Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Están discutiendo qué hacer con una niña pequeña, con nuestros aliados, si debemos perseguirlos y matarlos o dejarlos ir… 
 
 
Afrodita no tenía que haber escuchado toda esa discusión, ese debate, en el cual Aioria abogaba por matar a los que decían sus enemigos, aunque no los hubieran atacado y los omegas desaparecidos, solo dos de ellos importaban aparentemente, decidieran escapar con esos alfas. 
 
 
-No lo entiendo, se supone que somos los guerreros de la justicia, de la paz. 
 
 
Shion al escuchar las palabras de Afrodita se daba cuenta que el pensaba de la misma forma, discutir acerca de la muerte de una bebé, de unos muchachos, era injusto, porque ellos no habían realizado el primer golpe y ellos únicamente peleaban, cuando su diosa se los pedía, cuando la justicia estaba de su lado. 
 
 
-Ni siquiera deberíamos discutir si debemos matar a una niña inocente.
 
 
Afrodita estaba furioso, esperando que solamente Aioria fuera quien se preguntaba que hacer, que intentaba convencer a los demás y a sí mismo que sus actos despreciables tenían sentido, lo sabía, por la extraña mirada que tenía el joven león, que generalmente era justo, pero ahora, se comportaba como alguien completamente diferente a como era en realidad. 
 
 
-Y para esto regrese, para escuchar esa locura, este horror.
 
 
Afrodita les observó uno a uno, para después darles la espalda, enfocándose en el patriarca que no les negaba la oportunidad de matar a unos inocentes, al menos, los cuerpos recipientes de los dioses. 
 
 
-No puedo siquiera creerlo. 
 
 
Cada uno de los presentes sabía que no era correcto realizar ese acto, matar a una niña, a Saga, Shun y Kanon, porque ellos eran sus aliados, ellos no habían iniciado ninguna clase de golpe, solo se marcharon con sus omegas, que seguramente quisieron irse con ellos. 
 
 
-Y me avergüenza escuchar estas palabras de labios de mis aliados. 
 
 
Afrodita podía ver como la mitad de los santos en esa sala desviaba la mirada, compartiendo su forma de pensar. 
 
 
-Pero me quedaré aquí y votare en contra, porque espero que si aun conservan algo de su honor, también lo hagan. 
 
 
*****
 
 
Aioros observaba el paisaje en silencio, había pasado una semana y su hermano aun no daba con ellos, aun no trataba de regresarlo a rastras al santuario, preguntandose la razón de ello, porque los dos sabían que saldría a buscarlo. 
 
 
-¿Sigues pensando en Aioria? 
 
 
Este era Saga, quien rodeaba su cintura con delicadeza, besando sus hombros, suspirando al ver el mismo paisaje que su omega, unas montañas que rodeaban su templo, que constaba de varias casas, cuyos guerreros aún no estaban presentes, pero de necesitarlos, simplemente les haría llegar a él, para defender a su amado. 
 
 
-Sabes que vendrá, porque no aceptara que estaba equivocado, es demasiado orgulloso para eso. 
 
 
Lo sabía muy bien, Aioria era un guerrero orgulloso, que nunca había cometido un solo error, un solo acto reprobable, no hasta ese momento y sabía que podría tratar de justificar su locura con la verdad, ellos eran sus enemigos, él era el dios de la guerra, su hermano el Leviatán, Shun era el dios Hades. 
 
 
-Estaré listo para enfrentarme a él si es necesario. 
 
 
Aioros no deseaba que sucediera eso, pero que más podía hacer, nada, solo esperar que un ente divino, su propia diosa tal vez, se apiadará de sus almas, de sus alfas que eran inocentes. 
 
 
-Yo peleare a tu lado. 
 
 
Pronunció, sintiendo un cosmos, uno poderoso, tres de ellos de hecho, Shura, Angelo y Afrodita, sus aliados más queridos, sus vergudos. 
 
 
-No permitiré que nadie te haga daño. 
 
 
Saga asintió y permitió que las puertas que daban la entrada al templo de la guerra se abrieran, esperando a sus soldados vestidos en sus armaduras. 
 
 
-Peleare contigo, te defenderé. 
 
 
*****
 
 
Shun había actuado con demasiada premura, sin permitirle tomar una decisión, simplemente se marchó del santuario, como si fuera un monstruo de una pesadilla. 
 
 
-No era necesario lo que hiciste, debiste esperar, ellos me habrían escuchado. 
 
