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Yugo-Synchro [STARSHIPPING] por Yuki Lunar

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Notas del capitulo:

Este capítulo contiene lemón (JudaixYusei)

N/A: ¡ADVERTENCIA! Éste capítulo contiene lemon.

 

Capítulo 15

.

 

—¡Nos traicionaste!

 

—Judai, ¡no lo hagas!

 

—¡Detente Judai! Detente y deja de atacar.

 

—¡Siempre has sido egoísta! Nunca te importamos.

 

—¿Será que a ‘Aniki’ nunca le importe?

 

—¡NO! ¡ESPEREN! ¡YO NO LO ATAQUE!

 

—¡JA, JA! ¿No piensas atacarme? entonces, lo haré yo — Brron activa una carta de trampa, obligando al monstruo de Judai a atacar. Enseguida, Jun, Asuka, Kenzan y Fubuki desaparecen delante de él.

 

Pero aún así, Judai lo derrota, sin embargo, cuando vuelve a ver a Sho, O’Brien y a Jim, éstos le tratan con desdén. La angustia aún se cernía en su ser, y solo entonces, se dio cuenta de que su “hermano menor” ya no le decía ‘Aniki’; su alma conoció la voz de Haou, la voz que le instó a tomar la carta de “súper fusión”; la carta que lo llevó a la perdición, la carta por la cual, sus amigos fueron ‘sacrificados’; la carta que finalmente salvó el alma de Yubel, y volvió a la vida de todos, pero también, había salvado a su querido Johan, ¿a qué costo?

 

Y aún cuando deseó no haber hecho eso, cuando deseó no haber involucrado a ninguno de sus amigos… ¿involucrarlos? Pero si ellos lo siguieron… ¡No! No era justificación. Él fue el culpable, él se dejó engatusar por su oscuridad interior, provocando un alejamiento tanto físico como mental de todo lo que quería, de todo lo que le gustaba. Alejando a sus más allegados, permitiendo que le miren raro, incluso hasta desconfiar de él en cierto punto, pero finalmente, cuando decidió recorrer el mundo solo, supo que ellos aún seguían ahí para él, ¿se lo merecía?

 

La imagen de ellos, de Johan, Jun, Asuka, Kenzan y Fubuki desapareciendo delante de sus ojos volvía de nuevo, y su angustia se acumulaba en su pecho fuertemente, al punto de no poder respirar, al punto de no poder sentir el ingreso de aire; su cuerpo se paraliza al intentar moverse, pero no puede… no puede…

 

—¡Judai! — escucha de lejos.

 

—¿Yusei? ¿Dónde estás? — ¡Sí! Es la voz de Yusei, ¿pero por qué se escucha de lejos?

 

—¡Judai! ¡Despierta! — pero su cuerpo no responde cuando intenta hacerlo, ¡no puede! ¡se siente ahogado! —. ¡Estoy aquí! — solo siente el calor de las manos del azabache en sus brazos pero no puede verlo —. ¡Todo estará bien...!

 

Paz… la voz de Yusei le daba paz. Pero… no podía moverse. Lagrimas salían de sus ojos chocolates, y sentía que no podía hablar, sentía que no podía gritar, y más lágrimas salían.

 

«—¡JUDAI!

 

.

 

—¡Judai! ¡Despierta! — la voz de Yusei le trajó a la realidad. Sudor caía por su rostro y su cuerpo. Su físico rápidamente se siente adolorido ante la rigidez. Siente un suspiro de alivio a su lado cuando logra mover su cabeza finalmente. Los ojos de Yusei le vuelven el alma al cuerpo, el saber que ésta ahí, y que no está solo—. ¡Gracias al cielo que estás bien!

 

Yusei intenta no tener contacto físico con Judai, ya que estaba teniendo un ataque de pánico, pero rápidamente, es el menor quien le abraza fuertemente, aferrándose a su ropa como si su vida dependiera de ello, e inmediatamente, Yusei corresponde, abrazandolo por la cintura mientras se acurrucan en la cama.

 

—¡No me sueltes nunca, Yusei! — exclama Judai cuando tironea de su playera, sus ojos se encuentran, y Yusei con sus pulgares, limpia cualquier rastro de lágrimas en su novio, y luego, besa su frente, y finalmente baja a sus labios para besarlos lentamente, se aleja por un breve momento para tocar su frente con la de Judai, y le mira fijo, no lo va a presionar, no va a preguntar que soñó, siempre fue así, y siempre lo respetaría hasta que sea él, quien decida hablar.  

