La casa de Judai era bastante grande para lo que él estaba acostumbrado. Con solo poner un pie en la casa, no necesitó saber que su familia era bastante adinerada, aunque la clase social, no hacía a las personas, y eso lo supo a través de Aki y de Rua y Ruka.
Desde el punto de vista de Judai, la casa no había cambiado mucho, y eso le generó un sentimiento de angustia. Las cosas que sus padres se habían perdido de pasar con su único hijo, dedicándose a pleno a su trabajo sin parar.
Miró a su compañero, que aun seguía parado en la doble puerta de madera de color blanca, Yusei aun observaba lo que tenía a la vista.
—Yusei, ¡pasa!, siéntete como en tu casa — le invitó amistosamente, mientras que el de ojos cafés se quitaba las botas para quedar en medias, Yusei imitó el mismo gesto de Yuki.
—G-gracias, Judai-san — respondió amablemente, y siguió a Judai por el pasillo de entrada hasta un hermoso living-comedor—. ¿Tus padres no...?
Pero su pregunta quedo por la mitad, cuando Judai apoyó una de sus manos en la mesa para mirarlo, no tenía pisca de estar enojado.
—Ellos trabajan todo el día, todo el tiempo, ¡ja! creo que ya no recuerdo sus caras — comentó más por lo bajo, pero lo suficiente para que Yusei lo escuchará, llegó hasta una repisa que tenía portarretratos de él y sus padres.
Yusei suspiró, estaba seguro que Judai y él no eran tan diferentes después de todo... aunque le pareció cruel eso de que sus padres dejaran a su hijo solo, e inmediatamente pensó en los gemelos, aunque ahora, sus padres habían decidido vivir con ellos finalmente.
Él ya no tenía padres, ya estaba acostumbrado a esa soledad, pero ver a Judai así, le destrozaba en parte.
—Yo... lo siento — solo atinó a decir sin sentirse seguro del todo, pero el peli castaño se volteo a verlo con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡No tienes que lamentarte por nada! — dejo el portarretratos y le miró—. ¡Buscaré algo para tomar y comer! Realmente el viaje hace estragos.
El de pelo azabache, decidió que era mejor no presionar más sobre la herida.
—Te ayudo... — comentó, tomando el hombro de su amigo, éste lo iba a rechazar, pero cambio de parecer con la mirada fulminante de su amigo.
En la cocina, prepararon unos emparedados, y se sirvieron zumo de frutas, Judai empezó a hablar sobre lo que enseñaban en la academia de duelos, aunque siempre resaltaba el hecho de que solo iba por los duelos en particular, luego comentó un poco sobre sus amigos, Manjoume, Sho, Asuka y Kenzan. De alguna manera, Yusei podía sentir como propio esos sentimientos.
Luego de comer, Judai decidió ducharse primero para luego armar un poco de bolso con sus pertenencias, mientras que Yusei se quedó en el living, el dueño de la casa le había dicho que anduviese por la casa libremente.
Sacó su disco de duelo y se concentró nuevamente en intentar invocar a su querido dragón.
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No se había dado cuenta, pero cuando salió del tocador, solo tenía unas bermudas cómodas puestas, llegó hasta el living, donde una gran luz brillaba. Judai llevaba una toalla en sus manos para secarse el cabello, y se quedó impresionado cuando se dio cuenta de donde era esa luz.
El Stardust ocupaba medio living de lo grande que era, y estaba seguro que si Yusei hacia un mal movimiento, el dragón le iba a destrozar la casa, pero se quedó más tranquilo cuando vio que el dueño del monstruo acariciaba el largo hocico blanco, sonrió al ver ese vínculo, y Yusei lo estaba profundizando, como él y sus héroes. No quería interrumpir el momento, pero entonces el de pelo azabache lo notó, asomado. Estaba feliz de tener a su dragón realmente allí.
Judai solo pudo observar en silencio, no quería molestarlo realmente. Pero el dragón se disolvió luego de los que fueron unos dos o tres minutos aproximadamente. Entonces se acercó hasta quedar donde Yusei, que solo atinó a sentarse en el sofá.
—Es cuestión de práctica, desde que nos vimos la primera vez, hasta ahora, ya lo mantienes más tiempo, Yusei — le halago Judai. El de pelo azabache quedo mirándolo—. ¡Toma! — le entregó una toalla limpia y seca —. Un baño te ayudará a relajarte, estaré en mi cuarto mientras — le informó, Yusei asintió, pero se perdió en el chico de pelo castaño al ver su torso desnudo.
Un sonrojo salvaje apareció.
—G-gracias, Judai-san — le dijo Yusei, desviando su mirada, tomó su toalla y se fue a duchar.
Claramente, el duelista espiritual notó que algo raro sucedía en su amigo, francamente, Judai era una persona que no le daba importancia a esas cosas, pero... ¿será que Yusei se sentía como él, cuando lo veía con su torso desnudo? Judai también se sonrojo al recordar al azabache con el torso desnudo, recordaba cada detalle de su perfecto abdomen, de su pecho fornido.
Negó con la cabeza, tenía que armar su bolso para estar listo para el día siguiente.
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Judai estaba cansado, se tiró en su cama, y lentamente, cerró los ojos, cayendo en los brazos de Morfeo.
Yusei entró al cuarto, secándose el cabello, y sonrió cuando lo vio dormir, pero sobre todo en la manera tan "despatarrada" en la que se encontraba, atravesando media cama, con la cabeza apoyada en una almohada contra la pared, y los pies colgando sobre el borde de la misma, asique como pudo, lo acomodó para que no durmiera tan incomodo y, por suerte, el chico le había preparado el colchón para dormir.
Esperaba que por ésta noche, Judai durmiera bien, y que no tuviera ninguna pesadilla, solo quería que su amigo estuviera bien.
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