 
Hades no sabía dónde se encontraban dos de sus jueces, pero no le importaba en lo absoluto, mucho menos donde estaba la traidora de Pandora, que había intentado separarlo de su primavera una última vez. 
 
 
-No me arriesgaría. 
 
 
En esta ocasión hablaban Shun y Hades, los dos al mismo tiempo, quienes no estaban dispuestos a ser apartados de su cisne, de sus pequeños en el vientre de su omega. 
 
 
-No puedo vivir sin ti, lo comprendí claramente en el templo de Libra, un mundo sin ti no tiene razón, no tiene cordura ni sentido. 
 
 
Hyoga suspiro, porque sabía que Camus no lo tomaría con calma, tampoco Milo, aunque él trataría de ser el más sensato de los dos. 
 
 
-Piensas que Ikki nos haya perdonado, que haya olvidado esa locura de desearme. 
 
 
Susurro, dejando que Shun abrazara sus hombros, besando su cuello, aspirando el dulce aroma de su omega, con un embarazo muy avanzado. 
 
 
-No lo sé, pero no podré perdonarlo si trata de lastimarte de nuevo. 
 
 
Hyoga le sonrió al escuchar eso, llevando una mano a su mejilla, acariciándola con delicadeza, volteando para besarle, levantándose de su asiento, para rodear la cintura de su alfa. 
 
 
-Es tu hermano y está embrujado por esos dioses de los que hablaste mi amado esposo, no fue su culpa. 
 
 
Pronunció con una sonrisa triste, porque le gustaría que Shun pudiera estar con su hermano, porque eran demasiado unidos, desde siempre habían estado juntos. 
 
 
-Aun así no deseo pelear con él, no deseó tener que castigarlo si quiere lastimarte, mucho más, con nuestros pequeños creciendo en tu cuerpo. 
 
 
Susurro, besando su frente, sus mejillas y después sus labios, sintiendo dos cosmos en el Inframundo, en la entrada del Infierno, eran Milo y Camus. 
 
 
-Son ellos… 
 
 
Pronunció con una expresión triste, mirando a Hyoga, que suspiro, era el momento de enfrentarse a su maestro, a su pareja, por lo cual, permitirían que fueran hacia ellos.
 
 
-Dejen que vengan. 
 
 
Shun esperaba que no quisieran llevarse a Hyoga, quien a su vez, esperaba que Camus no atacará a su amado, que solo quisieran verles, tal vez, decirles que podían tener un tratado, una paz duradera. 
 
 
-Si mi maestro no entiende mi sentir, por favor, déjame hablar con él antes de que ocurra alguna locura. 
 
 
Shun aceptaba esos términos, permitiría que su amado compañero hablara con su maestro, pero no dejaría que se lo arrebataran. 
 
 
-Esta bien, pero, no dejaré que te aparten de mí. 
 
 
*****
 
 
Kanon sintió el cosmos de su maestro en el instante en que ingresaron a ese templo, escuchando los pasos de dos personas. 
 
 
-No despierta… 
 
 
Susurro con una voz quebrada, sosteniendo aún la mano de Radamanthys con delicadeza, besando el dorso pálido. 
 
 
-Mi omega no despierta…
 
 
Kanon tal vez era el único que no creía que pudieran traicionarlos, mucho menos, al escuchar unos hermosos sonidos, como de palabras, pronunciadas por su hermosa niña, su pequeña dragoncita. 
 
 
-Ese dios le hizo mucho daño, encajo sus cuernos en su cuerpo y no ha despertado desde entonces. 
 
 
Minos le ofreció cargar a su pequeña, cosa que hizo inmediatamente, arrullandola con cariño. 
 
 
-Mi niña, por favor, tienes que ayudarme, tienes que ayudar a tu omega, a tu hermano, a tu alfa… 
 
 
Shion guardó silencio, mirando como Kanon le suplicaba a un bebé por su ayuda, escuchando un suspiro de Minos, que caminó rodeando la cama para sostener la mano de su hermano, que estaba inconsciente en esa cama. 
 
 
-Para que tengamos una familia y estemos juntos… 
 
 
Shion colocó una mano en el hombro de Kanon, para tratar de calmarlo, quien inmediatamente se recargo contra su torso, tratando de controlar sus temblores. 
 
 
-No puedo perderlo, no es justo que muera ahora que por fin estamos juntos, después de todo por lo que ha pasado para estar conmigo. 
 