 

—¡Jamás lo haré! Solo cuando me lo pidas… te quiero — a Judai se le ensancha el corazón al oír esas palabras, y asiente, mientras la congoja le sigue brotando.

 

—Yo también te quiero — es él quién se abalanza a capturar los labios del azabache, acto seguido, se sube a horcajadas sin cortar el contacto.

 

Sus respiraciones se agitan ligeramente a medida que el beso se pone candente, las manos de Yusei ahora lo toman de la cintura fuertemente, y los dedos de Judai acarician las mejillas del más alto, también acariciando la marca amarilla.

 

La mano de su compañero toma la suya y entrelaza sus dedos por encima, dejan de besarse para verse a los ojos, un brillo de deseo, de amor pero también de lujuria es notable en ambos. Tragan al mismo tiempo, sin saber que hacer o que decirse, más de lo que sus cuerpos expresan.

 

—¿Estás seguro de esto? Digo… tú…

 

Fue interrumpido abruptamente por el castaño.

 

—Contigo estoy seguro de todo Yusei — el azabache arquea las cejas un tanto incrédulo. Judai sonríe ante eso, y se irgue sobre él —. Nunca me sentí tan seguro… después de tanto tiempo.

 

—Judai…

 

—¡Es real! Cuando encuentras a esa otra parte de ti que sabe complementarte, que sabe entenderte, que sabe lo que piensas o entiende lo que dices… ¿no te sientes bien? ¡Como si hubieras vuelto a revivir! Así me siento yo… ¿y tú?

 

Yusei sonríe al sentirse finalmente identificado.

 

—Sí. Nunca creí en que esto sucediera… es decir… nunca creí en la posibilidad de lo nuestro, pero aquí estamos, ¿no? — le responde, ganándose un sonrojo por parte de su enamorado, lo que le provoca una pequeña risa divertida.

 

—Somos dos los que pensábamos lo mismo. — Judai toma las manos de Yusei y las pone a los costados de su cabeza, se inclina para besarle los labios, el cuerpo de Yusei tiembla ante el contacto caliente de sus húmedos labios, ante la respiración agitada de su nariz, ante los movimientos de fricción de sus cuerpos y sus entrepiernas.

 

Jadean entre sus bocas, susurran sus nombres, sus manos acarician cualquier rincón de sus pieles. No es lo mismo ver que tocar, y lo estaban comprobando de cerca, en carne propia. El desespero les invadía a medida que sus besos se volvían más intensos. Sus lenguas recorren sus bocas, e hilos de saliva quedan colgando entre ellos.

 

—Te amo... — Susurra Yusei, y con fuerza, voltea a Judai contra la cama, quedando arriba del castaño, Judai deja de besarle, no hay rastros de dudas en su rostro, solo color en sus mejillas, y una sobresaliente sonrisa en ella.

 

—Te amo… no te das una idea cuanto…

 

—Hmmm, ¿sabes? nunca lo hice —Yusei se sincera con su novio mientras apoya sus codos sobre el colchón para mayor comodidad, y apoya su rostro de costado sobre el pecho del otro, Judai le acaricia el cabello.

 

El castaño se apena un poco, pero no se siente solo en esto al menos, y luego se ríe sintiéndose un terrible idiota.

 

—Si te consuela de algo, yo tampoco lo he hecho — aclara mientras se lleva una mano a su barbilla, por fin sus orbes cafés encuentran los azules cobaltos —. Nunca tuve la oportunidad con… — mueve la cabeza de un lado a otro en negación.

 

—No te avergüences de decirmelo, tienes un pasado después de todo, ¿no? — en parte, sintió un poco de molestia interna al saber que hubo alguien antes que él, por otro lado, el orgullo de sentir que en ésta ocasión, podría ser algo que experimenten juntos como algo nuevo, le hacía sentir hormigueo.

 

Recordó en algún momento, algo similar con Bruno; se preguntó internamente si Judai se hubiera sentido igual que él si le hubiera dado una respuesta similar, pero la voz de su amado lo sacó de sus pensamientos.

