosa, antes de que pudiera escuchar mas replicas. 
 
-Porque te he extrañado cada instante de mi vida desde que te fuiste, pero no soy nadie, no soy nada, solo el dueño de una parcela de aceitunas, pero nada más, nada que pueda darte la vida que tu mereces. 
 
No sabía lo que Radamanthys deseaba decirle, pero se sorprendió demasiado al sentir sus labios en los suyos, besándolo con fuerza, también pegándose a su cuerpo, suspirando poco después, recargándose contra su pecho. 
 
-Odio ser hijo del emperador y odio mucho más a mi maestro, ese hombre horrible quiere domesticarme, hacerme dócil para él, pero nadie quiere escucharme, nadie quiere hacerme caso, solamente soy un omega, así que vine aquí, para recordar que no solamente soy eso, tal vez, para escucharlo. 
 
Kanon acaricio su mejilla con delicadeza, porque esa era la misma razón que uso en el pasado cuando se escapó, no solamente era un omega, era mucho más y podía llegar a realizar grandes proezas, siempre y cuando le dieran la libertad para eso. 
 
-Eres mucho más que eso, eres Radamanthys, nunca lo vayas a olvidar, de acuerdo. 
 
El muchacho rubio asintió, usando una de esas hermosas sonrisas que siempre le habían cautivado, que desde que era un niño le robaron el corazón, así que volvió a besarle, sosteniendo sus manos, para pegar su frente a la suya. 
 
-Mi hermano ese dia me pregunto si te hubiera prometido que nos veríamos cuando fuéramos mayores, y aquí estamos, que si te hubiera prometido que escapariamos de Creta, los dos, para tener una vida, pero es una idea descabellada supongo, aunque si me gustaría eso. 
 
Radamanthys lo empujo al interior de ese cuartito, besando sus labios de nuevo, esta vez con hambre, cayendo al suelo cuando las piernas de Kanon dejaron de responderle, el chico rubio sobre él, riendo quedito. 
 
-Eso me gustaría, escapar contigo, pero le prometí a mi hermano regresar a casa antes de que ocurriera otro alboroto, antes de que ese senador se de cuenta de que me fui. 
 
No sabía quién era ese senador, pero comenzaba a despreciarlo, porque su amado no tenía porqué ser un esclavo, ni aceptar a nadie con él, mucho menos a un viejo repugnante que apenas podría cumplir con sus deberes maritales, que destruiría el espíritu de su chico rubio, que le miraba con esos hermosos ojos amarillos. 
 
-¿Quieres fugarte conmigo entonces? 
 
Radamanthys asintió y ya tenía una idea, un plan que podrian realizar, solo tenían que ser precavidos, porque Sarpedón o Minos serian los herederos de su padre, los siguientes en el trono, el primogénito no lo entregaría, el otro lo haría por el precio correcto, debía huir antes de que su padre falleciera, en unos años, cuando mucho. 
 
-Tengo una pequeña guardia, dos de esos soldados están a punto de retirarse, puedo mover algunas influencias para que tu tomes su lugar, eres fuerte, eres hábil, nadie lo notara. 
 
Kanon acarició la mejilla del que sabía era su omega, sonriendo al pensar que se trataba de un muchacho realmente astuto, que le deseaba, si la mano que podía sentir entre sus ropas era una indicación, sonrojandose cuando ingreso entre su ropa, buscando su entrepierna, sin pudor alguno. 
 
-¿Dijiste que eran dos puestos? 
 
Radamanthys asintió, escuchando la respiración de Kanon, como iba en aumento, transformándose en pequeños jadeos, hasta que lo sostuvo de ambas manos, tenía que concentrarse. 
 
-Lo son, uno sería para ti, el otro para tu hermano, si es uno de mis soldados y logramos lo que me propongo, tú serías mi alfa, tendrían que aceptarte como mi consorte, te darían tierras, las que por derecho de nacimiento son mías, tú podrías darle algunas a tu hermano y cuando mi padre muera, el valor que tiene ese noble, no será más que un recuerdo, si tu eres mi esposo, le dejaran desposar al omega que persigue, con el que se encuentra en un templo, en las sombras, como si fueran ladrones. 
 
No podía creer lo que su pequeño le decía, con la frialdad con que lo hacía, mucho menos, la forma en la cual quiso acariciarle, encontrando esa actitud por demás seductora, era una criatura creada para seducirlo. 
 
-Le pagué a algunas doncellas por esa información, para que los siguieran en la ciudad, ellas me han dicho todo esto, donde te encontrabas, pero no quise ir primero a tu granja, porque Gracchus lo sabria, así que vine aquí y los dioses nos han sonreído, al menos a mi. 
 
Kanon como respuesta beso sus labios, seguro que tenía a Saga en la bolsa, el estaba desesperado por encontrar una forma de pagar la dote de su omega, del hijo del mercader, cuyo pretendiente decían era un hombre barbudo, un tullido por la forma en que caminaba, o decían que lo hacía, encorvado, siempre cubierto con una túnica que le llegaba hasta el piso, una criatura repulsiva, que nunca había visto al hermoso omega en persona, pero ya deseaba su mano. 
 
-Tienes todo un plan. 
 
Radamanthys de nuevo le beso, pegando su cuerpo al suyo, intentando seducirle como si fuera una criatura creada a partir del deseo, lamiendo la barbilla de Kanon, cuando este intentó apartarse para no caer presa de sus deseos impuros por el omega.
 
-Ese anciano jamás será mi dueño, lo juro por los dioses que nos miran, yo no tendré el destino de mi madre, eso nunca. 
 
De su madre se decían muchas cosas, una de ellas que había sido seducida por Zeus en persona, de quien nacieron tres niños, pero para él eso no fue una seducción, fue una violación y la hermosa Europa había cargado con esa culpa, lo mismo dirían de su Radamanthys, que seguía intentando besarle.
 
-No tendrá mi virginidad, esa es mía y puedo entregarla a quien yo quiera y deseo que tu la tengas, Kanon, quiero a un hombre joven en mi cama, un hombre joven que me ve como yo, no como un omega, no como una cosa. 
 
Eso fue suficiente para Kanon, no dejaría que ese senador le arrebatara su pureza a su pequeño, mucho menos que se desposara con él, así que realizaría lo que se le pedía, para tener la oportunidad de convertir a este omega en su esposo, tener hijos con él, envejecer con él, como se lo había imaginado. 
 
-Un hombre joven que te ama y hará lo que sea para estar a tu lado. 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).