 
Shion abrazo a Kanon, que seguía llorando en su regazo, con su pequeña en sus brazos, quien estaba demasiado tranquila. 
 
 
-Después de todo este tiempo… 
 
 
Sin saber si su omega volvería a despertar o no, dejándolos atrás. 
 
 
-Estoy seguro de que volverá a ti, el te ama. 
 
 
*****
 
 
-¿Qué hará ahora anciano maestro? 
 
 
Aldebaran se sentó a su lado, él también había sufrido el cambio de su lemuriano y sabía que me dolía tanto como a él, aunque comprendía que no fue la mejor decisión pedirle su mano en matrimonio. 
 
 
-Regresaré a los cinco picos, para conocer al heredero de Shiryu. 
 
 
Si alumno había embarazado a Shunrei, los dos esperaban un niño y se había marchado para darles un poco de privacidad, para tratar de recuperar los años perdidos, tal vez, tener un compañero, aunque, nada de eso valía si no era amado, si no era correspondido.
 
 
-Yo visitaré Brasil, llevaré a Kiki conmigo. 
 
 
Aldebaran había tomado una decisión, regresaría a Brasil, le enseñaría su tierra natal a su hijo, aunque estaba seguro Mu no los acompañaría, ni siquiera estaría conforme con eso. 
 
 
-¿Qué hay de tu alfa?
 
 
Esa pregunta, que no tenía respuesta, porque no sabía si Mu lo amaba o solo era esa locura, de la que ya no era víctima. 
 
 
-No necesito un alfa para ser feliz… 
 
 
Fue su respuesta sencilla, porque era cierto, no necesitaba de un alfa para ser feliz, aunque habría sido agradable ir con él.
 
 
-Aunque te hubiera gustado estar con él, que está locura durará un poco más, apenas un día más. 
 
 
Lo sabía porque él pensaba lo mismo, en que hubiera disfrutado un poco más de ese Shion enamorado, sin miedo a demostrar sus sentimientos, no el amable líder que parecía no lo amaba lo suficiente.
 
 
-Eso es cierto, pero, no hay nada que podamos hacer al respecto. 
 
 
Dohko sonrió con tristeza, asintiendo, porque tenía razón, no había nada más que pudieran hacer. 
 
 
-Seguir adelante, que más nos queda, aunque fue lindo mientras duró. 
 
 
*****
 
 
-¿Qué ocurre? 
 
 
Shaka había visto la caída del fénix, la partida de su armadura, su dolor y su arrepentimiento, preguntándose si no era el mismo Ikki, quien se castigaba por sus actos, de una manera inconsciente. 
 
 
-Nunca te he visto deprimido, Ikki. 
 
 
Ikki estaba sentado en una de las muchas escaleras del santuario, su vista fija en el suelo, sin saber muy bien que hacer, pero comprendiendo que fue un bastardo completo, que pudo hacerle mucho daño a su hermano, pero en especial a Hyoga, que era su buen amigo, a quien amaba, pero sobretodo respetaba. 
 
 
-Quise arrebatarle su omega a mi hermano, quise lastimar a su omega y ni siquiera estoy seguro de quererlo a él o sólo seguía una ilusión. 
 
 
Shaka escuchó atento cada una de sus palabras, pero en especial, la forma en que se movía su cosmos. 
 
 
-¿A qué te refieres? 
 
 
Ikki suspiró, estaba enojado y deprimido, preguntándose porque todas las personas que quería terminaban sufriendo por su culpa. 
 
 
-Me refiero… 
 
 
No sabía cómo decirlo, porque pensaba en Esmeralda, en su amada, pero ella no estaba más y se sentía solo, tanto que en ocasiones creía sofocarse debido a ello. 
 
 
-Yo ame a Esmeralda, la quise tanto y le falle, no pude protegerla, no pude estar a su lado, tener una familia, amarla como se lo merecía. 
 
 
Ikki estaba seguro que de haber sido más fuerte, de ser un mejor guerrero, ella habría sobrevivido. 
 
 
-Y no puedo perdonarme por eso, mi armadura a cambiado de color, no solo eso, se ha marchado, tal vez, porque no tengo suficiente odio en mi corazón… 
 
 
Shaka recordaba lo que decían de su armadura, tal vez, se trataba de un castigo del mismo Hades, porque Ikki deseaba arrebatarle su omega, su primavera, siendo la armadura del fénix, una coraza que nació como una surplice. 
 