 

—Nee Yusei, lo entenderé si aun no quieres — la yema de los dedos de Judai se deslizan por los mechones de cabello, percibiendo un aroma a menta, un olor que ya se había grabado en todos sus sentidos. La respuesta de su compañero fue la de un casto beso en los labios, seguido de sus manos recorriendo su pecho suavemente.

 

Por impulso, Yusei beso su barbilla, luego se deslizó por su cuello con suaves lengüetazos; como respuesta, el castaño clavaba sus uñas en los fornidos brazos de su pareja, dejándose llevar por el placer que le provoca el calor de su piel y la humedad de su lengua y boca. Fue un alivio en parte tener poca ropa, pues solo sus shorts se estaban volviendo molestas en todo caso.

 

Yusei apretó con sus dedos los pezones rosaditos de Judai; éste se arqueó al mismo tiempo que soltaba un gemido de placer.

 

—Yu-Yusei…— gimoteo con debilidad, mientras cerraba los ojos y se mordía los labios. La mano del azabache fue directo a su boca para acariciar sus labios, al mismo tiempo, mordía el otro pezón de Judai; su otra mano libre, rodeo la cintura del peli castaño, provocando un movimiento pélvico.

 

Judai se estiró al sentir nuevamente la lengua de Yusei succionando y mordiendo cada parte que podía, además de dejarle pequeñas marcas en su piel blanca y suave…, y se quedó admirado con la piel de Judai, que solo bastó un movimiento nada más, para ponerle boca abajo. Su espalda… su espalda tenía la marcas de las alas… esas que una vez le había contado que había adquirido a través de Yubel, y que solo pudo besarle esas marcas suavemente, al mismo tiempo que aspiraba su aroma a… ¿melón? Ese aroma, le hipnotizó; llevó sus manos a los costados de Judai, para luego bajar hacia su única prenda que le quedaba que eran sus shorts cortos, y nuevamente, con sus manos, levantó la cintura y el trasero del más bajo, abrió un poco sus rodillas, y comenzó su labor de masturbarle mientras continuaba besando su espalda. Ahora su mano libre fue directo a su boca mientras le pedía que chupara sus dedos. Judai estaba tan excitado, que inmediatamente, movió y apretó su cola hacia el bulto de Yusei, el cual ya estaba reclamando.

 

—Tranquilo — asedió el azabache con calma en su oído, le besó el cuello, y el otro busco sus labios para robarle un beso—. No te apures. Quiero disfrutarte.

 

—L-lo siento — Judai sonrió sonrojado, y sus bocas se volvieron a encontrar—. Es que… es que, quiero ser uno contigo, Yusei.

 

El otro sonrió; no lo pudo evitar, y mordió delicadamente la piel del hombro de Judai, arrancándole otro gemido más fuerte. Judai se giró un poco para ver a su pareja, y con torpeza, le bajó el short, dejando a la vista el miembro erecto de su amante, se arqueó cuando los dedos de Yusei se movieron profundamente ablandando la zona, arrancando fuertes gemidos ahogados de parte de Judai. Yusei besa de nuevo su espalda para aminorar el dolor cuando introduce un tercer dedo, algunas lágrimas salen de sus ojos, otro beso en su hombro.

 

Judai de repente se gira, obligando a Yusei a desatender su labor; le capturó los labios, para luego bajar a su miembro, donde pasa su lengua, y acto seguido, empieza a succionar, causando placer en Yusei, tirando su cabeza hacia atrás, mientras tironea algunos mechones del cabello del peli castaño, sus movimientos van en aumento, rastros de saliva se deslizan por su boca, al mismo tiempo que hace ruidos fuertes, como si fueran ventosas. Yusei siente que su bajo vientre cosquillea y tiembla, lo que eso obliga a avisarle inmediatamente que se está por correr, pero a Judai no le importa, y poco después, su semilla termina en su paladar. Con algo de vergüenza, Yusei se sonroja, y la boca de su pareja va directo a la suya, cayendo encima de él.

 

Se siente raro con eso en la jeta, y realmente no le gusta, pero no rechaza el gesto de su amado, por lo que Judai se ríe un poco y se disculpa. Yusei le fulmina con la mirada, pero lo abraza del cuello, volviendo a corresponder el beso, y es Judai quién ésta vez, aprovecha para abrir las piernas de su pareja, y juguetear un poco con sus dedos en su orificio.