 
-Tu armadura nació como una surplice, Hades te libero para que pudieras ser libre, pero, al mismo tiempo, reniegas esa libertad, te sigues torturando por algo que pasó y de lo que no tienes control alguno, intentabas apartarlo de su pareja, tal vez por eso tú armadura se marchó. 
 
 
Ikki trato de sonreír pero no pudo, sin embargo, se sentía mucho más tranquilo junto a Shaka, quien siempre había irradiado tranquilidad y lo escuchaba desde que terminaron las guerras. 
 
 
-La extraño… 
 
 
Se quejó, no sabía porque le decía todo eso al mayor, que se limitaba a darle consuelo, consejos y a escucharlo. 
 
 
-Y siempre lo harás, eso es lo correcto, pero no es justo que una persona tan buena como tú, viva atrapado en un recuerdo. 
 
 
Le quiso explicar, porque no era justo y sabía que esa muchacha, de la que estuvo enamorado, no querría verle así, derrotado. 
 
 
-Pensé que Hyoga me amaba… 
 
 
Ikki pensaba que Hyoga sentía algo por él, pero no amor, respeto, camaradería, pero no deseo. 
 
 
-¿Estás seguro? 
 
 
Shaka me preguntó, observándolo, pero al mismo tiempo no habría sus ojos, sin embargo, Ikki sabía que su atención era toda suya. 
 
 
-¿O solamente te hace pensar en Esmeralda? 
 
 
Ikki desvío la mirada, porque esa pregunta era dolorosa, puesto que si le recordaba a su amada, pero no del todo. 
 
 
-Me la recuerda, casi todo en el me la recuerda, pero no sonríe demasiado, eso es completamente diferente a ella. 
 
 
Shaka sabía cosas, tenía recuerdos que no eran suyos, de vidas pasadas, después de todo, era el hombre más cercano a Dios y mantenía sus recuerdos de otros lugares, de otras vidas, de allí, que siempre estuviera seguro de sus actos. 
 
 
-Tal vez ese es el problema Ikki, buscas un ser que se parezca a tu amada, cuando tal vez deberías buscar a alguien diferente, aceptando que nunca nadie tomara su lugar. 
 
 
Y que estos jamás se repetían, una gota de agua no caía dos veces en el mismo lugar, nada nunca era como fue en el pasado. 
 
 
-Shun jamás me perdonará por esto, por mi culpa el… 
 
 
De nuevo ese pesar, Ikki era un buen hermano, pero pensaba que Shun siempre sería un niño pequeño, que aún necesitaba que le protegiera. 
 
 
-Shun es su propio ser, ha demostrado ser un soldado poderoso, un guerrero capaz, sus decisiones son suyas, sus errores, su destino y aunque eres su hermano, debes dejarlo ir, como ha Esmeralda. 
 
 
Ikki temía mucho ese día, cuando lo perdiera todo y regresara a ser ese soldado sin sentimientos, como ese monstruo que quiso matar a una niña inocente, que quiso lastimar a su hermano, a su amigo, que lastimó a Kanon. 
 
 
-Pero si Esmeralda ya no está y mi hermano tampoco… 
 
 
Susurro, lleno de pesar, una actitud que solo Shaka había visto, porque solo confiaba lo suficiente en el para bajar sus barreras. 
 
 
-Me quedaré sólo. 
 
 
Shaka negó eso, porque su hermano lo perdonaría, también Hyoga, dentro de poco tendría nietos y lo tenía a él, como su amigo, o como algo más, solo si Ikki estaba interesado. 
 
 
-Tienes a muchos seres queridos, muchos te aprecian y te quieren, yo te quiero Ikki, se que no es justo decirlo en este momento, pero espero que al menos te sirva como consuelo, no tienes que corresponder mi afecto, soy un alfa, es demasiado repentino, pero yo estaré aquí siempre que necesites hablar con alguien, cuando quieras compañía o consejo. 
 
 
Shaka pronunció, sin acercarse a Ikki, sin tocarlo, solo dejándole saber que no estaba allí para él. 
 
 
-Shaka… 
 
 
Ikki pronunció sorprendido, algo sonrojado. 
 
 
-No digas nada, no tienes que hacerlo, pero por favor, considerame tu amigo. 
 
 
*****
 
 
-¿Qué estás haciendo? 
 
 
Pregunto Mu, al ver como Aldebarán guardaba algunas pertenencias en una maleta, para realizar un viaje. 
 
 
-Iré de viaje a Brasil unos meses… 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).