 

—¡Oh! — gimotea el azabache apenas, y Judai se detiene para verle, pero continúa luego de recibir un asentimiento de cabeza por parte del otro, los ojos de Judai cambian de color cuando decide subir a los labios del más alto, y mirarlo fijo. Estaba disfrutando tanto de esto, que deseaba que nunca terminase.

 

Por alguna cuestión, la marca del brazo de Yusei brilló, replicando a los ojos dicromáticos de su pareja. El aire entre ellos es agitado y excitante, ese contacto, esas reacciones, provocan aceleración en sus corazones, los calienta mucho más, aumenta el deseo de ser uno; los dos, con las bocas pegadas, se roban el aliento mutuamente. Sus pieles se ponen exigentes cuando sus torsos se rozan y se friccionan.

 

Judai prueba ahora con dos dedos, repitiendo el mismo procedimiento, e intentando apaciguar el dolor de su amante; lo mismo sucede con tres y cuatro dedos.

 

Se sienten húmedos, pero su zona esta lista, por lo que se toca su propio miembro. En la mesita de luz de Yusei, tenían profilácticos. por lo que decide tomar uno, y ponérselo, nunca cortan el contacto de sus miradas, ni el color de sus ojos cambia, ni el brazo de Yusei deja de brillar. Judai se introduce con lentitud, Yusei aprieta fuertemente las caderas de éste.

 

Yuki siente algo de culpa, tiene miedo de lastimarle, sobretodo cuando no tiene experiencia alguna sobre cómo hacerlo.

 

—Yu-Yusei…

 

Éste intenta sonreírle con ternura, un tanto adolorido, se toma su tiempo para acostumbrarse, y el otro tampoco presiona dándole su tiempo para cuando quisiera continuar.

 

—E-estoy bien — le responde, la yema de sus dedos se desliza por la espalda del otro regalandole una suave caricia, no necesita que Judai le pregunté, pues entiende que sus nervios lo llevan a veces a no poder decir algo.

 

Judai se mueve lentamente, suscitando un gemido fuerte de la boca de Yusei, se muerde los labios al sentir las uñas de éste clavarse en sus caderas. Los gemidos del otro le incitan a embestirlo a mayor velocidad. Se inclina para tomar una de sus manos, y entrelazar sus dedos, y con su otro brazo libre, abrazarlo por el cuello, hundiendo su rostro en el hueco de su hombro, respirandole la piel, y encontrando su boca de vez en cuando.

 

Yusei abrazó fuertemente a su pareja cuando sus estocadas habían tocado su punto G, haciéndole saber a través de sus gemidos sobre su oído, excitando de manera impaciente a Judai; éste le dio un beso en su mejilla, apretando su mano.

 

—T-te amo — dijo Yusei débilmente, con la voz ronca, otro suspiro de parte del peli castaño, un “yo también”, llegando justo a tiempo a correrse, y descargando todo lo suyo.

 

Se relaja sobre el cuerpo del otro con una sonrisa cansada, envueltos de besos y abrazos cariñosos.

 

—Creo que debemos darnos una ducha, porque estoy bastante sudado. —propone Judai.  

 

El azabache se ríe.

 

—Estoy de acuerdo — le da un beso en la frente, y se pone de pie, un poco adolorido quizá, y dejándole con algo de culpa al otro.

 

—¿En serio, estás bien? — pregunta ya de pie y mirándolo.

 

—Un poco — ambos caminan al baño, y abren la ducha.

 

Se dejan disfrutar por las gotas de lluvia de agua tibia, Judai juguetea un poco con el agua, y luego abraza a Yusei por la cintura, dándole besos en el hombro; su compañero se lo devuelve, con besos en sus hombros, luego buscando su boca. Se contienen de volver a hacerlo, porque realmente ambos están cansados, y ya siendo de madrugada, y teniendo una noche agitada, sus cuerpos exigen un descanso, pero se prometen una revancha en lo que deciden secarse mutuamente.

 

Al tirarse en la cama, ambos miran al techo, con una sonrisa bobalicona, satisfechos, felices, enamorados. Les nace el deseo de hablar y a la vez no. Se acurrucan mirándose fijo. El azabache le acaricia la mejilla, mientras que le observa con sus azules cobaltos, grabando cada detalle del rostro de Judai, hasta que el sueño finalmente los vence, y caen rendidos ante el querido y añorado Morfeo.

 


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